LA LECTURA

Baumgartner

El nuevo libro de Paul Auster, un rayo de esperanza desde 'Cancerland'

'Baumgartner', la �ltima novela del escritor neoyorquino, cuenta la historia de un hombre de su misma edad que afronta con dignidad y buen humor los muchos reveses que le depara la vida

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Todas las historias de Paul Auster (Nueva Jersey, 1947) parten de una misma experiencia. Cuando ten�a 14 a�os, durante un campamento de verano, vio c�mo un chico era alcanzado por un rayo. �Muri� en el acto justo donde yo me encontraba�, confes� el autor en una reciente entrevista con el New York Times. �Pude haber sido yo, o cualquier de los otros chavales, y el peso de esa certeza me ha acompa�ado desde entonces�. M�s que una puerta de acceso a la ficci�n, aquel tr�gico suceso le hizo por primera vez part�cipe de los �muchos peligros que nos acechan en el mundo�, ante los que s�lo cabe, dice, �prestar toda la atenci�n posible�.

La peor tormenta de su vida se desat� el 1 de noviembre de 2021 y dur� varios meses. A la noticia de la muerte, en extra�as circunstancias, de su nieta de diez meses le sigui� el arresto y posterior fallecimiento por sobredosis de su hijo Daniel, fruto de su primer matrimonio con la escritora Lydia Davis. M�s adelante, el 11 de marzo de 2023, su actual mujer, la tambi�n escritora Siri Hustvedt, anunci� en su cuenta de Instagram que Paul Auster ten�a c�ncer de pulm�n, raz�n por la que estaba siendo �bombardeado con quimioterapia e inmunoterapia�. Y a�ad�a en otro post m�s reciente: �El terreno en Cancerland ha sido confuso y traidor. El paciente, y yo con �l, hemos viajado recto por la carretera, hemos sufrido retrasos y hemos girado en c�rculos. De momento, no hemos encontrado el r�tulo que marca la frontera�.

Antes del diagn�stico, el escritor ten�a pensado darse un peque�o respiro literario. Tras el considerable esfuerzo que requirieron sus dos anteriores trabajos, 4321 y La llama inmortal de Stephen Crane (de mil p�ginas cada uno, tal y como mandan los c�nones de la Gran Novela Americana), Auster se hab�a entregado al placer de la escritura �desordenada y un tanto ca�tica� de un relato que no sab�a exactamente d�nde lo conducir�a. Su protagonista se llama Sy, de Seymour, y aunque en el libro no se justifica la elecci�n del nombre encontramos una explicaci�n en El libro de las ilusiones.

"Siento que mi salud es tan precaria que esto podr�a ser lo �ltimo que escriba", dijo en una entrevista con The Guardian

All� se nos informa de que Seymour se lee igual que �see more�, es decir, �ver m�s�. Y eso es precisamente lo que trata de hacer el bueno (y algo cascarrabias) de Sy Baumgartner cuando se cumplen diez a�os de la muerte de su mujer (Anna Blume, otro nombre fetiche que aparece bajo diferentes m�scaras en Viajes desde el Scriptorium, El pa�s de las �ltimas cosas y El palacio de la Luna). Lo que sigue no es la cruda historia de un viudo, sino la comedia descaradamente oscura en la que se ve envuelto un hombre que pierde a la �nica persona a la que fue capaz de amar y que busca con desesperaci�n el modo de seguir viviendo sin ella.

Para ello resuelve ordenar y publicar algunos de los poemas que Anna no se atrevi� a mandar a ninguna editorial, a pesar de su buena reputaci�n como escritora y traductora. Y es all�, entre los cajones y archivadores de su scriptorium, donde Sy se va topando con textos in�ditos y viejas fotograf�as ante las que s�lo cabe inclinar la cabeza para, dice, �rendir tributo al reino perdido de la juventud�. Entonces, una noche, suena el tel�fono y escucha la voz de Anna desde algo parecido al m�s all�. Y es a ra�z de ese sue�o (�porque s�lo puede ser un sue�o�) que algo empieza a cambiar en �l.

Antes de decidirse por Baumgartner, Auster baraj� otros dos t�tulos: Worms, en alusi�n al banquete de �lombrices� que se dio un petirrojo en el jard�n de su casa de Brooklyn y que inspir� el comienzo de una de las historias de la novela, y Phantom limb, en referencia al s�ndrome del �miembro fantasma� que experimenta por todo el cuerpo el protagonista despu�s de que su mujer sea engullida por una ola monstruosa en una playa de Cape Cod. �S�, seguir�a viva de no haber vuelto al agua�, le rebate a su terapeuta en la primera y �nica sesi�n a la que acude. �Pero si yo hubiera hecho alguna vez algo como impedirle que se ba�ara cuando quisiera, entonces no habr�amos durado treinta y tantos a�os juntos�.

Poco importa que Sy tenga m�s o menos la edad de Auster o que, como ya hiciera en La invenci�n de la soledad, el escritor de 76 a�os se empe�e en seguir el rastro de los antepasados de su familia, la familia Auster, durante un largo viaje, premeditadamente ambiguo, que lo lleva hasta la ciudad ucraniana de Ivano-Frankivsk, donde se sorprende al comprobar que apenas quedan jud�os. Cualquier concordancia autobiogr�fica se desvanece desde la primera p�gina, donde Sy trata de recordar una cita sobre los seud�nimos atribuida a ese �gran bromista� que fue Kierkegaard.

Antes del diagn�stico, se hab�a entregado al placer de una escritura "desordenada y ca�tica" sin saber ad�nde lo conducir�a

Y es esa aparente ingravidez con la que despacha asuntos complejos la que ha convertido a Paul Auster en uno de los escritores m�s portentosos de su generaci�n sin que su condici�n de aspirante al Nobel le haya separado un solo cent�metro los pies del suelo (�enloquecido Ubu de la Casa Blanca�, llama a Trump en Baumgartner). Al�rgico a los ordenadores (sigue escribiendo a m�quina), asegura haber encontrado en la voz de Siri, Siri Hustvedt, la respuesta a casi todo lo que le inquieta. �Siento que mi salud es tan precaria que esto podr�a ser lo �ltimo que escriba�, se sinceraba en una entrevista con The Guardian. �Y si este es el final, entonces salir con este tipo de bondad humana que me rodea como escritor en mi c�rculo �ntimo de amigos, bueno, ya vale la pena�.

Baumgartner

En Cadena perpetua, uno de los subrelatos de Baumgartner, Sy describe a un hombre conminado a hacer frases en una celda con la puerta siempre abierta: �Al cabo de m�s de cincuenta a�os de d�as que se suceden con rapidez, parece que mi vida es una neblina que ha pasado apresuradamente ante mis ojos. Me he hecho viejo, pero como los d�as han pasado con tanta velocidad, en general me siento joven, y mientras a�n pueda sostener un l�piz en la mano y ver la frase que estoy escribiendo, supongo que seguir� con la misma rutina que he estado llevando desde la ma�ana que entr� aqu��.

La trama de Baumgartner abarca m�s de un siglo de recuerdos y lejanas evocaciones del pasado familiar del personaje principal que da t�tulo al libro, pero llega a su fin en los primeros d�as de 2020, antes de que las noticias sobre la pandemia empiecen a resonar en los telediarios, como si m�s all� de la frontera impuesta por esa fecha ineludible las palabras se agotaran o perdieran vigor. Es el mismo recurso que el escritor neoyorquino emple� para el desenlace de Brooklyn Follies, cuyo narrador se despide paseando por las calles de Nueva York a las ocho en punto de la ma�ana del 11 de septiembre de 2001.

PERSONAJES QUE RIMAN

El paralelismo (o la �rima�, que dir�a el autor) viene a cuento no s�lo porque la sociedad que aparece retratada en sus siguientes novelas sea en buena medida resultado de ese trauma mal resuelto, sino tambi�n (o �sobre todo�, conf�an los feligreses de Auster) porque Nathan Glass, el hombre que pasea feliz por Manhattan cuarenta y seis minutos antes de que el primer avi�n se estrelle contra la torre norte del World Trade Center, acaba de superar un c�ncer de pulm�n. �Estaba buscando un sitio tranquilo para morir�, confiesa en la primera p�gina. �Pero los dioses decidieron perdonarme�, celebra al cabo.

Poco o nada tienen en com�n Glass (un ex corredor de seguros mal divorciado) y Baumgartner (un distinguido profesor de la Universidad Princeton que fracasa -atenci�n spoiler- en su segunda y algo torpe tentativa de matrimonio), salvo el insobornable sentido del humor con que afrontan los muchos reveses que les depara la vida y una rara pulsi�n filos�fica que los lleva a escribir sobre la insensatez, la flaqueza y el desvar�o humanos, siempre a la espera de algo mejor que est� por venir en la siguiente p�gina, como un rayo de esperanza que se abre paso en mitad del temporal.