Nació el 11 de febrero de 1764 en Constantinopla y murió en París el 10 de enero de 1811. A los diecisiete años ingresa en el regimiento de dragones de Montmorency; dos más tarde abandona esta unidad y empieza a escribir para el teatro.
Alcanzó la popularidad con Carlos IX (1789, v.), tragedia declamatoria, pero que tuvo la suerte de ser representada cuando hervía ya el movimiento prerrevolucionario. Compuso luego Henri VIII (1791, v. Enrique VIII) y Cayo Graco (1792, v.); esta última obra fue prohibida bajo el Terror, lo mismo que Fénélon (1793) y Timoléon (1794).
Entregado a la política, perteneció al club de los Jacobinos y fue miembro de la Convención, del Consejo de los Quinientos y del Tribunado. Su fortuna en este aspecto y su carácter le crearon enemigos, algunos de los cuales denomináronle «le frère d’Abel Chénier», injuria impropia, por cuanto, vinculado a su hermano André por Un sincero afecto a pesar de la diversidad de sus ideas políticas, intentó, aunque en vano, salvarle de la guillotina.
Esta insinuación le inspiró los bellos versos de la Epître sur la calomnie (1797). Chénier compuso, además, muchos himnos y odas: A la raison, A l’être suprême, Au 9 Thermidor, Au 10 Août y el popularísimo Chant du départ.
Figuró entre los partidarios del general Bonaparte; pero luego se opuso a la dictadura, y en 1802 fue alejado de los cargos oficiales. Se le confirió, empero, la labor de continuar la Histoire de France de Millot y trazó un Tableau historique de l’état et des progrès de la littérature française depuis 1789, que atestigua el limitado gusto de los seudoclásicos.
M. Pasquali