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La ética de Nietzsche: lo que nos debemos a nosotros mismos

Como todos nuestros antepasados antes que nosotros, nos enorgullecemos de tener una sociedad que es a todas luces más evolucionada que la de hace unas décadas. Nos hemos liberado de todo lo que anclaba a generaciones pasadas a no ser libre, nos hemos alejado de la religión y parece que cada vez nos encaminamos a una sociedad individualista encaminada a una supuesta excelencia. Además, en medio de una sociedad cientificista, no necesitamos el ideal ascético, ¿pero realmente nos hemos separado de este ideal tanto como nos gusta pensar?

Probablemente, a la sociedad de Nietzsche también le gustaba pensar así, una sociedad que es el germen de nuestro modo de vida actual. Por esto mismo, La genealogía de la moral, una de las obras más polémicas y oscuras del autor, tanto que sigue teniendo una relevancia actual y debemos hacer una lectura crítica de su contenido para preguntarnos: ¿realmente es malo el ideal ascético o debemos arrancarnos esa máscara con la que nos escondemos de la verdad?

Tratado Primero: «Bueno y malo»,
«bueno y malvado»

En su primer tratado, Nietzsche se pregunta de dónde vienen los términos «bueno» y «malo». Para él, el término «bueno» no viene del elogio de actitudes no egoístas que beneficien a la sociedad, sino que viene de los poderosos. Al no existir todavía un Estado, los señores, los poderosos son libres de hacer lo que quieran, no tienen restricciones alimentarias ni reprimen su sexualidad. Ellos se designan a sí mismos, los nobles, como «bueno» y a los plebeyos, lo vulgar, son lo «malo»1, esto es lo que va a llamar la moral de los señores o la moral del amo2.

En contraposición a la moral del amo, va a surgir la moral del esclavo, una especie de rebelión de los que no tienen poder, de los vulgares que van a invertir los papeles, ahora los señores son los malos y ellos los buenos. Es una moral del resentimiento, viene de la envidia a los poderosos, llegando incluso a decir que este resentimiento de la moral de los esclavos, característico del judeocristianismo, es de lo peor que se les ha hecho a los aristócratas3.

En la moral de los esclavos, el poderoso se convierte en «malo» por su egoísmo, el esclavo tiene envidia del amo porque el amo se puede permitir ser egoísta y él no, por lo que se va a refugiar en decir que él es generoso, no como el señor malvado. Dice Nietzsche que el depredador es depredador por naturaleza y, de la misma manera, el pisoteado es pisoteado por naturaleza; el cristiano, el pisoteado que remite la venganza a Dios no exige nada de la vida, es un “somos débiles, actuemos como débiles”. Esto lo vemos en numerosos fragmentos de la Biblia como en las bienaventuranzas: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos”4 .

Nietzsche parece que está retomando la tarea de los sofistas, es mejor sufrir una injusticia, ser egoísta, porque el que no la hace es por impotencia, por cobardía, porque es débil5. Sin embargo, está yendo un paso más allá, mientras que Polo, por ejemplo, aceptaba que era más bello sufrir una injusticia, Nietzsche nos está diciendo que lo realmente bueno es ser egoísta, beneficiarnos a nosotros mismos siempre que podamos, porque el depredador no mira por el pobre cordero que pasta sin hacer daño a nadie, sino que lo devora sin miramientos.

Cuando leemos esto nos lleva a pensar en el neoliberalismo, la meritocracia y el clasismo que nos rodean en nuestra sociedad actual. Nietzsche no sólo está criticando el judeocristianismo, sino también el marxismo y el socialismo, está criticando la ayuda a los oprimidos, lo cual tiene una consecuencia ética muy grave. ¿Acaso si somos poderosos debemos dejar sufrir a los que no lo son? Es más, cuando somos poderosos, ¿no lo somos a costa del débil?

Uno de los grandes problemas del neoliberalismo es la cuestión ética, si realmente está bien que los poderosos disfruten de su poder­ —su dinero— a cambio de menos prestaciones y servicios públicos, tal y como sucede en Estados Unidos. Sí, Estados Unidos es el paraíso del liberal, pero eso significa que los que no tienen suficiente dinero para pagar la factura del hospital o su medicación acaban en la calle e incluso llegan a fallecer, como en el caso de Josh Wilkerson6. Si la moral del señor, la que no defiende a los oprimidos, la que parece defender Nietzsche, es la verdadera moral, ¿no estamos rozando la eugenesia? El que tenga un problema de salud grave como una enfermedad rara, crónica, cáncer, un trastorno del desarrollo intelectual, ya no podrá vivir, porque hemos decidido ser egoístas y justos sólo con nosotros mismos y no ser generosos con quien lo necesita. Incluso podemos ir más allá, cuando decimos que los depredadores son depredadores por naturaleza y los pisoteados por naturaleza, ¿no nos recuerda a la justificación de la esclavitud de Aristóteles?7 .

Sin embargo, hay un cierto resurgimiento de la moral del amo pues seguimos equiparando lo que forma parte del estilo de vida aristocrático a lo «bueno» y lo que pertenece a los grupos marginales como «malo», lo cual es retratado en la serie de televisión The Good Place. En la serie, hay un sistema de puntuación de acciones buenas y acciones malas y estas últimas están asociadas a la clase baja; ciertos tipos de comida rápida te quitan puntos, grupos de música como los Red Hot Chili Peppers, hasta implicaciones más graves como el hecho de comprar tomates en el supermercado o tiendas de moda rápida dando a entender que apoyas la explotación de estas empresas cuando, en realidad, compras lo más barato porque, desgraciadamente, es muy caro consumir productos sostenibles y también se necesita un nivel de educación más o menos alto para comprender las implicaciones de este tipo de consumo. Para evitar perder puntos negativos, debemos tener un comportamiento más «noble», poniendo en equivalencia la clase alta con lo «bueno».

He de decir que la moral del amo tiene algunas connotaciones muy positivas, pero las vamos a discutir más en el tercer apartado donde Nietzsche habla del superhombre —aunque no lo mencione.

Tratado Segundo: «Culpa»,
«mala conciencia» y similares

Uno de los términos más importantes es la «culpa», Schuld, proviene de un concepto material, proviene de «tener deudas», Schulden, proviene del intercambio, de deber algo a alguien, es decir que tiene un origen económico pues es en la compraventa donde aparece el respeto mutuo por primera vez. Según esta definición, el hombre no es realmente un animal social, no es vulnerable, porque el respeto y la culpa provienen de lo económico, si bien Nietzsche parece no tener en cuenta que el comercio aparece propiamente con las sociedades agrarias que son una mínima parte de nuestra historia y ¿Cómo pueden vivir los grupos nómadas de cazadores-recolectores sin colaboración o respeto mutuo? Es una pregunta que también me hago respecto a la moral de los señores y de los esclavos, si surge antes del Estado, ¿Cómo pudo surgir en un tiempo en el que no había ni desigualdades sociales ni de género? 8 Necesariamente, nuestro componente ético, no puedo tener un origen económico o provenir del Estado, como dirá posteriormente al explicar de dónde viene la «mala conciencia», sino que necesariamente debe tener un componente ético fundamental proveniente de la vulnerabilidad de todo ser humano, algo que falla en ver Nietzsche y cuya consecuencia antropológica y ética es de vital importancia para nosotros.

Antes de seguir, vamos a retroceder apenas unas líneas ¿Qué quiere decir eso de la «mala conciencia»? Para Nietzsche (trad. en 2011), la conciencia no es algo innato que tengamos todos, no es un imperativo categórico, no, sino que es una represión de nuestros instintos animales, de nuestra crueldad, de nuestra ebriedad creativa, nuestra pasión, es la represión de lo dionisiaco para que se pueda conformar el Estado y podamos convivir corderos y águilas depredadoras. La «mala conciencia» tiene una gran relevancia a la hora de discutir una idea muy interesante que Nietzsche plantea en este segundo tratado, el tema del castigo.

El culpable tiene una deuda, debe pagar por lo que ha hecho y esa compensación que se le da al afectado es el castigo. La pena del malhechor tendrá que ser equivalente al daño causado y de aquí viene la objetividad de la justicia, pero es sólo una ilusión que podamos llegar a la equidad, pues no deja de ser el poderoso el que evalúa el derecho penal, en cuanto más poderosos seamos más benignos seremos, pues apenas nos afectara9.

Pero la mayoría no somos poderosos, estamos reprimiendo nuestros instintos animales como hemos comentado antes, esa necesidad de sentirnos superiores ante el que sufre y parece indudable que, si bien tenemos una faceta ética por naturaleza, no podemos negar esa sed de crueldad, esa “sed de sangre” de Nietzsche, ese deseo de ponernos por encima, ¿o quién no disfruta de un juicio en el que cae el típico hombre de negocios blanco y hetero, que es la epítome del poderoso en nuestros días?, no nos satisface porque se haga “justicia”, vamos a reconocerlo, queremos que sufra y en esto encontramos una gran verdad en las palabras de Nietzsche, ¿son nuestra faceta ética y esta faceta de crueldad compatibles? Todavía no podemos responder a esta pregunta.

Volviendo al castigo, hablemos ahora del delincuente, del deudor en vez del acreedor. Para Nietzsche, el castigo sólo endurece al malhechor, pone una pena con los mismos medios que han llevado al malhechor a esa situación, pero los jueces no recriminan entonces esas actuaciones de manera que el delincuente, lejos de desarrollar el sentimiento de culpa que se espera de él, se resiste contra ello10. No hay que negar que Nietzsche habla con razón de la brutalidad que puede tener el Estado y que ciertamente tenía en su época cuando todavía existía la pena de muerte, pero es un argumento que recuerda peligrosamente al terrorismo, que es algo ideológico. Lo hemos visto mucho en España con el grupo terrorista ETA, ellos asesinaban y eran los malhechores, pero el fascista era el Estado español, España era el verdadero asesino; de hecho, Nietzsche defiende que al menos el delincuente comete acciones reprobables por pasión, no como los fuerzas del orden que lo hacen desde la objetividad, desde lo apolíneo.

Incluso, podemos refutar, en primer lugar, su premisa: el delincuente no desarrolla el sentimiento de culpa. En Maixabel, por ejemplo, se nos habla de dos casos en los que la pena ha funcionado, se nos habla de dos asesinos de ETA que sí desarrollan culpa, desarrollan conciencia, y lo hacen después de haberse dado a lo dionisiaco, de haberse dado a la crueldad y ser reforzados en su crueldad, viéndose superiores a sus víctimas. Es precisamente cuando están en un ambiente como la cárcel, que les fuerza a mirar en su interior, donde están encerrados esos instintos animales, cuando se arrepienten de esa crueldad y admiten que hubieran preferido ser víctima, a asesino, a ser cordero, a depredador, porque hay una verdadera conciencia en nosotros más allá de una crueldad reprimida que también poseemos. Al leer sobre la mala conciencia nos acordamos de un «ello» de Freud, reprimido por el «superyo» que es el Estado —es más, recuerda muchísimo al Malestar de la cultura—, ¿pero por qué no hay un «yo» que concilie esas facetas en Nietzsche?

Para Nietzsche, hemos perdido la individualidad, para que el hombre sea capaz de vivir en sociedad hay que unificarlo, igualarlo, somos todos corderitos porque somos iguales. Vivimos en una sociedad que es un “yo”, “yo”, “yo” constante, pero eso no quiere decir que no hayamos perdido esa individualidad, porque todos los “yos” tienen que ser iguales, tienen que ser aceptables: positivos, competitivos, extrovertidos, etc. Lo vemos en Japón, un país con una mentalidad colectiva tan excesiva que no saben expresarse, se encierran porque no pueden adaptarse a ese patrón tan perfecto (Kremer y Hammond, 2013). Y necesitamos esa gente que no se adapte, que se salga del patrón, porque disfrutamos del castigo ajeno, porque igual que hablamos de hacer el bien desinteresadamente, también hacemos el mal desinteresadamente11.

Tratado Tercero:
¿Qué significan los ideales ascéticos?

En el ideal ascético, nuestros instintos animales deben ser castigados y, para satisfacer nuestro deseo de crueldad, somos crueles con nosotros mismo. Nos debilita, nos aleja de la vida y sufrimos fisiológicamente porque no podemos reprimir esos instintos que hemos reprimido sin saber la causa de este dolor. El sacerdote ascético le da sentido, estamos en deuda con Dios al tener ese pecado original, la culpa de nuestro sufrimiento la tenemos nosotros mismos.

El hombre aguantará el sufrimiento mientras tenga un por qué y el ascetismo nos ofrece una explicación que evita que caigamos en una nihilidad suicida: “si sufres es tu culpa”12. Pero no nos está dando una verdadera solución, todo lo contrario, nos enferma más, hace que le tengamos miedo a la felicidad, a la belleza, a la vida y preferimos tener voluntad de nada, a no tener voluntad, ¿por qué nos hacemos esto a nosotros mismos?

Y es que esta es la clave de la obra de Nietzsche, de todas las interpretaciones que podemos sacar de esta obra, de todas las conclusiones, con esta debemos quedarnos porque es una verdad fundamental en nuestra vida. Nos odiamos a nosotros mismos, odiamos profundamente la vida y el sufrimiento sin sentido que conlleva, nuestros instintos, lo dionisiaco y estamos condenados a ver vidas perfectas en nuestras pantallas, en nuestras redes sociales diciéndonos que, si sufrimos, es porque no llevamos ese estilo de vida. Porque no tenemos este producto, porque no nos vestimos con esta marca, porque no comemos aguacate, porque no tienes esta nariz o este pelo y es todo nuestra culpa por no comprarlo, por no operarnos, pero lo cierto es que destrozamos nuestra vida por los demás, por el qué dirán.

Está bien que nos preguntemos qué les debemos a los demás, si les debemos ser justos, si les debemos ser generosos, pero Nietzsche nos invita a preguntarnos, ¿qué nos debemos a nosotros mismos? Estamos en una sociedad en la que sentimos que debemos renunciar al sufrir, a la crueldad de la vida, para no “ensuciar” la vida de los demás, pero eso sólo hace que reprimamos más esos instintos animales, que no haya nada dionisiaco en nuestras vidas. En la serie Crazy Ex-Girlfriend, la protagonista Rebecca deja una Nueva York donde toma ingentes cantidades de mediación para reprimir sus emociones e instintos, para vivir en un sitio en el que no hay nada más allá del chico que le gusta, se va buscando sentir algo y a lo largo de la serie va a ir sacando sus instintos mientras aprende a manejarlos y, además, empieza a conciliarlos a través de números musicales que monta en su cabeza, ¿qué hay más dionisiaco que la música para Nietzsche? Sólo desatando lo dionisiaco podemos estar a gusto con la vida y ayudar a los demás a estarlo.

Nuestra sociedad nos ha llevado a un punto en el que se han invertido las posiciones, el superhombre es el devorado por los corderos. Por ejemplo, los superdotados no pueden decir que lo son, puede que hagan sentir a los demás que no lo son, aunque eso pueda desarrollar problemas mentales en las personas, porque todo el mundo debe sentirse igual, ¿es eso realmente justo?

En El poder de los introvertidos13, habla de cómo a lo largo de los años se ha ido marginando a los introvertidos, a pesar de que la introversión contribuye a desarrollar grandes ideas creativas como Internet y que puede llegar a lograr mejores resultados en posiciones de liderazgo. Ni los extrovertidos ni los introvertidos son unos mejores que otros, ¿pero por qué la mayoría ha desterrado de esta manera a la minoría?, ¿hay una semilla del resentimiento en nuestra manera de pensar actual?

Conclusión

Sólo el verdadero superhombre es capaz de ser generoso, compasivo, humilde, «bueno» sin resentimiento, y lo es porque se ha aceptado a sí mismo, lo que se debe a sí mismo. Nos gusta pensar que miramos por los demás, que somos buenas personas, pero todos tenemos, efectivamente, ese resentimiento del que nos habla Nietzsche, tenemos el desprecio más grande a la vida y queremos ver a los demás sufrir porque nosotros también estamos sufriendo. Ahí está, sin ir más lejos, la gran presión de ser feliz de nuestra cultura, ¿por qué tenemos tanta necesidad de recordarnos que debemos ser felices? Porque lo somos menos que nunca.

A pesar de las numerosas críticas más que me gustaría hacerle y las radicales conclusiones de Nietzsche, La genealogía de la moral es una obra necesaria para inspeccionarnos a nosotros mismos, para desmaquillar nuestro interior y preguntarnos qué nos debemos a nosotros mismos, porque sin esa respuesta, no podemos contestar la pregunta más fundamental de la Ética, aunque Nietzsche no vaya a estar de acuerdo conmigo: ¿Qué nos debemos los unos a los otros?

Notas

[1] (Nietzsche, 2011, p.45) Esto lo demuestra a través de la etimología: la palabra alemana para «malo», Schlecht, se parece muchísimo a «simple», Schlicht, y de hecho es la raíz de simplemente, Schlechtweg, schlechterdings.

[2] La moral del amo también tiene una explicación muy racista, pero no vamos a tratar todas las partes en las que hace comentarios racistas o misóginos porque en ese caso la reseña me duraría siglos.

[3] Nietzsche, 2011, p.51

[4] Mt 5, 3

[5] Gorgias 492a-b

[6] Frishberg, 2019 Josh Wilkerson era un joven diabético de tipo 1 que falleció tras un coma diabético debido al uso de una insulina más barata de lo habitual, porque no podía permitirse la normal.

[7] Pol. 1252a31-1252b3

[8] Sobre la agricultura como el origen de la desigualdad consultar Diamond, J (1987). El Peor Error En La Historia De La Raza Humana. Discover Magazine, pp.64-66.

[9] Nietzsche, 2011, p.104-105.

[10] Nietzsche, 2011, p. 118

[11] Nietzsche, 2011, p. 96

[12] Esta interpretación del cristianismo, que es muy tratado en este libro, tiende mucho al protestantismo y, más concretamente, al calvinismo por lo que no lo considero una crítica bien formada ante el cristianismo ya que la Iglesia Católica no tiene este tipo de mentalidad.

[13] El poder de los introvertidos, Susan Cain (2012)

Bibliografía

Aristóteles. (2011). Política (P. De Azcárate Corral, ed. y trad.). S.L.U. Espasa Libros (original publicado en el siglo IV a.C)

Bloom, R. & Brosh McKenna, A. (productores ejecutivos). (2015-2019). Crazy Ex-Girlfriend [serie de televisión]. CBS Television Distribution.

Bollaín, I. (dir.) (2021). Maixabel [película]. Kowalski Films; Feel good Media; ETB; Movistar+; TVE.

Cain, S. (2012, febrero). El poder de los introvertidos . Conferencia TED. https://www.ted.com/talks/susan_cain_the_power_of_introverts?language=es

Frishberg, H. (6 de agosto de 2019). Diabetic groom-to-be dies after taking cheaper insulin to pay for wedding. New York Post. Recuperado el 16 de octubre de 2021, de https://nypost.com/2019/08/06/diabetic-groom-to-be-dies-after-taking-cheaper-insulin-to-pay-for-wedding/

Kremer, W. y Hammond, C. (5 de julio de 2013). “Hikikomori”: por qué tantos japoneses no quieren salir de sus cuartos. BBC News. https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/07/130705_salud_japon_hikikomori_aislamiento_social_gtg

Nietzsche, F. (2011). La genealogía de la moral (A. Sánchez Pascual, ed. y trad.). Alianza Editorial (original publicado en 1887).

Platón. (2019). Diálogos II (J. Calonge Ruiz & E. Acosta). Gredos.

Schur, M., Miner, D., Sackett, M., Goddard, D. (productores) (2016). The Good Place [serie de televisión]. EE. UU.: NBC Universal Television Distribution/Netflix.

Imagen | Wikipedia

Artículo de:

Julia García (colaboración):
Estudiante del Doble Grado en Filosofía y Economía (URJC). Con interés en la filosofía de la ciencia y la naturaleza.

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