Estonia es una sorpresa: ocho lugares para descubrir la joya báltica

Esto es Estonia

Estonia inmensa: los ocho imprescindibles que hay que visitar en la sorpresa báltica

Desde su capital hasta las islas más cautivadoras, el norte de Europa esconde en esta región un tesoro cultural, natural e histórico aún por descubrir.

Estonia está de moda. Además de celebrar este 2023 el Año de la Sauna, el país báltico es un destino cada vez más recurrente entre quienes quieren perderse por sus cascos históricos medievales, conocer su cultura musical, adentrarse en su costa virgen, sus numerosos enclaves patrimoniales, joyas rurales y el legado histórico que los países que la conquistaron fueron dejando en él.

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Vídeo: Clara Huguet i Millat

Razones para viajar a Estonia
Vídeo: Clara Huguet i Millat

Tallin

La capital de Estonia, mezcla de influencias nórdicas, danesas y rusas, guarda el recuerdo de los imperios que la hicieron suya en lugares tan impresionantes como el Castillo de Toompea, una fortaleza medieval ubicada en la colina que le da nombre y todo un símbolo en la historia de la ciudad. Junto a este, el mayor atractivo de Tallin es su casco antiguo, el Vanalinn, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y repleto de edificios que se alternan con animadas tiendas y pequeños restaurantes.

En este laberinto de casas y torres, como la de San Olaf –la más alta y con mejores vistas de la ciudad– se pueden visitar lugares de gran interés, como las murallas y su puerta de Viru, el antiguo acceso principal a la ciudad, la Catedral ortodoxa de Alejandro Nevski, la calle Pikk, que atraviesa todo el casco histórico, el Patio de los Maestros o el Palacio Kadriorg, mandado a construir por el zar Pedro el Grande de Rusia.

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Tartu
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Tartu

La ciudad universitaria de Estonia, próxima Capital Cultural Europea 2024, es una localidad donde se reúnen algunos de los centros culturales más interesantes del país: el Museo Nacional, el Museo de Historia Natural, el Museo Agrícola y muchos más. Un paseo por el cerro Toome puede ser la primera toma de contacto con la importancia del movimiento intelectual en Tartu. Allí no solo se encuentran las ruinas de la antigua catedral, sino también las esculturas de varios personajes ilustres importantes para la ciudad.

En el barrio de San Juan, el centro histórico, se encuentra la iglesia del mismo nombre, que guarda una curiosa colección de figuras de terracota. Pasear por el río Emajõgien una embarcación de origen medieval, recorrer la comercial calle Rüütli o adentrarse en el barrio de Supilinn y descubrir el porqué de los curiosos nombres de sus avenidas son algunos de los planes que se pueden hacer en Tartu. Además de estar muy presente el street art, las calles tienen mucha vida, sobre todo nocturna, y existen rincones tan interesantes como el Püssirohukelder, un antiguo almacén de pólvora que hoy en día es el pub más alto del mundo.

Angla, Saaremaa, Estonia
Molinos de Angla, en la isla de Saaremaa | iStock

 

Isla de Saaremaa

La isla más grande de Estonia es un paraíso virgen de vegetación, pequeñas aldeas y tesoros culturales que merecen el viaje en ferry desde Virstsum. Los 2.500 km cuadrados dan para conocer una parte idílica y muy especial del país. Su capital, Kuressaare, tiene su principal atractivo en su gran castillo –la fortaleza medieval mejor conservada del Báltico– y su casco histórico, rebosante de encanto en cada casa, tienda y calle. Además de visitar el lugar donde se encontraron hace más de una década restos de barcos vikingos, otro de sus reclamos es el faro de Sääre, junto al museo militar y el de historia natural.

Además de los molinos humanos, conocidos así por su forma, en Angla se pueden encontrar cinco molinos de viento que son una parada obligatoria para conocer las tradiciones del lugar. Tampoco se puede obviar el Kaali Kraater, un conjunto de nueve cráteres horadados por meteoritos hace más de tres milenios. Por último, un camino boscoso es el encargado de dirigir a los visitantes a los acantilados de Panga, que a pesar de no ser de una considerable altura, son importantes porque en el pasado servían de lugar de sacrificios a los dioses.

Muhu, Estonia
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Isla de Muhu

La tercera mayor isla de Estonia, conectada a Saareema por un puente es, junto a su vecina, uno de los lugares más frecuentados para disfrutar de la costa báltica y relajarse. Como curiosidad, las dos fueron, hace alrededor de diez siglos, las regiones más pobladas de todo el país. En esta en concreto se ubica un peculiar museo al aire libreque evoca un pueblo tradicional y que se mezcla y casi pasa desapercibido entre las casas de los habitantes.

El molino de Eemu, que se conserva a la perfección a pesar de haberse construido en el 1881 en madera, es otro de los atractivos de una ruta por la isla, en la que también se incluye una visita al pueblo pescador de Koguva, que guarda las reminiscencias de la ocupación sueca, con casas centenarias semiocultas entre frondosos y verdes bosques que invitan a quedarse, al menos, una temporada.

Setomaa
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la región de Setomaa

Al sureste de Estonia y al noroeste de Rusia se encuentra Setomaa, una región conocida por sus habitantes, los Setos, una etnia que vio su territorio dividido por la frontera entre los dos países, lo que les llevó a autoproclamarse independientes en 1994. Sus tradiciones, declaradas Herencia Cultural Intangible por la UNESCO, se han mantenido vivas a lo largo de los siglos gracias a la persistencia de sus habitantes.

Además de su gran herencia vocal, que bebe de su propio idioma, una vertiente del estonio, las villas tradicionales y su peculiar gastronomía se han ganado su merecida fama. Granjas de productos locales, fiestas folclóricas y monumentos redondean el paso por una región con mucho que contar, enclaves únicos y costumbres ancestrales.

Parque Nacional Lahemaa
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Parque Nacional Lahemaa

A una hora de Tallin se halla uno de los mayores atractivos naturales del país. El Parque Nacional Lahemaa fue declarado como tal hace más de 50 años, y su nombre define su geografía, marcada por la cantidad de bahías que lo componen. Entre la vibrante naturaleza del lugar también se encuentran pequeñas aldeas donde se alternan casas de campo de veraneantes, otras más pudientes, edificios de estilo soviético y también casas de pescadores, en lo que compone una mezcla que refleja el paso de varios pueblos por el país.

La turba es la que domina gran parte del paisaje, humedales de donde crecen musgo y árboles y entre los cuales se puede pasear o ir en bicicleta por sendas habilitadas para ello. Una de las más conocidas es la de Viru Raba, en la que en 6 km se pueden encontrar también una torre de observación y hasta una zona de baño. Otro interesante es el que discurre, a diferencia del anterior, junto al mar, el Altja Nature Trail, donde ver antiguas cabañas de madera y las famosas rocas erráticas, cuyo nombre hace referencia a su origen, pues fueron arrastradas por glaciares desde Finlandia.

Pärnu
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Pärnu

La ciudad de Pärnu es conocida por todos en el país por ser el destino veraniego por excelencia de sus habitantes. La única parte de las murallas que aún se conserva, la Torre Roja, es uno de los edificios históricos que vale la pena conocer. Entre ellos, el modernistaHotel Victoria y su casi centenario Café Grand, el antiguo hospicio Seegi Maja, reconvertido ahora en restaurante y considerado una de las construcciones más antiguas de la ciudad, el teatro Endla o la Iglesia ortodoxa de Santa Catalina.

Siguiendo la Avenida del Mar se llega hasta la costa. La playa de Pärnu es la más grande de todo el país, y en invierno suele estar cubierta de nieve. Durante la temporada de más calor, mucha gente se acerca para tomar el sol, relajarse o incluso darse baños de barro, pues en ella se ubica un famoso spa y un parque acuático.

Viljandi
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Viljandi

Viljandi forma parte de las Ciudades Creativas de la UNESCO como Ciudad de la Artesanía y del Arte Popular. Lo que hace más famosa a esta ciudad es, sobre todo, su ciclo de conciertos, que cada año reúne a miles de personas. En el parque del castillo se lleva a cabo en julio el Festival de música folclórica de Viljandi, que dura cuatro días, mientras que en agosto tiene lugar el Urissaare Country Music Festival, dos días repletos de country, juegos y actividades.

En un paseo por la ciudad se pueden ver otros lugares relacionados con la música, como la Iglesia de San Juan, que fue monasterio y almacén antes de pasar a ser sala de conciertos, el Lauluväljak, un escenario donde se celebran múltiples eventos o el Centro de Música Folclórica, que antes funcionaba como granero.