Poesía mexicana 24: “Cautiva estoy de mí”, de Aline Pettersson – Azteca21 Media

Poesía mexicana 24: “Cautiva estoy de mí”, de Aline Pettersson

Aline Pettersson nació en la ciudad de México el 11 de mayo de 1938, tiene escritas varias novelas, cuentos infantiles, su autobiografía; tengo la impresión de que es más re-conocida como narradora que como poeta. Sin embargo, la calidad de su trabajo poético (en esta serie me ocuparé próximamente de otro título suyo y una traducción de un poeta sueco) le confiere un sitio destacado entre las mujeres que escriben poesía en nuestro territorio. De hecho, releer este poemario con motivo de la aparición de otro suyo más reciente sirve para corroborar mi afirmación: no ha caducado: el aroma del deseo sigue fresco y la sonrisa de los amantes campea en sus páginas.

Atados brazos y piernas
en líquidos nudos, te busco.
Lento es el viaje que descubre
el firme laberinto de tu piel.
Muros de saliva, sudor, semen
en ti me encierran.

El mundo recobra sus formas,
y ladrón mi cuerpo
captura tu olor y lo retiene.

El poema inicial es un soneto con dedicatoria al amante y en el que se anticipa que las páginas subsecuentes son un fruto de la unión de dos fuerzas verbales, de dos savias, de dos entidades. Con ese poema medido, se da paso al verso libre, en el que la voz poética de Pettersson va desvelando un aspecto de la personalidad de una mujer y, a la vez, le va dando sentido al ser mujer, pero una mujer que va siendo en la medida en que se descubre a sí misma reflejada en el otro, de que saborea la libertad de ser… Como si la revelación, el descubrimiento y las posibilidades exploratorias del erotismo en la amante devinieran en la edificación de un ser femenino pleno, autosuficiente, independiente, incluso en la separación, es decir, en la soledad. De hecho, hay poemas en los que pareciera que los amantes se saben habitantes de su propio y particular paraíso terrenal, carnal.

En tus labios quedó una sombra de miel
de la breva que yo te obsequiaba.
Suavemente, sin prisa, hendiste su carne
y hallaste interiores umbrosos.
Tu boca viajó por el fruto
ansiando el sitio más dulce.
Ahora es mi turno,
dame a gozar de estos higos.

Pero si el erotismo es el tema central del libro, no significa que no aparezcan otros relacionados con aquél. Así, evidentemente, hay reflexiones sobre el tiempo, las proximidades del clímax con la muerte, el silencio, el desencuentro, la nada, lo efímero del placer, del amor, de la vida… De estas inquietudes nacieron dos poemas, al menos, dignos de figurar en cualquier antología de poesía mexicana femenina (“Entropía” y “El mar todos los días”). Como es una recopilación, es decir, es un libro que recoge poemas escritos en diversos momentos vitales, por tanto, no escrito con la idea de ser un poemario independiente, autónomo, se advierte la búsqueda, la necesidad de proporcionarle unos vasos comunicantes, un punto común. Éste, creo, es la necesidad expresiva de una autora que, entonces, alcanzaba o mostraba una madurez poética, segura de sus herramientas literarias, dueña de cada una de sus palabras. Como se señala en la contraportada del libro: “‘Cautiva estoy de mí’ es el recuento de una búsqueda, la ilusión inalcanzable de darle palabras a esa ansia que impulsa la mano de quien escribe, pero que no por inalcanzable es menos urgente… y el libro se convierte en un viaje interior, a veces luminoso, a veces amargo”.

Va tu ausencia en el cauce de mi cuerpo
enlutando regiones deleitosas.
El quejido que brotara de mis labios
y la urgencia vigilante de mi sexo,
las almenas que mis senos construían
se derrumban.
Tus palabras enfermas de silencio
no vulneran mi fatiga
y mueren.

En “Cautiva estoy de mí”, Pettersson deja muestras de que la poesía (el amor a la palabra exacta, adecuada, cercana) es un medio entrañable para ella, que la hace sentirse viva y que, como artista, le representa un reto para probarse, ante cada poema, que la literatura es un compromiso vital, la certeza de que sólo cuestionándose mediante el lenguaje el ser adquiere forma y sentido: una existencia plena y consciente.

Ya sé a dónde llevan
los grises caminos desbastados.
¿Se oculta acaso una encrucijada,
un cielo eterno como el aliento,
un mar de largas olas de sueño,
o duros pasos de cuarzo?
Ya sé a dónde llevan
los grises caminos desbastados,
conozco el suelo que mis pies torturan,
presiento el polvo que vendrá después.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

Foto: Portada de un libro en el que el erotismo y la sensualidad dan poemas excelentes.
Cortesía: Secretaría de Educación Pública/Plaza y Valdés.

 

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