Esta es la historia de Zhúkov, el controvertido mariscal soviético que defendió Stalingrado

Esta es la historia de Zhúkov, el controvertido mariscal soviético que defendió Stalingrado

El mando soviético, que mostró un escaso interés por la vida humana como así lo atestiguan algunas de sus decisiones militares y ciertas acciones de represión contra la población civil, tuvo un papel protagonista en las defensas de Leningrado y Stalingrado y en la definitiva toma de Berlín

Esta es la historia de Zhúkov, el controvertido mariscal soviético que defendió Stalingrado (Javier Velasco Oliaga)
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Juan CastroviejoDoctor en Humanidades

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El mariscal Zhúkov tuvo en vida, como después de su muerte, tantos seguidores como detractores, tantas personas que lo idolatraron como lo odiaron. La explicación no es sencilla, pero sus hechos, según el bando que los cuente, le acarrearon tantas alabanzas como menosprecios. El prestigio de Zhúkov comenzó a formarse en la campaña de 1938 en Mongolia, en una guerra no declarada contra Japón. El Ejército Rojo llevaba la peor parte en la batalla de Jaljin Gol, cuando 80.000 soldados, 180 carros de combate y 450 aviones atacaron a las fuerzas soviéticas. El entonces comandante pidió refuerzos sin que le fueran concedidos. No le quedó más remedio que idear una maniobra envolvente con dos brigadas de tanques

Soldados del Ejército de la República Popular de Mongolia durante la batalla de Jaijin Gol

Soldados del Ejército de la República Popular de Mongolia se enfrentan a las tropas japonesas en 1939 durante la batalla de Jaljin Gol. Foto: ASC.

Zhúkov ordenó a sus carros de combate atacar frontalmente, y en esa operación perdió a las dos terceras partes de los vehículos acorazados, pero «abrasó a los japoneses». Demostró con esta acción que la vida de sus soldados no le importaba gran cosa. Fue, con toda seguridad, la primera batalla en que los blindados rusos siguieron las pautas de la «guerra móvil» —ideadas por el mariscal Mijaíl Tujachevski— que consiguió atenazar por sus dos flancos al ejército japonés. Aquella batalla sería la primera Blitzkrieg de la historia. También fue Zhúkov pionero en el despliegue de puentes sumergidos que permitían que los vehículos pesados atravesaran los ríos sin que la aviación enemiga detectara esas pasarelas.

Que a Zhúkov le importaba muy poco la vida humana es un hecho incontestable. Ya veinte años antes había reprimido brutalmente varios motines de campesinos y terratenientes en la provincia de Tambov provocados por las requisas de cosechas y levas forzosas de soldados de los bolcheviques: entraba con sus tropas en una población y comenzaba a fusilar a sus habitantes hasta que le entregaban al cabecilla de la rebelión. Por esta acción, el comandante recibió su primera condecoración.

Críticas y desavenencias

Por la batalla de Jaljin Gol recibió el nombramiento de Héroe de la Unión Soviética. Esta batalla no fue muy conocida en su país porque Stalin no aprobó que Zhúkov utilizara las nuevas tácticas militares ideadas por el mariscal Mijaíl Tujachevski, depurado en la purga del Ejército Rojo de 1937, y que también era un firme defensor de las armas químicas. Estas tácticas fueron ignoradas fuera de la Unión Soviética y, posteriormente, las utilizarían los alemanes en la invasión de Francia. El triunfo de la guerra contra los japoneses le supuso el ascenso a general en 1940, y al año siguiente se le nombró jefe del Estado Mayor del Ejército Rojo, cargo que ostentaría solo durante seis meses.

Mijail Tukhachevsky

El mariscal Mijaíl Tukhachevsky (1936). Foto: ASC.

Zhúkov se convirtió en uno de los críticos más férreos de Semión Budionni por las tácticas de defensa estática aprobadas para la defensa de Kiev y por rehusar el permiso a sus tropas para que se retirasen de modo ordenado, por lo cual presentaría su renuncia al cargo a mediados de 1941. Esta misma táctica fue la que Hitler llevaría a cabo meses después en Stalingrado. Zhúkov tuvo varias desavenencias con el Secretario General del Partido Comunista: en una de ellas intentó convencerlo de que era mejor atacar a Alemania antes de que esta intentase invadir Rusia. Ese es probablemente el motivo de sus enfrentamientos sobre estrategia militar que a la postre le costarían el cargo de jefe del Estado Mayor. Un mes después se confirmarían los temores de Zhúkov, algo que a Stalin le sentó muy mal y por lo que lo destituyó.

Pero a Stalin no le quedó más remedio que volver a contar con él a causa de los repetidos fracasos de su ejército en la defensa del territorio ruso después de la invasión alemana, por lo que lo destinó al distrito militar de Leningrado para la defensa de la ciudad en el tercer trimestre de 1941. El resultado fue inmediato y paró el avance alemán a las afueras de la ciudad

En el mes de octubre, cuando los alemanes estaban a las puertas de Moscú, Zhúkov reemplazó a Semión Timoshenko al mando del frente occidental y fue designado principal responsable de la defensa de la capital. Para ello se valió de multitud de ancianos, mujeres y niños para cavar fosos antitanques y otros tipos de defensa de combate urbano. A finales de año, comandó una ingeniosa contraofensiva contra la Wehrmacht utilizando los carros de combate y devolviéndoles su propia medicina. El éxito fue fulgurante y acrecentó su fama como militar. Según el mariscal Timoshenko, «Zhúkov era la única persona que no temía a nadie. No tenía miedo de Stalin».

Gueorgui Zhúkov

Gueorgui Konstantínovich Zhúkov fue uno de los comandantes más destacados de la Segunda Guerra Mundial. Foto: ASC.

A comienzos de 1942, Gueorgui Zhúkov fue ascendido a comandante en jefe auxiliar y se le destinó a la defensa de Stalingrado, que estaba bajo el mando de Aleksandr Vasilevski. Este organizó el intento de captura del 6.º Ejército alemán, lo que acarrearía un millón de muertos a ambos ejércitos. El éxito fue reclamado por Zhúkov como mérito propio, aunque le correspondió realmente a Vasilevski, auténtico artífice de la estrategia. Durante el año, Zhúkov dirigió diversas ejecuciones masivas a los desertores y soldados que se retiraron del frente sin que fuese ordenado por sus superiores. El caso más notable fue el de la 284 División de Fusileros Siberiana: cuando se retiraron sin permiso, fueron masacrados por un destacamento de bloqueo de la NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos).

Estas tácticas fueron ideadas para luchar contra el desánimo de la tropa, y para ello Stalin ordenó relevar a todo oficial que se retirara de su posición sin tener una orden de su mando y que le hicieran consejo de guerra. El lema era ahora: «Ni un paso atrás». Se crearon batallones penales donde luchaban soldados «criminales y traidores» y destacamentos de bloqueo que disparaban contra cualquiera que huyera o se retirara sin permiso. Esos batallones luchaban en las zonas más peligrosas del frente y Zhúkov ejecutó ese decreto con gran crueldad, reforzando con tanques la función de castigo de los destacamentos de bloqueo.

Defensa de Stalingrado

El 21 de agosto las tropas alemanas cruzaron el Don, y el 23 alcanzaron el Volga. Ante estos hechos, Stalin reaccionó, nombró a Zhúkov vicecomandante supremo del Ejército Rojo, y le encargó la defensa de Stalingrado, adonde llegó el 29 agosto. En la ciudad había medio millón de habitantes al comienzo de la guerra y Stalin no permitió evacuarla hasta que fue reducida a escombros: solo entonces permitió que mujeres y niños salieran, dejando al Ejército manos libres en toda la ciudad y que así no aumentase el número de víctimas civiles. Tanto Malenkov como Zhúkov dijeron que Stalin insistía en que no se rendiría, pasara lo que pasara. Podrían morir, pero no podían abandonar Stalingrado

La siguiente frase define muy bien el pensamiento del militar soviético: «Es un hecho que, habiendo igualdad de condiciones, las batallas de gran escala y hasta guerras completas las ganarán tropas con una firme voluntad de vencer, objetivos claros, un elevado nivel moral, y devoción por la bandera por la que combaten». Además de la baja moral, Zhúkov se enfrentaba con la canícula de agosto y la inexperiencia de las tropas soviéticas regulares. Fue entonces cuando tomó especial protagonismo el papel de los francotiradores soviéticos que, desde las ventanas de los edificios en ruinas o desde las alcantarillas de las calles, martilleaban a las tropas alemanas. Esa forma de lucha se conoció como Rattenkrieg (la guerra de las ratas) y ocasionó innumerables bajas a los soldados de la Wehrmacht.

Soldados alemanes en Stalingrado

Soldados alemanes disparando un arma antitanque PAK 38 en las calles de Stalingrado (octubre de 1942).

La primera orden de Zhúkov, cuyo nombre en clave era Konstantinov, en Stalingrado fue lanzar un contraataque del Primer Ejército de la Guardia seguido de los recién creados ejércitos 66 y 24. Desde mediados de julio el Ejército Rojo había perdido, en solo seis semanas, 1.000 carros de combate y más de 300.000 soldados: los alemanes solo tenían que rematar lo que quedaba de los ejércitos 64 y 62 para tomar Stalingrado y reducirla totalmente a cenizas. El 90% de la ciudad estaba en manos alemanas y solo una pequeña parte a orillas del Volga, donde estaban las principales industrias, seguía en manos de los soviéticos.

Contraataque

Zhúkov elaboró un plan de contraataque: concentró los carros de combate, cañones y aeronaves contra las fuerzas rumanas situadas a ambos lados de los ejércitos VI y IV Panzer en el sur de la ciudad. Consideraba que era decisivo defender el eje de Moscú con Stalingrado. El 4 de agosto inició un asalto con las fuerzas móviles de tanques y caballería bajo el general de brigada Galanin para romper al 9.º Ejército alemán en dos. Consiguió abrir una gran brecha entre la II división Panzer y la 36ª Motorizada del XXXXVI cuerpo Panzer y, por otro lado, la 14ª División Motorizada del VI Cuerpo del Ejército. Las divisiones de refuerzo I, II y V Panzer y las 78º y 102ª de Infantería y parte del XXXIX del cuerpo Panzer, bajo el mando de Kluge, no bastaron porque, en vez de enviarlas todas a la vez, las despacharon según iban llegando en tren. 

Hitler creyó que el Ejército Rojo cedía y era hora de atacar, en vez de reforzar las defensas, y también Kluge insistió en lanzar la operación de ataque Wirbelwind (Torbellino), pero se retrasó por la lluvia y luego se topó con las fortificaciones defensivas del 16ª Ejército del general Bagramian. Fue entonces cuando Zhúkov contraatacó en dos puntos al sur, Gzhatsk y Viazma. Además, planeó la ofensiva de Zhizdra para aplastar Wirbelwind con ataques convergentes, pero le faltaban medios aéreos, planificación y tropas expertas, empantanadas en los bosques, las ciénagas y los campos de minas, mientras la Luftwaffe machacaba sus tanques. Al final, Zhúkov perdió 500 de sus 700 tanques.

Tanque ruso T34

Tanque ruso T34 durante una recreación de la batalla de Stalingrado realizada en diciembre de 2011 cerca de Moscú. Foto: Shutterstock.

A partir de entonces, Zhúkov tuvo un papel secundario en la defensa de la ciudad, estancándose la guerra en las calles. El 12 de noviembre la guerra cambia de sentido, el 19 comienza la contraofensiva de Yeremenko por el sur de Stalingrado. Y el 25 de noviembre, el general Zhúkov lanza su gran ofensiva a 150 kilómetros de Moscú para cercar al 9º Ejército alemán bajo el mando de Model, como maniobra de distracción del frente de Stalingrado. A mediados de diciembre se le encargó la defensa de Leningrado, alejándolo de Stalingrado, donde no volvería

Para el general, «¡Cuanto más tiempo se prolongue la batalla, más fuerza tendremos que emplear!». De ahí su obsesión por las batallas rápidas que se podían llevar a cabo con las fuerzas motorizadas. Pese a eso, Zhúkov reclamó para sí el éxito del triunfo en Stalingrado acaecido en enero de 1943. Fue el 2 de febrero cuando Von Paulus firmó la claudicación ante el general Shumilov. En realidad, los dos generales que llevaron a las tropas soviéticas al triunfo a la ciudad del Volga fueron Vasili Chuikov y Andrei Ivanovich Yeremenko, con la colaboración de Vasilevski, quienes dirigieron la contraofensiva por el sur de la ciudad.

La carrera de Zhúkov tuvo un gran impulso en la ofensiva de Leningrado, ya que hizo que el curso de la guerra se inclinase hacia el oeste. Participó como coordinador de la Stavka en la batalla de Kursk en julio de 1943, jugando un papel importante en la planificación de la estrategia de la ofensiva soviética hacia Berlín. Si bien su papel tuvo menor importancia que el de Vasilevski, Zhúkov era un especialista en arrogarse los méritos de sus camaradas de armas. El mariscal fue uno de los encargados de la invasión de Alemania en 1945, siendo el responsable de la operación Bagration, donde comandó el Primer Frente Bielorruso, entrando en suelo alemán en marzo de dicho año. Llegaría hasta Berlín, participando activamente en su conquista, y sería el designado para recibir la firma del mariscal Keitel en la capitulación del Tercer Reich.

Bernard Montgomery pasea junto a Zhúkov

El mariscal británico Bernard Montgomery (centro de la imagen) pasea animadamente junto a Zhúkov (a su derecha) y otros mandos rusos entre las ruinas de Berlín (12 de julio de 1945). Foto: ASC.

Posteriormente, fue el encargado de comandar el desfile de la victoria en la Plaza Roja de Moscú sobre un brioso corcel blanco, por lo que fue atacado por sus enemigos, que lo tacharon de bonapartista. Se hizo muy amigo del general estadounidense Dwight D. Eisenhower, que lo admiraba por sus innovadoras tácticas. Fue designado jefe máximo de las tropas de ocupación soviéticas en Alemania, y volvió a tener enfrentamientos con Stalin porque quiso mejorar la alimentación de la población civil alemana.

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