Bases Del Discipulado Bíblico :: Blog Del Misionero Inutil

Bases Del Discipulado Bíblico

20.11.2019

Aclaración: Aunque el siguiente escrito es de mi plena autoría, debo confesar que muchos de estos conceptos los he aprendido de las enseñanzas impartidas mayormente por el Pastor Jeff Adams (EE.UU.) y Pastor Osvaldo Amico (Perú), quienes me hicieron ver la importancia de volver a la simplicidad de las enseñanzas Antiguo Testamentarias para que nuestras iglesias vuelvan a la vida (Juan 20:31).

Introducción

Hace aproximadamente 14 años advertí que algo que no podía definir con claridad, estaba deteniendo el avance de la obra. Mi oficio de misionero, me dio la posibilidad de conocer muchos pastores a los que acudí para pedir consejos, sin embargo, ninguno de dichos consejos cuadraba con mi visión de una obra que debía crecer y no lo hacía ¿En qué estaba fallando?.

Un día alguien me dijo que en Perú existían más de 5000 iglesias Bautistas Independientes. ¿Por qué había tantas iglesias en aquel país y tan pocas en Argentina? Al tiempo, logré viajar a aquella nación, para entrevistar a más de 30 pastores en un período de dos meses, lo que me llevó a reconocer cuál era el verdadero problema en mi propio ministerio: Una ignorancia total sobre el discipulado bíblico.

Tras predicar durante 4 años cada domingo sobre este tema nuestra iglesia regresó a la vida, impulsada por las enseñanzas bíblicas que expongo a continuación y que me gustaría compartir y dejar escritas, para volver a releerlas una y otra vez; pues he comprobado que es muy fácil olvidarnos de estos principios para volver a caer en una sistematización, en una religiosidad que siempre termina anulando el verdadero andar cristiano.

No tengo la menor idea de lo que el Señor hará con nuestra iglesia en Junín, pero una cosa es segura, lo que hoy ocurre con nosotros, no es fruto de una mente brillante, ni se sostiene en mis habilidades para administrar o liderar. Cualquiera que vaya a nuestra iglesia se va a dar cuenta que lo que está ocurriendo es el obrar de Dios entre su pueblo. Y lo que quiero compartirte, es lo que he aprendido.

El Pensamiento de Dios

No me gusta hablar de "filosofía" de ministerio, prefiero hablar del pensamiento de Dios sobre el ministerio. La palabra "filosofía" me choca un poco porque tiene más que ver con nuestros pensamientos que con los de Dios. Según lo que puedo apreciar de mis estudios de la Biblia, no encuentro ningún resquicio en ella, que me permita intercalar en sus enseñanzas mi filosofía o pensamientos. Creo que cada manera de llevar adelante el ministerio ya está explicada en la Biblia, por lo tanto, lejos de explicar lo que pienso, pasaré a mostrar lo que la Biblia dice sobre el tema propuesto.

Teniendo en cuenta esto último, es que vamos a analizar la Palabra de Dios para entender aquello que todos "entendemos"; pues una cosa de la que me he dado cuenta en mi trato con otros pastores, es que cuando hablamos de "La gran Comisión" no todos la comprendemos de la misma manera, al igual que cuando hablamos de palabras tan comunes como "evangelismo" o "discipulado".

MATEO 28:19-20 TAL COMO LO RECIBIMOS

"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."

Como notarás, "haced discípulos" es la frase que he señalado para enfatizar que en la gran comisión, sólo existe una orden y no varias. La orden es la de hacer discípulos. Algunas personas tienen la idea de que "id" representa una parte de la gran comisión, "enseñando" otra, al igual que "bautizando". Sin embargo, al analizar en todo su contexto estos dos versículos, nos damos cuenta que "id" no tiene sentido si vamos sin propósito, y que no se puede bautizar ni enseñar si no hay discípulos. Por lo tanto, la idea principal de la gran comisión es "ir haciendo discípulos".

Nosotros, como teólogos, siempre tenemos la tendencia a tomar un pasaje de la Biblia y profundizarlo a tal punto que a veces, exageramos un poquito. Yo mismo equivocadamente, he llegado a enseñar que "id" nos habla de evangelismo; sin embargo, esto es sólo una parte -un poco distorsionada por cierto- de lo que Cristo dijo. Cristo no hizo énfasis en el evangelismo en estos versículos, él hizo énfasis en "haced discípulos". Lo que ocurre es que si no entendemos qué significado real tiene la palabra "discípulo", podemos llegar a pensar que un discípulo es una persona evangelizada. Pero no es este el sentido con que aparece la palabra discípulo en Mateo 28:19.

El Discípulo

La palabra discípulo en este versículo no tiene una connotación teológica o religiosa. En realidad, tiene un sentido totalmente secular.

  • Un discípulo en los tiempos de Cristo, era una persona que seguía a un maestro y aprendía de él, con la idea de llegar a ser como él (Mat. 8: 18; 10:24).

  • Ya en el Antiguo Testamento, vemos que a los discípulos se les asignaba un maestro (1 Cró. 25:8).

  • La idea principal del discipulado era que el maestro debía llevar al discípulo a un perfeccionamiento tal, que él mismo pudiera llegar a ser como su maestro (Luc. 6:40).

El discípulo debía estar sujeto al maestro obedeciéndole y siguiéndole, si es que quería seguir siendo discipulado, de lo contrario el maestro interrumpiría su entrenamiento.

Aunque la connotación secular de la palabra puede seguir ampliándose, lo que acabamos de decir basta para entender a qué se refería Cristo con "haced discípulos". No estaba haciendo referencia a que las personas debían seguir a Cristo (aunque ése es el motivo final del discipulado bíblico), sino a que ellos debían tener seguidores tan fieles, como ellos mismos lo fueron a Cristo.

En otras palabras, el discípulo cristiano no sigue a Cristo (aunque esa es la meta final) sino que sigue a su maestro cristiano y se sujeta a su autoridad, si es que va a aprender como un discípulo en todo el significado de la palabra. Si esto es así, ahora podemos entender con otra claridad, que las siguientes afirmaciones eran instrucciones a los discipuladores (maestros) dentro del contexto del discipulado bíblico:

  • "Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo" (1 Cor. 11:1)

    • El discípulo debe imitar al discipulador quien a su vez debe imitar a Cristo.

  • "Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo" (1 Cor 16:10)

    • Timoteo ya había pasado de ser un imitador de Pablo (discípulo) a ser un imitador de Cristo (Maestro) y es por eso que hacía las cosas como Pablo (ambos imitaban a Cristo)

  • "Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? (1 Jn. 4:20)

    • Si el discípulo no se sujeta al discipulador a quien ve, ¿Cómo se sujetará a Dios a quien no ve?

  • "Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de la palabra de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido" (Heb. 5:12)

    • Un reproche contra una congregación que se negaba a madurar. Todos deben llegar a ser maduros en las cosas del Señor (maestros).

Entonces, cuando Cristo dijo a sus discípulos "id y haced discípulos" les estaba pidiendo que repitieran con otras personas, el proceso de discipulado que vivieron con Él. Así como ellos siguieron a Cristo, debían hacerse de personas que les siguieran hasta que los nuevos seguidores pudieran llegar a la madurez espiritual requerida para ser maestros/discipuladores (Efe. 4:11-13); es decir seguidores de Cristo.

Hasta aquí podemos anotar dos características del discípulo:

  • Sigue a un maestro y aprende de él.

  • Se sujeta a ese maestro por convicción propia.


La Motivación Del Discípulo

La razón por la cual el discípulo se sujeta a su maestro y aprende de él, es que tiene una motivación correcta. El discípulo ve en la vida del maestro algo que anhela tener en su propia vida. Ese "algo" debe ser Cristo. Cristo deja de ser un ícono religioso y pasa a ser vida, cuando esa vida se manifiesta en cada área y momento del andar diario del maestro. Si hay vida en el maestro, esa vida la trasladará al hogar, al colegio, al trabajo, etc. El testimonio del maestro en su andar diario, hará que el discípulo quiera ser como él, desee tener lo que él tiene y por que no, anhelar una doble porción de su espíritu (2 Re. 2:9).

En otras palabras, Cristo es el gran motivador en la vida del discípulo. Si el proceso del discipulado se hace correctamente, el discípulo llegará a reproducirse en la vida de otras personas de manera natural, porque lo que es bueno para él, lo será para sus hijos, su esposa, sus amigos, etc.

Porque Cristo es vida y la vida de Dios siempre se abre paso (Isa. 43: 19,20).

EL DISCÍPULO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE UN ÁRBOL

En la Biblia, muchas veces los árboles se presentan como un tipo de la vida del hombre o del creyente en Cristo, según sea el caso (Isa. 43: 19,20; Sal. 1: 1-3).

En el Salmo 1, el creyente es comparado con un árbol. Notemos que el árbol con estas características ideales, está plantado junto a aguas que corren, lo cual es un claro tipo de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo (Jua. 7:38,39; Amos 8:11; Efe. 5:26). Este árbol da fruto en su tiempo, es decir, en el tiempo del árbol, porque cada árbol es distinto, da semilla y fruto según su especie, lo que significa que cada discípulo no puede madurar y dar fruto al mismo tiempo que el otro. Este es un punto que muchas veces no entendemos: cada discípulo es diferente. El trabajo del Señor se basa en construir sobre la vida de las personas y cada persona es única e irrepetible, por lo tanto, no se puede estandarizar ni el discipulado ni la vida de la iglesia. Es por esto que el discipulado debe ser impartido en forma individual (Hech. 20:31; 1 Tes. 2:11, 12).

La creación de Dios no es más que "una lección objetiva" sobre las cosas espirituales que nos cuestan entender; si vemos como funciona la vida que Dios creó, entenderemos mejor de qué se trata el proceso del discipulado (Rom. 1:20). El discípulo representa el fruto que da el árbol (Jua. 15:16). Ahora analicemos el proceso que hace que un árbol se multiplique en otros árboles. Tomemos por ejemplo, un manzano y analicemos:

  1. El manzano produce una flor.

  2. La flor muere y da paso a un "bultito".

  3. Este pequeño fruto crece hasta llegar a su máximo tamaño.

  4. Luego pasa del verde a una serie de gama de colores hasta que se estabiliza en su color.

  5. Cuando el fruto está maduro, una ráfaga de viento lo desprende del árbol y cae al suelo.

  6. Ya en el suelo y separado del árbol, comienza un proceso de putrefacción que tiene un doble propósito: abonar la tierra y liberar la semilla que se encuentra en el interior del fruto.

  7. Ya en la tierra, la semilla debe morir (Jua. 12:24)

  8. Una vez muerta la semilla, ésta da paso a la planta, la cual todavía debe desarrollarse hasta lograr el fruto.

A través de esta comparación válida con el árbol (pues la Biblia la sugiere), notamos que el discipulado es un proceso por el cual debemos llevar al discípulo a convertirse en un árbol. Pero observemos algo interesante: ¿Qué debe pasar con el fruto para que se convierta en árbol? Su exterior debe pudrirse y su semilla debe morir. En otras palabras, el fruto debe desaparecer y morir para dar paso a la vida, y aún dicha muerte se efectúa a través de una transformación. El fruto no desaparece de un momento a otro sino que muere gradualmente hasta que dicha muerte abre paso a la vida (Jua. 12:24-26). Es por eso que la muerte del discípulo debe ser por crucifixión (Rom. 6:6; Gál. 2:20 y 5:24). La crucifixión es una muerte consciente, gradual y dolorosa, la cual debe efectuarse juntamente con Cristo, pues Él es quien nos ayuda a morir y a vencer en nuestras debilidades (Heb. 4: 15,16).

Si miramos al discípulo desde el punto de vista de un árbol, nos damos cuenta de por lo menos cinco cosas:

  1. El discípulo se desarrolla mediante un proceso individual y único

  2. La meta del discipulado en este caso, es que el fruto muera y se convierta en un buen árbol fructífero (Mat. 7:18-20)

  3. La muerte voluntaria del discípulo también es un proceso individual y único (Rom. 8:10,11)

  4. El árbol debe ser "plantado", que es la expresión del Salmo 1:3; lo que indica que no crece naturalmente ahí, es decir, junto a las corrientes de aguas: La Palabra de Dios (Jua. 15:3)

  5. El discipulado tiene un principio y un final, acaba cuando el árbol está en condiciones de dar fruto y multiplicarse por sí mismo.


En conclusión, el discipulado es un proceso a través del cual ayudamos al discípulo a morir para convertirse en un buen árbol cuyo fruto permanezca. Cuando llegue a la madurez, el discipulado habrá concluido. ¿Cómo nos damos cuenta? Porque antes de terminar ya estará dando fruto, y al culminar el proceso, por sus actitudes. Y así como simplemente plantamos un árbol junto a las corrientes de aguas y lo protegimos sin saber cómo es que crecía, de la misma forma un buen día nos daremos cuenta que dicho árbol ya no necesita de nosotros para seguir dando fruto. ¿Por qué? Porque ya maduró (Mat. 4: 26-29; 1 Cor. 3: 6,7). Y eso se deja ver claramente.

El Discípulo Desde El Punto De Vista De La Vida Humana

Cuando Adán y Eva fueron creados a imagen de Dios, el Señor les hizo un encargo: Ellos debían multiplicarse y llenar la tierra. Sólo eso. Ellos debían vivir la vida humana pues sus vidas inevitablemente estarían reflejando, junto a la creación, la gloria de Dios (Sal. 19). Sin embargo el hombre cayó en pecado y el Señor destruyó al mundo por medio de las aguas (2 Ped. 3:5,6). Cuando Noé salió del arca Dios le dio la misma encomienda que a Adán y a Eva: "Multiplicaos" (Gén. 9:7); pero el hombre fracasó nuevamente y el Señor tuvo que desparramarlo sobre la tierra confundiendo sus lenguas (Gén. 11). Al llegar a Génesis 12 vemos que Dios le quita la responsabilidad de "reflejar la gloria de Dios" a la humanidad y elige a un hombre (Abraham) a través del cual llegaría el plan de Dios para la humanidad. Observen lo que Dios le dijo a Abraham: "Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra". Ahora Dios establece una nación, pero ésta fracasa al igual que el resto de la humanidad. ¿Cuál fue el problema? El problema fue que el hombre cayó en la esclavitud del pecado. El establecimiento de la nación judía probó que el hombre necesitaba ayuda externa si es que habría de liberarse del pecado para llevar adelante el plan original del Señor (Heb. 10:1; Efe. 1: 6-12), que es glorificarlo con nuestra vida;  por lo tanto, Dios proveyó un mejor sacrificio (Heb. 10:4; 9:13,14) y un nuevo linaje sacerdotal (Heb. 5:5,6). Ahora tenemos un mejor pacto establecido sobre el linaje de un sacerdote indestructible basado en mejores promesas (Heb. 7:15-28). Así que la gran Comisión lleva implícita la misma orden que Dios le dio a Adán y a Noé. La misma promesa que Dios le hizo a Abraham "... Te multiplicaré en gran manera" (Gen. 17:2), l dijo Cristo: "por tanto id, y haced discípulos...". Debemos ir por todo el mundo haciendo discípulos. En otras palabras, "...os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca" (Jua. 15:16). El patrón bíblico para la reproducción, no es la suma, sino la multiplicación. ¿Y cómo nos multiplicaremos? Mediante lo que el Señor llamó "haced discípulos". Si queremos entender este proceso de multiplicación de una manera más profunda, entonces lo que debemos hacer es comparar este proceso a algún proceso de multiplicación que encontramos en la creación de Dios. Lo correcto entonces, es compararlo con la procreación humana.

El nuevo nacimiento (Jua. 3) es el proceso con que Cristo describe la entrada al mundo espiritual, de una persona espiritualmente muerta (Efe. 2:1; 1 Ped. 1:3). Así que a partir de esta expresión usada por Cristo, es que ya podemos definir el Evangelismo en relación con el discipulado. El Evangelismo es la transferencia de vida espiritual de una persona a otra, mientras que el Discipulado es la transferencia de madurez espiritual de una persona a otra.

Notemos que no puede haber discipulado sin evangelismo, porque sólo se puede discipular a una persona evangelizada; sin embargo, sí puede haber evangelismo sin discipulado. Esto es lo que quiero puntualizar, porque muchas personas han caído en la trampa de Satanás de creer que Dios nos está pidiendo que evangelicemos. Claramente la Biblia dice que debemos hacer discípulos. Si sólo estamos evangelizando, entonces no estamos cumpliendo con la "Gran Comisión".

La procreación del Discípulo: Si cuando una persona se salva del infierno, se le dice que ha nacido de nuevo, entonces lo que debemos entender es cómo es que el discípulo logra procrear. Para esto basta observar cómo es que el ser humano procrea correctamente. Lo hace en la intimidad de una relación amorosa. La intimidad da como fruto la concepción de un nuevo ser humano. Lo interesante es que mientras los esposos están intimando, no están pensando en que quieren concebir un hijo, sino que están disfrutando de los sentidos que el Señor les ha dado para dicho fin. Espiritualmente hablando, lo mismo debe ocurrir con el discípulo, la "procreación" espiritual se da en el marco de una intimidad gozosa y disfrutable entre él y su Dios. Cuando el discípulo llega al "clímax" de dicha relación, es imposible que no procree, porque la Vida de Cristo, inevitablemente se abrirá paso allí, en el lugar donde se encuentre, en el trabajo, en la escuela o incluso, en la cárcel. (File. 10). Dios lo dispuso así, la vida de Jesucristo debe "transferirse" naturalmente de una vida humana a otra vida humana (1 Ped. 1:12). Si no hay Vida en la persona, no será posible la "multiplicación".

La Procedencia del Discípulo: El Discípulo no es la persona evangelizada. Notemos que el pueblo de Israel es el pueblo de Dios, sin embargo Dios hace una distinción entre el pueblo y sus discípulos (Isa. 8:16). De la misma manera, notemos que no todos los que fueron tras Jesús fueron considerados discípulos (Luc. 14:25-33). Por lo tanto debemos asumir que aunque un grupo considerable serán salvos, no todos los salvos querrán ser discípulos del Señor. Así que los discípulos proceden del grupo de las "nuevas criaturas" pero no todas ellas querrán ser discipuladas. Un discípulo es un niño que busca ser alimentado por un padre. Un joven que desea ser enseñado por un maestro. Un hombre que desea tener una familia y vivir con metas claras. Sin lugar a dudas, el discípulo procede del grupo de los nuevos convertidos, pero lamentablemente, no todos querrán ser alimentados (Jua. 6:66)

La Paternidad del discípulo: Cada discípulo debe tener un Padre (1 Cor. 4:15); sin embargo, así como existen en la vida, muchos padres abandónicos, espiritualmente también. Lamentablemente muchos creyentes piensan que su obligación como creyentes es "tener hijos" y que otro se encargue de ellos. Sin duda la gran mayoría de nosotros pensaríamos que hacer eso nos convertiría en personas irresponsables. Sin embargo eso es lo que muchas veces hacemos cuando vamos a lo loco tratando de "sacarle" una "profesión de fe" a los incrédulos para luego olvidarnos de ellos. Así como el Padre debe ocuparse de los hijos cuando nacen, aquellos discípulos que tienen hijos espirituales, deben ocuparse de ellos. Por lo tanto, el discipulado, es comparable al proceso mediante el cual criamos y enseñamos a nuestros hijos a ... ¿Qué estamos haciendo cuando permitimos que nuestros hijos vivan con nosotros? ¿No los estamos preparando para la vida? ¿No les estamos enseñando a criar hijos y tenerlos? ¿No está implícito todo eso y más en nuestra crianza? Lo mismo debemos hacer con nuestros discípulos. Debemos prepararlos para la vida en Cristo. Queremos que ellos se conviertan en padres responsables de sus hijos.

El Desarrollo Del Discípulo: Cuando mediante nuestra profesión y testimonio, otra persona llega a creer el Evangelio y "nace de nuevo", se dice que ha sido evangelizada. Y al igual que el ser humano pasa por diferentes etapas en su desarrollo, esa "nueva criatura" hará lo mismo en su aspecto espiritual. Veamos esas etapas:

  1. Una Nueva criatura: (2 Cor. 5:17) Así como cuando recién tenemos un bebé no le damos a comer cualquier cosa. Lo mismo hacemos con el bebé. ¿Qué podemos esperar de un bebé? No mucho. Si queremos que viva, debemos cambiarlo cuando se ensucie, alimentarlo cuando lo necesite y acunarlo con una "nana" para dormirlo. ¿Por qué no le hablamos al bebé acerca de sus responsabilidades de padre? Obviamente porque no puede entenderlas. Por lo tanto, ahí tenemos las características de una nueva criatura:

  • El Espíritu Santo se hace patente en él: Lo notamos porque su actitud frente al pecado cambia (1 Jua. 3:9; 5:18)

  • Pide que le den de comer: Mantiene un celo por aprender cada día más sobre las cosas de Dios (Mat. 4:4)

  • Cada vez que se ensucia, piden que lo cambien: Es decir, cada vez que comete un pecado, con preocupación acude a su padre espiritual y le pregunta qué hacer. Mantiene una dependencia con la persona que lo guió a Cristo.

  • No es capaz de entender: Le resulta muy difícil comprender cosas espiritualmente muy profundas, ¿Necesitamos un versículo para corroborar esto? Yo creo que no, estamos hablando de un bebé espiritual. ¿Cómo le vamos hablar de reproducirse, de ofrendar, etc? Lo que ellos necesitan, es reconocer el amor de Dios en sus vidas. Dejemos que disfruten de eso lo más posible (1 Jua. 4:7), ya van a crecer, van a convertirse en niños, y van dejar de querer que los abracen. Por el momento, gocémosnos por el milagro que el Señor ha hecho al darle vida a través nuestro, por medio de un nacimiento espiritual (Jua. 3:6;16:21)

  1. Un Niño: Luego se convierte en un niño espiritual, ¿Cómo nos damos cuenta que ha entrado a esta etapa? Por las siguientes características bíblicas:

  • Su carnalidad: (1 Cor. 3: 1-3) En esta etapa el niño espiritual se caracteriza por su carnalidad. Esa carnalidad se puede medir en la siguiente actitud: "Andáis como hombres". En esta etapa es importante que le alimentemos con "leche espiritual no adulterada". Debemos enseñarle al discípulo que él debe desechar estas actitudes y desear esta leche, si es que quiere crecer (1 Ped. 2:1).

  • Tiene la tendencia a volver a esclavizarse al pecado del cual huyó: (Gál. 4:1-11) La persona necesita entender que debe dejar de pensar como lo hacía antes (1 Cor. 14:20); en otras palabras, el debe morir a sus pensamientos (2 Cor. 10:5) y pensar y hacer las cosas del Espíritu (Rom. 8:5,6; Fil. 4:8,9), pues su meta es llegar a tener la mente de Cristo (1 Cor. 2:16).

  • Cuestiona constantemente a su discipulador: Esto lo hace en su etapa de transición hacia la "adolescencia espiritual". Es importante que en esta etapa, constantemente se le recuerde que él debe sujetarse al discipulador tanto como al Pastor de la iglesia (1 Tes. 5: 12,13; Heb. 13:17). ¿Por qué debe hacerlo? Porque la Biblia lo dice y el decidió morir a sus deseos para que Cristo tome control de su vida (Gál 2:20).

  1. Un "hijito": En esta etapa se vuelve un poco cabeza dura o caprichoso, a veces se niega a "comer" y debe ser obligado mediante diferentes técnicas de motivación; sin embargo, acepta los consejos de su discipulador pues ya lo ha adoptado como su padre espiritual (independientemente de que si el discipulador lo guió a Cristo o no). Su discipulador puede llamarlo "hijito" e incluso tratarlo como tal sin que el discípulo se enoje (Jua. 13:33; Gál. 4:19; 1 Jua. 2:1). Otras de sus características:

  • Ellos ya conocen al Señor: Son plenamente concientes de que sus pecados han sido perdonados y ya han experimentado el poder de Dios en su vida mediante oraciones contestadas. Ya van en camino hacia la madurez espiritual (1 Jua. 2: 12,13).

  • Deben ser alentados: En esta etapa hay que alentarlos a permanecer en el amor de Dios. Esa es una característica de su inmadurez: en medio de los problemas, todavía necesitan acudir a su papá (discipulador). Por lo tanto, hay que alentarlos a permanecer en Cristo (1 Jua. 2:28).

  • Son susceptibles de caer en engaños: Como cualquiera de nuestros hijos pequeños, aún conservan la inocencia de aquellos niños que no saben que hay gente mala. Es nuestro deber advertirles contra los engaños de Satanás y de "hermanos" que tratan de desviarlos del verdadero camino hacia la madurez espiritual (1 Jua. 3:7; 5:21).

4. Un Joven: Luego pasan a su "adolescencia espiritual". Esta etapa es muy difícil por las características de la misma:

  1. Creen que saben más que su discipulador: (1 Cor 4:8) Todo lo cuestionan, sin embargo no está mal que lo hagan en un espíritu correcto. Cuando se revelan contra la autoridad del discipulador sin causa, es necesario guiarlos a una actitud de arrepentimiento. Es una etapa difícil, donde los "dolores de parto" se hacen sentir.
  2. Son fuertes y pueden luchar contra Satanás: (Prov. 20:29; 1 Jn. 2: 13,14) Ellos quieren hacerlo todo y ya, porque tienen ese vigor espiritual propio de la juventud. Notemos que "la Palabra de Dios esta en ellos". Estos Jóvenes bien dirigidos, pueden convertirse en una fuerza de choque espiritual muy temible para Satanás. Sin embargo recordemos que no han llegado a la madurez y no se los puede dejar solos en el "campo de batalla" porque podrían llegar a matarse entre ellos. Debemos dirigirlos y enseñarles que ellos no están sólo para "procrear" sino también para hacerse cargo de sus propios hijos si van a tenerlos.
  3. Son imprudentes: (Tito 2:6) Por lo tanto, debemos enseñarles a ser prudentes. Muchas veces vas a notar que tu hijo espiritual te lleva tanto tiempo y trabajo criarlo como tus hijos carnales. Deberás a veces, hasta enseñarles buena educación. El marco del discipulado bíblico sirve para esto. No se le da una clase de prudencia, simplemente se les recuerda lo que ya vienes enseñándole desde su juventud.
  4. Son autosuficientes, ansiosos y soberbios: (1 Pe. 5:4-8) Es por esto que les cuesta sujetarse a la autoridad. Casi constantemente hay que recordarles que deben respetar la autoridad y vencer la ansiedad sometiéndose en humildad bajo la poderosa mano de Dios. (Hbre 13:17) Debemos enseñarle a hacerlo, acompañándolos en oración.

5. Un Padre responsable: En esta etapa ya podemos decir que ha alcanzado la madurez espiritual necesaria para procrear. He aquí las características de esta etapa:

  1. Conocen a Dios: (1 Jn. 2: 13,14) han desarrollado una convicción muy fuerte en cuanto a la existencia de Dios y un conocimiento muy personal y bíblico del mismo. Han Pasado el "punto de no retorno". No sólo conocen a Dios, sino que ahora querrán multiplicarse pero lo harán de manera responsable. Ellos mismos querrán criar y educar a sus hijos. (Stg. 3:1; Hbre 5:12; Efe. 4:11,12)
  2. Reconocen su posición: Ellos al madurar, reconocen que su discipulador aún tiene el derecho de corregirles en la crianza de sus hijos, pues parte de su madurez es aceptar la autoridad frente a su discipulador y a las personas que el Señor puso en autoridad sobre él. (Lev. 19:32; Ro. 13:1; Lc. 6:40) Una convicción profunda de quien ha alcanzado madurez es el deseo de "comer alimento sólido" el discipulador debe estar preparado para enseñarle cómo obtenerlo. (1 Cor. 2:6,7; Hbre. 5:14)

6. Un Maestro espiritual: Claramente esta es una etapa en su crecimiento espiritual. Un Maestro es un discipulador. (Lc. 6:40) y se espera que cada discípulo llegue a ser un maestro (Hbre. 5:12) ¿Cuáles son las características del maestro?

  1. Entiende que el maestro no se constituye a sí mismo: (Stg. 2:1; 1 Cor. 12:28) Dios es quien lo constituye y se evidencia por sus frutos y la aprobación de los líderes de la iglesia.
  2. Entiende que el único Maestro debe ser Cristo: (Mat. 23:1-12) Un maestro no ostenta dicho título sino que dirige la gloria del mismo hacia Cristo. El maestro está para servir y no para ser servido por su discípulo (Jn 13: 12-15). Un maestro toma tiempo de su vida y lo entrega a su discípulo. En cierta forma hace lo que Cristo hizo: da su vida por el bien de otros.

7. Un Anciano: (1 Tim. 5:1; 19; 1 Pe. 5:5) Un anciano es alguien respetado dentro de la iglesia por su trayectoria y testimonio espiritual. No estamos hablando de edad (aunque casi siempre va acompañado de la misma) sino de madurez espiritual. Un anciano espiritual cumple la misma función que debería cumplir en la familia. Cuando somos niños acudimos a nuestro papá ante cualquier problema, sin sospechar que nuestro papá, muchas veces debe consultar con su papá (el abuelo) algunos asuntos. ¿por qué? Porque el más anciano es "el último eslabón de la cadena" Cuando el abuelo muer, el último eslabón (la persona a quien se la va a consultar) será el padre, por ser el más anciano. Ese es el proceso natural, y de la misma manera, se da en la iglesia. ¿Cómo identificamos a los ancianos? Un anciano ejerce un "gobierno": (1 Tim. 5:17) Notemos que no todos los ancianos trabajan en predicar y enseñar, pero se sugiere que éstos últimos deben ser tenidos en cuenta como dignos de doble honor. Todos son dignos, pero los que son llamados a trabajar en la predicación y en la enseñanza deben ser priorizados en su salario. Aunque este versículo habla de los ancianos llamados a predicar y enseñar (pastores), no debemos dejar de lado el sentido espiritual de la palabra anciano. En cierta forma los ancianos ejercen gobierno por influencia en sus discípulos, hijos y nietos espirituales. Es imposible que una persona madura en las cosas del Señor, ocupado como debe estar en Su viña, pase inadvertida en la iglesia. Los ancianos son reconocidos naturalmente en la congregación. Pero notemos que un anciano puede gobernar mal. ¿Cuándo sucede esto? Cuando sus consejos provocan una disfunción en el en la iglesia. Si gobiernan mal, no son dignos de doble honor, sino de corrección. (Lc. 20:46,47; Sant. 3:1)

Los ancianos son dignos de doble honor: (1 Tim. 5:17) Claramente esta expresión está hablando de dinero. Basta leer el versículo 18 y compararlo con 1 Corintios 9: 9-14. Pablo está diciendo en 1 Timoteo 5:17,18 que todos los ancianos que gobiernan bien, son dignos de cobrar un sueldo honorífico o digno. Sin embargo establece una prioridad: "Mayormente los que trabajan en enseñar y predicar". Enseñando con esto que no está mal que en la iglesia hayan varios ancianos, aunque no todos puedan trabajar tiempo completo en la obra, pues la iglesia no puede pagar un sueldo a todos. Al igual que los maestros, el anciano entiende que no se constituye a sí mismo: (Tito 1:5) Aunque un anciano espiritual se convierte en tal de manera natural, por su misma madurez sabrá que dicho "título" no puede ostentarlo en la iglesia hasta que la iglesia lo constituya como tal. Es por esto que pueden haber ancianos que gobiernan mal, pero ellos no serán constituidos por una iglesia espiritual. Debido a eso es que el Señor nos ha dejado algunas reglas al respecto:

Reglas en cuanto a su gobierno en el hogar: (Tito 1:5,6; 1 Tim 3: 4,5) Quizás, uno de los requisitos más difíciles de obtener. Sólo es posible obtenerlo, cuando la imagen de Dios es restaurada en ese hombre, el cual, llegando a la madurez espiritual mediante un proceso supervisado por el Señor, obtiene el poder y los dones para cumplir con esa responsabilidad. (Ro. 11:29)

Reglas en cuanto al gobierno en la iglesia: (1 Tim. 3:1; Fil. 3:15,16; Sant. 1:17; 1 Pe. 5: 1-4) Notemos que "el obispado" hay que anhelarlo, si un anciano maduro en las cosas del Señor lo anhela, es sin duda porque el Señor lo está llamando. ¿Por qué? Porque "todo don perfecto y toda buena dádiva desciende de lo alto". Porque todos los que somos perfectos (maduros)... "si otra cosa sentís, esto también os lo revelará el Señor." ¿Es posible ser Anciano sin ser Obispo? Yo creo que sí. Ser un anciano/a es una etapa ineludible en el crecimiento espiritual de cualquier creyente, sin embargo, un Obispo es llamado por Dios a ocupar dicho cargo. Aún así, no se puede ser Obispo o Pastor sin llegar a ser un Anciano maduro en las cosas del Señor, y en dicho contexto es que debemos entender el siguiente punto cuando hablemos de las ancianas.

Reglas en cuanto a su carácter: (Tito 2:2) Al igual que en 1 Timoteo 3: 2-7, el anciano, tanto como el Pastor, debe tener un carácter que refleje el carácter de Cristo. Los requisitos son tan específicos en cuanto a esto, porque el Señor no quería que nadie incurriera en ninguna duda al respecto.

En la iglesia, también debe haber lugar para las ancianas: (Tito 2:3-5) Notemos que ellas deben ser "maestras del bien" y deben enseñar a las mujeres jóvenes. Esto es mandado de dicha forma, para no contradecir la enseñanza de que la mujer no debe enseñar a los hombres ni ejercer dominio sobre los mismos. (1 Tim. 2: 12-15) y para no revertir el orden en el hogar ni en la iglesia. (Gn. 3:16; Tit 2:5; Efe. 5:22) sin embargo, no por esto debemos menospreciar el trabajo y lugar que el Señor les ha dado en la iglesia y en el liderazgo espiritual de la misma. (1 Cor. 9:5; Ro. 16: 1-4)

Un anciano sabe que ha sido constituido para servir: (Mt. 20:25-28) Llegar a ser un Anciano en la iglesia tiene algunos requisitos específicos. En cierta forma, el es "el mayor entre sus hermanos" pero la manera que han de conducirse entre ellos, no será como el mundo lo hace, sino como Cristo lo hizo. (Jn. 13:13-17; Fil. 2:5-8).

El Discípulo Desde el Punto de Vista de la vid

(Juan 15:1-11)

Este pasaje de las escrituras es muy importante, pues las enseñanzas que "esconde" la vid, son muy útiles a la hora de entender de qué depende la vida y el desarrollo del discípulo. En primer lugar notemos quienes son los protagonistas de esta "lección objetiva" que el Señor nos ha dejado en su creación (Rom. 1:20); El primero es

"La Vid Verdadera": (V. 1) La Vid es una planta muy particular y al notar sus características, nos daremos cuenta de por qué el Señor la usa tan seguido como ejemplo para explicar cosas espirituales. Por supuesto que no es el propósito de este escrito ofrecer un estudio en profundidad, pero te animo a que lo hagas por vos mismo, comenzando por ir a un viñedo para que alguien te explique todo el proceso del cuidado de una vid. Vasta decir aquí que, según la expresión del Señor, existe una vid falsa. Sin embargo él aclara que es "la verdadera". Eso es importante. Porque podríamos a aferrarnos a una vid falsa o extraña (Jer. 2:21) La verdadera vid tiene vida. Jesucristo es la cepa, es decir, el tronco principal y grueso de la planta que lleva vida al resto de la vid. (Jn. 14:6).

"El Labrador": (V. 1) Cristo dice: "mi padre es el labrador". Eso significa que, aunque Cristo juega un papel vital en la salvación de los hombres, es Dios el encargado del cuidado y crecimiento espiritual del creyente. Recordemos que Dios es el que disciplina, recompensa y proporciona el crecimiento del creyente y de su iglesia. (Hbre. 12:6,7; Hbre. 11:6; 1 Cor. 3:6; Col. 2:19)

"El Pámpano": (V.2) El sarmiento, es "la rama" de la vid que se va extendiendo. El Pámpano es el vástago que brota del sarmiento el cual llevará el fruto. Cuando el pámpano viene mal, comienza a cambiar de color y a ponerse del color de la cepa (amorronado) el trabajo del labrador es vigilar que eso no pase, porque terminará amarronando todo el sarmiento. Si la rama se amarrona, se convertirá en un sarmiento que no sirve, quitándole fuerza a la cepa. Por lo tanto, el labrador debe limpiar el pámpano cortándole todas esas partes que le quitan fuerza a la rama con la esperanza de que dé fruto, pero si no da fruto, ese pámpano debe ser cortado y, finalmente, la rama. En la zona del cuyo argentino, a las ramas cortadas se les llama sarmientos. Los sarmientos se cortan de la planta y se ponen a un lado para ser quemados.

La Limpieza: (v.3) Cristo aclara a los discípulos que ellos ya están limpios. Es decir, ya están listos para que comiencen a dar fruto. ¿Por qué están limpios?: "Por la palabra que os he hablado". En otras palabras, todas las enseñanzas que Cristo les impartió en esos tres años que les estuvo discipulando los ha limpiado. Pero en este punto cabe señalar que ellos estaban limpios porque habían aceptado esa enseñanza, de lo contrario no lo estarían (Jn. 8:37), también la habían creído (Jn. 5:24), habían permanecido (Jn. 8:31), La habían guardado como consecuencia del amor que le profesaban (Jn. 8:51; 14:23). Porque la Palabra de Dios es poderosa para producir limpieza espiritual a aquellos que la aceptan y la creen, pero para aquellos que la rechazan, les es locura y no la pueden entender (1 Cor 1:18; 2:14; Sal. 119:9; 19:7). Es decir que la Palabra de Dios es la herramienta que el Señor utiliza para limpiar sus pámpanos.

La aplicación: (V. 4-5) Finalmente el Señor nos explica cómo es posible llevar fruto. El fruto se logra permaneciendo en Cristo. ¿Qué significa eso? Para permanecer en el amor de Cristo, es necesario guardar sus mandamiento (Jn 15:10) guardar lleva implícita la idea de cumplirlos, de ponerlos por obra. No podemos llevar adelante una buena relación con nuestro patrón, si no cumplimos con lo que nos pide. Seguramente nuestro patrón deberá despedirnos pues no hacemos las cosas como nos pide, retrasando de ese modo el trabajo. Lo mismo sucederá con aquellos pámpanos (creyentes) que impiden el crecimiento (V6) Porque la vid, es el ejemplo que nos da el Señor para reafirmar la idea de que el discípulo está para dar fruto (V. 8). Y el discípulo que da fruto, es porque está siendo alimentado por la sabia de la cepa, porque la cepa es Cristo y Cristo es vida y la vida debe ser trasladada desde las ramas a los frutos. No nuestra vida, sino la de Cristo, (Jn. 14:6) cuando comenzamos a dar fruto, entonces empezamos a cumplir con aquello para lo cual fuimos creados, como consecuencia hay buena comunión con Cristo (V. 7); Y gozo y satisfacción en nuestras vidas. (V. 11)

El triple énfasis del discipulado Bíblico

¿Cuál es la razón por la cual hemos comparado el crecimiento del creyente con un árbol, la vid y con el desarrollo biológico de un ser humano? Simplemente porque la Biblia lo hace. Pero... ¿Por qué lo hace? Porque toda la creación de Dios tiene un propósito sublime: Tratar de explicarnos mediante ejemplos objetivos, las verdades espirituales he invisibles de un Dios fuera de la capacidad humana de comprensión. En otras palabras, toda la creación es una gran lección objetiva sobre las verdades espirituales de Dios (Ro. 1:20). Sin embargo, no podemos tomar cualquier cosa creada por Dios para luego espiritualizarla a nuestro arbitrio. Es por eso que el discipulado no puede ser comparado con otra cosa que no sea los ejemplos que la Biblia sugiere. En nuestro caso son: El árbol, la vid y el desarrollo humano. Esto es así, porque estos tres ejemplos enfatizan tres aspectos importantes en el desarrollo espiritual del discípulo. Veámoslos por separado.

El Árbol: El énfasis del árbol no se encuentra en el fruto, sino en la necesidad que tiene el fruto de morir. En la observación del fruto está el secreto de la muerte. Así como para que la semilla toque la tierra es necesario que la parte externa del fruto muera y se pudra, y así como es necesario que la semilla se humedezca con la fermentación del fruto y el contacto con la tierra para poder morir y dar paso a la planta; de la misma manera debe suceder con el discípulo. ¿En qué se parece el fruto al árbol? En nada. El fruto se convierte en el árbol, sólo cuando muere totalmente. El árbol nos hace ver que la muerte que te conduce a producir fruto, es un proceso. Es imposible que un fruto se convierta en árbol de manera instantánea. Lo mismo pasa con el discípulo. Una "nueva criatura" no puede dar fruto de manera instantánea. No la clase de fruto que Dios está esperando de él.

El fruto que Dios espera: El fruto que Dios está esperando del árbol tiene dos características importantes:

Nunca se espera que de poco fruto (Mat. 13:8): Un Discípulo puede dar 100, 60 o 30, de acuerdo con su propia naturaleza. Porque así como todos los árboles no son iguales, lo mismo ocurre con el discípulo. Cada discípulo es único e inreproducible. Sin embargo no se espera del discípulo que produzca a uno por uno. A lo largo de una vida, es muy difícil que un discípulo maduro, pueda reproducirse en tan sólo una o dos personas. Precisamente porque el propósito para el que fue creado (Efe. 2:9) le conducirán inevitablemente a hacer lo que su nueva naturaleza le indique qué debe hacer. (2 Pe. 1:4)

Se espera que el fruto permanezca. Una de las características de nuestros tiempos, es el excesivo hincapié que se hace en "ganar almas", con la idea equivocada de que al hacerlo, estamos cumpliendo con la Gran Comisión. Es interesante leer las cartas de nuestros misioneros plagadas de profesiones de fe (¡Y doy gracias a Dios por estos esfuerzos por compartir la Buenas Nuevas con otros!) Sin embargo, advierto que conforme pasa el tiempo, ese fruto no permanece. ¿por qué? Porque no hemos entendido que el señor no nos mandó a Evangelizar, sino a hacer discípulos. "Discipulado y Evangelismo son dos caras de una misma moneda: La Gran Comisión". Y si no llevamos a ese fruto a alcanzar la madurez espiritual (ya sea por ignorancia o por cualquier otro motivo) no estamos cumpliendo con la Gran Comisión que nos ha sido asignada.

En otras palabras, el árbol hace énfasis en la muerte del fruto para poder alcanzar el propósito para el cual ha sido creado en Cristo Jesús. El árbol nos dice que el discípulo debe morir para madurar hacia el árbol que da fruto. Debe morir externa como internamente y resurgir en algo nuevo, distinto al fruto, pero capaz de reproducirse.

La Vid: Al observar atentamente la vid y lo que Cristo dijo sobre ella, llegamos a la inevitable conclusión de que este ejemplo nos habla de la dependencia que el discípulo debe desarrollar en su vida cristiana. Una dependencia a Cristo. Cristo es la Vida (Jn. 14:6), y esa vida es transmitida por los pámpanos hacia el fruto. Vemos que Cristo (La Vid verdadera) da vida a los pámpanos (Discipuladores o creyentes maduros) y que esa vida es transmitida a través de los pámpanos (Discipuladores), al fruto (discípulo). En este ejemplo podemos apreciar la enorme responsabilidad del discipulador en la tarea de ayudar al discípulo a desarrollarse y convertirse en un buen fruto. No hay buenos frutos, si no hay vida nueva en los pámpanos. La sabia debe ser pura, sin ningún tipo de enfermedad. Mientras el pámpano se mantenga fuerte, sano y verde, estará en condiciones de dar fruto. El discipulador debe ser una persona espiritualmente fuerte (Isa. 40:31) para poder decirle al discípulo: "Sé un imitador de mí, así como yo lo soy de Cristo" Porque separados de Cristo, nada podemos hacer. (Jn. 15:5) Un creyente que no permanece en Cristo, será puesto a un lado, catalogado como inservible. Es decir: Tarde o temprano el Señor deberá tratar personalmente con él. (Jn. 15:6; 1 cor. 5:5; 11:30; Hbre. 12:28,29)

El Desarrollo De La Vida Humana: posiblemente, si tu familia está medianamente bien organizada de acuerdo a los parámetros bíblicos, éste es el ejemplo más fácil de captar. Raramente le prestamos atención al desarrollo del árbol o la vid. Sin embargo, todos hemos sido criados en una familia. La familia se compone de un padre, una madre y los hijos que esa unión reproduzca. Si quieres saber exactamente cómo ser un buen discipulador, debes amar a tu discípulo como a tu propio hijo. (1 Tes. 2:11; 1 Tim. 5:1) criarlo espiritualmente como crias a tus hijos en la carne. Los vistes (Apoc. 3:17), les das de comer (Mat. 4:4), les enseñas a medida que crecen (2 Tim 2:14; 4:2), los disciplinas (Hbre. 12:9). ¿Cuál de todas estas cosas haces primero? ¿No aplicas todas estas cosas conforme lo requiere la situación y el grado de madurez de tus hijos? ¿No lo haces esperando que algún día ellos se valgan por sus propios medios? La satisfacción de un padre es ver que sus hijos ya no dependen de él, entonces un padre puede morir tranquilo. Su hijo está preparado para vivir su propia vida.

Esta comparación nos habla de PROCESO DE MADUREZ. Todos sabemos que para que un hombre y una mujer puedan desarrollarse aceptablemente dentro de los parámetros humanos dictados por la sociedad, es necesario que, no sólo se críen en el marco de una familia, sino que es importante que ese marco familiar cuente con determinadas características optimas de "buena salud" mental, social y psicológica. Lo mismo ocurre con el discípulo. No podemos esperar que, si nos toma 21 años criar a un ser humano para que alcance dicho grado de madurez, exigir que nuestros discípulos maduren en tan sólo unos meses. La madurez de un discípulo suele tomar algunos años, sin embargo, cuando éstos la alcanzan, entonces pueden valerse por sí mismos y reproducirse inevitablemente.

Conclusión Final

La vid, el árbol y el desarrollo de la vida humana. Aquí se encuentra la clave para ahondar en el discipulado bíblico. Si los observas, te darás cuenta cada vez, de más y más detalles que te conducirán a la inevitable conclusión de que no puede haber pragmatismo en la manera en que desarrollamos nuestros ministerios eclesiásticos. El señor Jesucristo nos dio un modelo de discipulado. El pensamiento de Dios en cuanto a COMO debe hacerse la obra ya está expresado explícitamente en Su Palabra. Hacer cualquier otra cosa, es hacer las cosas de manera distinta a como Dios pidió que lo hagamos. Una y otra vez enseñamos que la iglesia no es el edificio sino los creyentes bautizados que la componen. Sin embargo, nuestro trabajo siempre apunta a tratar de que la congregación llene el edificio. Pero... ¿Cuál es el ministerio que como Pastores somos enviados a realizar?

Nuestro Ministerio: "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor." (Efe. 4:11,16)

¿Cuál es entonces el ministerio? ¿Son las reuniones de jóvenes? ¿Son las reuniones de oración? ¿Consiste nuestro ministerio en lograr que la gente asista con regularidad a la iglesia? ¿Es acaso llegar a la perfección homilética en nuestros púlpitos? Sin desestimar lo nombrado, en realidad debería ser: PERFECCIONAR A LOS SANTOS PARA LA OBRA DEL MINISTERIO. En otras palabras: Edificar vidas (Ro. 15:20) Sin importar cuántas personas asisten a tu iglesia, mientras estés invirtiendo tu vida en la vida de otros, estarás cumpliendo con tu ministerio.

¿Hasta cuando debemos edificar vidas? "Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe". Ese "Todos" te incluye a ti. Porque al volcar tu vida en la vida de otro, aprendes mucho. Te ayuda a madurar. "Todos" incluye al Pastor. De ninguna manera el Pastor debe pensar que su discípulo no puede enseñarle nada; al contrario, el discipular nos hace bien porque nos ayuda a madurar en muchas áreas. Sólo discipulando podrás darte cuenta.

¿Se puede medir la madurez espiritual?: Manejando estos conceptos sí. Si tienes la bendición de ser padre sí. Simplemente debes observar el desarrollo de tu hijo, estudiar las verdades espirituales en cuanto al crecimiento espiritual del creyente y compararlas. Con la práctica te darás cuenta por las actitudes de tu discípulo en que grado de maduréz espiritual se encuentra. ¿Es un bebé? ¿Es un niño? ¿Es un hijito, es joven, padre responsable, maestro o anciano? Y conforme a su madurez, podrás ministrarlo con la Palabra de Dios. ¿Qué cómo se hace eso? Eso es otro estudio que amerita mucha discusión ya que aunque sí es posible que captes la enseñanza que en este breve estudio se vierte, existen diversas maneras en que se han implementado. Personalmente pienso que la Biblia sólo nos da margen para hacerlo de una sola manera. La verdadera intención de este estudio es animarte a que sigas adelante. Quiero que sepas que sí puede haber perspectivas de crecimiento ilimitado para tu obra, sin importar el lugar donde te encuentres. La Biblia ya ha probado que puede penetrar cualquier cultura y país. En algunos lados, la obra es más rápida que en otros, pero lo importante es que sepamos que sin importar a la velocidad que avance tu obra, es la voluntad de Dios que siempre esté creciendo. Y como habrás notado, no se necesita ni plata ni oro para hacerlo. (Hch. 20:33-35; Hch. 3:6; 1 Cor 10:33; 1 Tim 2:4) pues el crecimiento de tu obra no sólo debe ser medido numéricamente, sino en los aspectos señalados en este estudio. Quizás, para los que no conocen la iglesia que ministras, no haya crecimiento, pero para tí, que conoces a la gente que Dios puso en tus manos, podrás apreciar la manera en que cada uno de ellos crece espiritualmente y si es así, no te apures, el crecimiento numérico llegará.

Es mi deseo que este estudio halla sido de bendición a tu vida.


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