Jericó Que es, Concepto y Definicion
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Jericó Que es, Concepto y Definicion




Jericó - Diccionario Perspicacia

(posiblemente: Ciudad de la Luna).

Primera ciudad cananea que los israelitas conquistaron al O. del Jordán. (Josué 6:1, 24, 25) A la ciudad antigua se la identifica con Tell es-Sultan (Tel Yeriho), cerca de 22 Km. al ENE. de Jerusalén, mientras que la Jericó del primer siglo se sitúa en el cercano Tulul Abu el-`Alayiq. Jericó tiene un clima subtropical debido a hallarse situada a unos 250 m. por debajo del nivel del mar, en el valle del Jordán. En la actualidad en esa región se cultivan naranjas, plátanos e higos, y, al igual que en tiempos antiguos, aún medran las palmeras.

Las primicias de la conquista de Israel. Después de cuarenta años de vagar por el desierto, los israelitas llegaron a las llanuras de Moab. Desde allí Moisés ascendió al monte Nebo y vio la Tierra Prometida, con Jericó (la “ciudad de las palmeras”) y su llanura en primer término. (Deuteronomio 34:1-3)

Tras la muerte de Moisés, Josué envió dos espías a Jericó. Rahab los ocultó, de modo que no los descubrieron. Después se escaparon de la ciudad descolgándose por una cuerda a través de la ventana de la casa de Rahab —situada sobre el muro de Jericó—, y se escondieron por tres días en la cercana región montañosa. Luego vadearon el Jordán y volvieron al campamento israelita. (Josué 2:1-23)

El rey y los habitantes de Jericó debieron sobrecogerse de temor cuando se enteraron o fueron testigos del represamiento milagroso del Jordán, que por entonces bajaba crecido, y de que dicho represamiento había permitido a los israelitas cruzar sobre suelo seco. Más tarde, aunque se circuncidó a los varones israelitas y tuvieron que recuperarse antes de estar en posición de defenderse, nadie se atrevió a atacarlos mientras estuvieron acampados en Guilgal. Los israelitas también observaron la Pascua sin incidentes en la llanura desértica de Jericó. (Josué 5:1-10)

Más tarde, un príncipe angélico se le apareció a Josué cerca de Jericó y le explicó el procedimiento que tenía que seguir para tomar la ciudad, que “estaba bien cerrada a causa de los hijos de Israel”. Las fuerzas militares israelitas obedecieron las instrucciones, y durante seis días marcharon una vez al día alrededor de Jericó seguidas por siete sacerdotes que tocaban continuamente los cuernos; detrás iban los sacerdotes que llevaban el Arca y al final, una retaguardia. Sin embargo, el séptimo día marcharon alrededor de la ciudad siete veces. Cuando tocaron los cuernos en su última vuelta alrededor de Jericó, el pueblo lanzó un fuerte grito de guerra y las murallas de la ciudad empezaron a desplomarse. (Josué 5:13) «Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?».

A continuación, los israelitas entraron rápidamente en Jericó y dieron por entero a la destrucción a sus habitantes y a todos sus animales domésticos. No obstante, debido a la bondad que Rahab demostró al esconder a los espías, se la conservó con vida tanto a ella como a los parientes que habían permanecido dentro de la casa, que estaba sobre la parte del muro que no se había desplomado. La ciudad entera fue quemada y solo se llevó al santuario de Jehová el oro y la plata. (Josué 6:20-25) Sin embargo, un israelita llamado Acán robó una barra de oro, algo de plata y un vestido de buena calidad, y lo escondió debajo de su tienda, lo que le acarreó la muerte a él y a toda su familia. (Josué 7:20-26)

Referencias históricas posteriores. Las ruinas de Jericó llegaron a ser parte del territorio de Benjamín, que limitaba con Efraín y Manasés. (Josué 16:1, 7) Parece ser que no mucho tiempo después se asentó en ese lugar algún tipo de poblado, que el rey moabita Eglón capturó y retuvo bajo su dominio durante dieciocho años. (Jueces 3:12-30) En tiempos del rey David seguía habiendo un poblado en Jericó (2 Samuel 10:5) «Cuando se le hizo saber esto a David, envió a encontrarles, porque ellos estaban en extremo avergonzados; y el rey mandó que les dijeran: Quedaos en Jericó hasta que os vuelva a nacer la barba, y entonces volved», pero Hiel el betelita no reconstruyó la ciudad hasta el reinado de Acab. La maldición profética que Josué había pronunciado más de quinientos años antes se cumplió. Cuando Hiel colocó el fundamento, perdió a su hijo primogénito, Abiram, y cuando puso las puertas, a su hijo menor, Segub. (1 Reyes 16:34) «En su tiempo Hiel de Bet-el reedificó a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas, conforme a la palabra que Jehová había hablado por Josué hijo de Nun».

Durante todo este período, algunos de los “hijos de los profetas” residieron en Jericó. (2 Reyes 2:4, 5) Después que Jehová se llevó a Elías el profeta en una tempestad de viento, Eliseo permaneció en Jericó durante un tiempo y saneó el suministro de agua de la ciudad. (2 Reyes 2:11-15) Se dice que el agua de `Ain es-Sultan (que según la tradición es la fuente que Eliseo saneó) es dulce y buena, y riega los huertos de la moderna Jericó.

En la época del inicuo rey Acaz de Judá, Jehová permitió que los ejércitos israelitas comandados por el rey Péqah infligieran una derrota humillante a la infiel Judá, pues mataron a 120.000 soldados y se llevaron cautivos a 200.000 de sus habitantes. Sin embargo, Oded, el profeta de Jehová, se encontró con los ejércitos victoriosos y les advirtió que no esclavizaran a los cautivos. Por eso, vistieron y alimentaron a los cautivos, y después los llevaron a Jericó y los liberaron. (2 Crónicas 28:6-15)

Tras la caída de Jerusalén en 607 a. E.C., el rey Sedequías huyó hacia Jericó, pero los babilonios lo alcanzaron y capturaron en las llanuras desérticas de Jericó. (2 Reyes 25:5) «Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido dispersado todo su ejército». Después de la liberación del exilio en Babilonia, hubo 345 “hijos de Jericó” entre los que volvieron con Zorobabel en 537 a. E.C., y al parecer se establecieron en esa ciudad. (Esdras 2:1, 2) Más tarde, algunos de los hombres de esta ciudad ayudaron a reconstruir el muro de Jerusalén. (Nehemías 3:2) «Junto a ella edificaron los varones de Jericó, y luego edificó Zacur hijo de Imri».

Jericó fue uno de los lugares donde Jesús efectuó su ministerio a finales del año 32 y principios de 33 E.C. Cerca de allí curó la vista del ciego Bartimeo y de su compañero. (Marcos 10:46) «Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando». También fue en Jericó donde Jesús se encontró a Zaqueo, y después estuvo en su casa como invitado. (Lucas 19:1-7) Con anterioridad, cuando estaba en Judea, Jesús dio la ilustración del buen samaritano, y en ella mencionó el camino que iba de Jerusalén a Jericó. (Lucas 10:30) «Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto». La historia antigua corrobora que en ese camino eran frecuentes los asaltos.

¿Han hallado pruebas los arqueólogos de la destrucción de Jericó en tiempo de Josué?

Entre 1929 y 1936, el profesor John Garstang dirigió una expedición inglesa a Tell es-Sultan, donde halló una ciudad que había sido incendiada y cuyos muros habían caído. Identificó a esta ciudad con la Jericó del tiempo de Josué y situó su destrucción en una fecha cercana a 1400 a. E.C. Aunque en la actualidad algunos doctos aún concuerdan con las conclusiones de Garstang, otros interpretan los hallazgos de manera diferente. El arqueólogo G. Ernest Wright escribe: “Los dos muros que rodeaban la parte más elevada de la ciudad antigua, que Garstang [...] creía haber sido destruidos por un terremoto y un incendio en tiempos de Josué, resultaron ser del tercer milenio y representar tan sólo una parte de los catorce muros o lienzos de muro edificados sucesivamente durante aquel período”. (Arqueología bíblica, 1975, pág. 114.) Muchos piensan que queda poco, si acaso algo, de la Jericó de la época de Josué pues las primeras excavaciones eliminaron lo que podía haber quedado del tiempo de su destrucción. El profesor Jack Finegan observa: “Por lo tanto, ahora ya no queda casi nada en el lugar que permita determinar la fecha en que Josué conquistó Jericó”. (Light From the Ancient Past, 1959, pág. 159.)

Por esta razón, muchos eruditos fechan la caída de Jericó sobre la base de pruebas circunstanciales, y las fechas que sugieren abarcan un período de unos doscientos años. En vista de tal incertidumbre, el profesor Merrill F. Unger expone con acierto: “Los eruditos tienen que extremar su cautela para no otorgar indebida autoridad a las fechas e interpretaciones de los arqueólogos. Las amplias divergencias que existen entre las autoridades competentes demuestran sin lugar a dudas que las fechas y conclusiones derivadas de los hallazgos arqueológicos suelen depender de factores subjetivos”. (Archaeology and the Old Testament, 1964, pág. 164.)

Por lo tanto, el que las interpretaciones de los arqueólogos no concuerden con la cronología bíblica que señala el año 1473 a. E.C. como la fecha de la destrucción de Jericó no es razón para preocuparse. Las diferentes interpretaciones de Garstang y otros arqueólogos sobre Jericó ilustran la necesidad de ejercer cautela a la hora de aceptar el testimonio arqueológico, aunque parezca confirmar o contradecir el registro bíblico y su cronología.

[Ilustración en la página 62]

Excavación de los muros de la antigua Jericó

Jericó - Diccionario Alfonso Lockward

Se dan varias interpretaciones para el nombre de J. Algunos eruditos coinciden en decir que significa “ciudad de la luna”. Es la más antigua ciudad de Israel. Situada en una amplia llanura del valle del Jordán, al pie de la subida donde comienzan los montes de Judá, teniendo del otro lado el sistema montañoso de Moab (Deuteronomio 34:1) «Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está enfrente de Jericó; y le mostró Jehová toda la tierra de Galaad hasta Dan». Está a unos 250 m por debajo del nivel del mar, regada por buenas aguas y con una temperatura cálida agradable, cosas que hicieron muy atractivo el sitio desde tiempos inmemoriales. Se fundó originalmente a un km al NO de donde está la J. moderna.

Los israelitas, al terminar la peregrinación por el desierto, “acamparon en los campos de Moab, junto al Jordán, frente a J.” (Josué 6:1-27). Es muy discutida la fecha exacta de estos acontecimientos.

J. ha sido destruida y reconstruida muchas veces en el curso de su historia. Después de la conquista quedó en el territorio de la tribu de Benjamín (Lucas 19:1-10).

Jericó - Diccionario Bíblico Sencillo

tip, CIUD ARQU ver, ÉXODO, PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO, EGIPTO, ÉXODO, FARAÓN, HICSOS, HETEOS sit, a2, 413, 422 vet, Importante ciudad del valle del Jordán (Deuteronomio 34:1, 3), en la ribera occidental del río, a unos 8 Km. de la costa septentrional del mar Muerto, y aproximadamente a 27 Km. de Jerusalén. Jericó se halla en la parte inferior de la cuesta que conduce a la montañosa meseta de Judá. La ciudad era conocida como la ciudad de las palmeras (Deuteronomio 34:3) «el Neguev, y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar». (Jueces 3:13) «Este juntó consigo a los hijos de Amón y de Amalec, y vino e hirió a Israel, y tomó la ciudad de las palmeras», la primera mención en las Escrituras se da en relación al campamento de los israelitas en Sitim (Números 22:1) «Partieron los hijos de Israel, y acamparon en los campos de Moab junto al Jordán, frente a Jericó». (Números 26:3) «Y Moisés y el sacerdote Eleazar hablaron con ellos en los campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó, diciendo».

La situación de Jericó, ciudad muy fortificada, le daba el dominio del bajo Jordán y de los pasos que llevaban a los montes occidentales; la única manera de que los israelitas pudieran avanzar al interior de Canaán era tomando la ciudad. Josué envió a dos espías para que reconocieran la ciudad (Josué 2:1-24), el pueblo atravesó milagrosamente el Jordán en seco, y plantaron las tiendas delante de la ciudad. Por orden de Dios, los hombres de guerra fueron dando vueltas a la ciudad, una vez por día, durante seis días consecutivos. En medio de los soldados, los sacerdotes portaban el arca del pacto, precedida por siete sacerdotes tocando las bocinas. El séptimo día dieron siete veces la vuelta a la ciudad; al final de la séptima vuelta, mientras resonaba el toque prolongado de las bocinas, el ejército rompió en un fuerte clamor, las murallas se derrumbaron, y los israelitas penetraron en la ciudad. En cuanto a la fecha, sería alrededor del año 1403 a.C. cf. (ÉXODO Y PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO). La ciudad había sido proclamada anatema. A excepción de Rahab, que había dado refugio a los espías, y su familia, todos los demás habitantes fueron muertos. El oro, la plata, los objetos preciosos, entraron al tesoro de Jehová. Josué lanzó una maldición contra quien reconstruyera la ciudad (Josué 5:13) «Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?». (Josué 6:26) «En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas».

Fue asignada a Benjamín; se hallaba en los límites de Benjamín y Efraín (Josué 16:1) «Tocó en suerte a los hijos de José desde el Jordán de Jericó hasta las aguas de Jericó hacia el oriente, hacia el desierto que sube de Jericó por las montañas de Bet-el». (Josué 7:2) «Después Josué envió hombres desde Jericó a Hai, que estaba junto a Bet-avén hacia el oriente de Bet-el; y les habló diciendo: Subid y reconoced la tierra. Y ellos subieron y reconocieron a Hai». (Josué 18:12) «Fue el límite de ellos al lado del norte desde el Jordán, y sube hacia el lado de Jericó al norte; sube después al monte hacia el occidente, y viene a salir al desierto de Bet-avén». (Josué 21:2) «y les hablaron en Silo en la tierra de Canaán, diciendo: Jehová mandó por medio de Moisés que nos fuesen dadas ciudades donde habitar, con sus ejidos para nuestros ganados». Eglón, rey de Moab, hizo de ella su residencia en la época en que oprimió a los israelitas (Jueces 3:13) «Este juntó consigo a los hijos de Amón y de Amalec, y vino e hirió a Israel, y tomó la ciudad de las palmeras». En el reinado de Acab, Hiel de Bet-el fortificó la ciudad; en el curso de esta fortificación perdió, o sacrificó, a sus dos hijos, en cumplimiento de la maldición de Josué (1 Reyes 16:34) «En su tiempo Hiel de Bet-el reedificó a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas, conforme a la palabra que Jehová había hablado por Josué hijo de Nun». Durante el ministerio de Eliseo había en Jericó una comunidad de profetas (2 Reyes 2:5) «Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad». Elías, al ir a ser arrebatado al cielo, atravesó Jericó con Eliseo (2 Reyes 2:4) «Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó». (2 Reyes 15:2) «Cuando comenzó a reinar era de dieciséis años, y cincuenta y dos años reinó en Jerusalén; el nombre de su madre fue Jecolías, de Jerusalén». (2 Reyes 18:2) «Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años, y reinó en Jerusalén veintinueve años. El nombre de su madre fue Abi hija de Zacarías». En Jericó fueron puestos en libertad los hombres de Judá que habían sido hechos prisioneros por el ejército de Peka, rey de Israel (2 Crónicas 28:15) «Y se levantaron los varones nombrados, y tomaron a los cautivos, y del despojo vistieron a los que de ellos estaban desnudos; los vistieron, los calzaron, y les dieron de comer y de beber, los ungieron, y condujeron en asnos a todos los débiles, y los llevaron hasta Jericó, ciudad de las palmeras, cerca de sus hermanos; y ellos volvieron a Samaria». Los caldeos se apoderaron de Sedequías cerca de Jericó (2 Reyes 25:5) «Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido dispersado todo su ejército». (Jeremías 39:5) «Pero el ejército de los caldeos los siguió, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y le tomaron, y le hicieron subir a Ribla en tierra de Hamat, donde estaba Nabucodonosor rey de Babilonia, y le sentenció». (Jeremías 52:8) «Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y lo abandonó todo su ejército».

Después del retorno del exilio, algunos de sus habitantes ayudaron a construir los muros de Jerusalén (Nehemías 3:2) «Junto a ella edificaron los varones de Jericó, y luego edificó Zacur hijo de Imri». Báquides, general sirio, levantó los muros de Jericó en la época de los Macabeos .Al comienzo del reinado de Herodes los romanos saquearon Jericó .Después Herodes la embelleció construyendo un palacio y, sobre la colina detrás de la ciudad, levantó una ciudadela que llamó Cipro .

La parábola del Buen Samaritano se sitúa sobre el camino de Jerusalén a Jericó (Lucas 10:30) «Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto». La curación del ciego Bartimeo y de su compañero tuvo lugar en el camino de Jericó (Mateo 20:29) «Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud». (Lucas 18:35) «Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando». Zaqueo, a quien Jesús llamó para hospedarse en su casa y darle la salvación, moraba en Jericó (Lucas 19:1) «Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad». (Lucas 2:2) «Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria». Jericó se halla a casi 240 m. por debajo del nivel del mar Mediterráneo, en un clima tropical, donde crecían las balsameras, la alheña, los sicómoros (Cantares 1:14) «Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi Es para mí mi amado». (Lucas 19:2) «Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico». (Lucas 4:2) «por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre». Las rosas de Jericó eran consideradas extraordinariamente bellas . La antigua Jericó se elevaba muy cerca de las abundantes aguas llamadas en la actualidad 'Ain es-Sultãn; ésta es indudablemente la fuente que Eliseo sanó (2 Reyes 2:12-22). La Jericó moderna, en árabe «Er-Riha», se halla a 1,5 Km. al sureste de la fuente. Arqueología:Ernst Selin y la sociedad Deutsche Orientgesellschaft (1907-1909) iniciaron allí excavaciones sobre el montículo llamado Tell es-Sultan. Fueron continuadas muy extensamente por John Garstang (1930-1936); en 1952 fueron reanudadas por Kathleen Kenyon y por las escuelas de arqueología de Inglaterra y EE. UU. Fue Garstang quien descubrió la evidencia de los muros caídos, y esta evidencia fue fotografiada por él y por posteriores investigadores. Los muros habían caído de dentro hacia afuera. Sus fundamentos no habían sido minados, sino que debieron ser derrumbados por un potente temblor de tierra. También había evidencia de un violento incendio de la ciudad. La revisión de Miss Kathleen Kenyon de esta identificación en base a la cerámica asociada con la cronología de Egipto no tiene en cuenta la necesaria revisión de la estructura cronológica de la historia de Egipto (Véanse EGIPTO, ÉXODO, FARAÓN, HICSOS, HETEOS, etc.).

En base a la revisión de Velikovsky y Courville, la destrucción de Jericó concuerda perfectamente con todos los detalles físicos de la destrucción y con los restos arqueológicos, y no se puede objetar a la identificación efectuada por Garstang en 1930-1936, ni a la fecha de 1400 a.C. Los restos correspondientes a la conquista correspondían a una doble muralla de ladrillos, con un muro exterior de 2 m. de espesor, un espacio vacío de alrededor de 4,5 m. y un muro interior de 4 m. Estos muros tenían en aquel entonces 9 m. de altura. La ciudad, muy pequeña, estaba entonces tan superpoblada que se habían construido casas en la parte alta de la muralla, por encima del espacio vacío entre las dos murallas cf. la casa de Rahab, (Josué 2:15) «Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad, y ella vivía en el muro». El muro exterior se hundió hacia afuera, y el segundo muro, con sus edificaciones encima, se hundió sobre el espacio vacío. Así, la arqueología nos da, en realidad, una evidencia totalmente armónica con el relato de las Escrituras.

Bibliografía: Courville, D. A.: «Is a Fixed Chronology of Egypt back to c. 2000 B.C. Mistaken?», en Creation Research Society Quarterly, vol. 11, n. 4, marzo 1975, págs. 202-210; mismo autor: «The Exodus Problem and its Ramifications» (Challenge Books, Loma Linda, California, 1971); Velikovsky, I.: «Ages in Chaos» (Doubleday, Garden City, N.Y. 1952).

Jerico - Diccionario Mundo Hispano

(heb., yereho, yeriho, gr. Iericho, ciudad de la luna). A Jericó también se le conoce con el nombre de la ciudad de las palmeras (Deuteronomio 34:3) «el Neguev, y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar». Y está ubicada a 8 km. al oeste del Jordán y a 12 km. al norte del mar Muerto, unos 250 m. bajo el nivel del mar. Su clima es tropical, con mucho calor durante el verano.

Hay tres Jericós. La ciudad mencionada en el AT estaba situada sobre un monte a unos 2 km. al noroeste de la ciudad moderna. La Jericó del NT está en las cercanías pero sobre una elevación más alta. La Jericó moderna tiene una población de más o menos 10.000 personas de una descendencia racial bastante mezclada. Jericó es probablemente la ciudad más antigua en el mundo.

Su lugar estratégico en uno de los vados del Jordán, controlaba la antigua ruta comercial del este. Jericó controlaba el acceso a la región montañosa de Palestina desde la transjordania.

Jericó entra por primera vez a los anales bíblicos cuando es visitada por dos espías, y conquistada por Josué (Josué 6). La ubicación de la ciudad hizo que su conquista fuera la clave para la invasión de la región montañosa central. La ciudad fue dedicada a Dios, totalmente destruida y quemada, excepto los objetos de metal que se encontraron en ella (Josué 6:26) «En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas».

Jericó fue reedificada por Jiel de Betel durante la época de Acab (c. 850 a. de J.C.; (Jeremías 39:5) «Pero el ejército de los caldeos los siguió, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y le tomaron, y le hicieron subir a Ribla en tierra de Hamat, donde estaba Nabucodonosor rey de Babilonia, y le sentenció».

En el tiempo de Cristo, Jericó era un lugar importante produciendo muy buenos ingresos a la familia real. Dado que el camino de los vados del Jordán a Jerusalén pasaban por Jericó, ésta se convirtió en un paraje para los peregrinos galileos que iban a Jerusalén, y para quienes llegaban por el sur de Perea para evitar contaminarse por el contacto con los samaritanos. De ahí que Jesús pasara por Jericó en varias ocasiones. Cerca de ahí están los supuestos sitios de su bautismo (en el Jordán) y sus tentaciones (en el monte Quarantania, al oeste de la ciudad). Cerca de la ciudad fue donde Jesús sanó a Bartimeo (Lucas 10:29-37) el viajero fue atacado mientras viajaba de Jerusalén a Jericó.

Jericó - Diccionario de Jerusalén

(hebr. yeríhó y yeréhó; significado desconocido; generalmente se le deriva de yáréah, luna, lo que da: «ciudad de la luna»). Estaba situada en una llanura fértil, de clima tropical (de ahí el nombre de «ciudad de las palmeras» en (Jueces 3:13) «Este juntó consigo a los hijos de Amón y de Amalec, y vino e hirió a Israel, y tomó la ciudad de las palmeras». Cf. la descripción en Bell. Iud. (Jueces 4:8, 3), a 250 m bajo el nivel del mar, aproximadamente 7 km al oeste del Jordán, hoy tell es-sultán. Herodes el Grande construyó al suroeste de la antigua J., al otro lado del wádi qelt, para su residencia de invierno, una nueva J. que es la J. del NT, hoy tell abu-alaik.

Las excavaciones en la antigua J. (tell es-sultán) son de las más importantes de Palestina.

A pesar de que los trabajos de excavación no se han concluido ni el material ha sido todavía enteramente publicado, se acostumbraba dar hasta hace poco la siguiente cronología de las tres murallas: la muralla de B es la más antigua, y fue construida alrededor del 2000 a.C., con grandes ladrillos de barro.

Jericó - Douglas Tenney

(heb., yereho, yeriho, gr. Iericho, ciudad de la luna). A Jericó también se le conoce con el nombre de la ciudad de las palmeras (Deuteronomio 34:4) «Y le dijo Jehová: Esta es la tierra de que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá», y está ubicada a 8 km. al oeste del Jordán y a 12 km. al norte del mar Muerto, unos 250 m. bajo el nivel del mar. Su clima es tropical, con mucho calor durante el verano.

Hay tres Jericós. La ciudad mencionada en el AT estaba situada sobre un monte a unos 2 km. al noroeste de la ciudad moderna. La Jericó del NT está en las cercanías pero sobre una elevación más alta. La Jericó moderna tiene una población de más o menos 10.000 personas de una descendencia racial bastante mezclada. Jericó es probablemente la ciudad más antigua en el mundo.

Su lugar estratégico en uno de los vados del Jordán, controlaba la antigua ruta comercial del este. Jericó controlaba el acceso a la región montañosa de Palestina desde la transjordania.

Jericó entra por primera vez a los anales bíblicos cuando es visitada por dos espías, y conquistada por Josué (Josué 6). La ubicación de la ciudad hizo que su conquista fuera la clave para la invasión de la región montañosa central. La ciudad fue dedicada a Dios, totalmente destruida y quemada, excepto los objetos de metal que se encontraron en ella (Josué 6:17-19). Sólo se salvaron Rajab y su familia, porque ella había protegido a los espías (Josué 6:22-23), (Josué 6:25) «Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó». Josué pronunció una maldición sobre el lugar para que nadie la volviera a edificar (Josué 6:26) «En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas».

Jericó fue reedificada por Jiel de Betel durante la época de Acab (c. 850 a. de J.C.; (1 Reyes 16:34) «En su tiempo Hiel de Bet-el reedificó a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas, conforme a la palabra que Jehová había hablado por Josué hijo de Nun». Aparentemente se convirtió en un lugar importante durante la era del reino dividido. Se le menciona en relación con el ministerio de Eliseo (2 Reyes 2:5), (2 Reyes 2:18) «Y cuando volvieron a Eliseo, que se había quedado en Jericó, él les dijo: ¿No os dije yo que no fueseis?», (2 Reyes 25:5) «Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido dispersado todo su ejército». (2 Crónicas 28:15) «Y se levantaron los varones nombrados, y tomaron a los cautivos, y del despojo vistieron a los que de ellos estaban desnudos; los vistieron, los calzaron, y les dieron de comer y de beber, los ungieron, y condujeron en asnos a todos los débiles, y los llevaron hasta Jericó, ciudad de las palmeras, cerca de sus hermanos; y ellos volvieron a Samaria». (Esdras 2:34) «Los hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco». (Nehemías 3:2) «Junto a ella edificaron los varones de Jericó, y luego edificó Zacur hijo de Imri». (Nehemías 7:36) «Los hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco». (Jeremías 39:5) «Pero el ejército de los caldeos los siguió, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y le tomaron, y le hicieron subir a Ribla en tierra de Hamat, donde estaba Nabucodonosor rey de Babilonia, y le sentenció».

En el tiempo de Cristo, Jericó era un lugar importante produciendo muy buenos ingresos a la familia real. Dado que el camino de los vados del Jordán a Jerusalén pasaban por Jericó, ésta se convirtió en un paraje para los peregrinos galileos que iban a Jerusalén, y para quienes llegaban por el sur de Perea para evitar contaminarse por el contacto con los samaritanos. De ahí que Jesús pasara por Jericó en varias ocasiones. Cerca de ahí están los supuestos sitios de su bautismo en el Jordán y sus tentaciones en el monte Quarantania, al oeste de la ciudad. Cerca de la ciudad fue donde Jesús sanó a Bartimeo y a uno o dos otros ciegos (Mateo 20:29-34). La conversión de Zaqueo ocurrió ahí , y es una de las narraciones más gráficas en los Evangelios. En la parábola del buen samaritano ) el viajero fue atacado mientras viajaba de Jerusalén a Jericó.

Jericó - Reina Valera 1909

JERICHO.

Jericó - Diccionario Bíblico Adventista

Jericó (heb. Yer îjô, 'ciudad de la [diosa] Luna' o 'lugar de fragancia [fragante]'; gr. lerijo). Ciudad importante en el valle del Jordán, a veces llamada 'Ciudad de las Palmeras'* (; ; 3:13; ). Está situada a unos 8 km al oeste del río, a unos 13 km al norte del Mar Muerto, y a unos 24 km en línea recta al noreste partiendo de Jerusalén (fig 161), al pie de los montes de Judá, en la cresta superior del valle del Jordán. Está a unos 250 m b.n.m., pero a unos 140 m sobre el lecho del río. Tiene un clima casi tropical, de modo que las palmeras y, en tiempos modernos, los bananos crecen sin dificultad (fig 393). Mapa VI, E-3. Aunque las excavaciones muestran que Jericó es una de las ciudades más antiguas del mundo, no se la menciona en ningún registro ancestral fuera de la Biblia. Cuando los israelitas invadieron Canaán, como estaba sobre el camino principal este-oeste, fue el primer objetivo de conquista en la Palestina occidental, la tierra prometida, y Josué indicó que debía ser dedicada a Dios como una ofrenda (-19). El relato de la caída de Jericó es bien conocido. Algunos hombres fueron enviados desde el campamento al este del Jordán para espiar la ciudad. Recibieron hospitalidad en casa de Rahab, que los protegió y les ayudó a escapar cuando los habitantes de Jericó los buscaban. Como recompensa por su ayuda y por su fe en el Dios de Israel, los espías le prometieron salvar su vida y su propiedad, promesa que después cumplieron fielmente (2:1-22; 6:22, 23, 25). Luego del cruce del Jordán, los israelitas acamparon en Gilgal, cerca de Jericó (5:10), y marcharon alrededor de la ciudad una vez por día durante 6 días. El 7º día la rodearon 7 veces y luego, a una señal de las trompetas, todos gritaron. Cuando los muros de esa gran fortaleza cayeron (6:8-21), los israelitas entraron en la ciudad, mataron a todos sus habitantes (excepto a Rahab y a su familia) y quemaron todo (excepto algunos objetos preciosos para uso del santuario; vs 1-21, 24). Después, Josué pronunció una maldición sobre cualquiera que la reconstruyera (v 26). Aunque la ciudad no fue reconstruida hasta el tiempo de Acab, la gente debió haber vivivo en la vecindad, porque se siguió usando el nombre Jericó (). En la división del territorio, Jericó estaba en el límite entre Efraín y Benjamín, y fue asignada a Benjamín (,7; 18:12, 21). Cuando Eglón, rey de Moab, oprimió a los israelitas al principio del tiempo de los jueces, tomó Jericó de ellos (). Los enviados de David, al regresar de su visita al rey de los amonitas (quien los insultó afeitándoles la mitad de la barba), quedaron en Jericó hasta que la barba les creció otra vez (; ). En el tiempo de Elías, Hiel reconstruyó la ciudad, cayendo así bajo la maldición de Josué y perdiendo 2 de sus hijos (). En tiempos de Elías una comunidad de profetas vivía allí (, 5, 15, 18), y más tarde Eliseo sanó su manantial (vs 19-22; fig 187). Un siglo más tarde, Jericó fue el escenario de la liberación de los cautivos de Judá tomados por el ejército del rey Peka de Israel (). En los últimos días del reino de Judá, el ejército babilónico capturó a Sedequías cerca de esta ciudad (; ; 52:8). La gente de Jericó también habría sido llevada cautiva, porque 345 descendientes de sus anteriores habitantes volvieron del exilio con Zorobabel (; ). Algunas personas de Jericó ayudaron a Nehemías a reconstruir el muro de Jerusalén (3:2). Se menciona otra vez a Jericó en el período de los macabeos, cuando Báquides, el general sirio, reparó sus fortificaciones (1 Mac. 9:49-50). Antonio la dio a Cleopatra como ciudad de invierno. Cuando Herodes el Grande la recibió más tarde como regalo de Augusto, la hermoseó, construyó en ella un palacio y una fortaleza llamada Cipros detrás de ella; Herodes el Grande murió allí. 275. Las zanjas de los excavadores en el montículo de la Jericó del AT (visto desde el oeste). Jesús pasó por la Jericó del NT (), que estaba al sur y al este de la ciudad del AT, a la entrada del Wâd§ Qelt, por el cual ascendía el camino que llevaba a Jerusalén. Fue el hogar del publicano Zaqueo, de cuya hospitalidad gozó Jesús, y cuya conversión está registrada en los vs 1-10. En las proximidades de la Jericó del NT Jesús sanó al ciego Bartimeo y a su compañero (-34; Mar_617 10:46-52; -43). La ciudad moderna de Jericó, llamada Erîkh~, fue fundada en el tiempo de los cruzados, y está al este de la Jericó del NT y al sudeste de la del AT. Por causa de su gran importancia bíblica e histórica, el lugar recibió la atención de varias expediciones arqueológicas. El sitio de la ciudad del AT ha sido identificado con Tell esSultân, en el borde norte de la Jericó moderna (figs 275, 276). En 1868, Charles Warren hizo exploraciones preliminares que no aumentaron materialmente nuestros conocimientos. Desde 1907 hasta 1909, Ernst Sellin y Carl Watzinger excavaron partes del montículo, pero encontraron que sus ruinas eran muy confusas y habían sido modificadas por edificaciones posteriores y por la erosión. Como la arqueología palestina todavía vivía su infancia, las conclusiones de estos eruditos fueron insatisfactorias, y más tarde tuvieron que ser modificadas cuando exploraciones en otros sitios mostraron que sus interpretaciones de ciertas evidencias no se podían sostener más. John Garstang, que excavó Jericó desde 1930 hasta 1936, descubrió un cementerio de la Edad Tardía del Bronce, lugar de entierro de los habitantes de Jericó hasta más o menos el 1350 a.C., como lo indican los sellos egipcios hallados en él. Los restos de las fortificaciones de la ciudad eran tan confusas que algunos de sus muros fueron identificados erróneamente, como lo aclararon excavaciones posteriores. La interpretación de la historia arqueológica de la ciudad que dio Garstang es ahora obsoleta y no necesita repetirse aquí. Desde 1952 hasta 1957, Kathleen M. Kenyon excavó Jericó usando los métodos científicos más actuales. Descubrió otro cementerio, con tumbas de la Edad Media del Bronce, incluyendo equipos funerarios como mesas de madera, bancos, platos, alimentos en recipientes, telas, canastas, etc. (fig 458), todo en un sorprendente estado de conservación por causa de la filtración de gases venenosos que mataron las bacterias e impidieron que estos antiguos materiales se desintegraran, cosa que no ha ocurrido en otros lugares de Palestina. Las excavaciones del montículo mismo expusieron a la luz niveles de ocupación de tiempos muy tempranos. Mostraron que Jericó era una ciudad mucho tiempo antes que hubiera vasijas de cerámica. En realidad, parece ahora que sus muros y torres son los más antiguos descubiertos en el Cercano Oriente. La ciudad fue destruida varias veces, pero se descubrieron los restos de por lo menos 7 muros sucesivos del período de la Edad Temprana del Bronce (3er milenio a.C.): el último de ellos fue destruido por un terremoto. En ese tiempo la 'ciudad' tenía unos 230 m de largo y no más de 76 m de ancho. En la Edad Media del Bronce, el período de los hicsos, se había ampliado a una longitud de unos 260 m y a un ancho de unos 130 m, y estaba rodeada por un enorme muro de piedra con un talud inclinado. Esta fue destruida por uno de los reyes egipcios de la dinastía 18ª (s XV a.C.). No se encontró nada de los muros de la Edad Tardía del Bronce, que sería el que cayó en tiempos de Josué. Desafortunadamente, las fuerzas del hombre y de la naturaleza parecen haber destruido los niveles superiores del montículo a tal grado que no queda prácticamente nada de esa época. La excavación de Kenyon desenterró sólo una olla pequeña de barro cocido, en una porción de un nivel de piso, que databa de la Jericó de Josué. Al pie del montículo aparecieron algunas de las últimas estructuras de Jericó, construidas durante la Edad del Hierro (después del 1200 a.C.). 276. Suburbios de la Jericó moderna, la 'Ciudad de las palmeras', vistos desde el montículo de la Jericó antigua. Aunque los resultados de las excavaciones han sido muy interesantes para el arqueólogo, y han arrojado luz sobre la historia temprana de la ciudad, desafortunadamente han contribuido con muy poco que sea de interés directo para el estudiante de la Biblia. Sin embargo, los cementerios de Jericó han mostrado que dejaron de usarse como lugar de entierro en el s XIV a.C., lo que se puede considerar como evidencia de que la ciudad no pudo haber sido destruida mucho más tarde que entonces. Véase la fig 275. Una porción de la Jericó del NT, Tulûl Abã el-Alâyiq, fue excavada en 1951 y 1952 por la American School of Oriental Research [Escuela Norteamericana de Investigaciones 618 Orientales] de Jerusalén, bajo la dirección de J. L. Kelso y J. B. Pritchard, y otra vez por E. Netzer de la Universidad Hebrea de Jerusalén (1972-1974). Las excavaciones descubrieron partes del magnífico palacio de invierno de Herodes, que tenía una fachada de cerca de 100 m de largo, y un estanque, probablemente el que usó para ahogar a su cuñado, el sumo sacerdote Aristóbulo III. Bib.: John Garstang y J. B. E. Garstang, The Story of Jericho [La historia de Jericó], 2ª ed. (Londres, 1948); S. H. Horn, The Ministry, febrero de 1954, pp 29-31 (con referencias bibliográficas exhaustivas); Kathleen M. Kenyon, Digging Up Jericho [Excavando Jericó] (Nueva York, 1957); EAEHL II:550-564; FJ-AJ xvi.5.2; FJ-GJ i.2.4, 9. Sobre las excavaciones de la Jericó del NT véase J. L. Kelso et al., AASOR 29, 30 (1955); J. B. Pritchard, AASOR 32, 33 (1958); E. Netzer, IEJ 25 (1975):89-100; G. Foerster y G. Bacchi, EAEHL 11:551-575.

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