Wim Wenders, referente del Nuevo Cine Alemán de los años '70 y '80, marcó a varias generaciones cinéfilas, pero desde hacía mucho (demasiado) tiempo que no hacía una muy buena película de ficción (le fue algo mejor con los documentales). Está claro que Días perfectos no alcanzará la importancia en la historia del cine que sí tienen Las alas del deseo o París, Texas, pero significó su regreso a la máxima competencia de Cannes con un film realmente logrado, luego de haber sido seleccionado por “portación de apellido” con engendros como Palermo Shooting.

Wenders estuvo desde siempre muy ligado a Japón (Tokyo-Ga es de 1985 y Notebooks on Cities and Clothes, de 1989), así como le ocurrió a tantos otros directores germanos, desde Doris Dörrie hasta Werner Herzog, que también filmaron allí. Y WW lo hace ahora con la historia de Hirayama, un hombre maduro y solitario que se dedica a limpiar los baños públicos de Tokio. No se trata del trabajo más apasionante del planeta, pero él lo hace con esmero, eficacia y dedicación (cabe aclararar que los baños japoneses no son como los nuestros ni los usuarios tan descuidados como en Argentina).

Hirayama tiene una rutina que por momentos asemeja Días perfectos a Hechizo del tiempo / Groundhog Day, ya que hace siempre lo mismo: afeitarse, regar las plantas, comprar una gaseosa en una máquina expendedora, iniciar con su camioneta el recorrido por los baños hasta dejarlos inmaculados, ir a una casa de baños, andar en bicicleta, observar con fascinación la torre Skytree, concurrir a los mismos bares y restaurantes, leer un rato a William Faulkner o a Patricia Highsmith y acostarse. Hirayama casi no habla (hasta determinado momentos nos preguntamos si no será mudo) y tiene un patético e irresponsable empleado a su cargo, Takashi (Tokio Emoto), al que le tendrá infinita paciencia.



Y después sí surgirán unos (mínimos) conflictos dramáticos con la aparición primero de su sobrina Niko (Arisa Nakano) y luego de su hermana de clase alta Keiko (Yumi Aso). Hirayama es un tipo “analógico”, que parece vivir fuera de época: no sabe qué es un iPhone, escucha clásicos de Lou Reed, The Kinks, Patti Smith, Otis Redding y Van Morrison en cassettes (armé la playlist que comparto aquí debajo), saca fotos en blanco y negro en un parque, revela los rollos y archiva las copias...

Sustentada en una precisa puesta en escena sin ostentaciones (recordemos que Wenders es un admirador confeso del estilo austero de Yasujiro Ozu) y en una extraordinaria actuación (minimalista y al mismo llena de matices) de Koji Yakusho (habitual intérprete de los films de Kiyoshi Kurosawa), Días perfectos -que tiene algo también de Paterson, de Jim Jarmusch- exalta formas sencillas de buscar y encontrar la felicidad.

Algunos podrán pensar en cierto conformismo algo conservador, pero Hirayama conserva incluso con un trabajo que genera reacciones prejuiciosas y despectivas una dignidad, nobleza y bondad infrecuentes en este mundo cínico y violento. El mejor Wenders está de vuelta y es un regreso para celebrar.


PODCAST DE DIEGO BATLLE Y MANU YÁÑEZ SOBRE EL FILM (DEL MINUTO 19 AL MINUTO 24)




SOUNDTRACK DE LA PELÍCULA





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