Destrucci�n de las tumbas reales de la bas�lica de Saint Denis
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Bas�lica Saint Denis

Profanaci�n de las tumbas reales

Desde su construcci�n a principios del siglo XIII, la catedral bas�lica de Saint-Denis ha sufrido muchos da�os. Da�os causados por el tiempo, pero tambi�n por el hombre. La principal destrucci�n en el interior tuvo lugar durante la profanaci�n de las tumbas reales por los revolucionarios de 1793.�

Profanaci�n inicial de las tumbas de la bas�lica en 1793�

En 1793, la Convenci�n Nacional orden� la destrucci�n de todos los signos del feudalismo y de las tumbas nobiliarias y reales en todos los edificios de la Rep�blica. El 31 de julio de 1793, Bar�re, ante la Convenci�n Nacional, y con el pretexto de recuperar el plomo de los ata�des, propuso atacar las "cenizas inmundas" de los tiranos para celebrar el primer aniversario del asalto a las Tuller�as el 10 de agosto. Al d�a siguiente, mediante el decreto del 1 de agosto de 1793, se decidi� que: "Las tumbas y mausoleos de los antiguos reyes, montados en la iglesia de Saint Denis, en los templos y en otros lugares, en toda la Rep�blica, ser�n destruidos el 10 de agosto".

Violaci�n de las tumbas reales de Saint-Denis

Violaci�n de las tumbas reales de Saint-Denis Hubert Robert (Museo Carnavalet, Par�s)

En Saint-Denis, la profanaci�n se produjo en dos ocasiones. Primero, entre el 6 y el 8 de agosto, los monumentos funerarios de los reyes merovingios y carolingios fueron destrozados. Luego, el s�bado 12 de octubre, volvieron los obreros que hab�an sido elegidos para realizar este trabajo. El monumento funerario de Turenne, mariscal de Francia, muerto por una bala de ca��n en 1675 en la batalla de Sasbach, hab�a sido erigido en la bas�lica en 1683. Fue el primero en ser destruido. Tras el f�retro de Turenne, los obreros martillearon la b�veda de los Borbones para acceder a ella rompiendo un muro. Bajo la vigilancia del h�bil marmolista Fran�ois-Joseph Scellier, de varios comisarios de la convenci�n y de delegados de la Comisi�n de Bellas Artes, los obreros empezaron por atacar el ata�d de Enrique IV. Durante varios d�as estuvo expuesto en posici�n vertical en la Bas�lica, a la vista de los curiosos.

La gran profanaci�n de la b�veda de los Bourbons en octubre 1793�

Dos meses m�s tarde, el lunes 14 de octubre de 1793, comenz� verdaderamente la profanaci�n de la b�veda del Borb�n. Al abrir el f�retro emplomado de Mar�a�de M�dici, segunda esposa de Enrique IV, se encontraron algunos huesos flotando en el barro. Dos o tres obreros los sacaron con palas para recuperar el plomo. Durante este tiempo, seg�n relat� m�s tarde un testigo presencial, Henri-Martin Manteau (amigo de dom Druon, ex-rector de la abad�a de Saint-Denis que se hab�a convertido en archivero de este lugar), se lanzaron insultos contra los restos de la desdichada reina a la que acusaban de haber asesinado a su marido. Algunos de ellos arrancaron los mechones de pelo que a�n quedaban adheridos al cr�neo y los hicieron circular. Los obreros se dirigieron entonces a la tumba de Ana de Austria. En su ata�d encontraron un cuerpo putrefacto envuelto en una tela muy gruesa y roja. Era el traje de la Tercera Orden de San Francisco. Despu�s les toc� el turno a Luis XIII y Luis XIV.

Una vez retirados los monumentos funerarios de piedra o de m�rmol o destrozados en el suelo, se encontraron varios cuerpos en estado de putrefacci�n o reducidos a polvo, mientras que otros se conservaban perfectamente. Se cav� una tumba hueca, se sacaron los cuerpos de sus ata�des y se arrojaron all� los restos de tres generaciones de reyes, entre muchos gritos de alegr�a. Los espectadores quer�an guardar un recuerdo de este d�a memorable. Aqu� y all� arrancaban un diente, un pelo del bigote, una u�a o un mech�n de pelo. Fr�d�ric Lewino y Gwendoline Dos Santos, en su art�culo sobre la profanaci�n de las tumbas reales de Saint-Denis, publicado el 14 de octubre de 2012 en la p�gina web de Le Point, escriben que un tal Charles Brulay (receptor de los dominios -recaudador de impuestos en Saint-Denis en 1793-) se apoder� de la mand�bula de Dagoberto, de una secci�n del cr�neo de San Luis, de los dientes de Enrique III, del pelo de Felipe Augusto y de la pierna de Catalina de M�dici.

La profanaci�n continu� el 16 de octubre a las 7 de la ma�ana. Veinti�n ata�des fueron abiertos ese d�a y sus ocupantes arrojados a la fosa. Seg�n Fr�d�ric Lewino y Gwendoline Dos Santos, un testigo presencial describi� la escena as� "La mayor�a de los cuerpos estaban en descomposici�n. Se desprend�a un vapor negro, espeso y maloliente, que intentaban disipar desesperadamente con vinagre y polvo que hab�an tenido la precauci�n de quemar, lo que no impidi� que los obreros se sintieran mal y con fiebre, pero sin consecuencias".

La multitud que se reun�a en torno a las exhumaciones dificultaba mucho el trabajo de los obreros. Adem�s, el Consejo Municipal de Franciade, nombre dado al municipio de Saint-Denis durante la revoluci�n, decidi� cerrar la bas�lica a "las personas que no participaran en los trabajos", pero esta decisi�n no se llev� a cabo.

Los restos reales fueron depositados en la cripta de la bas�lica�

Los cuerpos de m�s de 170 personas (46 reyes, 32 reinas, 63 miembros de la realeza de sangre, 10 sirvientes reales y dos docenas de abades de Saint-Denis) tambi�n fueron arrojados a dos grandes fosas (una para los Valois y las "primeras razas", es decir, las dinast�as anteriores, la otra para los Borbones) excavadas en el cementerio de los monjes adyacente al norte de la Bas�lica, y luego, cubiertas con cal viva y tierra.

Bajo la restauraci�n borb�nica (de 1815 a 1830), Luis XVIII recuper� los restos de su hermano Luis XVI y de Mar�a Antonieta en el cementerio de la Madeleine y los devolvi� para su enterramiento en Saint-Denis en el transcurso de una grandiosa fiesta funeraria en enero de 1815 (aniversario de la muerte de Luis XVI).Luego, en 1817, tras una semana de b�squeda ordenada por Luis XVIII, los obreros guiados por el marmolista Fran�ois-Joseph Scellier descubrieron las tumbas del cementerio de los monjes. Debido a la rapidez de la cal, los cuerpos no pudieron ser identificados y los huesos reales de los predecesores de Luis XVIII fueron reunidos el 21 de enero de 1817 y enterrados de nuevo en la cripta de la Bas�lica. Se colocaron en un osario, detr�s de dos placas de m�rmol con los nombres de los cientos de miembros de las sucesivas dinast�as reales.



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