Biblioteca de Alejandría

Considerada la primera biblioteca en ser digna de tal nombre, la Biblioteca de Alejandría fue, sin duda, la biblioteca más grande y famosa del mundo antiguo, así como también la capital intelectual por excelencia de todas las culturas mediterráneas durante el periodo helenístico.

Desde su fundación, en el siglo III, hasta la destrucción de la última de sus dependencias, el Serapeum, en el siglo IV d. C., la Biblioteca de Alejandría ejercería como un refugio del saber y el conocimiento, albergando eruditos de la talla de Aristarco de Samos y Eratóstenes de Cirene, y expandiendo, en el proceso, multitud de saberes a distintas culturas del mundo antiguo. A continuación, os contamos su historia.

¿Dónde estaba la Biblioteca de Alejandría?

La antigua Biblioteca de Alejandría estaba situada dentro del Museion, antiguo complejo de estudio de la ciudad egipcia de Alejandría.

Historia de la Biblioteca de Alejandría

Origen de la Biblioteca de Alejandría

Antecedentes y contexto histórico

Cuando el gran conquistador Alejandro Magno fundó la ciudad portuaria de Alejandría en Egipto, su intención era hacerla la cuna del conocimiento y el aprendizaje de toda la cultura helénica, misma que estaba construyendo arduamente a base de exitosas campañas militares.

Desde su perspectiva, Alejandría debía incentivar la sapiencia y el encuentro de eruditos de todo el mundo sin ningún tipo de barreras culturales de por medio; un sueño que, probablemente, haya sido inspirado por su más grande tutor: Aristóteles.

Lamentablemente, Alejandro Magno nunca pudo ver materializado su ambicioso sueño debido a un encuentro temprano con la muerte en Babilonia. Ante tan inesperada situación, el gigantesco Imperio macedónico, que se extendía desde Grecia hasta el valle del río Indo, comenzó a resquebrajarse.

Mosaico con una representación de Alejandro Magno
Mosaico con una representación de Alejandro Magno encontrado en una casa de Pompeya (alrededor del siglo I a. C.).

A pesar de ello, el sueño de Alejandro Magno no perecería junto con él, puesto que Ptolomeo, uno de sus generales de mayor confianza, le sucedería como máximo gobernante de Egipto.

Este último se hizo llamar a sí mismo Ptolomeo I Sóter, primer faraón de la dinastía ptolemaica y, como tal, dedicó todos sus esfuerzos a cumplir el sueño de su antecesor.

La hegemonía cultural como base de un imperio: el nacimiento de la Biblioteca

En líneas generales, tanto Ptolomeo como Alejandro Magno compartían la misma cosmovisión: la fuerza militar no es suficiente para lograr la dominación de las civilizaciones.

Así, pues, desde la perspectiva de ambos macedonios, la fuerza militar era un recurso poco eficiente y, en extremo, desgastante, por lo que, a largo plazo, cualquier imperio que hiciera uso exclusivo de métodos coactivos en sus conquistas terminaría sucumbiendo.

En contraste con la fuerza militar, la dominación cultural era mucho más eficiente en términos de hegemonía política. Por tal motivo, era necesario aprender y asimilar de todas las civilizaciones que habían conquistado lo que más convenía para fortalecer aún más su poderío.

Para lograr tal proeza, Ptolomeo contaría con el apoyo de grandes estudiosos y pensadores de la época, como, por ejemplo, Demetrio de Falero, quien había pertenecido a la escuela de los peripatéticos, y, como tal, era discipulo de Aristóteles.

De esta manera, surgiría la idea de erigir una institución que albergara las copias de todos los escritos del mundo conocido sin ningún tipo de restricción cultural.

En la actualidad, no existe un consenso sobre la fecha exacta en la que se fundó la Biblioteca de Alejandría, por lo que se desconoce si su fundación tuvo lugar durante el mandato de Ptolomeo I Sóter o el de su hijo, Ptolomeo II, aunque es mucho más probable que haya sido durante el reinado de este último.

Destrucción de la Biblioteca de Alejandría

Son muchas las imprecisiones que rodean la destrucción de la Biblioteca de Alejandría. Generalmente, la creencia popular suele atribuir la destrucción de la Biblioteca de Alejandría al incendio provocado por las tropas de Julio César en el puerto de Alejandría durante los acontecimientos de la guerra civil alejandrina, aun cuando se sabe por distintas fuentes históricas que la Biblioteca perduró varios siglos más.

Es importante resaltar que la Biblioteca de Alejandría no fue destruida de un momento a otro, sino que más bien experimentó una decadencia progresiva y sostenida durante varios siglos, la cual, inevitablemente, la llevó a su destrucción completa hacia el siglo V d. C.

A continuación, os mostramos un repaso de los puntos de inflexión más importantes en la historia del declive de la Biblioteca de Alejandría.

Expulsión de académicos de la Biblioteca de Alejandría

El declive de la Biblioteca comenzó antes de que las llamas devoraran parte de su estructura por primera vez, específicamente, hacia mediados del siglo II a. C, cuando Ptolomeo VII y Ptolomeo VIII luchaban por el control de Egipto.

Así, en el año 145 a. C., cuando la disputa llego a su fin, Ptolomeo VIII expulsaría al bibliotecario Aristarco de Samos y a otros académicos extranjeros de la Biblioteca de Alejandría tras considerarlos disidentes políticos.

Ante tal arbitrariedad, muchos de los académicos que quedaron en la biblioteca decidieron desvincularse de la institución, especialmente, aquellos que eran discípulos de Aristarco.

Estos últimos comenzarían a migrar hacia otras bibliotecas, incluida la de Pérgamo, ciudad griega que rivalizaba desde antaño en conocimiento con Alejandría.

Julio César y el incendio de la Biblioteca de Alejandría

En el año 48 a. C., y con la intención de hallar y derrocar a su rival Pompeyo Magno, el general romano Julio César arribó a Alejandría en búsqueda de su antiguo aliado y actual enemigo.

Sin embargo, para su sorpresa, César encontraría a un difunto Pompeyo en Alejandría; un escenario que, si bien desaprobaba rotundamente, decidió ignorar al encontrarse en desventaja respecto a los alejandrinos.

Estando en Alejandría, Julio César conocería a Cleopatra VII, quien entonces se encontraba en guerra contra la facción egipcia que apoyaba a su hermano Ptolomeo XIII como heredero al trono.

César dando a Cleopatra el trono de Egipto
César dando a Cleopatra el trono de Egipto, pintura al óleo de Pietro da Cortona del año 1637.

Sin darse cuenta, Julio Cesar se vería envuelto en la guerra civil sucesoria de ambos hermanos, viéndose obligado aliarse con Cleopatra VII luego de que los consejeros de Ptolomeo XIII le aconsejasen librarse de las fuerzas del general romano.

Según señaló el mismo Julio César en su escrito Comentarios de la guerra civil, los aliados de Ptolomeo XIII que se encontraban en el puerto de Alejandría superaban en número a la flota romana, por lo que, en un intento desesperado por sobrevivir, Julio César ordenó a sus tropas que incendiaran las embarcaciones que estaban atascadas en el puerto para bloquear la flota de Ptolomeo.

El relato de Julio César no especifica nada más; sin embargo, se rumorea que las llamas se salieron de control y alcanzaron construcciones cercanas al puerto, entre ellas, la biblioteca de Alejandría.

No obstante, esta solo sufrió daños parciales y no totales como se tiende a pensar. Aún con ello el fuego sí devoró numerosos escritos que no se pudieron recuperar. Una perdida que mermó considerablemente la influencia de la biblioteca.

El debacle de la Biblioteca de Alejandría a manos del Imperio romano

Luego de que la dupla conformada por Marco Antonio y Cleopatra fuese derrotada a manos de Octavio Augusto en la batalla de Accio del año 31 a. C., Egipto sería anexionada a los territorios del Imperio Romano.

Los primeros emperadores romanos, como Claudio y Domiciano, prestaron suficiente atención a la Biblioteca de Alejandría; de hecho, se afirma que Claudio amplió el edificio, por lo que la intelectualidad de la biblioteca continúo evolucionando aún en la era cristiana.

Lamentablemente, a partir del siglo III d. C., el Imperio romano dejaría de mirar a Alejandría con benevolencia, especialmente, durante el mandato del emperador Caracalla, quien, en el año 215, con la intención de reprimir una revuelta, ordenó el asesinato inmediato de los jóvenes de Alejandría.

Para entonces, Caracalla, además, había dejado de preocuparse por la dotación de nuevos manuscritos y por el salario de los académicos. En consecuencia, la influencia la Biblioteca de Alejandría y el Museion en general disminuiría drásticamente, a la par que otras bibliotecas mediterráneas iban ganando auge.

Durante los años siguientes, Egipto continuaría enfrentando grandes adversidades, las cuales, sin duda alguna, repercutieron de forma negativa en la vida cultural de Alejandría.

Un claro ejemplo de ello fueron las graves devastaciones que sufrió Alejandría por órdenes del emperador Diocleciano, quien, en el año 296, ordenó que la ciudad fuese saqueada con la finalidad de apaciguar las protestas.

La expansión del cristianismo y la destrucción del Templo de Serapis

En febrero del año 380 d. C., luego de que el emperador Teodosio I el Grande promulgase el Edicto de Tesalónica, el cristianismo se convertiría en la región oficial del Imperio romano y, por supuesto, de todos los territorios bajo dominio romano. De esta manera, cualquier vestigio de paganismo comenzaría a ser prohibido; el politeísmo egipcio no sería la excepción.

Once años después de la promulgación del Edicto de Tesalónica, en el año 391, Teófilo, el entonces obispo de Alejandría, ordenaría la destrucción del Templo de Serapis: una extensión de la Biblioteca de Alejandría que albergaba, aproximadamente, un 10% del inventario total de la biblioteca.

Quema de la Biblioteca de Alejandría
Ilustración de la quema de la Biblioteca de Alejandría en el año 391, obra de Robert Ambrose (año 1910).

Desde la perspectiva de Teófilo, el Templo de Serapis era un centro de culto para los creyentes del dios greco-egipcio al que Ptolomeo I había dado vida durante su reinado, por lo que, como tal, debía ser destruido.

Probablemente, durante los acontecimientos de la destrucción del templo de Serapis, se destruiría todo rastro de manuscrito pagano.

A pesar de ello, a Teófilo no se le adjudica la destrucción de la Biblioteca de Alejandría en su totalidad, sino únicamente la destrucción del Templo de Serapis, pues la biblioteca continuaría funcionando durante un par de décadas más.

Finalmente, el prestigio (y probablemente la estructura en sí misma) de la Biblioteca de Alejandría llegaría a su fin luego de que una turba de cristianos asesinase brutalmente a Hipatia, la única mujer que había logrado abrirse camino entre los académicos más reconocidos de la biblioteca por sus grandes conocimientos en filosofía, matemática y astronomía.

La conquista musulmana de Egipto

Una versión alternativa sobre la destrucción de la Biblioteca de Alejandría responsabiliza directamente de la debacle de este centro de estudio a la conquista musulmana de Egipto, específicamente, a la invasión musulmana de Alejandría por órdenes del califa Omar.

Según esta teoría, en el año 640 d. C. el califa Omar habría ordenado a ʽAmr ibn al-ʽĀṣ que comandase al ejército musulmán en contra de Alejandría y que la asediase de ser necesario.

Así, pues, tras un largo asedio, los musulmanes se harían con el control de Alejandría. Poco tiempo después, ʽAmr ibn al-ʽĀ notificó al califa Omar sobre la existencia de una gran biblioteca en las cercanías del puerto de la ciudad, tras lo cual el soberano ordenó la destrucción inmediata de cualquier manuscrito que contradijese las leyes del Corán, así como cualquier material ambiguo en términos religiosos.

Quema de la Biblioteca de Alejandría por orden del califa Omar
Ilustración de la quema de la Biblioteca de Alejandría por orden del califa Omar.

Esta versión sobre la destrucción de la Biblioteca de Alejandría puede encontrarse en Historia de los hombres eruditos, obra escrita por el historiador árabe Ali ibn Yusuf al-Qifti.

Características de la Biblioteca de Alejandría

La Biblioteca de Alejandría fue uno de los tantos módulos del Museion

La Biblioteca de Alejandría formó parte de una construcción mayor conocida como el Museion (en griego antiguo, Μουσεον, que significa, literalmente, templo de musas).

Esta gigantesca institución referenciaba a las nueve musas que los griegos consideraban responsables de las distintas vertientes del conocimiento: Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania.

El Museion no dispuso de una colección de obras de arte, sino que se asemejaba más al concepto actual de universidad. Siendo que su verdadero objetivo era servir como un espacio para que multitud de eruditos del mundo antiguo se reuniesen para investigar, traducir, dilucidar y difundir nuevos conocimientos.

Naturalmente, el Museion contó con la presencia de los más grandes versados de las diferentes ramas del saber descubiertas de la época: físicos, astrónomos, alquimistas, matemáticos y un largo etcétera.

Allí los eruditos habitaron por largos lapsos y a tiempo completo, encargándose de la copia y traducción de textos asirios, persas, egipcios, hebreos y budistas al griego antiguo.

Ptolomeo III y sus políticas de turismo en favor del conocimiento

Cuando Ptolomeo III se convirtió en el tercer faraón de la dinastía ptolemaica, hacia el año 246 a. C., este exigió a las tripulaciones de los barcos que atracaban en el puerto de Alejandría la entrega obligatoria de sus manuscritos.

Esto último con la intención de que los escribas oficiales de la ciudad los tradujeran y reprodujesen de ser necesario, es decir, en caso de que no existiese un registro previo de dicho manuscrito en la Biblioteca de Alejandría.

Una biblioteca que nunca paró de crecer

A la par que los escribas oficiales de la biblioteca traducían y reproducían los manuscritos de las tripulaciones de los barcos que arribaban a Alejandría, los administradores de la biblioteca se encargaban de recopilar escritos alrededor del mundo antiguo, ya fuese comprando o tramitando grandes donaciones de manuscritos.

Dicha recopilación fue sumamente exitosa; de hecho, se estima que esta llegó a oscilar entre las 40.000 y las 400.000 unidades.

Según el escritor y abogado romano Aulio Gelio, la Biblioteca de Alejandría albergó la cifra de 700.000 volúmenes de manuscritos. Así lo señaló en su obra Noches Áticas.

Como habría de esperarse, la Biblioteca gozó de colecciones completas de los más grandes filósofos del mundo helénico, Aristóteles incluido.

Tal fue la magnitud de escritos que albergó la Biblioteca de Alejandría, que sus administradores se vieron obligados a buscar una extensión para esta. De esta manera, el espacio conocido como el Templo de Serapis, fundado por Ptolomeo I, pasaría a albergar el 10% del inventario total de la biblioteca.

Biblioteca de Alejandría actual

Biblioteca Alexandrina
Biblioteca Alexandrina. Fotografía de David Stanley en Flickr.

A partir del 15 de mayo de 1995, gracias al trabajo combinado del gobierno egipcio, la Unesco y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, daría inicio la construcción de una nueva biblioteca en la actual ciudad egipcia de Alejandría.

Las obras de este nuevo centro de estudio, al que bautizaron como Biblioteca Alexandrina, culminarían el 31 de diciembre de 1996, aunque no abriría sus puertas hasta el 16 de octubre de 2022.

Referencias

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