El triunfo del general Montgomery
Comandante de las tropas británicas en la Guerra del Desierto, el general Montgomery (apodado Monty) logró derrotar al brillante mariscal de campo alemán Rommel en El Alamein, al norte de África, y participó en la preparación del Día D.
Hasta 1942, Bernard Montgomery solo era conocido por haber sacado con vida a los soldados de Dunkerque en 1940. Por eso su nombramiento como comandante del 8.º Ejército Británico en el norte de África le llegaba, a los 58 años, como una de esas oportunidades que se presentan una vez en la vida.
El primer ministro Churchill necesitaba desesperadamente una victoria sobre los nazis y en primavera decidió relevar a la cúpula militar de África, donde la guerra no iba bien. Su primera opción era el general William Gott, pero el avión en el que este viajaba fue abatido por los alemanes pocas semanas antes del relevo, por lo que el trabajo acabó recayendo sobre Montgomery, un hombre con poco carisma y reputación de pendenciero, famoso por los permanentes castigos que infligía a quienes osaban desobedecerle, aunque también conocido por ser un competente teórico militar.
En su primer encuentro con Churchill, Montgomery rechazó el ofrecimiento de copa y puro que el jovial primer ministro le hizo después de la comida. Luego Churchill tendría dificultades para defender su nombramiento para la tarea de dirigir la Guerra del Desierto. “Del mismo modo que resulta incómodo en su propio entorno, le resultará incómodo al enemigo”, arguyó ante una audiencia escéptica que no tuvo más remedio que aceptar su elección.
A las dos semanas de su toma de posesión, los soldados británicos se despertaron con potentes luces y un sonido sordo y constante que reverberaba en el desierto y, a la luz de la luna, divisaron a los Panzers de Rommel avanzando hacia las posiciones aliadas de Alam Halfa, al sur de la ciudad clave de El Alamein. Uno de los oficiales corrió a la tienda de Montgomery a darle la noticia y decirle que debían contraatacar. Pero, cuando despertó al general, este dio una simple y sorprendente respuesta: “¡Perfecto! ¡Justo lo que buscaba!”, y se volvió a acostar.
Comienza el duelo con Rommel
Desde el mismo momento en que asumió el mando del 8.º Ejército, Montgomery se mostró convencido de que Rommel intentaría atacar Alam Halfa para, desde allí, seguir a El Alamein. Por eso concentró sus esfuerzos en reforzar Alam Halfa. La orden era que las tropas británicas se mantuvieran firmes y en ningún caso se dejaran arrastrar a terreno abierto, donde serían una presa fácil para los cañones alemanes. Montgomery pensaba que, si seguían esa estrategia, no habría problemas.
Estaba en lo cierto: después de seis días machacando las posiciones de Alam Halfa, los tanques de Rommel no consiguieron hacer que los ingleses se movieran. Por el contrario, la British Royal Air Force dejó caer un aluvión de bombas sobre los alemanes y al final Rommel se vio obligado a retirar sus blindados.
Ese golpe, relativamente pequeño, constituyó una enorme victoria moral para los británicos, que por primera vez vencían a Rommel. También era un importante éxito estratégico de Montgomery, que había conseguido predecir el plan del general alemán con acierto.
Pero la batalla de Alam Halfa había sido un mero aperitivo. El verdadero enfrentamiento estaba a punto de comenzar. El 23 de octubre de 1942, al anochecer, Montgomery se encontraba sentado en un puesto de observación, a las afueras de El Alamein, junto al oficial Freddie de Guingand. Las horas siguientes serían cruciales para el desarrollo de la Guerra del Desierto. El general se sentía preparado para enfrentarse a su destino en el campo de batalla.
Más información sobre el tema en el artículo El contraataque del oficial rebelde. Aparece en el ESPECIAL MUY HISTORIA, dedicado a Héroes y villanos. Colección de la II Guerra Mundial.
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