Un viaje por los siglos de historia de Jerusalén

Un viaje por los siglos de historia de Jerusalén

Fundada el año 1004 a.C. por el rey David, la ciudad sagrada para judíos, cristianos y musulmanes sigue despertando fascinación. Para entenderla y amarla hay que pasear por la Ciudad Vieja.

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Foto: Mark Millan / Age fotostock

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El templo de Salomón

La plaza del Muro de las Lamentaciones se localiza bajo la Explanada de las Mezquitas, con la reluciente Cúpula de la Roca destacando en el perfil de la Ciudad Vieja.

Foto: Jon Hicks / Getty images

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Muro de las Lamentaciones

El Arco de Wilson formaba parte del puente que conectaba el monte del Templo con la ciudad. Hoy aloja una sinagoga.

Foto: Walter Bibikow / Awl Images

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El barrio judío

Fachada de mosaicos en el antiguo cardo romano, aún conocido como Cardo y donde se localiza el mercado. 

Foto: Joshua Paul Shefman / Age fotostock

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Cementerio judío

La Tumba de Zacarías y la de Benei Hezir en el Monte de los Olivos, donde se estima que hay 150.000 sepulcros desde el siglo XV.

Foto: Fototeca 9x12

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El corazón de la Ciudad Vieja

A través de Bab el Amud, la Puerta de la Columna, más conocida como la Puerta de Damasco, el visitante se adentra en el zoco árabe de la Ciudad Vieja. Las tiendas de artesanía de madera y de tejidos, los cafés con narguiles junto a la entrada, los puestos de especias, frutas y hortalizas, y los talleres de orfebres dibujan una colorida sucesión que invita a detenerse a cada paso.

Foto: Gtres

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Compras, aromas y sabores del barrio musulmán

La calle del Ued (río en árabe) reúne restaurantes populares –algunos abiertos a la calle– que ofrecen pastelillos en platos de cobre, falafel (albóndiga de pasta de garbanzo muy especiada) y zumos de zanahoria acabados de exprimir. El alegre bullicio que se respira y la variedad de productos se ha convertido en la característica que más diferencia este barrio de los otros que componen la Ciudad Vieja.

Foto: Gonzalo Azumendi

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Cúpula de la Roca

Qubbat el Sakkra, del siglo VII, se considera una obra maestra de la arquitectura islámica. De planta octogonal, está decorada con mosaicos y mármoles.

Foto: Massimo Borchi / Fototeca 9x12

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Basílica del Santo Sepulcro

La Iglesia griega, la latina y la armenia, corresponsables del templo, acordaron en 2016 su restauración. En la imagen, la capilla que alberga la tumba de Cristo

Foto: Reinhard Schmid / Fototeca 9x12

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El Monte de los Olivos. La iglesia de Getsemaní y, sobre ella, la de Santa María Magdalena

El olivar que tapiza las laderas de esta colina hace honor a su nombre y anuncia un paisaje ideal para la contemplación en su sentido más bíblico y en el sentido más fotográfico, pues ofrece una panorámica sensacional de Jerusalén. El Monte de los Olivos permite pasear por enclaves de la vida de Jesús: Betfagé, donde empieza el camino por el que descendió a Jerusalén a lomos de un borrico; la casa de Lázaro –a quien resucitó–, en Betania; la capilla de Dominus Flevit, donde lloró por la ciudad; el Huerto de Getsemaní, donde fue apresado y lugar en el que ahora se erige una iglesia neobizantina. Varias iglesias ocupan ahora las laderas del monte, desde la sencilla del Pater Noster a las cúpulas doradas de la iglesia de Santa María Magdalena, fundada por el zar Alejandro III. El cementerio judío es otro enclave interesante del monte.    

Foto: Efesenko / Getty images

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La muralla otomana

Erigida por Solimán el Magnífico entre 1520 y 1566, conserva siete de las diez puertas originales y 34 torres.

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Enclaves imprescindibles del Jerusalén histórico

1. La Muralla. Fue erigida por Solimán el Magnífico y tiene 8 puertas de entrada.

2. Vía Dolorosa. Cruza el barrio musulmán desde la Puerta de los Leones hasta la iglesia del Santo Sepulcro.

3. El Santo Sepulcro. Siete comunidades cristianas se reparten sus capillas.  

4. La Cúpula de la Roca. Lugar sagrado para judíos y musulmanes.

5. Muro de las Lamentaciones. Los judíos rezan frente a esta pared del Templo de Salomón.

6. Museo Torre de David. Explica el origen de la ciudad.

7. Monte de los Olivos. Alberga varios templos cristianos. Un sendero baja hasta la Puerta de los Leones.  

8. Ciudad de David. La colina donde nació Jerusalén es un parque arqueológico.

Desde el mirador situado en el bíblico Monte de los Olivos, frente al hotel Seven Arches, se contempla la estampa más bella de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Este laberinto de calles angostas, mercados, iglesias, mezquitas y sinagogas, parapetado por una muralla de la época otomana, está dominado por el brillo dorado de la Cúpula de la Roca, erigida en lo alto del monte Moriah, donde el rey Salomón emplazó su palacio y un magnífico templo.

Miremos hacia donde miremos, la religión es omnipresente en esta ciudad de piedras milenarias que rezuman una agitada historia y es sagrada para las tres confesiones monoteístas mayoritarias: judaísmo, cristianismo e islam. Cabe decir que no todo está repartido por igual, pues de los 870.000 habitantes de Jerusalén, la comunidad más numerosa es la judía, con un 62% frente al 36% de musulmanes y al 2% restante; sin embargo, en la Ciudad Vieja el barrio más extenso es el musulmán.

Resulta emotivo entrar en la Jerusalén amurallada desde el Monte de los Olivos. El recorrido pasa por templos que conmemoran momentos de la vida de Jesús y por un extenso cementerio judío donde los creyentes aseguran que empezará la resurrección cuando llegue el Mesías. La senda comienza en la iglesia de Betfagé, que se alza en el lugar en que Jesús de Nazaret, montado a lomos de un pollino, descendió hasta la Ciudad Vieja.

El lugar donde apresaron a Cristo

Casi al final del sendero se halla el Huerto de Getsemaní, el olivar donde los soldados romanos apresaron a Cristo tras la traición de Judas. La procesión cristiana del Domingo de Ramos sigue este camino hasta la Puerta de los Leones o de San Esteban, una de las ocho entradas de la muralla. Traspasándola se accede al barrio musulmán, que junto al cristiano, el judío y el armenio conforman el abigarrado casco antiguo.

Como para confirmar que Jerusalén es una rica amalgama de culturas y creencias, el barrio musulmán está atravesado por la Vía Dolorosa, la que recorrió Jesús cargado con la cruz hasta el monte del Calvario. El primer edificio que detiene el paseo del recién llegado es la iglesia románica de Santa Ana, del año 1030, erigida sobre la casa en la que posiblemente nació la Virgen María.

El Hospicio Austriaco, unos metros más adelante, ofrece un oasis de paz en medio del bullicio, así como vistas privilegiadas sobre la Cúpula de la Roca y los tejados de la Ciudad Vieja. Es uno de los hospedajes de peregrinos más tradicionales de Jerusalén. Su agradable jardín resulta ideal para descansar mientras se degusta el strudel que elaboran las monjas del hospicio.

Al salir a la Vía Dolorosa uno se lanza de pleno a un ovillo de calles entre las que surgen tiendas de artesanía y mercados que cautivan con sus colores, aromas y sabores. Religiosos, seculares, turistas y policías armados se confunden en estas vías cargadas de historia y también de vida. La Vía Dolorosa finaliza en la iglesia del Santo Sepulcro, ya en el barrio cristiano, donde se cree que fue enterrado Jesús. El emperador romano Constantino I mandó construir la iglesia, que alberga capillas de las diversas corrientes cristianas. Para evitar enfrentamientos entre ellas, una familia musulmana guarda la llave del templo desde hace siglos. Pero los protestantes y anglicanos consideran que el verdadero sepulcro de Cristo es la Tumba del Jardín, situada extramuros, a poca distancia de la Puerta de Damasco.

Tras la solemnidad del Santo Sepulcro perderse por el animado Muristán será un agradable cambio. En esta zona repleta de tiendas de artesanía se erigía el primer hospital de la Orden de Malta en Jerusalén. En pocos minutos se llega a la comercial calle del Rey David, que desemboca en la Puerta de Jaffa, de 1538. Allí se alza la Torre de David, la antigua ciudadela, acondicionada desde 1989 como un museo que muestra la evolución urbanística de Jerusalén desde la época del mítico David.

El barrio armenio es famoso por sus tiendas de cerámica fina y por su espléndida Catedral de Santiago, del siglo XII

A unos metros nace el barrio armenio. Famoso por sus tiendas de cerámica fina y por su espléndida Catedral de Santiago. Del siglo XII, aunque erigida sobre un templo bizantino anterior, está dedicada a los dos discípulos de Jesús que se llamaban Santiago: el Mayor (el compostelano) y el Menor. Hasta 350 lámparas de plata iluminan el amplio interior del templo catedralicio, decorado con marquetería, cortinajes y cruces esculpidas.

Cerca queda la Puerta de Sión, a través de la cual se alcanza la tumba del rey David, situada fuera de la muralla. Esta entrada es utilizada sobre todo como acceso al barrio judío, destruido durante la guerra de 1948 entre Israel y una coalición de países árabes y rehabilitado años después. Este sector alberga un pequeño foro romano, las Cuatro Sinagogas Sefardíes y una hermosa puerta, la de la Yeshiva de los Cabalistas, la escuela de cábala más antigua de Jerusalén.

El Muro de las Lamentaciones

El ambiente religioso se intensifica al entrar en la plaza del venerado Muro de las Lamentaciones. El Muro frente al que ahora rezan los judíos formaba parte del patio del Segundo Templo. Los visitantes pueden entrar en las zonas de oración, hombres y mujeres separados. El Muro de las Lamentaciones se emplaza bajo la Explanada de las Mezquitas, adonde se accede por una pasarela de madera. Para llegar hasta ella la mejor opción es salir de la plaza –y de la Ciudad Vieja– a través de la Puerta de Dung.

Antes de instalarse en la larga cola de la rampa, es recomendable caminar diez minutos para visitar los restos arqueológicos de la Ciudad de David. Desde allí se divisa el muro de hormigón que Israel levantó en Cisjordania –territorio palestino– a partir de 2002.

La Biblia cuenta que el rey David arrebató Jerusalén a la tribu cananea de los jebuseos, quienes la denominaban Jebús y cuyos restos han aparecido en la actual Ciudad de David. Existen vestigios que apuntan que estuvo habitada en la Edad del Cobre (IV milenio a.C.).

La Explanada de las Mezquitas (Haram al Sharif en árabe) compensa con un derroche de monumentalidad la espera en la rampa de acceso. Aquí se erigen la Mezquita de Al Aqsa, el tercer sitio más sagrado para el islam, y la Cúpula de la Roca. Esta última fue construida en el siglo VII y alberga una roca considerada sagrada tanto por musulmanes como por judíos. Los primeros creen que el profeta Mahoma ascendió a los cielos en su caballo alado desde esta roca.
Para los judíos es la Piedra Fundacional, el lugar más sagrado del Primer Templo, erigido por el rey Salomón y que custodiaba el Arca de la Alianza con las Tablas de la Ley. El Primer Templo fue destruido por los babilonios y el Segundo por los romanos el año 70. Los judíos denominan a la Explanada Har Habayit (Monte del Templo). La entrada al recinto es libre, pero solo los musulmanes pueden rezar allí.

La Explanada se deja por una salida que da al barrio musulmán. De nuevo el visitante se sumerge en el bullicioso mercadeo, entre puestos con especias, dátiles de Jericó, perfumes orientales, artesanía de cuero y kufiyas, el pañuelo palestino.

Al llegar a la Puerta de Damasco se aconseja subir a la parte más elevada de la muralla y recorrerla hasta la Puerta de Jaffa, por donde se abandona la Ciudad Vieja y se accede a la parte Oeste de Jerusalén. El municipio está dividido en Este y Oeste desde el armisticio de 1949, que puso fin a la primera guerra entre Israel y varios países árabes. Según la ley internacional, la parte oriental, que incluye la Ciudad Vieja, pertenece a los palestinos, y la occidental, a Israel. No obstante, la primera está ocupada desde 1967 por los israelíes, que se la anexionaron en 1980.

Algunos lucharon junto a mitos como Saladino, sultán de Egipto y de Siria, y el rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León

Dejando atrás la Puerta de Jaffa se llega a un paseo convertido en galería comercial dentro del antiguo barrio palestino de Mamilla. Esta avenida desemboca frente a un cementerio musulmán donde reposan los restos de emires, muftís, sufís, notables de Jerusalén y guerreros musulmanes y cristianos que se enfrentaron en las Cruzadas. Algunos lucharon junto a mitos como Saladino, sultán de Egipto y de Siria, y el rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León. Gran parte del camposanto se arrasó a partir de 1948, cuando pasó a formar parte de Israel. Las tumbas se retiraron para construir calles, un parque, un aparcamiento y edificios.

La calle de Jaffa ofrece una nueva oportunidad de disfrutar del ambiente urbano de Jerusalén. Esta concurrida vía conduce al gran mercado cubierto de Mahane Yehuda, donde se puede probar la comida tradicional en locales antiguos o degustar cocina sofisticada en restaurantes de moda. Un corto paseo conduce al barrio judío ultraortodoxo de Mea Shaarim, fundado en 1874 por inmigrantes polacos y lituanos. Un cartel avisa que se debe vestir "de forma modesta", es decir, no dejar al descubierto las piernas, los brazos ni, en el caso de las mujeres, el cabello.

Sabbat, el día de descanso judío

En shabat (o sabbat), el día de descanso semanal judío, el transporte público deja de funcionar y no se puede circular en coche por los vecindarios ultraortodoxos. La vida en la parte israelí de Jerusalén se detiene, mientras que la palestina parece un hervidero. Al Jerusalén Este es fácil llegar desde Mea Shaarim con solo cruzar la carretera número 1. La calle Nablus conduce hasta el mítico hotel American Colony, donde se han alojado personajes tan legendarios como Lawrence de Arabia.

Adorada y glorificada, la espiritual Jerusalén –Yerushalayim en hebreo, Al Quds en árabe– no deja indiferente. Ceñida por su muralla y repleta de templos, la Ciudad Vieja condensa la magia que deslumbró a viajeros de tiempos pasados y que continúa despertando fascinación.