1938: A las puertas de la Segunda Guerra Mundial
La revista Muy Historia de mayo se detiene a analizar el contexto político social y económico que precedió a la contienda con más víctimas mortales de la historia de la humanidad.
Tras la Gran Guerra (1914-1918), los términos del Tratado de Versalles dejaron a Alemania desarbolada, con un ejército reducido a la mínima expresión. Apoyándose en estos mimbres, con un programa basado en el nacionalismo más exacerbado y empleando el populismo de masas como arma política, Hitler convenció a millones de votantes, a los que vendió la necesidad de una Alemania fuerte en el contexto mundial.
En el año 1938, varios factores se conjugaron para dar lugar a la tormenta perfecta que propiciaría el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
En primer lugar, la anexión de Austria al territorio germano (Anschluss), seguida por la de la región checoslovaca de los Sudetes, consecuencia de los Acuerdos de Múnich firmados por Alemania, Italia, Francia y Gran Bretaña. Las democracias occidentales se unieron en una Política de Apaciguamiento que consideraba a Hitler como el único capaz de frenar la expansión del comunismo, por lo que se mostraron dispuestas a consentir sus abusos. Y mientras se aprovechaba del temor que generaba la posibilidad de una nueva guerra en la opinión pública del país galo e Inglaterra, el Führer continuaba con el rearme de su país.
Pero los acuerdos de no intervención también remataron a la República española, ya que las Brigadas Internacionales tuvieron que abandonar a partir de octubre el territorio hispano, mientras Franco seguía disfrutando del apoyo militar de Hitler durante el
resto de la contienda. Y, por si faltaba algo, la olla a presión del antisemitismo acabó explotando con el arresto masivo de judíos, y la Noche de los Cristales Rotos (9 al 10 de noviembre de 1938). Lo dicho, un año muy completito...