“Las estrellas no tienen el aspecto de Meg Ryan”. Un número de 1990 de FOTOGRAMAS hacía referencia al particular encanto de una actriz que se había ganado el favor de medio planeta enamorando a Billy Crystal y Tom Hanks en algunas de las mejores comedias románticas de la última época dorada. El secreto de su éxito, esa imagen elevada por los medios de comunicación y el cine y devorada por el gran público como la adorable vecina de al lado, era algo que se le escapaba a la propia actriz, que años más tardes lamentaba esa etiqueta. “¿La chica de al lado? ¿De al lado de qué? Nunca me he sentido una persona convencional”, confesaba en una entrevista de 2009 por el estreno de la comedia ‘Atrapado por amor’. Irónicamente, el titular del reportaje, “Meg is back” (Meg ha vuelto, en castellano) no se convirtió en una profecía, sino en una maldición.

Desde 2009, la protagonista de ‘Cuando Harry encontró a Sally’ (la actriz confirmó años después que la legendaria escena en la que finge un orgasmo en un restaurante había sido idea suyo) solo ha rodado una película, ‘Ithaca’, que además supuso su debut detrás de las cámaras. Ryan adaptaba así una novela ganadora del premio Pulitzer en 1943 sobre un adolescente que trabajaba como mensajero en la Segunda Guerra Mundial. La actriz se reservó un papel secundario. Tom Hanks, su amigo e inseparable ‘partenaire’ en ‘Joe contra el volcán’, ‘Algo para recordar’ y ‘Tienes un e-mail’, también tenía un pequeño papel. Su estreno en 2016 pasó completamente desapercibido. Solo hay datos de su recaudación en el mercado doméstico: 22.621 dólares.

prueba de vida
Warner Bros.

¿Qué pasó para que Meg Ryan perdiera su mojo? Su descenso a los infiernos comenzó en el año 2000, cuando su vida privada se convirtió en el ingrediente estrella de los tabloides norteamericanos y británicos. Durante el rodaje de ‘Prueba de vida’ la actriz inició un tórrido y breve romance con Russell Crowe, entonces la gran esperanza de Hollywood gracias a ‘L.A. Confidential’ y ‘El dilema’. Los romances entre compañeros de rodaje son tan viejos como el propio cine, pero había un inconveniente: Ryan estaba casada con el también actor Dennis Quaid, del que se acabaría separando meses después. Ya era un matrimonio en crisis (él había sido infiel durante años y no soportaba que su esposa fuera mucho más relevante y exitosa que él). No importó. La decisión de la actriz de no justificarse públicamente se le volvió en contra y con el paso de los años lo lamentaría. La película no gustó a la crítica, el público le dio la espalda y la estrella de Meg Ryan empezó a apagarse de forma lenta pero imparable. El único que salió indemne de ese escándalo fue Russell Crowe. Tres meses después del fallido estreno de la cinta de Taylor Hackfored, el australiano ganaba el Oscar al mejor actor por su trabajo en ‘Gladiator’.

Si ‘Prueba de vida’ emborronó la imagen de vecinita adorable que Hollywood había construido alrededor de Meg Ryan sin preguntarle a la propia actriz, fue otra película la que acabó haciendo saltar por los aires su lugar en la industria. ‘En carne viva’, un proyecto de Jane Campion que rechazó Nicole Kidman, mostraba a la actriz desnuda y manteniendo sofocantes escenas sexuales junto a Mark Ruffalo. El público, injustamente, sintió que era como ver desnuda a su propia hermana y decidió dejar morir la erótica propuesta de Campion... y a la carrera de su protagonista. Voluntaria o involuntariamente (es imposible no pensar en que la decisión de hacer el proyecto podía ser una kamikaze forma de vengarse de Hollywood, de los medios de comunicación y de sus propias decisiones profesionales), Ryan había acabado para siempre con la imagen que la había convertido en la reina de un género dado a la fantasía y los buenos sentimientos como la comedia romántica. Era el año 2003 y nada volvió a ser igual. Sus siguientes proyectos no despertaron el interés del público. Ni siquiera ‘The Women’, la nueva versión del clásico de George Cukor que protagonizó junto a Annette Bening, Eva Mendes, Debra Messing, Jada Pinkett Smith, Candice Bergen, Bette Midler y Carrie Fisher. Esa comedia, estrenada en 2008, fue su último trabajo a las órdenes de un gran estudio, Warner Bros.

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Nunca quedó del todo claro si fue Hollywood el que se olvidó de Meg Ryan o la propia actriz la que decidió huir indefinidamente de la que había sido su casa durante treinta años. Lo que estaba claro es que no parecía echarlo de menos. En 2019 confesó al New York Times que durante años se había sentido como “una persona sin formar”. La estudiante de periodismo que lo había dejado todo por una carrera por la que nunca sintió demasiada vocación y que con el tiempo dejó de hacerla feliz. “Estás en desventaja como persona joven y famosa que eres porque no sabes quién te está diciendo la verdad. No me quejo, hay muchas ventajas en ser famoso, pero hay desventajas fundamentales para una parte de tu cerebro: tu yo, tu alma... Mis experiencias personales fueron demasiado limitadas”, explicaba en esa misma entrevista. “Ser una estrella requiere que haya un vacío” y Meg Ryan ya no estaba dispuesta a pagar ese precio.

Un episodio de ‘El show de Larry David’ en el que se interpretaba a sí misma y un personaje recurrente en la ‘Web Therapy’ de Lisa Kudrow fueron sus proyectos más mediáticos la pasada década hasta que la CBS se puso en contacto con la actriz para ser la narradora de ‘How I Met Your Father’, el mediático ‘spin-off’ que iba a extender el universo cómico-romántico de ‘Cómo conocí a vuestra madre’ y que iba a protagonizar Greta Gerwig. Se hizo un piloto. Sorprendentemente, fue rechazado por la cadena. Y hasta hoy.

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En 2018 Ryan hizo una sorprendente reaparición en el Festival de Locarno, un prestigioso certamen centrado en el cine de autor y que decidió sorprender entregando un premio honorífico a la actriz. “Entiendo la inclinación de la gente a poner etiquetas, pero acaban resultando tremendamente simplistas”, explicó la protagonista de ‘Cuando hombre ama a una mujer’ ante la enésima pregunta sobre la comedia romántica. “He hecho unas cuarenta películas y solo una docena de ellas pertenecen a ese género”. El certamen suizo homenajeó a la estrella programando ‘Algo para recordar’ y, curiosamente, ‘En carne viva’. “Era una historia muy oscura y creo que los responsables de promocionarla no fueron capaces de dejarles claro a los espectadores que en ella no iban a encontrar a la Meg Ryan que esperaban, pero yo me siento muy orgulloso de ella”, sentenció en referencia al título que acabó con la persona pública que se había inventado la Meca del cine.

Como ya es desgraciadamente habitual en las actrices de mediana edad cuyo paso por el cirujano plástico es notorio, Meg Ryan se convierte periódicamente en fuente de titulares por su cambio de imagen, como si las actrices no fueran las primeras víctimas de la obsesión por el aspecto de las estrellas. Ella prefiere no hablar de esos temas en sus contados encuentros con la prensa. Su perfil de Instagram es una representación de sus inclinaciones políticas (Ryan es una votante confesa del Partido Demócrata), su pasado como actriz y su presente como madre (sí, Jack Quaid - Hughie en ‘The Boys’ - es hijo de la actriz y Dennis Quaid) y ocasionales imágenes de su vida privada. No es, sin embargo, demasiado defensora de las redes sociales. “Todo el mundo parece tan feliz. Es deprimente”.

Mientras lees estas líneas, Meg Ryan seguramente esté en su rancho de Massachussets, consciente de su pasado como una de las mujeres más famosas del planeta y cómoda con su nueva realidad: el (relativo) anonimato. Probablemente esté repasando el guion que ha escrito para una comedia romántica de la prestigiosa productora británica Working Title y, quizás, dando vueltas al proyecto de comedia de misterio para televisión que estaba preparando con Lorne Michaels, el todopoderoso creador del ‘Saturday Night Live’. Su hija Daisy True, adoptada en China en 2004, alcanzará la mayoría de edad en 2022. Su hijo Jack aparecerá en 2021 en la esperada ‘Scream 5’. Su estatus romántico en Facebook (si es que tiene cuenta) vuelve a mostrar la palabra soltera -como en sus mejores películas- después de su ruptura con el cantante John Mellencamp, con el que estuvo prometido hasta octubre de 2019. Pero Meg está en paz. “Ya fui a la luna. Lo tuve todo. Y ya no lo necesito. Ahora tengo libertad real”. ¿Quiénes somos nosotros para ponerlo en duda?