No nacía más que una nube, no nacía más que una lluvia tenebrosa, no nacía más que un lodo, no nacía más que una bruma que las tribus veían ante ellas.
¡Oh barca augusta, de proa triunfante, de doradas velas! De allá de la
bruma infinita, alzando la palma que agita, te saluda el divo Cristóbal, príncipe de las Carabelas.
Rubén Darío
No supe cuánto tiempo pasé así, mas en cuanto hube recuperado algo el conocimiento, vi a lo lejos, entre sorprendido suspiro, un hermoso oasis de espigadas palmeras que rodeaban a un pozuelo de aguas muy transparentes, o por lo menos así lo aparentaban; era cual el jagüey del pueblo de mi abuela, ese que en Entre la bruma dejé relatado: un pequeñísimo lago de aguas estancadas; entonces me estremecí gozoso como si algo hubiese resplandecido en mi ser y mi cuerpo se repuso; lleno de inmensa y súbita felicidad quise proseguir, pero no pude; las piernas no me ayudaban.
Quedó la vision un punto Sobre la ribera húmeda Inmóvil y confundida Entre la sombra y la bruma, Contemplando de las aguas La superficie que arruga, El vientecillo que corre Llevando encontrada ruta.
Y vio torres y murallas en las tenebrosas regiones submarinas, y vórtices del espacio en donde flotaban jirones de bruma negra sobre un fondo de purpúrea y helada neblina.
En mis ansias de comprensión; en mi insaciable deseo de sabiduría; cuando juzgaba haber llegado al logro de mis ambiciones, encontraba los signos de mi debilidad y las manifestaciones de mi pobreza, y estas ideas, Dios, el espacio, el tiempo formaban la más impenetrable
bruma delante de mis pupilas...
Rubén Darío
Se entreveían copas de árboles, y más lejos, medio envuelta en la bruma, la pradera, que humeaba a la luz de la luna siguiendo el curso del río.
Alcanzábase a Cádiz la opulenta Blanqueando débilmente entre la bruma, Sentada a flor del agua turbulenta, Como queda después de la tormenta Témpano errante de perdida espuma.
No pueden ellos comprender esta plasticidad del misterio; la seguridad con que se apoya, si no los pies, las alas del espíritu, en la
bruma de lo presentido, de la intuición inspirada.
Leopoldo Alas
¡Cuántas veces he visto su infolio y su astrolabio en una
bruma vaga de ensueño, y cuántas veces le oí hablar a los árabes cual Antonio a los peces, en un imaginar de pretéritas cosas que, por ser tan antiguas, se sienten tan hermosas!
Rubén Darío
Se ha levantado a la madrugada, y al correr las persianas del balcón, para procurarse una noche artificial y favorable al estudio, el paso de un grupo de obreros por la calle, llena de la bruma de la madrugada y azotada por la lluvia, la ha hecho enternecerse al pensar en la suerte de esos miserables.
Por debajo de un puente corría un riachuelo; a través de la bruma, se distinguían unas construcciones cubiertas de paja, esparcidas en la pradera, que terminaba en suave pendiente en dos lomas cubiertas de bosque y, por detrás, en los macizos, se alzaban, en dos líneas paralelas, las cocheras y las cuadras, restos que se conservaban del antiguo castillo demolido.