Federico y Mary de Dinamarca: 20 años de una boda marcada por las lágrimas del novio y la presencia de la Reina Letizia
Su matrimonio ha estado marcado por la polémica de sus supuestas infidelidades o la guerra con su hermano Joaquín
El majestuoso debut de Doña Letizia en la realeza europea con su vestido rojo de Caprile
Dos décadas han pasado desde que vimos esta imagen. El heredero al trono danés contraía matrimonio en su Copenhague natal con Mary Donaldson. «Algo encajó», dijo Mary sobre la noche en que se conocieron en una entrevista de 2005. «No fueron los fuegos artificiales en el cielo ni nada parecido, pero había una sensación de emoción».
Tras un noviazgo secreto y a distancia, Federico de Dinamarca decidió pedir a su madre, la Reina Margarita, el consentimiento para que la pareja se comprometiera.
Su relación comenzó en un pub del puerto de la ciudad de Sídney, a miles de kilómetros de Escandinavia. El entonces príncipe Federico se encontraba en la ciudad con motivo de los Juegos Olímpicos de 2000 cuando vio por primera vez a la australiana Mary Donaldson. El joven royal que se presentó simplemente como «Fred», entabló conversación con la publicista de 28 años de Tasmania... y el resto es historia.
El dispositivo de seguridad era muy estricto, ya que Dinamarca estaba en alerta nacional al tener destacadas tropas en Irak en la coalición liderada por Estados Unidos. Pero también porque la lista de invitados incluía a miembros de la realeza de toda Europa y Japón. En la imagen, Pablo de Grecia y su mujer, Marie-Chantal.
Entre los invitados más destacados, el entonces Príncipe Felipe junto a una poco conocida Letizia Ortiz, que hacía su debut en la realeza europea con un impresionante vestido rojo de Lorenzo Caprile.
La pareja real realizó un recorrido en coche de caballos descubierto desde la catedral hasta el palacio de Amalienborg, acompañados por jinetes del Regimiento Real de Húsares, antes de celebrar un banquete para 400 invitados en el castillo de Fredensborg. A la ceremonia religiosa acudieron el doble de personas. En la imagen, la Infanta Elena con Jaime de Marichalar.
También pasearon Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover, Guillermo y Máxima de Holanda, Naruhito de Japón o el Príncipe Eduardo y su mujer Sophie.
Mary de Dinamarca encargó su vestido al discípulo de Armani, el diseñador danés Uffe Frank. Confeccionado en satén duchesse marfil, la falda estaba forrada con 31 metros de tul. Federico de Dinamarca, que llegó media hora antes que su prometida acompañado por su hermano el príncipe Joaquín, lució el uniforme de gala de la Armada.
Si el vestido era un guiño a su país de acogida, el ramo estaba dedicado a su nación natal, ya que entre las rosas y las hortensias blancas había hojas de eucalipto. En cuanto a las joyas, Mary estrenó ese día la tiara de diamantes que le compraron como regalo de bodas sus nuevos suegros, la Reina Margarita y el Príncipe Henrik.
Llegó acompañada de su padre, John Donaldson, de ascendencia escocesa, que vistió un kilt tradicional para acompañar a su hija al altar, y de sus damas de honor, que fueron su hermana Patricia Bailey, su mejor amiga Amber Petty y su hermana mayor, Jane Alison Stephens.
Al terminar la ceremonia y trasladarse al palacio de Amalienborg, los invitados disfrutaron de un banquete de alta cocina escandinava a base de timbal de marisco de los mares nórdicos en salsa de erizos de mar. Entre lo más destacado del día, las lágrimas del ahora monarca y su sentido discurso: «La alegría y la fuerza que me das son como el sol de día, que, con su resplandor, derrite todas las dudas y la oscuridad en la Tierra. Y como la luna por la noche, brillas con un rayo vigilante y delicado de dulzura, que apaga las travesuras y los engaños utilizados por los símbolos de las tinieblas. Te amo María. ¡Ven, vamos! A través de mil mundos, el amor ingrávido espera», concluyó.
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