Críticas de La diligencia (1939) - FilmAffinity
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La diligencia

Western Personajes muy variopintos emprenden un largo, duro y peligroso viaje en diligencia. Entre ellos, un fuera de la ley en busca de venganza, una prostituta a la que han echado del pueblo, un jugador, un médico, la mujer embarazada de un militar, un sheriff. Las relaciones entre ellos serán difíciles y tensas. Además, durante el viaje, tendrán que afrontar el ataque de una partida de indios apaches. (FILMAFFINITY)
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Críticas 112
Críticas ordenadas por utilidad
17 de febrero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueve personas, nueve formas de ver y afrontar la vida, un –monumental– paisaje y una diligencia. De estos pocos mimbres se sirve John Ford para contar la historia de 'Stagecoach', que no es más que otra manera más, la suya, de entender la existencia –y el cine–, eso sí, en el ambiente más hostil posible, el del Lejano Oeste, punto de inflexión vital para conocer un país, Estados Unidos, y buena parte de la cultura occidental moderna.

Parece exagerado, pero es que en ese reducido espacio, en ese microcosmos destartalado de cuatro ruedas, paradójicamente, hay sitio para todos: personajes desarropados, dejados de lado por la sociedad, incomprendidos, avaros y egoístas, pero también bondadosos y empáticos, todos con un pasado, que confrontan por sobrevivir. El cliché, quizás, está más que manido, pero es que sin esta película, referente, no habría, precisamente, tópicos.

Pero la manera de filmar de Ford va más allá de eso, de Monument Valley, el Séptimo de Caballería, los indios y los vaqueros. Porque al cineasta le interesa, aparte de la belleza –y eso es irrefutable–, el lugar, insignificante, que ocupa el ser humano en el cosmos, pero contado a través de relatos pequeños, mundanos y universales. Por eso les sitúa ahí, en espacios tan inabarcables como sus problemas que, no obstante, en ocasiones terminan resolviéndose con gestos, guiños, miradas o réplicas. Con ademanes casi imperceptibles, pero tan grandes como su cine.
Jorge Pardo
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20 de febrero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Ford es considerado por muchos críticos como el mejor director de la Historia del cine. Aunque dirigió todo tipo de obras maestras como “Las uvas de la ira” (1940) o “Que verde era mi valle” (1941), es ampliamente alabado por sus westerns.

“La diligencia” es una película coral con un estupendo reparto. En una diligencia, un medio de transporte muy inseguro, comparten trayecto con destino a Lordsburg (nuevo Mejico), Dallas una prostituta, un médico borracho –ambos expulsados del pueblo del que parte la dilegencia por la asociación de damas “de la decencia”-, la mujer de un capitán de caballería que va a reunirse con su marido, un banquero con muy malas pulgas corrupto, y un antiguo soldado confederado que ahora es jugador profesional de cartas con mala reputación y un comerciante de whisky. Además viajan el conductor y el sheriff con labores de vigilancia y para tratar de capturar al prófugo Ringo Kid que anda suelto por la región y del que ofrecen una recompensa. Por el camino a Lordsburg suceden muchas cosas, dentro y fuera de la frágil diligencia, siempre amenazada por los indios apaches y su líder Gerónimo.
Es por ello que deben ir armados hasta los dientes, conscientes del peligro a que se exponen.

Ford realiza con precisión de cirujano un estudio de los personajes memorable, reunidos, casi hacinados, en esa diligencia.

Orson Welles llegó a decir que vio hasta 40 veces “La diligencia” antes de rodar “Ciudadano Kane”; para él suponía la mejor escuela de cine. Por ejemplo, la profundidad de campo de Ciudadano Kane está inspirado en La diligencia, por poner un ejemplo. Si le preguntaban a Welles quiénes eran sus tres mejores directores favoritos él decía que eran John Ford, John Ford y John Ford.

“La diligencia” es un prodigio narrativo. El western, en 1939, estaba en decadencia y con esta película Ford lo reflotó. Es la primera película que rueda Ford en los impresionantes escenarios de Monument Valley, aunque las tomas de los actores dentro de la diligencia son transparencias. Es también el primer western sonoro de Ford, y el considerado unánimemente el primer western moderno.

La presencia de John Wayne es capital; aquí definitivamente se convirtió en estrella para luego ser leyenda. Su presentación en la película es mítica: un travelling acercándose en donde el operador comete un fallo y se desenfoca brevemente al tiempo que avanza hacia su cara, pero a John Ford le gustó y lo dejó en el montaje final, de modo que esa imagen se ha convertido en historia del cine.

El guión, basado en un relato de Ernest Haycox, es de Dudley Nichols, que ya había ganado el Oscar en 1935 junto a Ford por “El delator”. Es redondo. Las interacciones de los personajes, el repudio a los miembros de la sociedad mal vistos (prostituta, doctor borracho o prófugo) y cómo todo puede cambiar en momentos dramáticos es portentoso. Sirva como ejemplo la escena de la comida y como cambian de sitio, el ofrecimiento de agua en vaso de plata, o el plano fantástico de los 3 hombres esperando a que el doctor, después de haber ingerido litros de café para quitarse la resaca permanente en la que vive, obre el milagro.

Prácticamente cada personaje es un microcosmos diferente y Nichols y Ford saben jugar muy bien con eso. Las miradas juegan un papel importante. Todos los actores están fantásticos (todos son altamente fotogénicos). Indudablemente la dirección de actores es sobresaliente. Thomas Mitchell (el médico alcohólico) ganó el Oscar a mejor actor secundario. Ese mismo año rodaría “Lo que el viento se llevó” como padre de Escarlata. Casi nada.

Cómo está también John Carradine, estilizado, elegante, de un porte impresionante. En contraste, Andy Nevine conduce la diligencia. Es quizá el personaje que menos me gusta.

¿Qué decir técnicamente? Pues que también es aquí prodigiosa. La fotografía de Bert Glennan que capta toda la belleza de Monument Valley, otra genialidad de encuadres cinematográficos.
Aparte del ritmo que tiene el film, con su espectacular montaje, tiene hallazgos memorables, por ejemplo cuando cruzan el río, Ford se sube a la diligencia, lo filma desde arriba y nos invita a subirnos. La puesta en escena es magnífica.

Y luego está la escena de los Apaches, brutal. El trabajo que hace el especialista Yakima Canutt es increíble, cayéndose entre los 6 caballos, la ruedas de la diligencia a gran velocidad o saltando de caballo en caballo. Alucinante. Literalmente, se juega la vida. Ford quedó encantado con su trabajo. Luego incluso trabajaría en las carreras de cuadrigas de Ben-Hur y llegó a hacerse director de segunda unidad en películas tan importantes como “El Cid”, de Anthony Mann.
Sigue en spoiler sin desvelar partes del argumento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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9 de enero de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jerónimo junto a un grupo de sus bravos se dedica a incendiar ranchos, han cortado las líneas del telégrafo y el ejercito anda tras ellos.

Al mismo tiempo se ha escapado de la prisión Ringo Kidd y todo el mundo cree que se dirige a Losburg para ajustarle las cuentas a los hermanos Plumber .

Mientras, la diligencia que se dirige a Losburg ha hecho parada, tanto los pasajeros como el conductor son informados de estos hechos. El conductor es obligado a seguir pues el sheriff pretende ir a Losburg por Ringo, en cambio los pasajeros insisten en llegar a su destino.

A finales de los años 30 el western era un género pasado de moda, había tenido sus estrellas en el cine mudo como Tom Mix o Harey Carey, pero en el cine sonoro no tenía grandes nombres, ni películas notables.
John Ford ya era por aquel entonces un director consagrado, había recibió el Óscar al mejor director en 1936 por “El delator” y había tenido grandes éxitos en el cine mudo con Westerns como “El caballo de hierro” (1924) y “Tres hombres malos” (1926). Con todo esto los estudios eran reacios a financiar un Western de gran presupuesto, aunque al final cedieron, eso sí; recortando presupuesto claro está.

La primera vez que la vi tenía 4 años y no exagero, la vi con mi abuelo que por aquel entonces era mi niñero y es la primera película de la que tengo recuerdo, eso sí muy vagamente, bueno de hecho solo recordaba que me había encantado, pero nada más ni interpretaciones ni argumento. Fue esa una de las razones por la que tarde 40 años en volver a verla, tenía tan grato recuerdo de ella que me parecida que ya adulta era imposible que me volviese a gustar.

Bien, que puede decir de ella viéndola de adulta, pues:

“Que me ha encantao”.

Esta vez por razones diferentes, eso sí y las voy a enumerar:

La primera

Porque al volver a verla volvieron a mi mente recuerdos de aquel lejano día en el que la vi con mi abuelo
Yo gritando toda nerviosa y saltando de silla en silla porque llegaban los indios y me abuelo me decía “pero nena no te preocupes los indios nunca ganan, los americanos llegan les quitan las tierras, los persiguen, los indios son los malos y encima siempre pierden,” ay estos americanos”….

La segunda

Por las características del expresionismo alemán que despliega Ford en la película sobre todo en las escenas dentro de edificios, como cuando nace" La coyotita” o cuando en Losburg los Plumber están en el bar y se enteran de que Ringo va a por ellos. Entiendo perfectamente a Orson Welles cuando le preguntaron quienes eran para él los mejores directores de Hollywood y el dijo:” Ford, Ford y Ford”

Tercero

Ford crea una atmosfera de intranquilidad, desasosiego y tensión que mantiene a lo largo de toda la película. Aunque no exento de sus pinceladas de humor.

Cuarto

El merecidísimo Oscar que recibió Thomas Michell por su interpretación del médico borracho.

Quinto:

El resto de interpretaciones.

Sexto:

Los personajes, es que no tienen desperdicio, ni ellos ni las historias que imaginas deben de acompañarles.
Un prófugo de la ley.
Una chica de alterne en el oeste.
Un dandi sureño de clase alta perdido después de la guerra en aquellos remotos parajes. ¿Qué o quién le habría llevado hasta allí?
Un médico licenciado con deshonor del ejercito y que se pasa el día borracho. ¿De dónde viene esa afición al alcohol de antes de la guerra, durante o después?
Un banquero que huye llevando consigo todo el dinero del banco.

Séptimo:

Los encuadres, ves a todos los protagonistas en el mismo plano, no pierdes ningún detalle, o cuando pone la cámara a ras del suelo y graba desde allí o cuando lo hace desde arriba.

Octavo:

La música, no es una partitura magistral, pero hay personajes o situaciones que tienen su melodía, como cuando aparecen los indios, el ejército, o cuando Ringo y Dallas conversan a solas. Convierte la música en el narrador que nos introduce en lo que va a pasar o quién va a aparecer.

Noveno:

La aparición en escena de John Wayne.
Wayne no fue la primera opción para los productores, estos querían a Gary Cooper porque era ya una estrella, pero la insistencia de Ford hizo de él el protagonista, con una entrada en la película impactante, que ha quedado dentro de los anales del cine, y con una interpretación con muy poco dialogo pero muy intensa.

Decimo:

John Ford.
Para unos un genio, para otros sobrevalorado. Yo me uno al primer grupo. Para los que hemos nacido en épocas posteriores el western es el género americano por excelencia, pero quien lo hizo posible en gran medida fue John Ford con esta película y lo llevo a su etapa dorada décadas de los 40 y los 50. Muy pocas estrellas de Hollywood no han hecho incursión en este género desde entonces.

Y por último el recuerdo de mi abuelo un hombre maravilloso que dejaba que su nieta disfrutara con los westerns cuando a él no le gustaban y encima no soportara a John Wayne.
Airam
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22 de febrero de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Wayne se convirtió en estrella gracias a su impresionante aparición en esta obra maestra del cine, un título legendario que a través de sus personajes reúne variados prototipos del Oeste confinados en un reducido espacio físico que les conecta emocionalmente.

En su desarrollo se verán obligados a convivir y asociarse en un ambiente desfavorable, en el que no cabe ni la distinción de clases ni la represión.

Esta especie de road movie por los míticos escenarios del Monument Valley es una historia llena de matices tanto en la definición de personajes como en las actitudes de los mismos, con trepidantes escenas de acción y una factura visual impactante, destacando el extraordinario trabajo del fotógrafo Bert Glennon, siempre bajo supervisión del maestro Ford.

Dentro de un sensacional plantel de secundarios sobresale Thomas Mitchell, quien ganó el Oscar por su inolvidable interpretación como médico borracho. Por su parte John Wayne manifiesta que su capacidad actoral va mucho más allá de la mera iconografía del western, un género bastante ignorado por aquel entonces y que John Ford reinventó y volvió a poner en lo más alto con esta película fundamental en su filmografía y por extensión en la historia del cine.
BartonKeyes
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5 de octubre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el típico western de John Ford aunque gran parte de la película esté en un espacio cerrado, para muchos el primer westerns completo con la personalidad adulta de Ford. Si quieres empezar a ver películas de este famoso director sería bueno que empieces con esta porque todas sus sutilezas son bastante perceptibles.

En una diligencia que hace un recorrido con el peligro inminente de un ataque de los indios van personas muy diferentes con muchos prejuicios peculiares y secretos: un sheriff que finge no enterarse de las cosas, un fuera de la ley ambiguo en busca de una venganza que lo condenará a la cárcel, que empieza a sentir cosas por la prostituta a la que han echado del pueblo, un tahúr enigmático, un tipo que trabaja para una especie de banco al que acaba de coger dinero y nadie sabe que está huyendo aunque no hace más que quejarse de los "parásitos sociales" y gente de mal vivir (con indirectas muy directas a los acompañantes de la diligencia), un médico que no parece muy apto en ese momento para su oficio, y la esposa correcta de un militar embarazada que es la que aporta humanidad y sensatez las pocas veces que habla.

Welles dijo que solo vio innumerables veces esta película antes de filmar Ciudadano Kane y sí es cierto que es un prodigio de narratividad porque siempre parece que están pasando cosas con unas escasas circunstancias.

Es una película recomendable, pero no tiene dilemas éticos tan profundos como otras obras de Ford.
Alfonso Marlowe
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