Te amo,

te amo de una manera inexplicable,

de una forma inconfesable,

de un modo contradictorio.

Te amo

con mis estados de ánimo que son muchos,

y cambian de humor continuamente.

por lo que ya sabes,

el tiempo, la vida, la muerte.

Te amo…

con el mundo que no entiendo,

con la gente que no comprende,

con la ambivalencia de mi alma,

con la incoherencia de mis actos,

con la fatalidad del destino,

con la conspiración del deseo,

con la ambigüedad de los hechos.

Aún cuando te digo que no te amo, te amo,

hasta cuando te engaño, no te engaño,

en el fondo, llevo a cabo un plan,

para amarte mejor.

Te amo…

sin reflexionar, inconscientemente,

irresponsablemente, espontáneamente,

involuntariamente, por instinto,

por impulso, irracionalmente.

En efecto no tengo argumentos lógicos,

ni siquiera improvisados

para fundamentar este amor que siento por ti,

que surgió misteriosamente de la nada,

que no ha resuelto mágicamente nada,

y que milagrosamente, de a poco, con poco y nada

ha mejorado lo peor de mí.

Te amo,

te amo con un cuerpo que no piensa,

con un corazón que no razona,

con una cabeza que no coordina.

Te amo

incomprensiblemente,

sin preguntarme por qué te amo,

sin importarme por qué te amo,

sin cuestionarme por qué te amo.

Te amo

sencillamente porque te amo,

yo mismo no sé por qué te amo…

Pablo Neruda

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Uno de los poetas más importantes y conocidos en español es Pablo Neruda. Sus versos permanecen impresos por todas partes, para nuestra fortuna y bendición. Han traducido los libros de este maestro de las palabras a más de 35 idiomas; y gracias a su esfuerzo y sacrificio por publicar su primera obra: Crepusculario, a los 19 años de edad, fue reconocido por el público y los críticos como Raúl Silva Castro.
En su libro Confieso que he vivido. Memorias, él mismo nos cuenta los sacrificios que hizo por autofinanciar su primera publicación.
«Para pagar la impresión tuve dificultades y victorias cada día. Mis escasos muebles se vendieron. A la casa de empeños se fue rápidamente el reloj que solemnemente me había regalado mi padre, reloj al que él le había hecho pintar dos banderitas cruzadas. Al reloj siguió mi traje negro de poeta. El impresor era inexorable y, al final, lista totalmente la edición y pegadas las tapas, me dijo con aire siniestro. «No. No se llevará ni un solo ejemplar sin antes pagármelo todo.» El crítico Alone pagó generosamente los últimos pesos, que fueron tragados por las fauces de mi impresor; y salí a la calle con mis libros al hombro, con los zapatos rotos y loco de alegría.»
 
¿Qué diría Neruda hoy en día ante los libros electrónicos y las plataformas y medios de autopublicación?