Cho Seun-Hui, un coreano solitario que escribía historias macabras

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Cho Seun-Hui, un coreano solitario que escribía historias macabras

Cho Seung-Hui, de origen surcoreano, llevaba 17 años viviendo en Estados Unidos y se especializaba en Inglés en la Universidad de Virginia Tech. Su familia reside en Centerville, área metropolitana de Washington. No tenía muchos amigos y, según dijeron los pocos que lo conocían, tenía serios problemas emocionales y profundos resentimientos frente a la sociedad que lo acogió a su llegada al país, cuando era apenas un niño de 5 años.

A ciencia cierta, es lo único que sabe del joven que este lunes asesinó a 28
estudiantes y 4 profesores, y luego se quitó la vida en esta universidad
ubicada en Blacksburg (Virginia).
El resto son rumores y piezas de un rompecabezas que lentamente han
comenzado a tomar forma. Seung-Hui llegó al país en 1992, junto a sus
padres, que inicialmente se ubicaron en la ciudad de Detroit. A los pocos
años se mudaron al condado de Fairfax (Virginia), donde asistió a la escuela
antes de partir hacia Virginia Tech.
Mar de conjeturas
Vecinos de la casa paterna describieron al joven como un muchacho callado y
recluido. “Siempre estaba solo. Se la pasaba jugando básquetbol y rara vez
respondía cuando lo saludaban”, dice Abdul Sas, que vive en la misma cuadra
que los Seung-Hui.
Algo parecido decían algunos compañeros de la Universidad. “Varias veces me
lo encontré por los corredores. Nos saludamos, aunque nunca entablamos
conversación. Parecía capaz de todo menos de realizar semejante masacre”,
afirmó Timothy Johnson, que cursa primer semestre de ingeniería.
Otros, sin embargo, presentaban un lado más oscuro.
De acuerdo con Mark Duche, alguna vez escuchó que Seung-Hui había estado
involucrado un incendio premeditado en el campus de la universidad y que
acosaba sexualmente a una compañera. Las autoridades, a su vez, encontraron
un cuaderno en su dormitorio de la universidad con una nota de suicidio, en
la que se refería a sus compañeros como “niños ricos, charlatanes y
mentirosos. Ustedes me empujaron a hacer esto”.
Escritos llenos de violencia
De acuerdo con la agencia AP, el joven había sido remitido al servicio de
Consejería del centro educativo, pues los escritos que realizaba para sus
clases de inglés eran “perturbadores”. Eso lo pudo confirmar Ian McFarlan,
que compartió un taller de escritura con Cho el año pasado.
“Sus historias eran macabras, llenas de violencia, parecían una pesadilla.
Incluso varias veces pensamos que él tenía todo el perfil de un asesino.
Cuando comentábamos sus escritos en clase lo hacíamos con mucho cuidado.
Varias veces imaginé lo que haría en caso de que un día se presentara en
clase y comenzara a disparar”, escribe McFarlan en un blog. Según este,
apenas escuchó la noticia se dijo: “Seguro que fue Cho”.
Las autoridades continuaban recogiendo evidencias para tratar de armar este
complejo acertijo. Saben, por ejemplo, que Seung-Hui compró recientemente
las dos armas semiautomáticas que utilizó en el crimen por 571 dólares, en
una tienda de Virginia, uno de los estados que menos controles impone para
la venta de armas.
También que en su cuerpo sin vida tenía grabado en tinta roja las palabras
“Ismail Ax”, pero aún no entienden que quieren decir.
Sus padres desaparecieron
Existe mucha especulación sobre su familia. Al parecer, cuando las
autoridades llegaron a la casa de Centerville para interrogarlos, estos ya
la habían abandonado y se desconoce su paradero. No obstante, precisaron que
poseían green cards, eran residentes legales y no existía récord de problema
alguno con las autoridades.
Todo para tratar de resolver el gran interrogante en este caso: qué pudo ser
el detonante de la matanza. “Por supuesto Seung-Hui era un desequilibrado.
Por más intenso que fuera su sufrimiento, solo una persona muy enferma
decide asesinar a 30 personas y luego quitarse la vida. Pero este caso no
parece ser como el de Columbine (Colorado), donde los dos jóvenes planearon
durante meses su masacre. En este caso, todo indica, que fue un evento
específico lo que activó el estallido”, dice Hamilton Case, experto en
violencia juvenil y ex miembro del FBI.
Las hipótesis
La primera hipótesis que rondaba es que se trató de un crimen pasional.
Emily Hilscher, su primera víctima, era una atractiva joven de 19 años que
estudiaba veterinaria. Ryan Clarke, la segunda persona que asesinó, ya se
había graduado de la Universidad pero prestaba servicios como consejero.
Según testigos, Clarke acudió al dormitorio de Hilscher, pues escuchó que un
extraño merodeaba.
“Es probable que el objetivo original de Cho fuese la joven. Y de allí en
adelante se desató el resto de la masacre. Es una conducta muy típica en
este tipo de asesinatos en serie”, sostiene Case.
Eso, sin embargo, no explica otras señales que indican premeditación: el
hecho de portar cadenas para cerrar las puertas, las dos armas y 50
cargadores de municiones que compró, o el chaleco antibalas que portaba.
Liviu Librescu, el profesor que logró sobrevivir al holocausto
JERUSALÉN (Efe)
Liviu Librescu, reconocido académico judío de la Universidad Tecnológica de
Virginia, pudo sobrevivir el holocausto pero no a la matanza que el lunes
dejó 33 muertos en el campus del centro educativo de Blaksburg.
Libriescu, de 75 años, enseñaba en la facultad de Ingeniería y Mecánica,
donde perdieron la vida la mayoría de las víctimas. Natural de Rumania, el
catedrático había emigrado a Israel en la segunda mitad de los 70 gracias a
la intervención personal del entonces primer ministro israelí Menahem Begin.
Después de enseñar varios años en dos universidades israelíes, Librescu se
desplazó en 1984 a E.U. para un año sabático, tras el que acabó radicándose
en ese país.
El lunes intentó impedir el paso al asesino, pero sucumbió en el intento al
ser también abatido por el agresor.
Su labor, no obstante, fue heroica. Según Arie, uno de sus hijos, al ver que
el agresor de aproximaba, “él logró trancar la puerta de acceso al salón de
clases y les ordenó a sus alumnos que salieran por las ventanas, él los
alcanzaría luego.
Cuando estuvieron a salvo y vieron que su profesor no salía comprendieron lo
que había ocurrido”, concluyó Aire.“Le gustaba mucho lo que hacía, era su
pasión y por ella murió”, apuntó Ayala, su nuera. El cadáver de Librescu
será repatriado a Israel donde será sepultado.
Perú llora al joven compatriota muerto
PAOLA PINEDO GARCÍA PARA EL TIEMPO
DESDE LIMA
En una rápida gestión ante la embajada de Estados Unidos en Lima, Flavio
Pérez, padre de Daniel Pérez, del estudiante peruano fallecido en el tiroteo
de la universidad Virginia Tech, obtuvo una visa humanitaria para viajar hoy
al lugar donde ocurrió la peor matanza estudiantil en la historia de este
país.
Pérez, que fue deportado de E.U. hace unos años, recibió la solidaridad de
una empresa aérea que le facilitó los boletos para viajar a Estados Unidos
acompañado de dos de sus cuñadas.
Daniel Pérez y su madre se encontraban en Estados Unidos desde el 2000, en
condición de ilegales. Estudiaba el último año de carrera en Virginia Tech,
y vivía en Virginia con su madre y su hermana desde los 14 años. En Lima, su
padre le dijo a EL TIEMPO que los restos de su hijo no serán repatriados,
por ello viaja a despedirse de él, tras seis años de permanecer en Perú,
impedido de ingresar nuevamente a ese país.
“Pido a las autoridades de E.U. que hagan algo, porque no puede ser que
tanta juventud se pierda de esa manera", aseguró.
Cómo funciona la mente de un asesino en masa
CHICAGO (AFP)
Sicólogos expertos en el estudio de asesinos en masa coinciden en que los
autores de estos crímenes son a menudo seres solitarios e incapaces de hacer
frente a una pérdida o un fracaso.
Alan Langlieb, director de psiquiatría del trabajo de la universidad Johns
Hopkins, asegura que el perfil más corriente es el de un individuo
“aislado, recluido y asocial”.
Sobre los motivos que pue-den llevar a una persona a cometer este tipo de
crímenes, Langlieb considera que “No se sabe con precisión qué es lo que
cruje en su mente. La conducta humana es demasiado compleja para dar una
respuesta simple. A veces es premeditado, pero alguien puede despertarse una
mañana y decir: ‘voy a causar estragos en la sociedad’”.
Langlieb sugiere que son muy pocos los que desdeñan tanto la vida como para
cometer actos de violencia tan terribles y la gran mayoría nunca pasaría a
la acción.
No obstante, precisa que a veces una cosa sin importan-cia puede
desencadenar el mecanismo fatal en alguien socialmente aislado y que quiere
lanzar un mensaje a una sociedad contra la que siente furia. “Un mal día,
acompañado de buenas armas y una buena confluencia de acontecimien-tos,
puede desembocar en una catástrofe”, advierte.
Según un estudio del Servicio Secreto –que se ocupa de la seguridad del
Presidente de E.U.– y que ahondó en 37 hechos de violencia en
establecimientos educativos de E.U., cometidos entre 1974 y junio de 2000,
“no existe un perfil preciso de los estudiantes entregados a estos actos”.
Solo un escaso número estuvo en situación de fracaso escolar, y casi dos
tercios nunca tuvo problemas en la escuela, o mostró cambios en su
rendimiento escolar o en su red de amigos.
Siempre hay señales
Un 40 por ciento de estos asesinos se confundió en la masa de estudiantes y
solo un tercio eran personas solitarias. Además, solo uno de cada cuatro
pertenecía a algún grupo de “marginales”.
El estudio señala que un tercio de los atacantes de siente perseguido y se
muestra incapaz de hacer frente a la pérdida de algo importante o a un
fracaso personal. El 98 por ciento de los jóvenes asesinos debió hacer
frente a una situación de este tipo antes de pasar a los hechos. Según la
investigación, estos ataques son a menudo largamente premeditados y no es
raro que hablen antes de su plan.
Un estudio similar del FBI advierte que existen señales, como una obsesión
por la violencia, dificultades para dominar la cólera o enfrentar ciertas
situaciones, la depresión o la falta de tolerancia y de confianza en los
demás.
“La sociedad puede hacer más en materia de prevención para ayudar y sostener
a las personas que tienen estas necesidades, pero eso no quiere decir que un
ambiente estresante impulse a la gente” a cometer estos actos de violencia,
señala Langlieb.
“La gente se ha enfurecido a través de los siglos pero ahora esto se
manifiesta de manera diferente. No es tanto el ambiente, sino la manera como
la gente maneja el estrés”.
40% De los asesinos múltiples se confunde en la masa de estudiantes, según un informe del Servicio Secreto de E.U. que estudió 37 hechos de violencia en centros educativos de E.U.
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