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HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
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VH-,
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y
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Copia de un antiguo retrato
al
Cltonoar,
óleo (tenido por auténtico), existente en
Museo Nacional de Arqueología,
La fotografía reproduce
la
las
huellas
Historia y Etnología.
que en
acción del tiempo.
el
original ha dejado
el
Digitized by the Internet Archive
in
2013
http://archive.org/details/historiaantiguadem01clav
Historia Antigua de México
SACADA DE LOS MEJORES HISTORIADORES ESPAÑOLES Y DE LOS
MANUSCRITOS Y DE LAS PINTURAS ANTIGUAS DE LOS INDIOS
DIVIDIDA EN DIEZ LIBROS: ADORNADA CON MAPAS Y ESTAMPAS E
ILUSTRADA CON DISERTACIONES SOBRE LA TIERRA, LOS
ANIMALES Y LOS HABITANTES DE MÉXICO
ESCRITA POR EL
ABATE FRANCISCO JAVIER CLAVIJERO
TRADUCIDA DEL ITALIANO POR
J.
JOAQUÍN DE MORA
Y PRECEDIDA DE NOTICIAS BIO-BIBLIOGRAFICAS DEL AUTOR, POR
LUIS
GONZÁLEZ OBREGON
TOMO
I
(3f|E)
&EBfl
MÉXICO
DEPARTAMENTO EDITORIAL DE LA DIRECCIÓN GENERAL
DE LAS BELLAS ARTES
L917
SRLF
YRL
EL ABATE FRANCISCO JAVIER CLAVIJERO
NOTICIAS BIO-BIBLIOGRAFICAS
POR
LUIS
GONZÁLEZ OBREGON
publicación de
de
ANTES nuestra
la
jero,
o
Storia Antica del Messico por Claviliteratura histórica no contaba sino las crónicas más
menos extensas
la
escritas por religiosos o seculares, pero que no
presentaban el cuadro completo de la civilización mexicana; y las que más se
acercaban a reproducir el cuadro, eran la Monarquía Indiana, de Fray Juan
de Torquemada, o el resumen que publicó, con el título de Teatro Mexicano,
el P. Fray Agustín de Vetancourt.
Teníamos obras que han sido y serán fuentes valiosísimas de la historia
antigua y de la Conquista; por ejemplo, las de Motolinia y Sahagún, Duran
y Tezozómoc, Chimalpáin e Ixtlilxóchitl, Hernán Cortés y el Conquistador
Anónimo, López de Gomara y Díaz del Castillo y muchísimos fragmentos
de otras crónicas que, como la de Cervantes de Salazar, reprodujo Antonio de Herrera en las famosas Décadas; pero una obra que con excelente
método, aceptable crítica y selecta erudición; limpia de fastidiosos textos
bíblicos o de citas de autores clásicos y profanos, y que en estilo elegante,
trazara el cuadro completo de la civilización indígena y de la conquista
hispánica, no la tuvimos sino hasta la aparición de la Storia Antica del
Messico.
Bien iniciado Clavijero, desde su niñez y juventud, en el conocimiento
del país y de los habitantes, en el de las producciones naturales y en el de
los idiomas indígenas, que aprendiera de viva voz en los pueblos donde
vivió tantos años; bien iniciado con la acortada y diaria observación, del
carácter y costumbres de los naturales, pudo después perfeccionar los estudios prácticos, con la lectura atenta y reflexiva de nuestras crónicas pri
mitivas y de los historiadores modernos, contemporáneos suyos, y con la
interpretación, las más veces feliz, que hizo también de los mi terio
códices jeroglíficos, exhumado: poi él en archivos y bibliotecas de México
y de Italia.
VI
gran cuadro de su Storia Antica del Messico,
pleno de ÍUZ y de colorido, como fruto de ia ardiente imaginación ae un
COSteño y de la cultura clásica que había adquirido en el estudio de las
humanidades y por las aptitudes demostradas en la posesión de lenguas
muertas o habladas todavía.
Clavijero enumeró minuciosamente con someros juicios, previa la atenta lectura de los libros o la interpretación de los códices, a cada uno de los
autores y pinturas jeroglíficas que pudo estudiar para escribir la historia
que tanto renombre le ha dado; describió el Anáhuac en relación con la
tierra, el clima, la orografía y la hidrografía y mencionó una a una las producciones naturales. No se concretó a la vida externa y política de las tribus primitivas y de los antiguos aztecas o mexicanos; penetró en la vida
Asi
interna,
ir.
i
-parí)
y todo
la
lo
tela del
estudió y analizó, idiomas, religión, gobierno, milicia,
ciencias, artes y costumbres.
En las Disertaciones que añadió a la Historia, ocupóse en dilucidar los
puntos más obscuros o controvertibles; con gran juicio y erudición desvaneció consejas propaladas de buena o mala fe por autores extranjeros, e
intentó resolver problemas escabrosos, con sobra de doctrinas y talento
no comunes.
Fué Clavijero el primero en fijar la cronología de los pueblos indígenas de México, de un modo razonable y nuevo, y sus minuciosas y fundadas
investigaciones han sido la base para los posteriores estudios de nuestros
arqueólogos modernos.
Quizá
patriotismo sincero e ingenuo, acrecentado por el exilio y la
nostalgia, contribuyeron a que él viera con cristales de aumento muchas
cosas minúsculas o que no existían; quizá las creencias religiosas y la influencia de los escritos de Sigüenza y Góngora, que como la mayoría de
los autores antiguos trataba de relacionar leyendas bíblicas y tradiciones
indígenas, también contribuyeron muchísimo a que fantaseara en sus
interpretaciones, como hallar la representación del Diluvio y la dispersión
de las lenguas en jeroglíficos que sólo se refieren a la peregrinación de los
aztecas por el Valle de México; quizá, traspasando los límites del severo y
frío criterio del historiador, llegó a empuñar la candente pluma del polemista, cuando refuta los errores de Robertson, Raynal, Paw y de otros
escritores, a fin de vindicar a sus compatriotas; quizá por este ostensible
designio, podría tenerse por sospechosa su imparcialidad, pero como juzga
muy bien Prescott, "en el conjunto de la obra parece haber conducido la
discusión con buena fe; y si llevado de su celo nacional ha recargado la pintura con brillantes colores, se le hallará mucho más moderado en esta línea
que los que le han precedido; al paso que aplica juiciosos principios de
crítica, de que aquéllos eran incapaces."
Que
el
culto al estudio y la modestia le caracterizó siempre, es indumillares de leguas de la patria, privado de manuscritos que aquí
el
dable.
A
había
leído,
con las pocas economías que hiciera a costa de íntimos sacrificios, y no satisfecho con las obras que poseía, compra y encarga todos
los libros que sobre el asunto en que se ocupaba habíanse publicado; recorre con empeño extraordinario cuantas bibliotecas y archivos pudiesen
darle materiales luminosos, y en no pocas ocasiones, a pie camina hasta
VII
veinte millas para ir a visitar como era su costumbre, las ciudades de Florencia, Milán, Roma, Ñapóles o Venecia, con el único fin de consultar
una obra o resolver una duda. Y no fiándose de sus propias opiniones, estudia, consulta y admite las correcciones que le hacen; e imposibilitado
de publicar su obra en la lengua nativa, no desmaya; se resuelve a traducirla para que no queden infructuosas sus tareas, "y la sujeta previamente
a la censura de personas ilustradas que corrigiesen los defectos en que por
su calidad de extranjero hubiese podido incurrir."
La forma de la historia es amena; no cansa, por ser su lenguaje puro y correcto; al contrario de lo que comunmente hacían y hacen los historiadores muy eruditos o muy literarios, no improvisa arengas a lo Tito
Livio, ni sacrifica la precisión y exactitud de lo que escribe para hermosearlo
con frases dulzonas o verbosas, a lo Solís; lee de antemano, asimílase conocimientos, y en estilo propio narra o juzga, pero sin dejar tampoco de apoyar con oportunas autoridades los hechos y los juicios.
Tantos méritos y virtudes, de fondo y forma, de rectitud y modestia,
han dado a Clavijero la universal popularidad que es manifiesta en las versiones que se han hecho de su obra y en las repetidas reimpresiones del
texto castellano.
Pero es tiempo ya de que digamos algo de su vida, enumeremos sus
escritos y ediciones, y consignemos otras noticias que ilustren la presente
flamante edición de su Storia Antica del Messico.
BIOGRAFÍA
De
abate don Francisco Javier Clavijero,
distinguido patriota, historiador, poligloto y naturalista que gozó en su
siglo y goza todavía de justa fama. Su padre, Blas Clavijero, era natural
de la ciudad de León en España, se había educado con esmero en París, y
cuando residía después en Madrid, fué agraciado para venir a México con
el gobierno de las alcaldías mayores de Tetzuitlan y Xicayan en la Mixteca, que le consiguió el Duque de Medinacelli. La madre, María Isabel
Echeagaray, era de origen vizcaíno y célebre por haber contado entre sus
deudos, a políticos y militares que desempeñaron altos empleos públicos,
pues nada menos que una sobrina suya, la Excma. Señora doña Francisca
Javiera Echeagaray de Garibay, llegó a ser virreina de México.
familia ilustre descendía
el
La cuna de nuestro historiador fué
el puerto de Veracruz, donde nació
de septiembre de 1731, y fué el tercer hijo de once que procrearon
don Blas y doña Isabel. Crióse y recibió la primera educación e instrucción en los pueblos sujetos a las alcaldías que gobernaba el señor su padre,
recibiendo de éste, al par que ilustración esmerada, lecciones de exquisita
cortesía, logrando señalarse siempre por las finezas y maneras en el trato.
el día 9
La vida campesina, que desde tierna edad llevó en aquellos lugares,
hizo adquirir conocimientos prácticos en historia natural. El roce cotidiano con los indios de los pueblos en que desempeñaba el padre el empleo
de subdelegado, con gran afecto de ellos por su acierto en la manera de
gobernarlos y la benevolencia con que los trataba, proporcionaron a Clavijero facilidades para el aprendizaje de las lenguas indígenas, para la observación de las costumbres y para que los propios indios le demostraran
le
que tenían a su padre. Con este fin, le ofrecían las más hermosas
obsequiaban los más raros animales y le conducían con frecuencia "a los sitios más amenos de la comarca, para hacerle gozar de sus
vistas y paisajes encantadores; despertando en él así desde la infancia, el
gusto por las bellezas de la patria, el deseo de conocer su historia antigua
y un amor puro y sincero a sus conciudadanos.
la gratitud
flores, le
el
Estudió latín en el Colegio de San .Jerónimo y filosofía y teología en
de San Ignacio de la ciudad de la Puebla de Los .Angeles. Instruido en las
X
obras de los grandes matemáticos, no descuidó la lengua natal, y a los
diez y siete años recitaba de memoria los trozos más selectos de muchos
clásicos castellanos, amenizando además su consagración a las ciencias
exactas, físicas y naturales, con el cultivo de la música, que le enseñó su
propia madre. Cuando hacía estos preparativos en su carrera literaria,
resolvió entrar de novicio en la Compañía de Jesús y vistió en Tepotzotlán
la sotana el 13 de febrero de 1748.
Ya profeso, en los colegios de la religión que había abrazado, recibió
de un jesuíta alemán lecciones de hebreo y griego; perfeccionó el conocimiento que había adquirido de las principales lenguas europeas, y a la
vez que hablaba y escribía los idiomas náhuatl, otomí y mixteco; adquirió
nociones gramaticales en otros veinte idiomas y dialectos del país, y se
ensayaba en ellos componiendo oraciones cristianas y poesías inspiradas,
que con feliz memoria, declamaba fácil y elegantemente.
Un
joven tan culto, tan inteligente y tan sabio, no podía menos que
consagrarse con especialidad a la filosofía, para guiarse en los estudios
y establecer nuevos métodos de enseñanza, en los colegios en que se
le confiaran varias cátedras; pero hubo de leer en lo privado y en secreto a Regis y a Duhamel, a Cartesio y a Newton, a Purchor y a Gassendi,
a Leibnitz y a otros filósofos, porque como dice un escritor, a la mitad
del siglo XVIII en México aún se tenía por peligrosa, con el fin de mantener incólumes las creencias católicas, apostólicas, romanas, la lectura
de las obras de aquellos insignes pensadores.
Empero, convencido de
implantar
los
más
la
conveniencia de reformar los métodos y de
racionales, atrevióse a iniciar los proyectos que había
concebido, en un escrito o representación, que siendo prefecto de estudios
en el Colegio más antiguo de San Ildefonso de México, dirigió al Padre Juan
Baltazar, individuo de nacionalidad alemana, que a la sazón era Provincial
de la Compañía de Jesús, en México, y Rector que había sido del Colegio de
Parma, en
Italia.
No sin desconocer los talentos del joven catedrático, ni sin dejar de
convenir en lo razonable de lo que en su discurso había escrito, con franqueza, mas con el temor que impone toda adopción de lo que se juzga
peligroso, dijo el medroso Superior al atrevido Prefecto:
Tienes razón en cuanto expones; pero no es tiempo de hacer novedades; yo te relevo del empleo, para que no violentes tus sentimientos, ni
atormentes tu conciencia.
—
No
que no podía contener los audaces intentos
suyos de introducir innovaciones en los vetustos métodos, cuando fué profesor en los colegios de Valladolid, hoy Morelia, y de Guadalajara, entonces capital del Reino de la Nueva Galicia, "se arrojó a desmontar la intrincada maleza del peripatismo, dictando a sus discípulos una filosofía
escolástica más racional," mereciendo que todo ello le fuese aprobado
en la visita que hizo a los colegios el Provincial Francisco Ceballos, quien,
al presentarse en el Colegio de la capital de Michoacán, "felicitó al Mabillón mexicano por sus sabias innovaciones, y le alentó para que acabase
de ahuyentar los errores sistemados a que antes se daba el honroso nomobstante,
bre de filosofía."
Clavijero,
—
XI
—
—
"Del mismo modo dice el biógrafo que copiamos aquí sacudió las
trabas que oprimían ia elocuencia, principalmente la del pulpito, y rasgó la niebla que ofuscaba el estudio de las bellas letras. En casi todas
las composiciones que se publicaban en la Península y en la América
Española, no se hallaba más que una prosa versificada, pensamientos vanos
y extravagantes y una impertinente e indigesta erudición; mas Clavijero, tanto en sus primeros opúsculos, como en sus obras posteriores, no quiso
ostentar sus variadas lecturas ni sus profundos conocimientos de los clásicos antiguos; pero probó que sabía pensar."
En efecto, ya queda referido lo que practicó en el Colegio más antiguo
de San Ildefonso: La Exposición que redactó entonces, fué reforzada con
firmes argumentos. Sin descuidar el culto por lo bello, compuso también
un sólido discurso con objeto de extirpar el hueco e hinchado estilo de los
gerundianos predicadores; "y para más robustecerlo, lo añadió a la traducción que acababa de hacer de una carta de San Francisco de Sales, dirigida
al mismo objeto. Poco tiempo después escribió el Diálogo entre Fílateles y
Paleófilo, en donde demostró la inutilidad de la filosofía antigua y la importancia de la moderna y experimental."
En
estas tareas literarias, que enalteció con los ejercicios de sacerdote caritativo y ejemplar, le sorprendió el decreto de expulsión de los
individuos de la Compañía de Jesús, cuando desempeñaba en el Colegio de
Guadalajara
la
prefectura "de la Buena Muerte" y
el
cargo de confesor
de los novicios.
Llevado a Veracruz, juntamente con muchos de sus compañeros en religión y en padecimientos, fué embarcado el 25 de octubre de 1767 a bordo
del paquebot llamado Nuestra Señora del Rosario de Torrentegui; pero al
abandonar la tierra nativa, cayó enfermo de gravedad en el navio que lo conducía a la Habana, y se vio obligado a permanecer allí. Ya fuera de peligro,
prosiguió el forzado viaje, sembrado de muchas tempestades y penas, que
fueron dulcificadas por su pasión al estudio, pues enmedio de los sufrimientos de aquel inesperado viaje, más agravados por los males físicos y morales que padecía, dedicóse con tezón a la náutica, y perfeccionó sus conocimientos en física y astronomía, preguntando unas veces a los prácticos de la
tripulación o guiándose otras por sus propias observaciones.
Llegó por fin a la capital de Ferrara, donde fué muy bien recibido por
el Conde Aquiles Crispo y por su hijo Benito, que le franquearon durante
su permanencia en aquella ciudad, casa cómoda y selecta biblioteca en el
palacio que habitaban.
Clavijero fué desde entonces muy conocido y aplaudido por su vasta
instrucción eclesiástica y científica y por su erudición en las letras y en la
historia. Corrió su fama por todo el reino, y al fijar por último su residencia en Bolonia, recibió el consuelo, aunque lejos de México, de tener compañeros de infortunio tan ilustres como Abad y Alegre, romo i'avo y Maneiro,
como Castro y Márquez, que tanto como
él
se distinguieron
honrando
a la patria con sus obras y defendiéndola de injustas calumnias.
Las bibliotecas privadas
refiere uno de los testigos de aquellos triunpuertas,
sus
las
públicas se honraban con su presencia, loa
le abrían
jóvenes aprendían sus doctrinas, los sabios ansiaban su conversación y
fos
—
XII
admirados; y Bolonia, teatro entonces de la ilustración,
gozábase en abrigar bajo sus muros hospitalarios ai ilustre proscrito.
Fundó una Academia literaria, invitando a los hermanos y conterráneos
que allí residían por medio de un Plan, que al decir de los que lo conocieron,
era digno de Quintiliano, Verulamio, Mabillón y Rollin; y su modesta casa, donde reunía los académicos, fué designada comunmente por Casa de
todos
la
Sabiduría.
Allí
xico,
el
oían
le
comenzó
a escribir su obra capital, la Historia
que había de ser
mundo
la
Antigua de Mé-
base y fundamento de su universal reputación en
de las letras.
íntima amistad que tuvo con el
P. Campoy, le proporcionó el conocimiento del rico tesoro que se conservaba en la biblioteca del Colegio de San Pedro y San Pablo de la ciudad de
México, consistente, en la interesante y copiosa colección de documentos
mexicanos, que había reunido el célebre anticuario don Carlos de Sigüenza
Desde antes de partir a Europa,
la
y Góngora.
Clavijero estudió uno a uno todos esos documentos, se instruyó profundamente en la interpretación de los jeroglíficos indígenas, y con las obpor las noticias que me han dado de su nacimiento, de sus talentos y de
servaciones personales que había hecho de éstos y el conocimiento que tenía
de muchas lenguas desde temprana edad, en ios pueblos que regenteó su
padre, pudo ya en Italia escribir, como escribió, sobre nuestra historia an-
más
a ella, cuando pudo leer los errores y calumnias
consignados en las obras que en su tiempo habían publicado el prusiano
Paw, el francés Buffon, el inglés Robertson y otros extranjeros como
tigua; decidiéndolo
Raynal y Gage.
Pero el mismo Clavijero, nos ha dejado detalles minuciosos de por qué
escribió su Historia Antigua, en la dedicatoria y prólogo que la
cómo
y
preceden y en la carta que dirigió al historiador don Mariano Fernández de
Echeverría y Veytia, al saber que este distinguido escritor, también había
puesto manos en
el
mismo asunto:
"Bolonia y marzo 25 de 1778.
"Muy
señor mío: aunque no he tenido la fortuna de conocer a Ud. sino
me estimulaba en tan grande distancia a escribirle,
el común celo de la patria que me anima, y la uniformidad de la materia en que ambos trabajamos. Uno y otro entendemos en la historia de
ese Reino: Ud., según me han informado, en la Historia General de la Nueva España, y yo en la antigua de México, que necesariamente estará comprendida en la de Ud. Emprendí esta obra por servir en lo que pudiese a mi
patria, y por divertir honestamente el ocio desabrido de mi destierro: el
trabajo ha sido imponderable, porque primeramente fué menester solicitar
los libros necesarios aquí, en Ferrara, en Venecia, en Genova, en Roma, en
Francia y en España, y sustraer de mis alimentos lo que había de emplear
en adquirirlos; pero ha sido tal mi diligencia, que apenas se ha publicado
libro concerniente a las antigüdades de México, o por nuestros nacionales
o por los extranjeros, que yo no haya estudiado. A más de las obras impresas, me he aprovechado de noticias adquiridas en las historias manussus fatigas literarias,
XIII
de nuestros indios, que se conservaban en la librería del Colegio
Máximo de México, y de sus mismas pinturas, vistas parte en ese Reino
y parte aquí. Con el prolijo estudio que he hecho de esos apreciables
monumentos de la antigüedad mexicana, he adquirido una competente instrucción v en el método que tenían en representar los objetos y en conservar
la memoria de los sucesos, y me lisongeo de haber avanzado más en este
punto que los historiadores que me han precedido. Al trabajo de allegai
los materiales se siguió el de digerirlos, combinando las relaciones frecuentemente indigestas y muchas veces encontradas en nuestros autores, y
procurando sacar del pozo de Demócrito la verdad. Ud. sabrá por su propia
experiencia, mejor que ningún otro, la dificultad que hay en esta parte
por la negligencia o infidelidad de nuestros historiadores. No he omitido
diligencia alguna para la perfección de mi obra; he procurado la mayor
pureza y propiedad en el lenguaje, la mayor exactitud en la ortografía,
la mayor concisión, la mayor claridad, y sobre todo, la mayor imparcialidad y fidelidad en la narración. Si he incurrido en algunos defectos, como
no lo dudo, no ha sido por falta de diligencia o malicia; sino por escasez
de luces en materia tan obscura y tan difícil. Me ha sido de mucha importancia el saber la lengua mexicana, el haber andado en buena parte del
Reino, y el haber tratado íntimamente a los indios. Tengo ya perfectamente
concluida la obra y estaría ya impresa buena parte de ella, si mis facultades fueran correspondientes a mis deseos; pero la impresión con las láminas de que ya hablaré (sic), costará más de 500 pesos fuertes y yo apenas
tengo lo necesario para una vida miserable. No me pesa que no se halla
impreso, porque habiendo sabido por lo que me dijo al pasar por aquí el
Marqués de Moneada, de que Ud. tenía ya concluido un tomo en folio de
su Historia, no me parece conveniente el dar un paso en la impresión
de la mía, sin saber antes si su asunto está perfectamente comprendido.
critas
"A
los tres
tomos de Historia, se añadirá otro de Disertaciones
intere-
santes, y convenientes en la mayor parte a la misma Historia. Estas Disera
taciones, que tengo concluidas, son ocho: 1. Sobre el gran problema de la
población de América; 2. a Sobre la cronología de la Historia antigua, uno de
a
los puntos más embrollados por nuestros historiadores; 3. Sobre la tierra
a
a
y clima de México; 4. Sobre los animales de México; 5. Sobre la constitua
ción física y moral da los mexicanos; 6. Sobre el número de poblaciones y
a
habitantes del Imperio Mexicano; 7. Sobre la policía de los mexicanos;
a
Sobre la religión de los mexicanos, comparada con la de las naciones más
8.
cultas de Europa. Estas se dirigen especialmente a rebatir los errores de
Mr. Buffón, de Mr. Paw, de Mr. Raynal y de otros célebres autores que pro-
degeneración de las plantas, animales y hombres del Nuevo Mundo.
caso de no imprimirse mi Historia, creo que será muy provechosa
la publicación de estas Disertaciones.
mueven
la
Aun
el
en
"Espero que no lleve Ud. a mal esta carta, aunque tan larga y mal esy se complazca en ver a un compatriota también empleado en el ser
vicio de la patria enmedio de las mayores tribulaciones. Suplico a Ud. me
conteste y comunique, si le pareciere útil mi obra, las luces necesarias para
perfeccionarla. Me preparo a trabajar otras obras aun mas útiles para la
misma patria, y entretanto pido al Señor guarde a Ud. muchos años, y mi
crita,
XIV
—
Muy señor mío. B. L. M. su
dé vida para gozar de sus preciosas fatigas.
afectísimo servidor y capellán.—-Francisco Javier Clavijero."
De intento hemos reproducido la carta anterior, tanto porque es poco
conocida, como porque en ella el autor nos dá una completa idea de su
obra que a poco de publicada fué traducida a los principales idiomas de
Europa, y le mereció justos y entusiastas elogios de los sabios de más reputación y de los principales periodistas de París, Roma y Florencia.
Clavijero escribió su Historia en español, pues así lo consigna él mismo en el prólogo, y aun se me asegura existía en México hace poco el original; pero sea que la demasiada suspicacia de la nación española, cuyas
autoridades, según se dice, le negaron las licencias respectivas para darla
a la estampa; sea que le exigían, como quieren otros, que borrase y enmendase ciertas apreciaciones y opiniones manifestadas relativamente a la conducta de los españoles en América; sea por las malévolas intrigas de un tal
Diosdado, malqueriente y envidioso de los méritos del autor y de la Historia; sea en fin, por el pueril pretexto.de "que fué introducido por algunos literatos italianos, que se mostraban deseosos de leerla en su propio idioma;"
que después de haberla escrito en castellano, tomóse el nuevo y
laborioso empeño de traducirla a la lengua toscana, en la que vio la luz por
primera vez en el curso de los años de 1780 a 1781.
lo cierto es,
No olvidó, sin embargo, a su amada patria, que aunque lejos de los ojos
siempre la tuvo en la memoria, para honrarla y defenderla, como pueden ser
muestras, la dedicatoria a la Universidad de México y la carta inédita que
encontró en el archivo de ella, mi amigo el Sr. D. Nicolás Rangel; y aprovecho la oportunidad presente para darla a conocer, por los curiosos pormenores que contiene. Dice así:
"limo. Señor,
"Habiendo yo enmedio de mis tribulaciones emprendido con gran estudio, y escrito con suma diligencia y prolixidad la Historia Antigua de México,
me pareció que no debía consagrarla a otro que a V. S. lima., porque quién
más acreedor a una obra de tal naturaleza, que un Cuerpo tan ilustre, a cuyas luces se ha confiado en ese Reino la Dirección de las Ciencias y la formación de los Sabios ? Las circunstancias en que me hallaba cuando tomé
tan acertada resolución, no me permitieron el solicitar anticipadamente el
beneplácito de V. S. lima., ni creí necesario el esperar su consentimiento para tributarle lo que por tanto le debo. Publicóse finalmente mi Historia,
dedicada a la Real y Pontificia Universidad de México, llevando en su frente tan respetable nombre, para honra del Autor, y recomendación de su trabajo. Publicóse en Toscano, porque no se pudo más; pero el estar concebida
en una lengua extranjera no basta a enagenarla de V. S. lima, ni puede perjudicar su derecho. Consta de tres tomos en quarto, además de otro de Disertaciones, el cual más por efecto de generosidad, que por título de obligación
u otro motivo, se dedicó a un célebre literato de Italia, que temía algún
detrimento en su reputación por la justa crítica que en mi segundo tomo
se hizo de una de sus obras. La aceptación que ha tenido mi obra en Italia,
y en otros países de Europa, ha sido muy superior a su mérito y a mi
expectación. No dudo que a pesar de los aplausos con que la han celebrado
los Doctos de Europa, contendrá varios errores, pero tengo el consuelo
XV
de que los que descubrieren la perspicacia de V. S. lima., sabrá disculpar su
discreción considerando la dificultad misma de la obra, y la situación poco
favorable del autor.
La guerra y otros incidentes han retardado hasta ahora a mi Historia
la fortuna de llegar a las manos de V. S. lima. D. Lino Gómez, Cura de
Amecameca, y persona de mi mayor estimación y confianza, tendrá el
honor de presentar a V. S. lima, cincuenta exemplares, de los cuales,
dos van destinados a las dos principales cabezas de ese Cuerpo respetable, dos para la librería pública de essas Escuelas, y los restantes para
los Señores Catedráticos y demás miembros de esse limo. Claustro a arbitrio de sus dignas Cabezas. Bien querría yo que este corto obsequio se
extendiesse a todos los Señores Doctores; pero la demasiada distancia, el
volumen de la obra y otras dificultades que no se ocultan a la comprehensión
de V. S. lima, me privan de essa satisfacción.
"Dios N. S. prospere en todo a V. S. lima, para el aumento de las
Ciencias y de la felicidad de esse Reino. Bolonia a 29 de febrero de 1784.
De
V. S. lima.,
Afectísimo Servr. y Capellán
Francisco Javier Clavigero.
— Rúbrica."
En
24 de marzo de 1786, el Rector de la mencionada Universidad de
México, en nombre de todos los Doctores de la misma, después de darle
las gracias por su grande amor a la patria, a quien había erigido con su
Historia Antigua un perdurable monumento, decíale que la Universidad
se gloriaba en ver figurar su nombre colmado de tanto honor en la dedicatoria que le había hecho de aquella obra, cuya doctrina y vasta erudición
le habían conquistado la admiración de los verdaderos sabios; obra nunca
bastante bien alabada. Le refería a la vez, que convocados los Doctores
de la Universidad no habían podido contener su entusiasmo y su afecto,
y que habían decidido manifestarle cuánto apreciaban esa gran obra, de la
cual habían obsequiado respectivamente ejemplares al Virrey, al Arzobispo,
al Regente de la Real Audiencia y a otros conspicuos Magistrados y que
cada uno de ellos deseaba larga vida, al que era ornamento y decoro de
aquella Escuela.
Una persona
autorizada de México, en otra carta, le refería que los elogios que se tributaban a la obra eran tantos, y tanto el aprecio en que la
tenían las personas más caracterizadas, y tantas las cosas que le elogiaban,
que de hacerle un relato minucioso se alargaría mucho: que entro todas
esas personas se distinguían el Virrey, el Regente y el Superintendente
de la Real Aduana sobre todos, porque en un escrito propuso entro otras
cosas que la Universidad debía inscribirle en el catálogo de sus Docto]
con derecho a la propina si volviese alguna vez a la Nueva España.
Pero cuando llegó esta última carta a su destino, nuestro insigne
Clavijero ya había muerto, víctima de tenaz y prolongada dolencia, que
le hizo padecer mucho.
Los "continuados y violentos viajes y su vida estudiosa,"
traer la enfermedad de que sucumbió.
Ir
hicieron con
XVI
Volvía a Bolonia de Cesena, donde acababa de imprimir un librito
sobre la Virgen de Guadalupe, y donde también había impreso la Historia
Antigua, cuando comenzó a sentirse bastante enfermo, al grado que tardó
dos días en recorrer un corto camino. Refiere el Padre Maneiro que el mal
fué agravándose, pues no quiso llamar médicos, de cuyo arte siempre
desconfió y temiendo que le prohibiesen leer sus amados libros y le apartasen de sus favoritas ocupaciones.
Al cabo de cuatro años de penosos sufrimientos la enfermedad se agravó tanto, que tuvo que ponerse contra sus propósitos en manos de un facultativo hacia el mes de septiembre de 1786; aunque no tomaba nunca
las medicinas si previamente no se enteraba de su composición y virtudes;
y a ese fin estudiaba antes de ver al médico, que fué el famoso Dr. Jacobo
Calvio, quien salía admirado, así de la instrucción de su cliente, como de la
presencia de espíritu que siempre demostraba en tan críticas circunstancias.
El mal, que comenzó por la orina, resolvióse en "un tumor que en aquellos cuatro años se había formado y crecido." Causábanle horribles dolores,
tanto el padecimiento, como las curaciones médicas; impedíale el tumor las
funciones vitales, dañábale en el interior al infeccionarlo y debilitábale
por las frecuentes efusiones de sangre que le provocaba.
Varón
de la
Iglesia Católica, que siempre profesó,
con extraordinaria piedad y
resignación, descansó en el Señor el día 2 de abril de 1787," a la edad de
55 años, 6 meses y 24 días.
religioso
y
sabio, recibió todos los auxilios espirituales
"y
templo de San Cosme y San Damián de Bolonia; fué en seguida llevado y sepultado con toda solemnidad al de Santa Lucía, sito en la misma ciudad, y en tan severo acto, se hizo el elogio
de sus talentos y virtudes, en hermosas y elocuentes composiciones.
Muchos años después, un compatriota nuestro, don Agustín A. Franco,
buscaba en vano los restos del ilustre historiador, pero sus pesquisas no
dieron más fruto que informarle haber sido sepultados "en el sepulcro común de los Padres de la Compañía."
Expúsose su cadáver en
el
Sin embargo, con motivo de estas investigaciones, pudo hallar un
interesante documento en el archivo de la exparroquia de San Cosme y San
Damián, la partida del fallecimiento y entierro, que dice textualmente:
—
"Die 2 aprilis de 1787. R. D. Franciscus Xaverius filius legitimus
Joannis Clavijero, extinta Societate, natus in civitate dicta Vera Crux
in México, ann 55, mens 6., consuetis ómnibus extremis Sacramentis munitus, hora 21 hujus diei, obiit in communione S. M. E. reliquens moestissimum
fratem R. D. Ignatium, qui solemnia numera eidem exhibenda curavit.
Corpus ejus sequenti vespere e primo Palatio Quagnani in via Castilionis
cum funebri pompa ad Paroeciam hanc delatum, postquam sequenti mane,
pluribus sacrificiis in ejus animae expationem celebratis, solemnis exequiae habitae fuerunt, sepulchro in eadem Parochili Ecclesia Consignandum statum fuerat, petentibus vero Fratis nomine quibusdam extinctae societatis ad Ecclesiam Sanctae Luciae inter tenebras delatum fuit.
Emílianus Cattani. Parochus."
—
—
,
XVII
Nuestro citado compatriota Agustín A. Franco, inició entonces (18581860), colocar en la iglesia de Santa Lucía una lápida u otro monumento
dedicado a la memoria del esclarecido historiador; y si logró o no tan noble
propósito lo ignoramos: sólo hemos podido averiguar "que posteriormente
otro distinguido mexicano, el señor don José María Lafragua, durante su
permanencia en Italia, movido por un sentimiento patriótico, hizo colocar
una lápida en el sepulcro de nuestro eminente historiador."
AUTÓGRAFO DE CLAVIJERO
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Facsímil de una carta del abate Clavijero
y su contestación
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M'*
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sldc-tc
t
*s
%$o!SS
ia
Sobrescritos
<!«'
la
misma
padre Pedro Reales
II
BIBLIOGRAFÍA
A.— ESCRITOS HAGIOGRAFICOS
1.
—Memorias
edificantes
]
del
]
¡
Manuel
Br. D.
|
Joseph Clavigero,
|
recogidas por su
sacerdote del obispado
de la Puebla,
Hermano el P.
Clavigero, de la Compañía
Xavier Mariano
de Jesús.... Con las licenc.
En México: en la Oficina nueva de letra Antuerpiana, por
necessar.
Christóval, y Don Phelipe de Zúñiga, y Ontiveros.
Año de 1761.
|
|
|
)
|
|
|
|
i vol. 8.°
Nótese que en este opúsculo y en el que sigue, Clavijero se nombra
Xavier Mariano; en efecto, así escribía su nombre antes de ir a Italia,
y hasta entonces comenzó a llamarse siempre Francisco Xavier. En los
colegios donde desempeñó cátedras en la Nueva España y en los certificados que expidió a sus alumnos escribió su nombre de dos o tres maneras
diferentes.
—
2.
Compendio de la vida, muerte, y milagros de San Juan Nepomuceno,
escrita en lengua italiana.
Por el P. César Calino,
de la
Compañía de Jesús y traducido a la castellana por El P. Xavier Mariano
Clavigero, de la misma
Compañía.
(Adorno).
Con las licencias
Impreso en México, en la Imprenta del Real, y más antiguo
necessarias.
Colegio de
San Ildefonso. Año de 1762.
|
|
|
¡
|
|
|
|
|
|
|
\
i
|
|
1 vol. 8.°
Como podrá
observarse, ya en 1762 le era conocida la lengua italiana a Clavijero, lengua que traducía a la sazón, y en la cual, anos andando,
escribiría la Historia Antigua de México.
3.
1
— Elogio
vol. 8.°
de San Francisco Xavier. Impreso on
México,
L762,
XX
Este y el siguiente Elogio no los conocemos sino por referencias de
Beristáin en su Biblioteca.
— Elogio
de San Ignacio de Loyola, predicado en la Real Audiencia
de Guadalaxara. Impreso en México, 1766.
4.
vol. 4.°
1
B.— OBRAS HISTÓRICAS
ANTIGUA DE MÉXICO
5.—HISTORIA
Edición en italiano
Antica Del Messico Cavata Da' Migliori Storici SpagnuoDivisa
Da' Manoscritti, E Dalle Pitture Antiche Degl'Indiani:
E Corredata di Carte Geografiche, E di Varíe Figure;
Dieci Libri,
Dissertazioni
Sulla Terra, sugli animali, e sugli abitatori del Messi(Viñeta)
Opera Dell' Abate D. Francesco Saverio Clavigero.
5 a) Storia
in
E
co.
|
|
E
li,
¡
|
|
|
|
In Cesena
All'
Insegna
di
|
MDCCLXXX.
Pallade
4 vols. en 4.°
(Línea de adorno).
Con Licenza de'Superiori.
|
)
|
Per Gregorio Biasini
mayor:
Los tres primeros están impresos en 1780 y el cuarto volumen en
1781. Al fin del volumen tercero se inserta un índice General de las cosas
notables contenidas en la Historia Antigua de México, que no se ha reproducido en las ediciones castellanas.
Mientras no se publique el texto original de esta Historia, que escribió
en español Clavijero antes de traducirla al italiano, la mejor edición será
ésta, por ser obra de su autor, por haberla impreso bajo su cuidado, y por
contener la lección íntegra, correcta, sin las modificaciones que le han
hecho los traductores y editores posteriores.
Ediciones Castellanas.
— Historia
Megico:
Sacada De
Los Mejores Historiadores Españoles, Y De Los Manuscritos,
Y de Las Pinturas Antiguas de los Indios;
Dividida en Diez Libros:
Adornada con Mapas y
Estampas,
E ilustrada con Disertaciones sobre la Tierra, los Animales,
y los Habitantes de Mégico, Escrita por D. Francisco Saverio Clavigero;
Y traducida del Italiano Por José Joaquín de Mora. Londres: Lo publica R. Ackermann, Strand,
Y en su Establecimiento en Mégico: Asimismo En Colombia, En Buenos Aires, Chile, Perú y Guatemala. 1826.
5 b)
Antigua
de
|
|
|
|
|
|
|
¡
|
|
I
|
¡
¡
|
|
|
|
¡
|
|
2 vols. 4.°
Primera traducción castellana que se dio a la imprenta, y en la que
el Editor, no omitió gasto ni esmero para satisfacer dignamente los deseos
de sus amigos. En las estampas, no sólo se empleó un buril más fino
que el de la edición italiana, sino que se corrigieron muchos errores.
XXI
La traducción es bastante fiel y elegante, aunque no exenta de faltas
imperdonables en un autor tan distinguido como Mora, que dejó nada menos
que en la portada, nombres sin traducir como Saverio en vez de Xavier; y
por que falta la paciencia, al leer los nombres indígenas tan bárbaramente
escritos por seguir a la Academia, aunque puede decirse en su abono, que
él mismo confesó "haber luchado con grandes dificultades, y no sabe si
habrá tenido la dicha de vencerlas."
Discúlpelo también el amor con que demuestra su admiración a la
obra y al asunto.
"Por lo que hace al asunto en sí mismo, y a la obra dice sería inútil cuanto podría decirse acerca de su importancia, y del interés que debe
excitar en toda clase de lectores. Todo es grande, nuevo y admirable en
el cuadro de aquella nación, que en conciencia no deberían llamar bárbara
los que no pudieron ofrecerle como modelos, la suavidad de sus costumbres,
ni la generosidad de sus miras."
—
—
—
México y de su Conquista,
Sacada de
5 c)
Historia Antigua
de
mejores historiadores españoles, y de los manuscritos y pinturas de los
indios
Dividida en diez libros: Adornada con Mapas y Estampas,
E
ilustrada con Disertaciones
Sobre la Tierra, los Animales y los Habitantes
Escrita
Por D. Francisco J. Clavigero,
Y traducida del
de México
Italiano
por J. Joaquín de Mora.
México:
Imprenta de Lara, calle
1844.
de la Palma, núm. 4.
4.°
2 vols.
mayor.
|
los
|
|
|
|
|
|
Primera edición mexicana, aunque de traductor extranjero. El editor
Lara hizo algunas modificaciones a la impresión londinense de 1826. Colocó
la Noticia de los escritores de la Historia Antigua de México al fin del
volumen segundo, cuando en la original italiana y en la de Londres que
reproduce, figura al principio de la obra, lo mismo que la Advertencia sobre
medidas de longitud, que de nada sirve aquí al lector después de haber
leído toda la obra.
En cambio, modificó la pésima ortografía seguida por Mora en muchos
nombres mexicanos, pues en el afán de ajustarse el traductor servilmente
a la Real Academia Española, sin investigar cuáles voces se habían castellanizado y cuáles no, escribió Jochimilco por Xochimilco, Ijtliljóchitl por
Ixtlilxóchitl y así otras muchas por este tenor.
En esta primera edición mexicana se publicó el retrato de Clavijero
y algunas otras estampas y mapas que no se contienen ni en la impresión
italiana de Cesena, ni en la de Londres. Esta edición es la que ha servido
como original a la Dirección General de las Bellas Artes para hacer la
presente reimpresión, que ha estado bajo el exclusivo cuidado del Departamento Editorial, tanto en la elección de formato, tipos, papel, etc., como
en la corrección de pruebas y en las variaciones ortográficas que ha introducido.
—
Historia Antigua de Méjico,
Españoles,
Y de Manuscritos
5 d)
dores
|
¡
sacada de los
Mejores Historia
Pinturas Antiguas de los In
Y
XXII
de Cartas Geográficas y LitoDividida en diez libros. Adornada
Animales y Habitantes de
Tierra,
la
sobre
afías; ron Disertaciones
Por el abate don Francisco Javier
Obra escrita en italiano
Méjico.
Colegial
Por el Dr. D. Francisco Pablo Vázquez,
Traducida
Clavijero.
Antiguo del Eximio de San Pablo de Puebla y Maestre-Escuelas Dignidad
de la Santa Iglesia de dicha Ciudad.
Calle de Chiquis
Imprenta de Juan R. Navarro, Editor,
Méjico
dios.
|
|
\
|
|
¡
]
|
Núm.
1
6.
1853.
|
vol. 4.°
mayor.
Segunda edición mexicana de
xicano.
del
la
obra de Clavijero traducida por me-
—
"La edición que ofrecemos a nuestros lectores se dice en el Prólogo
Editor tiene además otros méritos: presentamos la traducción que de
—
dicha obra hizo el excelentísimo e ilustrísimo señor Vázquez, obispo de la
Puebla, cuyo nombre solo, es una garantía para los literatos y para los
amantes de la Historia. Este precioso manuscrito, que existía en poder
del venerable Cabildo de aquella mitra, y que generosamente nos ha cedido
y a quien lo cedió el señor traductor, lo hemos corregido gracias a la eficacia del ilustrísimo señor obispo actual, y a la del señor doctor canónigo,
dignidad de la misma Santa Iglesia, don Antonio Haro, a quienes tributamos
nuestra gratitud por el noble empeño con que han contribuido a secundar nuestras ideas para la publicación de esta obra tan interesante a los
mejicanos.
de la obra de que hablamos con la misma
redacción que tiene el original, y por lo que extrañarán nuestros lectores
no encontrar en ella los títulos que honraban últimamente al señor traductor, sino aquellos que tenía en el tiempo en que se dedicó a este trabajo
y cuya fecha ignoramos porque no consta en el original."
"Hemos dejado
la carátula
A pesar de las anteriores, precisas y claras manifestaciones del Edien una Biografía de Clavijero, escrita por el cubano José Miguel Macías
(Veracruz, 1883), e incurriendo en el mismo error de don Marcos Arróniz,
se niega que el Obispo Vázquez hiciera esta traducción y se le concede sólo
el título de anotador; y obcecado el autor por el error, lo prefiere a la verdad estampada en el Diccionario de Historia y Geografía por un erudito tan
competente como lo fué el señor don José Fernando Ramírez, quien en
el artículo respectivo consagrado a Clavijero, dice que se conservaban
entonces manuscritas dos traducciones de la Historia, una hecha por D.
Manuel Troncoso y Buenvecino y otra ilustrada con eruditas notas, por el
ilustrísimo Sr. don Francisco Pablo Vázquez, Obispo que fué de la Puebla
de los Angeles.
tor,
Respecto a todo lo que imagina don José Miguel Macías de las notas
que aparecen firmadas con la letra C y que atribuye a Vázquez, tanto el
Sr. don José María de Agreda, como el Sr. don Francisco del Paso y Troncoso, pudieron averiguar que el autor de ellas fué el notable naturalista
poblano don Antonio Cal y Bracho, y lo confirma el hecho de que esas notas,
calzadas con la letra mencionada, sólo aparecen en el libro consagrado a
la Historia Natural, y no en otros lugares.
Y ya que hemos hecho mención de las traducciones de Buenvecino y
XXIII
de Vázquez, es oportuno citar aquí otra que no menciona ninguno de los
que han escrito la vida de nuestro insigne historiador.
En la Gaceta Imperial de México, núm. 49, del 8 de enero de 1822,
consta que el R. P. don Miguel Frías, Rector del Nacional y muy Ilustre
Colegio de San Francisco de Sales de San Miguel el Grande, hoy de Allende en el Estado de Guanajuato, había traducido la Historia Antigua de
México de Clavijero, e invitaba a una subscripción para imprimirla a razón
de $ 3.50 cvs. el tomo, que llevaría de "fino buril todas las estampas que
trae el original y en el primer tomo el retrato y compendio de la vida
del autor."
La edición debe de haber quedado en proyecto, pues no hemos logrado
nunca encontrar una sola página de ella.
5 e)
— La tercera
edición mexicana, es reproducción de la versión hecha
por el señor Obispo Vázquez, y fué publicada en
titucional".— México 1861-1862.
4 vols.
8.°
sin
mapas
el
folletín de "El
Cons-
ni ilustraciones.
— La
cuarta edición mexicana fué impresa en Jalapa, el año de
1868, por Antonio Ruiz, y contiene la reproducción del texto traducido
en Londres por don José Joaquín de Mora.
5 f)
2 vols. 4.°
mavor.
— La
quinta edición mexicana, impresa por Dublán en México
año de 1883, como la anterior, es copia de la de Londres.
5 g)
2 vols. 4."
el
mayor.
Ediciones Inglesas
— The
México,
Collected from
Spanish and
Mexicans Historians,
from Manuscripts, and Ancient Paintings of the
Indians
Ilustrated by
Charts, and other Copper Plates.
To which are
added,
Critical Dissertations
on the
Land,
the Animáis, and Inhabitants of México
By Abbé D. Francesco Saverio Clavigero.
Translated
from the Original Italian,
By Charles Cullen, Esq. In two Volumes.
5 h)
History
of
'
|
I
|
|
'
|
Vol.
I.
(Vol. II).
|
London,
Printed for G. G.
J.
and
J.
Itol>inson,
No.
'_!•">,
PatiT-Xoster
MDCCLXXXVII.
Row
2
vols.
5
i)
.'i
vols.
4."
mayor.
— Reimpresa
narrow
en
8."
Richmond, Virginia, by W. Prichard,
1806.
—
XX V
I
printed for
2/ edición en London:
1807.
Shoe Lañe
by Joyce Gold,
5 j)-
yard,
2
Jotínson, St. Paul's Church-
J.
¡
vola.
1."
mayor.
— Otra
Published by Thomas Dobreimpresión en Philadelphia:
1817.
son. at the Stone House, No 41. South Second Street.
5 k)
|
maps.
3 vols. 8
Alemana
Edición
— Geschichte
Spanischen und mexicanischen
México aus
von
zum'álden der Indianer
schreiben, Handschriften und GeGeschichte
und durch Karten und Kupferstiche erláutert
samenrmengetragen
Beschaffenheit des
über die
Abhandlungen
cristischen
einigen
nebst
Landes, der Thiere und Ein wohner von México Ausdem Italienischen des
und
Abts Franz Xaver Clavigero der Ritter Cari Cullen ins Englische,
aus diesen mins Deutsche überstzt.
im Schwickertschen Verlage.
(1789-1790).
Leipzig,
2 vols. 8.° mapas.
5
1)
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Como puede
verse por
el título
que copiamos,
la
versión alemana es
traducción de la inglesa.
Traducciones en francés y en danés
m
—Aluden
a ellas, el autor de los preliminares del texto italiano en la Storia della California (1789); el P. Juan Luis Maneiro, en la
obra que intituló De Vitis Aliquot Mexicanorum (1792), y las dan como
impresas, todos los biógrafos de Clavijero.
5
y n)
El Dr. Beristáin, hablando del aprecio con que fué recibida la Storia
Antica del Messico, dice que los aplausos y elogios que le prodigaron,
"prueban tanto su mérito como el haberse traducido y publicado en francés, inglés, alemán; y no sé si también en lengua dinamarquesa,
agrega
pues en 1787 la compró para este efecto en Bolonia un literato de aquella
nación, contristado de haber encontrado ya difunto a nuestro autor," cuando había ido con el propósito de conocerle.
—
No
obstante estos testimonios, no hemos podido encontrar ejemplares
ni de la versión francesa ni de la dinamarquesa en las bibliotecas públicas
hemos buscado, ni en las numerosas bibliografías y
catálogos de libros de venta que hemos registrado. Casi nos atreveríamos
a negar que se hubiesen impreso, si no nos asaltara el escrúpulo de que
pueden ser hoy rarísimas.
y privadas en que
las
XXV
6.- HISTORIA
DE LA CALIFORNIA
Edición primera en italiano
— Storia
Opera postuma Del Nob. Sig. Abate
In Venezia, MDCCLXXXIX
D. Francesco Saverio Clavigero (Adorno)
(Bigote). Appresso Modesto Fenzo. Con Licenza de'Superiori, e privilegio.
2 vols. en 8.° y mapa.
6 a)
[
della California
|
|
|
|
|
|
|
|
J
|
Dos años después de la muerte del autor, la publicó su hermano don
Ignacio Clavijero, quien le acompañó en su vida religiosa, pues también
fué jesuíta, se embarcó con él cuando fueron expatriados, procuró siempre
honrarle, le cerró los ojos y le sepultó en Bolonia.
Edición segunda en castellano.
— Historia
Antigua o Baja California.
Obra Postuma
de la
de la Compañía de Jesús.
TraduDel Padre Francisco Javier Clavijero,
Por el presbítero don Nicolás García de San Vicente.
cida del italiano
Imprenta de Juan R. Navarro, Editor.
Méjico.
(Adorno)
1852.
6 h)
|
|
|
j
|
|
|
|
|
|
¡
1 vol. 4.°
mayor.
El título de la edición de Venecia está completamente cambiado. Entre otras cosas que dice el Editor en la especie de Advertencia que coloca
al principio, es
pertinente copiar las que siguen:
—
"La fama universal que tan distinguido escritor don Francisco Jatiene alcanzada por su Historia Antigua de México, nos disvier Clavijero
pensa de formar el elogio de la que ahora ofrecemos a nuestros suscritores. Las dificultades que halló Clavijero para publicar su grande obra en
—
castellano, las que al fin lo obligaron a renunciar a escribirla en aquella
lengua, hicieron sin duda que también escribiese en italiano la Historia
de la California, y nosotros tenemos la satisfacción de ser los primeros
que la presentamos vuelta a su idioma nativo.
"Dos traducciones hemos tenido a la vista para elegir la que había
La una de ellas fué trabajada por el presbítero don
Nicolás García de San Vicente, tan conocido entre nosotros por sus diversas obras elementales: débese la otra a don Diego
otros le llaman MaTroncoso y Buenvecino, autor también de una traducción inédita de
nuel
la Historia Antigua de México.
"Después de un detenido examen de ambas, hemos preferido la del
padre San Vicente por más exacta en lo .uvneral, y de mejor estilo. A
pesar de eso, una cuidadosa revisión nos ha hecho descubrir algunos yerros.
inevitables en trabajos de esa naturaleza y los hemos hecho desaparecer
de servir de texto.
—
—
valiéndonos a veces de interpretaciones
más
felices del señor Troncoso.
un Apéndice llt éste anadio
a su traducción, en el que refiere brevemente !<>s progresos de la Califor
nia desde la expulsión de los jesuítas hasta el ano de L796.
Aprovechamos también para
insertarlo al
fin,
'
<i
XXVI
"En nota al párrafo IX, del libro II, hemos colocado íntegra la licencia
autorización que el virrey conde de Moctezuma concedió en 1679 a los
padres Salvatierra y Kino para la sujeción de la California."
No reprodujo el Editor, en esta publicación, el mapa del original italiano, "porque formado casi de memoria en Europa y después de la muerte
del autor no merece confianza." Prometió en cambio dar otro de los modernos, pero no lo cumplió.
Completó Navarro, por otra parte, la obra de Clavijero, agregándole
además del pequeño apéndice de Troncoso, la Relación Histórica del Venepadre Fray Junípero Serra," escrita por su compañero el Padre
Fray Francisco Palou, por ser ella, más que la biografía de aquel venerable
religioso, la Historia de las primeras tentativas de colonización en la Alta
rable
California."
7.— COMPENDIO
DE LA HISTORIA DE LA VIRGEN DE G UADAL UPE
— Breve
ragguaglio della prodigiosa y rinomata immagine della
Madona de Guadalupe del Messico. Cesena. 1782. Por Gregorio Biasini.
1 vol. 8.° con una hermosa lámina.
Aunque apareció anónimo este compendio, en el que se refiere la tradición guadalupana y se hace la descripción de la imagen y del lemplo,
consta que fue escrita por Clavijero, por asegurarlo así el Padre Juan
Luis Maneiro en su obra intitulada De Vitis aliquot mexicanorum.
7 a)
8.— Edición singular de la
8 a.)
—Historia
historiadores
1 vol. 4.°
|
Por
—
—
de la
|
|
|
mayor con
HISTORIA ANTIGUA
Conquista de México
F. J. C.
|
—
Filadelfia
|
DE MÉXICO
Sacada de los mejores
Impresa por Mac-Clure
1840.
\
litografías.
Con este título y sin el nombre de nuestro ilustre historiador, en la
ciudad y año que figuran como pie de imprenta, un editor yanqui, que
seguramente tenía existencias del segundo tomo de la traducción de don
José Joaquín de Mora, impresa en México por Lara en 1844, hizo aparecerlo
como obra nueva trocando el verdadero título por la portada que hemos
copiado; pero basta comparar el papel y tipos de ella con el papel y caracteres de todo el volumen, para darse cuenta de la superchería de que
se valió a fin de engañar a sus compradores, ocultando al verdadero autor
de la obra bajo de sus iniciales, pensando así que no se descubriría, por lo
menos desde luego su embaucamiento, hijo de la más grosera especulación.
9.— Resumen y compendio de la
9 a)
el
— Resumen
Histórico
país de Anáhuac,
1 vol. 4.°
|
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
de las principales naciones
o virreynato
de
Nueva España.
que poblaron
|
|
|
¡
|
común.
Se publicó ilustrado con láminas al agua fuerte, tomadas de la edición
italiana de 1780, excepción del mapa, en la imprenta de doña María Fer-
XXVII
nández de Jáuregui, calle de Santo Domingo, año de 1803, como apéndice
del Sermón que predicó en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe
el Dr. don José Ignacio Heredia y Sarmiento.
Al terminar,
autor del sermón, a quien de seguro remordía la conmás o menos literalmente párrafos íntegros
del texto de la obra, escribió una Advertencia, en la que asegura lo siguiente, refiriéndose al Resumen: "aunque en varios puntos no concuerda con
lo que sobre su contenido han escrito muchos Historiadores de mérito,
cuya autoridad veneramos: está acorde en todo con lo que del mismo asunto
."
escribió el sabio Ex- Jesuíta veracruzano don Francisco Javier Clavijero.
el
ciencia por haber traducido
.
.
No
hubiera sido más honrado decir que el Resumen estaba hecho en
vista de la obra de Clavijero y no que estaba acorde en todo?
¿
9 b)
— Compendio
Buenrostro
j
México
|
j
Historia Antigua de México
Por
Felipe
de la
Tipografía Literaria
Núm. 5. Canoa. Núm. 5.
¡
|
—
—
|
1877.
1
vol. 4.°
común.
Más
censurable es el autor de este Compendio que Sarmiento. Buenrostro, en lo que él llama, Prólogo del Autor, dice: "Al ponerme a escribir un Compendio de la Historia Antigua de México, he creído que prestaba
un servicio a la juventud, recopilando los pasajes más notables.... (!)"
La recopilación consistió en compendiar servilmente, sin hacer ninguna investigación propia, ni juicios de su cosecha; pero como Sarmiento, también
al terminar la tarea, en el epílogo confiesa paladinamente su pecado, cuando escribe: "Por esto mismo me propuse compendiar la Historia escrita
por Clavijero, que en mi concepto es el que con más cordura e imparcialidad da cuenta de los episodios etc."
No
hubiera sido más cuerdo decir esto en el Prólogo o haber titulado
el libro, Compendio de la Historia Antigua de México del Abate Clavijero,
escrito por Felipe Buenrostro?
¿
C— ESCRITOS
DIVERSOS QUE DEJO ANÓNIMOS, UNOS PUBLICADOS
Y OTROS MANUSCRITOS
Los anónimos constan en la Biblioteca de escritores de la Compañía de
Jesús por Backer. Los manuscritos los menciona Beristáin, pero hay que
advertir que los tres últimos no los concluyó el autor, y, quizá, el titulado
Colonias Tlaxcaltecas quedó en proyecto, por lo que dice el I*. Maneiro.
—
10.
Certamen poético para la noche de Navidad del año de L753, presentando al Niño Jesús bajo la alegoría de Pan.
Se conservaba en la ex-biblioteca de la Universidad de México.
XXVIII
11.
— Cursus
12.
— Diálogo
philosophicus diu in Americanis gymnasis desideratus.
entre Fílateles y Paleófilo contra
el
argumento de auto-
ridad en la Física.
— Plan
13.
de una Academia de Ciencias y Bellas letras.
—Ensayo
de la Historia de N. E.
(Clavijero alude a esta obra en una nota al Libro VI de su Storia Antica, y refiriéndose a las cruces, dice: "De todos estos monumentos hablaré
14.
—
Historia Eclesiástica de México." Beristáin cambió por completo
título, pues Maneiro no habla de ningún Ensayo).
en
la
15.
—De
16.
—De las
los linajes nobles de la
Nueva España.
colonias de los tlaxcaltecas.
el
III
ICONOLOGÍA
De dos
retratos al óleo, que representan a Clavijero, tenemos noticia.
El primero se conserva en el Museo Nacional, y lo describe don Jesús Galindo y Villa en estos términos: "Dimensiones, Om. 94 x Om. 69. Es obra de
pincel italiano hecha en Roma, el año de 1779, según parece, pues está roto
el lugar del año y el del nombre del artista. Represéntasele con el traje de
la Compañía. En la mano izquierda tiene la figura un papel donde se lee
"Retrato del Abate Francisco Javier Clavijero, nació en Veracruz en 1731
y murió en Bolonia a 5 de abril de 1787." Debemos hacer observar que si
este retrato se pintó en 1779 no pudo entonces haberse puesto en el papel
la fecha de la muerte del distinguido historiador, pues éste murió posteriormente, y no el día 5 de abril, sino el 2, según consta en la partida de
defunción que hemos copiado en páginas anteriores. El segundo retrato
existía aún a mediados del siglo pasado en el extinguido Colegio de San
Gregorio; y al decir de los que lo vieron, y conocieron sin duda a Clavijero:
"la fisonomía expresaba bien las facciones, pero en obsequio de la verdad,
carecía de algunos rasgos que daban a aquél un carácter muy notable de
dignidad y nobleza." Aunque parecen dos retratos distintos, el del Museo
y el del Colegio de San Gregorio, es muy posible que sean uno mismo y
que el segundo haya pasado al Museo al extinguirse el Colegio.
Reproducciones más o menos modificadas en el parecido del rostro,
en la postura y en las dimensiones, se encuentran en varias de las ediciones de la Historia Antigua de México, en algunas obras biográficas y en
periódicos. En el Museo Mexicano de 1843, tomo III, pág. 498, apareció
una litografía, y otra, en la Historia de la Conquista de México por Prescott, edición de Cumplido, año de 1844, tomo I, pág. 35. Copias de grabado
en madera y de fotograbado, se publicaron en la obra México a tra\es de
los Siglos, tomo I, págs. LVI y CXXV de la primera y segunda edición,
respectivamente. Todos estos retratos parecen reproducción del oleo que
se conservaba en San Gregorio y representan a Clavijero de medio cuerpo.
Variantes de ellos, de medio busto y en litografía aparecieron al frente
de la Historia Antigua, editada por Lara en 1X11 y en la pág.
tomo
I, de la Conquista de Prescott, impresa por Vicente García Torres el mismo
•">•">,
—
Xxx
Otra variante en litografía de H. Iriarte, dibujo de S. Hernández,
quizá copia del óleo que existe en el Museo Nacional, se publicó en la obra
Hombres Ilustres Mexicanos, México, 1874, tomo III, pág. 59. Tales son
los originales que han servido para reproducir el retrato de Clavijero en
muchas obras del país y extranjeras que sería prolijo enumerar.
año.
OBRAS DE CONSULTA
Castro Agustín: Elogio del P. Francisco Javier Clavijero, jesuíta ameManeiro Juan Luis: De vitis aliquot mexicanorum.
ricano. Ferrara. 1787.
Cesena. 1792. Beristáin de Souza Dr. don José Mariano: Biblioteca Hispano Americana Septentrional. México. 1816. Veytia Mariano: Historia
Antigua de México. México. 1836. (Noticia biográfica del autor por F.
Ortega, págs. XXVIII a XXXII). Almazán Pascual: Ensayo literario.
Puebla. 1838. pág. 33 Diccionario de Historia y Geografía. México. 1853.
*
(Artículo Clavijero, firmado
* y que el Sr. Orozco y Berra dice fué
Arróniz Marcos: Manual de Bioescrito por don José Fernando Ramírez).
grafía Mexicana. París. 1857 Boletín de la Sociedad Mexicana de Geograa
fía y Estadística. México. 1862. 1.
época, tomo IX, pág. 261. (Artículo
intitulado: Noticias relativas al ilustre jesuíta mexicano don Francisco
Javier Clavijero. Zelis Rafael: Catálogo de los sujetos de la Compañía
de Jesús que formaban la Provincia de México el día del arresto, 25 de
junio de 1767. México. 1871. Hombres Ilustres Mexicanos. México 1874,
don Francisco Javier Clavijero, por Agustín R. González, tomo III, pág. 59.
José Miguel Macías: Biografía del egregio historiador, naturalista y poligloto, D. Francisco Javier Clavijero. Veracruz. 1883.
Sosa Francisco:
Mexicanos distinguidos. México. 1884. Peña y Reyes Antonio de la: Estudios biográficos y bibliográficos, don Francisco Javier Clavijero.
Un recuerdo a Clavijero (Artículos publicados en el Liceo Mexicano, tomo II,
núm. 1, pág. 4 (1886) y el mismo tomo, núm. 12, pág. 89. (1887). García
Cubas Arftonio: Francisco Javier Clavijero (Almanaque de "El Tiempo".
México. 1887, págs. 86 a 90, con un retrato). Backer: Bibliothéque des
ecrivains de la Compagnie de Jesús. Nouvelle edition par Charles Sommer-
—
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vogel. Bruxelles.
1890.
NOTICIA DE LOS ESCRITORES DE LA
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
SIGLO XVi
Hernán Cortés. Las cuatro larguísimas cartas escritas por este famoso conquistador a su soberano, Carlos V, que contienen la relación de
la Conquista y muchos datos preciosos sobre México y sobre los mexicanos, se han publicado en español, en latín, en italiano y en otros idiomas. (*)
(*) El Sr. García Icazbalceta publicó en el año de 1855, en lujosa y cuidada edición, la 5* carta
de Hernán Cortés, hasta entonces inédita, y la reimprimió en el año de 1865.
La nota bibliográfica de ambas ediciones es la siguiente:
Carta de Hernán Cortés Primera edición de 60 ejemplares impresa con caracteres del
siglo XVI Publicada según el manuscrito original por Joaquín García Icazbalceta Imprenta
particular del editor 13- calle del Factor núm. 3. 1855 16? (Con priuüegio. El Escudo de España 'Carta q". el muy ilustre señor don Hernando Cortés marqués <f. luego íué del Ualle = escribió
a la S. C. C. M. di. Emperador dádole quéta. de !o que cueiíia p' ueer e aquellas ptes. ed algunas
cossas é ellas acaescidas
(Fecha e la gráa ciudad d. Temestitá México de la nueva España, a. xv.
días del mes de Octubre de M. d. XXIV. Años ***
(Agora por pmera. vez impssa por su original
Año de M. dccc. lv.
Vuelta frente: S. C. C. M. (gótica) Texto hasta el folio xiv.— Colofón, el
mismo de la segunda edición, que se cita en seguida, con solo la variante: qual, ix dias de otubre
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M dccc. lv.
Carta de Hernán Cortés Edición de 70 ejemplares impresa en caracteres góticos del siglo
XVI publicada por Joaquín García Icazbalceta (Vileta) México En la Imprenta particular
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Manrique N. 5 1865.—23 edición.
Un vol. en 129 primorosamente impreso en papel cartoncillo, En la portada gótica, a negro y
rojo, se lee: (Con privilegio
'El escudo de armas de Carlos Vi
Esta es vna carta que el muy
ilustre señor don Hernando Cortés marqués que luego fué di Ualle eseriuio/fi la q' c' uenia p'
del Editor
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ueer e aquellas ptes: e de algunas cossas en ellas acaescidas. ((Fecha é la gran ciudad de Temistitan México d' la nueua España á XV dias del mes de otubre d' M. d. xxiv Años ((Agora
nueuamente impssa por su original.
A la vuelta. Al lkctor El año de 1855 imprimí, en letra gótica sesenta ejemplares de esta
carta de Cortés in 'dita hasta entonces y cuyo original poseo, Posteriormente la incluí en el tomo primero de la Colección de documentos para la Historia de Mé- xico, que publiqué en 1859;
y ahora por ha- berse acabado los primeros, se imprimen de nuevo sesenta ejemplares, tambien en letra gótica y numera- dos, de los que sólo diez se pondrán en venta
En la siguiente página empieza la carta con el correspondií ni
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ibezado S. C. C. M. donde comienza
también el folio hasta el xiv.
Al pie de la carta dice letra gótica
((A honrra e gloria de nuestro señor J<
Xpo: aquí se acaba la psente carta: la cual fue
impressa en la gran cibdad di Temí
tita México
ca
de Joaquín García icazbalceta, Acabo- se á xxv. dias ji mes d' agosto del año de M. dccc. \ ^ n Anos
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A la vuelta, en el colofón, la viñeta con el mote Otlum si ie lltterls mora est.
En MÉXICO ü En
la imprenta particular de Joaquín García Icazbalcel
isucosta ^ño de 1885. Letra gótica
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XXXII
se imprimió en Sevilla en 1522. Todas están bien escritas y
descubre modestia y sinceridad en la narración, pues ni exagera sus propios hechos, ni obscurece los ajenos. Si hubiera osado Cortés engañar a su rey, sus enemigos, que tantas quejas presentaron a la
corte contra él, no hubieran dejado de echarle en cara aquel delito.
Bernal Díaz del Castillo, soldado conquistador. La Historia verdadera
de la conquista de la Nueva España escrita por este militar se publicó
en Madrid el año de 1632, en un tomo en folio. A pesar del desorden de las
narraciones y de los descuidos del estilo, esta obra es muy estimada por
la sencillez y sinceridad que en toda ella lucen. El autor fue testigo ocular
de casi todo cuanto refiere; pero quizás no supo explicar muchas cosas
por su ignorancia, y quizás también echó en olvido otras, por haber escrito
muchos años después de la Conquista.
La primera
en ellas se
Alfonso de Mata y Alfonso de Ojeda, conquistadores y autores de
comentarios sobre la conquista de México, de que se valieron Herrera y
Torquemada. Los de Ojeda son más extendidos y estimados. Trató mucho
a los indios y aprendió su idioma, por haber tenido a su cargo las tropas
auxiliares de los españoles.
El Conquistador Anónimo. Así llamo al autor de una breve, pero curiosa y estimable relación, que se halla en la colección de Ramusio, con el
título de Relación de un gentilhombre de Hernán Cortés. No he podido
adivinar quién fuese este gentilhombre; porque ningún autor antiguo lo
menciona; pero sea quien fuere, es sincero, exacto y curioso. Sin hacer
caso de los sucesos de la Conquista, cuenta lo que observó en México acerca de los templos, casas, sepulcros, armas, trajes, comidas, etc. de los
mexicanos. Si su obra no fuera tan sucinta, ninguna otra le sería comparable en lo que respecta a las antigüedades mexicanas.
Francisco López de Gomara. La Historia de este docto español, escrita
con los datos que tuvo de boca de los conquistadores, y los que sacó de
las obras de los primeros religiosos que se emplearon en la conversión
de los mexicanos, se imprimió en Zaragoza en 1554, y es sensata y curiosa.
Fue el primero que habló de las fiestas, ritos, leyes y cómputo del tiempo
de los mexicanos; pero cometió errores que dependen de la inexactitud de
los datos que recogió. La traducción de esta obra en italiano, impresa en
Venecia en 1593, está tan llena de equivocaciones, que no puede leerse
sin fastidio. (1)
Toribio de Benavente, ilustre franciscano español y uno de los doce
primeros predicadores que anunciaron el Evangelio a los mexicanos. Es
conocido vulgarmente, por su evangélica pobreza, con el nombre mexicano Motolinia. Escribió en medio de sus tareas apostólicas la Historia de
los indios de Nueva España, dividida en tres partes. En la primera expone los ritos de su antigua religión; en la segunda, su conversión a la fe de
Cristo y su vida en el cristianismo, y en la tercera, razona sobre su carácter, sus artes y sus usos. De esta Historia, que forma un grueso tomo en
(1) En la colección de los primeros historiadores de América hecha por el Sr. Barcia,
publicada
en Madrid en 1749, se halla la historia de Gomara pero faltan muchas exprey
siones de este autor acerca del carácter del conquistador Cortés.
;
XXXIII
folio,
hay algunas copias en España. También
escribió
una obra sobre el
y otras no
calendario mexicano, cuyo original se conservaba en México,
menos útiles a los españoles que a los indios.
Andrés de Olmos, franciscano español de santa memoria. Este infatigable predicador aprendió las lenguas mexicana, totonaca y huazteca, y
de cada una escribió una gramática y un diccionario. Además de otras
obras trabajadas por él en favor de los españoles y de los indios, escribió
en castellano un tratado sobre las antigüedades mexicanas, y en mexicano
las exhortaciones que hacían los antiguos habitantes de aquel país a sus
hijos, de que doy un ensayo en el libro VII de esta Historia.
Bernardino Sahagún, laborioso franciscano español. Habiendo estado
la instrucción de los indios, supo con la
más de sesenta años empleado en
mayor perfección su lengua y su
historia.
Además
de otras muchas obras
compuestas por él, tanto en mexicano como en español, escribió, en doce
gruesos volúmenes en folio, un Diccionario universal de la lengua mexicana, que contenía todo lo relativo a la geografía, a la religión y a la historia política y natural de México. Esta obra de inmensa erudición y
trabajo, fue enviada al cronista real de América, residente en Madrid,
por el marqués de Villa Manrique, virrey de México, y no dudo que aún
se conservará en alguna librería de España. Escribió también la Historia
general de la Nueva España, en cuatro tomos, que se conservan manuscritos en la librería del convento de franciscanos de Tolosa de Navarra,
según afirma Juan de San Antonio, en su Biblioteca Franciscana.
Alfonso Zurita, jurisconsulto español y juez de México. Después de
haber hecho, por orden de Felipe II, diligentes investigaciones sobre el
gobierno político de los mexicanos, escribió en español una Compendiosa
relación de los señores que había en México y de su diversidad; de las leyes,
usos y costumbres de los mexicanos; de los tributos que pagaban, etc. El
original M. S. en folio, se conservaba en la librería del Colegio de San
Pedro y San Pablo de jesuítas de México. De esta obra, que está bien escrita, he sacado una gran parte de lo que escribo sobre el mismo asunto.
Juan de Tobar, nobilísimo jesuíta mexicano. Escribió sobre la historia
antigua de los reyes de México, de Acolhuacan y de Tlacopan, después de
haber hecho grandes investigaciones por orden del virrey de México, D.
Martín Enríquez. De estos M. SS. se sirvió principalmente el P. Acosta,
en lo que escribió sobre las antigüedades mexicanas, como él mismo asegura.
José de Acosta, ilustre jesuíta español, muy conocido por sus escritos
en el mundo literario. Este grande hombre, después de haber vivido muchos años en ambas Américas, e informádose de hombres inteligentes en
las costumbres de aquellas naciones, escribió en español la Historia natural
y moral de las Indias, que se imprimió por primera vez en Sevilla en 158LÍ,
se reimprimió en Barcelona en 1591, y después fue traducida en muchas
lenguas de Europa. Esta obra está sensatamente escrita, sobre todo en Lo
relativo a las observaciones físicas sobre el clima de América; pero ea
sucinta, defectuosa en muchos artículos y contiene algunos errores acerca
de la historia antigua.
XXXIV
Fernando Pimentel Ixtlilxochitl, hijo de Coanacotzin, último
Acolhuacan, y Antonio de Tobar Cano Motezuma Ixtlilxochitl,
diente de las dos casas reales de México y de Acolhuacan. Estos
ñores escribieron, a petición del conde Benavente y del virrey de
rey de
descendos se-
México
D. Luis de Velasco, algunas cartas sobre la genealogía de los reyes de
Acolhuacan y sobre otros puntos de la historia antigua de aquel reino, que
se conservaban en dicho colegio de jesuítas.
Antonio Pimentel Ixtlilxochitl, hijo del Sr. D. Fernando Pimentel.
Escribió las Memorias históricas del reino de Acolhuacan, de que se sirvió
Torquemada, y de ellas se ha tomado el cómputo que cito en el libro IV
sobre el gasto anual que se hacía en el palacio del famoso rey Nezahualcoyotl, de quien el autor descendía.
Tadeo de Niza, noble indio tlaxcalteca. Escribió en mexicano unos
Comentarios históricos que contenían la narración de todos los sucesos
de los mexicanos desde el año 1243 de la Era vulgar, hasta el 1589.
Pedro Ponce, noble
una Relación de
tellano
indio,
párroco de Tzompahuacan. Escribió en casde los ritos del gentilismo mexicano.
los dioses y
Los señores de Colhuacan. escribieron los Anales de aquel reino. Una
copia de esta obra se halla en la ya mencionada librería de jesuítas.
Cristóbal de Castillo, mestizo mexicano. Escribió la historia del viaje
de los aztecas o mexicanos, al país de Anáhuac, cuyo M. S. se conservaba
en la librería de jesuítas de Tepozotlán.
Diego Muñoz Camargo, noble mestizo tlaxcalteca. Escribió en español
la Historia de la República y de la ciudad de Tlaxcala. De esta obra se
sirvió Torquemada, y hay muchas copias de ella tanto en España como en
América.
Fernando de Alba Ixtlilxochitl, tezcocano, descendiente por línea recta
de los reyes de Acolhuacan. Este noble indio, versadísimo en las antigüedades de su nación, escribió, a petición del virrey de México, muchas obras
eruditas y apreciables, a saber: I. La Historia de la Nueva España. II. La
Historia de los Señores Chichimecas. III. Un Compendio histórico del reino
de Tezcoco. IV. Unas Memorias históricas de los toltecas y de otras naciones de Anáhuac. Todas estas obras, escritas en castellano, se conservan en la
librería de los jesuítas de México, y de ellas he sacado muchos materiales
para mi Historia. El autor fue tan cauto en escribir, que para alejar la
menor sospecha de ficción, hizo constar legalmente la conformidad de sus
narraciones con las pinturas históricas que había heredado de sus ilustres
antepasados.
Juan Bautista Pomar, tezcocano
o cholulteca, descendiente de
un bas-
tardo de la casa real de Tezcoco. Escribió memorias históricas de aquel
reino, de que se sirvió
Torquemada.
Domingo de San Antón Muñoz Chimalpain, noble
indio de México. Es-
mexicano cuatro obras muy apreciadas por los inteligentes: I. Una
Crónica Mexicana, en que se contienen todos los sucesos de aquella nación desde el año 1068 hasta el 1597 de la Era vulgar. II. La Historia de
la conquista de México por los españoles. III. Relaciones originales de los
reinos de Acolhuacan, México y otras provincias. IV. Comentarios históricos,
que comprenden desde el año de 1064 hasta el 1521. Estas obras, que he
cribió en
XXXV
deseado mucho poseer, están en la librería de los jesuítas de México. Boturini tuvo copias de ellas, como de todos los escritos de los indios que
he citado. La Crónica se hallaba también en la librería del colegio de
San Gregorio de México.
Fernando de Alvarado Tezozomoc, indio mexicano. Escribió en español
una Crónica Mexicana, hacia el año de 1598, que se conservaba en la misma
librería de jesuítas.
Bartolomé de Las Casas, famoso dominicano español, primer obispo
de Chiapas, y sumamente benemérito de los indios. Los terribles escritos
presentados por este venerable prelado a Carlos V y a Felipe II, en favor
de los indios y contra los españoles, impresos en Sevilla, y por odio a la
España, traducidos a porfía en todas las lenguas de Europa, contienen
algunos puntos de la historia antigua de México; pero tan desfigurados y
alterados, que es imposible apoyarse en el testimonio del autor, aunque
tan apreciable por otros títulos. El fuego del celo que lo consumió, exhaló
humo mezclado con la luz, esto es, lo falso mezclado entre lo verdadero: (1)
no por deseo de engañar a su rey ni al público, porque sospechar en él una
intención torcida, sería injuriar su virtud reconocida y reverenciada aun
por sus enemigos, sino porque no habiendo estado presente a lo que cuenta
de México, se fió demasiado de las relaciones de otros, como he hecho
ver en mi Historia. Mucho más útiles serían dos grandes obras escritas
por el mismo prelado, y que hasta ahora no han visto la luz pública, a
saber: I. Una Historia apologética del clima y de la tierra de los países
de América, con pormenores sobre los usos y costumbres de los americanos
sometidos al dominio de los Reyes católicos. Este manuscrito, compuesto de
830 pliegos en folio, se conservaba en la librería de los dominicos de VaUadolid, donde lo leyó Remesal, como él mismo dice en su Crónica de los
Dominicos de Guatemala y Chiapa. II. Una Historia general de América,
en tres tomos en folio. Una copia de esta obra se hallaba en la librería
del conde de Villaumbrosa, en Madrid, donde la vio Pinelo, como afirma
en su Biblioteca Occidental. También vio dos tomos de la misma en el célebre archivo de Simancas, que ha sido sepulcro de muchos preciosos
M. SS. sobre América. Otros dos tomos se hallaban en Amsterdam, en la
librería de Jacobo Kricio.
Agustín Dávila y Padilla, noble e ingenioso dominicano de México,
predicador de Felipe III, cronista real de América y arzobispo de la isla
de Santo Domingo. Además de la Crónica de los Dominicos de México, publicada en Madrid en 1596 y de la Historia de la Nueva España y de la
Florida, publicada en Valladolid en 1632, escribió la Historia Antigua de
los mexicanos, sirviéndose de los materiales recogidos por Fernando Duran, dominicano de Tezcoco; pero esta obra no se halla.
El Dr. Cervantes, deán de la Iglesia Metropolitana de México. El cronista Herrera alaba las Memorias Históricas de México, escritas por este
literato; pero nada más sabemos.
(ll
Epifanio
:
accidisse reperitur) dum ardcntiorc studio in hostes invchitur. vehcmcntiorc ímpetu
contrariam partem actus, lincam videatur aliquantulum veritatis csso traniffresim<
ftaepe
in
León Pinelo aplica a Las Casas lo que el cardinal Baronio dice de San
Caeterum condonandum illi, si (quod alus sanct issimis atque erudissimis viris
El erudito
XXXVI
Antonio de Saavedra Guzmán, noble mexicano. En su navegación a
España compuso en veinte cantos, la Historia de la Conquista de México y
la publicó en Madrid con el título español del Peregrino Indiano, en 1599.
Esta obra debe contarse entre las históricas, pues sólo tiene de poesía
el
verso.
Pedro Gutiérrez de Santa Clara. De los M. SS. de este autor se sirvió
Betancourt para su Historia de México; pero nada sabemos del título, ni
de la naturaleza de la obra, ni de la patria del autor, aunque sospecho que
sea indio.
SIGLO XVII
Antonio de Herrera, cronista real de las Indias. Este sincero y juicioso
autor escribió, en cuatro tomos en folio, ocho Décadas de la Historia de
América, empezando desde el año de 1492, y una Descripción geográfica
de las colonias españolas en aquel Nuevo Mundo. Esta obra se imprimió
por primera vez en Madrid, a principios del siglo pasado; se reimprimió en
1730 y después fue traducida en muchas lenguas de Europa. Aunque el
principal intento del autor fuese contar los hechos de los españoles, no por
esto descuidó la historia antigua de los americanos; mas por lo que respecta a México, copia la mayor parte de los datos de Acosta y Gomara. Su
método, como el de la mayor parte de los analistas, no agrada generalmente a los aficionados a la historia, pues a cada paso se halla interrumpida la narración con la de otros sucesos diferentes.
Enrico Martínez, autor extranjero, aunque de apellido español. Después de haber viajado por la mayor parte de Europa, y vivido muchos
años en México, donde fue útilísimo por su gran pericia en las matemáticas, escribió la Historia de la Nueva España, que se imprimió en México en 1606. En la historia antigua sigue las trazas de Acosta; pero contiene observaciones astronómicas y físicas importantes para la geografía
y para la historia natural de aquellos países.
Gregorio García, dominicano español. Su famoso tratado sobre el orígen de los americanos, publicado en Valencia en 1607, y después aumentado y reimpreso en Madrid en 1729, es una obra de inmensa erudición,
pero casi enteramente inútil, pues poco o nada sirve para averiguar la verdad. Los fundamentos de su opinión sobre el origen de los americanos,
son por lo común, débiles conjeturas sobre la semejanza de algunos usos,
y voces que muchas veces altera.
Juan de Torquemada, franciscano español. La Historia de México, esél, con el título de Monarquía Indiana, publicada en Madrid por
años de 1614, en tres grandes tomos en folio, y después reimpresa en
crita por
los
1724, es, con respecto a las antigüedades mexicanas, la
más completa
de
publicadas hasta ahora. El autor vivió en México desde su juventud
hasta su muerte; supo muy bien la lengua mexicana; trató más de cincuenta años con aquellos habitantes; empleó veinte en escribir su obra
y reunió un gran número de pinturas antiguas y de excelentes M. SS. Mas
a pesar de tantas ventajas y de su aplicación y diligencia, muchas veces
se manifiesta falto de memoria, de crítica y de gusto, y en su Historia
las
XXXVII
se descubren
grandes contradicciones, especialmente en la parte cronológica, narraciones pueriles y una gran abundancia de erudición superflua;
de modo que se necesita una buena dosis de paciencia para leerla. Sin embargo, como hay en ella muchas cosas preciosas, que en vano se buscarían en otros autores, me ha sido necesario hacer con ella lo que Virgilio
hizo con las obras de Ennio, esto es, buscar las perlas entre el estiércol.
Arias Villalobos, español. Su Historia de México que comprende desdela fundación de la Capital, hasta el año de 1623, escrita en verso e impresa
allí aquel mismo año, es obra de poco mérito.
Cristóbal Chávez Castillejo, español. Escribió hacia el año de 1632,
un tomo en folio sobre el origen de los indios y sobre sus primeras colonias en Anáhuac.
Carlos de Sigüenza y Góngora, célebre mexicano, profesor de matemáticas en la Universidad de México. Este grande hombre es uno de los que
más han ilustrado la historia dé aquellos países, pues hizo a sus expensas
una grande y escogida colección de M. SS. y pinturas antiguas, y empleó
la mayor diligencia y constancia en explicarlas. Además de muchas obras
matemáticas, críticas, históricas y poéticas, compuestas por este americano,
algunas de las cuales han visto la luz pública en México y fueron impresas
desde el año de 1680 hasta el de 1693, escribió en español: I. La Ciclografía
mexicana, obra de gran trabajo, en la cual, por el cálculo de los eclipses
y de los cometas señalados en las pinturas mexicanas, ajustó sus épocas a
las nuestras, y sirviéndose de buenos documentos, expuso el método que
ellos tenían de contar los siglos, los años y los meses. II. Historia del Imperio de los Chichimecas, en la cual exponía lo que había hallado en los
M. SS. y en las pinturas, acerca de las primeras colonias que pasaron
del Asia a la América y sobre los sucesos de las naciones más antiguas
establecidas en Anáhuac. III. Una larga y muy erudita disertación sobre
la promulgación del Evangelio en Anáhuac, que atribuye al apóstol Santo
Tomás, apoyándose en las tradiciones de los indios, en las cruces halladas
y veneradas en México y en otros monumentos. IV. La Genealogía de los reyes mexicanos, en la cual refería la serie de ellos desde el siglo VII de
la Era cristiana. V. Unas anotaciones críticas sobre las obras de Torquemada y de Bernal Díaz. Todos estos preciosos escritos, que hubieran sido
de gran utilidad para mi Historia, se perdieron por descuido de los herederos de aquel docto escritor, y sólo quedan algunos fragmentos conservados
en las obras de otros autores contemporáneos, como Gemelli, Betancourt
y Florencia.
Agustín de Betancourt, franciscano, de México. Su Historia antigua y
moderna de México, publicada en aquella capital en 1698, en un tomo en
La a
folio, con el título de Teatro Mexicano, no es más, por lo que r<
la historia antigua, que un compendio de la de Torquemada, escrita muy
de prisa y con poca corrección.
Antonio Solís, cronista real de América. La Historia de la conquista
de Nueva España, escrita por este cultísimo e ingenioso españ >1, par" e
más bien un panegírico que una historia. Su lenguaje es puro y eleganl ;
pero el estilo afectado, las sentencias alambicadas y las arengas sa :adas
de su imaginación. Como no buscaba lo verdadero, sino lo holló, contradice
XXXVIII
muchas veces a
los autores más dignos de fe, y aun al mismo Cortés, cuyo
panegírico escribe. En los tros últimos libros de mi Historia, advierto algunos errores de este célebre escritor.
SIGLO
XVIII
Pedro Fernández del Pulgar, docto español, sucesor de Solís en el empleo de cronista. La Verdadera Historia de la conquista de Nueva España
que compuso, se halla citada en el prefacio de la nueva edición de Herrera, pero no la he visto. Probablemente emprendería su trabajo para enmendar los errores de su antecesor.
Lorenzo Boturini Benaducci, milanés. Este curioso y erudito extranMéxico en 1736, y deseoso de escribir la historia de aquel país,
hizo, en los ocho años de su permanencia en él, las más diligentes observaciones acerca de sus antigüedades; aprendió medianamente la lengua mexicana; trabó amistad con los indios para comprarles sus pinturas y adquirió copias de muchos documentos preciosos que estaban en las librerías
de los conventos. El museo que formó de pinturas y M. SS. antiguos, fue
copiosísimo y selecto, el mejor quizás que ha existido después del de Sigüenza; mas antes de poner mano a la obra, fue despojado, por la desconfianza de aquel gobierno, de todas sus preciosidades literarias y enviado
a España, donde, justificado completamente de toda sospecha contra su
honor y fidelidad, pero sin poder obtener lo que se le había quitado, publicó
en Madrid en 1746, en un tomo en cuarto, un ensayo de la gran historia
que meditaba. En él se hallan noticias importantes no publicadas hasta
entonces; pero también hay errores. El sistema de historia que había formado era demasiado magnífico y fantástico.
jero pasó a
Además de estos y otros escritores españoles
anónimos cuyas obras son dignas de mención por
hay algunos
importancia de su
asunto, tales son: I. Ciertos anales de la nación tolteca pintados en papel
y escritos en lengua mexicana, en los cuales se da cuenta del viaje y de
las guerras de los toltecas, de sus reyes, de la fundación de Tollan, su
metrópoli, y de todos sus sucesos hasta el año 1547 de la Era vulgar.
II. Ciertos comentarios históricos en mexicano sobre los sucesos de la nación azteca o mexicana, desde el año 1066 hasta el 1316, y otros, también
en mexicano, desde 1367 hasta 1509. III. Una Historia mexicana en la misma
lengua, que llegaba hasta 1406, en la cual se trataba de la llegada de ios
mexicanos a la ciudad de Tollan en 1196, según digo en mi Historia. Todos
estos M. SS. estaban en el precioso museo de Boturini.
No hago mención de los que escribieron sobre las antigüedades de Michuacan, Yucatán, Guatemala y el Nuevo México, porque estos países no
pertenecieron al Imperio mexicano, cuya historia escribo. Hago mención
de algunos autores de historias antiguas del reino de Acolhuacan y de la
República de Tlaxcala, porque sus sucesos están más ligados con los de los
mexicanos.
Si quisiera afectar erudición, pondría aquí un catálogo bastante largo
de los franceses, ingleses, holandeses, italianos, flamencos y alemanes, que
han escrito directa o indirectamente sobre la historia antigua de aquel
e
la
indios,
XXXIX
imperio; pero habiendo yo leído muchas de sus obras para auxilio de la
mía, ninguna he hallado que pudiera serme de la menor utilidad, sino
las de Gemelli y Boturini, que por haber estado en México y por haber
adquirido de los mexicanos, pinturas y documentos acerca de su antigüedad, han contribuido en cierto modo a ilustrarla. Todos los otros o han
copiado lo que habían escrito los autores españoles, o han desfigurado los
hechos para hacer más odiosos a los conquistadores, como lo han hecho
Mr. de Paw en sus Investigaciones Filosóficas sobre los americanos, y Mr. de
Marmontel en sus Incas.
ninguno es más célebre que el inglés Tomás Gage, que veo citado por muchos como oráculo, aunque no hay
ninguno que mienta con más descaro. Otros se empeñan en propagar fábulas, movidos por alguna pasión, como el odio, el amor o la vanidad;
pero Gage miente sólo por mentir. ¿Qué interés pudo inducirlo a decir que
los capuchinos tenían un hermoso convento en Tacubaya; que en Xalapa se
erigió en su tiempo un obispado con renta de 10,000 pesos; que de Xalapa
pasó a la Rinconada y de allí a Tepeaca en un día, que en esta ciudad hay
gran abundancia de anona y de chicozapote; que esta fruta tiene un hueso
mayor que una pera; que el desierto de los carmelitas está al N. E. de la
Capital; que los españoles quemaron la ciudad de Tinguez en la Quivira
y que después la reedificaron y habitaron; que los jesuítas tenían allí un
colegio y otras mil mentiras groseras que se ven en cada página y que
excitan risa y enojo en los lectores que conocen aquellos países?
Los más famosos y estimados de los escritores modernos sobre las cosas de América, son Raynal y Robertson. El primero, además de sus grandes equivocaciones sobre el estado presente de México, duda de todo cuanto
se dice acerca de su fundación y de su historia antigua. "Nada es lícito
afirmar, dice, sino que el Imperio mexicano estaba regido por Moteuczoma
cuando llegaron allí los españoles." Esto se llama hablar con franqueza y
como un filósofo del siglo XVIII. ¡Conque nada es lícito afirmar! ¿Y por
qué no dudaremos también de la existencia de Moteuczoma? Si es lícito
afirmar esto, porque consta por el testimonio de los españoles que vieron
a aquel monarca, ellos mismos testifican otras muchísimas cosas relativas
a la historia de México, que también vieron y que ha confirmado después
Entre
los historiadores extranjeros,
testimonio de los indios. Es lícito, pues, afirmar estas cosas, como la
existencia de Moteuczoma, o también se debe dudar de ésta. Y si hay motivos para poner en duda la historia antigua de México, lo mismo debe decirse
de la de todas las naciones del mundo, pues no es fácil hallar otra en que
los sucesos se apoyen en la autoridad de mayor número de historiadores,
ni sabemos que en algún otro pueblo se haya promulgado una ley tan rigorosa contra los historiadores embusteros, como la de los acolhuas que
cito en el libro VII de mi Historia.
el
El Dr. Robertson, aunque más moderado que Raynal en la desconfianza
de la historia y mejor provisto con libros y M. SS. españoles, cae en muchos
errores y contradicciones, por haberse querido infernar más en el conocimiento de América y de los americanos. Para quitarnos toda esperanza
de tener una mediana noticia de las instituciones y de los usos de los
mexicanos, exagera la ignorancia de los conquistadores y los estragos
XL
hechos en los monumentos históricos de aquella nación por la superstición de los primeros misioneros. "Por causa, dice, de este celo excesivo de
los frailes, se perdió totalmente la noticia de los hechos antiguos, consignados en aquellos rudos monumentos y no quedó traza alguna del gobierno
del Imperio y de sus antiguas revoluciones, sino la que provenía de la
tradición o de algunos fragmentos de las pinturas antiguas que escaparon
de las bárbaras investigaciones de Zumárraga. La experiencia de todos los
pueblos demuestra que la memoria de las cosas pasadas no puede ser largo
tiempo conservada, ni fielmente transmitida por la simple tradición: las
pinturas mexicanas que se supone haber servido de anales a su Imperio,
son pocas y de ambiguo significado, así, en medio de la incertidumbre de
la una y de la obscuridad de las otras, estamos obligados a tomar lo poco
que dan de sí los mezquinos materiales que se hallan esparcidos en los
escritores españoles." Pero en todo esto se engaña el autor. I. No son
tan mezquinos los materiales que se hallan en los escritores españoles, que
no se pueda formar con ellos una buena, si no completa historia de los
mexicanos, como consta a todo el que los consulta con imparcialidad; basta
saber escoger y separar el grano de la paja. II. No es necesario valerse de
los materiales esparcidos en los escritos de los españoles, habiendo tantas
memorias e historias escritas por los mismos indios, de que no tuvo noticia
Robertson. III. No son pocas las pinturas históricas que se preservaron de
las indagaciones' de los primeros misioneros, sino con respecto al increíble
número de ellas que antes había, como se ve en mi Historia, en la de Torquemada y en otros muchos escritores. IV. Tampoco son estas pinturas de
ambiguo significado si no es para Robertson y para todos los que no
entienden los caracteres y las figuras de los mexicanos, ni conocen el método que tenían de representar las cosas, como son de ambiguo significado nuestros escritos para los que no saben leer. Cuando los misioneros
hicieron el lamentable incendio de las pinturas, vivían muchos historiadores
acolhuas, mexicanos, tepanecas, tlaxcaltecas, etc. los cuales se aplicaron
a reparar aquella pérdida, como en parte lo obtuvieron, o haciendo nuevas
pinturas, o sirviéndose de nuevos caracteres que habían aprendido o instruyendo verbalmente a los mismos predicadores acerca de sus antigüedades a fin de que pudiesen conservar aquellas noticias en sus escritos,
como lo hicieron Motolinia, Olmos y Sahagún. Es, pues, absolutamente
falso que se perdiese de un todo la noticia de los hechos antiguos. También
es falso que no quedaron trazas de las revoluciones y del gobierno del Imperio, sino las que había conservado la tradición. En mi Historia, y aun
más, en mis Disertaciones, manifiesto muchos errores de los que se hallan
en la obra de aquel escritor y en las de otros extranjeros. De estos desbarros podrían formarse volúmenes.
No
satisfechos algunos autores con sus desaciertos escritos,
han
co-
rrompido también la historia de México con falsas imágenes y mentiras,
grabadas en cobre, como las del famoso Teodoro Bry. En la obra de Gage,
en la Historia de los viajes de Prevost y en otras, se representa un hermoso
camino, hecho sobre el lago, para ir de México a Tezcoco, lo cual es ciertamente un enorme despropósito. En la gran obra intitulada La Galerie
XLI
agréable du monde, se representan los embajadores enviados a
México, montados en elefantes. Esto es mentir en grande.
la corte
de
PINTURAS
No es mi intento dar aquí el catálogo de todas las pinturas mexicanas
que se salvaron del incendio de los primeros misioneros, ni de las que después hicieron los historiadores indios del siglo XVI y de que se valieron los
escritores españoles, pues esta enumeración sería no menos inútil que
fastidiosa al público. Sólo trato de dar una indicación de algunas colecciones
cuya noticia puede ser útil a los que quieran escribir la historia de aquellos países.
La Colección de Mendoza. Así se llama la colección de 63 pinturas,
mandada hacer por el primer virrey de México D. Antonio de Mendoza, a las
que también mandó hacer sus respectivas explicaciones en lengua mexicana
y española, para enviarlas al emperador Carlos V. El buque en que iban
fue apresado por un corsario francés y llevado a Francia. Las pinturas
fueron a parar a manos de Thevenot, geógrafo del rey, a cuyos herederos
las compró por una gran suma, Hakuit, capellán del embajador inglés en
I.
Pasaron a Inglaterra y la explicación fue traducida por
Locke (diferente del famoso metafísico del mismo nombre), por orden de
Walter Raleigh, y finalmente, publicada a ruegos del erudito Enrique
Spelman, por Samuel Purchas, en el tomo III de su colección. En 1692 se
publicaron en París, con la interpretación francesa de Melquisedec Thevenot,
en el tomo II de su obra intitulada Relation de Divers Voyages Curieux.
Las pinturas eran 63, como ya he dicho; las 12 primeras contenían la fundación de México y los años y las conquistas de los reyes mexicanos;
las 36 siguientes representaban las ciudades tributarias de aquella corona,
la cantidad y calidad de sus tributos, y las 5 últimas, incluían algunos pormenores sobre la educación y el gobierno de los mexicanos. Pero debe
advertirse que la edición de Thevenot es defectuosa. En las copias de las
pinturas XI y XII se ven cambiadas las figuras de los años, pues las figuras
pertenecientes al reinado de Moteuczoma II se ponen en el de Ahuitzotl, y
viceversa; faltan enteramente las pinturas XXI y XXII, y las de la mayor parte de las ciudades tributarias. El P. Kirker publicó una copia de la
primera pintura, sacándola de la obra de Purchas, en su OEdipus AEgyptiacus. Yo he estudiado diligentemente esta Colección y me ha sido útil para
aquella
corte.
la Historia.
Vaticano. El P. Acosta hace mención do ciertos
anales mexicanos, pintados, que en su tiempo estaban en la Biblioteca del
Vaticano. No dudo que existan todavía, en vista de la suma y loable curiosidad de los italianos en conservar los monumentos antiguos, mas no h<
tenido tiempo de ir a Roma para examinarlos y estudiarlos.
II.
III.
La Colección
del
La Colección de Viena. En
la
librería
Imperial de aquella corte
"Por ¡ma ñola, dice Robertson, que se
halla en este código mexicano, se echa de ver que fue un regalo hecho
por Manuel, rey de Portugal, al papa Clemente VII. Después «le haber pa
sado por manos de muchos ilustres propietarios, cayó en las del cardenal
se conservan ocho pinturas mexicanas.
XLII
de Sajonia, Eisenach, que lo regaló al emperador Leopoldo." El mismo emperador da en su Historia de América la copia de una de aquellas pinturas,
en cuya primera parte se representaba un rey que hace la guerra a una
ciudad, después de haberle enviado una embajada. Descúbrense varias figuras de templos y otras de años y días; mas por lo demás, siendo una copia
sin color y careciendo las figuras humanas de aquellas señales que en otras
pinturas mexicanas dan a conocer las personas, es imposible acertar en su
significado. Si Robertson hubiese publicado las otras siete copias que le
fueron enviadas de Viena, quizás podrían entenderse todas.
La Colección de Sigüenza. Este doctísimo mexicano, como aficionado
al estudio de las antigüedades de su patria, reunió un gran número de pinturas escogidas, parte compradas a subido precio, y parte que le dejó en
su testamento el noble indio D. Juan de Alba Ixtlilxochitl, que las había
IV.
heredado de sus progenitores, los reyes de Tezcoco. Las imágenes del siglo
mexicano y del viaje de los aztecas y los retratos de los reyes mexicanos
que publicó Gemelli en su VI tomo de su Vuelta al Mundo, son copias de las
pinturas de Sigüenza, que vivía en México cuando llegó allí Gemelli. (1)
La figura del siglo y del año mexicano es, en substancia, la misma que más
de un siglo antes había publicado en Italia Valadés en su Retórica Cristiana.
Sigüenza, después de haberse servido de aquellas pinturas para sus eruditas obras, las legó por su muerte al colegio de San Pedro y San Pablo
de jesuítas de México, juntamente con su escogidísima librería y sus excelentes instrumentos de matemáticas; allí vi y estudié el año de 1759 algunos
volúmenes de aquellas pinturas, que contenían las penas prescritas por las
leyes mexicanas contra ciertos delitos.
V. La Colección de Boturini. Esta preciosa colección de antigüedades
mexicanas, secuestrada por el suspicaz gobierno de México, a su laborioso
y erudito dueño, se conserva en gran parte en el archivo del virrey. Yo vi algunas de aquellas pinturas que contenían varios hechos de la Conquista y
algunos hermosos retratos de los reyes mexicanos. En 1770 se publicaron en
México, con las Cartas de Hernán Cortés, la figura del año mexicano y 32
copias de otras tantas pinturas de tributos que pagaban muchas ciudades
de México a la corona; tomado todo del museo de Boturini. Las de los tributos son las mismas de la Colección de Mendoza, publicadas por Purchas
y Thevenot. Las de México están mejor grabadas y tienen las figuras de
(1) Robertson dice que la copia del viaje de los aztecas, fue dada a Gemelli por D. Cristóbal Guadalajara, en lo que contradice al mismo Gemelli, que se reconoce deudor a Sigüenza de todas las antigüedades que nos da en su relación. De Guadalajara sólo se recibió
"Pero como ahora parece una
el mapa hidrográfico del lago de México. Robertson añade
opinión generalmente recibida, que Gemelli no salió jamás de Italia y que su famosa
Vuelta al Mundo es la narración de un viaje imaginario, no he querido hacer uso de aquellas pinturas." Si no viviéramos en un siglo en que se adoptan las ideas más extravagantes, me causaría maravilla que semejante opinión hubiera tenido partidarios. En efecto,
¿ quién podría imaginarse que sin estar en México pudiera dar aquel autor una relación
tan menuda de los más pequeños sucesos de aquel tiempo, de las personas que allí vivían a la sazón, de sus cualidades y empleos, de todos los monasterios de México y otras ciudades, del número de sus individuos y aun del de los altares de las iglesias y otras menudencias nunca publicadas antes ? Para hacer justicia al mérito de aquel italiano, protesto
no haber hallado jamás un viajero más exacto en
lo que recogió de otros.
tanto en
lo
que rió por
sí
mismo, aunque no
lo es
XLIII
que faltan en las otras; pero faltan también seis
copias de las relativas a tributos y hay, además, muchos despropósitos en
la interpretación de las figuras, ocasionadas por la ignorancia de la antigüedad y del idioma. Conviene hacer esta advertencia a fin de evitar que
los que vean aquella obra impresa en México bajo un nombre respetable,
se fíen de estas exterioridades y adopten los errores que contiene.
las ciudades tributarias
ADVERTENCIA
Cuando hago mención de toesas, pies y pulgadas, sin decir más, me
medidas de París, que por ser más generalmente conocidas,
están menos expuestas a equivocaciones. La toesa de París tiene 6 pies
de rey; cada pie, 12 pulgadas, y cada pulgada, 12 líneas. La línea se considera compuesta de 10 partes o puntos, para poder expresar más fácilmenrefiero a las
te la proporción de este pie con otros. El pie toledano,
masia
que es por antono-
español, es la tercera parte de una vara castellana y es al pie
de rey, como 1,240 á 1,440, es decir, de las 1,440 partes en que se considera
dividido el pie de rey, el toledano tiene 1,240, de modo que 7 pies toledanos
hacen 6 pies de rey, o una toesa de París.
el
En el mapa geográfico del Imperio mexicano me he limitado a indicar
provincias y algunos pocos pueblos, omitiendo una gran cantidad de
ellos y no pocas ciudades importantes, por ser sus nombres demasiado
largos. Las dos islillas que se ven en el Golfo mexicano, distan apenas milla
y media de la costa; pero el grabador quiso figurarlas más lejos. Una de
ellas es la que los españoles llaman San Juan de Ulúa. (1)
las
La
italiana, aunque hecha a vista de Clavijero, está llena de errores y
parece oportuno notar las siguientes, que inevitablemente se han copiado
en la traducción. Hablando del viaje de los toltecas en el libro primero, se dice que empezó el año 1 Tecpatl, 596 de la Era vulpar: debe decir 544. Allí mismo se dice que la
monarquía tolteca empezó el año VIII Acatl debe decir el año VII Acatl. Hablando del
calendario mexicano se dice que los últimos años del sitflo empezaban a 11 de febrero: debe
decir a 13. En toda la obra se ha conservado el uso de las millas que emplea el autor:
Nota del traductor.
tres de las cuales forman, poco más o menos, una legua española.
(1)
descuidos.
edición
Me
:
—
Nota. Para mejor comprensión de i"
lectores, hemo
creído conveniente poner aqui
equivalencia de las medidas anti
ion
las
medida
actualmente <m uso: la toe
sa es ¡¡cual a lrn.iti!»: c-i píe equivale aproximadamente a 88 centímetros, v el pie de <';i
tilla o toledano, a poco más de 27X y medio milímetro
La legua terrestre, de 25 al nado,
la
es igual
a
15,000 pies,
<>
4,225
-
A LA UNIVERSIDAD
DE ESTUDIOS DE MÉXICO
Ilustrísimos Señores:
Historia de México
UNA
busca protector que
lo defienda,
maestro que
lo
respetable del
gún otro en
el
mérito de
un mexicano, que no
sino guía que lo dirija, y
escrita por
ilumine, debe consagrarse al cuerpo literario
más instruido que ninmexicana, parece el más capaz de juzgar
Nuevo Mundo, como
la historia
la obra,
más
y descubrir
al que,
los defectos
que en
ella se en-
cuentren.
Yo me avergonzaría
de presentaros una obra tan defectuosa,
si no estuviera seguro que vuestra prudencia y vuestra benignidad no son inferiores a vuestra eminente doctrina. Sabéis
cuan arduo es el argumento de mi obra, y cuan difícil desempeñarlo con acierto, especialmente para un hombre agobiado de
tribulaciones, que se ha puesto a escribir a más de siete mil
millas de su patria, privado de muchos documentos necesarios,
y aun de los datos que podían suministrarle las cartas de sus
compatriotas. Cuando conozcáis pues, al leer la obra, que ésta
más que una historia, es un ensayo, una tentativa, un esfuerzo
aunque atrevido, de un ciudadano, que a despecho de sus calamidades ha querido ser útil a su patria; lejos de censurar sus
errores, compadeceréis al autor, y agradeceréis el servicio que
ha hecho, abriendo un camino, cubierto por desgracia nuestra,
de dificultades y estorbos.
De otro modo ¿quién osaría comparecer con tan humilde don
ante un cuerpo tan recomendable, que habiendo sido desde SU
origen consumado y perfecto, ha continuado aumentando su per-
FRANCISCO
2
J.
CLAVIJERO
fección? (1) ¿Quién no se arredrará, lleno de un santo respeto,
al ver en vuestras aulas las imágenes de aquellos hombres ilus-
Nueva y de
antigua España, y al oir los nombres inmortales de Vera-Cruz, Hortigosa, Naranjo, Cervantes,
Salcedo, Sariñana, Siles, Sigüenza, Bermúdez, Eguiara, Miranda, Portillo, etc., que bastarían a eternizar las más famosas
academias de la docta Europa? (2) Bastarían a desanimar al
autor los nombres de vuestros doctores actuales, y entre otros
el del clarísimo canciller y jefe de vuestra Universidad, a quien,
además del ilustre nacimiento, el sublime ingenio, la suma erudición en las letras humanas y sagradas, y una sólida piedad han ensalzado a los más distinguidos puestos literarios, y lo
hacen dignísimo de la púrpura sagrada.
tres,
honra de
la
Pero dejando aparte
la
encomios que os son debidos, pues
parecerían lisonjas a los que ignoran vuestro superior mérito,
quiero ahora quejarme amigablemente con los individuos de ese
cuerpo, del descuido de nuestros antepasados con respecto a la
Historia de nuestra patria. Cierto es que hubo hombres dignísimos que se fatigaron en ilustrar la antigüedad mexicana, y
nos dejaron de ella preciosos escritos. También es cierto que
hubo en esa Universidad un profesor de antigüedades, encargado
de explicar los caracteres y figuras de las pinturas mexicanas,
por ser tan importante para decidir en los tribunales los pleitos
los
erigida por orden del Emperador
Carlos V, y con autorización del papa Julio III en 1553, con todas las prerrogativas y privilegios de la Salamanca. Fueron excelentes los primeros
(1)
La Universidad de México fue
como escogidos entre
de España, cuando florecían
Alfonso de la Vera-Cruz, agustiniano,
publicó en México y en España muchas obras filosóficas y teológicas, que
merecieron el aprecio de los doctos. Otro, el Dr. Cervantes, publicó en México algunos excelentes diálogos latinos. Los rápidos progresos de aquella
insigne Universidad se echaron de ver en el III Concilio Mexicano, celebrado el año de 1585, el cual, según los inteligentes, es uno de los más
doctos entre los concilios nacionales y provinciales. Hay en el día ventitrés
lectores ordinarios de retórica, filosofía, teología, jurisprudencia canónica y
civil, medicina, matemáticas y lenguas.
lectores,
allí las
ciencias.
Uno
de
los
literatos
ellos, el P.
(2) De los hombres grandes de la Universidad mexicana hacen honrosa
mención Cristóbal Bernardo de la Plaza, en su Crónica de la misma Universidad, que comprende desde el año de 1553 hasta el de 1683; el Dr. Eguiara en la Biblioteca mexicana, y en el prefacio de su teología; Pinelo en su
Biblioteca Occidental, y otros muchos autores europeos y americanos.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
3
sobre la propiedad de las tierras, y sobre la nobleza de algunas
familias indias; más de esto mismo nacen mis quejas. ¿Por qué
no se ha conservado aquella cátedra? ¿Por qué se han dejado
perder aquellos escritos tan apreciables, y sobre todo los del
doctísimo Sigüenza? Por falta de profesor de antigüedades no
hay quien entienda en el dia las pinturas mexicanas, y por la
pérdida de los escritos, la Historia de México ha llegado á ser
difícil, si no de imposible ejecución. Pues no es dable reparar
aquella pérdida, a lo menos consérvese lo que queda. Yo espero
que vosotros, que sois en esos países los custodios de las ciencias, trataréis de preservar los restos de la antigüedad de nuestra patria, formando en el magnífico edificio de vuestras reuniones, un museo no menos útil que curioso, en que se recojan las estatuas antiguas que existan o se vayan descubriendo en las
excavaciones, las armas, los trabajos de mosaico y otras preciosidades semejantes; las pinturas mexicanas, esparcidas en diversos puntos, y sobre todo los manuscritos, tanto de los primeros misioneros y de otros antiguos españoles, cuanto de los
mismos indios, que existen en las librerías de algunos monasterios, de donde podían sacarse copias, antes que los devore la
polilla, o por alguna otra desgracia se pierdan. Lo que hizo pocos
años hace un curioso y erudito extranjero (1), nos da a conocer
lo que podían hacer nuestros compatriotas, cuando a la diligencia y a la industria uniesen la prudencia que se necesita
para sacar aquellos monumentos de manos de los indios.
Dignaos entretanto aceptar este trabajo, como una muestra
de mi sincerísimo amor a la patria, y de la suma veneración con
que soy de VV. SS. Ilustrísimas
Afectuoso compatriota y humildísimo servidor
Francisco Javier Clavijero.
Bolonia, 13 de Junio de 1780.
(1)
El caballero Boturini.
PREFACIO
LA
Historia de México que he emprendido para evitar una
ociosidad enojosa y culpable, a que me hallaba condenado;
para servir a mi patria en cuanto mis fuerzas lo alcanzasen, y para reponer en su esplendor a la verdad ofuscada por una turba
modernos sobre América, me ha ocasionado tantas dificultades y fatigas como gastos. Porque dejando
aparte los grandes dispendios que he hecho para proporcionarme
los libros necesarios de Cádiz, Madrid, y otras ciudades de Europa, he leído y examinado diligentemente casi todo lo que se
ha publicado hasta ahora sobre el asunto; he estudiado gran
número de pinturas históricas mexicanas; he confrontado las
relaciones de los escritores, y he pesado en la balanza de la
crítica su autoridad; me he valido de los manuscritos que ya
había leído durante mi mansión en México, y he consultado muchos hombres prácticos de aquellos países. A estas diligencias
podría añadir para acreditar mi celo los treinta y seis años que
he permanecido en muchas provincias de aquellas vastas regiones el estudio que he hecho de la lengua mexicana, y el trato
que he tenido con los mismos mexicanos cuya historia escribo.
No me lisonjeo sin embargo, de haber hecho una obra perfecta;
pues además de hallarme destituido de las dotes de ingenio,
juicio y elocuencia, que se requieren en un buen historiador, la
increíble de escritores
;
pérdida lamentable de la mayor parte de las pinturas, que tantas
veces he deplorado, y la falta de tantos manuscritos preciosos
que se conservan en muchas bibliotecas de México, son obstáculos
insuperables para el que se dedique a semejante trabajo, sobre
todo lejos de aquellos países. Sin embargo yo espero que sera
bien acogido mi ensayo, no ya por la elegancia del estilo, por la
;
FRANCISCO
G
J.
CLAVIJERO
gravedad de las sentencias,
ni por la grandeza de los hechos referidos sino por la diligencia
de las investigaciones, por la sinceridad de la narración, por la
naturalidad del estilo, y por el servicio que hago a los literatos
deseosos de conocer las antigüedades mexicanas, presentándoles
reunido en esta obra, lo más precioso que se halla esparcido
en las de diversos autores, y muchas cosas que ellos no han
belleza de las descripciones, por la
;
publicado.
fin
Habiéndome propuesto la utilidad de mis compatriotas por
principal de mi trabajo, escribí desde luego mi Historia en
español: inducido después por algunos literatos italianos, que
se mostraban deseosos de leerla en su propio idioma, tomé el
nuevo y laborioso empeño de hacer la traducción; así que si
algunos sujetos tuvieron la bondad de creerme digno de elogio,
ahora tendrán
la
de compadecerme.
Inducido también por algunos amigos, escribí el ensayo de
historia natural de México, que se lee en el libro primero, aunque
yo no lo creía necesario, y quizás habrá muchas personas que lo
juzguen importuno; mas para no alejarme de mi propósito, traté
de referir a la historia antigua todo lo que digo sobre las producciones de la naturaleza, indicando el uso que de ellas hacían
los antiguos mexicanos. Por el contrario, los aficionados al estudio de la naturaleza, dirán que este ensayo es demasiado breve
y superficial, y no se engañarán en ello; mas para satisfacer su
curiosidad sería necesario escribir una obra harto diversa de la
que yo he emprendido. Yo al cabo me hubiera ahorrado gran
fatiga, a no haber querido complacer a aquellos amigos, porque
para lo poco que he dicho sobre la historia natural, he debido
consultar las obras de Plinio, de Dioscorides, de Laet, de Hernández, de Ulloa, de Buffon, de Bomare, y de otros naturalistas
no bastándome lo que yo mismo había visto, ni lo que he sabido
por informes de hombres inteligentes, y prácticos en aquellos
países.
En nada he
tenido más empeño que en mantenerme en los
límites de la verdad, y quizás mi Historia sería mejor recibida
por muchos, si la diligencia que he empleado en averiguar lo
verdadero, hubiera sido aplicada a hermosear mi narración con
un estilo brillante y seductor, con reflexiones filosóficas y políticas, y con hechos creados por mi imaginación, como veo que
hacen muchos escritores de nuestro ponderado siglo; pero ene-
:
;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
7
migo declarado de todo engaño, mentira y afectación, siempre
he creído que la verdad nunca es más hermosa que cuando se
presenta en su primitiva desnudez. Al referir los sucesos de la
conquista de los españoles, me he alejado igualmente del panegírico de Solís, y de los invectivas de Las Casas; pues ni quiero
adular, ni calumniar á mis compatricios. (1) Cuento los hechos
con la certeza o verosimilitud con que los encuentro si no puedo
averiguar lo cierto, por la diversidad de opiniones de los escritores, como me sucede con respecto a la muerte de Moteuczoma, expongo sinceramente sus diversos sentimientos, sin omitir las conjeturas que dicta la sana razón. En fin, siempre he tenido a la vista aquellas dos santas leyes de la historia, a saber:
no atreverse a decir lo falso, ni tener miedo a decir lo verdadero
y creo que no las he infringido.
Habrá sin duda lectores delicados que no puedan soportar
la dureza de los nombres mexicanos sembrados en el curso de
mi Historia; pero este es un mal que no hubiera podido evitar
sin exponerme a incurrir en otro defecto más intolerable, y harto
común en casi todos los europeos que han escrito sobre América
a saber, el de alterar de tal modo los nombres para suavizarlos,
que no es posible conocerlos. ¿Quién será capaz de adivinar que
Solís habla de Quauhnauac cuando dice Quatablaca, de Huexotlipan, cuando dice Guaiipar, y de Cuitlalpitoc, cuando dice Pilpatoe? Por esto me ha parecido más seguro imitar el ejemplo
de muchos escritores modernos, que cuando citan en sus obras
los nombres de personas, pueblos, ríos, etc., de otra nación de
Europa, los escriben del mismo modo que los nacionales los
usan; y sin embargo nombres hay en las lenguas ilírica y alemana, mucho más duros a los oídos de los habitantes del mediodía, por el mayor concurso de consonantes fuertes, que todas
las voces mexicanas que yo he citado.
Por lo que hace a la geografía de Anáhuac, he puesto todo
mi empeño en adoptar la mayor exactitud posible, valiéndome de
la noticia que yo mismo tomé de aquellas regiones en los muchos viajes que por ellas hice, y de los datos y escritos ajenos;
;
No
quiero decir que Solís sea un adulador; ni Las Casas un calumniador, sino que en mi pluma sería calumnia o adulación lo que aquellos
autores escribieron, el uno por el deseo de engrandecer a su héroe, y "1 otro
por celo en favor de los indios.
(1)
FRANCISCO
8
mas con todo no
J.
CLAVIJERO
he logrado completamente, pues en despecho
de mis activas diligencias no he podido haber a las manos las
escasas observaciones astronómicas hechas en los sitios mismos. Por lo tanto, la posición y la distancia que indico, tanto
en el cuerpo de la obra, como en el mapa geográfico, no deben
la
creerse tan exactas como la ciencia lo exige; sino como un cálculo hecho por un viajero diestro, que juzga por lo que ven sus
ojos. He tenido en mis manos innumerables mapas geográficos
de México, tanto antiguos como modernos, y me hubiera sido
fácil copiar uno de ellos, con algunas leves alteraciones, para
arreglarlo a la geografía antigua: pero entre todos no he hallado uno sólo que no esté lleno de errores, tanto con respecto a
la latitud, y longitud de los pueblos, como por lo que hace a la
división de las provincias, el curso de los ríos, y la dirección
de las costas. Para conocer el caso que merecen los mapas publicados hasta ahora, basta notajr la diferencia que ofrecen
en la longitud de la capital, aunque debiera ser más conocida
que las de todas las otras ciudades de México. Esta diferencia
no es de menos de grados, pues según unos está a los 264° según
meridiano de la isla de Hierro según otros a los 265, a
y así hasta los 278, y quizás más aún.
el
;
los 266,
No menos
por adorno de mi obra, que para facilitar la inteligencia de muchas cosas que en ella se describen he hecho
grabar hasta veinte estampas. (1) Los caracteres mexicanos,
y las figuras de ciudades, reyes, armaduras, trajes, y escudos;
las del siglo año y mes, y la del diluvio, se han tomado de varias
pinturas mexicanas. La del templo mayor se ha hecho por la
del conquistador anónimo, corrigiendo sus medidas, y añadiendo
lo demás según la descripción de los autores antiguos. El dibujo
del otro templo es copia del que publicó Valadés en su Retórica
Cristiana. Las figuras de flores y animales son, por la mayor
parte, copia de las de Hernández. El retrato de Moteuczoma
es el que publicó Gemelli, y sacó del original que tenía Sigüenza.
Todas las otras figuras se han trazado según lo que yo he visto,
y lo que cuentan los historiadores antiguos.
Además me ha
parecido conveniente dar una breve noticia
de los escritores de la historia antigua de México, tanto para
(1)
A
esta edición se
autor mandó grabar en
han añadido
Bolonia.
cinco estampas,
más
de las que el
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
9
hacer ver los fundamentos de mi trabajo, cuanto para honrar
la memoria de algunos ilustres americanos, cuyos escritos son
descoi^Dcidos en Europa. Servirá también para indicar las fuentes
de la historia mexicana, a los que quieran perfeccionar este mi
imperfecto trabajo.
;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
LIBRO PRIMERO
DESCRIPCIÓN DEL PAÍS DE ANAHUAC, O BREVE RELACIÓN DE LA
TIERRA, DEL CLIMA, DE LOS MONTES, DE LOS RÍOS, DE LOS LAGOS, DE LOS MINERALES, DE LAS PLANTAS, DE LOS ANIMALES Y
DE LOS HOMBRES DEL ANTIGUO REINO DE MÉXICO
EL nombre
de Anáhuac, que se dio en los principios sólo al
valle de México, por haber sido fundadas sus principales
ciudades en las islas y en las márgenes de los dos lagos, extendido
después a una significación más amplia, abrazó casi todo el
gran país, que en los siglos posteriores se llamó Nueva-España. (1)
DIVISIÓN DEL PAÍS
DE ANAHUAC
Aquella vastísima extensión estaba entonces dividida en los
reinos de México, de Acolhuacan, de Tlacopan y de Michuacan
en los repúblicas de Tlaxcallan, de Cholollan y de Huexotzingo
y en algunos otros estados particulares.
El reino de Michuacan, que era el más occidental de todos,
confinaba por levante y mediodía con los dominios de los mexicanos por el norte, con el país de los chichimecas y otras naciones bárbaras, y hacia el occidente, con el lago de Chapallan y con
algunos estados independientes. La capital, Tzintzuntzan, llama;
Anáhuac quiere decir cerca
origen del nombre de Anahuatlaca
agua, y este es probablemente
el
o Nahuatlaca, con el cual eran conocidas las naciones que ocuparon las orillas del lago de México.
(1)
del
FRANCISCO
12
J.
CLAVIJERO
mexicanos Huitzitzilla, estaba situada a la orilla oriental del hermoso lago de Pátzcuaro. Había además otras ciudades
importantes, como las de Tiripitio, Zacapu y Tarécuato. Todo aquel país era ameno, rico y bien poblado.
El reino de Tlacopan, situado entre los de México y Michuacan, era de tan poca extensión, que, fuera de la capital del mismo nombre, sólo comprendía algunas ciudades de la nación Tepaneca, y las villas de los masahuas, esparcidas en los montes
occidentales del valle mexicano. La capital estaba en la orida por
lla
los
occidental del lago Tezcocano, a cuatro millas al poniente del
de México. (1)
El reino de Acolhuacan, el más antiguo, y en otros tiempos
el más vasto de todos los estados que ocupaban aquellos países, se
redujo después a límites más estrechos, a efecto de las conquistas
que hicieron los mexicanos. Confinaba por el oriente con la república de Tlaxcallan por el mediodía, con la provincia de Chalco,
perteneciente al reino de México por el norte, con el país de los
huaztecas, y por el poniente terminaba en el lago Tezcocano. Limitábanlo en otros puntos, diferentes estados mexicanos. Su
longitud de norte a mediodía era de poco más de doscientas millas su mayor anchura no excedía de sesenta mas este pequeño
recinto comprendía grandes ciudades y pueblos numerosos. La capital, llamad Tezcoco, situada en la orilla oriental del lago del
mismo nombre, a quince millas al oriente de la ciudad de México,
fue justamente célebre, no menos por su antigüedad y grandeza, que por la cultura y suavidad de costumbres de sus habitantes. Las tres ciudades de Huexotla, Coatlichan y Ateneo, estaban tan próximas a la capital, que podían considerarse como otros
tantos arrabales de ella. La de Otompan era de mucha extensión e importancia, como también las de Acolman y Tepepolco.
La célebre república de Tlaxcallan o Tlaxcala, confinaba
por occidente con el reino de Acolhuacan; por el mediodía con
las repúblicas de Cholollan y de Huexotcingo, y con el es f ado de
Tepeyacac, perteneciente a la corona de México; por el Norte
con el estado de Zacatlán, y por el oriente con otros pueblos de;
;
;
:
Los españoles, alterando los nombres mexicanos, o más bien,
adaptándolos a su idioma, dicen Tacuba, Oculma, Otumba, Guexutfa, Tepeaca, Guatemala, Churubusco, en lugar de Tlacopan, Acolman, Otompan,
Huexotla, Tepeyacac, Quauhtemallan y Huitzilopochco; cuyo ejemplo seguiremos, para evitar al lector el trabajo de una pronunciación difícil.
(1)
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
13
pendientes de aquella misma corona. Apenas tenía cincuenta millas de largo y treinta de ancho. La capital, Tlaxcallan, de la que
tomó el nombre la república, estaba situada en el declive del
gran monte Matlalcueye, y cerca de sesenta millas al levante de
la corte mexicana.
El reino de México, aunque más moderno que los otros reinos y repúblicas que ocupaban aquel país, tenía mayor extensión
que todos ellos juntos. Extendíase hacia el sudoeste y el mediodía hasta el mar Pacífico; por el sudeste hasta las cercanías de
Quautemallan hacia el levante, con la interposición de algunos
distritos de las tres repúblicas y una pequeña parte del reino de
Acolhuacan, hasta el golfo mexicano hacia el norte, hasta el país
de los huaztecas por el nordeste confinaba con los bárbaros chichimecas, y por el occidente le servían de límites los dominios de
Tlacopan y de Michuacan. Todo el reino mexicano estaba comprendido entre los grados 14 y 21 de latitud septentrional, y
entre los 271 y 283 de longitud, según el meridiano de la isla
;
;
;
de Hierro. (1)
La porción más importante de aquel
estado, ora se consideren
ventajas locales, ora la población, era el valle de México,
que coronado de bellas y frondosas montañas, abrazaba una
circunferencia de más de 120 millas, medidas en la parte inferior
de las elevaciones. Ocupan una buena parte de la superficie del
valle dos lagos, uno superior de agua dulce, otro inferior de agua
salobre, que comunican entre sí por medio de un buen canal. En
el lago inferior, que ocupaba la parte mas baja del valle, se reunían todas las aguas de las montañas vecinas; así que, cuando
sobrevenían lluvias extraordinarias, el agua, saliendo del lecho
del lago, inundaba la ciudad de México, fundada en el mismo;
lo que se verificó muchas veces, tanto bajo el dominio de los monarcas mexicanos, como bajo el de los españoles. Estos dos lagos, cuya circunferencia total no bajaba de noventa millas, representaban en cierto modo, con las líneas de sus márgenes, la figura
de un camello, cuyo cuello y cabeza eran el lago dulce, o sea de
las
y otros escritores españoles, franceses, e ingleses, dan al
México
mayor extensión que la que aquí le señalarnos. Robertson
reino de
dice que los territorios pertenecientes a Texcoco y Tacuba, apenas cedían
en extensión a los dominios mexicanos. Kn las Disertaciones que van al
fin de esta obra haremos ver cuan erradas son semejantes opiniones.
(1)
Solís
FRANCISCO
14
J.
CLAVIJERO
Chalco; el cuerpo el lago salado o de Texcoco, y las piernas los
arroyos y torrentes que se desprendían de las montañas. Entre
los dos lagos está la pequeña península de Itztapalapan que las
separa. Además de las tres capitales de México, de Acolhuacan y
de Tlacopan, este delicioso valle contenía otras cuarenta ciudades
populosas, y una cantidad innumerable de villas y caseríos. Las
ciudades más importantes, después de las capitales, eran las
de Xochimilco, Chalco, Itztapalapan y Quouhtitlan, las cuales
en el día apenas conservan trazas de su antiguo esplendor. (1)
México, cuya descripción daremos en el curso de esta obra, la
más célebre de las ciudades del Nuevo-Mundo y capital del imperio del mismo nombre, estaba edificada en las islas del lago de
Tezcoco, como Venecia en las del mar Adriático. Su situación era
a los 19° y casi 26' de latitud septentrional, y a los 276° y 34' de
longitud, entre las dos capitales de Texcoco y de Tlacopan, distante quince millas a poniente de la primera, y cuatro a levante de
la segunda. Algunas de las provincias de aquel vasto imperio eran
mediterráneas, y otras marítimas.
PROVINCIAS DEL REINO DE MÉXICO
Las principales provincias mediterráneas eran la de los otomíes, al norte; al occidente y sudoeste las de los matlazincas y
cuitlatecas a mediodía, las de los tlahuicas y cohuixcas al sudeste, además de los estados de Itzocan, Yauhtepec, Quauhquechollan, Atlixco, Tehuacan y otros, las grandes provincias de
los mixtecas, zapotecas y chiapanecas. Las provincias de Tepeyacac, de los popolocos y de los totonacas, estaban al este
de la capital. Las provincias marítimas del golfo mexicano eran
las de Coatzacualco y Cuetlachtlan, que los españoles llamaban
Cotasta. Las del mar Pacífico eran las de Coliman, Zacatollan,
Tototepec, Tecuantepec y Xoconochco.
La provincia de los otomíes empezaba en la parte septentrional del valle mexicano, y continuaba por aquellas montañas hacia
;
(1)
Los nombres de
;
las
demás ciudades notables
del valle
mexicano
eran: Mizcuic, Cuitlahuac, Azcapozalco, Tenayocan, Otompan, Colhuacan, Mexicaltzinco, Huitzilopochco Coyohuacan, Ateneo, Coatlichan, Huexotla, Chiauhtla, Acolman, Teotihuacan, Itztapaloccan, Tepetlaoztoc, Tepepolco,
Tizayoccan, Citlaltepec, Coyotepec, Tzompanco, Toltitlan, Xaltoccan, Tetepanco, Ehecatepec, Tequizquiac, etc. Véase la Disertación IV.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
el
15
norte, hasta cerca de noventa millas de distancia de la capital.
Entre sus poblaciones, que eran muchas, se distinguía la antigua y célebre ciudad de Tollan (hoy Tula) y también la de Jilotepec, la cual, después de la conquista hecha por los españoles,
fue la metrópoli de la nación otomí. Después de los últimos pueblos de aquella nación hacia el norte y nordeste, no se hallaban
habitaciones humanas hasta el Nuevo-México. Todo aquel espacio
de tierra, que comprendía más de mil millas estaba ocupado por
naciones bárbaras, que no tenían domicilio fijo, ni obedecían a
ningún soberano.
,
La
provincia de los matlazincas abrazaba, además del valle
espacio que media entre éste y Tlaximaloyan
(hoy Taximaroa), frontera del reino de Michuacan. El fértil va-
de Tolocan, todo
el
de Tolocan tiene más de cuarenta millas de largo de sudeste
a nordoeste, y treinta en su mayor anchura. Tolocan, que era la
ciudad principal de los matlazincas, de donde tomó nombre el valle, estaba, como en el dia, situada al pie de un alto monte, en cuya
cima reinan las nieves perpetuas, y que dista treinta millas de
México. Todas las otras poblaciones del valle estaban habitadas parte por matlazincas y parte por otomíes. Ocupaban las
montañas vecinas los estados Xalatlauhco, de Tzampahuacan y
de Malinalco, y no muy lejos, hacia levante, estaba el de Ocuilan, y hacia poniente los de Tozantla y Zoltepec.
lle
Los cuitlaltecas habitaban un país que se extendía desde el
reino de Michuacan, hasta las márgenes del mar Pacífico, en un
territorio de más de doscientas millas de largo. Su capital era la
grande y populosa ciudad de Mexcaltepec, situada en la costa, y de
la cual sólo quedan algunas ruinas.
La capital de los tlahuicas era la amena y fuerte ciudad de
Cuauhnahuac, llamada por los españoles Cuernabaca, a cerca
de cuarenta millas de México hacia mediodía. Su provincia, que
empezaba en las montañas meridionales del valle, se extendía a
sesenta millas en la misma dirección.
La gran provincia de los cohuixcas confinaba por el norte
con los matlazincas y con los tlahuicas; por occidente con los
cuitlaltecas; por oriente con los xopes y los mixtecas, y por
el mediodía se extendía hacia el mar Pacífico, hasta el punto en
que hoy se hallan la ciudad y el puerto de Acapulco. Kstaba dividida en muchos estados particulares, como los de Tzompanco, Chilapan, Tlapan y Teoitztla (hoy Tixtla). El clima era calidísimo y
FRANCISCO
16
J.
CLAVIJERO
poco sano. Tlachco, lugar célebre por sus minas de plata, o pertenecía a dicha provincia o confinaba con ella.
La provincia de Mixtecapan, o de los Mixtecas, se extendía
desde Acatlán, que distaba ciento y veinte millas de la capital,
hacia el sudeste, hasta las orillas del Océano Pacífico y contenía
muchas ciudades y villas bien pobladas, que hacían un comercio
;
muy
activo.
A
oriente de los mixtecas estaban los zapotecas, cuyo
nom-
bre se derivaba del de la capital Teotzapotlan. En aquel distrito
estaba el valle de Huaxyacac, llamado por los españoles Oaxaca, o
Guaxaca. La ciudad de Huaxyacac fue después erigida en obispado, y el valle en marquesado, que se confirió al conquistador
Hernán Cortés.
(1)
Al norte de los mixtecas estaba la provincia de Mezatlan, y
al nordeste de los Zapotecas, la de Chinantla, con su capital del
mismo nombre, de donde tomaron sus habitantes el nombre
de chinantecas. Las provincias de los chiapanecas, de los zoques y de los quelenas, eran las últimas del imperio mexicano, por
la parte del sudeste. Las principales ciudades de los chiapanecas eran Teochiapan (llamada por los españoles Chiapa de los
indios), Tochtla, Chamoya y Tzinacantla; de los zoques, Tecpantla, y de los Quelenas, Teopixca. En la falda y en derredor
de la famosa montaña de Popocatepec, situada a treinta y tres
millas hacia el sudeste de la capital, estaban los grandes estados
de Amaquemecan, Tepoztlan, Yauhtepec, Huantepec, Chiellan,
Itzocan, Acapetlayoccan, Quauhquechollan, Atlixco, Cholollan
y Huexotzingo. Estos dos últimos, que eran los más poderosos,
habiendo sacudido el yugo de los mexicanos con la ayuda de sus
vecinos los tlaxcaltecas, restablecieron su gobierno aristocrático. Las ciudades de Cholollan y de Huexotzingo eran las mayo-
Algunos creen que en el punto de Huaxyacac no había antiguamente más que una guarnición mexicana, y que la ciudad fue fundada por
los españoles; pero además de que por las matrículas de los tributos consta
que Huaxyacac era una de las ciudades tributarias del Imperio mexicano,
sabemos además que los mexicanos no solían poner guarniciones sino en
los lugares más populosos de las provincias sometidas. Los españoles se
llamaban fundadores de alguna ciudad, cuando daban nombre a alguna
población de indios, o cuando ponían en ella magistrados españoles. Así
se verificó en Antequera, provincia de Huaxyacac, y en Segura de la Frontera, en Tepeyacac.
(1)
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
17
res y más pobladas de toda aquella tierra. Los cholutecas poseían el pequeño caserío de Cuitlaxcoapan en el mismo sitio en
que
los españoles
fundaron después
la
ciudad de la Puebla de los
Angeles. (1)
A
oriente de Cholollan existía el importante estado de Tepeyacac, y además el de los popoloques, cuyas principales ciudades
eran Tecamachalco y Quecholac. Al mediodía de los popoloques
estaba Tehuacan, que confinaba con el país de los mixtecas; a
oriente, la provincia marítima de Cuetlachtlan, y al norte la de
los totonaques. Esta gran provincia, que era la última del imperio por aquella parte, se extendía en un territorio de ciento y cincuenta millas, empezando en la frontera de Zacatlan (estado
perteneciente á la corona de México y distante ochenta millas
de aquella capital) y terminando en el golfo mexicano. Además de la capital Mizquihuacan, a quince millas a oriente de Zacatlan, tenía aquella provincia la hermosa ciudad de Zempoallan,
en la costa del golfo, que fue la primera del imperio en que
entraron los españoles, y donde empezaron sus triunfos, como
después veremos. Tales eran las principales provincias mediterráneas del imperio mexicano, omitiendo algunos distritos de
pequeña importancia, por no sobrecargar de datos inútiles la descripción.
marítimas del mar Pacífico, la más septentrional era la de Coliman, cuya capital, del mismo nombre, estaba situada a los 19° de latitud, y a los 272° de longitud. Continuando la misma costa hacia el sudeste, se hallaba la provincia de
Zacatollan, cuya capital era del mismo nombre. Seguían los cuitlaltecas, y a estos los cohuixcas, en cuyo territorio estaba
Acapulco, puerto famoso, sobre todo por su comercio con las
Islas Filipinas. Su situación es a los 16° 40' de latitud, y a los
De
las provincias
276° de longitud.
Confinaban con los cohuixcas, los xopes, y con éstos los
mixtecas cuyo territorio es conocido en nuestros tiempos con el
nombre de Xicayan. Seguía la gran provincia de Tecuantepec,
y finalmente la de Xoconochco. La ciudad de Tecuantepec, que
daba su nombre a todo el estado, ocupaba una bella isla, que forma un río a dos millas del mar. La provincia de Xoconochco,
Los españoles dicen Tuxtla, Mccameca, Izucar
lu^ar de Tochtlan, Amaquemecan, Itzocan y Quecholac
(1)
y
Quechula,
en
FRANCISCO
18
J.
CLAVIJERO
última y la más meridional del imperio, confinaba
por oriente y sudeste con el país de los xochitepecas, que no pertenecía a la corona de México; hacia occidente, con el de
los tecuantepecas, y por el mediodía, terminaba en el mar. Su
capital, llamada también Xoconochco, estaba situada entre dos
ríos, a los 14° de latitud, y a los 283° de longitud. Sobre el gol-
que era
la
además de
totonaques, estaban las provincias
de Cuetlachtlan y Coatzacualco. Esta confinaba por oriente con
el vasto país de Onohualco, bajo cuyo nombre comprendían
los Mexicanos los estados de Tabasco y los de la península de
Yucatán, los cuales no estaban sometidos a su dominio. Además de la capital, llamada también Coatzacualco, situada a la
orilla de un gran río, había otras grandes poblaciones, entre las
cuales merece particular mención Painalla, por haber sido patria de la famosa Malintzin, que tan eficazmente contribuyó á
la conquista de México. La provincia de Cuetlachtlan, cuya capital tenía el mismo nombre, comprendía toda la costa que media entre el río de Alvarado, donde termina la provincia de Coatzacualco, y el de la Antigua, (1) donde empezaba la de los totonaques. En aquella parte de la costa, que los mexicanos llamaban Chalchicuecan, está actualmente la ciudad de Veracruz,
y su puerto el más nombrado del territorio mexicano.
Todo el país de Anáhuac estaba, generalmente hablando,
bien poblado. En la historia y en las disertaciones tendremos
ocasión de hablar detenidamente de algunas ciudades, y de
dar alguna idea del número de sus pobladores. Subsisten aun la
mayor parte de aquellas antiguas poblaciones, con los nombres
que entonces tenían, aunque algún tanto alterados; pero todas
las ciudades de la misma época, con excepción de México, Onzava y alguna otra, se hallan tan disminuidas y decaídas de su
primitivo esplendor, que apenas tienen la cuarta, la décima, y aun
la vigésima parte de los habitantes y edificios que entonces tenían.
Con respecto al número de indios, si se compara lo que dicen
los primeros escritores españoles y los nacionales, con lo que
nosotros mismos hemos visto, podemos afirmar que sólo existe
una décima parte de la antigua población de Anáhuac: efecto
lamentable de las calamidades que han sufrido aquellos países.
fo de México,
Damos
los
a este río el nombre español, bajo el cual es conocido en la
actualidad, porque ignoramos el que los mexicanos le daban.
(1)
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
RÍOS,
De
que bañan
19
LAGOS Y FUENTES
mexicano, que son muchos
y muy caudalosos, aunque no comparables a los de la América
Meridional, unos desaguan en el Golfo y otros en el Océano Pacífico. Los mayores de los primeros son el Papaloapan, el Coatzacualco y el Chiapan. El Papaloapan, que los españoles llamaron Alvarado, del nombre del primer capitán de aquella nación que navegó en sus aguas, tiene su principal manantial en
los montes de los zapotecas, y después de haber girado por
la provincia de Mazatlan, recibiendo el tributo de otros ríos menores y arroyos, se descarga por tres bocas navegables en el
Golfo, a distancia de treinta millas de Veracruz. El Coatzacualco, que es también navegable, baja de los montes Mixes, y después de atravesar la provincia que le da nombre, se vacía en la
costa, cerca del país de Onohualco. El Chiapan tiene su origen
en las montañas Cuchumatanes, que separan la diócesis de Chiapan de la de Guatemala, atraviesa la provincia de su mismo
nombre y desemboca en la de Onohualco. Los españoles la llamaron Tabasco, nombre que dieron también a la extensión del
país que une la península de Yucatán con el continente mexicano.
También lo llamaron Grijalva, en honor del comandante del primer ejército español que lo descubrió.
los ríos
el territorio
Entre los ríos que van al Pacífico, el más célebre es el Tololotlan, llamado por los españoles río de Guadalajara o Río Grande.
Nace en los montes del valle de Tolocan; atraviesa el reino de
Michuacan y el lago de Chapallan; de allí va a regar el país
de Tonallan, donde está ahora la ciudad de Guadalajara, capital de
la Nueva-Galicia, y después de un giro de seiscientas millas
desagua en el mar a la altura polar de 22°. El Tecuantepec nace
en los montes Mixes, y después de un breve curso, vierte sus
aguas en el mar, a la altura polar de 15° y medio. El río de los
xopes baña el país de aquella nación, y tiene su embocadura a
quince millas a oriente del puerto de Acapulco, formando por
aquella parte la línea divisoria entre las diócesis de México y la
Puebla de los Angeles.
Había también, y hay actualmente algunos lagos que hermosean
el
mente
país y activaban el comercio de los pueblos que antigualo habitaron. Los de Nicaragua, Chapallan y Pátzcuaro,
FRANCISCO
20
J.
CLAVIJERO
que eran los más considerables, no pertenecían al imperio mexicano. Entre los otros, los que más conducen a la inteligencia de
nuestra historia, son los dos que están en el valle mexicano, y
de que ya hemos hecho mención. El de Chalco se extendía por el
espacio de doce millas de levante a poniente, hasta la ciudad de
Xochimilco, y de allí dirigiéndose hacia el norte, se incorporaba
por medio de un canal con el lago de Texcoco; pero su anchura no pasaba de seis millas. Este que acabamos de nombrar, tenía
de quince a diez y siete millas de levante a poniente, y algo
más de norte a mediodía; mas ahora es mucho menos su extensión, porque los españoles separaron de su pendiente natural
muchos raudales que en él se vaciaban. Las aguas que a él descienden son dulces en su origen y su gusto salobre procede del
lecho salino en que se reciben. (1) Además de estos dos, había en
el mismo valle y al norte de la capital, otros dos menores a que
dieron sus nombres las dos ciudades Tzompanco y Xaltocan. El
lago de Tochtlan en la provincia de Coatzacualco es muy bello.
y sus márgenes son amenísimas.
En
cuanto a fuentes y manantiales, hay tantas y de tan diversas cualidades en aquellos países, que sería necesario hacer
una obra aparte par describir tan sólo las del reino de Michuacan. Hay infinitas aguas minerales, nitrosas, sulfúricas, aluminosas y vitriólicas algunas salen en estado de hervor, y su calor es
tan intenso que pocos momentos bastan para cocer en ellas cualquiera especie de fruto de la tierra o carne de animales. Las hay
también petrificantes, como las de Tehuacan, ciudad distante cerca de ciento y veinte millas de México hacia el sudeste; la fuente de Pucuaro, en los estados del conde de Miravalles, en el
reino de Michuacan, y otra que se vacía en un río de la provincia
de los quelenas. Con el agua de Pucuaro se hacen unas piedrecillas blancas, lisas y de sabor agradable, cuyas raspaduras toma;
Mr. de Bomare en su Diccionario de Historia Natural dice que la
sal del lago mexicano puede proceder de las aguas del mar del Norte,
filtradas al través de la tierra; y en apoyo de su opinión cita el Diario
de los Sabios del año de 1676: mas para refutar este error, basta saber
que el lago dista 180 millas del mar, y su lecho está a la altura perpendicular de más de una milla sobre su superficie. El autor anónimo de la
obra intitulada Observaciones curiosas sobre el lago de México, de que
se hace un extracto en el referido Diario, está muy lejos de adoptar el error
de Mr. de Bomare.
(1)
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
21
das en caldo o en los puches de maíz, son poderosos diaforéticos,
y se aplican con mucho efecto a diferentes especies de fiebre. El
autor de esta obra es testigo ocular de las curas que hizo esta medicina en la epidemia de 1762. La dosis regular, para los que
sudan fácilmente, es de una dracma de raspaduras. Los habitantes de México se servían en tiempo de sus reyes, de las aguas
del gran manantial de Chapoltepec, de que después hablaremos, y que pasaban a la capital por medio de un excelente acueducto. Con motivo de las aguas de aquellos países, pudiéramos
describir, si los límites de esta obra lo permitieran, los estupendos saltos o cascadas de varios ríos, (1) y los puentes formados
sobre otros por la naturaleza, entre los cuales merece una atención particular el llamado Puente de Dios. Así se llama un vasto
volumen de tierra, atravesado por el profundo río Atoyaque, cerca
del pueblo de Molcaxac, a cerca de cien millas de México, hacia
el sudeste, y por el cual pasan cómodamente los carruajes. Quizás esta singularidad es efecto de algún terremoto, que socavó
parte de la montaña vecina.
CLIMA DE ANAHUAC
El clima de los diferentes países comprendidos en Anáhuac,
varía según su situación. Las costas son muy calientes, y por
lo común húmedas y mal sanas. Este ardor excesivo, que promueve el sudor aun en los meses del invierno, proviene de la suma depresión de las costas con respecto a las tierras interiores, y
de las grandes masas de arena que se reúnen en la playa, como
sucede en Veracruz, mi patria. La humedad procede no sólo
del mar, sino también de las aguas que se desprenden en gran
abundancia de los montes vecinos. En las tierras calientes no
hiela nunca, y muchos de sus habitantes no tienen más idea de la
nieve que la que adquieren en los libros o por las relaciones de
los viajeros. Las tierras demasiado elevadas o demasiado próximas
a las más altas montañas, que están siempre cubiertas de nieve,
son sumamente frías, y yo he estado en un monte distante veinticinco millas de la capital, donde hay nieve y hielo en lo más rigo-
Entre las cascadas es famosa la que forma el jrran río de Guadalajara, en un sitio llamado Tempizque, a quince millas al mediodía de aque(1)
lla
ciudad.
FRANCISCO
22
J.
CLAVIJERO
roso de la canícula. Todos los otros países mediterráneos, que eran
los más poblados, gozan de un clima tan benigno y tan suave, que
nunca experimentan en ellos los rigores de las estaciones. Es
verdad que en algunos hiela con frecuencia en los tres meses de
diciembre, enero y febrero, y también suele nevar; pero la ligera incomodidad que este frío ocasiona, no dura más que hasta
la salida del sol. No se necesita de otro fuego que el calor de
sus rayos para calentarse en invierno, ni otro refresco en tiempo de calor, que ponerse a la sombra. Los habitantes usan la
misma ropa en la canícula y en enero, y los animales duermen todo el año en el campo.
Esta blandura del clima en la zona tórrida se debe a muchas causas naturales, desconocidas de los antiguos, que creían
inhabitables aquellos países, y no bien entendidas por algunos
modernos, que los juzgan poco favorables a la conservación de
la vida. La pureza de la atmósfera, la menor oblicuidad de los
rayos solares, y la más larga mansión del sol sobre el horizonte, con respecto a otros países más distantes de la línea equinoccial, contribuyen a disminuir el frío, y a evitar los rigores que
en otras zonas desfiguran en invierno el hermoso aspecto de
la naturaleza. Así es que los mexicanos gozan de un cielo transparente, y de las inocentes delicias del campo, mientras en los
países de las zonas frías, y en muchos de las templadas, las
nubes obscurecen la claridad del firmamento, y las nieves sepultan las producciones de la tierra. No son menos enérgicas las
causas que templan el ardor del estío. Las lluvias copiosas, que
bañan frecuentemente la tierra, después de mediodía, desde abril
y mayo, hasta septiembre y octubre las altas montañas coronadas de nieves perpetuas, y esparcidas en todo el territorio de
Anáhuac; los vientos frescos que dominan entonces, y la brevedad del curso del sol sobre el horizonte, con respecto a las regiones
de la zona templada, transforman el verano de aquellos venturosos países en una fresca y alegre primavera.
Pero a la benignidad del clima sirven de contrapeso las tempestades de rayos, frecuentes en verano, y especialmente en las
cercanías de Matlalcueye, o sea monte de Tlaxcallan, (1) y los terremotos que suelen sentirse en algunos puntos, aunque con mayor espanto que perjuicio real. Ambos efectos provienen del azu;
(1)
En
el día se
conoce con
el
nombre de
la
Malintzin.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
23
fre y de los otros combustibles depositados copiosamente en las
entrañas de la tierra. En cuanto a las tempestades de granizo, no
son allí ni mayores ni más frecuentes que en Europa.
MONTES, PIEDRAS Y MINERALES
El fuego encendido en las montañas de la tierra con las
materias bituminosas y sulfúricas de que hemos hecho mención,
se ha abierto en algunas montañas respiraderos o volcanes, que
han solido arrojar llamas, humo y cenizas. Cinco son las montañas del territorio mexicano, que han presentado en diversas
épocas este espantoso fenómeno. El Poyauhtecatl, llamado por los
españoles volcán de Orizava, empezó a echar humo en 1545,
y continuó arrojándolo por espacio de veinte años; pero después han transcurrido dos siglos sin que se haya notado en él la
menor señal de incendio. Este célebre monte, cuya figura es cónica, es sin duda alguna el más elevado de todo el territorio de
Anáhuac, y la primera tierra que descubren los navegantes que
por aquellos mares viajan, a distancia de ciento y cincuenta millas. (1) Su aspecto es hermosísimo, pues mientras coronan su
cima enormes masas de nieve, su falda está adornada por bosques
espesos de cedros, pinos, y otros árboles no menos vistosos por su
follaje que preciosos por la utilidad de sus maderas. El volcán de
Orizava dista de la capital más de noventa millas hacia la parte
de oriente.
El Popocatepec y el Ixtachihuatl, poco distantes entre sí, y
treinta millas de México, hacia el sudeste, son también de una altura prodigiosa. El primero, al que se da por antonomasia el
nombre del Volcán, tiene una boca de más de una milla de ancho,
por la cual, en tiempo de los reyes mexicanos, echaba llamas
con mucha frecuencia. En el siglo pasado arrojaba de cuando
en cuando cenizas que caían en gran cantidad sobre los pueblos vecinos pero en el presente sólo se ha visto despedir algún
humo. El Ixtachihuatl, llamado por los españoles Sierra Nevada,
ha echado a veces humo y cenizas. Estos dos montes están siem;
El Poyauhtecatl es más alio que el Taide, o Pico
según dice el jesuíta Tallandier, que observó uno y otro. Del
dice Tomás Gage, que es tan alto como el más alto de les
diría, si hubiera calculado la elevación del terreno sobre el
íl)
aquella célebre montana.
de
Tenerife,
Popocatepec
Alpes. Mas,
eual
se
alza
FRANCISCO
24
J.
<
LAVIJERO
pre coronados de nieve, en tanta abundancia, que de la que se precipita por las laidas, se proveen las ciudades de México, Puebla de
Angeles, Cholollan, y otras que distan cuarenta millas de ellos,
en los cuales, para helados y refrescos se consumen increíbles
cantidades. (1) Los montes de Coliman y de Tochtlan, bastante
remotos de la capital, y uno de ellos más que el otro, han arrojado
llamas en nuestros tiempos. (2)
los
Además
de las montañas de que acabamos de hacer mención,
hay otras, que aunque no pertenecen a la clase de volcánicas,
son muy nombradas por su extraordinaria elevación, como el Matlalcueye, o monte de Tlaxcallan, el Nappateuctli, llamado por los
espaiioles el Cofre, con alusión a su figura; el Tentzon, inmediato al pueblo de Molcaxac, el de Tolocan y otros que omito, por no
pertenecer al plan de esta obra. Es sabido que la célebre cadena de los Andes, o Alpes de la América Meridional, continúa
por el istmo de Panamá y por todo el territorio mexicano, hasta perderse en los países desconocidos del septentrión. La parte más importante de esta cadena se conoce en aquel país con
El impuesto sobre la nieve para el consumo de la capital, importaba en 1746 la enorme suma de 15,522 pesos fuertes; algunos años
después pasó de 20,000, y tuvo mayor aumento en lo sucesivo.
(1)
Hace algunos años que
de los montes de Tochtlan,
una relación descriptiva
o Tustla, llena de mentiras curiosas, pero
demasiado absurdas. En ella se hablaba de ríos de fuego, de elefantes de
piedra, etc. Xo incluyo en los montes volcánicos ni el Joruyo, ni el Mamatombo de Nicaragua, ni el de Guatemala, porque ninguno de los tres estaba comprendido en los dominios mexicanos. El de Guatemala arruinó con
sus terremotos aquella grande y hermosa ciudad en 29 de julio de 1773.
El Joruyo, situado en el valle de Ureco, en el reino de Michuacan, no era
antes de 1760 más que una pequeña colina, sobre la cual había un ingenio
de azúcar. Pero el 29 de septiembre de aquel año estalló con furiosos terremotos, que arruinaron el ingenio y el pueblo inmediato de Guacana; y
desde entonces no ha cesado de arrojar fuego y piedras inflamadas, con
las cuales se han formado tres altos montes, cuya circunferencia era en
1766. de cerca de seis millas, según la relación que me comunicó D. Juan Manuel de Bustamante, gobernador de aquella provincia, el cual la había examinado por sí mismo. Al estallar el volcán, las cenizas que arrojó llegaron
hasta Querétaro, ciudad situada a ciento y cincuenta millas del Joruyo; cosa
increíble, pero notoria y pública en aquel pueblo, uno de cuyos vecinos me
enseñó las cenizas que había recogido en un papel. En la ciudad de Vallado(2)
se publicó en Italia
distante sesenta millas, la lluvia de cenizas era tan abundante, que era
necesario barrer los patios de las casas dos o tres veces al día.
lid,
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
25
nombre de Sierra Madre, particularmente la que pasa por
Cinaloa y Tarahumara, provincias distantes mil y doscientas
el
millas de la capital.
Los montes de Anáhuac abundan en venas de toda especie de
metal, y en infinita variedad de otras producciones fósiles. Los
antiguos mexicanos sacaban el oro de los países de los cohuixcos, de los Mixtecas, de los Zapotecas y de otros varios puntos.
Recogían comúnmente aquel precioso metal en grano, de la arena
de los ríos, reservando cierta cantidad para la corona. Sacaban
la plata de las minas de Tlachco, (ya célebres en aquel tiempo)
de Tzompanco y otras mas esta producción no era tan apreciada
por ellos como por otras naciones vecinas. Después de la conquista se han descubierto tantas minas en aquel país, que sería imposible numerarlas. Tenían dos especies de cobre uno duro, de que
se servían en lugar de hierro para hacer hoces, picas y toda
clase de instrumentos militares y rurales y otro blando, con que
hacían ollas, copas y otras vasijas. Este metal abundaba principalmente en la provincia de Zacatollan, y en la de los cohuixcos,
como actualmente en el reino de Michuacan. Sacaban el estaño de las minas de Tlachco, y el plomo de las de Izmiquilpan,
situadas en el país de los otomíes. Del estaño hacían moneda,
como diremos en su lugar, y del plomo sabemos que lo vendían
en los mercados, pero ignoramos los usos a que lo aplicaban.
También tenían minas de hierro en Tlaxcallan, en Tlachco y en
otros lugares: pero o no las descubrieron, o no supieron aprovecharse del metal que contenían. En Chilapan había minas de
mercurio, y en otros puntos las había de azufre, alumbre, vitriolo,
cinabrio, ocre, y de una tierra blanca que tenían en alto precio.
En cuanto al mercurio y al vitriolo, no sabemos de qué les servían de los otros metales hacían uso en las pinturas y tintes. Había entonces, y hay en el día gran abundancia de ámbar y asfalto, o sea betún de Judea, en las costas de los dos mares, y de
uno y otro pagaban tributo al rey de México muchos pueblos
de aquel territorio. Engarzaban el ámbar en oro, y sólo les servía de adorno y lucimiento. Con el asfalto hacían ciertos perfumes,
;
:
;
;
como después veremos.
y se hallan aun los
diamantes, aunque en pequeña cantidad; esmeraldas, amatistas,
ojos de gato, turquesas, cornerinas y unas piedras verdes semejantes a las esmeraldas y poco inferiores a ellas. De todas estas
Entre
las piedras preciosas se hallaban,
FRANCISCO
26
J.
CLAVIJERO
preciosidades pagaban tributo las provincias de los mixtecas, de
los zapotecas y de los cohuixcas, en cuyas montañas se hallaban
De
abundancia de estas piedras, de la estimación en que las tenían los mexicanos, y de su modo de labrarlas,
hablaremos en otro lugar. Era muy común el cristal de roca en
las montañas inmediatas a la costa del golfo mexicano, entre el
puerto de la Veracruz y el río de Coatzacualco, como también
aquellas minas.
la
en los de Quinantla; las ciudades de Tochtepec, de Cuetlachtlan,
de Cozamaloapan y otras, estaban obligadas a suministrar anualmente una cierta cantidad de aquella producción para alimentar
el lujo de la corte.
No
eran menos abundantes aquellas sierras en piedras útilísimas para la arquitectura, la escultura y otras artes. Hay canteras de jaspe, y de mármol de diversos colores en los montes de
Capolalpan, a oriente de México; en los que separan los dos valles de México y de Tolocan, llamados hoy montes de las Cruces,
y en los que habitaban los zapotecas. El alabastro era común
en Tecalco (hoy Tecale), lugar inmediato a la provincia de Tepeyacac, y en el país de los mixtecas. En el mismo valle de México y en otros muchos puntos del reino, se hallaba la piedra llamada Tetzontli, la cual es por lo común de un color rojo obscuro, durísima, porosa y ligera, y por unirse estrechamente con la cal y
la arena, es la que se prefiere en la ciudad de México para construir las casas, siendo aquel terreno pantanoso y poco firme.
Hay montes enteros de piedra imán, y el más notable de ellos es
uno de gran extensión colocado entre Teoitztlan y Chilapan, en el
país de los cohuixcas. Con la piedra Quetzalitztli, vulgarmente
llamada piedra nefrítica, formaban los mexicanos diversas figuras curiosas, de que se conservan muchas en los museos de Europa. El Quimaltizatl, que se asemeja a la escayola, es una piedra
diáfana, blanquizca, que se divide fácilmente en hojas sutiles, y
calcinada da un buen yeso, de que se servían aquellos habitantes
para el color blanco de sus pinturas. Hay infinita cantidad de yeso y talco más no sabemos que hiciesen uso de este fósil. El Mezcuitlatl, es decir, estiércol de Luna, pertenece a la clase de piedras, que por su resistencia a la acción del fuego, recibieron de los
químicos el nombre de lapides refractarii. Es transparente y de
un color de oro rojizo. Pero la piedra que más apreciaban los mexicanos, era el Itztli, de que había gran abundancia en muchos
puntos del imperio. Esta piedra es semidiáfana, de contextura
;
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Yuloxochitl
Plantas mexicanas
Cha,vot/i
;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
vitrea,
azul.
tar,
por
común, negro
suele haberla blanca y
ella hacían espejos, cuchillos, lancetas, navajas de afeies,
lo
:
Con
y aun espadas, como diremos cuando hablemos
Después de
litar.
esta
y su color
27
misma
del arte mi-
introducción del Evangelio se hicieron con
piedra aras para los altares, que gozaban de gran esla
tima. (1)
PLANTAS NOTABLES POR SUS FLORES
Por abundante y rico que sea el reino mineral en el territorio
mexicano, el vegetal es mucho más fecundo y variado. El célebre Doctor Hernández, a quien se puede dar el nombre de Plinio
de México, describe en su Historia Natural cerca de mil y doscientas plantas propias de aquella tierra; pero su descripción
comprende sólo las medicinales, y por consiguiente sólo abraza
una parte, aunque muy considerable, de los bienes que ha derra-
mado
próvida naturaleza en beneficio de los mortales. De las
plantas medicinales diremos algo, cuando tratemos de la medicina de los mexicanos. Con respecto a las otras clases de vegetales,
hay algunos apreciables por sus flores, otros por sus frutos, otros
por sus hojas, otros por sus raíces, otros por su tallo o por su madera; otros en fin por su goma, aceite, resina o jugo. (2) Entre las
infinitas flores que hermosean los prados y adornan los jardines
de México, hay muchas notables por la singular belleza de los colores, otras por la suavidad de su fragancia, Gtras por lo extraordinario de su forma.
allí la
El floripondio, que merece el primer lugar por sus grandes dimensiones, es una flor blanca, hermosa, olorosísima y monopetala
es decir, que su corola es de una sola pieza pero tan grande, que
suele tener mas de ocho pulgadas de largo, y tres o cuatro de diámetro en su parte superior. Estas flores penden en gran número
de las ramas, a guisa de campanas, aunque no son perfectamente
redondas, puesto que la corola se divide en cinco o seis ángulos,
colocados a iguales distancias entre sí. La planta es un elegante
;
En
América Meridional la llaman piedra de pavos. El célebre
Mr. Caylus en una disertación MS, citada por Mr. de Bomare, prueba que la
(1)
la
piedra Obsidiana, de que los antiguos hacían los vasos Murrinos, tan estimados, es esta misma de que vamos hablando.
Adoptamos esta división aunque imperfecta de las plantas, porque nos parece la más cómoda, y la más conveniente a nuestro proposito.
(2)
FRANCISCO
28
J.
CLAVIJERO
ramas forman una especie de cúpula. El tronco es
blando; las hojas grandes, angulosas y de un verde pálido. Los
frutos son redondos, grandes como naranjas y su interior está
arbusto, cuyas
lleno de almendras.
El yolloxochitl, o flor del Corazón, es también de un gran tamaño, y no menos apreciable por su hermosura que por su olor,
cuya fuerza es tal, que una sola flor basta para perfumar una
casa. Tiene muchas hojas glutinosas. Las flores son blancas, y
sonrosadas o amarillas en lo interior, y de tal modo dispuestas,
que abiertos y extendidos los pétalos tienen la figura de estrella y
cerrados, la de un corazón, de donde procede el nombre que se le
ha dado. El árbol que las produce es muy grande, y sus hojas largas y ásperas. Hay otra especie de yolloxochitl, muy oloroso, pero
diferente en la forma del anterior.
El coatzontecoxochitl, o flor de Cabeza de víbora, es de incomparable hermosura. (1) Compónese de cinco pétalos, morados en
la parte interior, blancos en medio, y color de rosa en las extremidades aaanchados además en toda su extensión, con puntos blancos y amarillos. La planta tiene las hojas semejantes a las del iris,
pero más anchas y largas. Los tallos son pequeños y delgados.
Esta flor era una de las que más apreciaban los mexicanos.
El oceloxochitl, o flor del Tigre, es grande y compuesta de tres
pétalos puntiagudos. Su color es rojo, aunque variado en la parte
media, con manchas blancas y amarillas, semejantes en su dibujo a las de la fiera que le ha dado el nombre, Las hojas se parecen también a las del iris la raíz es bulbosa.
;
;
:
El cacaloxochitl, o flor del Cuervo, es pequeña pero olorosísima, y manchada de blanco, rojo y amarillo. El árbol que produce estas flores se cubre enteramente de ellas, formando en
la extremidad ramilletes naturales, no menos agradables al olfato
que a la vista. Esta producción es comunísima en las tierras calientes. Los indios la emplean en adornar los altares, y los espa(1) Flos forma spectabilis, et quan vix quispiam possit exprimere,
aut penicillo pro dignitate imitari, a Principibus Indorum ut naturae miraculum valde expetitus, et in magno habitus pretio. Hernández, Historia
Nat. N. Hispaniae, lib. 8, cap. 8. Los Académicos Linceos de Roma, que
publicaron y comentaron esta Historia de Hernández en 1651, y vieron el
dibujo de aquella flor hecho en México con sus colores naturales, formaron tal idea de su hermosura, que la adoptaron por emblema de su academia, llamándola flor del Lince.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
29
ñoles hacen con ella conservas exquisitas. Es probable que el
cacaloxochitl sea el árbol que Mr. de Bomare describe bajo el nom-
bre de Frangipanier.
El izquixochitl es una florecilla blanca, semejante a la mosqueta en la forma, y en el olor a la rosa cultivada, aunque el suyo
es mucho más fragante. Nace en árboles grandes.
El cempoalxochitl, o cempasuchil, como dicen los españoles,
es la flor que, trasportada a Europa, es conocida en ella con el
nombre de clavel de Indias. Es comunísima en México, donde
también se llama flor de los Muertos. Tiene muchas variedades
que se diferencian en el tamaño, en el número y en la figura de
los pétalos.
La
mexicanos llaman xiloxochitl, y los Mixtecas
tiata, se compone de estambres sutiles, iguales y derechos; pero
flexibles, y de cerca de seis dedos de largo. Nace de un cáliz semiesférico, semejante al de la bellota; pero diferente en substancia,
color y tamaño. Algunas de estas hermosas flores son color de
rosa, otras enteramente blancas. El árbol que las produce es
flor
que
los
lindísimo.
El macpalxochitl, o flor de la Mano, tiene mucha semejanza
con el tulipán pero la figura del pistilo es como el pie de una ave,
o más bien como el de un mono, con seis dedos que terminan
en otras tantas uñas. La gente vulgar española del país da al
árbol que produce estas flores curiosas, el nombre de árbol de
las Manitas.
Además de estas y de otras innumerables flores, propias de
aquel territorio, en cuya cultura se deleitaban los antiguos mexicanos, nacen allí las que se llevaron de Asia y Europa, como
los lirios, los jazmines, los claveles de diversas especies, y otras
de varios géneros que rivalizan en aquellos jardines con las de su
;
propio suelo.
PLANTAS NOTABLES POR SU FRUTO
La
tierra de
Anáhuac debe a
las islas
Canarias y a
la
Penín-
sula española, los melones, las manzanas, los albaricoques, los
me-
locotones, los albérchigos, las peras, las granadas, los higos, las
ciruelas negras, las nueces, las almendras, las olivas, las casi añas
y
las uvas,
aunque de éstas no carecía enteramente aquel
país. (1)
Los sitios llamados Parras y Parral, en la diócesis <!<
(1)
va Vizcaya, deben su nombre a !u abundancia de vides que en
la
\ur
filos
s<>
FRANCISCO
30
J.
CLAVIJERO
a la musa o banana, a la cidra, a la naranja y al limón, mi opinión fue al principio, en virtud del testimonio de Oviedo, de Hernández y de Bernal Díaz del Castillo, que
los cocos se debían a las islas Filipinas, y los otros frutos a las
Canarias; (1) pero sabiendo que hay muchos de distinta opinión, no quiero empeñarme en una disputa, que además de ser de
poco interés, me desviaría demasiado del curso de la historia. Lo
cierto es que aquellas plantas, y todas las que han sido llevadas al
territorio mexicano, han prosperado en él, y se han multiplicado
como en su suelo nativo. El cocotero abunda en todas las tierras
marítimas. De naranjas hay siete especies muy diversas, y cuatro al menos de limones. Otras tantas son las de musa, o plátano,
En cuanto
como dicen
al coco,
los españoles. (2)
La mayor, que
es el zapalote, tiene
encontraron, con las cuales se plantaron muchas viñas, que hoy producen
vino bastante bueno. En Mixteca hay dos especies de vides salvajes, naturales del país. La una, semejante en los sarmientos y en las hojas a la
vid común, da unas uvas rojas, grandes, y cubiertas de piel muy dura;
pero de un sabor dulce y agradable. Esta planta se mejoraría notablemente si se cultivase con esmero. La otra especie da un fruto grande,
duro y de un sabor asperísimo; sirve para hacer conservas.
Oviedo, en su Historia Natural, asegura que el primero que llevó la musa, o banana, de las islas Canarias a la Española, de donde pasó al continente americano, fue Fr. Tomás Berlanga, dominicano, por los
años de 1516. Hernández en el libro 3, cap. 40 de su Historia Natural, hablando de los cocos, dice: Nascitur passim apud Orientales et jam quoque
apud Occidentales Indos. Bernal Díaz en la Historia de la Conquista, cap.
17, dice que él mismo sembró en Coatzacualco siete u ocho pepitas de
naranja. Estos, añade, fueron los primeros naranjos que se plantaron en
la Nueva España. En cuanto a la musa, se debe creer que de las cuatro
especies que nacen en México, una sola, la llamada Guinea, es exótica.
(1)
Los antiguos no desconocieron enteramente el género Musa.
citando la descripción que dieron los soldados de Alejandro el
Grande, de todo lo que vieron en las Indias, dice Major et alia (arbos)
pomo et suavitate proecellentior, quo sapientes Indorum vivúnt. Follum
avium alas imitatur, longitudine cubitorum trium, latitudine duum. Fructum cortice emittit admirabilem succi dulcedine, ut uno quaternos satiet.
Arbori nomen paloe, pomo anienoe. Hist. Nat. lib. 12, cap. 6. Además
de estos pormenores, que tanto convienen a la musa de México, hay una
circunstancia muy notable, a saber, que el nombre Palan, dado a la musa
en aquellos tiempos remotos, se conserva hasta ahora en el Malabar, como lo testifica García del Huerto, que residió allí muchos años. Podría
sospecharse que del nombre Palan se derivó el del plátano, que tan mal
(2)
Plinio,
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
31
de quince a veinte pulgadas de largo, y hasta tres de diámetro. Es
duro y poco estimado, y sólo se come asado o cocido. El plátano
largo, tiene cuando más ocho pulgadas de largo, y una y media de
diámetro. Su corteza es verde al principio después amarilla, y en
su mayor madurez, negra o negruzca. El fruto es sabroso, sano, y se come cocido o crudo. El guineo es más pequeño que
el precedente pero más grueso, más carnudo, más delicioso y menos saludable. Las fibras que cubren la pulpa son flatulentas. Esta especie se cultiva en el jardín público de Bolonia, donde yo la
he probado; pero me supo tan desabrida y poco gustosa, sin duda a efecto del clima, que parecía un fruto totalmente diverso
del mexicano. El dominico es el más pequeño, pero también es el
más delicado. La planta es también menor que las otras. Hay en
aquel país bosques enteros y muy extendidos, no sólo de plátanos,
sino de naranjos y limoneros, y en Michuacan se hace un gran
comercio de plátano seco, que es mucho mejor que la pasa y el
;
;
higo.
Las frutas indudablemente indígenas de aquel país, son:
ananas, que por parecerse en la forma exterior a la pina, fue
mada
las
lla-
por los españoles; el mamey, la chirimoya, (1) la anona,
la cabeza de negro, el zapote negro, el chicozapote, el zapote blanco, el amarillo, el de Santo Domingo, el aguacate, la guayaba, el
capulino, la guava o cuajinicuil, la pitahaya, la papaya, la guanábana, la nuez encarcelada, las ciruelas, los piñones, los dátiles, el
chayóte, el tilapo, el obo u hobo, el nanche, el cacahuate, y otras
cuya enumeración no puede ser muy interesante a los lectores
extranjeros. La descripción de estas frutas se halla en las obras
de Oviedo, de Acosta, de Hernández, de Laet, de Nieremberg, de
así
conviene a aquel fruto. El nombre de
el que tiene en Guinea, y el de Musa,
árabe. Algunos lo llaman fruta del
fue en efecto el que hizo prevaricar
Bananas, que le dan los franceses, es
que le dan los italianos, es de origen
Paraíso, y no falta quien crea que
a nuestros primeros padres.
Algunos escritores europeos de las cosas de América confunden
la chirimoya con la anona, y con la guanábana; pero estas tres son especies diferentes, aunque entre las dos primeras haya alguna semejanza.
Tampoco debe confundirse la anana con la anona, que difieren tanto entre sí, como el pepino y el melón. Mr. de Bomarc, por el contrario, hace
(1)
dos frutos distintos de la chirimoya y de la cherimolia, siendo así que este
último nombre es una corrupción del primero. Kl ate, que algunos consideran
como fruto enteramente diverso de la chirimoya, no es más (pie una de sus
especies.
FRANCISCO
32
J.
CLAVIJERO
Marcgrave, de Pisón, de Barreré, de Sloane, de Jiménez, de Ulloa
y de otros muchos naturalistas: así que sólo hablaré de algunas
que no son muy conocidas en Europa.
mexicanas, comprendidas bajo el nombre
genérico de tzapotl, son redondas o se acercan a esta figura, y todas tienen dura la pepita. (1) El zapote negro tiene la corteza
verde, delicada, lisa, tierna y la pulpa negra, carnuda, de sabor
dulce, y a primera vista se parece a la casia. (2) Los huesos que
están dentro de la pulpa son chatos, negruzcos y de un tercio de
pulgada de largo. Es perfectamente esférico y su diámetro es
de una y media a cuatro o cinco pulgadas. El árbol es mediano, muy cargado de hojas, y estas son pequeñas. La pulpa,
en helados o cocida con azúcar y canela, es de un sabor delica-
Todas
las frutas
dísimo.
El zapote blanco, que por su virtud narcótica fue llamado en
el antiguo México cochitzapotl, se asemeja algún tanto al negro
en el tamaño, en la figura y en el color de la corteza, aunque la
del blanco es de un verde más claro pero la pulpa de ésta es mucho más blanca y sabrosa que la de aquél. El hueso, que se cree
venenoso, es grande, redondo, duro y blanco. El árbol es frondoso, más alto que el del negro, y las hojas son también mayores.
Además, el negro es propio de los climas calientes, y el blanco de
los fríos y templados.
;
El chicozapote (llamado por los mexicanos chictzapotl), es de
figura casi, o enteramente esférica, y tiene una y media o dos pulgadas de diámetro. La corteza es blanquizca la pulpa blanca, con
visos de color de rosa los huesos duros, negros y puntiagudos. De
esta fruta, cuanao está verde, se saca una leche glutinosa y fácil
de condensarse. Los mexicanos llaman a esta substancia chictli,
y los españoles chicle. Suelen masticarla los niños y las mujeres, y
en Colima se hacen con ella pequeñas estatuas y figuras curio;
;
(1)
Las frutas comprendidas por
Tzapotl, son:
quauhtzapotl;
el
el
los
mexicanos bajo
el
nombre de
mamey,
tetzontzapotl; la chirimoya, matzapotl; la anona,
zapote negro, tlilzapotl, etc.
(2) Gemelli dice que el zapote negro tiene el sabor de la casia; mas
este es un error. También dice que esta fruta verde es venenosa para los
peces: es particular que un extranjero que residió diez meses en Méxi-
co sea el único que
haga mención de esta circunstancia.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
33
El chicozapote, cuando está en su madurez, es fruta de
las más exquisitas, y según muchos europeos, superior a todas las
del Antiguo Mundo. El árbol es de mediana altura su madera bastante buena para construcción las hojas son redondas y semejantes a las del naranjo en color y consistencia. Nace sin cultivo en
las tierras calientes y en algunas provincias forma bosques enteros que cubren espacios de diez y doce millas. (2)
El capulino, o capulín, como lo llaman los españoles, es la cereza de México. El árbol se parece mucho al cerezo de Europa; y la fruta a la cereza, en hueso, color y tamaño, pero no en
sas. (1)
;
;
sabor.
El nanche es un fruto pequeño, redondo, amarillo, aromático
y sabroso. Sus granos son pequeñísimos. La planta nace en los
países calientes.
El chayóte es un fruto redondo y semejante a la castaña en el
erizo en que está envuelto; aunque el del chayóte es mucho mayor y de un verde más obscuro que el de la castaña. La pulpa
es blanca con visos verdes, y en medio tiene un hueso grande y
blanco, semejante a la pulpa en la substancia. Se come cocido, con
el hueso. La planta es delicada, y la raíz es también buena para
comer.
La nuez encarcelada, es llamada vulgarmente así, por estar
envuelta en una cascara durísima. Es más pequeña que la nuez común, y en la forma se parece a la moscada. La cascara es lisa,
y la almendra no tan abundante ni tan gustosa como la europea.
Esta se ha multiplicado mucho en México, donde no es menos común que en Europa. (3)
La planta llamada en el país tlalcacahuatl, y por los españoles
Gemelli dice que el chicle es una composición
otra cosa que la leche del fruto, condensada al aire.
(1)
Tomás Gage
artificial,
no siendo
grandes mentiras, que en el jardín
de San Jacinto (hospicio de los dominicos de Filipinas, situado en un
arrabal de México, donde él residió algunos meses), había árboles de
esta especie. Es un error, porque la planta del chicozapote no se da en el
valle de México, ni en ningún país en que hiela.
(2)
(3)
xicano.
dice, entre otras
Hablamos aquí tan solo de la nuez encarcelada del Imperio meLa del Nuevo México es mayor y de mejor sabor que la común
de Europa, según me ha asegurado persona fidedigna. Quizás esta especie es la misma que se conoce en la Luisiana con el nombre de pacana
o pacaria.
;
FRANCISCO
34
J.
CLAVIJERO
cacahuate, es una de las producciones más extraordinarias de
aquella tierra. Es hierba abundante en hojas y raíces. Las florecillas son blancas, pero no dan fruto. Este no nace en las ramas ni
en los tallos, como sucede en los otros vegetales, sino junto a los
filamentos de las raíces, en una vaina blanca o blanquizca, larga,
redonda y arrugada, como se ve en la estampa adjunta. Cada vaina tiene dos, tres o cuatro cacahuates, cuya figura es semejante
a la del piñón pero son mucho mayores que éstos y más gruesos.
Cada uno se compone de muchos granos con dos lóbulos cada
uno y su punto germinante. Son de buen sabor, pero no se comen crudos sino un poco tostados. Si se tuestan más, adquieren
;
que es muy difícil distinguirlos de éste. Con los cacahuates se hace un aceite que no es
de mal gusto; pero que se cree dañoso, por ser muy cálido. Produce este aceite una luz hermosa, pero que se apaga con facilidad. Esta planta prosperaría sin duda en los países meridionales de Europa. Se siembra por marzo y abril, y la cosecha se
hace en octubre y noviembre.
Hay otros muchos frutos que omito por no parecer difuso
pero no puedo dejar de hacer mención del cacao, de la vainilla, de
la chía, del chile o pimiento, del tomate, de la pimienta de Tabasco, del algodón, y de las legumbres de que más uso hacían los
mexicanos.
El Dr. Hernández habla de cuatro especies de cacao, nombre
que se deriva del mexicano cacahuatl. El tlalcacahuatl, el más
pequeño de todos, era el que más usaban los mexicanos en su
chocolate y en otras bebidas que tomaban diariamente. Las otras
especies les servían de moneda. Esta era una de las plantas
más cultivadas en las tierras calientes de aquel reino, y por ella
pagaban grandes tributos a la corona de México muchas provincias, especialmente la de Xoconochco, cuyo cacao es excelente,
y superior, no sólo al de Caracas, sino también al de la Magdalena. La descripción de esta célebre planta y de su cultura, se
halla en las obras de muchos escritores de todas las naciones cultas de Europa.
La vainilla, tan conocida y usada en Europa, nace sin cultivo
en las tierras calientes. Los antiguos mexicanos la usaban en el
chocolate y en otras bebidas que hacían con cacao.
La chía es la pequeña semilla de una planta hermosa, cuyo
tallo es derecho y cuadrangular. Las ramas están simétricamen-
un olor y un sabor tan semejantes
al café,
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
35
ángulos del tronco. La flor es azul. Hay
dos especies de chía una, negra y pequeña de que se saca un aceite útilísimo para la pintura y otra blanca y grande, de que se hace una bebida que sirve de refresco. De una y otra hacían los
mexicanos otros usos como después veremos.
Del chile, de que los mexicanos se servían como los europeos de la sal, hay a lo menos once especies diferentes en el tamaño, en la figura y en la fuerza del picante. Los más pequeños
y acres son el quauschilli, que es fruto de un arbusto, y el chiltecpin. Las especies de tomates son seis, todas diferentes en tamaño,
color y sabor. La mayor que es el gictomatl o gitomate, como dicen los españoles, es ya muy común en Europa. El miltomatl es
más pequeño que el anterior, verde y perfectamente redondo.
Cuando hablemos de las comidas de los mexicanos, indicaremos el
uso que hacían de aquella producción.
El xocoxochitl, vulgarmente conocido con el nombre de pimienta de Tabasco, por ser muy abundante en aquella provincia,
es un grano mayor que la pimienta de Malabar. El árbol que lo
produce es corpulento: las hojas tienen el color y el lustre como
las del naranjo; las flores son rojas, algo parecidas en la forma a
a las del granado, y exhalan un olor suavísimo, del que participan
las ramas. El fruto es redondo, y nace en racimos, verdes al
principio y después casi negros. Esta pimienta de que hacían
uso los mexicanos, puede suplir la falta de la común de Mate distribuidas,
según
los
:
;
labar.
El algodón era por su utilidad una de las producciones más
abundantes de aquel país. Servíanse de ella en lugar de lino, (1)
aunque no carecían de esta planta, y de sus filamentos se vestían
la mayor parte de los habitantes de Anáhuac. Lo hay blanco y
dorado, que se llama comunmente coyote. Es planta común en las
tierras calientes, pero mucho más cultivada en los tiempos antiguos que en los modernos.
El fruto del achiote servía antiguamente para los tintes, co-
Hallóse el lino en gran abundancia y de excelente calidad, en
Michuacan, en el Nuevo-México y en Quivita; pero no sabemos que lo
cultivasen ni se sirviesen de él los pueblos antiguos mexicanos. La corte
de España, noticiosa de los terrenos que se prestan al cultivo de esta
planta, envió por los años de 1778 a aquellos países, doce familias de
la vega de Granada, a fin de que promoviesen un ramo tan importante
(1)
de
agricultura.
FRANCISCO
36
J.
CLAVIJERO
mo
sucede en los tiempos presentes. Con la corteza del árbol se
hacían cuerdas, y de la leña se sacaba fuego por medio de la
fricción, como acostumbraban los antiguos pastores de Europa. Esta planta se halla bien descrita en el Diccionario de Mr. de
Bomare.
En cuanto
a granos y legumbres, casi todos los que se cultivan en Europa, han prosperado en el terreno de México, cuando
han hallado un suelo conveniente. (1)
El principal y
más
útil
maíz, llamado por
especies diferentes en
de los granos es
el
mexicanos tlaolli, del cual hay muchas
tamaño, color, peso y sabor. Lo hay grande, pequeño, blanco,
amarillo, azulado, morado, rojo y negro. Con él hacían los mexicanos el pan y otras comidas de que después hablaremos. El
maíz pasó de América a España, y de aquí a otros países de
Europa, con gran ventaja de los pobres; aunque no faltan autores modernos que aseguran que esta útil producción pasó de Europa al Nuevo-Mundo idea de las más extravagantes y absurdas
que pueden presentarse a la imaginación de un hombre. (2)
los
:
La legumbre más apreciada de los mexicanos era la judía o
habichuela, de la cual hay mayor número de variedades que del
maíz. La mayor es la llamada ayacotli, que es del tamaño de una
haba y nace de una hermosa flor encarnada; pero es mucho más
estimada otra que tiene
los
granos pequeños, negros y pesados.
El Dr. Hernández, en su Historia Natural de México, describe la
especie de trigo que se halló en Michuacan, y pondera su prodigiosa fecundidad; pero los antiguos no quisieron o no supieron emplearlo, prefiriendo el maíz, como lo hacen también los modernos. El primero que
sembró trigo de Europa en aquella tierra, fue un moro esclavo de Hernán Cortés, habiendo encontrado tres o cuatro granos dentro de un saco de arroz de la provisión de los soldados españoles.
(1)
(2) Estas son las palabras de Mr. de Bomare, en su Diccionario de
Historia Natural, artículo bled de Turquie. On donnait á cette plante curieuse et utile le nom de bled d'Inde, parcequ'elle tire son origine des
Indes, d'ou elle fut portee en Turquie, et de lá dans toutes les autres
parties de l'Europe, de l'Afrique, et de l'Amérique. El nombre de grano
de Turquía que se le da en Italia será sin duda la única razón' que haya
tenido el autor para adoptar un error tan contrario al testimonio de todos los que han escrito sobre cosas de América, y a la opinión general
de las naciones. Los españoles de España y de América le han dado el
nombre de- maíz, palabra de la lengua Haitiana, que era la que se hablaba en la isla de Santo Domingo.
;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
37
Esta legumbre, poco usada en Europa, porque aquí es de mal
sabor, es tan exquisita en México, que no sólo sirve de alimento a
la
gente pobre, sino de regalo a
la
nobleza española.
PLANTAS NOTABLES POR SUS RAICES, HOJAS,
TALLO Y MADERA
De
por sus raíces, hojas, tallo y madera, tenían muchas los mexicanos, de las cuales algunas les servían
de alimento como la xícama, el camote, el huacamote, el cacomite
y otras muchas; otras les suministraban hilos para sus ropas y
cuerdas, como el iczotl y muchas especies de metí o maguey; otras,
en nn, les servían para los edificios y otros trabajos, como el cedro, el pino, el ciprés, el abeto y el ébano.
La xícama, que los mexicanos llaman cazotl, es una raíz de la
figura y tamaño de una cebolla. Es blanca, compacta, fresca, jugosa y de buen sabor. Se come siempre cruda.
El camote es otra raiz comunísima en toda aquella tierra. La
hay de tres especies blanca, amarilla y morada. Los camotes son
de buen gusto, especialmente los de Querétaro, que gozan de
gran estimación en todo el imperio.
El cacomite es la raíz de la planta que da la flor del tigre, de
que ya hemos hablado. El huacamote es la raíz dulce de una especie de yuca, (1) y se come cocida. La papa, raíz trasplantada a
Europa, y muy apreciada en Irlanda y en Suecia, entra en el número de los vegetales que pasaron a México, de la América Meridional, su país nativo como de la España y de las islas Canarias
pasaron los nabos, los rábanos, las zanahorias, los ajos, las lechugas, las coles y otras plantas de esta especie. Cortés, en sus Cartas
a Carlos V, asegura haber visto cebollas en el mercado de México
así que, no se necesitaba que fuesen de Europa. Además que el
nombre de xonacatl que dan a la cebolla, y el de Xonacatepec que
era el de un pueblo que existe en tiempo de los reyes mexicanos,
manifiestan que la planta era muy antigua en aquellos países, y no
introducida después de la conquista.
El maguey llamado por los mexicanos metí, pita por los españoles, y áloe americano por algunos autores, a causa de su gran
semejanza con el verdadero áloe, es de las plantas mas comunes
las plantas preciosas
;
;
(1)
muchas
La yuca
partes de
es
la
planta con cuya
América.
raíz
Be
hace
el
pan de cazabe en
FRANCISCO
8H
J.
CLAVIJERO
de México. El Dr. Hernández describe hasta diez y
nueve especies de maguey, aun más diversas en la substancia
interior que en la forma y color de sus hojas. En el libro VII de
nuestra Historia tendremos ocasión de exponer las grandes ventajas que los mexicanos sacaban de esta planta, y los inmensos
provechos que ha dado a los españoles.
El iczotl es una especie de palma de monte y muy alta, cuyo
tronco por lo común es doble. Sus ramas tienen la figura de un
abanico, y sus hojas las de una espada. Sus flores son blancas y
olorosas; con ellas hacen una buena conserva los españoles: el
fruto se parece al de la banana, pero no da provecho alguno. De
las hojas se hacían antiguamente, y se hacen hoy día, buenas
esteras, y los mexicanos sacaban de ellas hilo para sus manuy
más
útiles
facturas.
No
palma
el
es esta la única
real,
palma de aquellos
países.
Además de
la
superior a las otras por la belleza de su follaje, tienen
palma de
y otras dignas de atención. (1)
El quauhcoyolli es palma de mediana altura, cuyo tronco es
cocotero, la
dátiles
armado de espinas
fuertes y agudísimas. Las ramas tienen la forma de un
inaccesible a los cuadrúpedos, por estar
largas,
gracio-
penden grandes racimos de frutos redondos,
del tamaño de la nuez común, y como éstas, compuestas de cuatro
partes distintas, a saber: la corteza, verde al principio y después parda; una pulpa amarilla, tenazmente unida a la cascara;
una cascara redonda y durísima, y dentro de ésta, una médula o
almendra blanca.
so penacho, del que
La palma ixhuatl
es
más pequeña, y no
tiene
más de
seis o
ramos, porque cuando nace uno, se seca otro de los antiguos.
Con sus hojas se hacían antes espuertas y esteras, y hoy se hacen sombreros y otros utensilios. La corteza, hasta la profundidad de tres dedos, no es más que un conjunto de membranas, de cerca de un pie de largo, sutiles y flexibles, pero muy
fuertes, y unidas muchas de ellas sirven de colchón a los posiete
bres.
También pertenece a
Además
la clase
de las pequeñas,
la
palma
teoic-
de la palma de dátiles propia de aquel país, nace también
de Berbería. Los dátiles se venden, por el mes de junio, en los
mercados de México, de la Puebla de los Angeles, y de otras ciudades;
pero a pesar de su sabor dulce, no son muy apreciados.
(1)
en
él
la
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
39
La médula de
su tronco, que es de una contextura blanda,
está envuelta en hojas de una substancia particular, redondas,
zotl.
gruesas, blancas, lisas y lustrosas, y que parecen otras tantas
conchas dispuestas unas sobre otras. Los indios se servían de
ellas antiguamente, y aun se sirven hoy día, para adornar los arcos de follaje que erigen en sus fiestas.
Hay
otra palma que da los cocos de aceite, llamados
así,
por-
saca un aceite de buena calidad. El coco de aceite
es una nuez semejante en el tamaño y en la figura a la moscada;
dentro tiene una almendra blanca, oleosa, buena de comer y
cubierta de una película sutil y morada. El aceite despide un olor
suave, pero se condensa con facilidad, y entonces queda convertido en una masa espesa y blanca como la nieve.
En la excelencia, virtud y abundancia de maderas, aquel país
no cede a ningún otro porque como en su extensión se hallan todos los climas, también se hallan todos los árboles que en ellos
prosperan. Además de las encinas, robles, abetos, pinos, cipreses,
hayas, olmos, nogales y álamos, y otros muchos árboles de Europa, hay bosques enteros de cedros y ébanos, que eran los dos árboles más apreciados en la antigüedad por sus maderas además,
abundan el agalloco o madera de áloe, en la Mixteca; el tapinzeran, en Michuacan la caoba, en Chiapan el palo gateado, en Zoncoliuhcan (hoy Zongolica) el camote, en las montañas de Tezcoco; el granadillo o ébano rojo, en la Mixteca y otros puntos;
el mizquitl o acacia verdadera, el tepehuajin, el copte, el xabin, el
guayacan o leño santo, el ayaquahuitl, el oyametl, el zopilote y
otras innumerables maderas apreciables por su incorruptibilidad,
por su dureza y gravedad, (1) por la facilidad con que se prestan
al trabajo, por la belleza de sus colores y por la fragancia que
despiden. El camote es de un hermoso color morado, y el granadillo de un rojo obscuro; pero aún son más bellos el palo gateado,
la caoba, y el tzopiloquahnitl o madera de zopilote. La dureza
del guayacan es conocida en Europa; pero no le cede el xabin.
El áloe de la Mixteca, aunque diferente del agalloco de Levan-
que de
ellos se
;
:
;
;
;
Historia Natural, lili. L6, cap. i. indica tan solo
cuatro géneros de madera de mayor gravedad específica que el agua. En
México hay otras muchas que se sumergen cu aquel líquido, CORIO el miayacan, el tapinzeran, el xabin, etc. K\ quiebra-hacha es también <l» este
(1)
Plinio,
en
su
llama así porque muy frecuentemente rompe
tos de hierro con que se trabaja.
número, y
se
los
instrumen
FRANCISCO
40
J.
CLAVIJERO
descripción que dan de éste García del Huerto y
otros autores, es notable por el suavísimo olor que exhala, especialmente cuando está recién cortado. Hay también en aquel
te,
según
la
país un árbol cuya
madera
es preciosa; pero de naturaleza tan
maligna, que ocasiona hinchazón en el escroto al que indiscretamente la maneja, cuando está recién cortada. El nombre que le
dan en Michuacan, y del cual no puedo acordarme, expresa aquella maléfica virtud. No he sido testigo de ello, ni tampoco he
visto el árbol; pero lo supe, cuando fui a Michuacan, de persona
fidedigna.
El Dr. Hernández describe en su Historia Natural cerca de
cien especies de árboles; pero habiendo dedicado principalmente
sus estudios, como ya hemos dicho, a las plantas medicinales, omite la mayor parte de los que produce aquel hermoso terreno, y
especialmente los más notables por su tamaño y por lo apreciable
de su madera. Hay algunos de tan extraordinarias dimensiones,
que no son inferiores a los que Plinio cita como milagros de la
naturaleza.
El Padre Acosta hace mención de un cedro que existía en
Atlacuechahuayan, pueblo distante nueve leguas de Antequera, o
sea Oaxaca, cuyo tronco tenía de circunferencia diez y seis brazas,
es decir, más de ochenta y dos pies de París y yo he visto en una
casa de campo, una viga de la misma madera, que tenía de largo
ciento y veinte pies castellanos, o ciento siete de París. En muchas
casas de la capital, y de otras ciudades del país, se ven enormes
mesas de cedro de una sola pieza. En el valle de Atlixco se conserva todavía un abeto antiquísimo y tan grande, que en la cavidad
formada por los rayos en su tronco, caben catorce hombres a caballo. (1) Mayor idea dará de su amplitud un testimonio tan respetable como- el del Emmo. Sr. D. Francisco Lorenzana, arzobispo
que fue de México y hoy de Toledo. Este prelado en sus anotaciones a las Cartas de Cortés a Carlos V, impresas en México el año
de 1770, asegura que habiendo ido él mismo a observar aquel fa;
1
El nombre mexicano de este árbol es ahuehuetl, y los españoles
del país lo llaman ahuehuete; pero los que quieren hablar con pureza castellana, le dan el nombre de sabino, en lo que se engañan, pues no pertenece a esta especie, aunque se le parece mucho, como lo demuestra el Dr.
Hernández en el lib. 3, cap. 66, de la Historia Natural. Yo he visto el
abeto de Atlixco en el tránsito que hice por aquella ciudad en 1756, pero no bastante de cerca para poder formar idea de sus dimensiones.
(1)
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
moso
41
en compañía del arzobispo de Guatemala y del obisPuebla de los Angeles, hizo entrar cien muchachos en
árbol,
po de
la
su cavidad.
Pueden compararse con este abeto las ceibas que yo he visto
en la provincia marítima de Xicayan. La amplitud de estos árboles es proporcionada a su portentosa elevación, y es delicisísimo su aspecto cuando están cubiertos de nuevo follaje y cargados
de fruta, dentro de la cual hay una especie de algodón blanco, sutil
y delicadísimo. Con esta hilaza podrían hacerse, y se han hecho
en efecto, tejidos tan finos y suaves, y aun quizás más que los de
seda; (1) pero no se hila con facilidad, por ser muy cortos los
filamentos; además que se sacaría poca ventaja de esta manufactura, siendo de poca duración el tejido. El algodón de esta fruta se usa en almohadas y colchones, los que tienen la singular
propiedad de esponjarse extraordinariamente con el calor del sol.
Entre otros muchos árboles dignos de atención por su singularidad, y que me veo precisado a omitir, no debo, sin embargo,
pasar en silencio cierta especie de higuera bravia, que nace en tierras de Cohuixchi y en otros puntos del reino. Es árbol grueso,
elevado, frondoso, semejante en sus hojas y frutos a la higuera
común. De sus ramas, que se extienden horizontalmente, nacen
ciertos filamentos que penden hacia la tierra, progresivamente
creciendo y engrosando, hasta que introducidos en ella se arraigan y forman otros tantos troncos así que, un árbol solo basta
para formar una selva. (2) El fruto de este árbol es inútil, pero la
madera; es de buena calidad.
;
PLANTAS ÚTILES POR SU RESINA, ACEITE Q JUCO
La
tierra de
la resina,
Anáhuac
es fecundísima én vegetales útiles por
goma, aceite o jugo que dé
ellos
mana.
(1) Mr. de Bomare dice que los africanos hacen del hilo de la ceiba,
tafetán vegetal, tan raro y tan estimado en Europa.: No es extraño que
escasee tanto la tela, siendo tan difícil elaborarla. El nombre ceiba viene, como otros muchos de los que se usan en México, de la lengua que
se hablaba en la isla de Haití. Los mexicanos lo llaman pochotl, y muchos
españoles, pochote. En África se llama benten. La ceiba, según el mismo
autor, es el árbol más alto de los conocidos.
el
(2)
Hacen mención
bas, en la Historia de
de
las
esta higuera, el Padre Andrés Pérez de Ri
misiones de Cinaloa, y Mr. Je Homaro en su
FRANCISCO
42
J.
CLAVIJERO
El huitziloxitl, que destila el famoso bálsamo, es un árbol
de mediana elevación. Sus hojas son semejantes a los del almen-
aunque algo mayores. La madera es rojiza y olorosa; la corteza cenicienta, pero cubierta de una película del color de la madera. Las flores, que son de un color pálido, nacen en las extremidades de las ramas. La simiente es pequeña, blanquizca, y
encorvada, y pende de un filamento delgado y de media pulgada de largo. En cualquiera parte que se haga una incisión,
dro,
especialmente después de llover, se ve manar aquella exquisita resina, tan apreciada en Europa, y que en nada cede al famoso
bálsamo de Palestina. (1) El de México es de un rojo negruzco
o de un blanco amarillento el sabor es acre y amargo, y el olor
intenso, pero sumamente agradable. El árbol del bálsamo es común en las orillas de Panuco y de Chiapan, y en otras tierras
calientes. Los reyes mexicanos lo hicieron trasplantar al célebre
jardín de Huaxtepec, donde prendió felizmente, y de allí se propagó en todas aquellas montañas. Algunos indios para sacar más
cantidad de bálsamo, queman las ramas del árbol, después de hacer la incisión. Como estas preciosas plantas son muy comunes
en aquellos países, no se curan de la pérdida de algunas de
ellas, por tal de no aguardar la destilación, que suele ser lenta.
Los antiguos mexicanos no sólo sacaban el opobálsamo, o lágrima destilada del tronco; mas también el xilobálsamo, por la
decocción de las ramas. (2)
;
Del huaconex y de la maripenda (3) sacaban también un
aceite semejante al bálsamo. El huaconex es un árbol de mediana
Diccionario, llamándolo Figuier des Indes, Grand Figuier, y Figuier admirable. Los historiadores de la India Oriental describen otro árbol semejante a éste, que se halla en aquellas regiones.
(1) El primer bálsamo que se llevó de México a Roma, se vendió
a cien ducados la onza, como lo testifica el Dr. Monarde en su Historia
de los simples medicinales de América. La silla apostólica declaró que esta substancia era materia idónea para el crisma, aunque diferente del bálsamo de Palestina.
Sácase también del fruto del huitzilogitl un aceite, semejante en
olor y sabor, al de almendras, pero más acre, y de olor más fuerte. Es
muy útil en la medicina.
(2)
(3) Los nombres huaconex y maripenda no son mexicanos, sino adoptados por los autores que han descrito las plantas de aquellos países.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
43
y de madera dura y aromática, que se conserva sin alterarse muchos años, aunque esté metido en tierra. Sus hojas son
pequeñas y amarillas, las flores pequeñas también y blanquizcas,
y el fruto semejante al del laurel. Se sacaba por destilación el
aceite de la corteza, haciéndola pedazos antes, teniéndola tres días
en agua natural y secándola al sol. De las hojas se sacaba
otro aceite de buen olor. La maripenda es un arbusto con hojas
lanceoladas; el fruto es semejante a la uva, y viene en racimos,
verdes al principio, y después rojos. El aceite se sacaba cociendo
las ramas con mezcla de alguna fruta.
El xochiocotzotl, vulgarmente llamado liquidámbar, es el estoraque líquido de los mexicanos. Es árbol grande (y no arbusto
altura,
como
hojas parecidas a las del acebo, son dentadas, dispuestas de tres en tres, blanquizcas de un lado y obscuras del otro. El fruto es espinoso y polígono, con la superficie negra y los ángulos amarillos. La corteza del árbol es en parte verde
y en parte leonada. Del tronco sale por incisión aquella preciosa
resina que los españoles llamaron liquidámbar, y el aceite del mismo nombre que es aún más oloroso y apreciable. También se hace
el liquidámbar con la decocción de las hojas, mas este es inferior
al que procede de la destilación.
dice Pluche)
;
las
El nombre mexicano copalli, es genérico y común a todas las
resinas, pero se aplica especialmente a las que se usan como incienso. Hay hasta diez especies de árboles que dan esta especie de resina, y se diferencian, tanto en el nombre como en la
forma de las hojas, del fruto, y en la calidad de aquel producto.
El copal, llamado así por antonomasia, es una resina blanca y
transparente que sale de un árbol grande, cuyas hojas se parecen a las de la encina, aunque son mayores que éstas el fruto es
redondo y rojizo. Esta resina es bien conocida en Europa con
el nombre de goma copal, y se emplea en la medicina y en hacer
barnices. Los antiguos mexicanos la usaban principalmente en el
incienso, de que se servían ya en el culto religioso de sus ídolos,
ya en obsequio de los embajadores y otras personas de alta jerarquía. Hoy lo consumen en grandes cantidades para el culto del
verdadero Dios y de sus santos. El tecopalli o tepecopalli, es otra
resina semejante en olor, color y sabor, al incienso de Arabia.
El árbol que la destila es de mediana elevación nace en los montes; su fruto es una especie de bellota, que contiene un piñón,
bañado de una especie de mucílago, o saliva viscosa, y dentro
;
;
FRANCISCO
44
J.
CLAVIJERO
hay una almendrilla, que se emplea útilmente en la
medicina. Todos estos árboles, y otros de la misma especie, en
cuya descripción no puedo detenerme, son propios de las tierras
del piñón
calientes.
La caraña
tecamaca, resinas bien conocidas en el comercio de Europa, salen de dos árboles mexicanos, altos y corpulentos. El árbol de la caraña tiene el tronco leonado, liso, brillante
y oloroso, y las hojas, aunque redondas, parecidas en su contextura a las del olivo. El árbol de la tecamaca tiene las hojas anchas
y dentadas; el fruto rojo, redondo, pequeño y pendiente de la
extremidad de las ramas. Uno y otro son de las tierras ca(1)
y
la
lientes.
El mizquitl, o mezquite, como dicen los españoles, es una especie de acacia, verdadera goma arábiga, como aseguran el doctor
Hernández y otros doctos naturalistas. Es arbusto espinoso; sus
ramas están dispuestas con mucha irregularidad; las hojas son
tenues, sutiles, semejantes a las plumas de las aves, dispuestas
de dos en dos en las ramas, una en frente de otra. Los frutos son
dulces y sabrosos, y en ellos se contiene la semilla, con la cual los
salvajes chichimecas hacían una pasta que les servía de pan. Su
madera es durísima y pesada. Estos árboles son tan comunes
en el territorio de México, y sobre todo en los países templados,
como las encinas en Europa. (2)
La laca o goma laca (como dicen los boticarios) corre con
tanta abundancia de un árbol semejante al mezquite, que llega a
cubrir enteramente sus ramas. (3) Este árbol es de mediana
altura; el tronco es rojizo, y abunda en las provincias de los cohuixcas, y de los tlahuicas.
(1) Los mexicanos dieron al árbol de la caraña el nombre de tlahuelilocaquahuitl, es decir, árbol de la malignidad; porque creían supersticio-
samente que
tenían en horror los espíritus malignos, y que era un preservativo eficaz contra los hechizos. Tecamaca viene del tocomacihayac de
los mexicanos.
(2)
Hay
lo
en Michuacan una especie de mezquite o acacia, que no tiene
común: por
espinas, y cuyas hojas son más sutiles que las del mezquite
lo demás se le parece en todo.
en la Historia de los simples de la India, aseapoyo de algunos hombres prácticos del país, que la laca es
producto del trabajo de cierta clase de hormigas. Esta opinión ha sido
adoptada por muchos autores, y Mr. de Bomare le hace el honor de creer(3) García del Huerto,
gura con
el
'
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
La sangre de drago
45
un árbol grande, cuyas hojas son
anchas y angulosas. Este árbol nace en los montes de Quauhchinanco, y en los de los cohuixcas. Los mexicanos llaman al
jugo
ezpatli, es decir,
o árbol de sangre.
sale de
medicina sanguínea, y
Hay
otro del
al árbol, ezquahuitl,
mismo nombre en
los
montes de
Cuauhnahuac, que se le parece mucho; pero tiene las hojas redondas y ásperas, la corteza áspera también, y la raíz olorosa.
La resina elástica, llamada por los mexicanos olin, u oli, y
por los españoles del país, hule, sale del olquahuitl, árbol elevado,
de tronco liso y amarillento. Sus hojas son grandes, las flores
blancas, y el fruto amarillo, redondo, anguloso. Dentro se encuentran unas almendras del tamaño de las avellanas, blancas, pero
cubiertas de una película amarilla. La almendra es de sabor amargo, y el fruto nace siempre pegado a la corteza. El hule cuando sale del árbol, es blanco, líquido y viscoso; después amarillea, y
finalmente toma un color de plomo negruzco, que conserva siempre. Los que lo recogen, le dan por medio de moldes, la forma conveniente al uso a que lo destinan. Esta resina, cuando está condensada, es la substancia más elástica de todas las conocidas. Con ella
hacían los mexicanos balones, que aunque más pesados que
los de aire, tienen más ligereza y bote. Hoy, además de este uso,
lo emplean en sombreros, zapatos y otros objetos, impenetrables
al agua. Derretido al fuego, el hule da un aceite medicinal. El
árbol nace en las tierras calientes, como en las de Ihualapan y Mecatlán, y es muy común en Guatemala. En Michuacan hay un
demostrada; pero, en primer lugar, todas estas ponderadas demostraciones no son más que indicios equívocos y conjeturas falaces, como lo
echará de ver el que lea atentamente los indicados autores. 2.° De todos
los naturalistas que han escrito sobre la laca, el único que la ha visto en
el árbol, es el Dr. Hernández, y este docto y sincero escritor asegura que
la laca es una verdadera resina, destilada del árbol que los mexicanos
llaman tzinacancuitlaquahnitl, y rebate, como preocupación vulgar, la opinión contraria. 3.° El país en que abunda la laca es la fértilísima provincia de los Tlahuicas, en que todas las frutas se dan admirablemente, y
de donde salen en grandes cantidades, para abastecer los mercados de la
capital. Y cierto que no podría hacerse tan gran cosecha de frutas, si
hubiese en aquel país la cantidad inmensa de hormigas que seria necesaria para fabricar la laca que cubre los árboles de aquella especie, que son
allí comunísimos. 4." Si la laca es obra de las hormigas, ¿por qué la fabrican en aquellos árboles, y no en l<>s de otra especie? Los mexicanos
llamaban a la laca, estiércol de murciélago por no sé que analogía que hallaban entre aquellos dos objetos.
la
FRANCISCO
1.;
J.
CLAVIJERO
árbol llamado tarantaca por los tarascos, que es de la
especie que el olquahuitl; pero se diferencia en las hojas.
misma
El quauhxiotl es un árbol mediano, cuyas hojas son redondas,
y la corteza rojiza. Hay dos especies subalternas de este vegetal: la una da una goma blanca, que puesta en agua, la tiñe de un
color de leche; la otra destila una goma rojiza, y ambas substancias son
remedios eficaces de
la disentería.
En
esta clase de plantas deben colocarse, por el aceite que
producen, el abeto, la higuerilla (planta semejante a la higuera),
y una especie de pino oleoso: el brasil, el campeche, el
añil y otros, por sus jugos; pero estas producciones son muy conocidas en Europa, y en adelante tendremos ocasión de hablar
de ellas.
el ocote,
Lo poco que hemos dicho acerca del reino vegetal de Anáhuac, aviva el sentimiento que experimentamos al ver tan descuidadas y perdidas las nociones exactas de historia natural, que en
tan alto grado poseían los antiguos mexicanos. Sabemos que
aquellos bosques, montes y valles están cubiertos de infinitos vegetales útilísimos y preciosos, sin haber quien se digne aplicarse a estudiarlos y describirlos. ¿No es doloroso que de ios inmensos tesoros sacados de aquellas riquísimas minas en el espacio
de dos siglos y medio, no rfe naya dedicado una parte a fundar
academias de naturalistas, que siguiendo los pasos del ilustre
Hernández, puedan descubrir en bien de la sociedad los dones
inapreciables, derramados allí tan liberalmente por la mano del
Creador ?
CUADRÚPEDOS DEL TERRITORIO DE MÉXICO
El reino animal de Anáhuac no es menos desconocido que el
vegetal, a pesar de la diligencia con que el Dr. Hernández se
aplicó a su estudio. La dificultad de distinguir las especies, y
la impropiedad de la nomenclatura, dada por analogía, hacen difícil y escabrosa la historia de los animales. Los primeros españoles, más prácticos en el arte de la guerra, que en el estudio de
la naturaleza, en lugar de conservar, como hubieran debido hacerlo, los nombres que los mexicanos daban a sus animales, llamaron
tigres, lobos, osos, leones, perros, etc., a muchos animales de
especies diferentes, guiados por la semejanza del color de la
piel, o por algún otro rasgo exterior, o por la conformidad de cier-
f emo/in
:
-
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-•.
¿f
Animales mexicanos
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
47
operaciones y propiedades. Yo no pretendo reformar sus
errores, sino dar a mis lectores alguna idea de los cuadrúpedos,
aves, reptiles, peces e insectos, que se mantienen en la tierra y
en las aguas de Anáhuac.
Entre los cuadrúpedos los hay antiguos y modernos. Estos,
que son los que se transportaron de Canarias y de Europa en el
siglo XVI, son los caballos, los asnos, los toros, los carneros, las
cabras, los puercos, los perros y los gatos todos los cuales se híin
multiplicado allí, como lo haré ver en las Disertaciones, rebatiendo a algunos filósofos modernos, que se han empeñado en
probar la degradación de todos los cuadrúpedos en el Nuevo
tas
;
Mundo.
De
cuadrúpedos antiguos, es decir, de aquellos que de
tiempo inmemorial se crían en aquella tierra, unos eran comunes
a los dos continentes otros, sólo propios del Nuevo Mundo, pero
comunes a México y a otros países de América otros en fin exclusivamente peculiares de México.
Los cuadrúpedos antiguos comunes en México y al Antiguo
Continente son los leones, los tigres, los gatos monteses, los osos,
los lobos, los zorros; los ciervos, comunes y blancos; (1) los gamos, las cabras monteses, las fuinas, las martas, las ardillas, las
polatucas, los conejos, las liebres, los lirones y los ratones. El
conde de Buffon niega que hubiese en América leones, tigres
y conejos; pero como su opinión se funda en la pretendida imposibilidad del paso de los animales europeos de las tierras cálidas
al Nuevo Continente, lo que procuro impugnar en mis Disertaciones, no necesito interrumpir aquí el hilo de mi historia, para
ocuparme en este punto.
El mixtli de los mexicanos es el león sin melena, de que hace
mención Plinio, (2) enteramente diverso del león africano, y
el ocelotl, no se distingue del tigre de África, como lo testifica el
los
;
;
Los ciervos blancos, sean o no de la misma especie que los comunes, son propios de los dos continentes. Fueron conocidos de los griegos
y de los romanos. Los mexicanos llamaban al ciervo blanco, rey de los ciervos. El conde de Buffon piensa que la blancura de estos animales es efecto de la esclavitud; pero el hecho de hallarse ciervos blancos en los montes de México, desmiente esta opinión.
(1)
(2)
lena, y
dos especies de león, con melena y sin menúmero de los de cada especio, que I'ompeyo presen-
Plinio distingue
menciona
el
tó en los juegos de
Roma.
las
FRANCISCO
4H
J.
CLAVIJERO
Hernández, que conocía unos y otros. El tochtli de México es
el mismo conejo del Antiguo Continente, y tan antiguo cuando menos en aquellos países, como el calendario mexicano, en el cual la
imagen del conejo era el primer símbolo del año. Los gatos monteses, que son mayores que los domésitcos, son muy feroces y temibles. Los osos son enteramente negros, y más corpulentos que
los que se ven en Italia, y vienen de los Alpes. Las liebres se distinguen de las de Europa por tener las orejas más largas, y los
lobos por tener más voluminosa la cabeza. Estas dos especies son
abundantes en aquella tierra. Damos el nombre de polatuca, como lo hace el conde Buffon, al quimichpatlan, o ratón volante de
los mexicanos. Conviénele el nombre de ratón, porque se asemeja
a éste en la cabeza, aunque la tiene mayor; y el de volante,
porque teniendo en su estado natural prolongada y fio ja la piel del
vientre, cuando quiere dar un salto violento de un árbol a otro,
la extiende con los pies, y se sirve de ella a guisa de alas. El
vulgo de españoles confunde este cuadrúpedo con la ardilla; pero
son ciertamente dos animales diversos. Las ratas fueron llevadas
a México en buques europeos; no así los ratones, que siempre
fueron conocidos por los mexicanos con el nombre de quimichin.
el cual daban también metafóricamente a los espías.
Los cuadrúpedos comunes a México y a los otros países del
Nuevo Mundo, son el coyametl, el epatl, algunas especies de moI)r.
nos, el ayotochtli, el aztacojotl, el tlacuatzin, el techichi, el tlal-
mapach y
danta. (1)
El coyametl, que los españoles llaman jabalí, por su semejanza con este animal, se llama en otros países de América, pecar,
saino y tayassu. La glándula que tiene en una cavidad de la espalda, de que destila abundantemente un líquido fétido y espeso, inmototli, el techallotl, el amiztli, el
Muchos autores numeran entre
la
animales de México, al paco
o carnero peruano, al huanaco, a la vicuña y al perezoso; pero todos estos cuadrúpedos son propios de la América Meridional, y ninguno de ellos
lo es de la Septentrional. Es cierto que el Dr. Hernández hace mención del
paco entre los cuadrúpedos de México, da su dibujo, y adopta el nombre mexicano pelonichcatl pero lo hizo con referencia a algunos individuos llevados
del Perú, a los que dieron aquel nombre los mexicanos, como describe también los de la misma especie, llevados a Filipinas. Lo cierto es que estos
animales no son indígenas de México, ni se encuentran en ningún otro
país de la América Septentrional; sino que algunos individuos han sido llevados allí como objetos de curiosidad, del mismo modo que se han traído
a Europa.
(1)
;
los
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
49
düjo a los primeros escritores de América a creer que en aquel
país había puercos que tenían en aquella parte el ombligo; y aun
hay todavía quien así lo crea, aunque hace dos siglos que se ha
destruido aquel error por la anatomía. ¡Tan difícil es combatir las
preocupaciones populares La carne del coyametl es buena de comer; pero inmediatamente que se mata es necesario cortar la
glándula, y lavar todo el líquido que de ella ha salido, pues de lo
contrario infestaría toda la carne.
!
El epatl, llamado zorrillo por los españoles, es menos conocido por la hermosura de su piel, que por la insufrible fetidez que
arroja cuando lo persiguen los cazadores. (1)
El tlacuatzin, que en otros países se llama churcha, sarigua
u opossum, ha sido descrito por muchos autores, y es célebre por
el saco de piel que la hembra tiene en el vientre, y que le coge desde el principio del estómago hasta el orificio del útero el cual le cubre las tetas, y tiene en medio una abertura, por la que mete a los
hijos, después de haberlos parido, para tenerlos bien custodiados. Cuando anda o salta por las paredes, extiende la piel y cierra
la abertura, a fin de que no puedan escaparse los cachorros. Pero
cuando quiere echarlos fuera, a fin de que coman, y volver a guardarlos, para darles de mamar o preservarlos de algún peligro, afloja la piel y abre la boca del saco; imitando la preñez cuando lleva
en él a los hijos, y el parto cuando les da salida. Este curioso cuadrúpedo es el exterminio de los gallineros.
;
El ayotochtli, llamado por los españoles armadillo o encubertado, y por otras naciones tatú, es conocido en Europa por las
planchas oseosas que le cubren la espalda, y que se parecen a la
antigua armadura de los caballos. Los mexicanos le dieron aquel
nombre por la semejanza, aunque imperfecta, que tiene con el conejo cuando descubre la cabeza, y con la calabaza, cuando la
Buffon numera cuatro especies de epatl, bajo el nombre genérico
de mouffetes. Dice que las dos primeras, que él llama coaso y conepata,
(1)
son de la América Septentrional, y el chincho y el zorrillo ouo son las otras
dos, de la América Meridional. No croo que sean cuatro especies diferentes,
sino cuatro razas de una misma. Los nombres que dan los mexicanos a las
Jos primeras, son izquiepatl y eonepatl; las cuales sólo se diferencian en el
tamaño y color. El nombro de ocaso o squass, (pie d viajero Dampierre dice
ser común en México, no se ha oído jamás en aquellos países. I>os indios de
Yucatán, que fue donde estuvo Dampierre, dan
aquel cuadrúpedo el nom
r
;i
bre de pai.
50
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
oculta en las conchas; (1) pero a ningún animal se parece tanto
como a la tortuga, aunque se diferencia de ésta en algunas cosas.
Podría llamarse cuadrúpedo testáceo. Este animal no puede
huir de los cazadores, cuando lo persiguen en una llanura pero si
es en los montes, donde por lo común habita, si halla cerca algún
declive, se encoge, se hace una bola, y echándose a rodar por la
pendiente, deja burlado al cazador.
;
El techichi, que también se llama aleo, era un cuadrúpedo de
México y de otros países de América, que por ser de la figura
de perro, fue llamado así por los españoles. Era de un aspecto melancólico, y enteramente mudo, de donde tomó origen la fábula de
que los perros del Mundo Antiguo enmudecen, cuando son transportados al Nuevo. Los mexicanos comían la carne del techichi;
y si hemos de dar fe a los españoles, que también la comían, era
gustosa y nutritiva. Los españoles, después de la conquista de
México, no teniendo todavía rebaños de ninguna especie, hacían la provisión para sus buques con carne de estos cuadrúpedos y así extinguieron muy en breve la raza, aunque era muy
numerosa.
El tlalmototli, o ardilla de tierra, llamado ardilla suiza por
Buffon, es semejante a la verdadera, en los ojos, en la cola, en la
ligereza y en todos sus movimientos pero se diferencia de ella en
el color, en el tamaño, en la habitación y en algunas propiedades.
El pelo del vientre es blanco, y el del resto del cuerpo, blanco,
manchado de gris. Su tamaño es doble del de la ardilla común, y
no habita como ésta en los árboles, sino en los agujeros que labra
en la tierra, o entre las piedras de las tapias de los sembrados, en
los que hace muchos estragos, por la gran cantidad de grano
que consume. Muerde furiosamente a quien se le arrima, y no es
posible domesticarlo pero tiene elegancia en las formas, y gracia
en los movimientos. Esta especie es muy numerosa, sobre todo en
el reino de Michuacan. El techallotl solo se distingue del ani;
;
compuesta de aytoli, calabaza, y de tochtli,
especies
de este animal, bajo el nombre de
numera
ocho
Buffon
conejo.
tatous, dividiéndolas según el número de escamas móviles que los cubren.
No puedo decir cuantas especies hay en México, puesto que he visto pocos
individuos; y no pensando entonces escribir sobre este asunto, no me tomé
el trabajo de contar las escamas, ni creo que le haya ocurrido a nadie este
(1) Ayotochtli, es palabra
pensamiento.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
mal que acabamos de
describir, en tener
51
más pequeña y menos
peluda la cola.
El amiztli, o león acuático, es un cuadrúpedo anfibio que habita en las orillas del mar Pacífico, y en algunos ríos de aquellos
países. El cuerpo tiene tres pies de largo, y la cola dos. Tiene
el hocico largo, las piernas cortas, las uñas encorvadas. La
piel es muy estimada por el pelo que la cubre, que es largo y
suave.
El mapach de los mexicanos, es, según el conde de Buffon, el
mismo cuadrúpedo llamado ratton en la Jamaica. El mexicano
tiene la cabeza negra, el hocico largo y sutil, como el del galgo;
las orejas pequeñas, el cuerpo voluminoso, el pelo variado de negro y blanco, la cola larga y peluda, y cinco dedos en cada pie.
Sobre cada ojo tiene una mancha blanca, y se sirve de las piernas delanteras, como la ardilla, para llevar a la boca lo que quiere comer. Aliméntase indiferentemente de granos, de frutas, de
insectos, de lagartijas y de sangre de gallinas. Domestícase fácilmente, y es bastante gracioso en sus juegos pero es traidor como
la ardilla, y suele morder a su amo.
La danta, o anta, o beori, o tapir (que estos nombres se le dan
en diferentes países), es el cuadrúpedo más corpulento de cuantos
hay en el territorio mexicano, (1) y el que más se acerca al hipopótamo, no solo en el tamaño, sino en algunos rasgos y propiedades. La danta es del tamaño de una muía mediana. Tiene el
cuerpo algo encorvado, como el puerco, la cabeza gruesa y larga,
con un apéndice en la piel del labio superior, que extiende o encoge
a su arbitrio; los ojos chicos, las orejas chicas y redondas, las
piernas cortas, los pies delanteros con cuatro uñas, los traseros
con tres, la cola corta y piramidal, la piel gruesa y cubierta de un
pelo espeso, que en la edad madura es de un color obscuro. La dentadura, compuesta de veinte dientes molares y otros tantos incisivos, es tan fuerte y penetrante, y sus mordeduras son tan terribles, que se le ha visto, como asegura el historiador Oviedo, que
fue testigo ocular, arrancar de una dentellada a un perro de caza,
uno o dos palmos de pellejo, y a otro un muslo y una pierna.
;
La danta es mucho menor que el tlacaxolotl descrito por el I)r. Hernández; pero no sabemos que haya existido jamás este ^ran cuadrúpedo en
el suelo mexicano. Lo mismo debe decirse del ciervo del Nuevo México, y
del bisonte, que son mayores que la danta. Véase la Disertación IV de esta
(1)
obra.
FRANCISCO
52
J.
CLAVIJERO
Su carne es buena de comer; (1) la piel flexible, y al mismo
tiempo tan fuerte, que resiste no solo a las flechas, sino a las balas
de fusil. Este cuadrúpedo habita los bosques solitarios de las tierras calientes, y las inmediaciones de algún río o lago, pues vive
tanto en el agua com en la tierra.
Todas las especies de monos, propios de aquel país, se comprenden por los mexicanos bajo el nombre de ozomatli. Los hay
de varios tamaños y formas: pequeños y extraordinariamente
graciosos; medianos, grandes, fuertes, feroces y bravos, y estos
se llaman zambos. Los hay, que cuando están erguidos sobre las
piernas, alcanzan la estatura del hombre. Entre los medianos
hay algunos que por tener la cabeza semejante a la del perro,
pertenecen a la clase de los cinocéfalos, (2) aunque todos ellos
tienen cola.
En
hormigueros, tan singulares por la enorme longitud del hocico, la estrechez de la garganta y la desmesurada dimensión de la lengua, de que se sirven para sacar las hormigas de los hormigueros, que es la circunstancia a que deben el
nombre, nunca los he visto en aquellos países, ni sé que existan en
ellos pero creo que pertenece a la misma especie el aztacoyotl, o
sea coyote hormiguero, mencionado aunque no descrito por el
Dr. Hernández. (3)
Los cuadrúpedos peculiares de la tierra de Anáhuac, cuya especie no se encuentra en la América Meridional, ni en otros países españoles del norte del Nuevo Mundo, con el coyotl, el talcocuanto a
los
;
yotl, el xoloitzcuintli, el tepeitzcuintli, el itzcuintepotzotli, el oco-
tochtli, el coyopolin, la tuza, el ahuitzotl, el huitztlacuatzin,
y
otros que no son conocidos.
(1) Oviedo dice que las piernas de la danta son
que estén veinticuatro horas continuas al fuego.
muy
sabrosas, con tal
Antiguo Continente no tiene cola; y habiéndose encontrado en el Nuevo Mundo monos con cola y cabeza de perro, Mr. Brisson,
en la clasificación que hace de los monos, da acertadamente a los de esta
clase el nombre de cinocéfalos cercopiteques, y distingue dos especies. Buffon
omite ésta en las diferentes que describe.
(2) El cinocéfalo del
(3) El oso hormiguero descrito por Oviedo, es diferente del fourmilier
Buffon;
pues aunque uno y otro se alimentan de hormigas, y tienen desde
mesurados hocico y lengua, el de Buffon tiene una cola muy larga, y el de
Oviedo carece absolutamente de cola. Es muy curiosa la descripción que hace Oviedo del modo que estos animales tienen de cazar las hormigas.
;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
53
El coyotl o coyote, como dicen los españoles, es una fiera semejante al lobo en la voracidad, a la zorra en la astucia, al perro
en la forma, y en otras propiedades al adive y al chacal: por lo
que algunos escritores mexicanos lo han numerado entre varias
de aquellas especies pero es indudable que se diferencia de todas
ellas, como lo haremos ver en las Disertaciones. Es más pequeño
que el lobo; del tamaño de un mastín, pero más enjuto. Tiene los
ojos amarillos y penetrantes; las orejas pequeñas, puntiagudas
y derechas el hocico negruzco, las piernas fuertes, y los pies armados de uñas gruesas y curvas; la cola gruesa y peluda, y la
piel manchada de negro, pardo y blanco. Su voz participa del
aullido del lobo, y del ladrido del perro. El coyote es de los cuadrúpedos más comunes en México, (1) y de los más perniciosos a
los rebaños. Ataca una manada entera; y si no encuentra un
cordero, se apodera de una oveja por el pescuezo, carga con ella,
y golpeándola con la cola, la lleva a donde quiere. Persigue a los
ciervos, y suele también acometer a los hombres. Cuando huye,
no hace más que trotar; pero su trote es tan rápido y veloz,
que apenas puede seguirlo un caballo a carrera tendida. El cuetlachcoyotl, me parece de la misma especie que el coyote, del que
solo se distingue en tener el cuello más grueso, y el pelo semejante al del lobo.
;
;
El tlalcoyotl, o tlalcoyote, es del tamaño de un perro mediano
pero más grueso, y a mi entender, el cuadrúpedo más corpulento
de cuantos viven en agujeros subterráneos. Se parece algún tanto al gato en la cabeza y al león en el color y en lo largo del pelo.
Tiene la cola larga y peluda; se alimenta de gallinas, y de otros
animales pequeños que caza en la obscuridad de la noche.
;
El itzcuintepotzotli, el tepeitzcuintli y el xoloitzcuintli, eran
tres especies de cuadrúpedos, semejantes al perro. El primero,
cuyo nombre significa perro jorobado, era del tamaño de un perro
maltes, y tenía la piel manchada de blanco, leonado y negro. La
cabeza era pequeña con respecto al cuerpo, y parecía unida íntimamente a éste, por ser el pescuezo grueso y corto. Tenía la mirada suave, las orejas bajas, la nariz con una prominencia consi-
(1)
Ni Buffon
Bomare hacen mención
del coyote, siendo
ana de
las
más comunes del territorio de México, y a [tesar de oslar descrita por
Dr. Hernández, cuya Historia Natural citan con frecuencia aquellos dos
fieras
el
ni
escritores.
FRANCISCO
54
J.
CLAVIJERO
derable en medio, y la cola tan pequeña, que apenas le llegaba a
media pierna; pero lo más singular en él era una joroba que le
cogía desde el cuello hasta el cuarto trasero. El país en que más
abundaba este cuadrúpedo, era el reino de Michuacan, donde se
llamaba ahora. El tepeitzcuintli, esto es, perro montaraz, es una
tan pequeña, que no excede el tamaño de un cachorro pero tan atrevida, que acomete a los ciervos, y tal vez los mata.
Tiene el pelo largo; larga también la cola, el cuerpo y la cabeza
negros, el cuello y el pecho blancos. (1) El xoloitzcuintli es mayor que los dos precedentes, pues en algunos individuos el cuerpo tiene cuatro pies de largo. Tiene las orejas derechas, el cuello grueso y la cola larga. Lo más singular de este animal es estar
enteramente privado de pelo; pues sólo tiene sobre el hocico
algunas cerdas largas y retorcidas. Todo su cuerpo está cubierto de una piel lisa, blanda, de color de ceniza, pero manchada
en parte de negro y leonado. Estas tres especies de cuadrúpedos
están extinguidas, o cuando más sólo se conservan de ellas algunos individuos. (2)
El ocotochtli, según la descripción del Dr. Hernández, parece
pertenecer a la especie de gatos monteses pero aquel escritor le
atribuye cualidades que parecen fabulosas no porque haya tenido intención de engañar a sus lectores, sino quizás por demasiada
confianza en los informes que recogió. Dice, en efecto, que cuando este animal se apodera de alguna presa, la cubre con hojas y
sube a un árbol inmediato, y con sus aullidos convida a otras fieras a que coman de ella, y él come lo que éstas han dejado; por
ser tan enérgico el veneno de su lengua, que inficionaría con él la
presa, y morirían todas las otras fieras que de ella comiesen después. Todavía se oye esta fábula en boca de las gentes del vulgo.
El coyopollin es un cuadrúpedo del tamaño de una rata pero
fiera
;
;
;
;
(1) Buffon cree que el tepeitzcuintli no es otro que
Disertaciones combatimos esta idea.
(2)
el
glotón.
En
las
Juan Fabri, académico Linceo, publicó en Roma una larga y erudita
disertación, en que trató de probar que el xoloitzcuintli es el
mismo animal
lobo de México. Se dejó engañar por el retrato de aquel cuadrúpedo, que con otras pinturas envió a Roma el Dr. Hernández: pero si hubiera
leído la descripción dada por este docto naturalista en el libro De los Cuadrúpedos de México, se hubiera ahorrado el trabajo de escribir aquella obra,
que
el
los gastos de su impresión. Buffon abrazó el error de Fabri. Véase lo que
digo sobre esto en las Disertaciones.
y
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
55
más
larga que ésta, y de ella se sirve como de una
mano. En el hocico y las orejas se parece al puerco. Las orejas
son transparentes, las piernas y los pies blancos, el vientre de un
tiene la cola
blanco amarillento. Habita y cría sus hijos en las ramas de los
árboles. Cuando los hijos tienen miedo, se abrazan estrechamente
con la madre.
El tozan o tuza, que es el topo de México, es un cuadrúpedo
de buenas proporciones, y de siete a ocho pulgadas de largo.
El hocico es semejante al de la rata; las orejas pequeñas y redondas, y la cola corta. Tiene la boca armada de dientes tortísimos, y los pies de uñas duras y encorvadas, con las cuales excava
la tierra y labra los agujeros en que habita. Es animal perniciosísimo a los campos, por el grano que destruye, y a los caminos,
por los agujeros que en ellos forma; porque cuando, a efecto de su
poca vista, no encuentra uno, labra otro, multiplicando así la
incomodidad y el riesgo de los que viajan a caballo. Excava la tierra con las piernas delanteras, y con dos dientes caninos que
tiene en la mandíbula superior, y que son mayores que los otros.
La tierra que saca la guarda en dos bolsas membranosas, que
tiene detrás de las orejas, y armadas de los músculos necesarios
para contraerlas y dilatarlas. Cuando estas membranas están
llenas, las descarga, sacudiéndolas con las piernas delanteras, y
vuelve a continuar su operación. Esta especie es abundantísima,
pero no me acuerdo haberla visto en los países en que hay ardillas de tierra.
El ahuizotl es un cuadrúpedo anfibio, que vive por lo común
en los ríos de los países calientes. El cuerpo tiene un pie de
largo; el hocico es largo y agudo, y la cola grande. Tiene la piel
manchada de negro y pardo.
El huitztlacuatzin es el puerco espín de México. Es del tamaño de un perro mediano, al que se asemeja también en el rostro, aunque tiene el hocico aplastado. Tiene los pies y las piernas
gruesas, y la cola proporcionada al cuerpo. Todo éste, excepto el vientre, la parte posterior de la cola, y lo interior de las
piernas, está armado de espinas huecas, agudas y de cuatro dedos de largo. En el hocico y en la frente tiene cerdas largas y
derechas, que se alzan sobre la cabeza, formando una especie de
penacho. La piel entre las espinas está cubierta de un pelo negro y
suave
il)
al tacto.
No come más que
Buffon dice que
el
huit/.t
frutas. (1)
luruatzin es
el
coendú de
la
Guinea; pero
FRANCISCO
56
J.
CLAVIJERO
El cacomiztle es un cuadrúpedo
muy
semejante a la fuina en
tamaño y la forma de un ga-
sus principales hábitos. Tiene el
to común pero el cuerpo es más grueso, el pelo más largo, la
pierna más corta, y el aspecto más selvático y feroz. Su voz es un
grito agudísimo. Se alimenta de gallinas y de otros animales
pequeños. Habita y cría a sus hijos en los rincones menos fre;
cuentados de las casas. De día ve poco, y sólo sale de su escondite por la noche, para buscar qué comer. Tanto el cacomiztle como el tlacuatzin se suelen hallar en las casas de la
capital.
(1)
Además de
estos cuadrúpedos, había otros en
el
territorio
deban numerarse entre los animales prosi entre los comunes a otros países americanos, como el itzcuincuani, esto es, comedor de perros, el tlalmiztli
o león pequeño, y el tlalocelotl, o pequeño tigre. De los otros, que
aunque no pertenecían a México, se hallaban en otros países de la
América Septentrional conquistados por los españoles, haremos
mención en las Disertaciones.
mexicano, que no sé
pios de aquel país, o
si
AVES DEL TERRITORIO MEXICANO
La enumeración y descripción de las aves de Anáhuac, presentan aún más dificultades que las de los cuadrúpedos. Su
abundancia, su variedad y su excelencia, dieron motivo a que
algunos escritores dijesen que México es el reino de los pájaros,
como África es el de las fieras. El Dr. Hernández en su Historia Natural describe más de doscientas especies propias de
aquel país, y omite muchas dignas de memoria, com el cuitlacochi,
la zacua y el madrugador. Me limitaré a indicar algunas clases,
añadiendo ciertas particularidades que les son propias. Entre
y aquél frugívoro. El cuadrúpedo africano no tiene
penacho que se nota en el de México, etc.
éste es carnívoro,
No
el
nombre mexicano del cacomiztle, y adopto el que
le dan en aquel país los españoles. El Dr. Hernández no hace mención de
este animal. Es cierto que describe otro con el nombre de cacamiztli; pero éste es sin duda un yerro de imprenta, o de los académicos romanos que cui(1)
sé el verdadero
Hernández, puesto que debe escribirse zacamiztli.
cuadrúpedo es de Panuco, y el cacomiztle de México. El
zacamiztli habita en el campo, y el cacomiztle en las casas de la ciudad.
El zacamiztli tiene una braza castellana de largo, y el cacomiztle es más
daron de
Ahora
la edición de
bien, este
pequeño.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
las aves de rapiña
hay muchas especies de
57
águilas, halcones
y gavilanes. El citado naturalista da a estos .pájaros la preferencia con respecto a los de Europa. Por la notoria excelencia
de los halcones mexicanos,
mandó
Felipe
II,
rey de España,
que cada año se llevasen ciento a su corte. Entre las águilas
de mayor tamaño, la más hermosa y celebrada es la que se
llama en el país itzcuauhtli, la cual no sólo caza pájaros grandes y liebres, sino que también ataca las fieras y los hombres.
Los cuervos del país, llamados por los mexicanos cacalotl,
no se emplean en limpiar los campos de insectos y de inmundicias, como hacen en otros países, sino más bien en robar el grano
de las espigas. Los que realmente limpian los campos, son los
zopilotes, conocidos en la América Meridional con el nombre
de gallinazos, en otros con el de auras, y en otros en fin, con el impropísimo de cuervos. (1)
Hay
dos especies diferentes de estos
pájaros, la del zopilote propio, y la del cozcacuauhtli. Uno y
otro son mayores que el cuervo, y convienen entre sí en tener
encorvados el pico y las uñas, y en la cabeza, en lugar de plumas,
una membrana lisa, con algunos pelos rizados. Elévanse en el
vuelo a tal altura, que con ser tan grandes, desaparecen enteramente de la vista, y especialmente cuando sobreviene una tempestad de granizo, pues entonces giran en gran número debajo de
la nube, hasta que se pierden en la lejanía. Aliméntanse con carne de animales muertos, cuyos cadáveres descubren desde la mayor altura con sus ojos perspicaces, o con su finísimo olfato, y
bajan formando con vuelo majestuoso, una línea espiral hasta
el objeto en que quieren cebarse. Uno y otro son casi mudos.
Las diferencias que se encuentran en ellos consisten en el tamaño, en el color, en el número y en algunas propiedades. Los zopilotes tienen las plumas negras; la cabeza, el pico y los pies pardos. Vuelan a bandadas, y pasan juntos la noche sobre los
mismo
Dr. Hernández no tuvo dificultad en hacer del zopilote una
especie de cuervo; pero son grandes las diferencias que separan estas aves
en el tamaño, en la forma de la cabeza, en el vuelo y en la voz. Mr. de Bo(1) El
el aura y el coscuauth do México es el t/opiloll
dos
pero los
nombres cozcacuauhtli y zopilotl son mexicanos, y
tados por los indios, no para significar un solo pajaro, sino dos
algunas partes se da a una especio el nombre do aura, y
mare
dice que
zopilote o gallinazo.
de los indios,
fueron adop
distintos.
a
otra
el
Kn
do
FRANCISCO
58
J.
CLAVIJERO
muy numerosa
y común a todos los
climas. La especie del cozcacuauhtli es escasa y propia de los países calientes; tiene la cabeza y los pies rojos, el pico blanco
en su extremidad y en el resto de color de sangre. Su plumaje
es pardo, excepto en el cuello y en las inmediaciones del pecho, donde es de un negro rojizo. Las alas son cenicientas en
la parte inferior, y en la superior manchadas de negro y de
árboles.
(1)
Su especie es
leonado.
Los mexicanos llaman rey de los zopilotes al cozcacuauhtli.
(2) y dicen que cuando acuden dos pájaros de las dos especies a
comer de un cadáver, jamás lo toca el zopilote, hasta que lo ha
probado el cozcacuauhtli. Los zopilotes son útilísimos en aquel
país: no sólo limpian la tierra, sino que destruyen los huevos
de los cocodrilos, en la arena en que los depositan las hembras de
aquellos formidables anfibios para empollarlos. Debería ciertamente prohibirse con penas severas el darles muerte.
En el número de las aves nocturnas de México se hallan las
lechuzas, y otras comunes en Europa; a que podríamos añadir
los murciélagos, aunque éstos realmente no pertenecen a la clase
de aves. Los murciélagos abundan en las tierras calientes y
sombrías, donde hay algunos que dan terribles mordeduras, y sacan mucha sangre a los caballos y a otros animales. En los mismos países se hallan otros grosísimos; pero no tanto como los
de las islas Filipinas, y de otras regiones orientales.
Los zopilotes desmienten la regla general de Plinio en ei lib. 9, cap.
19, uncos ungues habentia omnio non congregantur et sibi quaeque praedantur, lo cual sólo puede ser cierto con respecto a los verdaderos pájaros de
(1)
rapiña,
como
las águilas, los avestruces, los halcones, los gavilanes, etc.
que en el día se conoce en México con el nombre de rey de
parece diverso del que describimos. El moderno es del tamaño
de una águila común, robusto, de majestuoso aspecto; tiene las garras fuertes, los ojos vivos y hermosos, y un lindo plumaje negro, blanco y leonado.
Su carácter más singular es la carnosidad color de grana que le circunda el
pescuezo como un collar, y a guisa de corona le ciñe la cabeza. Así me lo ha
descrito una persona hábil y digna de fe, que dice haber visto tres individuos
de aquella especie, y particularmente el que en el año de 1750 fue enviado de
México al rey Fernando VI. Dice además, ser verdadero el retrato de este
pájaro publicado en la obra intitulada El Gacetero Americano. El nombre
mexicano cozcacuauhtli, que quiere decir águila con collar, conviene en efecto más bien a esta ave, que a la otra descrita en el cuerpo de la obra.
La imagen que se ve en nuestra estampa es copia de El Gacetero Ame(2) El pájaro
los zopilotes,
ricano.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
59
Entre las aves acuáticas debemos numerar, no sólo las palmípedas, que nadan y viven comunmente en el agua; sino también
las imantopedes y otras pescadoras, que viven por lo común en las
orillas del mar, de los lagos y de los ríos, y se alimentan con los
productos del agua. De esta clase hay en aquellos países un
número prodigioso de ánades, veinte especies a lo menos, de patos,
igual
número de garzas; muchas de
cisnes,
gaviotas, galline-
martinetes, que los franceses llaman Martin pécheur
(Martín pescador), pelícanos y otros. La muchedumbre de patos
es tan considerable, que suelen cubrir los campos, y desde lejos parecen rebaños numerosos. Entre las garzas, las hay cenicientas, enteramente blancas, y otras, que teniendo blancas las
plumas del cuerpo, tienen el cuello, la extremidad y la parte anterior de las alas, y una parte de la cola, hermoseadas con unas
tas, alciones,
manchas de
color de
grana
muy
vivo, o de azul. El pelícano u
nombre
como lo lla-
onocrótalo, conocido por los españoles de México con el
de alcatraz, es notable por el enorme buche o vientre,
ma Plinio, que tiene debajo del pico. Hay dos especies de esta
ave en México la una tiene el pico liso, y la otra dentado. No sé
si en Europa, donde este pájaro es conocido, se tiene noticia de la
propiedad que posee de socorrer a los individuos enfermos de
su misma especie. De esta propensión se sirven algunos americanos para proveerse de pescado sin gran fatiga. Cogen vivo un pelícano, le rompen una ala, lo atan a un árbol, se ponen en acecho
en algún sitio inmediato, y esperan que lleguen los otros pelícanos
con su provisión; cuando éstos arrojan los peces que traen,
acuden con prontitud, y dejando una parte al preso, se llevan lo
:
demás.
Pero si el pelícano es digno de admiración por su compasión para con sus semejantes, no es menos maravilloso el yoalcuachilli, por las armas que le ha suministrado el Creador para su
defensa. Este es un pajarillo acuático, de cuello largo y sutil, de
cabeza pequeña, de pico largo y amarillo de pies, piernas y uñas
;
largas, y de cola corta. El color de las piernas y pies es ceniciento, y el de la parte inferior del cuerpo, negro, con algunas
plumas amarillas junto
En
cabeza tiene una coronilla de substancia córnea, dividida en tres puntas agudísimas, y
otras dos que le guarnecen la parte anterior de las alas. En el
Brasil hay otra ave acuática que tiene armas semejantes a las
del yoalcuachilli, pero muy diferente de él en lo demás.
al vientre.
la
FRANCISCO
GO
J.
CLAVIJERO
de aves, las hay apreciables por su carne,
por su plumaje, por su voz o por su canto; otras, en fin, por su
instinto, y por algunas propiedades notables, que excitan la curiosidad de los estudiosos de la naturaleza.
En
las otras clases
De las aves cuya carne es alimento sano y sabroso, he contado más de sesenta especies. Además de la gallina común, trasplantada de las Canarias a las Antillas, y de éstas a México, había,
y hay en la actualidad otra gallina propia del país, que por ser
semejante en parte a la gallina de Europa, y en parte al pavón,
fue llamada por los españoles pavo o gallipavo, y por los mexicanos, huexolotl o totolin. Estas aves transportadas a Europa, en
cambio de las gallinas, se han multiplicado excesivamente, particularmente en Italia, donde en atención a sus caracteres y tamaño, se les ha dado el nombre de gallinacio; pero ha sido mayor la
propagación de las gallinas europeas en México. Hay también
gran abundancia de pavos salvajes, semejantes en todo a los domésticos pero mayores, y en algunos países de carne más gusto;
sa.
Abundan
las perdices, las codornices, los faisanes, las grullas,
palomas, y otras muchas aves apreciadas en el
Antiguo Mundo. Cuando hablemos de los sacrificios antiguos, daremos alguna idea del número increíble de codornices de aquella
tierra. Los pájaros conocidos allí con el nombre de faisanes,
son de tres especies, diferentes de los faisanes de Europa. (1)
El coxolitli y el tepetototl son del tamaño del ánade, y con un penacho en la cabeza, que extienden y encogen a su arbitrio. Estas dos especies se distinguen entre sí por sus colores, y por
algunas propiedades. El coxolitli, llamado por los españoles faisán real, tiene las plumas leonadas, y la carne muy sabrosa. El
tepetototl se domestica tanto, que toma la comida de mano de su
a
amo; sale a recibirlo cuando lo ve entrar en casa, con grandes
demostraciones de alegría; aprende a llamar a la puerta con el
pico, y en todo se muestra más dócil de lo que podría esperarse de
una ave propia de los bosques. He visto uno de estos faisanes, que
habiendo estado algún tiempo en un corral de gallinas, aprendió a pelear como los gallos, y cuando combatía con ellos, erguía
las plumas del penacho, como los gallos suelen erguir las del
las tórtolas, las
Mr. de Bomare numera entre los faisanes el huatzin; mas no sé por
qué: esta ave mexicana pertenece a la segunda clase de pájaros de rapiña,
como los cuervos, zopilotes y otros.
(1)
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
61
Tiene las plumas negras y lustrosas, y las piernas y los
pies cenicientos. Los faisanes de la tercera especie, llamados por
los españoles, gritones, son menores que los otros, y tienen la cola
y las alas negras, y el resto del cuerpo pardo. La chachalaca,
cuya carne es también buena de comer, es del tamaño de una gallina. La parte superior de su cuerpo es parda, la inferior blanquizca, y los pies y el pico azulados. Es increíble el rumor que hacen estos pájaros en los bosques con sus clamores, los cuales,
aunque semejantes a los de la gallina, son más sonoros, más continuos y más molestos. Hay muchas especies de tórtolas y palomas, unas comunes a Europa, y otras propias del suelo mexicuello.
cano.
Los pájaros apreciables por sus plumas son tantos y tan hermosos, que causarían admiración a los lectores, si pudiera presentarles su imagen con el brillante colorido que los adorna. He
contado hasta treinta y cinco especies de pájaros mexicanos sude los cuales indicaré los más notables.
El huitzitzilin es aquel maravilloso paj arillo, tan encomiado
por todos los que han escrito sobre las cosas de América, por su
pequenez y ligereza, por la singular hermosura de sus plumas, por
la corta dosis de alimento con que vive, y por el largo sueño en
que vive sepultado durante el invierno. Este sueño, o por mejor
decir, esta inmovilidad, ocasionada por el entorpecimiento de
sus miembros, se ha hecho constar jurídicamente muchas veces,
para convencer la incredulidad de algunos europeos, hija sin
duda de la ignorancia; pues que el mismo fenómeno se nota en
Europa en los murciélagos, en las golondrinas, y en otros animales que tienen fría la sangre, aunque en ninguno dura tanto como
en el huitzitzilin, el cual, en algunos países se conserva privado de
todo movimiento desde octubre hasta abril. Hay nueve especies
de estas aves, diferentes en el tamaño y en el color del pluma-
mamente
je.
bellos,
(1)
El tlauhquechol es un pájaro acuático, grande, que tiene las
plumas de un bellísimo color de grana, o de un blanco sonrosa(1) Los españoles de México lo llaman chupamirto, porque chupa par
ticularmente las llores de una planta, conocí. la allí <-<m el nombre impropio
de mirto. En otros países de América le dan los nombres de chupaflor,
picaflor, tominejo, colibrí, etc. De todos los autores que describen este precioso animal, ninguno da mejor idea de la hermosura dr sus plumas qu<
P. Acosta.
(,
l
;
62
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
que son negras. Habita en la playa del
mar y en la márgenes de los ríos, y no come más que peces vivos,
sin tocar jamás a carne muerta.
El nepapantototl es un pato salvaje, que frecuenta el lago
mexicano, y cuyo plumaje ostenta toda clase de colores.
El tlacuiloltototl, esto es, pájaro pintado, merece con razón
su nombre, pues en sus hermosísimas plumas lucen el rojo, el azul
turquí, el morado, el verde y el negro. Tiene los ojos negros con
el iris amarillo y los pies cenicientos.
do, excepto las del cuello,
El tzinizcan es del tamaño de un palomo. Tiene el pico encorvado, corto y amarillo; la cabeza y el cuello semejantes al palomo,
pero hermoseados con visos verdes y brillantes: el pecho y el
vientre rojos, excepto la parte inmediata a la cola, que está manchada de blanco y de azul. La cola en la parte superior es verde,
y en la inferior negra; las alas negras y blancas, y los ojos negros con el iris de un amarillo rojizo. Habita en los terrenos inmediatos al mar.
El mezcanauhtli es un pato salvaje, del tamaño de una gallineta, pero de extraordinaria hermosura. Tiene el pico ancho, medianamente largo, azul en la parte superior, y en la inferior negro
las plumas del cuerpo blancas, pero manchadas de muchos puntos negros. Las alas son blancas y pardas por debajo, y por
encima variadas de negro, blanco, azul, verde y leonado. Los
pies son de un amarillo rojizo; la cabeza en parte parda, en
parte leonada, y en parte morada, con una hermosa mancha blanca, entre el pico y los ojos, los cuales son negros. La cola es
turquí en la parte superior, parda en la inferior, y blanca en la
extremidad.
El tlauhtototl es muy semejante en los colores al tlacuiloltototl, pero más pequeño. Las guacamayas y los cardenales tan
estimados en Europa por su brillante plumaje, son bastante comunes en aquellos países.
Todos estos pájaros, y otros propios de México, o transportados allí de otros países inmediatos, eran muy estimados por los
mexicanos, que con sus plumas hacían curiosas obras de mosaico,
de que en otra parte haremos mención. Los pavones, o pavos reales, fueron llevados del Antiguo Continente, pero por descuido de
los habitantes se han multiplicado muy poco.
Algunos autores, que conceden a los pájaros de México, la superioridad en la belleza del plumaje, se la niegan en el canto;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
mas
esta opinión es hija de la ignorancia, puesto que es
63
más
a los europeos oir que ver las aves en aquellos países.
Además de los ruiseñores, hay en México veintidós especies
a lo menos de pájaros cantores, en poco o en nada inferiores a aquéllos pero excede a todos los conocidos el celebradísimo centzontli, nombre que le han dado los mexicanos, para
expresar la portentosa variedad de sus voces. No es posible
dar una completa idea de la suavidad y de la dulzura de su canto,
de la armonía y variedad de sus tonos, de la facilidad con que
aprende a exprimir cuanto siente. Imita con la mayor naturalidad,
no sólo el canto de los otros pájaros, sino las diferentes voces
de los cuadrúpedos. Es del tamaño de un tordo común. El color de
su cuerpo es blanco en el vientre, y en el lomo ceniciento, con
algunas plumas blancas, especialmente cerca de la cola y de la
cabeza. Come de todo, pero gusta con preferencia de las moscas,
que toma con demostraciones de placer, de la mano de quien se
las presenta. La especie de centzontli es muy numerosa en todos aquellos países, y a pesar de esto tan estimada, que he visto
pagar veinticinco duros por uno de ellos. Se ha procurado muchas
veces transportarlo a Europa pero no sé que se haya logrado, y
creo que aunque llegase vivo, padecerían gran detrimento su voz
y su instinto, por las incomodidades de la navegación y la mudifícil
;
;
danza del clima. (1)
Las aves llamadas cardenales no son menos agradables al
oído, por la melodía de su canto que a la vista, por la hermosura
de sus plumas color de grana, y de su penacho. La calandria mexicana canta también suavísimamente, y su canto se parece mucho
al del ruiseñor. Sus plumas son manchadas de blanco, amarillo y
ceniciento. Teje maravillosamente su nido de filamentos vegetales, que engrosa y une con cierta materia viscosa, y lo suspende
de la rama de un árbol, a guisa de saco o bolsa. El tigrillo, cuyo
canto no deja de ser agradable, tiene aquel nombre por las manchas de sus plumas, semejantes a las del tigre. El cuitlaccochi es
;
1
(1) Cent/.ontlatole (pues este es el verdadero nombre, y el de centzontli
usa para abreviar) quiere decir, que tiene infinitas voces. Los mexicanos
usan la palabra centzontli (cuatrocientos), como los latinos usaban las de
mille y sexcenta, para expresar una muchedumbre indefinida e innumerable.
Conviene con el nombre mexicano el griego poliglota, que le dan algunos
ornitoloíristas modernos. Véase lo que digo acerca de esta ave en las Diserse
taciones.
FRANCISCO
(>4
J.
CLAVIJERO
no menos en el tamaño del cuerpo y en
el color de las plumas, que en la excelencia del canto así como el
coztototls, se parece en todo al canario, llevado a México de las islas Canarias. Los gorriones mexicanos no se asemejan a los de
Europa, sino en el tamaño, en el modo de andar saltando, y en hacer sus nidos en los agujeros de las paredes. Los mexicanos tienen
la parte inferior del cuerpo blanca, y la superior cenicienta pero
cuando llegan a cierta edad, los unos tienen la cabeza roja, y los
otros amarilla. (1) Su vuelo es cansado, quizás por la pequenez
de las alas o por la debilidad de lrs plumas. Su canto es dulcísimo y variado. Hay gran abundancia de estos cantores en la capital, y en otras ciudades y villas de México.
No menos abundan en Anáhuac los pájaros locuaces, o imitadores del habla humana. Entre los cantores hay algunos que
aprenden palabras, como el ya citado centzontli, el acolquiqui, esto
es, ave de espalda roja, al cual, por este distintivo, dieron los españoles el nombre de comendador. El cehuan, que es mayor que el
tordo común, remeda la voz humana, pero de un modo que parece
burlesco, y sigue largo trecho a los caminantes. El tzanahuei es
semejante a la urraca en el tamaño, pero se diferencia de ella en el
color. Aprende a hablar, roba cautelosamente cuanto puede, y en
todo hace ver un instinto superior al común de las aves.
Pero los más notables de los pájaros habladores son los papagayos, de los cuales se cuentan en México cuatro especies principales, y son: la guacamaya, el toznenetl, el cochotl y el quil-
semejante
al centzontli,
;
;
tototl. (2)
La guacamaya
es
más
apreciable por sus hermosas plumas,
que por su voz. Pronuncia confusamente las palabras, y tiene un
metal bronco y desagradable. Es el más grande de todos los
papagayos. El toznenetl, que es el mejor, es del tamaño de un
palomo. El color de sus plumas es verde; pero en la cabeza y en
la parte delantera de las alas, en unos es rojo y en otros amarillo. Aprende cuantas palabras y canciones le enseñan, y las expre-
(1)
He
oído decir que los gorriones de cabeza roja son machos,
y
los de
amarilla, hembras.
El toznenetl y el cochotl son llamados por los españoles de México
pericos y loros. El nombre guacamaya es de la lengua haitiana que se hablaba en Santo Domingo. Loro es palabra tomada de la lengua quichoa, o
sea inca, y toznenetl, cochotl y quiltototl, lo son de la lengua mexicana.
(2)
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
65
mucha
naturalidad la risa y el tono
burlesco de los hombres el llanto de los niños y las voces de diferentes animales. Del cochotl hay tres especies subalternas, diversas en el tamaño y en los colores que son todos hermosísimos, y
el dominante, el verde. El mayor de los cochotl es casi del tamaño del toznenell; las otras dos especies, llamadas por los españoles catalinas, son menores. Todos aprenden a hablar, aunque
no con tanta perfección como el toznenetl. El quiltototl, que es el
menor de todos, es también el que con más dificultad habla.
Estos pequeños papagayos, cuyas plumas son de un verde hermosísimo, van siempre en bandadas numerosas, o haciendo un
gran rumor en el aire, o destrozando las sementeras. Cuando
están en los árboles se confunden con las hojas por su color. Todos los otros papagayos van por lo común de dos en dos: macho
sa con claridad. Imita con
;
y hembra.
Los pájaros madrugadores, y los que los mexicanos llaman
tzacua, aunque nada tienen de notable en el plumaje ni en la voz,
son dignos de atención por sus propiedades. De todas las aves
diurnas son las últimas que van a descansar por la noche, y las
primeras que anuncian la venida del sol. No dejan su canto ni sus
juegos, hasta una hora después de anochecido, y vuelven a cantar y a jugar mucho antes de la aurora, y nunca se muestran tan
alegres, como mientras duran los crepúsculos. Una hora antes de amanecer, uno de ellos, colocado en la rama en que pasó la
noche, con otros muchos de su especie, empieza a llamarlos en
voz alta y sonora, repitiendo muchas veces y con tono alegre la
llamada, hasta que oye que uno u otro le responde. Cuando todos
están despiertos, forman un rumor alegrísimo, que se oye desde
muy lejos. En los viajes que yo hice por el reino de Michuacan, donde más abundan estos pájaros, me fueron de gran utilidad, porque me despertaban temprano, y podía de este modo emprender mi marcha al rayar el día. Son del tamaño de los gorriones.
La
tzacua, pájaro
muy
semejante en
tamaño, en los colores
y en la fábrica del nido, a la calandria de que ya hemos hecho
mención, es todavía más maravilloso en sus propiedades. Viven en
sociedad, y cada árbol es para ellos una población, compuesta
de gran número de nidos (pie cuelgan de las ramas. Una tzacua,
que hace de jefe, o guarda del pueblo, reside en el centro del árbol, de donde vuela de un nido a otro, y después de haber cantado
el
FRANCISCO
66
J.
CLAVIJERO
un poco, vuelve a su residencia; así visita todos los nidos, mientras callan los otros pájaros que están en ellos. Si ve venir hacia
el árbol algún pájaro de otra especie, le sale al encuentro y
con el pico y con las alas lo obliga a retroceder; pero si ve acercarse un hombre, u otro objeto voluminoso, vuela gritando a un
árbol inmediato, y si entretanto vienen del campo otras tzacuas
de la misma tribu, sale a recibirlas, y mudando el tono de la
voz, las obliga a retirarse; pero cuando observa que ha pasado
el peligro, vuelve alegre a la acostumbrada visita de los nidos.
Estas particularidades, observadas por un hombre perspicaz, erudito y sincero, (1) nos hacen creer que se descubrirían aun otras
más extrañas, si se hubieran reiterado las observaciones pero
dejemos estos objetos agradables y volvamos la vista a los te;
rribles.
REPTILES DE MÉXICO
Los reptiles del suelo mexicano pueden reducirse a dos órdenes o clases esto es, reptiles cuadrúpedos y reptiles ápodos o sin
pies. (2) A la primera clase pertenecen los cocodrilos, los lagartos, las lagartijas, las ranas y los sapos y a la segunda, todas las
;
;
especies de serpientes.
Los cocodrilos mexicanos son semejantes a los de África en el
tamaño, en la figura, en la voracidad, en el modo de vivir, y en todas las otras propiedades que los caracterizan. Abundan en
muchos ríos y lagos de las tierras calientes, y son perniciosos
a los otros animales y aun a los hombres. Sería superflua la
descripción de estos feroces animales, de que tanto se ha escrito.
Contamos entre
los lagartos al acaltetepon
acaltetepones, conocidos vulgarmente con el
y a
la
iguana. Los
nombre impropísimo
de escorpiones, son dos lagartos muy semejantes entre sí en el color y en la figura, pero diferentes en el tamaño y en la cola. El
(1) El abate D. José Rafael Campoy, de quien haré en otra parte
debido elogio.
el
Sé la diversidad de opiniones que reinan entre los autores, sobre
los animales que deben comprenderse en la clase de reptiles; pero como no
es mi intento hacer una división exactísima de estos animales, sino describirlos con algún orden a los lectores, tomo el nombre de reptiles en la
significación vulgar que le dieron nuestros abuelos.
(2)
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
más pequeño
la
67
tiene de largo quince pulgadas, poco
más
o
menos;
cola larga; las piernas cortas; la lengua encarnada, larga
y gruesa la piel cenicienta y áspera, salpicada en toda su extensión de verrugas que parecen perlas; el paso lento y la mirada
feroz. Desde los músculos de las piernas traseras hasta la extremidad de la cola, tiene la piel atravesada por listas circulares y
amarillas. Su mordedura es dolorosa; pero no mortal, como algunos piensan. Es propio de los países calientes. Del mismo
clima es el otro lagarto pero mucho mayor que el que acabamos
de describir, pues según los que lo han visto, tiene cerca de dos
pies y medio de largo, y más de un pie de circunferencia en el
vientre y la espalda. Su cola es corta y la cabeza y las piernas
gruesas. Este lagarto es el azote de los conejos.
;
;
La iguana
un lagarto inocente, bastante conocido en Europa, por las relaciones de los historiadores de América. Abunda
en las tierras calientes, y es de dos especies la una terrestre y la
otra anfibia. Los hay tan grandes que tienen hasta tres pies de
largo. Son velocísimos en la carrera y suben con gran agilidad a
los árboles. Su carne y sus huevos son buenos de comer, y
alabados por muchos autores; pero dañosos a los que padecen
males venéreos.
es
:
Hay innumerables
maño, en
el
abiertas.
De
especies de lagartijas, diferentes en el ta-
puesto que unas son venenosas y otras inocentes. Entre éstas, ocupa el primer lugar el camaleón, llamado por los mexicanos cuatapalcatl. Es casi en todo
semejante al camaleón común; pero se diferencia de él en carecer
de cresta, y en tener orejas, que son grandes, redondas y muy
color
y en
las propiedades,
las otras lagartijas inocentes sólo
se la tapayaxin, tanto por su figura,
Es perfectamente
merece mentar-
como por otras
orbicular, cartilaginosa y
muy
circunstancias.
fría al tacto. El
diámetro de su cuerpo es de seis dedos. La cabeza es durísima,
y manchada de diversos colores. Es tan lenta y perezosa, que no
se mueve, ni aun cuando le dan golpes. Si se le hace daño en
la cabeza, o se le comprimen los ojos, lanza de ellos, hasta la distancia de dos o tres pasos, algunas gotas de sangre pero por lo
demás es animal inocente, y muestra tener placer en que lo manejen. Quizás por ser de un temperamenlo tan trío, siente alivio
con el calor de la mano.
De las lagartijas venenosas, la peor parece ser la que por su
escasez tiene el nombre mexicano do tetzauhcui. Es pequeñísi;
;
s
»; (
I
ma; de un
RANCISCO
J.
CLAVIJERO
color ceniciento, que amarillea en el cuerpo, y tiene
visos azules en la cola.
Hay
otras que se creen venenosas, y que
españoles llaman salamanquesas, y el vulgo ignorante escorpiones: pero yo me he asegurado, después de muchas observaciones, que carecen de veneno, y que si tienen alguno, no es tan actilos
vo como generalmente se cree.
Lo que he dicho de las lagartijas se puede aplicar a los sapos
pues no he visto ni he oído hablar de ninguna desgracia ocasionada por su veneno, aunque suelen cubrir la tierra en algunos países calientes y húmedos. En ellos se encuentran sapos tan gruesos,
que tienen ocho pulgadas de diámetro.
De las ranas hay en el lago de Chalco tres numerosísimas especies diferentes en el tamaño y en el color, y bastante comunes
en la mesa de la Capital. Las de Huazteca son excelentes, y tan
grandes, que suelen pesar una libra española. Pero no vi ni
oí hablar jamás en aquel país, de las ranas de árbol, que son tan
comunes en Italia y en otros países de Europa.
La variedad de serpientes es mucho mayor que la de los
reptiles de que acabamos de hablar: las hay grandes y pequeñas, de muchos colores, de un solo color, venenosas e inocentes.
La que los mexicanos llamaban canauhcoatl, parece la más
notable por su volumen. Tiene de largo hasta cinco o seis toesas, y
el grueso es el de un hombre regular. Poco menor era una de las
tlilcoas, o culebras negras, vista por el Dr. Hernández en las montañas de Tepoztlan, pues con el mismo grueso tenía diez y seis
pies de largo; pero en el día difícilmente se hallan culebras de
tanta corpulencia, si no es en algún bosque retirado, y muy lejos
de la Capital.
Las culebras venenosas más notables son: el ahueyactli, la
cuicuilcoatl, el coral o coralillo, la teixminani, la cencoatl y la teotlacozauhqui. Esta última, de cuyo género hay muchas especies,
es la famosa culebra de cascabel. Su tamaño varía, como también
su color; pero ordinariamente es de tres a cuatro pies de largo.
Los cascabeles pueden considerarse como un apéndice o continuación de las vértebras; y son unos anillos sonoros, de substancia
córnea, móviles, enlazados entre sí por las articulaciones o coyunturas, y cada uno consta de tres huesecillos. (1) Suenan siemHernández dice que esta culebra tiene tantos años cuantos
cascabeles, porque cada año le nace uno; mas no sabemos si esta opinión
se funda en observaciones propias.
(1) El Dr.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
69
pre que la culebra se mueve, y especialmente cuando se agita
para morder. Es muy veloz en sus movimientos, y por esto los
mexicanos la llamaron también ehecacoatl, o culebra de aire. Su
mordedura ocasiona infaliblemente la muerte si no se acude inmediatamente con los remedios oportunos, entre los cuales se tiene por muy eficaz poner algún tiempo la parte ofendida dentro de
la tierra. Muerde con dos dientes caninos que tiene en la mandíbula superior, los cuales, como en la víbora y en otras especies
de culebras, son móviles, cóncavos y perforados hacia la punta.
El veneno, esto es, aquel jugo tan pernicioso, que es amarillento
y cristalizable, está contenido dentro de las glándulas, colocadas
en las raíces de aquellos dos dientes. Estas glándulas, comprimidas al morder, lanzan el fatal licor por los canales de los dientes, y por sus agujeros lo introducen en la herida y en la masa de
la sangre. De buena gana comunicaríamos al público otras observaciones sobre este asunto, si la naturaleza de esta obra lo permitiese. (1)
La ahueyactli
que acabamos de describir, pero no tiene cascabeles. Según Hernández, esta culebra comunica aquella especie de veneno que los antiguos llamaban
hemorrhoos, con el cual el herido echa sangre por la boca, por la
nariz y por los ojos, aunque los efectos de esta actividad pueden
evitarse con ciertos antídotos.
La cuicuilcoatl, llamada así por la variedad de sus colores,
tiene ocho pulgadas de largo, y es gruesa como el dedo pequeño;
pero su veneno es tan activo como el de la de cascabel.
es poco diferente de la
La teixminani
que Plinio llama jaculum. Es
larga y sutil; tiene la espalda cenicienta, y el vientre morado.
Muévese siempre en línea recta, y no puede volverse. Arrójase de
los árboles a los viajeros, y de ahí ha tomado su nombre. (2) Hay
de estas culebras en los montes de Cuauhnahuac, y en otras tierras calientes pero habiendo yo estado muchos años en aquellos países, jamás supe que hubiesen atacado a nadie, y lo mismo
es la culebra
;
(1)
culebras
El P. Inanima, misionero jesuíta de las Californias, hizo con las
muchas experiencias, que confirman las que Mr. Mead hizo con
las víboras.
(2)
Los mexicanos dan también a esta culebra
coatl, y los
jaculum.
españoles
el
de saetilla.
Uno
el
nombre de milo mismo que
y otro significan
FRANCISCO
70
puedo decir de
J.
CLAVIJERO
los terribles efectos
que se atribuyen
al
ahue-
yactli.
La
cencoatl, (1) que también es venenosa, tiene cinco pies,
poco más o menos de largo y ocho pulgadas de circunferencia en
parte más gruesa. Lo más notable de este reptil es que brilla
en la obscuridad: así es como el próvido Autor de la naturaleza
excita y despierta de diversos modos nuestra atención para preservarnos del mal ora por el oído, con el ruido de los cascabeles,
ora por la vista, con la impresión de la luz.
Entre las culebras inocentes, de las que hay muchas especies, no puedo omitir la tzicatlinan, y la maquizcoatl. La primera
es hermosa, de un pie de largo y del grueso del dedo anular: vive
siempre junto a los hormigueros, y se halla tan bien con las hormigas, que muchas veces las acompaña en sus peregrinaciones, y
vuelve con ellas a su residencia. El nombre mexicano tzicatlinan,
significa madre de las hormigas, y así la llaman los españoles;
pero yo sospecho que esta afición nace de su propensión a alimentarse de aquellos insectos.
La maquizcoatl es del mismo tamaño que la precedente pero
es transparente y plateada. Tiene la cola más gruesa que la cabeza, y se mueve indiferentemente por cualquiera de las dos extremidades, andando hacia atrás o hacia adelante, según le conviene. Este reptil, llamado por los griegos amphisbaena, (2) es
bastante raro, y no sé que se haya visto sino en el valle de
Toluca.
Entre todas las especies de culebras que se hallan en los bosques poco frecuentados de aquellas regiones, no sé que hasta ahora se haya descubierto otra especie vivípara sino el acoatl, o culebra acuática, a la cual se atribuye aquel carácter, aunque no con
certeza. Tiene cerca de veinte pulgadas de largo, y una de grueso.
la
;
;
(1)
nombre
Hay
otras culebras, que por ser del
de cencoatl. Todas son inocentes.
mismo
color, tienen el
(2) Plinio, en el libro VIII, cap. 23, da dos cabezas a la
mismo
amphisbaena;
pero el nombre griego sólo significa movimiento por una y otra de las dos
extremidades. En Europa se ha visto la culebra con dos cabezas de que
habla Plinio, y aun dicen que se halla en México; pero no sé que nadie
la haya visto allí: y si ha existido en efecto, no debe considerarse como
una especie regular, sino como un monstruo, semejante al águila de dos
cabezas que se halló, hace pocos años, en Oaxaca, y fue enviada a Madrid.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
71
Sus dientes son pequeñísimos; la parte superior de la cabeza es
negra, las laterales azuladas, y la inferior amarilla la espalda listada de negro y azul, y el vientre enteramente azul.
Los antiguos mexicanos, que se deleitaban en criar toda especie de animales, y que a fuerza de costumbre habían perdido el
miedo natural que algunos de ellos inspiran, tomaban en los campos una especie de culebra verde e inocente y la criaban en casa,
donde con el cuidado y el alimento llegaba a ser tan gruesa como
un hombre. Guardábanla en una tina, de donde no salía sino
era para tomar el alimento de manos del amo, subiéndole a los
hombros, o enroscándose a sus pies.
;
PECES DE LOS MARES, DE LOS RÍOS Y DE LOS LAGOS
DE ANAHUAC
volvemos los ojos al agua de los mares, de los
ríos y de los lagos de Anáhuac, hallaremos un número mucho
más considerable de animales. No tienen guarismo las especies
conocidas de peces que la pueblan pues sólo de las que sirven
al alimento del hombre, he contado más de ciento, sin incluir ningún testáceo ni crustáceo. Entre los peces, los hay comunes a los
dos mares otros propios del golfo mexicano otros del mar Pacífico, y otros de los ríos y de los lagos.
Los peces comunes a ambos mares son: las ballenas, los delfines, las espadas, los tiburones, los manatíes, las mantas, los lobos, los puercos, los bonitos, los bacalaos, los róbalos, los pargos
de tres especies, los meros, los pámpanos, las palometas, las raSi de la tierra
;
;
;
yas, los chuchos, los barbos, los corcovados, los orates, los voladores, las guitarras, las cabrillas, las agujas, las langostas, los sollos
y otros muchos
;
como también varias
especies de tortugas, pul-
pos, cangrejos, etc.
Además
seno mexicano tiene los salmonetes, los congrios, las doncellas, los pegereyes, los rombos, los
sapos, los besugos, las bermejuelas, los gorriones, las linternas,
los dentones, las lampreas, las murenas, las anguilas, los nautilos,
y
de los anteriores,
el
otros.
El mar Pacífico, además de los comunes a ambos mares, tiene los salmones, los atunes, los cornudos, los lenguados, los silgueros, las caballas, las corvinas, las viejas, las sardinas, los ojones,
los
papagayos, los escorpiones,
arenques, los botetes y otros.
lagartos,
gatas, los
los
los
gallos,
las
FRANCISCO
72
Los ríos y
J.
CLAVIJERO
los lagos
tienen los peces blancos de tres o cuatro
especies, las carpas, las truchas, los bobos, los róbalos, los barbos,
los orates, las corvinas, las anguilas, y otros.
La descripción de todos estos
además de extraviarnos
inútil a la mayor parte de los
peces,
demasiado de nuestro intento, sería
por lo cual nos limitaremos a dar algunas particularidades que podrán servir para ilustrar esta parte de la historia
lectores
;
natural.
El tiburón pertenece a aquella clase de bestias marinas, que
los antiguos llamaron caniculae. Es conocido por su voracidad,
como también por su velocidad, su fuerza y su gran tamaño. Tiene dos, tres y a veces más órdenes de dientes, no menos agudos
que fuertes, y traga cuanto se le presenta, sírvale o no de alimento. Alguna vez se le ha encontrado en el vientre una piel entera
de carnero, y aun una gran cuchilla de carnicero. Suele acompañar a los buques, y según asegura Oviedo, ha habido tiburón
que ha seguido a un navio que navegaba con viento en popa y
a toda vela, por espacio de quinientas millas, dando vueltas en
rededor para aprovecharse de las inmundicias que se echaban
al agua.
El manatí, o lamentino, como otros lo llaman, es de índole
muy diversa de la del tiburón, y de mayor tamaño. El mismo
Oviedo dice que se han pescado manatíes tan gruesos, que para
transportar uno de ellos ha sido necesario emplear un carro con
dos pares de bueyes. Es vivíparo como el tiburón pero la hembra
no pare más que uno a la vez, aunque de enorme volumen. (1) Su
carne es delicada, y semejante a la de la ternera. Algunos autores ponen al manatí en la clase de los anfibios pero es un error,
pues este animal no vive en tierra, y sólo saca fuera del agua la
;
;
Buf f on conviene con el Dr. Hernández en que la hembra del manatí
no pare más que un individuo; a la vez, otros dicen que pare dos. Quizás
sucede con la hembra del manatí lo que con la mujer, que siendo uno
(
1
)
ordinariamente
su feto, en casos extraordinarios tiene dos o tres. El
Dr. Hernández describe de este modo el coito de estos animales: Humano
more coit, faemina supina fere tota in litore procumbente, et celeritate
quadam superveniente mare. Yo no cuento al manatí, aunque vivíparo,
entre los cuadrúpedos, como hacen algunos naturalistas modernos; porque
todo el mundo entiende bajo el nombre de cuadrúpedo el que marcha en
cuatro pies, y el manatí no tiene más que dos, y éstos informes.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
73
cabeza y una parte del cuerpo, para alcanzar las hierbas de las
orillas de los ríos. (1)
La manta
es aquel pez chato, tan pernicioso a los pescadores
de perlas, de que hacen mención Ulloa y otros escritores y yo no
dudo que sea el mismo de que hace mención Plinio, aunque
no lo conoció bien, con el nombre de nube, o neblina: (2) Quizás
habrá pasado de los mares del Antiguo Continente a los del Nuevo,
como parece que han pasado otros muchos peces. Es tan grande
la fuerza que tiene en los músculos, que no sólo sofoca al hombre
que abraza, o que envuelve en sus pliegues, sino que se le ha visto agarrarse de la quilla de una balandra, y arrancarla del sitio en
que estaba encallada. Llamóse manta, porque cuando extiende
su cuerpo en la superficie del mar, como lo hace muy frecuentemente, parece una manta de lana que está nadando.
;
El pez de espada de aquellos mares es muy diferente del de
los mares de Groenlandia. Su espada es mayor y más semejante
en su forma, a la verdadera de hierro, y no está situada, como la
del pez groenlandés, en la parte posterior, sino en la anterior del
Mr. de la Condamine confirma lo que decimos sobre vivir siempre
en
agua el manatí, y lo mismo habían dicho dos siglos antes Oviedo y
Hernández, ambos testigos de vista. Es cierto que Hernández parece decir
todo lo contrario; pero es un error de imprenta, como lo conocerá todo el
que lea el texto. Es de notarse además, que el manatí aunque propiamente
marítimo, suele encontrarse en los ríos.
(1)
el
nubem quandam crassescere super caplanorum piscium similem, prementem eos arcentemque a reciprocando,
(2)
pita,
Ipsi ferunt (urinatores) et
annexos habere sese: quia nisi perfossae
non recedant, caliginis et pavoris, ut arbitror opere. Nubem enim sibe
nebulam (cujus nomine id malum appellant) inter animalia haud ullam
reperit quisquam. Plin. Hist. Nat. lib. 9 cap. 46. La descripción que daban
aquellos buzos antiguos de la nube, conviene con la que dan los buzos de
los mares de América de la manta; y el nombre de nube le conviene muy
propiamente, pues parece en efecto una nube a los que están debajo de
este pez dentro del agua, y aun hoy día llevan los nadadores cuchillos
largos, o bastones terminados en punta, para preservarse de sus ataques.
Esta observación, que no ocurrió a ninguno de los intérpretes de Plinio,
fue hecha por mi compatriota y amigo el abate D. José Rafael Campoy,
persona tan loable por sus costumbres y pundonor, como por su elocuencia y su erudición, especialmente en latinidad, historia, crítica y geografía. Su muerte, harto dolorosa a mi corazón, ocurrida en 2!) de diciembre de
1777, no le permitió concluir muchas obras que tenía empezadas, y <|ue
serían de gran utilidad.
et ob id stilos praeacutos lineis
ita
74
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
mismo modo que en el pez llamado sierra, moviéndola
en todos sentidos con suma fuerza, y sirviéndose de ella como de
arma ofensiva.
cuerpo, del
El tlateconi de los mexicanos, sierra de los españoles, es de
un pie de largo, y tiene en el filo del lomo unos dientes o puntas,
semejantes a las de una sierra de carpintero.
El róbalo es una de las especies más numerosas de las que
se crían en aquellas aguas, y su carne, particularmente la de la
especie de río, es de sabor delicadísimo. El Dr. Hernández cree
que es el lupus, y Campoy, el asselus minor de los antiguos pero
estas no son más que conjeturas, pues la descripción que de este
pez han dejado los escritores de la antigüedad, es tan incompleta, que no parece posible hacer una comparación fundada en
datos seguros.
El corcovado fue llamado así, a causa de una corcova o prominencia que tiene desde el principio de la cabeza hasta la boca, la
cual es pequeñísima. La picuda tiene la mandíbula inferior mucho
más larga que la superior.
El sapo es un pez de horrible aspecto; negro, perfectamente
redondo y sin escamas. Su diámetro es de tres o cuatro pulgadas.
Tiene la carne gustosa y sana.
Entre las agujas hay una llamada por los mexicanos huitzitzilmichin, que es de tres pies de largo, y sutilísima. En vez de escamas tiene el cuerpo cubierto de unas lamas pequeñas. El hocico
tiene ocho pulgadas de largo; y lo es más en la parte superior,
agujas, a las que exceal contrario de las otras especies de
de, tanto en el buen sabor de la carne, como en el tamaño del
;
cuerpo.
El bobo es un pez hermosísimo, y apreciado por la excelencia de su carne. Tiene cerca de dos pies de largo, y cuatro o seis
pulgadas en su mayor anchura. El barbo de río, conocido con el
nombre de bagre, es del tamaño del bobo y de más exquisito sabor; pero dañoso, si antes de comerlo no se despoja su carne,
con jugo de limón o con algún otro ácido, de cierta baba o líquido
viscoso de que está impregnada. Los bobos se pescan, según tengo entendido, sólo en los ríos que desaguan en el golfo mexicano, y los barbos en los que descargan en el mar Pacífico o en algún lago. El sabor de estos dos peces, aunque delicado, no es
comparable con el de los pámpanos y palometas, que son, con
justa razón, los peces que más se aprecian en aquellos países.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
75
tiene pie y medio de largo. Es delgada y redoncolor morado negruzco. En la cabeza de estos peces
La corvina
da,
y de un
se hallan dos piedrecillas blancas, que parecen de alabastro.
Cada
una tiene de largo una pulgada y media, y de ancho cerca de
cuatro líneas. Se cree que son eficaces contra la retención de orina,
tomando tres granos en agua.
El bótete es un pescadillo que tiene cerca de ocho pulgadas
de largo, y es desproporcionadamente grueso. Su hígado es tan
venenoso, que en media hora ocasiona la muerte a quien lo come, con fuertes dolores y convulsiones. Cuando está vivo en la
arena de la playa, se hincha enormemente si lo tocan, y los muchachos se divierten en reventarlo a patadas.
El ojón (1) es un pez chato y redondo, que tiene ocho o
diez pulgadas de diámetro. La parte inferior de su cuerpo es
enteramente plana, pero la superior es convexa, y en el centro,
que es donde más se alza, tiene un ojo solo, tan grande como
el de un buey, con sus párpados correspondientes. Después de
muerto lo conserva abierto, causando horror al que lo mira. (2)
El iztacmichin, o pez blanco, ha sido siempre célebre en
México, y no es menos común hoy día en las mesas de los españoles, que lo era antiguamente en las de los mexicanos. Los
hay de tres o cuatro especies. El amilotl, que es el mayor y el
más apreciado, tiene más de un pie de largo, y cinco aletas dos
sobre la espalda, dos a los dos lados del vientre, y una debajo
del mismo vientre. El jalmichin, un poco menor que el precedente, me parece ser de la misma especie. El xacapitzahuac, que
es el más pequeño de todos, no tiene más que ocho pulgadas de
largo, y una y media de ancho. Todos estos peces son escamosos, sabrosos y muy sanos, y abundan en los lagos de Chalco,
Pátzcuaro y Chápala. La otra especie es la del jalmichin de
Cuauhnahuac, el cual no tiene escamas, y está cubierto de una
piel tierna y blanca.
:
Este pez, que suele pescarse en California, no tiene nombre, o si lo
no ha llegado a mi noticia. Lo he dado el nombre de ojón, que me
(1)
tiene,
parece convenirle.
Campoy creyó que el ojón era el uranoscopos callionymos de Pumas este autor no da pormenor alguno de aquel pez. El nombre
(2)
nió;
<>
uranoscopos, que ha servido de fundamento a su opinión, conviene igualmente a todos los peces, que por tener ¡es ojos en la parte superior de la
cabeza, miran al cielo, como las rayas y otros peces chatos.
FRANCISCO
76
El axolotl, o ajolote,
(1)
J.
CLAVIJERO
un lagarto acuático del lago
es
mexicano. Su figura es fea, y su aspecto ridículo. Tiene por lo
común ocho pulgadas de largo; pero hay algunos de doble dimensión. La piel es blanda y negra la cabeza larga, la boca grande, la lengua ancha, pequeña y cartilaginosa, y la cola larga.
Va en diminución desde la mitad del cuerpo hasta la mitad íte
la cola. Nada con sus cuatro pies, que son semejantes a los de la
rana. Lo más singular de este pez, es tener el útero como el de
la mujer, y estar sujeto como ésta a la evacuación periódica
de sangre, según consta de muchas observaciones, de que habla el Dr. Hernández. (2) Su carne es buena de comer y sana, y
tiene casi el mismo sabor que la de la anguila. Se cree muy
provechosa a los éticos. En el mismo lago mexicano hay otras
especies de pececillos que no tienen ninguna particularidad digna de notarse.
;
que hace a las conchas, las hay de infinitas especies,
y entre ellas algunas de incomparable hermosura, particular-
Por
lo
mar
En
todas las costas de aquellos mares se hizo en diversas épocas la pesca de perlas. Los mexicanos
la pescaban en la costa de Tototepec, y en la de los cuitlaltecas,
donde hoy se pesca la tortuga. Entre las estrellas marinas, hay
una que tiene cinco rayos, y un ojo en cada uno. Entre las esponjas y litofitos hay algunas especies curiosas y peregrinas.
El Dr. Hernández da el dibujo de una esponja que le fue enviada del mar Pacífico, que tenía la figura de una mano humana;
pero con diez o más dedos, de color de barro con puntos negros
y listas rojas, y era más callosa que la esponja ordinaria.
mente en
el
Pacífico.
Mr. de Bomare no puede dar con el nombre de este pez. Lo llama
azalotl, azcolotl, azoloti y axoloti, y dice que los españoles lo llaman
juguete del agua. Lo cierto es que los mexicanos lo llaman axolotl, y los
(1)
españoles ajolote.
Mr. de Bomare no se resuelve a creer lo que aquí se dice del ajolote; pero teniendo en favor el testimonio de los que han tenido años enteros
este pez a la vista, no debemos atender a la desconfianza de un francés,
(2)
que aunque docto en la historia natural, no ha visto jamás al ajolote
aun sabe su nombre, especialmente cuando la evacuación periódica no es
tan exclusiva de las mujeres, que no se halle en algunas especies de animales. Les femelles des singes, dice el mismo escritor, ont pour la plupart
des menstrues comme les femmes. Véase el artículo Singes.
ni
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
77
INSECTOS MEXICANOS
Descendiendo finalmente a los animales más pequeños, en
los que resplandecen más el poder y la sabiduría del Creador,
podemos reducir las innumerables especies de insectos que hay
en México, a tres órdenes, a saber: volátiles, terrestres y acuáticos
aunque hay muchos terrestres y acuáticos que después
se convierten en volátiles, y en uno o en otro estado son dignos
;
de estudiarse.
Entre los volátiles hay escarabajos, abejas, avispas, moscas, moscardones y mariposas. Los escarabajos son de muchas
especies, y por la mayor parte inocentes. Los hay verdes, a los
que los mexicanos dan el nombre de mayatl, y con los cuales se
divierten los muchachos por el gran rumor que hacen al volar.
Hay otros negros, fétidos y de forma irregular, llamados pinacatl.
El cucuyo o escarabajo luminoso, que es el más digno de
atención, ha sido mencionado por muchos autores; pero por
ninguno que yo sepa, descrito. Es de más de una pulgada de
largo, y tiene dobles alas, como los otros escarabajos volátiles.
Tiene en la cabeza un cuernecillo móvil de que hace gran uso,
porque cuando ha caído de espaldas y no puede moverse, se
vuelve a poner en su actitud natural, por la acción de aquel cuernecillo, empujándolo y comprimiéndolo dentro de una membrana, a manera de bolsa, que tiene sobre el vientre. Junto a los
ojos tiene dos membranas, y una mayor en el vientre: todas
ellas son sutiles, transparentes y llenas de una materia tan luminosa, que su luz basta para leer cómodamente una carta, y
para alumbrar el camino a los que viajan de noche; pero nunca despide tanto resplandor como cuando vuela. Cuando duerme,
no brilla, porque cubre la luz con otras membranas opacas. Esta
materia luminosa es una substancia blanca, farinosa y viscosa, que conserva algún tanto su esplendor cuando se ha sacado del cuerpo del cucuyo, y con ella suelen escribir algunos, caracteres lúcidos en los sombreros. Hay gran abundancia de estos animales fosfóricos en las costas del mar y por la noche
forman en las montañas vecinas, magníficos y esplendidos espectáculos. Los muchachos, para cazarlos, no hacen mas que
agitar un carbón encendido, y atraídos por su luz, los cucuyos
FRANCISCO
78
J.
CLAVIJERO
vienen a caer en manos del cazador. No han faltado autores
que hayan confundido estos maravillosos insectos con las luciérnagas; pero éstas, que abundan en Europa, y no menos en
México, son mucho más pequeñas y menos luminosas que los
cucuyos.
Tan grata es la vista del insecto que acabo de describir,
como desagradable la del temolin. Es este un gran escarabajo
de color castaño rojizo, con seis pies peludos y cuatro dedos en
cada uno. Hay dos especies de temolin; el uno tiene la frente
armada de un cuerno o antena, y el otro de dos.
Hay a lo menos seis especies distintas de abejas. La primera
es de las comunes de Europa, con las que conviene, no sólo en el
tamaño, en la forma y en el color, sino también en la índole, en
y en la calidad de la miel y de la cera que fabrica. La segunda especie se parece en algo a la primera, pero carece de aguijón. A ella pertenecen las abejas de Yucatán y de
Chiapas, que hacen la famosa miel de Estabentun, la cual es
clara, aromática, y de un sabor superior al de todas las clases
los hábitos,
de miel conocidas. Hácense seis cosechas de esta preciosa producción: una cada dos meses; pero la mejor es la que se coge
por noviembre, porque las abejas la hacen de una flor blanca,
semejante al jazmín, muy olorosa, que nace por septiembre y
se llama Estabentun, de donde proviene el nombre de la miel. (1)
La tercera especie es de unas abejas semejantes en la forma a las
hormigas aladas, más pequeñas que las abejas comunes, y sin
aguijón. Estos insectos, propios de los países calientes y templados, fabrican panales semejantes, en el tamaño y en la forma, a un pan de azúcar, y algunas veces mucho mayores. Los
pegan a las rocas y a las ramas de los árboles, especialmente
a las de las encinas. La población de estos panales es mucho más
numerosa que la de los panales de las abejas comunes. Las larvas de esta especie son blancas y redondas, a guisa de perlas,
y también se comen. La miel es blanquizca, pero de un sabor delicado. Las abejas de la cuarta especie son amarillas, más pequeñas que las comunes, y armadas como éstas de un aguijón.
Su miel es inferior a la de las especies precedentes. Las de la
La miel de Estabentun es muy estimada de los franceses e inglevan a Yucatán. Me consta que los franceses del Guarico la suelen
comprar y la envían de regalo a su soberano.
(1)
ses que
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
79
quinta especie son pequeñas e inermes; fabrican panales orbiculares en las cavidades subterráneas, y su miel es acida y amarga. La tlalpipiolli, que forma la sexta especie, es negra y amarilla, del tamaño de las comunes, pero sin aguijón.
Las especies de avispas son, a lo menos, cuatro. La quetzalmiahuatl es la común de Europa. La tetlatoca o vagabunda, se
llama así, porque muda frecuentemente de habitación, y siempre está ocupada en reunir materiales para labrarla. Tiene aguijón, pero no hace miel ni cera. El xicotli o jicote es una avispa
gruesa y negra, excepto en el vientre, que es amarillo. Hace
una miel bastante dulce, en los agujeros que forma en los muros. Está armada de un fuerte punzón, y su herida es muy dolorosa. La cuicalmiahuatl tiene también aguijón, pero no sabemos que haga miel.
El quauhxicotli es un tábano muy negro, excepto en la cola
que es roja. Su punzón es tan grande y tan fuerte, que no sólo atraviesa de una a otra parte una caña de azúcar, sino también las raíces de los árboles.
Entre las moscas, además de las comunes, que ni son tantas ni tan molestas como las de Italia por el verano, (1) las hay
luminosas como las luciérnagas. La axayacatl es una mosca
propia de los lagos mexicanos. De los huevos innumerables que estas moscas deponen en los juncos y en los gladiolos o iris del lago, se forman gruesas costras, que los pescadores venden en el
mercado. Esta especie de caviar, llamado ahuauhtli, se comía
en tiempo de los mexicanos, y aun en el día es manjar común en
las mesas de los españoles. Tiene casi el mismo sabor que el caviar de los peces. Pero los mexicanos antiguos, no sólo comían
ios huevos, sino también las moscas reducidas a masa, y cocida
ésta con nitro.
Los mosquitos, tan comunes en Europa, y particularmente en Italia, abundan también en las tierras marítimas de México, y en aquellos sitios en que el calor, las aguas muertas y
la maleza fomentan su propagación. Hay infinitos en el lago de
La misma observación, acerca de
moscas, hace Oviedo. "En
las islas, dice, y en tierra firme hay muy poquitas moscas, y a comparación
de las que hay en Europa, se puede decir que en acullá no hay algunas."
Sumario de la historia natural de las Indias, cap. 81. lis cierto que en
México no son tan pocas como dice Oviedo; pero generalmente hablando, nú
son tantas ni tan molestas como en Europa.
(1)
las
FRANCISCO
80
J.
CLAVIJERO
Chalco; pero la Capital, a pesar de su proximidad al lago, está
exenta de esta molestia.
Hay también en las tierras calientes unos mosquillos que
no hacen ruido al volar; pero cuya picadura ocasiona un escozor vehemente, y si se rasca la parte ofendida, fácilmente se
hace una
En
llaga.
mismas
marítimas, abundan
las
tierras calientes, especialmente en algunas
cucarachas, que son insectos gruesos.
alados y muy perjudiciales, por que infestan toda clase de comestibles y sobre todo los dulces; pero son útiles en las habitaciones por que destruyen las chinches. Se ha observado que
los barcos que en su viaje de Europa a México iban plagados
de chinches, volvían exentos de estos fétidos insectos, por halas
berlos exterminado las cucarachas. (1)
Las especies de mariposas son mucho más numerosas y variadas en México que en Europa. No pueden dignamente describirse su variedad y hermosura ni el pincel más diestro es capaz
de representar la excelencia del dibujo y del colorido que el Autor de la naturaleza empleó en el adorno de sus alas. Muchos
autores dignos de crédito las han celebrado en sus escritos, y el
Dr. Hernández ha hecho retratar algunas, para dar a los euro:
peos alguna idea de su belleza.
Pero no son comparables en número, las mariposas a las langostas, las cuales a veces caen sobre las tierras marítimas, obscureciendo el aire con las densas nubes que forman, y destruyendo todos cuantos vegetales hay en el campo, como lo vi por
los años de 1738 y 39 en la costa de Xicayan. En la península de
Yucatán hubo hace poco una gran carestía de resultas de aquella calamidad; pero en ningún otro país de aquel Continente ha
sido tan frecuente este terrible azote, como en la desventurada California. (2) Entre los insectos terrestres, además de los
Estos insectos son también enemigos de los literatos, pues consumen durante la noche la tinta si no se usa la precaución de tapar el tintero. Los españoles los llaman cucarachas, otros kakerlaques, otros dermes(1)
tes, etc.
En
de Californias, que saldrá a luz dentro de pocos
meses, se citan las prolijas observaciones hechas sobre las langostas por
el abate D. Miguel del Barco, el cual permaneció treinta años en aquel
país tan famoso, como indigno de la fama que tiene.
(2)
la Historia
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
comunes, sobre
muchas
los cuales
no ocurre nada notable que
81
decir,
hay
especies de gusanos, escolopendras, escorpiones, arañas,
hormigas, niguas y la cochinilla.
De los gusanos, unos son útiles y otros perniciosos; unos
servían de alimento a los antiguos mexicanos; otros de medicina, como el axin y el polin, de los que hablaré en otra ocasión.
El tleocuilin, o gusano ardiente, tiene la propiedad de las cantáridas. Su cabeza es roja, el cuerpo verde, y lo demás del cuerpo leonado. El temahuani es un gusano todo armado de espinas
amarillas y venenosas. El temictli es semejante al gusano de
seda en sus trabajos y metamorfosis. Los gusanos de seda fueron transportados de Europa, y se multiplicaron considerablemente. Hacíanse abundantes cosechas de seda, particularmente
en la Mixteca, (1) donde esta mercancía formaba un ramo importante de comercio; pero habiéndose visto los mixtecas obligados a abandonarlo por razones políticas, se descuidó la cría
de gusanos, y hoy apenas hay quien se dedique a ella. Además de
esta seda común, hay otra bastante estimada, blanca, suave
al tacto y fuerte. Hállase en los bosques de los países marítimos, sobre las ramas de los árboles, especialmente en los años en
que escasean las lluvias pero de ella solamente se sirven algunos
pobres, por la poca industria de aquellos pueblos, o más bien por
los agravios que tendrían que sufrir si emprendiesen aquel género de comercio. Sabemos además por las Cartas de Cortés a
Carlos V, que en los mercados de México se vendía seda, y hasta ahora se conservan algunas pinturas en papel de seda, hecho por los antiguos mexicanos.
Las escolopendras se hallan en los países templados, y son
más abundantes en los calientes y húmedos. El Dr. Hernández
dice haber visto algunas tan grandes, que tenían dos pies de largo y dos dedos de grueso; pero sin duda las vio en algún país
demasiado húmedo e inculto. Yo me he detenido en muchos lugares de toda clase de clima, y no he hallado ninguna de tan
excesiva dimensión.
Los escorpiones son comunes en todo aquel país pero en
los países fríos y templados hay pocos, y éstos no son muy da;
;
(1) Hay pueblos en la Mixteca que aún conservan la denominación que
fue dada entonces, con alusión a esta clase de comercio, como San IVancisco de la Seda, Tepexe de la Seda.
les
FRANCISCO
82
CLAVIJERO
J.
y demasiado secas, aunque el
calor sea moderado abundan más y es tal su veneno, que basta a matar a un niño, y a ocasionar terribles dolencias a los
adultos. Se ha observado que el veneno de los escorpiones pequeños y amarillos es más activo que el de los grandes y pardos, y que son más funestas sus mordeduras en las horas en
que tiene el sol más fuerza.
Entre las muchas especies de arañas, no puedo omitir dos
muy singulares, la tarántula y la casampulga. (1) Dase impropiamente en aquellos países el nombre de tarántula a una araña gruesa, cuyo lomo y piernas están cubiertas de una pelusa
negruzca, suave y sutil. Es propia de las tierras calientes, y no
sólo se halla en el campo, sino también en las casas. Pasa generalmente por venenosa, y se cree que el caballo que la pisa,
pierde inmediatamente el casco; pero no se cita ningún caso conocido en^ favor de esta opinión, aunque yo he vivido cinco años
en un país calidísimo donde abundan aquellos insectos. La casampulga es pequeña; tiene los pies cortos, el vientre rojizo, y
el tamaño de un guisante. Es venenosa, y común en la diócesis
de Chiapas y en otras partes. No sé si esta araña es la misma
que en otros países se llama araña capulina, aunque las señas
ñosos.
En
las
tierras calientes
;
le
convienen.
Las hormigas más comunes del territorio de México son
de tres especies. La primera es de las negras y pequeñas, comunes a uno y otro Continente. Otras son grandes y rojas, armadas
de un punzón, con el que hacen dolorosas picaduras; los españoles las llaman bravas. Otras, llamadas arrieras, son grandes y
pardas, y se les ha dado aquel nombre, por que se ocupan continuamente en el transporte de sus provisiones, con mucho más
ahinco que las hormigas comunes por lo que son mucho más perniciosas a los campos. En algunos países se han multiplicado
;
excesivamente, por el descuido de los habitantes. En la provincia de Xicayan, se ven en la tierra, por espacio de muchas millas, enormes manchas negras, que no son más que tribus de
estos dañinos insectos.
Además de las referidas especies, hay una muy singular
en Michuacan y quizás en alguna otra provincia. Es mayor que
(1) Sospecho que
rrompido después por
el
el
nombre primitivo de esta araña era cazapulga,
vulgo, como sucede con otros muchos.
co-
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
83
cuerpo ceniciento y la cabeza negra. En la parte posterior lleva un saco lleno de un licor bastante dulce, a que
son muy aficionados los muchachos, creyendo que es miel fabricada por estas hormigas; pero yo creo más bien que estos sacos
son huevos. Mr. de la Barreré, en la Historia Natural de la Francia Equinoccial, hace mención de estas hormigas, halladas en
la Cayena; pero estas son aladas, y las nuestras sin alas.
La nigua, llamada en otros países pique, es un pequeñísimo
insecto, no muy diferente de la pulga, que se cría en las tierras
calientes entre el polvo. Se pega a los pies, y rompiendo insensiblemente la película, hace su nido entre ella y la piel: si no se
quita pronto, rompe ésta y pasa a la carne, multiplicándose con
increíble prontitud. No se siente por lo común, hasta que al perforar la piel ocasiona una picazón insoportable. Estos «¿insectos,
por su portentosa multiplicación, bastarían a despoblar aquellos
países, si no fuera tan fácil evitarlos y si no fueran tan diestros
los habitantes en exterminarlos antes que se propaguen. La
Providencia, a fin de disminuir este azote, no sólo negó alas a
este dañoso bicho, sino que lo privó también de aquellos músculos vigorosos que dio a la pulga para saltar. En los pobres, que
por su miseria están obligados a dormir en el suelo y a descuidar el aseo de sus personas, suelen multiplicarse tanto estos
insectos, que les hacen grandes cavidades en las carnes, y les ocasionan llagas peligrosísimas.
las otras
;
tiene
el
Lo que hacen
niguas en las casas, hacen en el campo
las garrapatas, de las cuales hay dos especies, o, más bien, clases.
La primera es la misma conocida en el Antiguo Continente. Se
pega al pellejo de los caballos, de los carneros y de los cuadrúpedos y se introduce en sus orejas. La otra se halla abundantemente en las malezas de las tierras cálidas: de ellas pasa con
facilidad a la ropa y de la ropa al cuerpo de los caminantes, al
que se pega con tanta fuerza, por la particular configuración de
sus pies, que es muy difícil arrancarla; y si no se logra pronto,
forma una llaga semejante a la de la nigua. Al pi'incipio no parece más que un puntillo negro pero con la sangre que chupa
se hincha tanto y tan prontamente, que dentro de poco tiempo se
pone del tamaño de una haba, y entonces es de color de plomo. Oviedo dice que para arrancar brevemente y sin peligro la
garrapata, basta untarse la parte con aceite, y rasparla después
con un cuchillo.
las
;
FRANCISCO
84
J.
CLAVIJERO
La
célebre cochinilla de México, tan conocida y apreciada
en todo el mundo por la excelencia del color que suministra, es
un insecto propio de aquellos países, y el más útil de cuantos nacen en la tierra de Anáhuac, donde en tiempo de los reyes mexicanos se empleaba el mayor esmero en su cría. (1) El país
donde más prospera es la Mixteca, donde forma el ramo más
considerable del comercio. (2) En el siglo XVI se criaba también en Tlaxcala y en otras partes, donde daba lugar a un tráfico muy activo; pero los perjuicios que ocasionaba a los indios,
que son los que siempre han cuidado de su cría, la tiránica avaricia de algunos gobernadores, los obligaron a dejar una tarea,
que es además molesta y prolija. La cochinilla en su mayor desarrollo tiene el grueso y la figura de una chinche. La hembra es
desproporcionada y lenta. La boca, los ojos, los cuernecillos o
antenas y los pies se ocultan de tal modo en las arrugas del pellejo, que no se pueden distinguir sin la ayuda del microscopio;
y por esto se obstinaron algunos europeos en creer que fuese
una semilla, y no ya un verdadero animal, contra el testimonio
de los indios que la crían, y de Hernández que la observó como
naturalista. El macho es más raro, y hay uno por trescientas
hembras. Es también más pequeño y más delgado que ésta;
pero más despierto y activo. En la cabeza tiene dos cuernecillos
Herrera dice en la Década 4, lib. 8, cap. 8, que aunque
los indios poseían la cochinilla no hicieron caso de ella, hasta que los instruyeron los españoles. Pero ¿qué les enseñaron éstos? ¿a criar el insecto?
¿cómo podían enseñar lo que ignoraban, especialmente cuando creían que
era un grano lo que es un animal ? ¿ Les enseñaron quizás su uso para los
tintes ? Pero si los indios no lo conocían ¿ para qué se daban el trabajo de
criar la cochinilla? ¿Por qué estaban obligados Huagiacac, Coyolapan y
otros pueblos a pagar anualmente veinte sacos de cochinilla al rey de
México, como consta en la matrícula de los tributos? ¿Cómo puede creerse
que ignorasen el uso de la cochinilla aquellas naciones tan aficionadas a
la pintura, y que no supiesen emplear su color, sabiendo servirse del añil,
del achiote y de muchas piedras y tierras minerales ?
(1) El cronista
La cantidad que viene todos
de dos mil y quinientos sacos, como
años de la Mixteca a España, pasa
testifican algunos autores. El comercio
que de ella hace la ciudad de Oaxaca, importa anualmente doscientos mil
pesos. Mr. de Bomare dice que a una cierta especie de cochinilla se da el
nombre de cochinilla mesteca, porque se cría en Meteque, provincia de Honduras, mas éste es un error. Llámase Mixteca, porque viene de la provincia
de este nombre, la cual dista más de Honduras, que Roma de París.
(2)
los
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
85
articulados, y en cada articulación cuatro sedas dispuestas con
gran simetría. Los pies son seis, cada uno compuesto de tres
En
parte posterior del cuerpo se alzan dos pelos, de
doble o triple longitud que el cuerpo mismo. Tiene dos grandes
alas, de que está privada la hembra. Estas alas están sostenidas
por dos músculos; el uno exterior que se extiende por toda la
circunferencia del ala, y el otro inferior y paralelo al primero.
El color interno es rojo, pero más obscuro en la hembra; y el
externo, rojo blanquecino o ceniciento. Críase la cochinilla en
una especie de nopal u opuncia, o higuera de Indias, que se eleva a la altura de cerca de ocho pies y cuyo fruto es semejante
a los higos de tuna de las otras opuncias, pero no se come. Aliméntase de las hojas de aquella planta, chupando el jugo con una
trompa que tiene en el pecho, entre los dos primeros pares de
pies. Allí adquiere todo su volumen, y produce una numerosa
descendencia. El modo que tienen de multiplicarse estos preciosos insectos, la industria con que los indios los crían, y las precauciones que toman para defenderlos de la lluvia, que les es
muy perjudicial, y de los numerosos enemigos que los persiguen;
serán explicados cuando hablemos de la agricultura de los mepartes.
la
xicanos. (1)
que es un
escarabajo, propio de los sitios pantanosos, semejante en el tamaño y en la figura al escarabajo volátil. Tiene cuatro pies y
está cubierto de una costra dura. El atopinan es también pantanoso, de un color obscuro, de seis dedos de largo y dos de ancho.
El ahuithuitla es un gusano del lago mexicano, que tiene cuatro
dedos de largo y es del grueso de una pluma de ánade, leonado
en la parte superior, y blanco en la inferior. Pica con la cola,
que es dura y venenosa. El ocuiliztac es un gusano negro en las
tierras húmedas
pero cuando se tuesta, se pone blanco. Los
antiguos mexicanos comían de todos estos insectos.
Entre
los insectos acuáticos se halla el atetepitz,
;
Antonio Ulloa dice que el nopal en que se cría la cochinilla, no
tiene espinas; mas no es así, pues siempre la vi en árboles espinosos durante
mi permanencia de cinco años en la Mixteca. Mr. de Raynal cree que el color de la cochinilla se debe a la tuna o higo de que se alimenta; mas este autor ha estado mal informado. La cochinilla no come el fruto, sino la hoja
que es verde; y el nopal de que se trata no da higos rojos, sino blancos. Ks
verdad que puede criarse en la de higos rojos; pero no es ésta su planta
(1) D.
original.
FRANCISCO
86
J.
CLAVIJERO
Dejando ya estos reptiles, cuyos nombres solos compondrían una larga lista, terminaré esta enumeración con una especie de zoófitos, o plantas-animales, que vi por los años de 1751
en una casa de, campo, distante diez millas, hacia el sudeste de
la Puebla de los Angeles. Eran de tres o cuatro dedos de largo:
tenían cuatro pies sutilísimos, y estaban armados de dos cuernecillos; pero su cuerpo no era otra cosa que los nervios de una
hoja, de la misma figura, tamaño y color que las otras de los árboles en que estos insectos se crían. Hace mención de ellos el
Dr. Hernández, con el nombre de cuauhmecatl, y Gemelli describe otra producción de esta especie, que se halla en las cercanías
de Manila. (1)
De lo poco que hemos dicho acerca de la historia natural de
aquellos países, se podrá conocer la diferencia que hay entre las
tierras calientes, las frías y las templadas, de que se componen
las vastas regiones de Anáhuac. En las calientes es más pródiga la naturaleza, en las frías y las templadas más benigna. En
aquéllas, los montes son más fecundos de minerales y de fuentes, las llanuras más amenas, más frondosos los bosques. Allí
se encuentran las plantas más útiles a la vida, (2) los árboles
más
gruesos, las maderas
más
más
preciosas, las flores
más
bellas,
más
aromáticas. Allí son
más variadas y más numerosas las especies de los animales sus
individuos más hermosos y corpulentos, las aves más brillantes
en su plumaje y más suaves en su canto, pero todas estas ventajas están contrapesadas por otros tantos inconvenientes, pues
en estos países están las fieras más terribles, los reptiles más
ponzoñosos, los insectos más perjudiciales. La tierra no sufre
las frutas
exquisitas, las resinas
;
Sé que los naturalistas modernos no dan comunmente el nombre de
a ciertos cuerpos marinos, que teniendo la apariencia de vegetales, son en su naturaleza animales. Sin embargo, yo doy aquel nombre
a estos insectos terrestres, por que les conviene, con tanta, y aun con mayor
propiedad que a los marinos. Me parece haber expuesto en mi física, con la
mayor verosimilitud posible, el mecanismo de la naturaleza en la generación de estos insectos.
«
(1)
zoófitos, sino
Es cierto que las tierras calientes no dan trigo, ni algunas frutas de
Europa, como manzanas, albérchigos, peras y otras; pero ¿qué es la falta
de estos pocos vegetales comparada con la indecible abundancia y variedad de plantas fructíferas y medicinales que se hallan en aquellos
(2)
países
?
,
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
87
síntomas funestos del invierno, ni el aire las enfadosas vicisitudes de las estaciones. En la tierra domina una perpetua primavera; en la atmósfera un verano continuo, al que se acostumbran fácilmente los habitantes; pero el incesante sudor de sus
cuerpos y la abundancia de frutos gustosos, que en todos tiempos les prodiga aquella tierra deliciosa, los exponen a muchas
enfermedades desconocidas en otras regiones. Las tierras frías
no son tan fecundas ni tan bellas pero son más sanas y sus
animales menos perniciosos al hombre. En los países templados
(a lo menos en muchos de ellos, como en los del valle mexicano)
se gozan las ventajas de los países fríos, sin sus incomodidades,
v las delicias de los calientes, sin sus molestias. Las enfermedades más comunes de las tierras cálidas son las fiebres intermitentes, el espasmo, la tisis, y en el puerto de Veracruz, de pocos
años a esta parte, el vómito negro. (1) En otras partes; los catarros, las fluxiones, la pleuresía y las fiebres agudas, y en la Capital, la diarrea. Además de estas enfermedades ordinarias, suelen sentirse, extraordinariamente ciertas epidemias, que parecen
periódicas, aunque su período no es fijo ni regular, como las que
se experimentaron en los años de 1545, 1756, y en otros tiempos en 1736 y 1762. La viruela llevada allí por los conquistadores españoles, no se ve en aquellos países tan frecuentemente
como en Europa, sino de cierto en cierto número de años, y entonces ataca a todos los que antes no la han tenido, haciendo de
una vez los mismos estragos, que en Europa hace sucesivamente.
los
;
CARÁCTER DE LOS MEXICANOS Y DE LAS OTRAS
NACIONES DE ANAHUAC
Las naciones que ocuparon la tierra de Anáhuac antes de
los españoles, aunque diferentes en idioma y en algunas costumbres, no lo eran en el carácter. Los mexicanos tenían las mismas
cualidades físicas y morales, la misma índole y las mismas inclinaciones que los acolhuis, los tepanecas, los tlaxcaltecas y
los otros pueblos, sin otra diferencia que la que procede de la
educación; de modo que lo que vamos a decir de los unos, debe
igualmente entenderse de los otros. Algunos autores antiguos
Ulloa y otros historiadores de América no describen el espasmo
vómito neírro. Esta enfermedad no era conocida allí antes de 1725.
(1;
el
ni
FRANCISCO
88
J.
CLAVIJERO
y modernos han procurado hacer su retrato moral pero entre
todos ellos no he encontrado uno sólo que lo haya desempeñado
con exactitud y fidelidad. Las pasiones y las preocupaciones de
unos y la ignorancia y la falta de reflexión de otros, les han
hecho emplear colores muy diferentes de los naturales. Lo que
voy a decir se funda en un estudio serio y prolijo de la historia
de aquellas naciones, en un trato íntimo de muchos años con
ellas y en las más atentas observaciones acerca de su actual condición, hechas por mí y por otras personas imparciales. No hay
motivo alguno que pueda inclinarme en favor o en contra de
aquellas gentes. Ni las relaciones de compatriota me inducirían
a lisonjearlos, ni el amor a la nación a que pertenezco, ni el celo
por el honor de sus individuos, son capaces de empeñarme en
denigrarlos así que, diré clara y sinceramente lo bueno y lo malo que en ellos he conocido.
Los mexicanos tienen una estatura regular, de la que se
apartan más bien por exceso, que por defecto, y sus miembros
son de una justa proporción; buena encarnadura; frente estrecha,
ojos negros dientes iguales, firmes, blancos y limpios cabellos
tupidos, negros, gruesos y lisos; barba escasa y por lo común,
poco vello en las piernas, en los muslos y en los brazos. Su piel
es de color aceitunada. No se hallará quizás una nación en la tierra en que sean más raros que en la mexicana los individuos
deformes. Es más difícil hallar un jorobado, un estropeado, un
tuerto entre mil mexicanos, que entre cien individuos de otra
nación. Lo desagradable de su color, la estrechez de su frente,
la escasez de su barba, y lo grueso de sus cabellos, están equilibrados de tal modo con la regularidad y la proporción de sus
miembros, que están en justo medio entre la fealdad y la hermosura. Su aspecto no agrada ni ofende; pero entre las jóvenes
mexicanas se hallan algunas blancas y bastante lindas, dando
mayor realce a su belleza la suavidad de su habla y de sus modales, y la natural modestia de sus semblantes.
Sus sentidos son muy vivos, particularmente el de la vista,
que conservan inalterable hasta la extrema vejez. Su complexión
es sana, y robusta su salud. Están exentos de muchas enfermedades que son frecuentes entre los españoles; pero son las principales víctimas en las enfermedades epidémicas a que de cuando en cuando está sujeto aquel país. En ellos empiezan y en ellos
terminan. Jamás se exhala de la boca de un mexicano aquella fe;
:
;
;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
tidez que suele ocasionar la corrupción de los
digestión de los alimentos. Son de
89
humores, o
temperamento
la in-
flemático, pe-
ro poco expuestos a las evacuaciones pituitosas de la cabeza, y
así es que raras veces escupen. Encanecen y se ponen calvos más
tarde que los españoles, y no son raros entre ellos los que llegan a la edad de cien años. Los otros mueren casi siempre de enfermedades agudas.
Actualmente y siempre han sido sobrios en el comer; pero
es vehementísima su afición a los licores fuertes. En otros tiempos la severidad de las leyes les impedía abandonarse a esta
propensión; hoy la abundancia de licores y la impunidad de la
embriaguez trastornan el sentido a la mitad de la nación. Esta
es una de las causas principales de los estragos que hacen en
ellos las enfermedades epidémicas, además de la miseria, en que
viven más expuestos a las impresiones maléficas y con menos
recursos para corregirlas.
Sus almas son radicalmente y en todo semejantes a las de
los otros hijos de Adán y dotados de las mismas facultades;
y nunca los europeos emplearon más desacertadamente su razón, que cuando dudaron de la racionalidad de los americanos.
El estado de cultura en que los españoles hallaron a los mexicanos excede, en gran manera al de los mismos españoles, cuando fueron conocidos por los griegos, los romanos, los galos, los
germanos y los bretones. (1) Esta comparación bastaría a destruir semejante idea, si no se hubiese empeñado en sostenerla
la inhumana codicia de algunos malvados. (2) Su ingenio es caBernardo Aldrete en su libro sobre El Origen de la Lengua Española quiere hacernos creer que los españoles eran más cultos en la época
de la llegada de los fenicios, que los mexicanos en tiempo de la Conquista;
pero esta paradoja ha sido suficientemente rebatida por los doctísimos
autores de la Historia Literaria de España. Es cierto que los españoles de
aquellos remotos siglos no eran tan bárbaros como los ehichimecas, los
californios y otros pueblos salvajes de América; pero tampoco tenían su
gobierno tan bien arreglado, ni tan perfeccionadas sus artes, ni habían hecho, que sepamos, tantos progresos en el conocimiento de la naturaleza,
como los mexicanos al principio del siglo XVI.
(1) D.
(2) Léanse las amargas quejas hechas sobre este asunto por el obispo
Garcés en su carta al papa Paulo III, y por el obispo Las Casas en sus me-
moriales a los reyes católicos Carlos V y Felipe II, y sobre todo las leyes
humanísimas expedidas por aquellos piadosos monarcas en favor de los
indios.
;
FRANCISCO
90
J.
CLAVIJERO
paz de todas las ciencias, como la experiencia lo ha demostrado. (1) Entre los pocos mexicanos que se han dedicado al estudio de las letras, por estar el resto de la nación empleado en los
trabajos públicos y privados, se han visto buenos geómetras,
excelentes arquitectos y doctos teólogos.
Hay muchos que conceden
a los mexicanos una gran habilidad para la imitación, pero les niegan la facultad de inventar;
error vulgar que se halla desmentido en la historia antigua de
aquella nación.
como todos
hombres, susceptibles de pasiones pero éstas no obran en ellos con el mismo ímpetu, ni con el mismo
furor que en otros pueblos. No se ven comunmente en los mexicanos aquellos arrebatos de cólera, ni aquel frenesí de amor,
tan comunes en otros países.
Son,
los
;
Son lentos en sus operaciones, y tienen una paciencia increíble en aquellos trabajos que exigen tiempo y prolijidad. Sufren con resignación los males y las injurias, y son muy agradecidos a los beneficios que reciben, con tal que no tengan nada
que temer de la mano bienhechora; pero algunos españoles, incapaces de distinguir la tolerancia de la indolencia, y la desconfianza de la ingratitud, dicen a modo de proverbio, que los
indios no sienten las injurias, ni agradecen los beneficios. (2)
La desconfianza habitual en que viven con respecto a todos los
que no son de su nación, los induce muchas veces a la mentira y a la perfidia por lo cual la buena fe no ha tenido entre ellos
toda la estimación que merece.
Son también naturalmente serios, taciturnos y severos
;
en las Disertaciones las opiniones de D. Julián Garcés, primer obispo de Tlaxcala; de D. Juan Zumárraga, primer obispo de México y
de D. Bartolomé de las Casas, primer obispo de Chiapas, sobre la capacidad,
el ingenio y las otras buenas prendas de los mexicanos. El testimonio de
estos prelados tan respetables por sus virtudes, su doctrina y su conocimiento práctico de los indios, vale algo más que el de cualquier histo(1) Citaré
riador.
(2)
La experiencia me ha hecho conocer cuan reconocidos son
los
me-
xicanos a los beneficios que se les hacen, con tal que estén seguros de la
benevolencia y de la sinceridad del bienhechor. Su agradecimiento se ha
manifestado muchas veces de un modo público y estrepitoso, que hace ver
la falsedad de aquel proverbio.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
más
91
inclinados a castigar los delitos, que a recompensar las bue-
nas acciones.
La generosidad, y el desprendimiento de toda mira personal, son atributos principales de su carácter. El oro no tiene para ellos el atractivo que para otras naciones. (1) Dan sin
repugnancia lo que adquieren con grandes fatigas. Esta indiferencia por los intereses pecuniarios y el poco afecto con que
miran a los que los gobiernan, los hacen rehusarse a los trabajos a que los obligan, (2) y he aquí la exagerada pereza de los
americanos. Sin embargo, no hay en aquel país gente que se afane más, ni cuyas fatigas sean más útiles y más necesarias. (3)
El respeto de los hijos a los padres y el de los jóvenes a
los ancianos, son innatos en aquella nación. Los padres aman mucho a los hijos; pero el amor de los maridos a las mujeres es
menor que el de éstas a aquéllos. Es común, si no ya general en
los hombres, ser menos aficionados a sus mujeres propias que
a las ajenas.
El valor y la cobardía, en diversos sentidos, ocupan sucesivamente sus ánimos, de tal manera, que es difícil decidir cuál
de estas dos cualidades es la que en ellos predomina. Se avanza intrépidamente a los peligros que proceden de causas naturales mas basta para intimidarlos la mirada severa de un español. Esa estúpida indiferencia a la muerte y a la eternidad
que algunos autores atribuyen generalmente a los americanos,
conviene tan sólo a los que, por su rudeza y falta de instrucción,
;
no tienen aun idea del juicio divino.
Su particular apego a las prácticas externas de la religión,
degenera fácilmente en superstición, como sucede a todos los
hombres ignorantes, en cualquiera parte del mundo que hayan
nacido; mas su pretendida propensión a la idolatría, es una qui-
mera formada en
la
desarreglada fantasía de algunos necios.
(1) No hablamos de aquellos mexicanos que por su continuo comercio
con los avaros, se han infestado con el vicio de la avaricia; pero aun éstos
no lo son tanto como los que los inficionaron.
(2)
Lo que decimos acerca de
la
salvajes que habitan otros países del
pereza, no comprende a las naciones
Nuevo Mundo.
(3) En las Disertaciones hablaré de las faenas en que se emplean los
mexicanos. El obispo Palafox decía que cuando lleguen a faltar indios, no
habrá América para los españoles.
FRANCISCO
92
J.
CLAVIJERO
El ejemplo de algunos habitantes de los montes no basta para
infamar a una nación entera. (1)
Finalmente, en el carácter de los mexicanos, como en el
de cualquiera otra nación, hay elementos buenos y malos; mas
éstos podrían fácilmente corregirse con la educación, como lo
ha hecho ver la experiencia. (2) Difícil es hallar una juventud
más dócil a la instrucción que la de aquellos países ni se ha visto mayor sumisión que la de sus antepasados, a la luz del Evan;
gelio.
Por
demás, no puede negarse que los mexicanos modernos se diferencian bajo muchos aspectos de los antiguos; como
es indudable que los griegos modernos no se parecen a los que
florecieron en tiempo de Platón y de Pericles. En los ánimos
de los antiguos indios había más fuego, y hacían más imprelo
Eran más intrépidos, más ágiles, más
industriosos y más activos que los modernos pero mucho más susión las ideas de honor.
;
persticiosos y excesivamente crueles.
Los pocos ejemplos de idolatría que pueden presentarse, son en
cierto modo excusables; pues no hay que extrañar que unos hombres toscos y destituidos de instrucción, confundan la idolatría de algunos simulacros groseros de piedra y madera, con el culto que se debe a las imágenes
sagradas. Pero ¡cuántas veces no se habrá dado, por efecto de una preven(1)
tada de algún santo!
En
creían ídolos, y eran, en
de Nuestro Señor.
el
mi
nombre de
imagen mal ejecuaño de 1754 observé ciertas imágenes que se
ción contraria a aquellas gentes, el
sentir, figuras
ídolo, a la
que representaban
el
nacimiento
Para conocer cuánto puede la educación en los mexicanos, basta
saber la admirable vida que llevan las mexicanas del colegio de Guadalupe
en la Capital, en los conventos de capuchinas de aquella ciudad y de Valladolid de Michuacan.
(2)
LIBRO SEGUNDO
DE LOS TOLTECAS; DE LOS CHICHIMECAS, DE LOS ACOLHUIS, DE
LOS OLMECAS Y DE LAS OTRAS NACIONES QUE HABITARON LA
TIERRA DEL ANAHUAC, ANTES DE LOS MEXICANOS. SALIDA DE
LOS AZTECAS O MEXICANOS DEL PAÍS DE AZTLAN, SU PATRIA;
SUCESOS DE SU PEREGRINACIÓN HASTA EL PAÍS DE ANAHUAC
Y SU ESTABLECIMIENTO EN CHAPOLTEPEC Y COLHUACAN. FUNDACIÓN DE MÉXICO Y DE TLATELOLCO. SACRIFICIO INHUMANO
DE UNA DONCELLA COLHUA.
LOS TOLTECAS
de los primeros pobladores de Anáhuac es tan
y son tantas las fábulas que la envuelven (como
sucede a la de todos los pueblos del mundo), que no sólo es difícil, sino casi imposible llegar al descubrimiento de la verdad,
en medio de tanto cúmulo de errores. Por el testimonio venehistoria
LA.obscura,
rable de los libros santos y por la tradición universal e inalterable de aquellas gentes, consta que los primeros habitantes de
Anáhuac descienden de
pocos hombres que la Divina Providencia preservó de las aguas del diluvio para conservar la espe-
humana
los
sobre la tierra. Ni tampoco puede dudarse que las
naciones que antiguamente poblaron aquellos países, vinieron
de los septentrionales de América, donde muchos siglos antes se
habían establecido sus abuelos. En estos dos puntos están de
acuerdo los historiadores toltecas, chichimecas, acolhuis, mexicanos y tlaxcaltecas; pero no se sabe quiénes fueron los primeros habitantes, ni el tiempo de su transito, ni las circunstancie
FRANCISCO
94
J.
CLAVIJERO
y de sus primeros establecimientos. Algunos escritores que han querido penetrar en este caos, guiados por débiles conjeturas, vanas combinaciones y pinturas sospechosas,
se han perdido en las tinieblas de la antigüedad, adoptando ciecias de su viaje
gamente
las
narraciones
más
pueriles y
más absurdas.
Algunos, apoyados en la tradición de los pueblos americanos y en el descubrimiento de cráneos, huesos, y esqueletos
enteros de desmesurado tamaño, desenterrados en diversos tiempos y lugares en el territorio de México, (1) creyeron que los
primeros habitantes de aquella tierra fueron gigantes. Yo no
dudo de su existencia, ni en aquél ni en otros países del mundo; (2) pero ni podemos adivinar el tiempo en que vivieron,
aunque hay motivos para creerlo muy remoto, ni podemos creer
que haya habido una nación entera de gigantes, como se han
imaginado los citados autores, sino algunos individuos extraordinariamente altos, de las naciones conocidas, o de otras más antiguas, que han desaparecido enteramente. (3)
(1) Los puntos en que se han hallado esqueletos gigantescos, son:
Atlancatepec, pueblo de la provincia de Tlaxcala; Tezcoco, Toluca, Quauhximalpan, y en nuestros tiempos, en la California, en una colina poco distante de Kada-Kaaman.
(2) Sé que muchos filósofos de Europa, que se burlan de la existencia
de los gigantes, se burlarán también de mí, o a lo menos compadecerán mi
credulidad; mas yo no debo faltar a la verdad, por evitar la censura. Entre
los pueblos incultos de América se conserva la tradición de haber existido
en aquellos países ciertos hombres de desmesurada altura y corpulencia, y
no me acuerdo que en ninguna nación americana haya memoria de elefantes, hipopótamos o de otros cuadrúpedos de las mismas dimensiones. El
haberse encontrado cráneos humanos y esqueletos de extraordinario tamaño, consta por la deposición de innumerables autores, y especialmente por
el testimonio de dos testigos oculares que están al abrigo de toda sospecha,
cuales son el Dr. Hernández y el P. Acosta, que no carecían de doctrina,
ni de crítica, ni de sinceridad; pero no sé que en las innumerables excavaciones hechas en México, se haya visto jamás un esqueleto de hipopótamo,
ni aun un colmillo de elefante. Quizás se dirá que pertenecen a estos animales los huesos de que hemos hecho mención; pero ¿cómo podrá ser así,
cuando la mayor parte de ellos se han encontrado en sepulcros ?
Algunos historiadores de México dicen que
gigantes fueron
muertos a traición por los tlaxcaltecas; pero esta noticia, además de fundarse tan sólo en algunas poesías de estos pueblos, no está de acuerdo con
la cronología de los mismos escritores, los cuales hacen a los gigantes
(3)
los
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
La nación de
95
primera de que se conserescasas. Desterrados éstos, según
los toltecas es la
aunque muy
decían ellos mismos, de su patria Huehuetlapallan, pueblo, en
cuanto puede conjeturarse, del reino de Tollan, (1) de donde
tomaron su nombre, situado al nordeste del Nuevo México, empezaron su peregrinación el año primero Tecpatl, es decir, el
de 596 de la Era vulgar. Detuviéronse sucesivamente en muchos
puntos de su tránsito el tiempo que les dictaba su capricho o
el que permitían las provisiones que encontraban. Donde quiera que juzgaban oportuno hacer una larga mansión, fabricaban
casas, cultivaban la tierra sembrando maíz, algodón y otras
van
noticias,
plantas, cuyas semillas llevaban consigo para no carecer nun-
ca de
lo
necesario.
De
este
modo anduvieron vagando, y
dirigién-
dose siempre hacia mediodía por espacio de ciento y cuatro años,
hasta que llegaron a un punto, al que dieron el nombre de ToUantzinco, distante cincuenta millas del sitio en que algunos siglos después fue fundada la famosa ciudad de México. Marcharon durante toda su expedición bajo las órdenes de ciertos capitanes o señores, que eran siete en la época de su llegada a
Tollantzinco. (2) No quisieron establecerse en este país, a pesar
de ser suave su clima y fértil su terreno sino que pasados apenas veinte años, se retiraron cuarenta millas hacia poniente,
donde en las orillas de un río fundaron la ciudad de Tollan, o
Tula, del nombre de su patria. Esta ciudad, la más antigua, según parece, de la tierra de Anáhuac, y una de las más celebradas en la Historia de México, fue la metrópoli de la nación tolteca, y la corte de sus reyes. Principió su monarquía en el año
octavo Acatl, es decir, el 667 de la Era vulgar, y duró 384 años.
He aquí la serie de sus reyes, con la expresión del año vulgar
en que empezaron a reinar. (3)
;
demasiado antiguos, y a
Anáhuac.
(1) Toltecatl, en
los tlaxcaltecas
mexicano quiere
demasiado modernos en
decir, natural de Tollan;
el
país de
como Tlax-
callecatl, natural de Tlaxcala; Chololtecatl, de Cholula, etc.
Los
llamaban: Zacatl, Chalcatzin, Cohuatzon.
Tzihuacoatl, Metzotzin y Tlapalmetzotzin.
(2)
siete jefes toltecas se
Hemos
indicado los anos on que empezaron a reinar los monarcas
no es
cierta, sino cuando más, verosímil.
(3)
toltecas, supuesta la época de su salida de Huehuetlapallan, la cual
FRANCISCO
96
J.
CLAVIJERO
Xiutzaltzin, reina
en
en
en
en
en
en
en
Topiltzin
en 1031
Chalchiutlanetzin
Ixtlilcuechahuac
Huetzin
Totepeuh
Nacaxoc
Mitl
No
es de extrañar que sólo reinasen ocho
667
719
771
823
875
927
979
monarcas en po-
menos de cuatro siglos; pues una ley extravagante de aquella nación mandaba que ninguno de sus reyes reinase ni más ni
menos que un siglo tolteca, el cual, como después veremos, consco
taba de cincuenta y dos años. Si el rey cumplía el siglo en el
trono, dejaba inmediatamente el gobierno, y entraba otro a reinar; si moría antes de aquel término, la nobleza tomaba el mando y gobernaba hasta cumplirlo, en nombre del rey muerto. Así
sucedió en tiempo de la reina Xiutzaltzin, la cual murió en el
año quinto de su reinado, y los nobles gobernaron los cuarenta
y ocho años restantes.
CIVILIZACIÓN DE LOS TOLTECAS
Los toltecas fueron celebradísimos entre todas las naciones
de Anáhuac, por su cultura y por su excelencia en las artes tanto, que en los siglos posteriores, se daba el título de Tolteca,
;
en señal de honor, a los artistas de sobresaliente mérito. Vivieron siempre en sociedad, congregados en ciudades bien gobernadas, bajo el dominio de los soberanos y el saludable yugo de las
leyes. Eran poco inclinados a la guerra, y más propensos al cultivo de las artes que al ejercicio de las armas. Las naciones posteriores deben a su industria rural el maíz, el algodón, el pimiento y otros frutos útilísimos. No sólo se empleaban en las artes
de primera necesidad, sino también en las de lujo. Sabían fundir
el oro y la plata, y por medio de moldes daban a estos metales
toda especie de formas. Trabajan diestramente las piedras preciosas, y ésta fué la clase de industria que les dio más celebridad.
Pero nada los hace más acreedores al aprecio de la posteridad,
que el haber sido los inventores, o a lo menos los reformadores
del arreglo del tiempo, adoptado después por todas las naciones
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
97
que supone, como después veremos, muchas observaciones y conocimientos exactos en astronomía.
El caballero Boturini (1) apoyado en las historias antiguas
de Anáhuac;
lo
de los toltecas, dice: que observando éstos en su antigua patria
Huehuetlapallan, la diferencia de cerca de seis horas entre el año
solar y el civil que tenían en uso, los pusieron de acuerdo por
medio de un día intercalar que introducían de cuatro en cuatro
años cuya innovación se verificó ciento y más años antes de la
Era cristiana. (2) Dice además, que en el año 660, reinando Ixtlilcuechahuac en Tula, un célebre astrónomo llamado Huema;
tzin,
convocó, con
el
beneplácito del rey, a todos los sabios de la
nación, y con su auxilio trazó aquel
famoso
Teoamoxtli esto
el
es, libro
divino; en
que llamaron
cual se exponía, por melibro,
dio de diferentes figuras, el origen de los indios, su dispersión
después de la confusión de las lenguas en Babel, sus peregrinaciones en el Asia, sus primeros establecimientos en el continente de América, la fundación del imperio de Tula y sus progresos hasta aquella época. Describíanse en el mismo libro los cieel calendario de los toltelos, los planetas, las constelaciones
cas, con sus ciclos las transformaciones mitológicas, en que se
comprendía la filosofía moral de aquellos pueblos y los arcanos
de la sabiduría vulgar, bajo los emblemas o geroglíficos de los
dioses, con todo lo relativo a la religión y a las costumbres. Añade el mismo Boturini, que en las pinturas de los toltecas se notaba el eclipse solar ocurrido en la muerte de nuestro Redentor,
el año séptimo Tochtli, y que algunos españoles doctos, versados en la historia y en las pinturas de los toltecas, confrontaron
;
;
(1)
En
su obra impresa en Madrid en 1746 con
el título
de: Idea de
una
Historia de la Nueva-España, fundada en una gran colección de figuras,
símbolos, caracteres, geroglíficos, cánticos y manuscritos de autores indios,
nuevamente descubiertos.
Todos los que han estudiado en sus fuentes la historia de las naciones de Anáhuac, saben que aquellas gentes acostumbraban notar en sus
pinturas los eclipses, los cometas y los otros fenómenos celestes. Después
de leer lo que dice Boturini, me he tomado el trabajo de comparar los anos
toltecas con los nuestros, y he visto que el ano
de Jesucristo, o sea
30 de la Era vulgar, corresponde con el séptimo Tochtli. Hice esto por mera
(2)
.'!
curiosidad, y no con el objeto de confirmar,
las anécdotas de aquel autor.
ni
1
para buscar razones de creer
4
FRANCISCO
98
J.
CLAVIJERO
su cronología con la nuestra, y hallaron que aquella nación contaba desde la creación del mundo hasta el tiempo del nacimiento de Jesucristo, 5199 años; lo que está de acuerdo con la cronología del calendario romano.
que fuere de estas curiosas anécdotas, que dejo al
juicio de lectores sensatos, es cierto e indudable para todos aquellos que han estudiado la historia de las naciones en que nos
ocupamos, que los toltecas tenían ideas claras y distintas del
diluvio universal, de la confusión de las lenguas y de la dispersión de las gentes y aun nombraban sus primeros progenitores
que se separaron de las otras familias en aquélla división univerSea
lo
;
También
sal.
es cierto,
como
lo
haremos ver después, por más
increíble que parezca a ciertos críticos de Europa, acostumbra-
dos a medir a todos los americanos con la misma medida que los
mexicanos y todas las otras naciones cultas de Anáhuac, tenían
su año civil, tan de acuerdo con el solar por medio de los días
intercalares, como lo tuvieron los romanos después del arreglo
de Julio César, debiéndose esta exactitud a la ilustración de los
toltecas. Por lo que hace a la religión, eran idólatras, y según
lo demuestra la historia, fueron los inventores de la mayor parte
de la mitología mexicana pero no sabemos que practicasen aquellos sacrificios bárbaros y sangrientos, que después se hicieron
tan frecuentes entre las otras naciones. Los historiadores tezcocanos creyeron a los toltecas inventores de aquel famoso ídolo
que representaba al dios de las aguas, y estaba colocado en el
monte Tlaloc. Es indudable que fabricaron en honor de su dios
preferido, Quetzalcoatl, la altísima pirámide de Cholula, y probablemente también la de Teotihuacan en honor del sol y de la
luna; monumentos que, aunque desfigurados, subsisten todavía. (1) Boturini creyó que los toltecas erigieron la pirámide
de Cholula en imitación de la torre de Babel; pero la pintura
en que se apoya su error (muy común en el vulgo de México)
;
;
Betancourt atribuye a los mexicanos la construcción de las pirámides de Teotihuacan; pero esto es contrario a la opinión de todos los autores,
tanto españoles como americanos. El Dr. Sigüenza las cree obras de los
olmecas; pero careciendo de modelos de la arquitectura de esta nación, y
siendo aquellas pirámides hechas por el gusto de las de Cholula, nos inclinamos a pensar que los toltecas fueron los arquitectos de unas y otras, como
(1)
dicen
Torquemada y
otros escritores.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
es obra de
un cholulteca moderno
un conjunto de despropósitos.
e ignorante,
99
y no es más que
(1)
DESTRUCCIÓN DE LOS TOLTECAS
En
cuatro siglos que duró la monarquía de los toltecas,
se multiplicó considerablemente aquella nación, extendiéndose
por todas partes la población en muchas y grandes ciudades pero las estupendas calamidades que les sobrevinieron en los primeros años del reinado de Topiltzin, debilitaron su poder, y disminuyeron su ventura. El cielo les negó, durante mucho tiempo,
!a lluvia necesaria a sus campos, y la tierra les escaseó los frutos
con que se sustentaban. El aire, inficionado por exhalaciones mortíferas, destruía millares de personas, llenando de consternación
los ánimos de los que sobrevivían al exterminio de sus compatriotas. Así murió de hambre y de contagio una parte de la nación. También murió Topiltzin en el año segundo Tecpatl, vigésimo de su reinado, que probablemente sería el de 1052 de la Era
vulgar, y con él acabó la monarquía de los toltecas. Los míseros
restos de la nación, pensando substraerse a la común calamidad,
los
;
(1)
La pintura
citada por Boturini, representaba la pirámide de Cholu-
con esta inscripción mexicana: Toltecatl Chalchihuatl onazia Ehecatepetl,
que aquel autor traduce así: Monumento o piedra preciosa de la nación
tolteca, que con su cerviz recorre la región del aire; pero pasando por encima de la incorrección de la dicción, y el barbarismo Chalchihuatl, todo el
que tenga algún conocimiento de la lengua mexicana verá cuan imaginaria
es aquella interpretación. Al pie de la pintura, dice el mismo Boturini, puso
el autor una nota, en que hablando a sus compatriotas, los amonestaba
de este modo "Nobles señores, ved aquí vuestras escrituras, el espejo de
vuestra antigüedad y la historia de vuestros abuelos; los cuales, impulsados
por el temor del Diluvio, fabricaron este asilo, como un refugio oportuno,
en caso de verse otra vez afligidos por tamaña calamidad." Pero la verdad
es que los toltecas hubieran estado fuera de su juicio, si por el temor del
Diluvio hubieran emprendido con tantos gastos y fatigas, la obra de aquella
portentosa pirámide, cuando tenían en las altísimas montañas poco distantes de Cholula, un asilo mucho más seguro contra las inundaciones, y menor
riesgo de morirse de hambre. En la misma pintura se representaba, dice
Boturini, el bautismo de Ilamateuctli, reina de Cholula, conferido por el
diácono Aguilar, el día 6 de agosto de 1521, juntamente con la aparición
de la Virgen a un religioso franciscano que se hallaba en Roma, man
dándole que partiese para México, donde en un monte hecho a mano (esto
es la pirámide de Cholula) debería colocar aquella santa imagen. Todo esto no es más que un tejido de sueños y mentiras; porque ni en Cholula hubo
la
FRANCISCO
100
J.
CLAVIJERO
buscaron oportuno remedio a sus males en otros países. Algunos
se dirigieron hacia Onohualco o Yucatán otros hacia Guatemala, quedándose algunas familias en el reino de Tula, esparcidas
o-n el gran valle donde después se fundó México, y en Cholula,
Tlaximaloyan y otros puntos. De este número fueron los dos
príncipes hijos del rey Topiltzin, cuyos descendientes se emparentaron, en las épocas posteriores, con las familias reales de
México, de Tezcoco y de Colhuacan.
Estas escasas noticias acerca de los toltecas son las únicas
que parecen dignas de crédito, dejando muchas narraciones fabulosas, de que se han servido algunos escritores. (1) Quisiera
haber visto el Libro Divino citado por Boturini, y por D. Fernando de Alba Ixtlilxochitl en sus preciosos manuscritos, para
dar mayor ilustración a la historia de aquel célebre pueblo.
;
LOS CHICHIMECAS
Con
destrucción de los toltecas quedó solitaria y casi enteramente despoblada la tierra de Anáhuac, por espacio de más
de un siglo, hasta la llegada de los chichimecas. (2) Eran éstos,
la
jamás reyes,
que ningún escritor habla, pudo celebrarse el 6 de agosto de 1521, época en que Aguiiar se hallaba con los otros
españoles en lo más fuerte del asedio de la Capital, que siete días después
debía rendirse a las armas de los vencedores. De la pretendida aparición
de la Madre de Dios no hallo la menor traza en los escritores franciscanos,
en cuyas crónicas no se omite ningún suceso de esta clase. Hemos demostrado la falsedad de esta relación, para que sean más cautos en dar crédito
a pinturas modernas, los que de ahora en adelante escriban la historia
de México.
ni aquel bautismo, de
Torquemada que en un
dado por los toltecas, se les apareció el diablo en figura de gigante, y abrazándolos con sus desmesurados
brazos, los iba ahogando en medio de la fiesta: que después se dejó ver bajo
el aspecto de un muchacho, con la cabeza podrida, y les comunicó la pestilencia; y que, finalmente, a persuasión del mismo diablo abandonaron el
país de Tula. Aquel buen hombre tomó al pie de la letra ciertas pinturas
simbólicas, en que ellos representaban con aquellas figuras, la peste y
el hambre que les sobrevinieron cuando se hallaban en el colmo de su fe(1) Dice
baile
licidad.
En mi
Disertación II contradigo a Torquemada, el cual no cuenta
más que once años entre la ruina de los toltecas y la llegada de los chichimecas.
(2)
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
como
los toltecas
que
les precedieron,
101
y las otras naciones que
vinieron en pos, originarios de los países septentrionales pudiéndose con razón llamar el norte de América, como el de Eu-
les
;
humano. De uno y otro salieron,
a guisa de enjambres, naciones numerosísimas a poblar las re-
ropa, la almáciga del género
giones del mediodía. El país nativo de los chichimecas, cuya
situación ignoramos, se llamaba Amaquemecan, donde, según
decían, los monarcas de su nación habían dominado mucho tiempo.
(1)
Era
singular,
como parece por su
historia, el carácter de los
chichimecas porque a cierta especie de civilización, unían muchos rasgos de barbarie. Vivían bajo la autoridad de un soberano, y de los jefes y gobernadores que lo representaban: su sumisión no cedía a la de las naciones más cultas. Había distinción de plebeyos y nobles: los primeros estaban acostumbrados
a reverenciar a los que eran superiores a su condición por el nacimiento, por el mérito o por la voluntad del príncipe. Vivían congregados en lugares compuestos, como debe creerse, de míseras
cabanas; (2) pero no se empleaban en la agricultura, ni en las
artes compañeras de la vida civil. Se alimentaban de la caza, de
las frutas y de las raíces que les daba la tierra inculta. Su ropa
se componía de las toscas pieles de las fieras que cazaban, y no
conocían otras armas que el arco y la flecha. Su religión se reducía al simple culto del sol, al que ofrecían la hierba y las flores
del campo. En cuanto a sus costumbres, eran ciertamente me;
(1)
Nombra Torquemada
tres reyes chichimecas de
Amaquemecan, y
da al primero 180 años de reinado, al segundo 156, y al tercero 133. Véase lo
que digo en mi segunda Disertación sobre la desatinada cronología de aquel
autor. El mismo afirma positivamente que Amaquemecan distaba seiscientas
millas del sitio en que hoy se halla Guadalajara; pero en más de mil y
doscientas millas de país poblado que hay más allá de aquella ciudad, no se
encuentra vestigio ni memoria del reino de Amaquemecan; por lo que
creemos que este país, aun no conocido, es mucho más septentrional que lo
que se imagina Torquemada.
(2)
Torquemada
dice que los chichimecas no tenían casas, sino que ha-
bitaban en las cavernas de los montes; pero en el mismo capítulo afirma
que la ciudad, capital de su reino, se llamaba Amaquemecan; grosera y
manifiesta contradicción, a menos que Amaquemecan fuese una ciudad sin
casas, o que haya ciudades compuestas de cavernas. Este defecto es muy
común en aquel autor, apreciable bajo otros aspectos.
102
FRANCISCO
nos ásperas y rudas, que
lo
J.
CLAVIJERO
que permite
la índole
de un pueblo
cazador.
XOLOTL, PRIMER REY DE LOS CHICHIMECAS EN ANAHUAC
El motivo que tuvieron para dejar su patria, es incierto,
como también lo es la etimología del nombre Chichimecatl. (1)
El último rey que tuvieron en Amaquemecan, dejó dividido el
gobierno entre sus dos hijos Achcauhtli y Xolotl. Este, o disgustado, como suele suceder al ver dividida su autoridad, quiso
probar si la fortuna le deparaba otros países en que pudiera
reinar sin rivalidad, o viendo que los montes de su reino no bastaban al alimento de los habitantes, cuyo número aumentaba,
intentó remediar la necesidad mudando de residencia. Tomada
aquella resolución por uno o por otro motivo, y hecho por los
exploradores el reconocimiento de una gran parte de las tierras
meridionales, salió de su patria con un gran ejército de sus subditos, que o por afecto o por interés quisieron seguirlo. En su
viaje iban encontrando las ruinas de las poblaciones toltecas,
y especialmente las de la gran ciudad de Tula, a la que llegaron
después de diez y ocho meses de marcha. Dirigiéronse en seguida hacia Cempoalla y Tepepolco, a distancia de cuarenta millas del
sitio de México. De allí mandó Xolotl a su hijo el príncipe Nopaltzin a observar el país. El príncipe recorrió las orillas de los
dos lagos y las montañas que circundan el delicioso valle de México, y habiendo observado el resto del país desde una elevación, tiró cuatro flechas a los cuatro puntos cardinales, en señal
de la posesión que en nombre del rey su padre tomaba de toda
aquella tierra. Informado Xolotl de las circunstacias del territorio, tomó la resolución de establecerse en Tenayuca, a seis
millas de México, hacia el norte, y distribuyó toda su gente en
las tierras comarcanas pero por haberse agolpado la mayor parte de la población hacia el norte y hacia el nordeste, aquellas
tierras tomaron el nombre de Chichimecatlalli, es decir, tierra de
;
(1) Torquemada dice que este nombre se deriva de Techichimani, que
quiere decir chupador, porque chupaban la sangre de los animales que cogían. Pero esta etimología es violenta, mayormente entre aquellos pueblos
que no alteraban tanto los nombres. Betancourt cree que se deriva de Chichime, que significa perro, nombre que les daban por burla otros pueblos;
pero si así fuera, ellos no se gloriarían, como se gloriaban en efecto, con el
nombre de Chichimecatl.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
103
chichimecas. Los historiadores dicen que en Tenayuca se
hizo la revista de la gente, y que por eso se le dio el nombre
de Nepohualco, que significa numeración pero es increíble lo que
dice Torquemada, a saber: que de la revista resultó más de un
millón de chichimecas, y que hasta su tiempo se conservaron
doce montones de piedras de las que iban echando al pasar la
reseña. No es verosímil que tan numeroso ejército se pusiese en
camino para una jornada tan larga, ni parece posible que un
distrito tan pequeño bastase a un millón de cazadores. (1)
los
;
Establecido el rey en Tenayuca, que desde entonces destinó para corte de sus estados, y dadas las órdenes oportunas para la fundación de las otras ciudades y villas, mandó a uno de
sus capitanes, llamado Achitomatl, que fuese a reconocer el origen de ciertos ríos que él había observado durante la expedición. Achitomatl encontró en Chapoltepec, en Coyohuacan y en
otros puntos, algunas familias toltecas, de las cuales supo la causa y la época de la destrucción de aquel pueblo. No sólo se abstuvieron los chichimecas de inquietar aquellos míseros restos de
tan célebre nación, sino que contrajeron alianza con ellos, casándose muchos nobles con mujeres toltecas, y entre ellos el mismo príncipe Nopaltzin se casó con Azcaxochitl, doncella descendiente de Pochotl, uno de los dos príncipes de la casa real de los
toltecas, que sobrevivieron a la ruina de su nación. Esta conducta humana y benévola produjo grandes bienes a los chichimecas pues con el trato de la laboriosa nación que los había
precedido, empezaron a aficionarse al maíz y a otros frutos de
su industria; aprendieron la agricultura, el modo de extraer los
metales, el arte de fundirlos, el de trabajar las piedras, el de hilar y tejer algodón y otras muchas, con cuyo auxilio mejoraron
su alimento, su traje, sus habitaciones y sus costumbres.
;
LLEGADA DE LOS ACOLHUIS Y OTROS PUEBLOS
No
contribuyó menos eficazmente a mejorar la condición de
los chichimecas, la llegada de otras naciones civilizadas. Apenas habían pasado ocho años después del establecimiento de Xolotl en Tenayuca, cuando llegaron a aquel país seis personajes,
(1)
Torquemada
dice que
el
país
ocupado entonces por
ras tenía veinte leguas, o sesenta millas de largo.
los
chichime
10
1
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
que parecían de alta condición, con un séquito considerable de
gente. (1) Eran éstos de un país septentrional, próximo al reino
de Amaquemecan, o a lo menos no muy distante.de él, cuyo nombre no dicen los historiadores; pero tenemos motivo para creer
que era Aztlan, patria de los mexicanos, y que estas nuevas colonias eran aquellas seis tribus célebres de los nahuatlacas, de
que hablan todos los historiadores de México, y de que luego haré mención. Es probable que Xolotl enviase a su patria el aviso
de las ventajas de aquel país, donde se había establecido; y que
esparcidas estas noticias entre las naciones circunvecinas, muchas familias se decidiesen a seguir sus pasos, para ser partícipes de su felicidad. También puede pensarse que sobrevino una
escasez en aquellas tierras del norte, y que esta circunstancia
obligó a muchos pueblos a buscar su sustento en las del mediodía. Como quiera que sea, los seis personajes que vinieron a
Tenayuca, fueron benignamente recibidos por el rey chichimeca, el cual, informado del motivo de su viaje, y de su deseo de
establecerse en aquellas regiones, les señaló tierras en que pudieran vivir y propagarse.
Pocos años después llegaron otros tres príncipes con un
grueso ejército, de la nación acolhua, originaria de Teoacolhuacan, país vecino, o no muy remoto del reino de Amaquemecan.
Llamábanse estos magnates Acolhuatzin, Chiconcuauhtli, Tzontecomatl, y eran de la nobilísima casa de Citin; su nación era
la más culta y civilizada de cuantas habían venido a aquellas
tierras después de los toltecas. Fácil es de imaginarse el rumor
que produciría tan extraña novedad en aquel reino, y la inquietud que inspiraría a los chichimecas tanta multitud de gente desconocida. No parece verosímil que el rey les permitiese entrar
en su territorio, sin informarse antes de su condición y del motivo de su venida. Hallábase a la sazón el rey en Tezcoco, adonde
había transladado su corte, o cansado de vivir en Tenayuca, o
atraído por la ventajosa situación de aquella nueva residencia.
A ella se dirigieron los tres príncipes; y presentados al rey, después de una profunda inclinación, y de aquella ceremonia de veneración, tan común entre ellos, que consiste en besarse la mano, después de haber tocado con ella el suelo, le dijeron en subs-
Los nombres de estos caudillos eran: Tecuatzin, Tzontehuayotl, Zacatitechcochi, Huihuatzin, Tepotzotecua e Itzcuincua.
(1)
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
"Hemos
105
oh gran rey del reino de Teoacolhuacan,
poco distante de vuestra patria. Los tres somos hermanos e
hijos de un gran señor pero instruidos de la felicidad de que gozan los chichimecas bajo el dominio de un rey tan humano, hemos preferido a las ventajas que nos ofrecía nuestra patria,
la gloria de ser vuestros subditos. Os rogamos, pues, que nos
deis un sitio en vuestra venturosa tierra, en que podamos vivir
dependientes de vuestra autoridad y sometidos a vuestros mandatos." Quedó muy satisfecho el rey, menos de la gallardía y de
los modales cortesanos de aquellos nobilísimos jóvenes, que de la
lisonjera vanidad de ser humillados a su presencia tres príncipes atraídos de tan remotos países por la fama de su poder y de
su clemencia. Respondió con agrado a sus expresiones, y les prometió condescender con sus deseos pero en tanto que deliberaba
sobre el modo de hacerlo, mandó a su hijo Nopaltzin que alojase aquellos extranjeros, los cuidase y atendiese.
Tenía el rey dos hijas en edad de casarse, y pensó darlas
por esposas a los dos príncipes mayores mas no quiso descubrir
su proyecto, hasta haberse informado de su índole, y estar cierto de la aprobación de sus subditos. Cuando quedó satisfecho sobre ambos puntos, llamó a los príncipes, que no dejaban de estar inquietos acerca de su suerte, y les manifestó su resolución,
no sólo de darles estados en su reino, sino también de unirlos en
casamiento con sus dos hijas; quejándose de no tener otra a fin
de que ninguno de los ilustres extranjeros quedase excluido de
la nueva alianza. Los príncipes le manifestaron su gratitud en los
términos más expresivos, y se ofrecieron a servirlo con la mayor
tancia
venido,
!
¡
;
;
;
fidelidad.
Llegado el día de las bodas, concurrió tanta muchedumbre
a Tenayuca, lugar destinado para la celebridad de aquella gran
función, que no siendo la ciudad bastante a contenerla, quedó
una gran parte de ella en el campo. Casóse Acolhuatzin con
la mayor de las dos princesas, llamada Cuetlaxochitl, y Chiconcuauhtli con la menor. El otro príncipe se casó con Coatetl, doncella nacida en Chalco de padres nobilísimos, en los cuales se había mezclado la sangre tolteca con la chichimeca. Las fiestas públicas duraron sesenta días, en los cuales hubo luchas, carreras,
combates de fieras, ejercicios análogos al genio de los chichimecas, y en los cuales sobresalió el príncipe Nopaltzin. A ejemplo
de la familia real, se fueron uniendo poco a poco en casamiento
FRANCISCO
L06
J.
CLAVIJERO
muchas de las dos naciones, hasta formar una sola, que
tomando el nombre de la más noble, se llamó Acolhua, y el reino Acolhuacan. Conservaron, sin embargo, el nombre de chichimecas, aquellos que, apreciando más bien las fatigas de la caza
otras
que los trabajos de la agricultura, o incapaces de someterse al yugo de la subordinación, se fueron a los montes que están al
norte del valle de México, donde abandonándose al ímpetu de su
bárbara libertad, y viviendo sin jefes, sin leyes, sin domicilio
fijo y sin las otras ventajas de la vida social, corrían todo el día
en pos de las bestias salvajes, y se echaban a dormir donde les
cogía la noche. Estos bárbaros, mezclados con los otomíes, que
seguían el mismo sistema de vida, ocuparon un terreno de más
de trescientas millas de extensión, y sus descendientes estuvieron muchos años molestando a los españoles después de la conquista de México.
DIVISIÓN
Terminadas
DE LOS ESTADOS Y REVUELTAS
de las bodas, dividió Xolotl su reino
en muchos estados repartiéndolos entre sus yernos y varios nobles de una y otra nación. Al príncipe Acolhuatzin confirió las
tierras de Azcapozalco, a diez y ocho millas al poniente de Tezcoco, y de él descendieron los reyes, bajo cuyo yugo estuvieron
más de cincuenta años los mexicanos. A Chiconcuauhtli dio el
estado de Xaltocan, y a Tzontecomatl el de Coatlichan.
las fiestas
Aumentábase de
de los pueblos
mos
;
día en día la población, y con ella la cultura
pero al mismo tiempo se despertaron en sus áni-
ambición y otras pasiones que habían estado adormecidas, por falta de ideas, durante su vida salvaje. Xolotl, que en
la mayor parte de su reinado había gobernado con gran suavidad a sus subditos, y los había hallado siempre dóciles y sumisos,
se vio obligado, en los últimos años de su vida, a echar mano de
medidas severas para reprimir la inquietud de algunos rebeldes,
ora privándolos de sus empleos, ora mandando dar muerte a los
más criminales. Estos justos castigos, en vez de intimidarlos,
los exasperaron en tales términos, que formaron el detestable
designio de quitar la vida al rey, para lo cual se presentó muy
en breve una ocasión favorable. Había el rey manifestado poco
antes su intención de aumentar las aguas de sus jardines en
que solía divertirse, y donde muchas veces, oprimido por los
la
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
107
frescura y amenidad del sitio se entregaba
al sueño, sin tomar la menor precaución para su seguridad. Noticiosos de esto los rebeldes, hicieron un dique al arroyo que atravesaba la ciudad, y abrieron un conducto para introducirla en
los jardines; cuando el rey estaba dormido en ellos, alzaron el
dique, y dejaron correr el agua con intención de anegarlos. Lisonjeábanse con la esperanza de que no se descubriría jamás su
delito, pues la desgracia del rey podría atribuirse a un accidente
imprevisto, o a medidas mal tomadas por subditos que deseaban
sinceramente complacer a su soberano; pero no les salió bien
su intento. El rey tuvo aviso secreto de aquella conjuración, y
disimulando que la sabía, fue a la hora acostumbrada al jardín
y se echó a dormir en un sitio elevado en donde no corría peligro.
Cuando vio entrar el agua, aunque la traición quedaba descubierta, continuó disimulando para burlarse de sus enemigos. "Yo,
dijo entonces, estaba bien convencido del amor de mis subditos;
pero ahora veo que me aman más de lo que creía. Quería aumentar el agua de mis jardines, y mis subditos realizan mis deseos,
sin ocasionarme el menor gasto. Conviene celebrar esta nueva
ventura." En efecto, mandó hacer fiestas públicas en la corte,
y cuando hubieron terminado, partió para Tenayuca, lleno de
pena y enojo y resuelto a imponer severo castigo a los conjurados; mas no tardó en caer gravemente enfermo, con lo cual
se calmó su cólera.
años y atraído por
la
i
MUERTE Y EXEQUIAS DE XOLOTL
Sintiendo Xolotl que se aproximaba la muerte, llamó al príncipe Nopaltzin, a sus dos hijas y a su yerno Acolhuatzin (los
otros dos hermanos habían muerto), para recomendarles que
viviesen en paz entre sí, que cuidasen de sus pueblos, que protegiesen a la nobleza, y que tratasen con benignidad a todos sus
subditos: de allí a pocas horas, en medio de las lágrimas y sollozos de sus hijos, dejó de vivir, en edad muy avanzada, y después de haber reinado en aquel país, según parece, por espacio de
cuarenta años. Era hombre robusto y animoso pero ternísimo
para con sus hijos y benigno para con sus vasallos. Su reinado
hubiera sido más feliz, si hubiera durado menos. (1)
;
(1)
Torquemada da a Xolotl 113 anos de
Véase acerca de esto mi Disertación.
reinado, y
más
de -00 de vida.
FRANCISCO
108
J.
CLAVIJERO
Esparcióse inmediatamente la noticia de la muerte del monarca por toda la nación, y se comunicó con prontitud su aviso
a todos los magnates a fin de que asistiesen a las exequias. Adornaron el cadáver con figuras de oro y plata, que ya habían empezado a trabajar los chichimecas, adoctrinados por los toltecas,
y lo colocaron en una silla hecha de goma de copal y de otras
substancias aromáticas. Allí estuvo cinco días, en tanto que llegaban los personajes convocados. Después que se reunieron éstos y una infinita muchedumbre, fue quemado el cadáver, según el uso de los chichimecas, y sus cenizas colocadas en una
urna de piedra durísima. Esta se mantuvo expuesta por espacio de cuarenta días, en una sala de la casa real, donde diariamente concurría la nobleza a tributar al difunto soberano el
homenaje de sus lágrimas. Después fue transportada la urna a
una gruta, situada en las inmediaciones de la ciudad, con las
mismas demostraciones de dolor.
NOPALTZIN, SEGUNDO REY DE LOS CHICHIMECAS
Terminadas
exequias de Xolotl, se celebró durante otros
exaltación al trono del príncipe Nopaltzin, con
las
cuarenta días, la
grandes fiestas y regocijos. Al despedirse del nuevo rey los nobles, para volver a sus respectivos estados, uno de ellos le dirigió esta breve arenga, "Gran rey y señor, nosotros, como subditos y siervos vuestros, vamos, en obediencia de vuestras órdenes, a regir los pueblos que habéis cometido a nuestro cuidado. Llevamos en el alma el placer de haberos visto en el trono,
de que sois tan digno por vuestra virtud, como por vuestro nacimiento. Declaramos que es incomparable la ventura de que
disfrutamos en servir a un señor tan alto y tan poderoso, y os rogamos que nos miréis con ojos de verdadero padre y que nos
protejáis con vuestro poder, a fin de que vivamos seguros a vuestra sombra. Vos sois agua restauradora y fuego devorador: en
vuestras manos tenéis igualmente nuestra muerte y nuestra
vida."
permaneció el rey en Tenayuca con
su hermana Cihuaxochitl, viuda del príncipe Chiconcuauhtli. Entonces, según mis conjeturas, era de cerca de sesenta años de
edad, tenía hijos y nietos. Los hijos legítimos de su casamiento
con la reina tolteca, eran: Tlotzin, Quauhtequihua y Apopozoc.
Despedidos
los señores,
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
A
109
Tlotzin, que era el primogénito, confirió el gobierno de Tez-
para que fuese aprendiendo el arte difícil de regir a los
hombres; y a los otros dos dio la investidura de los estados de
Zacatlan y de Tenamitic. (1)
coco,
Un
rey en la corte de Tenayuca, arreglando
los negocios del estado, que ya no gozaba de la antigua tranquilidad. De allí pasó a Tezcoco para tratar con su hijo acerca
de los medios que deberían adoptarse a fin de restablecerla. Estando en aquella ciudad, entró una vez en los jardines reales,
con su hijo y con otros señores de la corte, y en medio de la conversación que con ellos tenía prorrumpió de repente, en amargo
llanto. Habiéndole preguntado la causa de su aflicción, "dos, dijo, son las causas de estas lágrimas que me veis derramar: una
la memoria de mi difunto padre, que me despierta la vista de este sitio en que solía recrearse; otra, la comparación que hago
entre aquellos tiempos y los amargos en que vivimos. Cuando mi
padre plantó estos jardines, tenía subditos más pacíficos, que lo
servían con fidelidad en los empleos que les confería, y que
ellos aceptaban con humildad y agradecimiento; mas hoy, por todas partes reina la discordia y la ambición. Me aflige el verme
obligado a tratar como enemigos a los subditos que antes, en estos mismos sitios, trataba como amigos y hermanos. Tú, hijo
mío, añadió dirigiéndose a Tlotzin, ten siempre a los ojos la
imagen de tu gran abuelo: esfórzate en imitar los ejemplos de
prudencia y de justicia que nos ha dejado. Fortalece tu corazón
con todas las prendas de que después necesitarás para regir dignamente tus pueblos." Después de haberse consolado con su hijo, partió a la corte de Tenayuca.
año se detuvo
el
El príncipe Acolhuatzin, que aun vivía, creyendo demasiado estrechos los límites de su estado de Azcapozalco, resolvió
apoderarse del de Tepotzotlan, y lo tomó en efecto por fuerza, a pesar de la resistencia que le opuso Chalchiuhcua, señor de
aquel territorio. Es probable que Acolhuatzin no emprendiese
Si se adopta la cronología de Torquemada, es necesario dar a Nocuando subió al trono, 130 años de edad; porque cuando llegó con
su padre al país de Anáhuac, tenía a lo menos 18 ó 20 años, puesto que
tuvo el encargo de reconocer la tierra. Añádanse L3, que según Torquemada
duró el reinado de Xolotl, y harán L33 ó ]'.V¿ anos. Véase acerca de esto mi
segunda Disertación.
(1)
paltzin,
1
110
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
expreso consentimiento del rey, que quizás se vengó de este modo de alguna ofensa que le habría hecho
Chalchiuhcua.
Algo más sangrienta fue la contienda que estalló de allí
a poco, por intereses de otra naturaleza. Huetzin, señor de Coatlichan, hijo del difunto príncipe Tzontecomatl, (1) quería casarse con Atotoztli, noble y hermosa doncella, sobrina de la reina. La misma pretensión tenía Xacazozolotl, señor de Tepetlaoztoc; mas éste, o más enamorado, o de carácter más violento, no
satisfecho con pedirla a su padre, quiso apoderarse violentamente de ella y con este objeto reunió un pequeño ejército de sus
subditos, a los que se reunió Tochinteuctli, que había sido señor de
Cuahuacan, y que por sus crímenes había sido despojado de sus
bienes y desterrado a Tepetlaoztoc. Noticioso Huetzin de aquel
atentado, le salió al encuentro con mayor número de tropas y
le presentó batalla en las inmediaciones de Tezcoco, en la cual
murió Xacazozolotl con parte de su gente, quedando destrozado el resto de su ejército. Tochinteuctli huyó a la ciudad de
Huexotzingo, más allá de los montes. Huetzin, libre de su rival,
se apoderó con beneplácito del rey, de la doncella y del estado
de Tepetlaoztoc.
Después de estas pequeñas guerras entre feudatarios, se
movió otra, más importante, entre la corona y la provincia de
Tollantzinco, que se había rebelado. El rey fue a ella en persona,
con un gran ejército; pero como los rebeldes eran en gran número y bien aguerridos, las tropas reales sufrieron grandes pérdidas en los diez y nueve días que duró la guerra, hasta que reforzadas por nuevas huestes, que envió el príncipe Tlotzin, los
rebeldes fueron derrotados, y castigados con el último suplicio
los jefes de la rebelión. Aquel ejemplo fue seguido por otros
señores, pero con igual resultado.
Ya había Nopaltzin tranquilizado el reino, cuando murió el
célebre príncipe Acolhuatzin, primer señor de Azcapozalco, deaquella violencia sin
el
Dice Torquemada en el capítulo 30 del libro I, que Huetzin fue
hijo de Itzmitl, y éste de Tzontecomatl: en el 40 dice, que Itzmitl fue uno
de los que vinieron con Xolotl de Amaquemecan; de modo que según esto,
nació antes que su padre, el cual era joven cuando vino a Anáhuac, y esta
venida no se verificó sino en el año 47, del reinado de Xolotl, como afirma
el mismo autor. Además de esto, en una parte dice que Itzmitl era chichimeca, y en otra lo hace hijo de un acolhua. Pero ¿quién será capaz de
numerar todas las contradicciones y anacronismos de Torquemada ?
(1)
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
111
jando aquellos dominios a su hijo Tezozomoc. Celebráronse con
gran magnificencia sus exequias, asistiendo a ellas el rey con la
nobleza de las dos naciones; acolhua y chichimeca.
TLOTZIN, TERCER REY DE LOS CHICHIMECAS
No
tardó en morir el rey, después de treinta y dos años de
reinado, habiendo antes declarado sucesor a la corona a su hijo primogénito Tlotzin. Las exequias se celebraron en la corte
con el mismo aparato y ceremonias que las del rey Xolotl, a quien
fue muy semejante, no menos en la índole que en la robustez
y en el valor. Entre los señores que asistieron a la exaltación
del nuevo rey, estaban dos de sus hermanos, Cuauhtequihua y
Apopozoc, los cuales permanecieron un año en palacio. Era Tlotzin de carácter tan benigno y amable, que formaba las delicias
de sus vasallos. Todos los nobles buscaban pretextos para ir a
visitarlo y gozar de la suavidad de su trato. No obstante su
enérgica propensión a la paz, cuidó mucho de las cosas de la guerra, haciendo que sus subditos se ejercitasen en el manejo de
las armas. La caza era su ocupación favorita; pero no tenemos
pormenores de sus acciones, ni de los sucesos de su reinado,
en los treinta y seis años, durante los cuales ocupó el trono de
Acolhuacan. Murió, afligido por gravísimos dolores, en Tenayuca,
Sus cenizas se depositaron en un vaso de piedra preciosa, donde estuvieron cuarenta días expuestas a la vista del pueblo, en un
pabellón.
0UINATZ1N, CUARTO REY DE LOS CHICHIMECAS
Sucedió a Tlotzin su hijo Quinatzm, llamado también Tlaltecatzín, cuya madre Cuauhcihuatzin era hija del señor de Huexotla. Su exaltación fue celebrada con mayor pompa que la de
sus antecesores, no en Tenayuca, sino en Tezcoco, donde estableció su corte, y que desde entonces hasta la conquista de los españoles, fue siempre la capital del reino de Acolhuacan. Para
pasar de la antigua a la nueva corte, se hizo transportar en una
litera descubierta, llevada en hombros por cuatro señores principales y debajo de un dosel o sombrilla, que otros cuatro llevaban. Hasta aquel tiempo todos los caudillos habían caminado a
pie; él fue el primer rey a quien la vanidad sugirió aquella especie de magnificencia, y este ejemplo fue después imitado por
112
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
todos sus sucesores, por todos los señores y magnates de aquel
país, esforzándose cada cual en superar a los otros en lujo. Emulación no menos perniciosa a los estados que a los príncipes
mismos.
Los principios del gobierno de este monarca fueron tranquilos; pero después se rebelaron los estados de Meztitlan y Tototepec, situados en los montes al norte de la capital. Cuando el rey tuvo noticia de aquel suceso, marchó con su gran ejército y mandó
decir a los jefes de los rebeldes, que si su valor era igual a su perfidia, bajasen dentro de dos días a la llanura de Tlaximalco, donde
una batalla decidiría su suerte; y que si así no lo hacían, estaba
resuelto a incendiar sus pueblos, sin perdonar mujeres ni niños.
Los rebeldes que estaban prevenidos, bajaron antes del término
señalado a la llanura, para ostentar su valor. Dada la señal del
ataque, combatieron furiosa y obstinadamente unos y otros, hasta que la noche los separó, dejando indecisa la victoria. Así continuaron por el término de cuarenta días en frecuentes encuentros, sin desanimarse los rebeldes, a pesar de las ventajas que
no cesaban de obtener las tropas reales pero viendo que la muerte, y la deserción de las tropas aceleraba el término de su ruina,
se rindieron a su soberano, el cual, castigando rigorosamente a
los jefes de la rebelión, perdonó a los pueblos su delito. Lo mismo hizo con el estado de Tepepolco, que también se había re;
belado.
Este espíritu de insubordinación se iba propagando por todo el reino, a guisa de contagio pues apenas se hubo comprimido
la de Tepepolco, se declararon rebeldes Huehuetoca, Mizquic, Totolapa y otras cuatro ciudades. Quiso el rey ir en persona, con un
buen cuerpo de tropas, contra Totolapa y envió contra las otras
seis ciudades otros tantos cuerpos, bajo el mando de generales
valerosos y fieles y fue tanta su ventura, que dentro de poco tiempo y sin pérdida considerable, volvió a colocar bajo su obediencia a las siete ciudades. Estas victorias se celebraron por ocho
días en la corte, con grandes regocijos y se dieron premios a
los caudillos y soldados que más se habían distinguido. Como el
mal ejemplo de algunos estados había despertado en otros el espíritu de revuelta y desobediencia, así el mal éxito que aquéllos
tuvieron, sirvió para comprimir a los que maquinaban novedades, contra la debida sumisión a su legítimo soberano; de modo
;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
que en
el
113
resto de su reinado, que según dicen los escritores, du-
ró sesenta años, gozó Quinatzin de
Cuando murió
una gran tranquilidad.
este rey se hicieron con él algunas demos-
traciones que no se habían hecho con ninguno de sus predece-
cadáver y sacadas las entrañas, lo prepararon con no sé qué composición aromática, a fin de preservarlo
algún tiempo de la corrupción. Colocáronlo después en una gran
silla, vestido con los trajes reales, armado de arco y flechas y
le pusieron a los pies una águila de madera y detrás un tigre,
como símbolos de su intrepidez y valor. En esta disposición lo tuvieron cuarenta días al público; después del llanto acostumbrado lo quemaron y depositaron sus cenizas en una caverna de los
sores. Se abrió su
montes vecinos a Tezcoco.
Sucedió a Quinatzin su hijo Techotlalla, pero los acaecimientos de éste y de los siguientes reyes chichimecas están ligados
con los de los mexicanos, los cuales, ya por aquel tiempo (siglo
XIV de la Era vulgar) habían fundado su famosa capital por lo
que los reservamos para otra ocasión, contentándonos ahora con
presentar a los lectores la serie de todos sus reyes, en cuanto se
sabe, y el año de la Era vulgar que empezaron a reinar, dando después algunas noticias acerca de las otras naciones que ocuparon aquellos países antes de los mexicanos.
,
;
REYES CHICHIMECAS
en el siglo XII
en el siglo XIII
Nopaltzin
en el siglo XIII
Tlotzin
en el siglo XIV
Quinatzin
en el siglo XIV
Techotlalla
Ixtlilxochitl
en el año de 1406
Entre éste y el rey siguiente ocuparon el trono
de Acolhuacan los tiranos Tezozomoc y Maxtla.
en el año de 1426
Nezahualcoyotl
en el año de 1470
Nezahualpilli
en el año de 1516
Cacamatzin
en el año de 1520
Cuicuitzcatzin
en el año de 1520
Coanacotzin
No podemos saber en qué años empezaron los cinco primeros
reyes, porque ignoramos cuánto tiempo reinaron Xolotl y TechoXolotl
FRANCISCO
114
Es verosímil que
en Anáhuac hacia fines
tlalla.
la
J.
CLAVIJERO
monarquía chichimeca tuvo principio
XII y duró 330 años, hasta el
de 1521, en que cayó con el reino de México. Ocuparon el trono
once reyes legítimos, a lo menos, y dos tiranos. (1)
Los acolhuies, o acolhuis, llegaron al país de Anáhuac ya entrado el siglo XIII. Por lo que respecta a las otras naciones, es increíble la diversidad de opiniones, y la confusión de los historiadores sobre su origen, su número y sobre el tiempo de su llegada. El
gran estudio que he hecho para averiguar la verdad, sólo ha servido para aumentar mi incertidumbre y hacerme perder la esperanza de saber lo que hasta ahora he ignorado. Dejando pues,
aparte las fábulas, diré tan solo lo cierto, o a lo menos lo prodel siglo
bable.
LOS OLMECAS Y LOS OTOMIES
ora se consideren como una
sola nación, o como dos naciones perpetuamente juntas y aliadas, fueron tan antiguas en el país de Anáhuac, que algunos autores las creen anteriores a los toltecas. Nada se sabe acerca de
su origen; (2) lo que únicamente se puede colegir de las pinturas antiguas de aquellos pueblos es que habitaron el país circunvecino a la gran montaña Matlalcueye, de donde, arrojados
por los teochichimecas o tlaxcaltecas, se transfirieron a las costas
del golfo mexicano. (3)
Los otomíes, que eran una de las naciones más numerosas,
fueron probablemente de los más antiguos en aquel país pero se
Los olmecas y
los xicalancas,
;
No contamos entre los reyes chichimecas a Ixtlilxochitl II, porque
bien que rey, fue gobernador de Tezcoco, nombrado por los españoles.
También podría dudarse si Cuicuitzcatzin deba contarse entre los reyes;
pues a despecho y contra el derceho de Coanacotzin, fue instalado en el
reino de Acolhuacan por Moteuczoma y por las intrigas del conquistador
Cortés; pero a lo menos, Cuicuitzcatzin fue aceptado por la nación, cuando
aún no estaba sometida al yugo español.
(1)
más
(2) Algunos autores, y entre ellos el Dr. Sigüenza, dicen que los olmecas pasaron de la isla Atlántida, y que fueron los únicos que llegaron a
Anáhuac por la parte oriente, pues todos los demás entraron por el
norte; pero ignoro los fundamentos de esta opinión.
(3) Boturini conjetura
a las islas Antillas y a la
sabe.
que los olmecas, arrojados de su país, se fueron
América Meridional. Todo puede ser, mas no se
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
115
conservaron por muchos siglos en la barbarie, viviendo esparcidos en las" cavernas de los montes y sustentándose de la caza,
en que eran destrísimos. Ocuparon un territorio que se extendía a más de trescientas millas de las montañas de Izmiquilpan,
confinando por levante y poniente con otras naciones no menos
salvajes. En el siglo XV empezaron, como después diremos, a
vivir en sociedad, sometidos a la corona de Acolhuacan, o por la
fuerza, o estimulados por el ejemplo de las otras naciones. Fundaron infinitos pueblos en el país de Anáhuac, y aun en el mismo
valle de México; la mayor parte de ellos, y especialmente los
más grandes, como los de Xilotepec, Huitzapan, en las inmediaciones del país que antes ocupaban: otros esparcidos entre los
matlazincas y los tlaxcaltecas y en otras provincias del reino,
conservando hasta nuestros tiempos, sin alteración, su lenguaje primitivo, aun en las colonias aisladas y rodeadas de otras naciones. No se crea, sin embargo, que toda la nación estuviese
entonces reducida a la vida civil pues una parte de ella, y quizás
la mayor, quedó en el estado salvaje con los chichimecas. Los
bárbaros de ambas naciones, confundidos por los españoles bajo
esta última denominación, se hicieron famosos por sus correrías,
y hasta el siglo XVII no fueron enteramente sometidos por los
conquistadores. Los otomíes han sido siempre reputados por
la nación más tosca de Anáhuac, tanto por la dificultad que todos hallan en entender su idioma, como por su vida servil, pues
aun en los tiempos de los reyes mexicanos eran tratados como esclavos. Su lenguaje es bastante difícil, lleno de aspiraciones guturales y nasales pero no carece de abundancia ni de expresión.
Antiguamente fueron célebres por su destreza en la caza hoy comercian, por lo común, en telas toscas, de que se visten los otros
;
;
;
indios.
LOS TARASCOS
La nación de
tarascos ocupó el vasto, rico y ameno
país de Michuacan, en que se multiplicaron considerablemente,
y fundaron muchas ciudades e infinitos pueblos. Sus reyes fueron
los
mexicanos y tuvieron frecuentes guerras con ellos.
Sus artistas rivalizaron con los de las otras naciones y aun los
excedieron: a lo menos, después de la conquista de México se
hicieron en Michuacan las mejores obras de mosaicos, sólo allí
se conservó hasta nuetros tiempos aquel arte precioso. Los tarivales de los
11(5
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
ráseos eran idólatras, pero no tan crueles como los mexicanos
en su culto. Su lengua es abundante, dulce y sonora.' Usan frecuentemente de la r suave; sus sílabas constan por lo común de
una consonante y de una vocal. Además de las ventajas natura-
de su país, sirvió de mucho a los tarascos tener por primer
obispo a D. Vasco de Quiroga, uno de los más insignes prelados que ha producido España, digno de compararse a los antiguos
padres del cristianismo, y cuya memoria se ha conservado hasta nuestros días, y se conservará eternamente entre aquellos
pueblos. El país de Michuacan, uno de los más hermosos del Nuevo Mundo, fue agregado a la corona de España, por la libre y espontánea cesión de su legítimo soberano, sin que costase a los
españoles una gota de sangre; aunque es de creer que el temor
que le inspirara la reciente destrucción del imperio mexicano,
indujese a aquel monarca a ceder a la necesidad. (1)
les
LOS MAZAHUAS, LOS MATLAZINCAS Y OTRAS NACIONES
Los mazahuas fueron algún tiempo parte de la nación otomíe, pues aquellos dos idiomas no son más que dialectos de uno
mismo; mas esta diversidad entre naciones tan celosas de conservar incorrupta su lengua, es un argumento claro de la antigüedad de su separación. Los principales lugares habitados por
ellos, estaban en las montañas occidentales del valle de México,
y componían la provincia de Mazahuacan, perteneciente a la corona de Tacuba.
Los matlazincas formaron un estado considerable en el
fértil valle de Toluca y por grande que fuese su antigua reputa;
Boturini dice que hallándose los mexicanos sitiados por los espaenviaron una embajada al rey de Michuacan, para negociar una alianza con él: que éste reunió cien mil tarascos, y otros tantos teochichimecas
en la provincia de Avalos; pero amedrentado por una visión que tuvo una
hermana suya, muerta y restituida a la vida, licenció las tropas y abandonó
su primer designio de socorrer a los mexicanos. Pero todas estas son fábulas. 1.° Ningún autor de aquel siglo hace mención de semejante suceso.
2.° ¿ Dónde estaban esos cien mil hombres que tan pronto se reunieron ?
3.° ¿ Por qué reunió el ejército en la provincia más distante de México ?
¿ Quién ha visto que el rey de Francia reúna sus tropas en Flandes para
socorrer a España ? La resurrección de aquella princesa es una fábula
compuesta sobre el memorable suceso de la hermana de Moteuczoma, de
que después hablaremos.
(1)
ñoles,
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
117
embargo sometidos a la corona de Mérey Axayacatl, como después diremos.
ción de valor, fueron sin
xico por el
Los mixtecas y los zapotecas poblaron los vastos países, que
después tuvieron aquellos dos nombres, y que estaban al sudeste de Tezcoco. Los diferentes estados en que se dividieron aquellos territorios estuvieron gran tiempo gobernados por otros tantos jefes y señores de las mismas naciones, hasta que los conquistaron los mexicanos. Eran pueblos civilizados e industriosos tenían leyes, practicaban las artes de los mexicanos y adoptaban el mismo método para computar el tiempo, y las mismas
pinturas para perpetuar la memoria de los sucesos. En ellas representaban la creación del mundo, el diluvio universal y la confusión de las lenguas, aunque mezclado todo esto con fábulas absurdas. (1) Después de la conquista, los mixtecas y los zapotecas eran de los pueblos más industriosos de México. Mientras
duró el comercio de la seda, ellos fueron los que criaron los gusanos, y a sus fatigas se debe toda la cochinilla que de muchos
años a esta parte se ha traído de México a Europa.
Los chiapanecas, si hemos de dar crédito a sus tradiciones,
fueron los primeros pobladores del Nuevo Mundo. Decían que
Votan, nieto de aquel respetable anciano que fabricó la barca
grande para salvarse a sí mismo y a su familia del Diluvio, y
uno de los que emprendieron la obra del grande edificio que se
hizo para subir al cielo, fue por expreso mandato del Señor a poblar aquella tierra. Decían también que los primeros pobladores
habían venido de la parte norte, y que cuando llegaron a Xoconochco se separaron, yendo los unos a habitar el país de Nicaragua y permaneciendo los otros en el de Chiapan. Esta nación,
según dicen los historiadores, no estaba gobernada por un rey,
;
sino por dos jefes militares,
mantuvieron hasta que
nombrados por
los sacerdotes.
Así
últimos reyes mexicanos los sometieron a aquella corona. Hacían el mismo uso de las pinturas que los mexicanos y tenían el mismo modo de computar el
tiempo pero empleaban diferentes figuras que aquéllos para representar los años, los meses y los días.
Con respecto a los cohuixcas, a los cuitlatecas, a los xopes,
a los mazatecas, a los popolocas, a los chinantecas y a los totose
los
;
(1) Véase sobre la mitología de los mixtecas la obra de Vr. Gregorio
García, dominicano, intitulada: Origen de los Indios, libro 5, cap. 1.
FRANCISCO
118
J.
CLAVIJERO
nacas, nada sabemos de su origen, ni del tiempo de su llegada al
territorio de Anáhuac. De sus costumbres particulares diremos
lo
que pueda contribuir a ilustrar
la historia
de los mexicanos.
LOS NAHUATLACAS
Pero de todos los pueblos que residieron en el país de Anáhuac, y en él se propagaron, los más famosos y los que más papel hacen en la historia de México, son los que vulgarmente se
llaman Nahuatlacas. Fue dado principalmente este nombre, cuya
etimología hemos expuesto al principio de esta historia, a las siete naciones, o por mejor decir, a las siete tribus de la misma nación que llegaron a aquel país después de los chichimecas y
poblaron las isletas, las orillas y los alrededores de los lagos mexicanos. Estas tribus fueron las de los xochimilcos, chalqueses,
tepanecas, colhuas, tlahuicos, tlaxcaltecas y mexicanos. El origen de todas estas gentes fue la provincia de Aztlan, de donde
salieron los mexicanos, o quizás otra contigua a ella y poblada
por la misma nación. Todos los escritores las representan como originarias de un mismo país; todos ellos hablaban el mismo idioma. Los diversos nombres con que son conocidas, se tomaron de
los lugares que fundaron, o de aquellos en que se establecieron.
Los xochimilcos tomaron su nombre de la gran ciudad de
Xochimilco, que fundaron en la orilla meridional del lago de agua
dulce o de Chalco. Los chalqueses tomaron el suyo de la ciudad
de Chalco, situada en la orilla oriental del mismo lago; los colhuas, de Colhuacan; los mexicanos, de México; los tlaxcaltecas,
de Tlaxcala y los tlahuicos, de la tierra en que se establecieron,
la cual, por ser abundante en cinabrio se llamó Tlahuican. (1)
El nombre de tepanecas se deriva quizás de algún sitio llamado
Tepan, (2) donde residirían antes de fundar su célebre ciudad de
;
Azcapozalco.
Es indudable que estas tribus no llegaron todas juntas a
aquel país, sino en diversos tiempos y en el orden que hemos
(1)
Tlahuitl es el
nombre mexicano
del cinabrio,
decir lugar o país del cinabrio. Los autores los llaman
y Tlahuitlan quiere
comunmente
tlahui-
y dicen que tomaron aquel nombre de un sitio de aquel país llamado
Tlahuic; pero además de que ignoramos la existencia de semejante lugar,
el nombre parece poco conforme a la gramática mexicana.
cos,
(2)
Algunos autores
los
llaman Tecpanecas: uno y otro son nombres
mexicanos. Tecpanecatl, quiere decir habitante de palacio; Tepanecatl, ha-
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
119
hay gran variedad de opiniones acerca del tiempo exacto de su llegada. Las razones que he expuesto en mis Diindicado; pero
me
primeras seis tribus vinieron
conducidas por aquellos seis caudillos que aparecieron en Anáhuac inmediatamente después de los chichimecas, y que no hubo el gran intervalo de tiempo que cree el P. Acosta, entre su
llegada y la de los mexicanos.
sertaciones
hacen creer que
Los colhuas, que
la
funden, por la afinidad
las
mayor parte de los historiadores condel nombre con los acolhuas, fundaron
pequeña monarquía de Colhuacan, la cual se agregó después
a la corona de México por el casamiento de una princesa, heredera de aquel estado, con un rey mexicano.
la
Los tepanecas tuvieron igualmente sus
primero
de los cuales fue el príncipe Acolhuatzin, después de haberse casado con la hija de Xolotl. Sus descendientes usurparon, como
después diré, el reino de Acolhuacan, y dominaron toda aquella
tierra hasta que las armas de los mexicanos, aliados con las del
heredero legítimo de Acolhuacan, destruyeron con el tirano, la
jefes,
el
monarquía tepaneca.
LOS TLAXCALTECAS
Los tlaxcaltecas, llamados por Torquemada y por otros escritores teochichimecas, y considerados como una tribu de la nación chichimeca, (1) se establecieron en Poxauhtlan, lugar situado en la orilla oriental del lago de Tezcoco, entre aquella cor-
bitante de lugar de piedras. Otros dan a este
nombre una etimología muy
violenta.
(1)
Torquemada no
sólo dice que los tlaxcaltecas eran teochichimecas,
sino que afirma que estos teochichimecas eran otomíes. Si los tlaxcaltecas
eran de esta nación ¿por qué no hablaban su lengua? Y si la hablaron ¿por
qué la dejaron por la mexicana? ¿Dónde se ha visto jamás una nación libro
abandonar su idioma para adoptar el de sus enemigos? No es menos increíble la otra especie de que los chichimecas eran otomíes, como supone el
mismo autor, aunque en otra parte dice lo contrario. ¿Quién obligó a los
chichimecas a dejar su lengua nativa? Los que no conozcan el carácter de
aquellas naciones, ni sepan cuan constantes son en conservar su lengua
nacional, serán los únicos que crean que los
hichimecas, por su comunicación y alianza con los acolhuas, dejaron el otomíe por el mexicano. Si
los verdaderos otomíes no han abandonado en laníos siglos su idioma, ni
(
120
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
y el pueblo de Chimalhuacan. Allí vivieron algún tiempo con
gran miseria, por no tener tierras que cultivar, y sosteniéndose
con los productos de la caza; pero habiéndose multiplicado, y
queriendo ampliar los términos de su territorio, se atrajeron
el enojo de las naciones circunvecinas. Los xochimilcos, los colhuas, los tepanecas, y probablemente también los chalqueses,
que por ser los más próximos eran los más perjudicados, se unieron y alzaron un ejército considerable, para arrojar del valle de
México a tan peligrosos pobladores. Los tlaxcaltecas, a quienes
tenía siempre alerta la conciencia de sus usurpaciones, les salieron bien ordenados al encuentro. La batalla fue de las más sangrientas y memorables que se leen en la historia mexicana. Los
tlaxcaltecas, aunque inferiores en número, hicieron tanto estrago
en su enemigos, que dejaron el campo cubierto de cadáveres y
teñida en sangre una parte del lago, cuyas orillas fueron la escena de la batalla. Aunque salieron victoriosos de ella, determinaron abandonar aquel sitio, convencidos de que mientras en él
permaneciesen, no cesarían de ser molestados por sus vecinos;
por lo que, después de haber reconocido el país por medio de
los exploradores, y no hallando terreno en que poder establecerse todos juntos, convinieron en separarse, dirigiéndose unos hacia el norte y otros hacia el mediodía. Aquéllos, después de un
pequeño viaje, se establecieron, con permiso del rey de los chichimecas, en Tollantzinco y en Quauhchinanco los otros caminan-
te
:
bajo el dominio de los mexicanos, ni bajo el de los españoles, ¿ cómo puede creerse que los chichimecas dejaron enteramente el suyo, siendo dueños de
aquel país y ocupando siempre el trono de Acolhuacan desde Xolotl, fundador de aquel reino, hasta la conquista de los españoles ? Yo no dudo que
la lengua propia de los chichimecas antiguos fuese la misma de los acolhuas y nahuatlacas, esto es, la mexicana. Lo mismo me parece de los
toltecas, por más que digan otros autores; ni he podido convencerme de lo
contrario, después del más diligente estudio de la historia. Sabemos que
los nombres de los sitios de que salieron los toltecas y chichimecas, de los
que fundaron en Anáhuac, de las personas de una y otra nación y de los años
de que se servían, eran mexicanos. Sabemos que desde los principios
de la ocupación, los toltecas y los chichimecas, éstos y los acolhuas, se
entendían y comunicaban recíprocamente sin intérprete. El hallarse la lengua mexicana difundida hasta Nicaragua no puede atribuirse a otro motivo sino a la dispersión de los toltecas que la hablaban; pues no se sabe
que los nahuatlacas pasasen de Chiapan. Finalmente, no hallamos un solo
argumento en que pueda apoyarse la opinión contraria, aunque tan común
entre los autores.
;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
121
do en torno del volcán Popocatepec, por Tétela y Xochimilco, fundaron en las cercanías de Atlixco la ciudad de Quauhquechollan
y pasando algunos adelante, fundaron la de Amaliuhcan y otros
pueblos, extendiéndose hasta el Poyauhtecatl, o sea monte de
Orizava, al que probablemente dieron aquel nombre en memoria
del valle de México, de que habían salido.
Pero
la
mayor y más notable parte de la tribu se dirigió
a la falda del gran monte Matlalcueye, de donde arro-
por Cholula,
jaron a los olmecas y a los xicalancas, antiguos habitantes de
aquel país, y dieron muerte a su rey Colopechtli. Allí se establecieron bajo las órdenes de un jefe llamado Colhuacateuctli, procurando fortificarse, para poder resistir mejor a los pueblos vecinos, en caso de que éstos quisiesen atacarlos. En efecto, poco
tiempo después, los huexotzingos y otros pueblos, sabedores
de la valentía y de la fuerza de los nuevos huéspedes, temerosos de
que con el tiempo llegasen a serles perjudiciales, levantaron un
gran ejército con el designio de arrojarlos del país. El golpe fue
tan violento, que los tlaxcaltecas se vieron obligados a abandonar
el terreno de que se habían posesionado, y retirarse hacia la cima de la gran montaña de que ya hemos hecho mención. Hallándose allí en la mayor consternación, imploraron por medio de
los embajadores, la protección del rey chichimeca y obtuvieron
ele él un gran cuerpo de tropas. Los huexotzingos, no teniendo
bastantes fuerzas para hacer frente al ejército real, llamaron a
su auxilio a los tepanecas, creyendo que no desperdiciarían aquella ocasión de vengarse mas éstos, acordándose del trágico suceso de Poyauhtlan, aunque enviaron tropas, les dieron orden de no
hacer daño a los tlaxcaltecas, y pasaron aviso a éstos a fin de
que no los tuvieran por enemigos, y estuviesen seguros de que
habían enviado aquellos refuerzos para engañar a los huexotzingos, y para no turbar la buena armonía en que con ellos vivían.
Con el socorro de los tezcocanos, y con el pérfido artificio de
los tepanecas, los huexotzingos fueron completamente derrotados
y obligados a volver con ignominia a sus tierras. Los tlaxcaltecas, libres de tan gran peligro, hicieron la paz con sus vecinos y
regresaron a sus establecimientos para continuar la comenzada
;
población.
Tal fue el origen de la famosa ciudad y república de Tlaxcala, eterna rival de México y causa de SU ruina. Al principio
obedecía toda la nación a un ¡efe; pero aumentada considera-
FRANCISCO
V¿'¿
J.
CLAVIJERO
blemente la población, quedó la ciudad dividida en cuatro cuarteles, que se llamaron Tepeticpac, Ocotelolco, Quiahuiztlan y Tizatlan. Cada cuartel obedecía a un jefe, a quien prestaban también obediencia todos los lugares que de aquel cuartel dependían: así que, todo el estado se dividía en cuatro monarquías
pequeñas; pero aquellos cuatro caudillos, juntamente con los
otros nobles de la primera clase, formaban una especie de aristocracia con respecto al común del estado. Esta dieta o senado
decidía la paz y la guerra y el número de tropas que debían armarse, nombrando el jefe que las debía mandar. En el estado,
aunque pequeño, había muchas ciudades y villas populosas, en
las cuales, por los años de 1520, se contaban más de ciento cincuenta mil casas y más de quinientos mil habitantes. El distrito de la República, por la parte de occidente, estaba fortificado
con fosos y trincheras por la de oriente, con una muralla de seis
millas de largo; por el mediodía lo defendía naturalmente el Ma•
tlalcueye, y otras altas montañas por el norte.
;
Los tlaxcaltecas eran guerreros, valerosos, muy celosos del
honor y de la libertad. Conservaron mucho tiempo el esplendor
de su república, a pesar de las luchas que tuvieron que sostener
con sus enemigos, hasta que habiéndose confederado con los españoles contra los mexicanos, sus antiguos rivales, quedaron en-
común ruina. Eran idólatras, tan supersticiosos y
crueles en su culto, como los mexicanos. Su numen principal era
el que llamaban Camaxtle, el mismo que los mexicanos reverenciaban con el nombre de Huitzilopochtli. Sus artes eran las mismas que las de las naciones vecinas. Su comercio consistía prinvueltos en la
cipalmente en maíz y en cochinilla. Por la abundancia de maíz
se dio a su capital el nombre de Tlaxcallan, esto es, tierra de pan.
Su cochinilla era la más apreciada de todas, y después de la conquista producía anualmente a la Capital un ingreso de doscientos
mil pesos; pero las causas, de que hablo en otra parte, los obligaron a abandonar totalmente aquel comercio.
VIAJE DE LOS MEXICANOS AL PAÍS DE
ANAHUAC
Los aztecas o mexicanos, que fueron los últimos pobladores
del país de Anáhuac, y son el asunto principal de esta historia,
vivieron hasta cerca del año 1160 de la Era vulgar en Aztlan,
país situado al norte del golfo de California, según se infiere del
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
123
viaje que hicieron en su peregrinación, y de los datos que adquirieron después los españoles en sus expediciones a aquellos paí-
La razón que tuvieron para abandonar su patria, habrá
sido la misma que impulsó a las otras naciones pero como
ses. (1)
quizás
quiera que sea, me parece oportuno someter al libre juicio del lector lo que los autores mexicanos cuentan del origen de aquella re;
solución.
Había, dicen, entre los aztecas un personaje de gran autoridad llamado Huitziton, cuya opinión era la que prevalecía en
aquellas gentes. Este se empeñó, no sé por qué motivo, en inducir
a sus compatriotas a mudar de país; y mientras se ocupaba en
semejante proyecto, oyó acaso cantar en las ramas de un árbol
a un paj arillo, cuya voz imitaba la palabra mexicana tihui, que
quiere decir vamos. Parecióle aquella una ocasión oportuna de
realizar su designio. Llamando, pues, a otra persona de jerarquía, llamada Tecpaltzin, la condujo cerca del árbol donde el pájaro solía cantar, y le dijo, "¿No entendéis, amigo Tecpaltzin, lo
que está diciendo esa avecilla? Ese tihui, tihui, que no cesa de
repetir, ¿qué otra cosa significa sino que ya es tiempo de dejar
este país, y buscar otro? Sin duda este es aviso de algún numen
oculto que desea nuestro bien. Obedezcamos, pues, a su voz y
no nos atraigamos su cólera con nuestra desobediencia." Convino plenamente Tecpaltzin en la interpretación de Huitziton, ya
por el gran concepto que tenía de su saber, ya por que él tenía
los mismos deseos, y puestos de acuerdo aquellos dos personajes,
que de tanto influjo gozaban en la nación, no tuvieron gran dificultad en decidirla a ponerse en marcha.
Aunque yo no me fío mucho de esta narración, no por esto
me parece inverosímil; pues no es difícil a una persona que goza de la reputación de sabia, el persuadir lo que quiera, por motivos
de religión, a un pueblo ignorante y supersticioso. Más duro me
sería creer lo que comunmente dicen los autores españoles, a sa-
Hablo en mis Disertaciones de estos viajes hechos desde Nuevo
México hacia occidente. Betancourt hace mención de ellos en su Teatro Me(1)
xicano. Este autor dice que Aztlan distaba 2,700 millas de México. Botu-
mas no
que funda tan
singular opinión. En algunos mapas geográficos, publicados el siglo XVI, se
ve esta provincia situada al norte del seno de California, y yo no dudo
que estuviera hacia aquella parte, pero a gran distancia del golfo; asi que
la distancia mencionada de Betancourt me parece verosímil.
rini
dice que Aztlan era provincia de Asia;
sé en
FRANCISCO
124
J.
CLAVIJERO
mexicanos emprendieron aquel viaje por expreso
mandato del demonio. Los sencillos historiadores del siglo XVI,
y los que los han copiado, suponen como cosa indudable el comercio continuo y familiar del demonio con todas las naciones
idólatras del Nuevo Mundo, y apenas refieren un suceso que no
atribuyan a su influjo. Pero aunque sea cierto que la malignidad
de aquel espíritu se esfuerza en hacer a los hombres todo el daño
que puede, y que algunas veces se les ha aparecido en forma visible para seducirlos, especialmente a los que no han entrado por
la regeneración en el seno de la Iglesia, no puede creerse sin embargo, que las apariciones fuesen tan frecuentes, ni su comercio
con aquellas naciones tan franco y libre, como dicen los autores
citados; porque Dios, que cuida con amorosa providencia de sus
criaturas, no concede tanta libertad a aquellos declarados enemigos del género humano. Los lectores que hayan visto en otras
obras algunos sucesos de los que yo refiero en mi Historia, no
deben extrañar mi incredulidad en este punto. El testimonio de
los historiadores mexicanos no me basta para atribuir ningún
efecto al demonio, conociendo cuan fácil es que se engañasen,
ya por las ideas supersticiosas que los obcecaban, ya por el artiber,
que
ficio
de sus sacerdotes, tan
los
común en
las
mismas naciones
idó-
latras.
El viaje de los aztecas, sobre el cual no puede haber duda,
cualquiera que fuese su motivo, se verificó, según las conjeturas
más verosímiles, hacia el año 1160 de la Era vulgar. Torquemada
dice haber visto representado en todas las pinturas antiguas de
este viaje, un brazo de mar o gran río. (1) Si en efecto hay
en ellas la representación de un río, no puede ser otro que el Colorado, que desagua en el golfo de California, a los 32 V2 de latitud, pues es el más considerable de cuantos hallaron en el camino que siguieron. Después de haberlo pasado, más allá del 35°,
Creo que este supuesto brazo de mar no es otra cosa que la imagen del diluvio universal, representado en las pinturas mexicanas, anteriores al viaje, como se ve en la copia publicada por Gemelli de una pintura
que le enseñó el célebre Dr. Sigüenza. Boturini cree que este brazo de mar
era el golfo de California, suponiendo que los mexicanos pasaron de Aztlan
a esta provincia, y de ella, por el golfo, a Culiacan; pero habiéndose encontrado a orillas del río Gila, y en la Pimería, restos de los edificios construidos por aquel pueblo en su emigración, no hay motivo para creer que
pasase por mar al punto de su final establecimiento.
(1)
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
125
caminaron hacia el sudeste hasta el río Gila, donde se detuvieron
algún tiempo; pues aun se ven las ruinas de los edificios que
construyeron en sus márgenes. De allí volvieron a ponerse en camino, siguiendo casi
latitud, poco
más
o
la
misma
menos de
29°,
dirección, e hicieron alto en la
en un
sitio distante
cientas cincuenta millas de Chihuahua, hacia
edificio,
dos-
noroeste. Este
nombre de Casas Grandes, a causa de un
que aun subsiste, y que según la tradición ge-
lugar es conocido con
vastísimo
el
más de
el
neral de aquellos pueblos, fue erigido por los mexicanos durante
su peregrinación. Este edificio está construido bajo
que
que se ven en
los
el
Nuevo México,
el
mismo
plan
esto es, con tres pisos,
sobre ellos una azotea y sin puertas ni entrada en el piso inferior.
La puerta está en el segundo, y por consiguiente se necesita de
una escalera para entrar por ella. Así lo hacen los habitantes
del Nuevo México, para estar menos expuestos a los ataques de
sus enemigos, valiéndose de una escala de mano, que franquean
a los que quieren admitir en sus habitaciones. Igual motivo tu-
vieron sin duda los aztecas para edificar sus moradas de aquella
En
Casas Grandes se notan los caracteres de una fortaleza, defendida de un lado por un monte altísimo, y rodeada
en el resto por una muralla de cerca de siete pies de grueso, cuyos
cimientos se conservan. Vénse en esta construcción piedras tan
grandes como las ordinarias de molino; las vigas son de pino,
y bien trabajadas. En el centro de aquella vasta fábrica hay una
elevación hecha a propósito, según se colige, para poner centinelas y observar de lejos a los enemigos. Se han hecho algunas
excavaciones en aquel sitio y se han hallado varios utensilios,
como platos, ollas, vasos y espejos de la piedra llamada itzforma.
tli.
las
(1)
Desde este punto, atravesando
los
montes de Tarahumara,
y dirigiéndose hacia mediodía, llegaron a Hueicolhuacan, llamado
actualmente Culiacan, lugar situado sobre el golfo de California
Estos datos me han sido suministrados por dos personas que han
visto las Casas (¿randes. Sería necesario tener un pormenor de su forma y
dimensiones; pero esto es muy difícil en «'I día, por haberse despoblado aquel
país, de resultas de las furiosas incursiones de los apaches y otras naciones
(1)
bárbaras.
FRANCISCO
126
J.
CLAVIJERO
a los 2414", donde permanecieron tres años. (1) Es probable que
fabricasen allí casas y cabanas para su alojamiento, y que sembrasen para su sustento los granos que consigo llevaban, como
hacían donde quiera que por algún motivo se detenían. Allí formaron una estatua de madera, que representaba a Huitzilopochtli, numen protector de la nación, a fin de que los acompañase
en su viaje. Hicieron también una silla de juncos y cañas para
conducirlo, a la que dieron el nombre de Teoicpalli (silla de Dios),
y eligieron los sacerdotes que debían llevarlo en hombros, que
eran cuatro a la vez, y se llamaban Teotlamacazque (siervos de
Dios), y al acto de llevarlo llamaron Neomana, esto es, llevar en
hombros a
Dios.
De Hueicolhuacan, caminando muchos
días hacia levante,
llegaron a Chicomoztoc, donde se detuvieron. Hasta
habían
viajado juntas las siete tribus de nahuatlacas; mas en aquel
punto se dividieron y pasando adelante los xochimilcos, los tepanecas, los colhuas, los chalqueses, los tlahuicas y los tlaxcaltecas, quedaron allí los mexicanos con su ídolo. Estos dicen que
la separación se hizo por expreso mandato de su dios más verosímil es sin embargo, que se originase de alguna discordia susallí
;
citada entre aquellas tribus.
No
es conocida la situación de Chi-
comoztoc, donde los mexicanos residieron nueve años: yo creo
sin embargo que debía estar a veinte millas de Zacatecas, hacia mediodía, en el sitio en que hoy se ven las ruinas de un gran
edificio, que sin duda fue obra de los mexicanos durante su viaje; porque además de la tradición de los zacatecas, antiguos habitantes de aquel país, siendo éstos enteramente bárbaros, ni
tenían casas, ni sabían hacerlas, ni puede atribuirse sino a los
aztecas aquella construcción descubierta por los españoles. La
diminución que allí experimentó su número de resultas de la separación, sería sin duda la causa de no haber fabricado otros edificios en el resto de su caminata.
Del país de los zacatecas, andando hacia mediodía, por Ameca, Cocula y Zayula, pasaron a la provincia marítima de Colima,
(1) La mansión de los aztecas en Hueicolhuacan consta por el testimonio de todos sus historiadores, como también su separación en Chicomoi;toc. De su paso por la Tarahumara hay tradiciones entre aquellos pueblos
septentrionales. Cerca del Nayarit hay trincheras hechas por los coras para
defenderse de los mexicanos en el viaje que éstos hicieron de Hueicolhuacan
a Chicomoztoc.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
127
de Zacatula; de donde, volviendo hacia levante,
subieron a Malinalco, lugar colocado en las montañas que rodean
el valle de Toluca, (1) y dirigiéndose al norte, llegaron en 1196
a la célebre ciudad de Tula. (2)
En el viaje de Chicomoztoc a Tula, se detuvieron un poco
en Coatlicamac, donde la tribu se dividió en dos facciones, que
fueron después eternas rivales, y se hicieron mutuamente gravísimos perjuicios. Las causas de esta discordia fueron, según dicen, dos bultos o envoltorios que se aparecieron de un modo maravilloso en medio del campamento. Acercándose algunos de ellos
a reconocer uno de aquellos objetos, encontraron una piedra
preciosa, sobre cuya posesión hubo una gran contienda, pues
cada uno quería apoderarse de ella, creyendo que era un don de
su divinidad. Pasaron después a ver lo que contenía el otro bulto, y sólo hallaron en él dos leños. A primera vista los despreciaron como cosa vil; pero advertidos por el sabio Huitziton de
la utilidad que de ellos podrían sacar para hacer fuego, los
apreciaron mucho más que la piedra. Los que se habían apoderado de ésta, fueron los que después de la fundación de México
se llamaron tlatelolcos, del sitio en que se establecieron cerca de
aquella ciudad: los otros que tomaron los leños, fueron los que
se llamaron mexicanos o tenochcas. Esta relación no es una verdadera historia, sino un apólogo ideado para enseñar que se debe
preferir lo útil a lo bello. A pesar de la enemistad, los dos partidos viajaron juntos por el imaginario interés de la protección
y de ésta a
la
de su numen. (3)
No es de extrañar que los aztecas diesen tantos rodeos, y
caminasen mil millas más de lo que necesitaban para llegar a
Consta de los manuscritos del P. Juan Tobar, jesuíta muy versado
antigüedades
de aquellas naciones, que los mexicanos pasaron por poen las
blaciones de Michuacan; y no pudieron ser otras que las de Colima y Zacatula, que entonces verosímilmente pertenecían a su reino, como hoy pertenecen a la misma diócesis. Si hubieran hecho por otro camino el viaje a
Tula, no hubieran pasado por Malinalco.
(1)
llegada de los mexicanos a Tula, en
mada por una historia manuscrita, en lengua mexicana,
turini. En este punto de cronología están de acuerdo todos
(2)
La época de
la
Es indudable que
sabían muchos siglos antes
(3)
leños.
!!••;, está confircitada por Bo-
los autores.
un apólogo; pues los aztecas
modo de hacer fuego Con la frotación de l08
esta
el
1
historia
es
128
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
Anáhuac; pues que no se habían propuesto término fijo, y sólo
andaban buscando un país en que pudiesen gozar ventajosamente todas las comodidades de la vida. Tampoco hay que maravique erigiesen en algunos puntos vastos edificios, creyendo sin duda que cada lugar en que se detenían era el término de su peregrinación. Muchos les parecieron al principio oportunos para formar un establecimiento, y después lo abandonaron
por la experiencia de los inconvenientes que no habían previsto.
Dondequiera que se detenían, alzaban un altar a su dios, y al
irse dejaban allí a los enfermos, probablemente otros que los
cuidasen, y los que, cansados de tan larga romería, no querían exponerse a nuevos trabajos.
llarse de
En Tula
estuvieron nueve años, y después once en otros sitios poco distantes de allí, hasta que en 1216 llegaron a Zumpanco, ciudad considerable del valle de México. Tochpanecatl, señor de aquella ciudad, los acogió con extraordinaria benignidad;
y no contento con darles cómodo alojamiento y regalarlos abundantemente, aficionándoseles cada vez más con el trato y familiaridad, pidió a los jefes de la nación alguna doncella noble, para
mujer de su hijo Ilhuicatl. Los mexicanos, agradecidos a tanta
benevolencia, le dieron a Tlapacantzin, la cual se casó muy en
breve con aquel joven ilustre, y de este enlace descienden, como
veremos después, los reyes mexicanos.
Después de una residencia de
años en Zumpanco, se
fueron con el joven Ilhuicatl a Tizayocan, ciudad poco distante
de aquélla. Allí dio a luz Tlapacatzin un niño, que se llamó Huitzilihuitl, y al mismo tiempo dieron otra doncella a Xoquiatzin,
señor de Cuauhtitlan. De Tizayocan pasaron a Tolpetlac, y Tepeyacac, donde actualmente está el pueblo y el famosísimo santuario de la Virgen de Guadalupe. Todos estos sitios están en las orillas del lago de Tezcoco, y muy próximos al terreno en que después estuvo México. Allí vivieron veintidós años.
Desde que
siete
se aparecieron en aquel país los mexicanos, fue-
ron reconocidos por orden de Xolotl, que a la sazón reinaba, el
cual, no teniendo que temer nada de ellos, les permitió establecerse donde pudiesen; pero hallándose en Tepeyecac muy molestados por Tenancacaltzin, caudillo de los chichimecas, se refugiaron en Chapoltepec, monte situado a la orilla occidental del lago,
a dos millas escasas del sitio en que se fundó México. Ocurrió
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
129
esta retirada por los años de 1245, reinando Nopaltzin, y no Quinatzin, (1) como dicen Torquemáda y Boturini.
Las persecuciones que
allí
sufrieron de
muchos
caudillos,
y
especialmente del de Xaltocan, los obligó a retirarse, después de
una permanencia de diez y siete años, para buscar un asilo más
seguro en Acocolco, que era un grupo de islas, en la extremidad meridional del lago. Allí pasaron por espacio de cincuenta
y dos años la vida más miserable. Sustentábanse de peces, de
insectos y de raíces, y cubríanse con las hojas de una planta llamada Amoxtli, que nace abundantemente en el lago, por haberse
gastado enteramente sus ropas y no hallar medios de hacer otras
nuevas. Sus habitaciones eran pobrísimas chozas, hechas de caña y juncos que el lago produce. Sería increíble que hubiesen
podido vivir tantos años en un sitio tan incómodo y llevar una
existencia tan desventurada, si no constase por el testimonio de
sus historiadores, y por los sucesos ocurridos después.
ESCLAVITUD DE LOS MEXICANOS EN COLHUACAN
Allí a lo
menos, en medio de sus miserias eran
y la
libertad suavizaba algún tanto sus infortunios; pero en 1314
se agregó a todos ellos la esclavitud. Los historiadores no están
de acuerdo acerca de aquel suceso. Unos dicen que el jefe o rey de
Colhuacan, ciudad poco distante del sitio en que vivían los mexicanos, no pudiendo sufrir que se mantuviesen en su territorio
sin pagarle tributo, les declaró la guerra, y habiéndolos vencido,
los hizo esclavos. Otros cuentan que aquel caudillo les envió una
embajada, diciéndoles: que compadecido de sus desgracias, y de
los males que sufrían en aquellas islas, les concedía un sitio más
cómodo donde pudiesen vivir con más anchura; que los mexicanos, deseosos de mudar de condición, aceptaron inmediatamente
aquella gracia y dejaron la morada en que hasta entonces habían residido; pero que apenas salieron de ella, fueron atacados
por los colhuas y hechos prisioneros. Fuese de un modo o de otro,
lo cierto es que los mexicanos pasaron en calidad de esclavos a
Tizapan, lugar perteneciente entonces
al
libres,
estado de Colhuacan.
suponer que su reinado
comprendieron
sucesor
un
espacio
de
su
de
161
años, y aun más si Be
y
adopta la cronología de Torquemáda, el cual supone que aquel monarca
reinaba cuando los mexicanos entraron en el valle.
(1) Si reinaba entonces Quinatzin, es necesario
el
FRANCISCO
130
J.
CLAVIJERO
Después de algunos años de esclavitud, se suscitó una guerra entre los colhuas y los xochimilcos sus vecinos, con tanta
desventaja de los primeros, que en todos los encuentros fueron
vencidos. Afligidos por tantas pérdidas, echaron mano de sus
prisioneros a quienes mandaron disponer para la guerra; mas
suministraron las armas necesarias, o porque se habían
consumido las que tenían, en las batallas anteriores, o por dejarlos en libertad de armarse a su modo. Los mexicanos viendo que
aquella era una excelente ocasión de granjearse la gracia de sus
señores, se determinaron a hacer en defensa de éstos los últimos
esfuerzos del valor. Armáronse todos con bastones largos y fuertes, cuyas puntas endurecieron al fuego, tanto para atacar con
ellos a sus enemigos, como para saltar de un islote a otro, si llegaba el caso de combatir en el agua. Hicieron cuchillos de itztli,
y escudos de cañas. Convinieron en no detenerse, como solían
hacerlo, en recoger prisioneros, sino contentarse con cortarles
no
les
y dejarlos ir sin hacerles más daño. Con estas disposiciones salieron al campo, y mientras combatían con los colhuas
y los xochimilcos, o por tierra, en las orillas del lago o por agua,
en barcos, se arrojaron impetuosamente a los enemigos, sirviéndose de sus bastones en el agua, y cortando a los prisioneros una
oreja, que guardaban en las cestas que llevaban con este fin;
pero matando al que se resisitía. De este modo lograron los colhuas una victoria tan completa, que los xochimilcos no sólo abandonaron el campo, sino que no teniendo valor para permanecer
en su ciudad, huyeron a los montes.
Terminada aquella acción con tanta gloria, se presentaron
los soldados colhuas al general, con los prisioneros que habían
hecho; porque no se estimaba entre ellos el valor de las tropas
por el número de enemigos que dejaban muertos en el campo
de batalla, sino por el de los que traían, y presentaban vivos
a su jefe. No puede negarse que esta práctica era conforme a la
razón y la humanidad. Si el príncipe puede vengar sus derechos
y rechazar sus enemigos sin matarlos, la humanidad exige que se
les conserve la vida. Si-se considera la utilidad, un enemigo muerto no puede hacer daño, pero tampoco puede servir, y de un prisionero se puede sacar mucha ventaja, sin recibir ningún perjuicio. Si se considera la gloria, mayor esfuerzo se necesita para
privar a un enemigo de la libertad, que para quitarle la vida en
el calor de la acción. Fueron llamados a su vez los mexicanos
una
oreja,
;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
131
para ver cuantos prisioneros habían hecho pero no presentando
ninguno (porque cuatro que tenían los habían escondido, con
el fin que después veremos), fueron tratados de cobardes por el
general, y vilipendiados por los soldados colhuas. Entonces ellos,
sacando los canastos llenos de orejas, "inferid, dijeron, por el
número de estos despojos, el de los prisioneros que hubiéramos
podido hacer, si hubiéramos querido; pero no nos ha parecido
bien perder el tiempo en atarlos y hemos preferido acelerar la
victoria." Con esta respuesta quedaron los colhuas algo amedrentados, no menos de la astucia, que del valor de sus esclavos.
Los mexicanos, restituidos al lugar de su residencia, que
según parece, era entonces Huitzilopochco, erigieron un altar a
su dios protector; pero queriendo en dedicación ofrecerle algún
objeto precioso, se lo pidieron a su señor. Este les mandó por desprecio, un saco sucio de tela gruesa y dentro un pájaro muerto
con otras inmundicias, que los sacerdotes colhuas llevaron al altar, y se retiraron sin hablar palabra. Por grande que fuese el
enojo de los mexicanos, a vista de una burla tan indigna, reservando para otro tiempo la venganza, pusieron sobre el altar, en
lugar de aquellas inmundicias, un cuchillo de itztli y una yerba
olorosa. Llegado el día de la ceremonia, quisieron asistir a ella
el jefe de la nación y la nobleza, no para honrar la fiesta, sino
para burlarse de sus esclavos. Comenzaron la función los mexicanos con un baile solemne, al que comparecieron con las mejores ropas que tenían; y cuando más atentos estaban los circunstantes, sacaron a los cuatro prisioneros xochimilcos, que hasta
aquel tiempo habían tenido ocultos: después de haberlos hecho
bailar un rato, los sacrificaron sobre una piedra, rompiéndoles el
pecho con el cuchillo de itztli, y sacándoles los corazones, que aun
;
calientes y palpitantes ofrecieron a su dios.
Tan inhumano sacrificio, el primero de esta especie que
sepamos se haya hecho en aquel país, causó tanto horror a los
colhuas, que regresando inmediatamente a Colhuacan, determi-
naron deshacerse de aquellos crueles esclavos, que con
el
tiem-
po podrían serles muy perjudiciales. En consecuencia, Coxcox,
que así se llamaba el caudillo, les dio orden de salir de su territorio, y de ir a donde quisiesen. Salieron contentos los mexicanos de su esclavitud, y encaminándose hacia el norte, llegaron
a Acatzitzintlan, lugar situado entre los dos lagos, llamado después por ellos Mexicaltzinco, nombre que significa lo mismo que
FRANCISCO
132
J.
CLAVIJERO
México, y se lo dieron por el mismo motivo que tuvieron en seguida para dárselo a la capital, como en otra parte veremos; pero no hallando allí la comodidad que buscaban, y queriendo alejarse más de los colhuas, pasaron a Iztacalco, aproximándose al
sitio en que después estuvo México. Allí hicieron un monteci11o de papel, en el que probablemente representaban a Colhuacan, (1) y pasaron una noche entera bailando en torno, cantando su victoria sobre los xochimilcos, y dando gracias a su dios por
haberlos libertado del dominio de los colhuas.
Después de haber vivido dos años en Iztacalco, pasaron finalmente a aquel sitio del lago donde debían fundar su ciudad.
Hallaron allí un nopal, o sea tuna u opuncia, nacida en una piedra, y sobre aquella planta una águila: por esto dieron a aquel
país, y después a su ciudad, el nombre de Tenochtitlan. (2) Dicen todos, o casi todos los historiadores de México, que aquellas
eran precisamente las señas dadas por el oráculo para la fundación de la ciudad: sobre lo cual añaden otros sucesos fuera del
curso de la naturaleza, que yo omito, por parecerme fabulosos,
o inciertos a lo menos.
FUNDACIÓN DE MÉXICO
Luego que los mexicanos tomaron posesión de aquel sitio,
edificaron una cabana a su dios Huitzilopochtli. La dedicación de
aquel santuario, aunque miserable, no se hizo sin efusión de sangre humana; porque habiendo salido un atrevido mexicano a
buscar un animal para inmolarlo en las aras de la divinidad, se
encontró con un colhua llamado Xomimitl, y habiendo venido
de las palabras a las manos, por causa de la antigua enemistad de
aquellos dos pueblos, lo venció el mexicano, y lo llevó atado
a sus compatriotas, los cuales lo sacrificaron inmediatamente, y
con gran júbilo presentaron sobre el altar el corazón que le habían arrancado del pecho, sirviendo aquella crueldad, no menos
de desahogo a su cólera contra los colhuas, que de culto sanguina-
(1)
la
Los Mexicanos representaban a Colhuacan en sus pinturas, bajo
es lo que significa aquella palabra.
imagen de un monte corcovado, que
(2)
Muchos autores españoles y de otras naciones, han alterado aquel
nombre, por
la
ignorancia de la lengua mexicana; así que, en sus obras se
lee Tenoxtitlan, Temistitan, Temihtitlan, etc.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
rio de aquel falso
numen. En torno
133
del santuario fabricaron sus
pobrísimas cabanas de cañas y juncos, por carecer entonces de
otros materiales. Tal fue el principio de la gran ciudad de Tenochtitlan, que con el tiempo debía ser la corte de un vasto imperio,
y la mayor y más hermosa ciudad del Nuevo Mundo. Llamóse
también México, que es el nombre que conservó, cuya denominación, tomada del nombre de su dios tutelar, significa lugar de
Méxitli o de Huitzilopochtli, pues de estos dos modos se llamaba. (1)
La fundación de México ocurrió en el año 2 de Calli, correspondiente al 1325 de la Era vulgar, reinando en aquel país el chichimeca Quinatzin. Pero no por haber mudado de residencia los
mexicanos, cambió repentinamente de aspecto su fortuna; pues
aislados en medio del lago, sin tierras que sembrar, sin ropas de
que cubrirse, y en perpetua desconfianza de sus vecinos, llevaban
una vida tan miserable, como en los otros puntos en que antes
habían habitado, sosteniéndose tan sólo de animales y de vegetales acuáticos. Pero ¿de qué no es capaz la industria humana
estimulada por la necesidad? La mayor que sentían los mexicanos era de terreno para sus habitaciones, pues la isleta de Tenochtitlan no bastaba a toda la población. Ocurrieron a esta exigencia haciendo estacadas en los sitios en que estaban más bajas
las aguas, terraplenándolas después con piedras y ramazón, y
uniendo a la isla principal algunas otras más pequeñas que estaban poco distantes. Para proveerse después de piedras, de le-
Hay una gran
variedad de opiniones entre los autores sobre la etimología de la palabra México. Algunos dicen que vienen de Metzli, que significa luna, porque vieron la luna reflejada en el lago, como el oráculo había
predicho. Otros dicen que México quiere decir fuente, por haber descubierto
una de buena agua en aquel sitio. Mas estas dos etimologías son violentas,
y la primera, además de violenta, ridicula. Yo creí algún tiempo que el nombre verdadero era México, que quiere decir en el centro del maguey o pita,
o áloe mexicano; pero me desengañó el estudio de la historia, y ahora estoy
seguro de que México es lo mismo que lugar de Mexitli o Huitzilopochtli,
es decir, el Marte de los mexicanos, a causa del santuario que en aquel
sitio se le erigió; de modo que México era para aquellos pueblos lo mismo
que Fanum Martis para los romanos. Los mexicanos quitan en la composición de los nombres de aquella especie, la sílaba final tli: el CO que les
añaden es nuestra preposición en. El nombre Mexicaltzinco significa sitio
de la casa o templo del dios Mexitli; de modo que lo mismo valen Huit/ilopocheo, Mexicaltzinco y México, nombres de los tros puntos que sucesiva
mente habitaron los mexicanos.
(1)
FRANCISCO
VM
J.
CLAVIJERO
que necesitaban para sus habitaciones,
su ropa y su sustento, se aplicaron con sumo esmero a la pesca,
no sólo del pez blanco, de que ya hemos hecho mención, sino
también de otros peces e insectos acuáticos, y a la caza de innumerables especies de aves, que acuden allí a buscar alimento.
Con la venta de estos objetos que hacían en los pueblos situados
en las orillas del lago, adquirían todo lo que les hacía falta.
Pero donde hizo mayor esfuerzo su industria, fue en los huertos flotantes que hicieron con ramas y con el fango del mismo
lago, de cuya estructura hablaré después; en los cuales sembraban maíz, pimiento, chía, judías y calabazas.
ña, de
pan y de todo
lo
DIVISIÓN
DE LOS MEXICANOS
mexicanos
primeros años de su establecimiento, arreglando, como mejor podían su orden civil y
remediando sus miserias a fuerza de industria y trabajo. Hasta aquel tiempo se había conservado siempre unida la tribu, a
pesar de la discordia de las dos facciones que se habían formado
en el tiempo de su peregrinación. Esta discordia, que se había
transmitido de padres a hijos, estalló al fin por los años de 1338.
No pudiendo soportarse mutuamente las dos facciones, una de
ellas tomó la resolución de separarse; pero no pudiendo alejarse
tanto como se lo sugería su encono, se detuvo en otra isla, poco
distante de la primera y situada al norte de ella, la cual, por haberse encontrado allí un montón de arena, fué llamada Xaltilolco,
y después, por el terraplén que hicieron, Tlatelolco, nombre que
hasta ahora ha conservado. (1) Los que se establecieron en la
nueva isla, que después fue unida con la primera, se llamaron
tlatelolcos, y los que permanecieron en el primer sitio, tenochcas; pero nosotros los llamaremos mexicanos, como los llaAsí pasaron
man
los
los trece
todos los escritores.
Poco antes, o poco después de este acaecimiento, dividieron
los mexicanos su miserable ciudad en cuatro cuarteles, señalando a cada uno un dios tutelar, además del que protegía a toda
Los antiguos representaban a Tlatelolco en sus pinturas, bajo
de un montón de arena. Si hubieran sabido esto los que emprendieron la interpretación de las pinturas mexicanas, que con las Cartas de
Cortés se publicaron en México el año de 1770, no hubieran llamado a dicho
sitio Tlatilolco, traduciendo este nombre por horno.
(1)
la figura
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
135
Esta división subsiste actualmente con los nombres
de San Pablo, San Sebastián, San Juan y Santa María. (1) En
medio de los cuatro estaba el santuario de Huitzilopochtli, a quien
la nación.
tributaban los principales cultos.
SACRIFICIO INHUMANO
En honor
de esta funesta divinidad hicieron por aquel tiempo un horrendo sacrificio, que no se puede oír sin espanto. Mandaron al caudillo de Colhuacan una embajada, rogándole que
les diese alguna de sus hijas, para consagrarla como madre de su
dios protector, significándole ser ésta una orden expresa de aquel
numen, para exaltarla a tan sublime jerarquía. El caudillo envanecido con la esperanza de tener una hija deificada, o quizás
atemorizado con las desgracias que podrían sobrevenirle, si desobedecía a un dios, concedió a los mexicanos lo que le pedían,
tanto más fácilmente, cuanto que no preveía lo que iba a suceder. Los mexicanos condujeron con gran júbilo aquella noble doncella a su ciudad; pero apenas llegó, mandó el demonio, según
dicen los historiadores, que le fuese sacrificada y desollada después de muerta, y que con su pellejo se vistiese alguno de los
principales jóvenes de la nación. Fuese en efecto orden del demonio, o lo que es más verosímil, cruel invención de aquellos bárbaros sacerdotes, lo cierto es que el plan se ejecutó puntualmente. Convidado el caudillo por los mexicanos a la apoteosis de su
hija, fue a ser espectador de aquella gran función, y uno de los
adoradores de la nueva divinidad. Entró en el santuario, donde
al lado del ídolo estaba en pie el joven, vestido con la sangrante
piel de la víctima; pero la obscuridad no le permitió ver lo que
pasaba. Pusiéronle en la mano un incensario y un poco de copal,
a fin de que hiciese la ceremonia del culto; pero habiendo visto
a la luz de la llama que hizo el copal, aquel horrible espectáculo,
se le conmovieron de dolor las entrañas, y arrebatado por violentos afectos, salió gritando como un loco, y mandando a su gente
que tomase venganza de tan bárbaro atentado: mas no se airevieron a obedecerle, sabiendo que inmediatamente hubieran sido
que hoy es de San Pablo fue llamado por loa mexicanoa
Teopan y Xochimilca; el de San Sebaatián, Atzacualco; el de San Juan, Moyotla; el de Santa María, Cuepopan v Tlaquechiuhcan.
íl) El cuartel
136
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
oprimidos por la muchedumbre con lo que el desconsolado padre
se volvió a su casa a llorar su infortunio todo el resto de su vida.
Su infeliz hija fue diosa, y madre honoraria no sólo de Huitzilopochtli, sino de todos sus dioses, que es lo que significa el nombre de Teteoinan, con el cual fue desde entonces conocida y reverenciada. Tales fueron en aquella nueva ciudad los principios del
bárbaro sistema de religión, cuyos pormenores daré en otro
;
libro.
LIBRO TERCERO
FUNDACIÓN DE LA MONARQUÍA MEXICANA; SUCESOS DE LOS ME
XICANOS BAJO SUS CUATRO PRIMEROS REYES, HASTA LA DE
RROTA DE LOS TEPANECAS Y LA CONQUISTA DE AZCAPOZALCO,
PROEZAS Y ACCIONES ILUSTRES DE MOTEUCZOMA ILHUICAMINA. GOBIERNO Y MUERTE DE TECHOTLALLA, QUINTO REY
CHICHIMECA. REVOLUCIONES DEL REINO DE ACOLHUACAN.
MUERTE DEL REY IXTLILXOCHITL Y DE LOS TIRANOS TEZOXO
MOC Y MAXTLATON.
ACAMAPITZIN, PRIMER REY DE MÉXICO
HASTA
gobierno de los mexicanos había
sido aristocrático, obedeciendo toda la nación a un cuerpo
compuesto de las personas más notables por su nobleza y sabiduría. Los que la regían cuando se fundó México eran veinte, (1)
y el principal de ellos Tenoch, como parece en sus pinturas. La
suma humillación en que se hallaban, el daño que les hacían sus
vecinos, y el ejemplo de los chichimecas, de los tepanecas y de los
colhuas, los estimularon a erigir su pequeño estado en monarquía, no dudando que la autoridad regia daría más esplendor al
pueblo, y lisonjeándose con la esperanza de hallar en el nuevo jefe un padre, que cuidaría del bien del estado, y un buen general
que los defendería de los insultos de sus enemigos. Fue de común consentimiento elegido Acamapitzin, o por aclamación del
el
año de 1352,
el
regían la nación se llamaban
(1) Los veinte señores que entone*'
Tenoch, Atzin, Acacitli, Ahuexotl o Ahueiotl, Ocelopan, Xomimitl, Xiuhcar.
Axolohua, Nanacatzin, Quentzin, Tlatala, Tzont liyayauli, Cozcatl, Te/catl.
Tochpan, Mimich, Tetepan, Tezacatl, Acohuatl y Achitomeratl.
FRANCISCO
138
J.
CLAVIJERO
pueblo, o por los sufragios de algunos electores, a cuya decisión
se sometieron todos, como después se hizo.
Era Acamapitzin uno de
los
más
ilustres y prudentes per-
sonajes que entonces había en la nación. Su padre era Opochtli,
azteca de la primera nobleza, (1) y su madre Atozoztli, princesa
de la casa real de Colhuacan. (2) Por parte de padre, traía su
origen de Tochpanecatl, aquel jefe de Zumpanco que tan benignamente acogió a los mexicanos cuando llegaron a su ciudad.
Aun no se había casado por lo que se determinó buscarle una
joven de las primeras casas de Anáhuac. Pero antes enviaron sucesivamente embajadas al jefe de Tacuba y al rey de Azcapozalco; mas de todos fueron desechadas sus proposiciones con desprecio. Entonces, sin desanimarse por tan ignominiosa acogida,
hicieron la misma demanda a Acolmiztli, señor de Coatlichan,
y descendiente de uno de los tres príncipes acolhuas, rogándole que les diese por reina alguna de sus hijas. Cedió aquel personaje a sus plegarias y les dio a su hija Ilancueitl, la que llevaron
en triunfo los mexicanos, y celebraron con gran alegría las
;
bodas.
CUACUAUHPÍTZAHUAC, REY PRIMERO DE TLATELOLCO
Los tlatelolcos, que por ser vecinos y rivales de los mexicanos, observaban siempre lo que pasaba en Tenochtitlan, ya
para emular su gloria, ya para no verse con el tiempo oprimidos
por su poder, crearon también un rey; pero no teniendo por conveniente que fuese de su nación, sino de los tepanecas, en cuyo territorio estaban Tlatelolco y México, pidieron al rey de Azcapozalco uno de sus hijos a fin de que los rigiese como monarca,
y ellos como vasallos lo obedeciesen. El rey les dio al príncipe
Algunos historiadores dicen que Acamapitzin, que suponen nacido
en la esclavitud de Colhuacan, fue hijo de Huitzilihuitl el viejo; pero no es
verosímil. Huitzilihuitl, nacido cuando los mexicanos estaban en Tizayuca,
no tenía menos de noventa años cuando la esclavitud. Luego no pudo ser
padre, sino abuelo de Acamapitzin. En esto seguimos al Dr. Sigüenza, que
averiguó con más crítica que Torquemada la genealogía de los reyes me(1)
xicanos.
(2) Es de extrañar que Opochtli se casase con una dama tan ilustre,
en la época del envilecimiento de su nación; mas no dejan duda sobre aquel
casamiento las pinturas de los mexicanos y de lo» colhuas, que vio el doctísimo Sigüenza.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
139
Cuacuauhpitzahuac, el cual fue inmediatamente coronado como
primer rey de Tlatelolco el año de 1353.
hacer esta demanda al
rey, tanto por adularlo, como por irritarlo contra sus rivales los
mexicanos, le exageraron la insolencia de éstos en crear un rey
sin su permiso; pues el rey convocó a sus consejeros y les habló así "¿Qué os parece, nobles tepanecas, del atentado de los
mexicanos? Ellos se han introducido en nuestros dominios y
van aumentando considerablemente su ciudad y su comercio;
y lo que es peor, han tenido la osadía de elegir un rey de su nación, sin esperar nuestro consentimiento. Si esto hacen en el
principio de su establecimiento ¿qué puede esperarse que hagan
cuando se hayan multiplicado y aumentado sus fuerzas? ¿No es
de temer que en el porvenir, en lugar de pagarnos el tributo que
les hemos impuesto, pretendan que nosotros se lo paguemos
y que el reyezuelo de los mexicanos quiera ser también monarca de los tepanecas? Yo creo necesario aumentar sus cargas a
fin de que fatigándose para pagarlas se consuman, o no pagándolas, sufran nuevos males y se vean al fin obligados a salir
,,
de nuestros dominios.
Es de creer que
los tlatelolcos, al
NUEVAS CARGAS IMPUESTAS A LOS MEXICANOS
Aplaudieron todos esta resolución, como debía esperarse;
pues el príncipe que al consultar a otros descubre sus intenciones, más bien busca panegiristas que lo ayuden, que consejeros
que lo iluminen. Envió, pues, el rey a decir a los mexicanos que
siendo tan reducido el tributo que hasta entonces le habían pagado, quería duplicarlo para en adelante: además de lo cual debían darle no sé cuántos millares de haces de sauces y abetos
para plantarlos en los caminos y en los jardines de Azcapozalco,
y llevarle a su corte un gran huerto flotante en que estuviesen
sembradas y nacidas todas las plantas de uso común en Anáhuac.
Los mexicanos, que hasta entonces no habían pagado otro
tributo que cierta cantidad de peces y cierto número de pájaros
acuáticos, se afligieron al recibir esta noticia, temiendo que se
aumentasen progresivamente; sus cargas; pero hicieron cuanto
se les había prescrito, llevando en el tiempo señalado, con las
aves y los peces,
los
haces y
el
huerto. Los que no
lia
van visto
FRANCISCO
140
J.
CLAVIJERO
jardines que hasta nuestros tiempos se han cultivado sobre el agua, y con la facilidad con que se transportan a
donde se quiere, no podrán sin dificultad persuadirse de la verlos bellísimos
dad de aquel hecho; pero los que los han visto como yo, y todos
los que han navegado en aquel lago, donde los sentidos hallan el
más suave recreo de cuantos pueden gozar, no vacilarán en darle asenso. Pagado aquel tributo, les mandó el rey que el año siguiente le llevasen otro huerto, y en él una ánade y una garza,
empollando una y otra sus huevos; pero de tal modo, que al llegar a Anáhuac, empezasen a salir los pollos. Obedecieron los
mexicanos, y con tanto acierto tomaron sus medidas, que el insensato rey tuvo el gusto de ver salir a los pollos de los cascarones. Para el año siguiente ordenó que le llevasen otro huerto
con un ciervo vivo. Este mandato era de difícil ejecución, pues
para cazar al ciervo era necesario ir a los montes de tierra firme, con evidente peligro de hallar a sus contrarios sin embargo, lo ejecutaron puntualmente, para evitar mayores perjuicios.
Esta dura opresión de los mexicanos no duró menos de cincuenta
años. Los historiadores de México aseguran que aquel pueblo
imploraba en todas sus aflicciones la protección de sus dioses, y
que éstos le facilitaban la ejecución de aquellas órdenes tiránicas yo sin embargo soy de distinta opinión.
El pobre rey Acamapitzin, tuvo además de estos disgustos,
el de la esterilidad de la reina Ilancueitl; por lo que se casó con
Tezcatlamiahuatl, hija del señor de Tetepanco, de la que nacieron
muchos hijos, y entre ellos Huitzilihuitl y Quimalpopoca, sus sucesores en el trono. Tomó esta segunda mujer sin dejar a la primera; antes bien, las dos vivían en tanta concordia, que Ilancueitl se encargó de la educación de Huitzilihuitl. Tuvo además,
con el título de reina, otras mujeres, y entre ellas una esclava,
de que nació Itzcoatl, uno de los mejores y más célebres reyes
que hubo en Anáhuac. Gobernó Acamapitzin pacíficamente su
ciudad, a que se reducía entonces todo su reino, por espacio de
treinta y siete años. En su tiempo se aumentó la población,
se fabricaron algunos edificios de piedra, y se empezaron los canales, que no sirvieron menos a la hermosura de la ciudad, que
;
;
a la utilidad de los habitantes. El traductor de la Colección de
Mendoza atribuye a este rey la conquista de Mizquic, de Cuitlahuac, de Cuauhnahuac y de Xoquimilco. Pero ¿quién podrá creer
que
los
mexicanos emprendiesen
la
conquista de cuatro ciuda-
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
141
des tan populosas, cuando apenas podían sostenerse en su propio establecimiento? La pintura de aquella Colección que representa las cuatro ciudades vencidas por los mexicanos, debe entenderse como símbolo del auxilio que éstos prestaron a otros
estados, a la manera en que después sirvieron al rey de Tezcoco
contra los xaltocaneses.
Poco antes de morir convocó Acamapitzin a los magnates
de la ciudad y les hizo un breve discurso, recomendándoles sus
mujeres, sus hijos y el celo por el bien público. Les dijo que
habiendo recibido la corona de sus manos, se las restituía para
que la diesen al que estimasen más capaz de ser útil a la nación,
y les expresó el sentimiento que tenía por dejarla tributaria
de los tepanecas. Su muerte acaecida en 1389, fue muy sensible
a los mexicanos, y sus exequias se celebraron con toda la solemnidad que permitía la miseria de la nación.
Desde la muerte de Acamapitzin hasta la elección del nuevo
rey, hubo según dice el Dr. Sigüenza, un interregno de cuatro meses lo que no volvió a ocurrir en lo sucesivo, pues desde entonces,
pocos días después de muerto el rey, se nombraba el sucesor. Aquella vez pudo retardarse la elección, por estar ocupada la nobleza
en arreglar el número de electores y establecer las ceremonias de
la coronación que empezaron desde entonces a observarse.
Reunidos, pues, los electores escogidos por los nobles, el más
anciano les habló de este modo: "Mi edad me da derecho de hablar el primero. Grande es, ¡oh nobles mexicanos! la desgracia
que hemos experimentado con la muerte de nuestro rey, y nadie
debe llorarla más que nosotros, que éramos las plumas de sus
alas y las pupilas de sus ojos. Tan gran desventura debe parecemos mayor por el estado calamitoso en que nos hallamos,
bajo el dominio de los tepanecas, con oprobio del nombre mexicano. Vosotros, pues, a quienes tanto urge el remedio de las presentes calamidades, pensad en elegir un rey que cuide del honor de nuestro poderoso dios Huitzilopochtli, que vengue con su
brazo los afrentas hechas a nuestra nación y que ponga bajo
la sombra de su clemencia a los huérfanos, a las viudas y a los
ancianos."
;
HUITZILIHUITL,
SEGUNDO REY DE MÉXICO
Acabada aquella breve arenga, dieron
los nobles sus votos,
y salió electo Huitzilihuitl, hijo del difunto Acamapitzin. Salieron
;
142
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
casa del nuevo soberano, lo llevaron consigo al tlatocaicpalli, o sea trono, o silla real y haciéndole tomar asiento, lo ungieron del modo que después explicaré
le pusieron en la cabeza el copilli o corona, y uno a uno le prestaron obediencia. Entonces uno de los personajes de más alta jerarquía alzó la voz, y habló al rey en estos términos, "No os
desaniméis, generoso joven, con el nuevo cargo que os hemos impuesto, de ser jefe de una nación encerrada entre las cañas y
juncos de este lago. Desventura es sin duda tener un pequeño eslos electores,
y dirigiéndose a
la
;
tado, establecido en distrito ajeno, y regir una nación, que siendo en su origen libre, ha llegado a ser tributaria de los tepanecas.
Pero consolaos, sabiendo que estamos bajo la protección de nuestro gran dios Huitzilopochtli, cuya imagen sois, y cuyo lugar
ocupáis. La dignidad a que habéis sido elevado por él, no debe
serviros de pretexto para daros al ocio y a la holgura, sino más
bien de estímulo para el trabajo. Tened siempre a la vista los
nobles ejemplos de vuestro gran padre, el cual no ahorró fatiga
alguna para promover el bien de su pueblo. Quisiéramos, ¡oh
señor! haceros regalos dignos de vuestra persona; mas pues no
lo permite la condición en que nos hallamos, dignaos recibir
nuestros deseos y las promesas de nuestra constante fidelidad."
Aun no
estaba casado Huitzilihuitl cuando subió al trono:
por lo que se pensó muy en breve darle mujer, y quisieron los
nobles que ésta fuese alguna hija del mismo rey de Azcapozalco;
pero por no exponerse a una respuesta tan ignominiosa como la
que tuvieron en tiempo de Acamapitzin, resolvieron hacer esta
vez la demanda con las mayores demostraciones de sumisión y
respeto. Fueron, pues, algunos nobles a Azcapozalco; y presentados al rey, puestos de rodillas en su presencia, expusieron en
estos términos su pretensión, "Ved aquí gran señor, a vuestros
pies a los pobres mexicanos, esperando de vuestra benignidad
una gracia harto superior a sus merecimientos; pero ¿a quién
debemos acudir sino a vos, que
sois nuestro señor
y padre ? Ved-
nos aquí pendientes de vuestra boca y prontos a obedecer la
menor de vuestras señales. Os rogamos, pues, con el más profundo respeto, que os compadezcáis de nuestro amo y siervo vuestro,
Huitzilihuitl, encerrado en las espesas cañas del lago.
Está sin
mujer, y nosotros sin reina. Dignaos, señor, dejar escapar de
vuestras manos alguna joya, o alguna pluma de vuestras alas.
;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
Dadnos una de vuestras
hijas, a fin de
143
que venga a reinar en
nuestra tierra."
Estas expresiones que son singularmente elegantes en la
lengua mexicana, ablandaron de tal modo el ánimo de Tezozomoc (que así se llamaba el rey), que inmediatamente entregó
su hija Ayauhcihuatl a los embajadores, con indecible júbilo
de éstos; los cuales la condujeron en pompa a México, donde
se celebró el casamiento con la acostumbrada ceremonia de atar la
extremidad de la ropa de los dos novios. De este enlace nació el
primer año un hijo, a quien dieron el nombre de Acolnahuacatl
pero deseoso de ennoblecer su nación con nuevas alianzas, pidió
y obtuvo Huitzilihuitl, del señor de Cuauhnahuac una de sus
hijas, llamada Miahuaxochitl, de quien tuvo a Moteuczoma Ilhuicamina, el rey más famoso de los mexicanos.
;
TECHOTLALLA, REY DE ACOLHUACAN
Reinaba a la sazón en Acolhuacan, Techotlalla, hijo del rey
Quinatzin. Los treinta años primeros de su reinado fueron bastante pacíficos pero después se rebeló contra la corona Tzompan, señor de Xaltocan, el cual viendo que no tenía bastantes fuerzas
para hacer frente a su soberano, llamó en su ayuda a los estados de Otompan, Meztitlan, Cuahuacan, Tecomic, Cuauhtitlan y
Tepozotlan. El rey Techotlalla les prometió el perdón, con tal que
dejasen las armas y se sometiesen. Quizás usó de esta clemencia
en consideración a la ilustre sangre del jefe de la rebelión; pues
era el último descendiente de Chiconcuauhtli, uno de los tres príncipes acolhuas. Pero ensoberbecido éste con el gran número de
tropas que había reunido, desechó con desprecio el perdón. Irritado entonces el monarca, envió contra los rebeldes un ejército,
al que se unieron los mexicanos y los tepanecas, llamados por él
a su socorro. La guerra fue obstinada y duró más de dos meses
pero declarada finalmente la victoria por el rey; Tzompan y los
otros jefes rebeldes fueron castigados con el último suplicio, terminando en aquel desacordado la clara estirpe de Chiconcuauhtli.
Esta guerra, hecha por los mexicanos como auxiliares del rey
de Acolhuacan contra Xaltocan y los otros estados confedera;
dos, es la representada en la tercera pintura de la Colección de
Mendoza pero
;
el
intérprete se engañó creyendo que aquellas ciu-
dades habían sido conquistadas para
la
corona de México.
FRANCISCO
144
Acabada
la
J.
CLAVIJERO
guerra, los mexicanos volvieron gloriosos a su
ciudad, y el rey Techotlalla, para evitar en el porvenir nuevas
rebeliones, dividió su reino en sesenta y cinco estados, dando
a cada uno un señor que lo rigiese, con subordinación a la corona.
De cada estado sacó alguna gente para establecerla en otro, quedando sin embargo sometida al señor de cuyo estado salía,
queriendo de este modo someter a los pueblos por medio de los
extranjeros que en ellos establecía: política en verdad útil para
evitar revueltas; pero dañosa a los subditos inocentes e incó-
gobernaban. Además de esto, honró a muchos nobles con cargos eminentes. Hizo a Tetlato, general de
los ejércitos; a Yalqui, aposentador e introductor de embajadores; a Tlami, mayordomo de palacio; a Amechichi, inspector de
la policía de las casas reales y a Cohuatl, director de los plateros
de Ocolco. Ninguno podía trabajar el oro y la plata para el servicio del rey, sino los hijos del mismo director, que para esto
habían aprendido aquel arte. El aposentador de los embajadores
tenía a sus órdenes cierto número de oficiales colhuas el mayordomo, los chichimecas, y el inspector de la policía un número
igual de tepanecas. Con estas medidas aumentó el esplendor de
la corte, y afianzó el trono de Acolhuacan, aunque no le fue dado
evitar las revoluciones que después veremos. Estos, y otros rasgos de política que se irán descubriendo en el curso de esta Historia, demuestran el agravio que hicieron a los americanos, los
europeos que los creyeron animales de otra especie, y los que
los juzgan incapaces de mejora.
moda a
los jefes
que
los
;
La nueva
alianza entre el rey de México y el de Azcapozal-
que los mexicanos adquirieron en la guerra de
Xaltocan, contribuyeron no menos a vigorizar su situación política, que a mejorar su condición privada; porque gozando de
más libertad y extensión en su comercio, comenzaron en aquel
tiempo a vestirse de algodón, del que en los tiempos de su miseria habían estado privados, sin vestirse de otra cosa que de
telas groseras, hechas con hilo de maguey o con palmas silvestres. Pero apenas empezaron a respirar, salió contra ellos, de
la misma familia real de Azcapozalco, un nuevo enemigo
y sanco,
y
la gloria
griento perseguidor.
;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
145
ENEMISTAD DE MAXTLATON CONTRA LOS MEXICANOS
Maxtlaton, señor de Coyohuacan, hijo del rey de Azcapozalco, hombre ambicioso, indómito y cruel, temido aun por su mismo
padre, había llevado muy a mal el casamiento de su hermana
Ayauhcihuatl con el rey de México. Disimuló algún tiempo su disgusto por respeto a su padre, pero en el décimo año del reinado
de Huitzilihuitl, se transladó a Azcapozalco y convocó a la nobleza, para exponerle sus quejas contra los mexicanos y contra
su rey. Representóle el aumento de la población de México exageró el orgullo y la arrogancia de aquella nación, y los fatales
efectos que podrían temerse de sus disposiciones, y sobre todo,
se lamentó del gravísimo perjuicio que le había hecho el rey
de México quitándole su propia mujer. Es necesario saber que
Maxtlaton y Ayauhcihuatl, aunque hijos de Tezozomoc, habían
nacido de diversas madres, y quizás eran entonces lícitos estos
enlaces entre los tepanecas. Sea que en efecto quisiese Maxtlaton casarse con su hermana, sea que se sirviese de aquel pretexto
para dar rienda suelta a sus crueles designios, en aquella reunión
se tomó la resolución de llamar a Huitzilihuitl, para echarle en
cara su temeridad. Fue en efecto el rey de México a Azcapozalco
lo que no debe extrañarse, pues era costumbre entre los señores
de aquella tierra, visitarse unos a otros en sus territorios respectivos además de que en Huitzilihuitl concurría la circunstancia particular de ser feudatario de aquella corona; porque aunque desde el nacimiento de Acolnahuacati, la reina de México
obtuvo de su padre Tezozomoc que aliviase a los mexicanos de
las cargas a que por espacio de tantos años habían estado sujetos, siempre quedó México en la condición de feudo de Azcapozalco, y los mexicanos debían presentar cada año al rey tepaneca
dos ánades, en reconocimiento de su alto dominio.
;
:
Maxtlaton recibió a Huitzilihuitl en una sala de su palacio,
y después de haber comido con él, en presencia de los cortesanos que lisonjeaban sus proyectos, le hizo una severísima reprensión sobre la injuria que creía haber recibido por su matrimonio con Ayauhcihuatl. El rey mexicano protestó su inocencia
con la mayor humildad, diciendo que jamás hubiera él pedido la mano de la princesa, ni el rey su padre se la hubiera concedido, si hubiese estado comprometida con otro. Pero a pesar
FRANCISCO
146
J.
CLAVIJERO
sinceridad de sus excusas, y de la eficacia de sus razones,
Maxtlaton le respondió con el mayor enojo "Bien podría impo-
de
la
nerte silencio, y darte muerte aquí mismo, y así quedaría castigada tu temeridad y vengado mi honor; pero no quiero que se
diga que un príncipe tepaneca mata a traición a un enemigo.
Anda por ahora en paz, que el tiempo me ofrecerá la ocasión de
tomar de tí venganza más decorosa."
Fuese el mexicano lleno de despecho y furor, y no tardó en
conocer los efectos de la enemistad de su cruel cuñado. La verdadera causa de aquel odio fue el temor que tenía Maxtlaton de
que recayese con el tiempo el señorío de los tepanecas en su sobrino Acolnahuacatl, que había nacido de una hija del rey Tezozomoc, de lo que resultaría la sumisión de su nación a la mexicana. Para libertarse de este temor, formó el bárbaro proyecto
de dar muerte a su sobrino, como lo ejecutó, por medio de unos
malvados, que se sirvieron de esta crueldad para granjearse
el favor de su jefe; pues nunca faltan a los poderosos hombres
perversos y venales que sean ministros de sus pasiones. (1)
Tezozomoc no consintió en aquel atentado, pero no sabemos que
lo desaprobase. En el curso de esta Historia veremos que el orgullo, la ambición y la crueldad de Maxtlaton, toleradas y aun
favorecidas por su indulgente padre, fueron la causa de su ruina, y del exterminio de su pueblo. Huitzilihuitl sufrió a su despecho un golpe tan doloroso; pero no se hallaba con bastantes
fuerzas para vengarse.
TLACATEOTL, SEGUNDO REY DE TLATELOLCO
En
mismo año en que
sucedió en México la tragedia que
acabo de referir (1399), murió en Tlatelolco, el primer rey Cuacuauhpitzahuac, dejando la ciudad considerablemente aumentada con buenos edificios y hermosos jardines, y con cierto grado de
el
y policía. En su lugar fue elegido Tlacateotl, de cuyo origen hablan diversamente los historiadores; pues unos lo
civilización
No hay
autor que refiera las circunstancias de la trágica muerte
puede entender cómo lograron los Tepanecas cometer aquel atentado en México; pero no podemos dudar del hecho
atestiguado por los autores nacionales, aunque entre los españoles no falta
quien, como el Padre Acosta. confunda aquella muerte con la de Quimalpopoca, tercer rey de México.
(1)
del príncipe Acolnahuacatl, ni se
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
147
creen tepaneca como su antecesor, y otros acolhua, y dado a
los tlatelolcos por el rey de Acolhuacan. La rivalidad que existía
entre los mexicanos y tlatelolcos, contribuyó en gran manera al
engrandecimiento de los pueblos, pues cada uno aspiraba a superar en todo al otro. Los mexicanos, por su parte, se habían
emparentado con las naciones vecinas habían extendido su agricultura, multiplicando los huertos flotantes del lago y tenían además, mayor número de barcos, con lo que habían aumentado su
pesca y su comercio; así que, pudieron celebrar su año secular,
primero Tochtli, correspondiente al 1402 de la Era vulgar, con
mayor aparato que los cuatro que habían transcurrido desde su
salida del país de Aztlan.
Reinaba aún por aquel tiempo en Acolhuacan, Techotlalla, ya
decrépito; el cual, previendo la cercanía de la muerte, llamó a
su hijo y sucesor Ixtlilxochitl, y entre los instrucciones que le
dio, le aconsejó que se granjease los ánimos de los señores sus
feudatarios, porque podría suceder que Tezozomoc, viejo astuto
y ambicioso, que hasta entonces no se había atrevido a dar rienda suelta a sus planes, quisiese conspirar contra el Imperio. No
eran vanos los temores de Techotlalla, como después veremos.
Murió por fin este rey en 1406, después de un largo reinado, aunque no tanto como dicen algunos autores. (1)
;
IXTLILXOCHITL, REY DE
ACOLHUACAN
Después de celebradas las exequias reales con las acostumbradas ceremonias y asistencia de los señores feudatarios y jefes
dependientes de aquella corona, se solemnizó la exaltación de Ixtlilxochitl. Entre aquellos personajes se hallaba el señor de Azcapozalco, quien no tardó en descubrir cuan bien lo conocía el
rey difunto; pues sin prestar obediencia a su sucesor, se fue a
sus estados, para suscitar los ánimos de los feudatarios a la rebelión. Convocó a los reyes de México y de Tlatelolco, y les dijo, que habiendo muerto Techotlalla, que por tantos años había
tiranizado aquel país, quería poner en libertad a los señores feudatarios, a fin de que cada uno gobernase su territorio con ab(1) Torquemada y Betancourt dan 104 años de reinad.) a Techotlalla;
que ciertamente no es imposible, pero sí inverosímil, cuando no hay
graves testimonios que lo acrediten, especialmente siendo tan desatinada la
lo
cronología de aquellos dos autores.
FRANCISCO
148
J.
CLAVIJERO
soluta independencia del rey de Acolhuacan: que para conseguir
un fin tan glorioso, necesitaba de sus auxilios, y esperaba de su
valor ya conocido entre todas las naciones, que procurarían ser
partícipes de la gloria a que él aspiraba; y a fin de que el golpe
fuese más seguro, él haría entrar en la confederación a otros
señores que estaban animados por los mismos sentimientos. Los
dos reyes, o movidos por el miedo de la preponderancia de Tezozomoc, o por el deseo de aumentar la gloria de sus armas, se
ofrecieron a servirlo con sus tropas; y lo mismo respondieron
los otros caudillos a quienes dirigió sus proposiciones.
Entre tanto, procuraba Ixtlilxochitl arreglar los negocios de
su corte y conciliarse los ánimos de sus subditos; pero reconoció, no sin grave pesadumbre, que muchos de ellos se habían substraído a su obediencia, y habían abrazado el partido del pérfido
para impedir el progreso de sus enemigos, mandó a los señores de Coatlichan, de Huexotla y de otros estados
próximos a su corte, que armasen sin tardanza cuantas tropas
pudiesen. El mismo rey quería mandar en persona el ejército;
pero lo disuadieron de esta idea sus cortesanos, creyendo más necesaria su presencia en la corte; pues en medio de aquellas turbulencias, podrían algunos enemigos ocultos, o de equívoca fidelidad, prevalerse de su ausencia para apoderarse de la capital,
y precipitarlo del trono. Fue, pues, nombrado general del ejército, Tochinteuctli, hijo del señor de Coatlichan; y para substituirlo en caso de su muerte, o de algún otro accidente, Cuauhxilotl,
señor de Itztapalapan. Escogieron para teatro de la guerra la
llanura de Cuauhtitlan, quince millas al norte de Azcapozalco. Las
tropas rebeldes eran más numerosas que las del ejército real,
pero éstas eran más disciplinadas. Este ejército, antes de llegar a
Cuauhtitlan, arrasó seis estados de los caudillos rebeldes, tanto
por debilitar a sus enemigos, como por no dejar a retaguardia
quien pudiese hacerles daño. La guerra fue de las más obstinadas, equilibrándose la disciplina de los tezcocanos, con el número
de los tepanecas, los cuales en breve tiempo hubieran sido completamente vencidos, si no hubiesen reclutado continuamente
nuevas tropas. Los aliados de los rebeldes no cesaban de destacar gruesos cuerpos contra los estados fieles, seguros de hallar
en ellos poca resistencia, por estar congregadas en Cuauhtitlan
casi todas las fuerzas de los tezcocanos. Entre los muchos males que ocasionaron, se cuenta la muerte de Cuauhxilotl, señor de
Tezozomoc;
así,
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
Itztapalapan,
el
cual,
vuelto del
149
campo de Cuauhtitlan murió
con gloria, defendiendo intrépidamente su ciudad. Vióse por esto
obligado el rey de Acolhuacan a dividir sus huestes, destinando
para guarnición de las ciudades una buena parte de la gente que
de muchos puntos remotos acudía a su defensa. Tezozomoc, viendo que en vez de las ventajas que aguardaba, cada día se disminuían sus soldados, y que los que sobrevivían llevaban con impaciencia los peligros y fatigas de la guerra, después de tres años
de continua lucha, pidió la paz con intención de terminar a traición lo que había empezado a viva fuerza. El rey de Acolhuacan,
aunque no podía fiarse del tepaneca, consintió en lo que se le pedía, sin exigir alguna condición que lo asegurase para lo venidero, por hallarse sus tropas tan cansadas como las de sus enemigos.
QUIMALPOPOCA, TERCER REY DE MÉXICO
Terminada apenas aquella guerra, o poco antes de su conclusión, murió por los años de 1409, Huitzilihuitl, después de veinte años de reinado y después de haber promulgado algunas leyes
dejando a
nobleza en posesión de su prerrogativa de elegir sucesor. Fue elegido su hermano Quimalpopoca,
y desde entonces, según parece, quedó establecida la ley de elegir uno de los hermanos del rey difunto, o un sobrino, por falta
de hermanos. Esta práctica fue observada constantemente, como lo haremos ver, hasta la ruina del Imperio mexicano.
útiles a la nación,
la
Mientras Quimalpopoca procuraba afianzarse en el trono de
México, Ixtlilxochitl vacilaba en el de Acolhuacan. La paz que
Tezozomoc le había pedido era un pretexto para dejarlo adormecer y promover entre tanto con más eficacia sus negociaciones.
aminoraba el de Ixtlilxochitl. Vióse en fin este desgraciado monarca reducido a tal extremidad, que no creyéndose seguro en su corte, andaba errante
en los montes vecinos, escoltado por un pequeño ejército, y acompañado de los señores de Huexotla y de Coatlichan, que le fueron
constantemente fieles. Los tepanecas, para más apretarlo, interceptaban los víveres que se llevaban a su campamento; por lo
que tuvo que pedir que comer a sus propios enemigos. ¡Tan fácil es precipitarse de la cúspide de la felicidad humana al abismo
Cada día crecía su partido y
de
la
miseria!
se
150
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
HECHO MEMORABLE DE CIHUACUECUENOTZIN
Dio, pues, a un sobrino suyo, llamado Cihuacuecuenotzin el
encargo de ir a Otompan, una de las ciudades rebeldes, y de rogar a sus habitantes que socorriesen a su monarca con víveres,
de que tanto necesitaba y que abandonasen el partido de los
traidores, recordando los antiguos juramentos de fidelidad que
le habían prestado. Bien conoció aquel personaje el peligro de
la empresa; pero siendo más poderosas que su temor, la nobleza de sus sentimientos, la fortaleza de su ánimo y la fidelidad
a su soberano, se prestó sin dificultad a obedecer sus preceptos.
"Voy, señor, a poner en ejecución vuestros mandatos y a sacrificar mi vida a la obediencia que os debo. No ignoráis cuánto
se han alejado de vos los otompanecas para unirse con vuestros
enemigos. Todas estas tierras están ocupadas por tepanecas, y
sembradas de peligros: mi vuelta es demasiado incierta. Mas si
perezco en vuestro servicio y si el sacrificio que os hago de la
vida es digno de alguna recompensa, os ruego que protejáis a
dos hijos tiernos que dejo sin apoyo." Estas palabras, interrumpidas por el llanto de quien las profería, enternecieron el corazón
del rey, el cual le dijo al despedirlo, "Nuestro dios te acompañe y
te restituya con vida. Quizás a tu vuelta habré yo cedido a esos
males que para tí temes; pues ¿cómo podré escapar de los innumerables enemigos que buscan mi muerte?" Dirigióse inmediatamente Cihuacuecuenotzin a Otompan, y antes de entrar en
el pueblo, supo que habían llegado unos tepanecas enviados por
Tezozomoc a publicar un bando. No por esto se intimidó; antes
bien, con ánimo intrépido llegó a la plaza, donde los tepanecas
habían congregado al pueblo para publicar el bando, y después
de haber saludado cortesmente a todos, expuso francamente el
objeto de su embajada.
Los otompanecas se burlaron de
y respondieron con carcajadas a sus proposiciones; mas ninguno de ellos osó pasar adelante, hasta que hubo un desalmado que le tiró una piedra, y excitó a los otros a que le diesen muerte. Los tepanecas
que se habían estado quietos, observando en silencio lo que harían
los otompanecas, viéndolos ya abiertamente declarados contra
el rey de Acolhuacan y contra su embajador, gritaron: ¡Muera el traidor! acompañando estos gritos con pedradas. Cihuaél,
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
151
cuecuenotzin hizo frente al principio a sus enemigos pero viéndose oprimido por la muchedumbre, y queriendo salvar la vida
con la fuga, fue muerto en medio de un diluvio de piedras. Hombre verdaderamente digno de mejor fortuna! ¡Ejemplo memorable de fidelidad, que los poetas y los historiadores hubieran inmortalizado, si el héroe en vez de ser americano, hubiera nacido
en Grecia o en Roma!
;
¡
Los tepanecas se envanecieron con un hecho tan inhumano
y tan contrario al derecho de gentes, y expresaron al pueblo el
placer que tendrían en poder asegurar a su dueño, como testigos oculares, de la inviolable fidelidad de los otompanecas. Dijeron también, que venían enviados para intimarles la orden de no
dar socorro de ninguna especie al rey de Tezcoco, y para exhortarlos a tomar las armas contra él y en defensa de su propia libertad. El señor de Otompan y los primeros personajes de la
nobleza, respondieron que obedecían gustosos la orden del rey
de Azcapozalco, y se dispusieron a coadyuvar a sus miras.
MUERTE TRÁGICA DEL REY IXTLILXOGHITL Y TIRANÍA
DE TEZOZOMOC
Dióse prontamente aviso de aquel suceso al señor de Acolman, y éste, que era hijo de Tezozomoc, lo puso en noticia de su
padre, el cual, creyendo que era llegado el tiempo de poner en ejecución su pensamiento, llamó a los señores de Otompan y de
Chalco, en cuya fidelidad tenía más confianza y cuyos estados se
hallaban en situación favorable a su intento, y les encargó que
armasen en el mayor secreto un ejército numeroso, y lo emboscasen en un monte vecino al campamento del rey de Tezcoco:
que de allí le enviasen dos capitanes de los más diestros y valerosos, los cuales, con pretexto de comunicar al rey un negocio de
gran importancia, procurasen alejarlo cuanto les fuese posible
de su gente y le diesen muerte sin tardanza. Todo sucedió como
el malvado príncipe había pensado. Hallábase a la sazón el rey
en las cercanías de Tlaxcala; no tuvo la menor sospecha de los
dos capitanes que se le presentaron y cayó incautamente en la
asechanza que le habían apercibido. Ejecutóse el atentado a vista del ejército real, aunque a cierta distancia. Acudieron inmediatamente las tropas fieles a castigar aquellos perversos pero sobrevino el ejército de los conjurados, que era numeroso, y los
;
;
FRANCISCO
152
J.
CLAVIJERO
derrotó completamente. Apenas se pudo salvar el cadáver del
rey para hacerle las debidas exequias, y el príncipe heredero,
testigo del trágico fin de su padre, se vio obligado a esconderse
entre unas malezas, para substraerse al furor de sus enemigos.
Así acabó sus días el malaventurado rey Ixtlilxochitl, después
de siete años de reinado, en el de 1410.
Dejó muchos hijos, y entre ellos a Nezahualcoyotl, heredero
de la corona, cuya madre fue Matlalcihuatzin, hija de Acamapitzin,
rey de México. (1)
Era este príncipe dotado de gran ingenio y de incomparable
magnanimidad, y más digno que ningún otro de ocupar el trono
de Acolhuacan mas por la preponderancia de Tezozomoc no pudo
tomar posesión del trono que por tantos títulos se le debía,
;
sino después
de algunos años de infinitos peligros y contra-
tiempos.
El pérfido Tezozomoc había preparado gruesos cuerpos de
tropas, a fin de que dado el proyectado golpe en la persona del
rey, invadiesen las ciudades de Tezcoco, Huexotla,
Coatlichan,
que habían sido las más fieles a su señor, y las entregasen a las llamas. Los habitantes de aquellos pue-r
blos, que pudieron huir, pasaron los montes y se refugiaron
antre los huexotzingos y los tlaxcaltecas: todos los otros murieron en defensa de su patria; pero vendieron muy caras sus
vidas, pues fue infinita la sangre que se derramó por una y otra
parte. Si se investiga la causa de estos desastres, se hallará que
no fue otra que la ambición de un príncipe. ¡Pluguiese a Dios
que fuesen menos frecuentes y menos violentos en el mundo los
estragos de las pasiones! Cuando no se ponen freno a las de un
monarca o a las de un ministro, bastan para inundar los campos de sangre humana, para arruinar las ciudades, para destruir
los estados y para trastornar toda la tierra.
Coatepec
e Itztapalapan,
Torquemada dice que Matlalcihuatzin era hija de Huitzilihuitl
pero ¿cómo puede ser esto? Añade que este rey, cuando subió al trono, no
tenía más que diez y siete años, que no estaba aún casado y que reinó
(1)
veintidós, o cuando más, veintiséis años.
Por otra parte representa a Netzahualcóyotl, en la muerte de su supuesto abuelo, en edad de poder ir a la
guerra, y de hacer negociaciones para asegurarse la corona; con que deberá
decirse que Huitzilihuitl, antes de cumplir 26 años de matrimonio, tenía
nietos de 20 a lo menos.
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
153
Satisfecha finalmente la crueldad del tirano con la opresión
de sus enemigos, se hizo proclamar rey de Acolhuacan, en la ciudad de Tezcoco, concediendo a los que habían tomado las armas
contra él, indulto general y permiso de volver a sus casas. Dio
en feudo la ciudad de Tezcoco a Quimalpopoca, rey de México,
y la de Huexotla a Tlacateotl, rey de Tlatelolco, en premio de
los grandes servicios que le habían prestado en aquella guerra.
Puso gobernadores fieles a su partido en otros puntos, y declaró
la ciudad de Azcapozalco corte y capital de todo el reino de Acol-
huacan.
Halláronse presentes a aquella solemnidad, aunque disfrazados, algunos personajes del partido opuesto al tirano, y entre
ellos el príncipe Nezahualcoyotl. El dolor y la rabia que éstos
sintieron en aquella ocasión, excitaron sus juveniles ardores;
y ya iban a precipitarse, cometiendo una acción temeraria contra sus enemigos, cuando los detuvo un confidente que los acompañaba, representándoles las fatales consecuencias de su arrojo, y haciéndoles ver cuánto mejor sería esperar del tiempo una
ocasión más oportuna para recobrar la corona y tomar venganza de sus opresores; que siendo ya de edad muy avanzada el tirano, su muerte, que no podría tardar, mudaría enteramente el
estado de las cosas; que los pueblos mismos se someterían entonces espontáneamente a sus señores legítimos, excitados por
la crueldad y por la injusticia del usurpador. Al mismo tiempo
un oficial mexicano de alta graduación (probablemente Itzcoatl,
hermano del rey y general de las armas mexicanas), o por su
propia autoridad, o por orden del rey Quimalpopoca, subió al
templo que en aquella corte tenía la nación tolteca y habló en
estos términos al inmenso pueblo que se había reunido: "Oíd,
chichimecas; oíd, acolhuas, y todos los que presentes os halláis:
ninguno se atreva a causar el menor daño a nuestro hijo Nezahualcoyotl; nadie permita que se le haga, si no quiere exponerse
a un rigoroso castigo. " Este aviso sirvió de mucho a la seguridad del príncipe heredero, pues todos querían evitar el enojo
de una nación que ya empezaba a inspirar respeto.
Poco tiempo después, muchos nobles de aquellos que por
sustraerse al furor de las tropas tepanecas, se habían refugiado
en Huexotzingo y en Tlaxcala, se reunieron en Papalotla, lugar
próximo a Tezcoco, para deliberar sobre el partido que debían
tomar en aquellas circunstancias; y todos convinieron en some-
FRANCISCO
154
J.
CLAVIJERO
nombrados por el usurpador, tanto por
evitar nuevas persecuciones, como para poderse entregar tranquiterse a los nuevos señores
lamente
al
cuidado de sus casas y familias.
CARGAS IMPUESTAS POR EL TIRANO
El tirano, después de haber satisfecho su ambición con la
usurpación del reino de Acolhuacan, y su crueldad con los estragos que en aquel territorio había hecho, quiso también satisfacer
su codicia con el bienestar de sus subditos. Impúsoles, además
del tributo que en víveres y ropas pagaban a su rey, otro de oro
y de piedras preciosas, sin conocer cuánto se exasperarían de
este modo los ánimos, que debería más bien conciliarse con la
moderación y con la suavidad, para asegurar la posesión de un
trono fundado en la crueldad y en la injusticia. Los nobles toltecas y chichimecas manifestaron deseos de presentarse al rey
para hablarle de este asunto. Parecióles excesiva la codicia del
tirano, y harto diferente su conducta de la moderación de los
antiguos reyes, sus progenitores. Resolvieron, pues, enviarle dos
eminentes oradores, uno tolteca y otro chichimeca, a fin de que
cada uno de ellos a nombre de su nación respectiva, le expusiese enérgicamente el daño que les hacía con aquellas exacciones.
Fueron en efecto a Azcapozalco, e introducidos a presencia del
tirano, después de una profundísima reverencia, habló primero
el tolteca, por ser más antigua su nación en aquel país, y le representó los humildes principios de los toltecas, los trabajos que
habían pasado antes de llegar al esplendor y gloria de que por
algún tiempo gozaron y la miseria a que habían quedado reducidos después de su último vencimiento: describió la dispersión
lamentable en que Xolotl los había encontrado cuando llegó a
aquella tierra; y recorriendo los anales de los dos siglos siguientes, hizo una patética enumeración de los desastres que habían
padecido, a fin de excitar la compasión del tirano y evitar a sus
compatriotas las nuevas cargas que éste les imponía.
Apenas hubo terminado su arenga el tolteca, tomó la palabra su compañero. "Yo, señor, dijo, puedo hablar con más confianza y libertad. Soy chichimeca, y hablo con un príncipe de la
misma
tzin
y
nación, descendiente de los grandes reyes Xolotl, NopalTlotzin. No ignoráis, que aquellos divinos chichimecas,
vuestros abuelos, despreciaban
el
oro y las piedras preciosas.
La
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
155
corona que ceñían era una guirnalda de hierbas y flores del campo; el arco y la flecha eran sus adornos. Manteníanse al principio de carne cruda y de vegetales insípidos, y su ropa se componía de la piel de ciervos y fieras que mataban en la caza. Cuando
aprendieron de los toltecas la agricultura, los reyes mismos trabajaban la tierra, para estimular con su ejemplo a sus subditos.
La opulencia y la gloria, a que los alzó después la fortuna, no
ensoberbeció sus ánimos generosos. Servíanse, como reyes, de
sus vasallos; pero los amaban como a hijos, y se contentaban
con que reconociesen su superioridad, ofreciéndoles los humildes
dones de la tierra. Yo, señor, no os traigo a la memoria estos
claros ejemplos de vuestros antepasados, si no es para suplicaros humildísimamente, que no exijáis más de nosotros, que lo
que ellos exigían de nuestros abuelos." Escuchó el tirano los
discursos y aunque lo ofendió la comparación que había hecho
el último orador entre él y los reyes antiguos, disimuló su enojo, y despidiendo a los diputados, confirmó la orden publicada sobre los nuevos tributos.
;
Entre tanto, Nezahualcoyotl recorría solícito muchas ciudades, a fin de concillarse los ánimos, y adquirir medios de recuperar el trono. Pero aunque lo amaban sus subditos, y deseaban verlo en posesión del reino, no se atrevían a favorecerlo
abiertamente, por miedo del tirano. Abandonáronlo muchos de
sus deudos y amigos, y entre ellos su tío Chimalpan, y Tecpanecatl, hermano de su segunda mujer, Nezahualxochitl, de la estirpe real de México. Continuando él, sin embargo, sus negociaciones, llegó una tarde a una villa de la provincia de Chalco, perteneciente a una señora viuda, llamada Tziltomiauh. Observó que
había allí una planta de maguey, de que la viuda sacaba vino,
no sólo para uso de su familia, sino también para venderlo; lo
cual estaba severamente prohibido por las leyes de los chichimecas. A vista de esto se inflamó de tal manera en celo por las
leyes de sus padres, que sin que lo contuviese la adversidad de
su fortuna, ni ningún otro respeto, dio muerte con su propia mano a la viuda delincuente acción inconsiderada y reprensible, en
que tuvo más parte el ardor de la edad que la prudencia. Hizo gran ruido este suceso en la provincia, y el señor de Chalco,
que era su enemigo y había sido cómplice en la muerte de su
padre, procuró con el mayor empeño haberlo a las manos; mas
;
;
FRANCISCO
156
el
J.
CLAVIJERO
príncipe previendo las consecuencias de su atentado, se había
ya puesto en salvo.
MUERTE DEL TIRANO TEZOZOMOC
Ocho años había estado Tezozomoc poseyendo tranquilamente el reino de Colhuacan, pretendido en vano por Xezahualcuando tuvo unos sueños funestos que lo pusieron en
gran consternación. Soñó, pues, que Nezahualcoyotl, transformado en águila, le destrozaba el pecho y le devoraba el corazón
y otra vez, que convertido aquel príncipe en león, le lamía el
cuerpo y le chupaba la sangre. De tal modo lo amedrentaron
coyotl,
estas trágicas visiones, obra de la conciencia de su injusticia y
tiranía, que llamando a sus tres hijos Tayatzin, Teuctzintli y Max-
expuesto sus sueños, les encargó que
diesen muerte cuanto antes a Nezahualcoyotl; pero con tanto
secreto, que ninguno pudiese sospechar el autor de aquel delito.
Apenas sobrevivió un año a este suceso. Era tan viejo, que no
pudiendo calentarse, ni estar sentado, lo tenían cubierto de algodón, en una canasta a guisa de cuna; pero desde esta especie de
sepultura, continuaba tiranizando a sus pueblos, y pronunciando oráculos de injusticia. Poco antes de morir, nombró por sucesor a su hijo Tayatzin, y volvió a encargarle la muerte de su
enemigo, conservando hasta el último aliento sus perversos designios. Así terminó su larga vida aquel monstruo de ambición,
de perfidia y de injusticia, por los años de 1422, después de haber tiranizado nueve años el reino de Acolhuacan. y poseído más
largo tiempo el estado de Azcapozalco. (1)
Aunque tocaba a Tayatzin como heredero del trono, dar las
órdenes oportunas para las exequias de su padre, arrogóse aquella autoridad su hermano Maxtlaton, como más atrevido y activo, y empezó desde entonces a mandar con tanta arrogancia, cotlaton, después de haberles
Torquemada
Tezozomoc fue hijo del primer príncipe acolun reinado de 160 a 180 años; pero de la arenga del orador chichimeca se infiere que Tezozomoc descendía de Xolotl,
de Nopaltzin y de Tlotzin. La hermana de Nopaltzin se casó con el príncipe
(1)
dice que
hua, dándole por consiguiente
Acolhuatzin, y sus hijos eran por consiguiente, primos de
Nopaltzin. En todo esto conviene Torquemada. ¿Cómo es
hombre descienda de su primo ? El que lea la genealogía de
mecas en la obra de aquel autor, no podrá menos de echar
vocaciones que ha padecido.
Tlotzin, hijo de
posible que
un
los reyes chichi-
de ver las equi-
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
mo
157
estuviese en posesión del trono a que aspiraba, creyendo
que no le sería difícil oprimir a su hermano, que era en efecto tímido y poco práctico en el gobierno. Pasó Maxtlaton avisos a los
si
reyes de México y Tlatelolco, y a otros potentados, a fin de que
honrasen con su presencia y con sus lágrimas las exequias de su
monarca. Nezahualcoyotl, aunque no convidado, quiso hallarse
presente para observar por sí mismo, según se colige, la disposición de los espíritus en la corte. Acudió, pues, acompañado
de un íntimo confidente y de alguna comitiva, y entrando en la
sala de palacio donde estaba expuesto el real cadáver, encontró
en ella a los reyes de México y de Tlatelolco, a los tres príncipes
hijos del tirano y a otros personajes. Saludólos uno a uno, según
el orden en que estaban sentados, empezando por el de México,
y presentóles ramos de flores, según el uso de aquel país. Terminados los cumplimientos, se sentó al lado del rey Quimalpopoca,
su cuñado, para acompañarlo en su dolor. Teuctzintli, uno de los
hijos de Tezozomoc y heredero de su crueldad, juzgando aquella ocasión oportuna de ejecutar el encargo de su padre, se lo
propuso a su hermano Maxtlaton; mas éste, aunque con un corazón no menos inhumano, tenía más prudencia y disimulo. "Aparta, le dijo, de tu pensamiento ese designio. ¿Qué dirían los hombres de nosotros, si nos viesen maquinar la muerte de otro, cuando
sólo debemos llorar la de nuestro padre? Dirían que no es
grave el dolor que deja lugar a la ambición y a la venganza. El
tiempo nos ofrecerá la oportunidad de poner en ejecución los
mandatos de nuestro padre, sin atraernos el odio de nuestros subditos. Nezahualcoyotl no es invisible: si no se esconde en el fuego, en el agua o en las entrañas de la tierra, infaliblemente caerá en nuestras manos." Esto acaeció el cuarto día después de la
muerte del tirano, y el mismo día fue quemado su cadáver y enterradas sus cenizas con gran pompa y solemnidad.
El día siguiente volvieron a sus ciudades los reyes de México y de Tlatelolco, y Maxtlaton empezó a descubrir con menos
reserva su ambicioso designio de apoderarse del reino, manifestando en su arrogancia y osadía, que estaba dispuesto a emplear
la violencia, si no le bastaba la astucia. Tayatzin no tuvo valor
para oponérsele, pues conocía su índole arrojada e impetuosa, y
la ventaja que le llevaba en la costumbre que tenían los subditos
de obedecerlo. Tomó, pues, el partido de ir a México para conferir con el rey Quimalpopoca, a quien había sido recomendado por
158
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
su padre, sobre un asunto de tanta importancia. Fue acogido
por aquel monarca con extraordinarias demostraciones de aprecio, y después de los cumplimientos de estilo, le dijo Quimalpopoca "¿Qué hacéis, príncipe? ¿no es vuestro reino? ¿no os lo dejó
vuestro padre? ¿Por qué, pues, viéndoos injustamente despojado, no empleáis vuestros mayores esfuerzos en recobrar lo que
legítimamente os pertenece?" "Poco importan mis derechos, res-
pondió Tayatzin, si no me ayudan mis subditos. Mi hermano se
ha hecho dueño del reino, y no hay quien lo contradiga. Sería
temeridad oponerme a su poder, sin otra fuerza que mis deseos
y la justicia de mi causa." "Lo que no se logra con la fuerza,
replicó Quimalpopoca, se logra con la maña. Yo os sugeriré un
medio eficaz de libertaros de vuestro hermano y poneros sin
peligro en posesión del trono. No habitéis el palacio de vuestro
padre, y dad por pretexto que en él se renueva vuestro dolor
con la memoria de sus acciones y del amor que os tenía. Decid
que queréis edificar otro palacio para vuestra residencia. Cuando
esté concluido, dad un espléndido banquete, y convidad a vuestro
hermano: allí, en medio de la alegría general, os será fácil, con
gente secretamente preparada, libertar a vuestro reino de un
tirano, y a vos de un rival tan pernicioso y tan injusto; y para
que logréis con más seguridad vuestro intento, yo acudiré a vuestro auxilio con mi persona y con/las fuerzas de mi nación." A
este consejo no respondió Tayatzin sino con una mirada llena de
dolor, ocasionada por el amor de su hermano, o por la perversidad
de la acción que se le proponía.
De este suceso fue testigo un criado de Tayatzin, que se había ocultado en un rincón, desde donde pudo escuchar todo lo
que dijeron aquellos dos personajes; y esperando hacer fortuna
por medio de la delación, partió en secreto aquella misma noche
para Azcapozalco, fue en derechura a palacio, y obtenida audiencia de Maxtlaton, le reveló cuanto había oído. Hallóse en aquel
instante combatido su ánimo por la cólera, por el temor y por
la pesadumbre que en él produjo tan horrible descubrimiento;
pero como político y diestro en ocultar sus sentimientos, fingió
despreciar el aviso y reconvino ásperamente al delator por su
temeridad en calumniar a dos personas tan elevadas: aparentó
atribuir aquella acción a embriaguez del que se la descubría, y
lo mandó a su casa a dormir la borrachera. Pasó toda la noche
deliberando sobre el partido que debía tomar, y determinó final-
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
mente prevenir
cerlo caer
los designios
159
que atribuía a su hermano y ha-
en sus redes.
MAXTLATON, TIRANO DE ACOLHUACAN
En, la
mañana
del día siguiente convocó al pueblo de Azcapo-
y le dijo: que no pudiendo permanecer en el alcázar de su
padre, que pertenecía a Tayatzin, y necesitando tener casa en
aquella corte para alojarse en ella, cuando algún grave motivo
lo llamase de sus estados de Coyohuacan, quería que le diesen
una prueba de su amor, construyéndole, cuanto antes, un edifizalco,
Fue tal la diligencia de. los azcapozalqueses, y tanta la muchedumbre de operarios que acudió al llamamiento del príncipe,
cio.
que a pesar de no haberse detenido Tayatzin más que tres días
en México, a su regreso a la capital, halló empezada la fábrica.
Maravillóse de aquella novedad; y preguntando el motivo a su
hermano, le respondió éste: que no queriendo perjudicar sus intereses, ocupando la casa real, había pensado labrar otra, para
residir en ella cuando viniese a la corte. Quedó satisfecho el buen
Tayatzin con esta contestación, y se persuadió fácilmente que
Maxtlaton no pensaba ya en la usurpación de la corona. Terminada en poco tiempo la obra, convidó Maxtlaton a comer en su
nueva casa a sus hermanos, al rey de México, al de Tlatelolco y
a otros personajes. Tayatzin, ignorando la traición de su criado,
no sospechó el lazo en que iba a caer pero Quimalpopoca, que era
más astuto y más cauto, receló la perfidia, y se excusó cortesmente de asistir al convite. Llegado el día del banquete concurrieron los huéspedes a la nueva casa, y cuando estaban más
engolfados en la alegría, y quizás también en los excesos del
vino, entró de improviso gente armada y acometió con tal violencia al cuitado Tayatzin, que apenas fijó sus ojos en los asesinos, cuando se los cerró para siempre la muerte. Turbóse todo
el concurso con tan inesperada tragedia: Maxtlaton tomó entonces la palabra, y expuso la traición contra él proyectada, asegurando a los presentes que sólo había tratado de evitar el golpe
que lo amenazaba. Con éste y otros discursos cambió de tal modo
los ánimos, que en vez de vengar la muerte de su legítimo señor,
aclamaron rey al pérfido tirano; pero si la injusticia lo subió al
trono, fue para precipitarlo desde mayor altura.
;
160
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
AGRAVIOS QUE HIZO EL TIRANO AL REY DE MÉXICO
Aún mayor era el enojo de Maxtlaton contra el rey de México; mas no le pareció conveniente atentar contra su vida,
hasta hallarse bien seguro en el trono. Desfogó, entre tanto, su
rabia en injurias contra su persona y en ultrajes a su dignidad.
Poco tiempo después de haber usurpado el reino, le envió el rey
de México el regalo que le solía hacer todos los años en reconocimiento de su alto dominio. Este presente, que consistía en tres
canastas de peces, cangrejos y ranas y en algunas legumbres,
fue llevado por algunas personas notables de la corte de Quimalpopoca, las cuales pronunciaron un elocuente discurso, lleno de
expresiones de sumisión y de respeto. Maxtlaton manifestó recibirlo con agradecimiento; pero debiendo, según la costumbre
de aquellas naciones, responder con otro regalo, y queriendo
aprovechar aquella ocasión para vengarse, después de haber consultado con sus confidentes, hizo entregar a los embajadores
mexicanos, para su rey, un cueitl, que era un traje mujeril, y
una camisa de mujer, significando de este modo que lo tenía por
afeminado y cobarde: injuria la más sensible que pudiera hacerse a aquellas gentes, las cuales nada estimaban en tanto como
el valor y el atrevimiento. Fue grande el disgusto de Quimalpopoca al recibir esta afrenta de la que hubiera querido vengarse,
pero carecía por entonces de los medios de hacerlo.
;
A
tan notable ofensa siguió otra más dolorosa, porque atacaba más directamente el honor. Supo el tirano que entre las
mujeres del rey de México había una singularmente hermosa;
e inflamado por esta sola noticia en perversos designios, determinó sacrificar a sus deseos la honestidad y la justicia. Para
conseguir su intento se valió de unas damas tepanecas, encargándoles que cuando visitasen, como solían hacerlo, a la mexicana, la convidasen a pasar algunos días en Azcapozalco. Siendo
entonces muy frecuentes estas visitas entre personas de la primera clase y de diversas naciones, no fue difícil al protervo príncipe hallar la ocasión que tanto deseaba de satisfacer su pasión,
sin que bastasen a contenerlo las lágrimas ni los esfuerzos con
que aquella infeliz procuró oponerse a su osadía. Volvióse ésta a
México, llena de ignominia y con el corazón penetrado de dolor,
se quejó a su marido de aquel atentado. Este rey malhadado, no
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
161
queriendo sobrevivir a su deshonra, o temeroso de morir a manos del tirano, resolvió poner término a su amarga existencia,
sacrificándose a su dios Huitzilopochtli, como lo habían hecho algunos héroes de su nación, creyendo que de este modo borraría
la infamia recibida y se libertaría del fin ignominioso que debía temer de su enemigo. Comunicó esta determinación a sus
cortesanos, los cuales obcecados por sus falsas ideas religiosas,
no sólo la aplaudieron, sino que muchos de ellos quisieron participar de la gloria de tan bárbaro sacrificio.
PRISIÓN Y MUERTE DEL REY QUIMALPOPOCA
Llegado el día señalado para aquella religiosa tragedia, compareció el rey vestido como representaban a su dios Huitzilopochtli, y todos los otros que debían acompañarlo llevaban las
mejores ropas que tenían. Dióse principio a la fiesta con un solemne baile, durante el cual iban los sacerdotes sacrificando una
a una aquellas desventuradas víctimas, reservando al rey para
lo último. No era posible que el tirano ignorase una novedad tan
extraordinaria. Súpola en efecto algunos días antes; y a fin
de que su enemigo no se sustrajese a su venganza por medio de
una muerte espontánea, envió un cuerpo de tropas a sorprenderlo antes del sacrificio. Llegaron en efecto, cuando apenas quedaban dos víctimas, después de las cuales debía ser inmolado el
rey. Fue preso este infeliz príncipe por los tepanecas y conducido sin pérdida de tiempo a Azcapozalco, donde lo pusieron en
una fuerte jaula de madera, que era la cárcel usada por aquellas
gentes, como después veremos, y fue custodiado por una guardia
numerosa. En toda esta historia hay circunstancias harto inverosímiles mas yo la refiero como la hallo en los historiadores
de México. Es extraño que los tepanecas se atreviesen a entrar
en aquella ciudad, a cometer un atentado tan peligroso, y que
los mexicanos no se armasen en defensa de su rey; mas también
es cierto que el gran poderío del tirano pudo animar a los unos,
;
e
intimidar a los otros.
Con
el
cautiverio de Quimalpopoca se avivó en
el
ánimo de
deseo de apoderarse también del príncipe Nezahualcoyotl; y para lograrlo más fácilmente, lo mandó llamar pretextando un convenio que con él quería celebrar acerca de la
corona de Acolhuacan. El astuto príncipe conoció la intención ma-
Maxtlaton
el
L62
FRANCISCO
J.
CLAVIJERO
ardor de la edad y el denuedo
o temeridad de su índole, lo hacían arrostrar intrépidamente
los más graves riesgos. En su tránsito por Tlatelolco visitó a un
confidente suyo, llamado Quiquincatl, el cual le hizo saber que el
tirano, no sólo maquinaba contra su vida y contra la del rey
de Tlatelolco, sino que deseaba aniquilar, si podía, toda la nación acolhua. Sin arredrarse por esto, pasó aquella misma tarde a Azcapozalco, y se fue en derechura a casa de un amigo. Por
la mañana temprano fue a buscar a Chachaton, favorito del
rey, y que sin embargo había dado al mismo Nezahualcoyotl grandes muestras de afecto, y se encomendó a él, a fin de que disuadiese a Maxtlaton de intentar algo contra su persona. Pasaron
los dos juntos a palacio, y se adelantó Chachaton para avisar a
su señor la llegada del príncipe, y hablarle en su favor. Entró en
seguida el príncipe, y después de saludar al tirano, le habló
en estos términos, "Sé que habéis aprisionado al rey de México,
y no sé si habéis mandado darle muerte, o si vive aún en su prisión. He oído también que queréis quitarme la vida. Si así es,
aquí estoy: matadme con vuestras manos, a fin de que se desahogue vuestra cólera con un príncipe no menos inocente que
desgraciado." Al terminar estas palabras, la memoria de sus
infortunios arrancó algunas lágrimas de sus ojos. "¿Qué te parece de esto?" preguntó entonces Maxtlaton a su favorito. "¿No
es admirable que un joven que apenas ha empezado a gozar de la
vida, busque tan intrépidamente la muerte?" Volviéndose después al príncipe, le aseguró que no era su intento privarlo de la
vida; que el rey de México no había muerto, ni pensaba hacerlo
morir; y procuró también justificarse del cautiverio en que tenía a aquel monarca. Terminada esta conversación dio orden
de que el príncipe fuese alojado como correspondía a su dignidad.
Noticioso Quimalpopoca de la llegada del príncipe su cuñado a la corte, le envió un recado suplicándole que fuese a verlo
en su prisión. Condescendió Nezahualcoyotl con este deseo obtenida antes licencia de Maxtlaton y al verse aquellos dos infelices, se abrazaron manifestando la mayor ternura en sus semblantes y en sus expresiones. Expuso Quimalpopoca a su cuñado
la serie de sus desgracias le hizo saber las malignas intenciones
del tirano contra ellos dos, y le rogó que no volviese más a la
corte, porque si lo hacía, lo haría morir infaliblemente el común
enemigo, y quedaría Ja nación acolhua en la orfandad y en el abanligua de su perseguidor; pero
el
;
;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
163
pues mi muerte es inevitable, te ruego encarecidamente que cuides de mis pobres mexicanos. Sé para
ellos un verdadero amigo y un padre afectuoso; y en prenda
de mi afecto, acepta este pendiente, que fue de mi hermano Huitzilihuitl:" y quitándose del labio un pendiente de oro, y otros de
las orejas, con otras joyas que conservaba en su prisión, se las
dio al príncipe, haciendo otros regalos a un sirviente que lo acompañaba. Separáronse en seguida con grandes muestras de dolor,
no queriendo prolongar la entrevista, por no inspirar sospechas
a los guardias. Nezahualcoyotl, tomando el consejo que su cuñado
acababa de darle, salió inmediatamente de la corte, y no volvió
más a presentarse al tirano. Pasó a Tlatelolco, y tomando allí un
barco con buenos remeros, se dirigió apresuradamente a Tezcoco.
dono. "Finalmente,
le dijo,
Quimalpopoca quedó en su amarga soledad, envuelto en las
más tristes consideraciones. Cada día le era más insoportable
y ni tenía esperanza de recobrar la libertad, ni de
ser útil a su nación en el breve tiempo que le quedaba de vida.
"Si debo morir, decía, ¡cuánto mejor y más glorioso no será morir
por mis manos, que a las de un pérfido y cruel opresor Ya que no
puedo vengarme de él de otro modo, a lo menos no le dejaré
el placer de escoger el tiempo y el género de muerte con que debo acabar mis tristes días. Quiero ser dueño de mi existencia,
ponerle término cuándo y cómo quiera, y ser el ejecutor de mi
muerte, para que ella sea tanto menos ignominiosa, cuanto menos
dependa de la voluntad de mi enemigo." (1) Con esta resolución,
tan propia de las ideas de aquella gente, se ahorcó de una de las
vigas de su jaula, valiéndose, como es de creerse, del cinturón
que usaba.
Con este trágico fin terminó su calamitosa vida el tercer rey
de México. No tenemos datos más circunstanciados que los que hemos expuesto, acerca de su carácter, ni de los progresos que
hizo la nación durante su reinado, el cual fue de cerca de trece
años, habiendo finalizado en 1423, un año, poco más o menos,
después de la muerte de Tezozomoc. Sábese de él, además, que en
el undécimo año de su reinado, hizo llevar a México una gran
piedra, para que sirviese de altar en el sacrificio común de los
la prisión,
!
Estas últimas palabras do Quimalpopoca, referidas por los histo
riadores mexicanos, no pudieron ser sabidas sino por la deposición de los
guardias que estaban alrededor de la jaula.
(1)
FRANCISCO
164
prisioneros, y otra
J.
CLAVIJERO
mayor y redonda para
de los gladiadores,
cuarta pintura de la Colección de
el
de que hablaré después. En la
Mendoza se representaban las victorias que los mexicanos consiguieron en tiempo de Quimalpopoca, y la batalla naval que tuvieron con los chalqueses, con pérdida de alguna gente, y de algunos barcos que echaron a pique los enemigos. El intérprete
de aquella Colección añade, que Quimalpopoca dejó muchos hijos de sus concubinas.
PERSECUCIÓN DEL PRINCIPE NEZAHUALCOYOTL
Cuando Maxtlaton tuvo
noticia de la
muerte de su
ilustre
prisionero, encolerizado por ver frustrados sus proyectos, y te-
meroso de que Nezahualcoyotl se sustrajese también a su venganza, resolvió anticiparle de cualquier modo la muerte, que hasta
entonces no le había dado, o por no haberlo podido ejecutar del
modo conforme a las instrucciones de su padre, o porque lo habían amedrentado, como dicen algunos autores, ciertos agüeros
de los sacerdotes mas ya su cólera era tal, que no podían conte:
nerla motivos de religión; así que, llamó a cuatro capitanes de
su ejército, y les mandó que buscasen por
todas partes a aquel príncipe, y le quitasen irremisiblemente la
vida, donde quiera que lo hallasen. Salieron los capitanes tepa-
los
más arrojados de
necas con poca gente, para que con el ruido de su expedición no
se les escapase la presa, y se fueron en derechura a Tezcoco,
donde a la sazón estaba el príncipe jugando al balón con un criado
suyo llamado Ocelotl. Era su costumbre, cuando llegaba a un
pueblo, con designio de reanimar a su partido, ocuparse en bailes, juegos y otras diversiones, para que los gobernadores, que
por orden del tirano espiaban su conducta y observaban sus
pasos, viéndolo entregado a esos pasatiempos se persuadiesen de
que ya no pensaba en la corona, y no lo incomodasen con molestas investigaciones. Así era como lograba promover sus intereses
sin excitar sospechas. En aquella ocasión, antes que los capitanes
llegasen a su casa, supo que habían llegado tepanecas al pueblo, y que venían armados con lo que, sospechando lo que podría
ser, dejó el juego y se retiró a las estancias más interiores de
palacio. Avisado después por el portero que los recientemente venidos querían verlo, mandó a Ocelotl que los recibiese y les participase que se les presentaría cuando hubiesen comido y reposado.
;
HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO
165
No
creyeron los tepanecas que perderían la ocasión, por diferir
el golpe, o quizás no se atrevieron a ejecutar su encargo, hasta
estar seguros de que no habría en la casa quien pudiera hacerles
resistencia: así que, después de haber descansado, se pusieron
a la mesa y mientras comían, el príncipe se escapó por una salida secreta y retirándose de la ciudad, caminó más de una milla
hasta Cuauhtitlan, lugar compuesto de tejedores, gente que le era
fiel y afecta, y allí se esco