Cuando era pequeño, algunos viajes al pueblo se convertían en un recuerdo triste. Solía depender de la música que mis padres ponían en un Renault Laguna blanco con el que salíamos desde Madrid para llegar a Burgos y tomar la nacional que nos llevaba a Cantabria. Tres horas y media resumidas en las peleas con mi hermana y en los acordes de Serrat, Dire Straits, Ana Belén, Sabina, Santana, Sting… y, quizás en un intento por asociar los recuerdos de mi memoria cuando cruzábamos un puerto sobre el que caía el rocío del norte, por los acordes de aquel Tears in heaven de Eric Clapton.

El 16 de enero de 1992, solo nueve días después de publicar Tears in Heaven, Eric Clapton conmovió al mundo con la interpretación de la que para muchos es su canción más personal y desgarradora. La actuación se produjo durante un concierto privado en los estudios Bray Film de Windsor (Inglaterra), donde se grabaron una serie de canciones en acústico que conformarían el disco Unplugged. Publicado en agosto de 1992, el álbum vendió 26 millones de copias en todo el mundo y se alzó con 3 premios Grammys en la edición de 1993.

Rolling Stone sitúa a 'Tears in Heaven' en el puesto 353 de las mejores canciones de la historia

El disco incluía versiones de canciones en acústico como Layla, Old love o Running on Faith. Pero era la cuarta pista la que mejor representaba el intento de Clapton por dotar al albúm de un espíritu personal y emotivo. Tears in heaven fue la canción que el artista británico compuso en memoria de su hijo Conor, que murió accidentalmente con cuatro años al caer desde el piso 53 de un rascacielos de Manhattan.

La canción se convirtió en algo más que el homenaje de un padre a su hijo. Simbolizaba aquel reducto musical sobre el que Clapton vertió artísticamente sus lágrimas, traducidas entonces en los acordes de un tema que fue terapia y que salvó al guitarrista de una espiral de drogas y alcohol que amenazaron su carrera tras la muerte de su hijo.

'Tears in Heaven' salvó a Eric Clapton de una espiral de drogas y alcohol tras la muerte de Conor

Alejado de esa especie de optimismo religioso que promete el reencuentro después de la muerte, Eric Clapton fue consciente de que no volvería a ver jamás a Conor, una certeza que expresó en las tres primeras líneas de la canción: “¿Sabrías mi nombre si te viera en el cielo? ¿Sería lo mismo si te viera en el cielo? Debo ser fuerte y seguir adelante, porque sé que mi lugar no está en el cielo…” Desgarradora y llena de melancolía, la dureza de su letra no esconde, sin embargo, el intento de Clapton por resarcirse del peor momento de su vida y de emerger como el ave fénix de entre las cuerdas de su guitarra. Porque todo lo que no pudo llorar más lo depositó en el fondo de esta canción, en el alma de Tears in Heaven.