El 5 de febrero, la Iglesia Católica celebra a San Felipe de Jesús, fraile franciscano, misionero y mártir. Hoy te invitamos a conocer un poco más sobre su vida.

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Vida de San Felipe de Jesús

Su nombre secular era Felipe de las Casas Ruiz, y nació en la Ciudad de México el 1 de mayo de 1572. Sus padres, de origen español, fueron Alonso de las Casas, natural de Illescas, y doña Antonia Ruíz Martínez,  originaria de Sevilla.

Cuenta la tradición que Felipe era muy travieso cuando era niño, por lo que sus padres lo tenían bajo la supervisión constante de una nana. En el huerto de la casa había una higuera marchita. En una ocasión, cuando el niño sacó de quicio a su cuidadora, esta exclamó de forma sarcástica: “¿Felipillo santo? Sí, cuando la higuera reverdezca”. De acuerdo a varios testimonios recogidos que apuntan al día de la muerte de Felipe, esta higuera ubicada en su casa paterna reverdeció.

Llamado

Siendo todavía un adolescente, contagiado del espíritu aventurero de los frailes misioneros, solicitó su ingreso al noviciado de los franciscanos (Frailes Menores), aunque no pudo resistir la austeridad y severidad de las reglas conventuales. Por lo que un día escapó y regresó a la casa de sus padres.

Fue así como decidió ejercer como platero, pero sin gozar de mucha suerte. Por este motivo, su padre lo envió a las Filipinas a probar fortuna.

En este lugar, Felipe quedó seducido por un ambiente lleno de arte, placeres y riquezas, los cuales, después de un tiempo, lo hicieron sentir un vacío y angustias.

Fue en esta etapa de su vida cuando escuchó la voz de Cristo que le decía “Si quieres venir en pos de mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme”.

Llegada con los fransicanos

Felipe tocó de nuevo a puerta de los franciscanos, pero esta vez en Manila, donde fue recibido e inició su proceso de conversión. Aquí se entregó a la oración, los estudios y el ejercicio de la caridad, y conoció un mundo muy distinto que llenaba su corazón de alegría.

Fue así como tomó el nombre de Fray Felipe de Jesús, con el que quedaría incorporado a la Orden, enfocándose en el cuidado de necesitados y enfermos.

San Felipe de Jesús

El “sí” definitivo a Cristo

Tiempo después, sus superiores le comunicaron que podía ordenarse sacerdote en México, su ciudad natal.

Junto a Fray Juan Pobre y otros franciscanos se embarco rumbo a Nueva España; sin embargo, una terrible tempestado desvió la embarcación hacia las costas de Japón, donde Fray Pedro Baustista junto con otros hermnos franciscanos ya realizaban trabajos de evangelización.

Fray Felipe no se sintió desilusionado con el cambio de planes; por el contrario, se le presentaba la oportunidad para fortalecer su “sí” al Señor. Pronto comenzó a evangelizar y a transformar los corazones de muchos.

No obstante, las autoridades locales empezaron a ver con malos ojos tantas conversiones, lo que provocó una persecución ordenada por  el daimio Toyotomi Hideoshi, que temía que la presencia de los franciscanos (y también jesuitas) pusieran en riesgo sus intereses políticos y comerciales.

Muchos laicos y religiosos fueron apresados y condenados a muerte. Fray Felipe, que todavía no era sacerdote y gozaba condición de náufrago, podía haber evitado la prisión y sus torturas. No obstante, rechazó la oportunidad de irse y eligió quedarse con sus hermanos para morir con ellos.

Martirio

El 5 de febrero de 1597, Felipe y otros franciscanos fueron forzados a realizar una caminata a través de pueblos y villas como escarnio público. A él, como otros mártires (un total de 26), le cortaron una de las orejas.

Cuando llegaron a Nagasaki, fueron conducidos al monte Nishizaka donde serían crucificados. A Fray Felipe lo colgaron de una cruz, sujetándolo de las muñecas y el cuello con unas argollas, causándole asfixia.

Mientras se quedaba sin aire y se quedaba sin fuerzas, repetía: “Jesús, Jesús, Jesús”. Momentos después, dos verdugos se acercaron y le hudieron sus lanzas en el cuerpo. Felipe fue el primero en morir, con tan solo 25 años de edad.

La higuera que dio fruto

San Felipe de Jesús fue beatificado, junto con sus compañeros de martirio, el 14 de septiembre de 1627, y canonizado el 8 de junio de 1862.

Entre 1958 y 1962 se construyó en Japón (justo en el lugar del martirio) un conjunto arquitectónico junto con la iglesia de San Felipe de Jesús, que incluye un museo donde se recuerda la vida y muerte del grupo de mártires.  

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