Benjamín Arellano Félix se queda en prisión; no convenció al juez - Grupo Milenio
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Benjamín Arellano Félix se queda en prisión; no convenció al juez

El viejo ex capo tomó 100 cursos de manejo de ira, abrazó a Jesucristo y alegó enfermedades, pero no consiguió su libertad anticipada. El juez alegó que ve riesgo de que reconstruya al Cártel de Tijuana.

El experimentado Larry Alan Burns no creyó en el aparente arrepentimiento de Benjamín Arellano Félix, quien solicitaba su libertad anticipada alegando haber tomado 100 cursos de superación y manejo de la ira, además de esgrimir su conversión al cristianismo. Depravado, cruel, inhumano, despiadado, vicioso. Los argumentos expuestos por el juez no mostraron contención.

Tras analizar los clamores del ex líder del Cártel de Tijuana, el juzgador consideró que podría intentar reunir los pedazos que quedan de dicho grupo criminal. Y advirtió el riesgo de que “se vuelva a conectar con los socios remanentes de la violenta organización que controló durante dos décadas”.

A través de una carta a la que tuvo acceso MILENIO, Burns explica que “inhibir esa perspectiva al exigirle que complete su sentencia original promueve los objetivos de disuasión específica y protección del público”, sentenció Burns.

A pesar de que el narcotraficante argumentó haber abrazado la doctrina de Jesucristo, el gobierno estadunidense le negó una reducción en su condena y, con ello, la posibilidad de ser liberado luego de 11 años en reclusión.

Poco ha quedado del poderoso capo que construyó un imperio de drogas a mediados de los años 80, cuando tenía millones de dólares para corromper a agentes de la ley y autoridades políticas. Hoy, enfermo, en una cárcel en Estados Unidos, Arellano ha agotado “sus recursos administrativos” para obtener beneficios en este país.

Desde el 2 de mayo de 2022, MILENIO reveló que apelando a razones “humanitarias” y por “compasión”, el ex líder del cártel de Tijuana intentaba salir de una prisión federal de manera inmediata. Sin embargo, Larry Alan Burns, el mismo juez que lo sentenció a él y a su hermanos hace más de una década, decidió que el narcotraficante no merece ningún perdón o reducción de su condena.

Hace unos días, en una sentida carta, el juez le escribió directamente a él y no a su defensa, como se acostumbran en estos casos. 

“Con todo respeto al señor Arellano, con los argumentos que usted ha presentado, no estoy de acuerdo con nada”, dijo el veterano magistrado, que ha enviado a prisión a decenas de narcotraficantes mexicanos en California.

Con palabras duras, Larry Alan Burns enfatizó que la perversidad de los actos de Benjamín Arellano, incluidos los de tortura, no han sido reivindicados y, además, de salir en libertad, podría revivir al Cártel de Tijuana y reincidir en conductas delictivas.

El juez también consideró que ni siquiera tomando en cuenta los años que pasó en una prisión mexicana entre los años 2002 y el 2011 fueron suficientes para pagar lo que hizo Arellano Félix, y, por si fuera poco, recordó que, por la gravedad de sus delitos en México, le espera una sentencia de 22 años una vez que termine su pena en Estados Unidos, lo cual ocurriría en 2033.

Un capo enfermo

Desde el año pasado Benjamin Arellano Félix se dice enfermo; durante sus años en prisión se le han desencadenado varias enfermedades como la hipertensión, una prediabetes a punto de convertirse en diabetes, obesidad y disfunción hepática las cuales, según él, ponen en riesgo su vida.

Sin embargo, sus miedos de enfermar y morir se recrudecieron con la pandemia, cuando contrajo covid, algo que fue frecuente entre la población de muchas cárceles. En el caso de la Penitenciaría Estados Unidos Lee, en Jonesville, Virginia, conviven unos 973 reclusos y 231 empleados de la correccionales.

Sin embargo, estas causas médicas tampoco serán motivo para liberarlo. Según los registros médicos del anciano ex capo, el virus no ha traído efectos secundarios agudos, como enfermedades respiratorias o pulmonares. El riesgo de una reinfección no es suficiente para regresarlo a las calles.

“No puede justificar la liberación compasiva”, concluyó el juez estadunidense en su escrito.

Entre los argumentos de Arellano Félix, quien está a punto de cumplir 70 años, se encuentra que el tiempo en prisión lo ha rehabilitado de los delitos que cometió: tortura, tráfico de drogas, corrupción y asesinato, entre otros.

Según el narcotraficante, durante estos 11 años en Estados Unidos ha participado en 100 programas educativos y vocacionales relacionados con abuso de sustancias, manejo de la ira y de estrés. Según las palabras del propio ex capo, durante sus años en prisión se volvió cristiano y desde entonces “se dedicó con orgullo a ayudar a otros en necesidad”.

Sin embargo, cuando la corte le pidió que adjuntara cartas de sus familiares, hijos y amigos que corroboraran su rehabilitación, los testimonios nunca llegaron. 

“Aun así la Corte asume que la familia y amigos apoyaron su petición”, le otorgó el beneficio de la duda y lo dejó consignado.

De hecho, adjunta a su petición de liberación, Benjamín Arellano escribió una carta dirigida a la Penitenciaría Estados Unidos Lee, organismo de la Oficina Federal de Prisiones, donde argumentaba lo siguiente:

“Estoy totalmente de acuerdo en que el perdón es un gesto significativo, y solo llega a aquellos que realmente buscan el cambio. A través de esta petición, presento mi deseo de exponer humildemente mi transición en la vida, pues ya no soy inmaduro. Durante casi 20 años mi comportamiento mientras estuve encarcelado representa mi deseo de rehabilitarme.
“Mi vida ha sido dramática y eternamente alterada por mi decisión de convertirme en un seguidor de Jesucristo. Durante muchos años he demostrado ser un hombre de honor, un líder en prisión consistente con la Iglesia. Creo en Dios y, desde luego, en la rehabilitación no solo del alma sino también de la mente”.

Sin embargo el juez consideró que eso no era suficiente: “La introspección personal y la reflexión sobre su comportamiento ilícito en el pasado está a su favor, pero el discernimiento personal y la sagacidad ganados durante un largo periodo de encarcelamiento deben considerarse la norma, y no una anomalía extraordinaria”.

Cruel e inhumano

Larry Alan Burns no sólo le negó la libertad por compasión, sino que fue contundente al afirmar que Benjamín Arellano merece el duro castigo que le impuso la Corte, dado que sus ofensas fueron viles y atroces. 

Arellano, señaló el juez, mostró una extrema crueldad, falta de conciencia y desprecio por la vida humana, actitud que mantuvo durante décadas.

Según las pruebas que recabó el gobierno estadunidense para condenarlo hasta el periodo que concluye el 28 de abril de 2033, el criminal tuvo control sobre el corredor del narcotráfico de Tijuana, que se extendía por ambos lados de la frontera hasta San Diego, California. Desde 1986, cuando Benjamín estuvo a cargo de la organización, esta se convirtió en una de las más grandes y violentas de México.

Según los fiscales estadunidenses, Benjamín Arellano no sólo encabezó el tráfico de toneladas de drogas, sino que entre sus peores actos debe incluirse la creación de comandos de sicarios que llevaron a cabo secuestros, torturas y asesinatos de presuntos informantes y testigos.

MILENIO ha dado cuenta que incluso bajo su mando se implementó un método nunca antes visto en un cártel de la droga: trajo hombres desde Israel para entrenar a sus sicarios en México y enseñarles a disolver cuerpos en sosa cáustica.

Se le acusó de haber sido quien contrató por primera vez a Santiago Meza El Pozolero, quien disolvió a 300 personas con ese método y que, al día de hoy, no ha permitido que cientos de familias puedan identificar a sus hijos, padres o esposos.

Arellano Félix también era líder de la organización cuando él y otros miembros de su familia ordenaron a un sicario llamado Efraín Pérez deshacerse de los cuerpos de tres fiscales mexicanos que fueron asesinados por miembros del Cártel de Tijuana.

Entre los cargos que pesan en contra de Benjamín Arellano es que dirigió personalmente el asesinato de 10 personas entre 1992 y 1997.

“Su liderazgo fue despiadado, vicioso e inhumano”, definió Burns, quien le recordó que si no fuera por el tratado de cooperación que el ex capo hizo con el gobierno estadunidense, su pena hubiera sido de cadena perpetua, es decir pasaría toda su vida en prisión.

En un pronunciamiento pocas veces visto en los juicios contra narcotraficantes, el magistrado habló directamente a Arellano Félix de la siguiente manera: “Nuevamente, y digo esto sin ninguna malicia hacia el señor Arellano, si estuviera a mi alcance, lo haría pagar una pena más larga. Creo que la gravedad de los crímenes cometidos aquí justifican que pase el resto de su vida bajo custodia. Ciertamente haría eso sin ninguna malicia personal”.

El juez refirió estar informado de que recientemente se ha publicado información que revela que la organización de los Arellano Félix retomó el control sobre el trasiego de drogas en la frontera. Por ello, la Corte consideró que representaría un peligro en caso de retornar a las calles, dado que podría volver a conectarse con los socios remanentes de su violenta organización.

El juzgador planteó que Benjamín “se queja de estar sometido a privaciones durante sus muchos años en prisión. Estos incluyen el deterioro de su salud, las incomodidades progresivas de la vejez y la angustia y la soledad que tiene al estar separado de su familia. El Tribunal reconoce que la prisión es un mal lugar para estar. Pero, a pesar de las quejas de Arellano, sus necesidades médicas están siendo atendidas satisfactoriamente”.

Larry Alan Burns arguyó que las enfermedades son inevitables cuando son provocadas por el envejecimiento, y ocurrirán estando en prisión o fuera de ella. Agregó que aunque la separación forzada de su familia es lamentable, también es una consecuencia inevitable de su pasada conducta delictiva.

“Ante la gravedad y depravación de los delitos admitidos por Arellano, la Corte decididamente encuentra la punta de la balanza en contra de reducir su sentencia”.

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