La frase “Soy una madre antinatural” resuena con fuerza en “La hija oscura” (“The Lost Daughter”), largometraje debut como directora de Maggie Gyllenhaal que deconstruye a la maternidad para crear un retrato íntimo y honesto de los desafíos y presiones psicológicas que la sociedad impone en madres.

La historia, adaptada del libro de Elena Ferrante del mismo nombre, sigue a Leda (Olicia Colman), una profesora cuyas tranquilas vacaciones en una hermosa isla griega son interrumpidas por la llegada de una ruidosa y grosera familia. De entre todos los distractores, una madre llamada Nina (Dakota Johnson) y su pequeña hija Elena obtienen la atención total de Leda y despiertan complicadas memorias de su propia maternidad.

Cuando Nina pierde de vista a Elena en la playa o la pequeña juega con su adorada muñeca, Leda recuerda experiencias similares con sus dos hijas. Su pasado es revelado a través de flashbacks (con Jessie Buckley intepretando a una versión joven del personaje) que nos dejan ver a una joven madre lidiando con la estresante crianza de dos hijas mientras intenta concentrarse en su emergente carrera literaria sin el apoyo total de su esposo (Jack Farthing). 

Estas remembranzas provocan que Leda comience a actuar de manera errática: su desorientación y desmayos son consecuencias de una fuerte reacción emocional derivada del arrepentimiento. Leda carga con una profunda culpa por ser una madre imperfecta que, a pesar de amar a sus hijas, no podía evitar verlas como un estorbo para su carrera, libertad y hasta expresión sexual. Esta culpa es consecuencia de la opresión de una sociedad patriarcal cuyas normas no conciben que la maternidad puede ser asfixiante o imperfecta. 

Ver a Nina compartir una relación tan serena con su hija exacerba la culpa de Leda, quien arriesga involucrarse con una familia potencialmente peligrosa (claramente inmiscuida en actos criminales) para romper con esa tranquilidad y así obligar a Nina a descubrir el verdadero caos de la maternidad, el mismo que ella sintió. Al hacer esto, Leda intenta compartir la culpa, o hasta liberarse de ella: quiere ver a alguien más atravesar por su situación y así comprobar que lo que ella sintió — esas ganas de abanadonar a sus hijas — no es un acto criminal, sino natural. Leda utiliza a la muñeca robada como conducto: su ausencia genera intranquilidad en Nina y su familia, pero a nivel personal, funciona como un simbolismo del pasado de Leda, mismo que intenta revivir (durmiendo abrazada de la muñeca), reparar (al limpiarla de agua y suciedad) o erradicar de su vida (al aventarla a la basura).

Maggie Gyllenhaal hace un magnífico trabajo de dirección desarrollando la narrativa de “La hija oscura”. Inserta toques cómicos para aligerar la carga de filme, presenta pequeñas pistas para más tarde comprender acontecimientos de relevancia y le otorga sutiles tintes de terror a la historia para comunicar el agobio psicológico de su protagonista. La cinefotógrafa Hélène Louvart (“Never Rarely Sometimes Always”) utiliza abundantes primeros planos y movimientos de cámara inestable con el objetivo de generar intimidad, pero también de darle un toque siniestro a las intenciones de los personajes; asimismo juega con la profunidad de campo para darle una naturaleza difusa a las memorias o resaltar ciertos sentimientos en Nina y Leda.

Olivia Colman (“The Father”) es extraordinaria en el rol protagónico. Leda es una mujer independiente cuya seguridad en sí misma y en sus propias experiencias llega a manifestarse en forma de comentarios ásperos y directos. Sin embargo, también es capaz de exhibir calidez y ser graciosa. Al implementar rasgos de su divertida personalidad autocrítica, Colman obtiene el balance perfecto y requerido para este multifacético papel.

Jessie Buckley (“Pienso en el final”) no se queda atrás. En Colman vemos el arrepentimiento y la confusión, mientras que en Buckley somos testigos de la desesperación en tiempo real, la añoranza por intimidad y los deseos de liberación. La actriz irlandesa empata algunos rasgos de la actuación de Colman, como el acento o el movimiento de los ojos, pero no se queda atorada en una imitación, sino que le imprime una personalidad propia al papel.

¿Está mal aceptar que tus hijos te sofocan? Contrario a lo que las ideas de la sociedad y muchas películas intentan dictar, la maternidad no siempre tiene que ser maravillosa. También puede ser agobiante y aterradora, y con “La hija oscura”, Gyllenhaal hace un soberbio trabajo plasmando esta realidad tan poco aceptada o representada. Es un excelente estudio de las ideas patriarcales que la sociedad tiene de la figura materna, de la vida de las mujeres que toman el rol de la madre y de cómo el amor y el agobio pueden convivir en la maternidad. 

“La hija oscura” o “The Lost Daughter” ya se encuentra disponible en Netflix. Si estás buscando un análisis con spoilers de esta película y su ambiguo final, te invitamos a leer nuestra explicación con spoilers.