Romper todo y empezar de cero: el legado punk de los Sex Pistols cumple 40 años - Infobae

Romper todo y empezar de cero: el legado punk de los Sex Pistols cumple 40 años

Un 28 de octubre de 1977 los Sex Pistols lanzaban su primer y único álbum, “Never Mind The Bollocks, Here’s The Sex Pistols”, y atacaban por asalto los valores, la cultura y las instituciones de un mundo que necesitaba ser despabilado y que nunca volvería a ser el mismo

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Sex Pistols (Getty images)
Sex Pistols (Getty images)

"El rock and roll está terminado. Nosotros lo matamos". Eso pensaba el cantante Johnny Rotten hace 40 años, cuando salió el primer y único disco de los Sex Pistols, Never Mind The Bollocks, Here's The Sex Pistols, el último álbum que logró marcar un antes y un después en la historia del rock y que dejó cicatrices en la cultura del último cuarto del siglo XX.

En sí mismo, el sonido del punk de los Sex Pistols no fue ninguna novedad. No era más que una versión acelerada del rock and roll de los '50. Suena a Chuck Berry con litros de Speed encima y ya lo venían tocando The Ramones y The New York Dolls unos años antes en el corazón de Manhattan. Incluso puede rastrearse en las bandas de rock de garage norteamericanas de la década del '60, como The Stooges, MC5 y The Sonics. Pero, como dice el crítico musical y ensayista Greil Marcus, "los Sex Pistols dejaron atrás más historia que música". En realidad, lo que hizo que el mundo se fijara en ellos fueron sus manifiestos políticos anarquistas y nihilistas explícitos y su capacidad de autodestrucción. La canción popular de protesta ya había tenido su auge en las décadas anteriores a través del folk de Woody Guthrie y Pete Seeger y luego de Bob Dylan y el movimiento hippie, pero ésta era la primera vez que un grupo expresaba de manera tan cruda y espeluznante su inconformismo y odio hacia el status quo imperante.

“Never Mind The Bollocks, Here’s The Sex Pistols”
“Never Mind The Bollocks, Here’s The Sex Pistols”

La ira que expresaba la banda no era infundada. La Inglaterra de fines de los '70 estaba en uno de sus peores momentos. La economía seguía sintiendo las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y el índice de desempleo estaba en sus niveles más altos. A los jóvenes se les hacía difícil conseguir trabajo y muchos habían dejado sus estudios y vivían en edificios tomados, siendo su única fuente de ingresos el subsidio de desempleo que otorgaba el Gobierno. En ese contexto, en la sociedad empezaron a aflorar sentimientos racistas y xenófobos y empezó a ganar popularidad el partido fascista National Front. Por si fuera poco, el miedo se apoderó de las calles a causa de los atentados que perpetraba el Ejército Republicano Irlandés (IRA), una organización terrorista que buscaba la independencia de Irlanda del Norte del Reino Unido. Todo esto derivó en la victoria de los Conservadores en las elecciones de 1979 y la llegada al poder de Margaret Thatcher.

El gen del caos

Tan sólo cuatro años antes de la asunción de la Dama de Hierro, ya rondaba en la cabeza del artista y empresario Malcolm McClaren la idea de armar una banda que sacudiera los cimientos de la cultura popular inglesa. Había presenciado los alzamientos estudiantiles de París en mayo de 1968 y adhería al situacionismo (una corriente intelectual en la que convergían las ideas del marxismo con los movimientos de vanguardia como el dadaísmo y el surrealismo), que pretendía desenmascarar la opresión capitalista a través expresiones artísticas de alto impacto.

Junto a su pareja, la diseñadora Vivienne Westwood, fundaron la tienda de ropa SEX en la calle King's Road en Londres, que atraía a la clientela más extravagante de la ciudad gracias a sus exclusivos diseños de cuero y tachas inspirados en el sadismo y el sadomasoquismo, y remeras con frases políticamente incorrectas, esvásticas y crucifijos invertidos. Era la moda que impondría el punk. El músico y periodista Bob Stanley señala que lo que McClaren quería subvertir era la forma en la que se creaba y consumía la música pop, que en la Europa de 1970 se dividía entre las canciones masticables de Abba, Rod Stewart y los Bay City Rollers y el pretencioso y pomposo rock progresivo de Pink Floyd, Yes y King Crimson.

McClaren pensó que su proyecto musical podría verse plasmado en The New York Dolls, una banda del underground de la Gran Manzana que se anticipó al punk y al glam metal con un sonido agresivo y sucio y una estética andrógina y travestida muy distintiva. Fue su manager durante un breve período, pero al ser una banda consolidada no logró llevarlos a la dirección que él quería. Para eso necesitaba armar un grupo de cero al que pudiera inculcar sus convicciones, una especie de boy band como The Monkees, pero con ideas de izquierda y una imagen incendiaria.

Sex Pistols (Getty images)
Sex Pistols (Getty images)

Primero reclutó al guitarrista Steve Jones y al baterista Paul Cook, dos habitués de su local de ropa que tenían una banda de Rock del estilo de The Who y Small Faces, pero muy mal tocado. Jones era célebre por su prontuario, que incluía el robo de amplificadores y otros equipos a David Bowie. Luego se sumó el bajista Glen Matlock, que era uno de los empleados de SEX y el único que tenía conocimientos musicales. De hecho, fue el principal compositor de las canciones de los Sex Pistols, aunque no participó de la grabación de Never Mind The Bollocks: fue expulsado por haber declarado públicamente que le gustaban The Beatles. Matlock demostró tener un gusto musical amplio y con el tiempo terminó admitiendo que el riff de "Pretty Vacant", el tercer single del grupo, estaba inspirado en "S.O.S." de Abba.

Faltaba el cantante, que lo encontraron en la figura de John Lydon, un nihilista rabioso bastante corrosivo y disconforme con la sociedad que entró a la boutique de McClaren y Westwood con el pelo teñido de naranja y una camiseta de Pink Floyd a la que con un rotulador le había agregado las palabras "I hate" ("Odio a"). Lo probaron con la canción "I'm Eighteen" de Alice Cooper y lo sumaron a la banda. No sabía cantar, pero la energía, el enojo y la actitud que desplegaba eran sorprendentes. Lo apodaron "Rotten" ("Podrido") por su mala higiene dental.  Así nació la figura más peligrosa del rock and roll desde Elvis Presley y John Lennon.

Furia y anarquía

Los Sex Pistols empezaron a tocar en el circuito de pubs de Londres y enseguida llamaron la atención del público. Muchos jóvenes fanáticos del glam, descontentos con la falta de oportunidades de su país, se sintieron atraídos por el sonido y la estética de la banda, que vestía los diseños de SEX, y se convirtieron en su núcleo de seguidores. Algunos miembros de ese séquito, como Billy Idol y Siouxsie Sioux, años más tarde llegarían a ser músicos consagrados.

Los fans de los Pistols recibieron el nombre de Contingente Bromley porque muchos vivían en ese suburbio londinense. Allí está el germen del movimiento punk, aunque muchos se adhirieron a él para promover la violencia y realizar actos vandálicos. De ahí que, para el resto de la sociedad y los medios, el punk sólo se reducía a la materialización de los matones de La Naranja Mecánica en la vida real, cuando en verdad promovía valores como la igualdad de género y la filosofía del "hazlo tú mismo".

Las polémicas actuaciones en vivo de la banda atrajeron la atención del sello EMI, responsable de la edición del simple "Anarchy In The UK". Así, el 26 de noviembre de 1976 el mundo conoció los gritos de Johnny Rotten vociferando "Soy el anticristo / Soy un anarquista / Quiero destruir a quien se me cruce en la calle".

Pero el episodio que puso a los Sex Pistols en la primera plana de los diarios fue su visita a uno de los programas de televisión más importantes del país, Today, conducido por el presentador Bill Grundy. Los que debían asistir a la entrevista eran los miembros de Queen, pero Freddy Mercury y compañía cancelaron a último momento y el sello, que estaba en plena promoción de "Anarchy In The UK", decidió mandar a su más reciente atracción.

Los cuatro integrantes de los Pistols respondieron las preguntas de Grundy con sarcasmo y utilizando malas palabras en pleno horario de protección al menor, en una época en la que estaba prohibido usar ese tipo de vocabulario en televisión. La situación se complicó cuando el entrevistador empezó a coquetear al aire con la cantante Siouxsie Sioux, que los había acompañado al canal junto a otros miembros del Contingente Bromley, y luego les pidió que dijeran algo ofensivo. El guitarrista Steve Jones reaccionó con una serie de insultos que quedaron en la historia de la televisión británica. La indignación del público fue tan grande que un televidente rompió su televisor de una patada. Al otro día, el diario Daily Mirror tituló "La mugre y la furia" para describir el episodio. Finalmente, Malcolm McClaren había conseguido el acto situacionista que tanto había buscado.

Johnny Rotten, Paul Cook, Sid Vicious y Steve Jones (Getty images)
Johnny Rotten, Paul Cook, Sid Vicious y Steve Jones (Getty images)

A principios de 1977, el bajista Glen Matlock abandonó la banda y fue reemplazado por Sid Vicious, que no sabía tocar el instrumento, pero tenía otras aptitudes para llamar la atención, o al menos las que el manager consideraba que debía tener un miembro del grupo más peligroso de Inglaterra. Vicious representaba todo lo malo que tenía el punk: actitud desafiante, autodestrucción y violencia. No adhería abiertamente a las posturas políticas de los demás miembros de la banda, pero en vivo funcionaba como un bufón que se autoflagelaba, generaba caos entre el público y terminaba ocasionando peleas y disturbios. Era un agitador que se valía de cerveza, escupitajos y puños. Así consiguió que los Sex Pistols no pudieran tocar en muchos lugares o que tuvieran que hacerlo bajo un seudónimo. Murió dos años más tarde a los 21 de una sobredosis, poco después de haber sido acusado del asesinato de su novia, la modelo Nancy Spungen.

El segundo sencillo de los Sex Pistols, "God Save The Queen" ("Dios Salve A La Reina"), fue editado a tiempo para el Jubileo de Plata de la reina Elizabeth II, es decir, de la celebración por el 25º aniversario de su ascenso al poder. Para promocionar el lanzamiento, el sello Virgin (EMI los había expulsado después del incidente con Bill Grundy) y el manager Malcolm McClaren alquilaron un barco para que la banda tocara la canción mientras navegaban por el río Támesis, haciendo el mismo recorrido que haría la Reina dos días después en los festejos de su jubileo. La acción publicitaria terminó en caos y la policía arrestó a todos.

Además de que "God Save The Queen" comparaba al gobierno inglés con un régimen fascista, decía que la Reina "no era un ser humano" y proclamaba que el pueblo no tenía ningún futuro —"No Future" se convirtió en uno de los eslóganes más fuertes del movimiento punk—, fue un éxito total de ventas. Llegó al segundo puesto del ranking nacional, aunque McClaren denunció que en realidad había llegado al primero, pero que el listado había sido manipulado por la industria discográfica. Algunas publicaciones y programas musicales se negaron a mostrar el título de la canción por considerarlo antipatriótico, por lo que difundieron el ranking con un espacio en blanco en donde estaba ubicada la canción contra Su Majestad.

La fabricación del simple también estuvo en peligro porque los empleados de la imprenta se negaron a prensarlo. Se sintieron ofendidos por la portada diseñada por Jamie Reid, que consistía en una foto de la Reina con el título de la canción y el nombre de la banda estampados sobre sus ojos y su boca, una imagen que se convirtió en un ícono del punk.

El fin de la revolución

El 28 de octubre de 1977 salió el primer álbum de los Sex Pistols, Never Mind The Bollocks, Here's The Sex Pistols. Gracias a la sólida producción de Chris Thomas, el disco tiene un sonido salvaje pero brillante, mucho menos caótico que los shows en vivo de la banda. Incluso el solo de guitarra de "Anarchy In The UK" tiene una melodía irresistible que podría haber estado en un álbum de Kiss o AC/DC. Para muchos punks, ése fue el fin. "¿Era esto a lo que había llegado la revolución? ¿A algo tan prosaico y convencional como un LP?", se preguntó el historiador de rock Simon Reynolds. Por más que les pesara a los militantes del movimiento, fue gracias a esa producción que las canciones de los Sex Pistols resistieron el paso del tiempo. Después de todo, el punk como género musical no planteaba una evolución sino una vuelta a las raíces del rock. Su porte estaba más que nada en la crudeza de su mensaje y en su capacidad de cuestionar al orden público y las instituciones.

“God Save The Queen”
“God Save The Queen”

Never Mind The Bollocks también desafiaba las bases del lenguaje. La expresión del título puede traducirse como "No importa un carajo", siendo "bollocks" un término muy ordinario para referirse a los testículos. Casi todas las tiendas se negaron a exhibirlo en sus escaparates, a excepción de las del sello Virgin, que reforzaron la publicidad con posters y marquesinas con la imagen de la portada. La policía exigía a los locales que quitaran todo de la vista amparándose en la Ley de Publicidad Indecente de 1889 por considerarlo ofensivo.

En Nottingham le iniciaron juicio a una tienda por no haber sacado los carteles y en el tribunal se terminó discutiendo el origen de la palabra "bollocks" para determinar si se trataba de una obscenidad o no. Al final, los jueces descubrieron que en inglés antiguo el término hacía referencia a una bola pequeña, que también era una forma de llamar a los clérigos y que luego derivó en un sinónimo del vocablo "sinsentido", que fue en última instancia el significado que le atribuyeron los Sex Pistols en la tapa del álbum. Fue otra victoria de los precursores del punk contra el sistema.

Johnny Rotten (Getty images)
Johnny Rotten (Getty images)

A pesar de que la banda estaba cosechando un éxito sin precedentes, las tensiones internas eran cada vez mayores y la forma en la que Malcolm McClaren los estaba manejando generaba aún más conflictos. El débil vínculo que existía entre John Lydon y el resto de los miembros se rompió cuando él decidió sacarse la máscara y mostrar cómo era realmente en una entrevista radial. Los oyentes no sólo entraron en contacto con un tipo mucho más simpático y tranquilo de lo que se veía en los shows y en otros reportajes, sino que, y esto es lo que más sorprendió, descubrieron que su gusto musical era más exquisito de lo que aparentaba.

En ese programa de radio, Lydon tuvo la oportunidad de ser el DJ y, en vez de pasar punk, hizo una selección de reggae, de canciones de Lou Reed y del blues retorcido de Captain Beefheart, además de material de la banda CAN –principales exponentes del kraut-rock, una variante del rock progresivo desarrollada en Alemania– y temas de Peter Hammill, voz del grupo de rock sinfónico Van Der Graaf Generator. Luego de esa entrevista, McClaren lo acusó de haber arruinado el punk.

Los Sex Pistols dieron su último recital en el Winterland Ballroom de San Francisco el 14 de enero de 1978. En ese momento los asistentes no lo advirtieron, pero Rotten dio señales de que la banda no seguiría después de ese show. En "Anarchy In The UK", en la estrofa que dice "No sé lo que quiero", cantó exactamente lo contrario. Él ya había decidido que Sex Pistols lo aburría. Al final, cerraron con una versión de "No Fun" de The Stooges en la que el cantante, de rodillas, gritó: "Esto no es divertido… en absoluto". Luego le preguntó al público si alguna vez no se habían sentido estafados.

Sex Pistols (Getty images)
Sex Pistols (Getty images)

Es que para muchos, la revolución del punk terminó antes de que empezara realmente. Johnny Rotten ya había tenido suficiente. Según él, los Pistols se habían convertido en muy poco tiempo en una parodia de sí mismos y apenas se alejó del grupo formó Public Image Ltd., la banda que daría paso al postpunk, la siguiente generación sónica del rock que tendría su auge en la década de los '80. Por su parte, el resto de los integrantes y Malcolm McClaren filmaron una película de ficción titulada The Great Rock N Roll Swindle (La Gran Estafa Del Rock and Roll) que contaba su historia desde el punto de vista de su manager, quien se autoproclamó el cerebro detrás del grupo.

Los Sex Pistols querían destruir al rock, pero su contribución terminó siendo mayor a la de muchos otros artistas que se lo tomaron demasiado en serio. Demostraron que una banda podía trascender aunque sus miembros no fueran músicos profesionales y que la música podía convertirse en un medio fundamental para generar un profundo impacto en la sociedad y un cambio cultural permanente. Por todo esto, a 40 años de la edición del único álbum que grabaron, ¡Dios salve a los Pistols!

 

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