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Entre el bien y el mal
Actor de carácter, su peculiar físico como de niño torturado le empujó primeramente a papeles de villano. Pero también supo estar al servicio de la ley.
Dos géneros están indisociablemente unidos a la carrera interpretativa de Richard Widmark: el cine negro y de intriga, y el western. Quizá la escena más memorable de su amplia filmografía se produjo en su impactante debut en El beso de la muerte (1947), cuando empujaba la silla de ruedas de una anciana paralítica; ese trabajo le supuso una nominación al Oscar. Y es que, en sus primeros filmes, Widmark se especializó en papeles de villano inquietante (La calle sin nombre, Cielo amarillo), pero pronto se vería que igual servía para un roto que para un descosido, o sea, para un malvado que para un hombre íntegro. Actor muy físico, tenía un rostro duro, que comunicaba mucha vida interior, como si se debatiera perpetuamente entre el bien y el mal. Presentaba un punto aniñado, pero que podía ser malicioso, y con ambos aspectos supo jugar al interpretar sus papeles según fuera el caso.
Richard Widmark nació un 26 de diciembre de 1941 en Sunrise, en el estado de Minnesota. Por lo visto le encantaban cuando era niño las películas de monstruos, siendo por aquel entonces Boris Karloff uno de sus héroes. Como se le daba bien hablar en público pensó en estudiar para abogado, y acudió para ello al Lake Forest College. Pero interpretando precisamente a un abogado en la obra de teatro “El abogado” de Elmer Rice, en una representación amateur, descubrió su vocación actoral; en este terreno avanzaría trabajando en la radio en Mercury Theater on the Air de Orson Welles, y debutando en Broadway en 1943 con la obra “Kiss and Tell”; aunque también se dedicó a la enseñanza. Pero su verdadera oportunidad vendría al acabar la guerra con la citada El beso de la muerte, gracias a un empeño personal de Darryl F. Zanuck, tras lo cual siguió una fructífera relación con la Fox, a la que estuvo ligado por contrato siete años.
Noche en la ciudad (1950) le permitió encarnar a un personaje complejo, un perdedor nato promotor de combates de lucha. Ese mismo año se puso del lado de la ley con Elia Kazan en Pánico en las calles; consideraba a Kazan como el mejor director de actores; también actuó para Joseph L. Mankiewicz en Un rayo de luz. La verdad es que Widmark honró con su presencia una serie de títulos memorables, como Manos peligrosas (1953), de Samuel Fuller, donde está perfecto como carterista; del rodaje de este film contaba el actor cómo logró convencer al director para que no viviera con él su inveterada costumbre de dar la señal de acción a la hora de rodar, disparando con un revólver. Estaba orgulloso de haber trabajado junto a Marilyn Monroe en la magnífica Niebla en el alma, y decía de ella: "Algo sucedía entre ella y la lente de la cámara, y nadie sabe lo que es"; aunque no dejaba de señalar lo difícil que era trabajar con la actriz por su conocida fragilidad emocional, sus faltas de puntualidad y su dificultad para aprender las frases del guión.
Con John Ford hizo Dos cabalgan juntos (1960), que quizá no es el mejor título del director que se describía diciendo que hacía westerns, pero que no está nada mal; Widmark trabajó junto a James Stewart, y aseguraba que estaba deseando despertarse cada mañana del rodaje para tener un rato de diversión trabajando a las órdenes de Ford. Tiene además el actor en el género títulos clásicos como El jardín del diablo, Lanza rota, El hombre de las pistolas de oro, La conquista del Oeste y El Álamo (1960), dirigido por John Wayne. Contaba Widmark que charlando en una ocasión Ford y Wayne, el primero animó al segundo a filmar personalmente la proeza del fuerte de Texas, pero que él pensaba que interiormente Ford estaba deseando que Wayne le dijera, "no, no, dirígela tú".
La tentación a la hora de hablar de Widmark es citar y citar películas fantásticas, sin más. Pero es que no hay más remedio, aunque no se debe olvidar su paso por la televisión en la serie Madigan, que arranca del film homónimo de Don Siegel. En cualquier caso es obligado mencionar su trabajo en Vencedores o vencidos, imprescindible mirada a los juicios de Nuremberg. Los 70 son años de títulos menores, aunque se sumó al reparto estelar de Asesinato en el Orient Express. Seguiría trabajando esporádicamente hasta cerrar su filmografía en 1991 con su intervención en El color de la ambición, un thriller que denosta la corrupción.
Richard Widmark murió el 24 de marzo de 2008 con 93 años en su casa de Roxbury, Conneticut, después de una larga enfermedad. Estuvo casado en dos ocasiones en su larga vida. Con Jean Hazlewood, con la que tuvo una hija, y con la que permaneció 55 años, hasta la muerte de ella. Y con Susan Blanchard, que le sobrevive, y con quien se casó en 1999.
Premios
Nominado a 1 premio
- Actor de reparto El beso de la muerte