Las hijas del Reich (2019), de Andy Goddard

Agosto, 1939. En el pueblo inglés de Bexhill-on-Sea, un internado victoriano de alumnas alemanas está en el punto de mira del gobierno británico, pues se presagia un inminente conflicto bélico. Es lógico que la desconfianza crezca hacia unas mujeres que admiran y festejan con entusiasmo al gobierno nazi desde el otro lado del Canal de la Mancha. Tras la muerte de un primer enviado, llegará hasta el colegio un nuevo profesor de lengua inglesa, Mr. Miller, que pronto hará importantes descubrimientos, al tiempo que cogerá afecto a las alumnas.

Correcto drama de espionaje a cargo del director Andy Goddard, responsable de varios capítulos de series televisivas de prestigio, como Downton Abbey o Carnival Row. En Las hijas del Reich adopta una realización bastante clásica, a tono con la ambientación rural del pueblo Bexhill-on-Sea, una localización idílica que se adivina perfecta para retratar una época vista ahora con una cierta aura romántica, con espías de traje impoluto, mansiones victorianas, acantilados barridos por el viento y carreteras solitarias que atraviesan páramos desérticos, con rojas cabinas telefónicas en medio de la nada. Y por supuesto con engaños y personajes ambiguos, adecuados para confundir al espectador (aunque tampoco demasiado).

Las hijas del Reich recrea una institución que existió en realidad, el Victoria-Augusta-College, un internado del condado de Sussex en donde alumnas alemanas estudiaban inglés en el ambiente bucólico de entreguerras, pero que se fue envenenando conforme la amistad anglo-alemana empezó a resquebrajarse. En esta situación el guión se detiene en la consideración del destino de esas jovencitas que lejos de sus hogares podían ser, en opinión del nazismo, una “arma” valiosa para los británicos. Por su parte, los británicos no podían dejar de verlas como inocentes víctimas de la propaganda de Hitler y sus compinches.

Coescrito por el director y por dos actores del film, Eddie Izzard y Celyn Jones (también, por cierto, productores), la historia se ve con agrado, aunque el guión no deja de ser algo pobretón y confuso respecto a las motivaciones de ambos bandos, de modo que hay en el conjunto menos tensión de la requerida pese a que se incluyan tiroteos, asesinatos y un modélico clímax final en la playa, muy cuidado estéticamente. Ayuda a esa impresión el que se descuide un tanto el dibujo de los personajes. Sin ir más lejos, el propio protagonista interpretado con aplomo por Eddie Izzard resulta demasiado patoso e inocente para ser un agente de inteligencia, pero tampoco se acierta demasiado con el personaje interpretado por Judi Dench e incluso no parece muy definido el de la profesora nazi encarnada por Carla Juri. Estamos, en fin, ante una película más o menos agradable, pero que no permanecerá en la memoria.