Falleció Olga Caballero Aquino, gran luchadora por los derechos humanos

La escritora, abogada y gran trabajadora en la defensa de los derechos humanos Olga Ramona Caballero Aquino falleció el martes. Su legado será recordado por todas las personas con quienes trabajó y en quienes sembró la semilla de la lucha por un Paraguay mejor para todos los ciudadanos.

Olga Caballero Aquino.
Olga Caballero Aquino.GRACIELA YAKISICH

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Olga Caballero Aquino (1944-2024) egresó del Colegio de “Dante Alighieri” y de la Facultad de Derecho de la Universidad. Estuvo desde muy joven en el Movimiento Demócrata Cristiano, luego partido. Estuvo activa en diversos movimientos y núcleos de la resistencia a la dictadura.

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Su casa familiar llegó a ser allanada por la Policía de Stroessner y la detuvieron por asociarla con el grupo del cura uruguayo Uberfil Monzón, por el que había sido agredido en el Aeropuerto el propio Arzobispo de Montevideo. La salvó de peor encarcelamiento el descubrimiento de la policía de una bandera norteamericana que había recibido de regalo su hermano boy scout.

Su inquietud la llevó a ser socia fundadora de Pro Demos, una organización de lucha por libertades creada bajo inspiración de Monseñor Mario Melanio Medina. Formó parte de la Organización de Derechos humanos presidido por Carmen “Coca” Lara Castro y en la gran represión de 1976 ayudó a llevar a resguardo en embajadas extranjeras a varias personas buscadas afanosamente por la Policía de Investigaciones, algunas vestidas de monjas para evitar miradas de pyragué.

Inclinada hacia la escritura con viso social, fue factótum de una serie de entrevistas a madres paraguayas del interior que culminó en el libro “Pintadas por si mismas” donde penosamente se demostró que el machismo paraguayo casi siempre comienza en las madres. Terminó siendo una laureada obra de teatro con protagonismo de Edda de los Ríos, Myriam Sienra y Patricia Abente. Su otra obra de suceso fue “Madres en el amor y en la guerra” y varias más.

Feminista, el sujeto de sus proyectos literarios siempre fueron mujeres y de los testimonios recogidos, lo que más le impresionó fue la avergonzada confesión de unas monjas detenidas “por comunistas” de que fueron obligadas a desvestirse delante de los torturadores en ropa interior, como antesala de la pileta de Pastor Coronel. Lo otro que la impactó la ilimitada confianza de una madre campesina de que su hijo varón, del que no sabía hacía 20 años o más, iba a venir a sacarla de la postración. Esa misma ignoraba totalmente el esfuerzo cotidiano de sus hijas mujeres para ayudarla a sobrevivir.

Mantuvo celosamente su privacidad. Estuvo casada por menos de dos años con un político argentino y no volvió a contraer matrimonio. Sus últimos años los vivió rodeada del cuidado y cariño de su hermana, María Teresa, su sobrina Lourdes Benítez y del bullicio de la sobrinada Aquino Caballero.

Sus restos son velados en Parque Serenidad (Av. España esquina Boquerón) y su entierro será este jueves en el Cementerio de la Recoleta. El acompañamiento saldrá a las 15:00.

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