Quiero hablarles de un tipo que vivía allá en el Oeste, un tipo llamado Jeff Lebowski. Al menos ese fue el nombre que le dieron sus amorosos padres, pero nunca supo muy bien que hacer con él. Este Lebowski se hacía llamar “El Nota”. Así, "El Nota". En mi pueblo nadie se pondría semejante nombre. Había muchas cosas del Nota que no tenían mucho sentido para mí, y lo mismo pienso de la ciudad donde vivía. Tal vez sea esa la razón por la que aquél condenado lugar me parecio tan interesante. Lo llaman "la ciudad de Los Ángeles", esa no es precisamente la impresión que me dió, pero reconozco que hay buena gente por allí. Mentiría si dijera que he estado en Londres. Nunca he estado en Francia, y no he visto a ninguna reina en paños menores como dijo aquél. Pero les diré algo, después de conocer Los Ángeles, esta historia que me dispongo a relatar, creo que he visto algo más asombroso que cualquier cosa que hayan podido ver en uno de esos lugares, y además en mi idioma. Así que puedo morir con una sonrisa sin tener la sensación de que el Señor me la ha jugado. Bien, pues esta historia que les voy a contar tuvo lugar a comienzos de los 90, eran los días de nuestro conflicto con Sadam y los iraquíes. Lo menciono solo porque a veces hay un hombre… no diré un heroe porque ¿Qué es un héroe? Pero a veces hay un hombre, y aquí me estoy refiriendo a "El Nota", a veces hay un hombre que es el hombre de ese momento y ese lugar, está en su sitio. Y ése es “El Nota” en Los Angeles. Y aunque sea un auténtico vago, y el nota ciertamente lo era, seguramente el hombre más vago del condado de Los Ángeles, lo cual le convierte en favorito para el título de "hombre más vago del mundo". Pero, a veces hay un hombre, a veces hay un hombre… vaya, he perido el hilo, pero ¡Qué demonios! ya lo he presentado bastante…
Escribe un comentario largo o tu crítica sobre la película