C.R.A.Z.Y. (2005), de Jean-Marc Vallée

Alocado film canadiense, con omnipresente voz en off del narrador, Zac. Su componente disparatado y surrealista recuerda a Léolo, otro título procedente de Canadá, dirigido por el malogrado Jean-Claude Lauzon.

El film arranca en los años 60, con el nacimiento de Zac en la Nochebuena, el mismo día que Jesús. Será el cuarto hijo varón de los Beaulieu, una familia católica con cinco chicos. A través del punto de vista de Zac conocemos a los otros hermanos, sobre todo a Raymond, un chico conflictivo. Y somos testigos de cómo el padre desea que sus retoños sean `hombres muy hombres´, lo que parece chocar especialmente con la sensibilidad de Zac, al que gusta todo lo femenino. Hasta el punto de que la vida del joven será un desgarramiento interior entre complacer a su padre y salir con chicas, y una tendencia homosexual que parece ir a más.

Jean-Marc Vallée ya había transitado por terrenos paródicos en Renegados 2 (Los locos). Aquí añade un componente dramático, y acierta en el dibujo de personajes, que transmiten humanidad. Los padres (él, con su inquietud por cada uno de ellos, ella, con su especial unión con Zac y su fe) son los más entrañables. Pero es a Marc-André Grondin como Zac a quien le toca llevar el peso del film, y sale airoso. Pues gracias a su cercanía hace digerible lo que no deja de ser una historia traumática, sobre el trastorno de la sexualidad del protagonista. Los problemas de Raymond con la droga, las crisis vitales de Zac, el mensaje no oculto favorable al ejercicio de la homosexualidad, componen un cóctel difícil, que trata de hacerse llevadero con un humor algo salvaje, una atractiva banda sonora, y con el toque mágico, donde se produce un abuso de la imaginería católica.