Tsunamis: qué son y cómo se producen

Tsunamis: qué son y cómo se producen

¿Qué es un tsunami? ¿Cómo se forma y cuál es su capacidad destructiva? ¿Es posible predecirlos y medirlos? Respondemos a todas estas cuestiones sobre los temidos tsunamis.

Héctor Rodríguez
Héctor Rodríguez

Editor y periodista especializado en ciencia y naturaleza

Actualizado a

Buque arrasado por un tsunami
Istock

Las olas producidas por los tsunamis son diferentes a las originadas por el viento y las tormentas

Qué es un tsunami

La palabra tsunami o sunami, procede las palabras japonesas "tsu", la cual se traduce como "puerto" o "bahía", y "nami", que significa ola. En todo el mundo se ha adoptado este término nipón para referirnos a un fenómeno que consiste en la llegada de una serie de olas que se precipitan hacia la costa y que pueden ser provocadas por grandes terremotos que tienen lugar cerca o debajo del océano, erupciones volcánicas, deslizamientos submarinos de tierra, deslizamientos terrestres de grandes volúmenes de escombros, detonaciones nucleares submarinas e incluso el impacto de un meteorito de grandes dimensiones.

En frecuentes ocasiones se ha aludido a los tsunamis como maremotos. Sin embargo, los científicos normalmente descartan el empleo de este otro término debido a que estas olas no están causadas por la acción de las mareas. A diferencia de las olas típicas del océano, las olas producidas por los tsunamis son diferentes a las originadas por el viento y las tormentas, y la mayor parte de ellas no "rompen" como las olas que disfrutamos en las playas.

Al contrario, los tsunamis consisten en una serie de olas que pueden producirse a lo largo de horas e incluso días, y que se precipitan hacia la costa como una marea que crece muy rápidamente, genera poderosas corrientes y se extienden tierra adentro generando grandes daños materiales. A menudo toman la forma de paredes de agua que pueden alcanzar la costa en periodos de entre 5 y 60 minutos.

Representación artística de un tsunami que se adentra en una ciudad
Foto: iStock

También es importante destacar que durante un tsunami, la primera ola que arriba a la costa no suele ser la más potente, y a menudo son las olas sucesivas las que tienen un mayor poder destructivo. Cuando la ola de un tsunami ingresa tierra a dentro por primera vez, suele retroceder dejando expuesto el lecho marino a lo largo de decenas e incluso centenares de metros, lo que resulta una señal inequívoca de que hay que hay que alejarse de la costa todo lo posible. Después del impacto de la primera ola, las consecutivas que llegan a tierra arrastrarán consigo muchos escombros flotantes que fueron destruidos por las olas anteriores. Del mismo modo, los tsunamis se vuelven especialmente peligrosos cuando sus olas llegan a un puerto natural o artificial, donde generan potentes corrientes o se adentran, a veces durante kilómetros, por ríos o marismas.

Cómo se forma un tsunami

Los tsunamis pueden generarse debido a erupciones volcánicas, deslizamientos submarinos de tierra, deslizamientos terrestres de grandes volúmenes de escombros, detonaciones nucleares submarinas e incluso el impacto de un meteorito de grandes dimensiones, sin embargo, los desencadenante más comunes de un tsunami son los terremotos submarinos formados en los límites convergentes de las placas tectónicas. De hecho, según la base de datos histórica global del Centro Nacional de Datos Geofísicos de los Estados Unidos, más del 80 % de los tsunamis registrados han sido producido por terremotos.

Teniendo esto en cuenta, la formación de un tsunami puede dividirse en 4 fases:

  • Un tsunami generalmente comienza lejos de la costa con una fase inicial en la que un terremoto, una erupción volcánica o un movimiento abrupto de terreno en el fondo del mar desplaza el agua que se encuentra por encima. Cabe no dejarse engañar, ya que aunque el terreno afectado pueda ser relativamente pequeño, la enorme liberación de energía en estos eventos desplaza a toda la columna de agua que se encuentra por encima de él, afectando a un gran área y volumen total de agua. El tamaño del tsunami estará determinado por la magnitud de la deformación vertical del fondo marino.
  • En el océano profundo las olas de un tsunami pueden ser prácticamente imperceptibles, de apenas unos 30 centímetros, sin embargo pueden viajar por miles de kilómetros atravesando el océano a velocidades de hasta 1.000 kilómetros por hora. Durante esta fase de propagación, a diferencia de las olas normales, las cuales suelen estar separadas por decenas de metros, las sucesivas crestas de las olas de un tsunami pueden estar separadas por distancias de hasta 200 kilómetros.
  • Durante la fase de amplificación, a medida que se acerca a la costa la altura de las olas de un tsunami aumentan y la distancia entre dos crestas adyacentes disminuye. Cuando se acercan a la costa, la fricción con el suelo menos profundo ralentiza la velocidad de la ola pero incrementa su altura, la cual puede elevarse en los casos más extremos hasta los 30 metros de altura. La primera parte de la ola que llegará a la costa local es un valle, y no una cresta de ola, lo que provoca que la marea se retire cientos de metros más de lo habitual. Este retroceso suele tener lugar durante unos 6 minutos antes de que la primera ola de un tsunami golpee la costa.
  • A diferencia de las olas normales, las olas de un tsunami no rompen, si no que avanzan como un muro sólido de agua que choca contra la línea de costa. Durante esta última etapa o fase de impacto, la gran masa de agua arrastrada por la ola ingresa tierra adentro. Cuando tocan tierra, la mayoría de los tsunamis tienen menos de 1 metro de altura, pero en casos extremos, pueden exceder los 30 metros. Un tsunami puede llegar a la costa como una inundación que crece rápidamente o una pared de agua turbulenta, y un gran tsunami puede inundar áreas costeras bajas a más de un kilómetro tierra adentro.

Cuál es la capacidad destructiva de un tsunami

Aunque mar adentro los tsunamis no representan apenas una amenaza para la embarcaciones, los efectos de un tsunami en la costa pueden variar en gran medida, siendo algunos imperceptibles y otros verdaderamente devastadores. Así, los efectos destructivos de un tsunami dependerán tanto de las características del evento sísmico que los generó, entre las que se incluyen la distancia a su punto de origen o su magnitud, así como de las características batimétricas de la costa hacia la que se acerca el tsunami.

En este sentido, como resultado de pequeños terremotos, casi a diario se producen pequeños tsunamis no destructivos y apenas indetectables sin equipos de medición de precisión, los cuales en muchas ocasiones o se producen demasiado lejos de la costa o no tienen la suficiente potencia como para tener algún efecto al llegar a la orilla. De hecho, muchos tsunamis que llegan a la costa pueden no ser más que percibidos como una fuerte marejada.

Un pueblo de la costa de Sumatra tras el tsunami de 2004
Foto: U.S. Navy

Sin embargo, cuando se producen fruto de un gran terremoto las olas de un tsunami pueden alcanzar una altura extremadamente grande, de hasta 30 metros de altura, atacando impíamente la costa y produciendo daños devastadores a la costa y la perdida de miles de vidas. De hecho, una pequeña ola de 30 centímetros en mar abierto puede convertirse en un auténtico monstruo de agua de hasta 30 metros al llegar a la costa. Estos efectos pueden verse agravados cuando las olas llegan a una bahía o se adentran por ríos o rías, pudiendo avanzar varios kilómetros tierra adentro.

Así, cuando las olas gigantes de un tsunami golpean la costa, pueden destruir casi todo lo que se interponga en su camino, bien por la fuerza aplastante y el impacto directo del frente de agua, o bien por el poder destructivo del gran volumen de agua drenado que arrastra todo a su paso, incluso cuando estas olas no alcanzan una gran altura. Esto se agrava cuando un tsunami golpea a las naciones menos desarrolladas, ya que las infraestructuras están menos preparadas ante estos eventos.

Otro de los peores efectos de un tsunami es el elevado coste en vidas humanas, ya que se trata de un fenómeno del que es casi imposible escapar por el poco de margen de tiempo entre un posible aviso de emergencia y que un tsunami golpee tierra. Se calcula que solo desde 1850, los tsunamis han sido responsables de la pérdida de más de 430.000 vidas. A todo ello hay que sumar los graves impacto ambientales causados por el fenómeno, ya que un tsunami tiene efecto devastador sobre el paisaje, arrastrando toneladas de escombros por centenas de metros, así como de desechos sólidos y contaminantes. Además es común que en la áreas cercanas a la costa el agua del mar afecte infraestructuras como el alcantarillado y el suministro de agua dulce para beber, por lo que la propagación de enfermedades puede ser otra de las graves consecuencias tardías de un tsunami.

Cómo se miden los tsunamis

Al igual que con muchos fenómenos naturales, los tsunamis pueden variar en tamaño desde microtsunamis detectables solo por instrumentos sensibles en el fondo del océano hasta megatsunamis que pueden afectar las costas de continentes enteros, como el tsunami del Océano Índico de 2004. Su magnitud va a depender de la existencia de una serie de factores físicos y de la presencia o no de asentamientos humanos. Así, en base a su poder destructor y sus efectos en la costa, a lo largo de los años varios científicos han propuesto varias escalas para expresar la magnitud de un tsunami. Una de ellas fue la escala Inamura que ideada en 1949 propuso una escala de magnitud en función de la altura de las olas y los daños provocados por estas en la costa. Más tarde en 1963 la escala Lida, propuso una escala en grados relacionando la máxima altura de subida que alcanzaba la ola en tierra medida sobre el nivel medio del mar, y la energía de los tsunamis correspondiente a diferentes grados de intensidad. Más tarde Wiegel en 1970, unificó ambas, relacionando la altura de las olas y la cota máxima de inundación que podían alcanzar estas en tierra.

Escala de grados de tsunami de Wiegel

Grado del tsunami (M)/ Altura de la ola (H) en metros / Cota máxima de inundación (R) en metros / Descripción de los daños

  • 0 / 1-2 / 1-1,5 /No produce daños
  • 1 / 2-5 / 2-3 / Casas inundadas y botes destruidos.
  • 2 / 5-10 / 4-6 / Fallecimientos humanos, barcos y casas destruidos.
  • 3 / 10-20 / 8-12 / Daños extendidos a lo largo de 400 kilómetros de la línea de la costa.
  • 4/ Superior a 30 / 16-24 / Daños extendidos a lo largo de 500 kilómetros de la línea de la costa

¿Es posible predecir los tsunamis?

Debido a que la mayoría de los tsunamis están relacionados con la actividad tectónica, y sobre todo con la ocurrencia de terremotos, del mismo modo que en la actualidad resulta imposible predecir cuando se producirá un terremoto, también es imposible saber cuando tendrá lugar un tsunami. No obstante, una vez se produce un seísmo en el océano, si que es factible saber, en base al lugar en el que se ha producido y a las características del lecho marino afectado, las áreas que pueden verse afectadas por la actividad de un tsunami.

De este modo, el tiempo que un tsunami puede tardar en llegar a determinadas costas se puede prever tomando en cuenta factores como la localización del epicentro y la magnitud del terremoto. También debido a que se conoce la velocidad a la que las ondas pueden viajar resulta posible avisar con antelación y de manera aproximada con que intensidad y margen de tiempo pueden las olas alcanzar a la costa. No obstante este periodo de demora desde que se produce el terremoto hasta que un tsunami alcanza la costa puede variar entre unos pocos minutos y varias horas, dependiendo de la distancia al epicentro del terremoto.

¿Dónde se producen más tsunamis?

Una vez más, debido a que la mayoría de los tsunamis están relacionados con la actividad tectónica, y sobre todo con la ocurrencia de terremotos, la zona del mundo más susceptible de que se produzcan tsunamis es el océano Pacífico, concretamente el área conocida como el cinturón de fuego, ya que es aquí donde se registran la mayor cantidad de terremotos de nuestro planeta. Los científicos estiman que más de tres cuartas partes de los tsunamis del mundo, aproximadamente el 78%, ocurren en el Océano Pacífico, donde son comunes las zonas de subducción.

Según el Servicio Meteorológico Nacional de los Estados Unidos, el mayor porcentaje de estos tsunamis, el 20%, se generan frente a la costa de Japón, seguido de Rusia e Indonesia con un 8%. Si bien la mayoría de los tsunamis son pequeños y no destructivos o solo afectan las costas cercanas a su fuente, algunos tsunamis pueden causar daños y muertes en costas muy distantes.

Los tsunamis más destructivos de la historia

Los tsunamis son uno de los desastres naturales más destructivos de la Tierra. El tsunami más potente registrado en la historia fue el que tuvo lugar el 26 de diciembre del año 2004 frente a la costa de Sumatra, en Indonesia, al norte de las islas Simeulue, el cual fue desencadenado por un terremoto de 9,1 en la escala sismológica de magnitud de momento provocando olas de hasta 30 metros que causaron cerca de 275.000 muertos en las costas de Indonesia, Sri Lanka, India, Tailandia y algunas partes de la costa este de África.

Otro de los peores tsunamis registrados fue el que tuvo lugar en Tōhoku, Japón, el 1 de marzo de 2011 y que golpeó la costa del país nipón con olas que con una velocidad de 650 kilómetros por hora alcanzaron los 12 metros de altura. Fue provocado por el conocido como "Gran Terremoto del Este de Japón" de magnitud 9,0 en la escala sismológica de magnitud de momento, y los residentes de la zona afectada solo dispusieron de apenas unos minutos desde que se produjo el tsunami hasta que las olas golpearon la costa. En el suceso, también famoso por la afectación de la central nuclear de Fukushima, murieron cerca de 20.000 personas.

Vista aérea de Sendai tras el tsunami de 2011, Japón
Foto: U.S. Navy

Uno de los tsunamis más famosos y destructivos, además de uno de los primeros mejor registrados, fue el que tuvo lugar el 1 de noviembre de 1755 en la costa de Lisboa, en Portugal, a causa del conocido Terremoto de Lisboa, cuya magnitud, estiman los sismólogos, con un epicentro en algún lugar desconocido del océano Atlántico a menos de 300 kilómetros de la costa, pudo oscilar entre 8,7 y 9,0 en la escala de magnitud de momento. Fue el primer terremoto cuyos efectos sobre un área grande fueron estudiados científicamente, por lo que marcó las bases de la sismología moderna. Se cree que en la catástrofe, donde las olas provocadas por el tsunami alcanzaron los 5 metros, murieron solo en Lisboa más de 90.000 personas, 15.000 de ellas a causa del tsunami.

Si hablamos de tsunamis destructivos, no podemos dejar de nombrar al provocado por la monstruosa explosión de la isla volcánica de Krakatoa, en el estrecho de Sonda, entre Java y Sumatra, el 27 de agosto de 1883, del cual se dice que alteración de los océanos pudo sentirse hasta en el Canal de la Mancha. Dicha erupción, considerada uno de los eventos volcánicos más potentes que jamás se hayan registrado, acabó con más del 70% de la isla, así como otras tantas islas en la inmediaciones quedaron destruidas. Acompañando a la erupción se produjo un tsunami de cuyas olas se cree que alcanzaron aproximadamente los 40 metros de altura que junto a la erupción acabaron con la vida de cerca de 36.000 personas.

Por otra parte, el terremoto de Chile de 2010 ocurrido frente a la costa de Maule, se clasifica como el sexto terremoto más grande jamás registrado por un sismógrafo. Con una magnitud de 8,8 en la escala de magnitud de momento y un epicentro situado a 115 kilómetros de la costa chilena, sus temblores se sintieron tan al norte como la ciudad de Ica, en Perú. Las olas del tsunami que siguieron a este evento, las cuales alcanzaron una altura de hasta 14 metros, afectaron a una región costera de 500 kilómetros. En Chile, 525 personas perdieron la vida, 25 personas desaparecieron y alrededor del 9% de la población de las regiones afectadas perdió sus hogares.