LITERATURA
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Paul Auster en siete libros imprescindibles: de 'La invenci�n de la soledad' a 'Baumgartner'

Gu�a por la extensa bibliograf�a de Paul Auster, muerto este mi�rcoles de madrugada a causa de un c�ncer

Paul Auster
Paul Auster en una firma de libros en Oviedo.RAFA RIVASAFP
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Escritor, guionista, director de cine, poeta, ha sido uno de los narradores m�s prol�ficos del siglo XX. Paul Auster ha muerto este mi�rcoles de madrugada en su casa de Brooklyn, rodeado de sus seres queridos y sus amigos, a causa de un c�ncer de pulm�n. Su muerte llega s�lo semanas despu�s de publicar en Espa�a su �ltima novela, Baumgartner, el testamento literario de 50 a�os de oficio en las letras. Estas son sus obras imprescindibles, en orden de publicaci�n.

La invenci�n de la soledad (1982)

En La invenci�n de la soledad (1982), el primer t�tulo importante de Paul Auster, la muerte se erige como el origen y detonante de una obra literaria que se sostiene en la no ficci�n, pero tambi�n en la poes�a. Cuando su padre fallece repentinamente a los 67 a�os, le deja como herencia, entre otras cosas, una relaci�n distante con muchas preguntas sin contestar. La llamada a las ocho de la ma�ana mientras prepara el desayuno con el anuncio -demasiado temprana para ser portadora de buenas noticias- marcar� un antes y un despu�s, tanto en su situaci�n financiera -le permitir� consagrarse a la escritura- como en la exploraci�n de unos temas que a partir de entonces ser�n recurrentes en su prosa: la ausencia, el destino, la soledad o la incapacidad de conocer las vida ajenas y la propia.

De repente, el narrador se encuentra ante un sinf�n de enigmas sin soluci�n, y frente a la problem�tica de aspirar a saber algo m�s sobre el padre no le queda otra que sentarse a escribir. "Podemos aceptar con resignaci�n la muerte que sobreviene despu�s de una larga enfermedad, e incluso la accidental podemos achacarla al destino; pero cuando un hombre muere sin causa aparente, cuando un hombre muere simplemente porque es un hombre, nos acerca tanto a la frontera invisible entre la vida y la muerte que no sabemos de qu� lado nos encontramos", leemos.

Dividido en dos partes (una centrada en la figura paterna y el vac�o que deja su partida [Retrato de un hombre invisible], y la otra [El libro de la memoria], en el recuerdo, el absurdo y el azar), en este libro Paul Auster navega entre la investigaci�n de tipo detectivesco (un antiguo asesinato familiar revela posibles claves de la personalidad del padre), el tratado filos�fico, las memorias, la biograf�a y la confesi�n, pero tambi�n nos hallamos con una reflexi�n sobre el ejercicio de la escritura con ecos (como se plasma mediante citas) de Maurice Blanchot y sus a�os de juventud pasados en Francia.

La trilog�a de Nueva York (1987)

El escritor se hizo popular con una serie de novelas experimentales publicadas conjuntamente como La trilog�a de Nueva York (1987), y que integran Ciudad de cristal (1985), Fantasmas (1986) y La habitaci�n cerrada (1986)]. Con estos tres t�tulos, Paul Auster cre� un nuevo hito en la biograf�a literaria de Nueva York en el que mezclaba en clave postmoderna la novela detectivesca con la de misterio.

La indagaci�n de la propia identidad, los laberintos de la raz�n y las reglas secretas del azar marcan el devenir de unos protagonistas cuyos destinos se configuran a partir de sucesos que, en principio, parecen fortuitos: un escritor de novelas polic�acas acepta convertirse en detective privado (entre otras identidades) despu�s de recibir una llamada por error; otro que s� lo es, Azul, en el segundo t�tulo, se ve inmerso en el juego del gato y el rat�n con el sujeto al que tiene que vigilar; y un tercer personaje inicia la b�squeda de un lejano amigo de la infancia que desaparece misteriosamente dejando una maleta llena de manuscritos.

"Toda vida es inexplicable, me repet�a. Por muchos hechos que se cuenten, por muchos datos que se muestren, lo esencial se resiste a ser contado", se dice en La habitaci�n cerrada, como un leitmotiv de la trilog�a. Su car�cter experimental, un juego l�dico de m�scaras y espejos que llevan al l�mite la noci�n de identidad insertando al propio Auster en la trama, no fue impedimento para que Trilog�a de Nueva York se convirtiera en un �xito editorial y al autor le diera la consagraci�n internacional.

La ciudad, a la vez alienante y alienada, se convierte en escenario, personaje y objeto de investigaci�n, una proyecci�n de los estados mentales de todos los personajes que pueblan, al mismo tiempo, un mundo de ambig�edades ling��sticas, polisemias y referencias ocultas. La esencia de la trilog�a, en palabras del autor, ser�a "aprender a vivir con la ambig�edad (...) Tiene que ver con el hecho de que en el mundo no hay presupuestos eternos. Comoquiera que sea, tenemos que dar cabida a las cosas que no entendemos. Tenemos que vivir con los puntos oscuros".

La m�sica del azar (1990)

La m�sica del azar (1990) es una novela que subraya el sinsentido del esfuerzo humano y la naturaleza absurda de la existencia. Si tiramos del hilo del inicio de la carrera de Paul Auster en Francia, se aprecian ecos del existencialismo franc�s, pero tambi�n puede leerse como una cr�tica al capitalismo y al sue�o americano. En la novela, el absurdo y la picaresca, el juego y la excentricidad son ingredientes que se entrelazan mientras un Saab rojo bien surtido de cintas de casete devora el asfalto.

Jim Nashe, un bombero de Boston, gracias a la herencia obtenida de su padre, puede permitirse el lujo de iniciar una vida errante cuando se ve lanzado a la incertidumbre vital despu�s de que su mujer lo abandone. "El coche se convirti� en un santuario de invulnerabilidad, un refugio en el que nada pod�a herirle ya", siente Nashe. "Mientras conduc�a no llevaba ning�n peso, ni la m�s ligera part�cula de su vida anterior le estorbaba. Esto no quiere decir que no surgieran recuerdos, pero ya no parec�an producir la angustia de antes. Tal vez la m�sica ten�a algo que ver con eso, las interminables cintas de Bach, Mozart y Verdi que escuchaba mientras iba al volante".

Pero aquel interregno, o limbo existencial, durar� mientras pueda mantenerlo econ�micamente a flote. Con unos cuantos miles de d�lares todav�a en la guantera, se cruzar� con Jack Pozzi, "una oportunidad con la forma de ser humano, un espectro que jugaba a las cartas y cuyo �nico prop�sito en el mundo era ayudar a Nashe a recuperar su libertad". Paul Auster construye un contrapunto al mito estadounidense del hombre que persigue la libertad -sumado al g�nero de la road movie- sin dejar de lado los peligros que surgen en la catarsis del protagonista, cuyos compa�eros de viaje podr�an ser Kerouac, Dostoievski y Kafka, con Beckett de copiloto.

Viajes por el Scriptorium (2006)

Viajes por el Scriptorium (2006) relata la experiencia de un anciano llamado Mr. Blank con problemas cognitivos y de movilidad. A lo largo de un solo d�a, es un extra�o objeto de estudio (ignora que est� siendo vigilado y el texto es, en verdad, un informe) mientras permanece encerrado en una habitaci�n (�de una c�rcel, un hospital, una casa?) y recibe enigm�ticas visitas -cameos de personajes de novelas anteriores, o no- que parecen querer rendir cuentas con �l.

Su existencia transcurre en una especie de bruma con algunos destellos de lucidez, si bien desconoce el tiempo que lleva ah� ni cu�nto durar� su estancia. Podr�an ayudarlo a orientarse el manuscrito y las fotograf�as que tiene a su disposici�n, aunque estas "no mienten, pero tampoco lo cuentan todo. Son simplemente un testimonio del paso del tiempo, la prueba visible".

Paul Auster tuvo predilecci�n por estos dispositivos de alienaci�n, tanto espaciales como mentales, como con el personaje Azul, de Trilog�a de Nueva York, que se siente "como un hombre que ha sido condenado a sentarse en una habitaci�n y a continuar leyendo un libro durante el resto de su vida", sin olvidar el t�tulo de la tercera parte. El manuscrito en cuesti�n cuenta la historia de otro "prisionero" en una situaci�n parecida que Mr. Blank no reconoce, cosa que redunda en la sensaci�n frustrante de no poder recuperar un pasado en el cual se vislumbran, adem�s, unos cr�menes.

Diario de invierno (2012)

Diario de invierno (2012). Aunque presentado comercialmente en su momento como una incursi�n en el g�nero de las memorias despu�s de La invenci�n de la soledad y, sobre todo, A salto de mata (1997), el autor defini� este t�tulo m�s bien como una recopilaci�n de pasajes autobiogr�ficos. Se presenta como un mon�logo en segunda persona, fragmentado, en que la cronolog�a inconexa de la vida del autor refleja la imposibilidad de reconstruir de manera fehaciente el pasado. Es m�s una tentativa a lo Nabokov de volver la vista atr�s que una memoir al uso.

A modo de puzle, visita sus ataques de p�nico, su paso por Par�s, el despertar sexual, el recuerdo de los padres o las habitaciones en las que ha vivido, y lo hace a veces con forma de lista, al estilo de Perec. Aborda, como hizo en uno de sus poemas (Espacios blancos), la importancia del espacio, el movimiento y, por extensi�n, de la danza, experiencia que, como espectador, result� para �l un puente entre el acto de escribir poes�a y prosa: "La escritura empieza en el cuerpo, es m�sica corporal, y aunque las palabras tienen significado, pueden a veces tener significado, es en la m�sica de las palabras donde arrancan los significados. Te sientas al escritorio con objeto de apuntar las palabras, pero en tu cabeza sigues andando, siempre andando, y lo que escuchas es el ritmo de tu coraz�n, el latido de tu coraz�n. Mandelstam: 'Me pregunto cu�ntos pares de sandalias gast� Dante mientras trabajaba en la Commedia'. Escribir es una forma menor de la danza".

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"Te estoy diciendo que nunca sabes si has elegido bien o mal. Para saberlo tendr�as que conocer todos los hechos de antemano, y la �nica forma de conocer todos los hechos de antemano es estar en dos sitios a la vez, cosa que es imposible", reflexiona uno de los personajes de esta saga familiar. As� se explicar�a, concluye, por qu� la gente cree en Dios.

Lo �nico seguro es el lugar y la fecha de nacimiento de cada cual, pues todo lo dem�s son caminos tomados y caminos dejados atr�s sin explorar, como en la imagen del poema de Robert Frost, fruto de elecciones fortuitas o meditadas en las que el pasado tambi�n obra su influencia, de forma que las personas comparten un espacio com�n, pero cada cual hace un viaje en el tiempo distinto, "lo que significaba que cada individuo viv�a en un mundo ligeramente diferente al de todos los dem�s".

Despu�s de siete a�os sin publicar, Paul Auster acometi� una extensa novela generacional -un�bildungsroman�de largo aliento dickensiano- en que Archibald Isaac Ferguson (nacido el mismo a�o que Auster) no vive una �nica vida, sino cuatro, cuyos trazos se entrelazan. Son cuatro yoes que emprenden rutas independientes, "un libro sobre cuatro personas id�nticas pero diferentes que tuvieron el mismo nombre: Ferguson".

En esa cu�druple existencia el peso de la historia estadounidense tambi�n deja su impronta, ya sean los asesinatos de JFK y Martin Luther King, Vietnam o la masacre de la Universidad de Kent. Tan real se antoja lo que ha ocurrido como lo que habr�a podido ocurrir. "El tormento de estar vivo en un solo cuerpo", a�ade, "significa que en un momento dado uno ten�a que encontrarse exclusivamente en un solo camino, aunque pudiera haber estado en otro dirigi�ndose a un lugar enteramente diferente".

Paul Auster rinde otro homenaje a sus or�genes en Europa del Este, pues el abuelo de Ferguson llega a Ellis Island, al inicio del siglo XX, desde tierras eslavas, as� como a unos valores liberales actualmente asediados.

Baumgartner (2024)

Seymour Baumgartner, un profesor de Newark, ha pasado la �ltima d�cada de su vida en Princeton, donde imparte clases de filosof�a. A punto de jubilarse, su existencia se ha congelado desde el tr�gico d�a en que su esposa, Anna, talentosa traductora y poeta, falleci� en un accidente mar�timo. Ha acabado de escribir un librito sobre Kierkegaard y ahora se sumerge en el "complejo e insoluble enigma psicosom�tico llamado�s�ndrome del miembro fantasma".

Ocupa la mente con su investigaci�n sobre cartograf�a cerebral, receptores sensoriales y circuitos neuronales "en un intento de trasladar el dolor mental y espiritual al lenguaje corporal". El profesor concluye: "Si eres el que sigue viviendo descubrir�s que la parte que te han amputado, esa parte fantasma de ti mismo, puede seguir siendo fuente de un dolor profundo, infame. Ciertos remedios podr�n en ocasiones aliviar los s�ntomas, pero no hay cura definitiva".

Despu�s de que su esposa fallecida lo visite en un sue�o alucinatorio, Baumgartner experimenta un repentino renacimiento. Sin embargo, su despertar se ve empa�ado cuando Judith, con quien intima, lo abandona por otro hombre m�s joven. El libro entonces se transforma en un viaje retrospectivo hacia la juventud del protagonista, donde resurgen figuras del pasado, como sus padres. Es particularmente conmovedor el retrato que el narrador hace del padre de Baumgartner, un hombre marcado por el sentido del deber. Esta �ltima novela, de prosa delicada y relajada, tiene un ingrediente m�gico: la ternura. Lleg� a Espa�a pocas semanas antes de la muerte de Paul Auster.