¿Fuera de foco?

miércoles, 15 de diciembre de 2010 · 00:00

México, D.F. - “Sólo estás fuera de foco, Mel, aunque nunca he visto nada similar”. La respuesta del doctor parece no aliviar la ansiedad de Mel, interpretado por Robin Williams en la película de Woody Allen Deconstructing Harry. Mel acude a consulta después de que todos, tanto en su trabajo y en su familia se burlan, lo cuestionan y le repiten una frase que lo desconcierta por completo: “Mel, te ves como blando, como si estuvieras fuera de foco. ¿Te pasa algo?”.
Él mismo se asusta cuando se mira en el espejo; la imagen que éste le regresa es borrosa, como si estuviera detrás de un vidrio o en un baño de vapor.
Qué genialidad la de Woody Allen para representar en una metáfora visual tan aterrizada y tan clara una etapa en la vida, un estado de ánimo que todos alguna vez hemos sentido: estar fuera de foco. Esos momentos en los que nos sentimos como si fuéramos un globo de gas que navega a la deriva y que obedece los caprichos del viento. Sin rumbo claro, sin horizonte fijo.
Mi inconsciente recurre al recuerdo de esta película para buscar alguna explicación a lo que en ocasiones he sentido. Por un lado, no todo el tiempo se puede estar en la cima de la creatividad, de la euforia o viajar montado en la cola del cometa. De hecho, los silencios y las pausas son necesarias para que la música sea música y se pueda apreciar.
El problema para mí es que cuando me siento fuera de foco, como lo ilustra Allen, lo proyecto a través de cada poro de la piel, en mi trabajo, en mis relaciones personales; se vuelve algo perceptible para el mundo entero.
Es un hecho que en estos momentos de crisis de identidad no sabemos bien a bien hacia dónde apuntar el dedo para definir con exactitud cómo nos sentimos; lo único que sabemos es que la vida se percibe con un lente desenfocado.
Diría mi maestro de Tai Chi que lo anterior se debe a ese constante estar en el mundo horizontal y pensar en el pasado, en lo que hice, en lo que logré, en lo que perdí, en lo que dejé; o bien es resultado de dirigir la energía y la atención en desear cosas que no tengo o en pensar que las que tengo no son suficientes como son, o no son como quisiera.
Mi mente es la que está divagada, así que no estoy presente nunca. ¿Te puedes identificar? Sólo cuando te conectas con lo vertical, lo trascendente, respiras, te escuchas y contactas con tu ser interior es que vives el momento, lo aceptas y de ahí, sólo desde ahí, puedes avanzar.
“Cuando discutes con la realidad, pierdes; pero sólo el ciento por ciento de las veces”, como diría Byron Katie.
Esto no significa renunciar o desear un cambio de cualquier tipo en nuestra vida. Simplemente es pararnos firmes sobre el terreno en el que nos encontramos hoy, reconocernos y ubicarnos con un globito dentro del mapa de nuestra vida, a manera del servicio de UberTwitter y apreciar aquello que ya tenemos.
Al mismo tiempo, ser pacientes y buscar enfocar mi atención y energía en aquello que me apasiona y me hace vibrar. Con esto me podré dar cuenta que lo que se requiere para recuperar el foco y el sentido de plenitud no es algo que venga del exterior, no es algo que alguien me pueda dar ni la vida misma; surge de mí y de ti; de aceptar que es normal sentirse fuera de foco de vez en cuando y que es algo transitorio.
La pregunta clave para superar el momento es: ¿Qué es lo que ésta sensación incómoda me quiere enseñar? y ¿Qué necesito hacer? Con esta perspectiva, las cosas poco a poco comenzarán a alinearse.

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