Primavera en Beechwood (2021), de Eva Husson

Adaptación de una novela del británico Graham Swift, de quien antes se convirtieron en película El país del agua y Last Orders. Comparte con ellos un tono amargo e impregnado de erotismo, de quien se lamenta por no tener el control completo de su vida, algo que sólo se podría pretender, y de modo limitado, expresándose a través del arte, por ejemplo de la literatura.

Sería el caso de la criada Jane Fairchild, criada en un orfanato, y que sirve en casa de los Niven en Inglaterra, durante el período de entreguerras. A pesar de su humilde condición, escucha y aprende fascinada nuevas palabras, lee libros, escribe lo que se le ocurre. Y mantiene una relación clandestina con Paul, el hijo superviviente de los Sheringam –los otros dos murieron en la pasada guerra,– destinada a concluir por la diferencia de clases, él está destinado a casarse con una joven de su misma condición. La acción principal transcurre en un domingo, día de la madre como indica el título original, en que los Niven deben almorzar con los Sheringam y la pareja prometida. Pero Paul se demora, tiene un largo y pasional encuentro con Jane, tal vez el último, no le importa llegar tarde a la cita.

Dos mujeres, la guionista Alice Birch y la directora Eva Husson, se han ocupado de dar forma a la adaptación. Se nota especialmente la huella de la primera, que estuvo detrás de la serie Normal People; y es que en ambas narraciones se apuesta por poner el acento en la alienación que produce la pertenencia a una clase social, resulta muy difícil romper el molde impuesto por las circunstancias, y en la carnalidad. En este último capítulo resulta llamativa la insistencia de mostrar la desnudez de los protagonistas Josh O'Connor y Odessa Young hasta la saciedad.

La narración se encuentra, por así decir, encapsulada, vemos a Jane anciana, y todavía joven aunque más experimentada, con una nueva relación, Donald, un hombre negro con parecidas inquietudes culturales, aunque el centro es el núcleo ya descrito. De algún modo se insiste en la idea de que la artista bebe de su experiencia, y del sufrimiento saca tal vez sus obras más valiosas. Se puede ver como un cliché, aunque lógicamente tiene su parte de verdad. A tal efecto se cita explícitamente el ejemplo de Virginia Woolf.

La película se desarrolla con insoportable languidez en lo relativo al largo encuentro de los amantes, hasta el punto de que los otros personajes asoman casi siempre de modo fugaz. Quedarían sin duda desdibujados si no fuera porque hablamos de grandes actores en los roles, sobre todo Colin Firth y Josh O'Connor, que saben encarnar a la perfección, en sus intercambios actorales con Young, ese constreñimiento social del que no pueden salir de ninguna de las maneras, ellos ya no son jóvenes, han cristalizado en lo que son. Hasta una arrugadísima Glenda Jackson demuestra que quien tuvo, retuvo.