La gran belleza - Película - 2013 - Crítica | Reparto | Estreno | Duración | Sinopsis | Premios - decine21.com
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La gran belleza
8 /10 decine21
La gran belleza

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Premios

Oscar
2014
Ganadora de 1 premio
  • Película en lengua extranjera
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Sinopsis oficial

La gran belleza

Roma, un verano en todo su esplendor. Los turistas acuden en masa a la colina Janículo: un visitante japonés se desvanece al observar tanta belleza. Jep Gambardella (Toni Servillo) es un hombre atractivo y seductor irresistible, que te hace ignorar sus primeros signos de envejecimiento. Jep disfruta al máximo de la vida social de la ciudad. Asiste a cenas y fiestas chic, donde su ingenio y deliciosa compañía son siempre bienvenidos. Periodista de éxito y seductor innato, escribió una novela de juventud con la que consiguió un premio literario y su reputación de escritor frustrado. Esconde su desencanto tras una actitud cínica que le lleva a ver el mundo con cierta lucidez amarga.

En la terraza de su apartamento en Roma, con vistas al Coliseo, organiza fiestas donde "el aparato humano" -título de su famosa novela - se muestra en toda su desnudez mientras se desarrolla la gran "comedia de la nada". Cansado de su estilo de vida, Jep sueña con volver a escribir, aferrándose a las memorias de un joven amor en el que sigue anclado. ¿Lo conseguirá? ¿Será capaz de sobrevivir a esta profunda repulsión que siente hacia sí mismo y hacia los demás, en una ciudad cuya belleza, a veces, lleva a la parálisis?

8 /10 decine21

Crítica La gran belleza (2013)

Gente patética de Roma

Gente patética de Roma

El intelectual Jef Gambardella acaba de cumplir 65 años y lleva a la ciudad en que vive, Roma, en sus venas. Ante los demás adopta con frecuencia una pose cínica, desgarradoramente sincera a la hora de decir lo que piensa, y da rienda suelta a su ingenio y afilada lengua tanto en sus artículos para revistas como en las reuniones con sus amigos. Le gusta recorrer las calles de Roma, fijarse en la gente que tiene a su alrededor. Ha conocido a muchas mujeres, tiene prestigio profesional, y disfruta con los destellos de belleza que le proporciona la vida... Pero al tiempo está insatisfecho, a su edad está de vuelta de todo, ríe por no llorar, y laten en el fondo de su alma las inevitables inquietudes existenciales, también espirituales, ante la certeza de la muerte. Cuando dice que le gustaría escribir un libro sobre la nada, está siendo muy claro acerca de la encrucijada vital en la que se halla.

Las películas de Paolo Sorrentino nunca son banales, arriesga con historias de personajes sorprendentes pero muy humanos, en los que pugna por asomarse el amor, como motor vital, ya estemos ante un gángster -Las consecuencias del amor-, un presidente del gobierno -Il divo- o un rockero que se viste de mujer -Un lugar donde quedarse (This Must Be the Place)-. En La gran belleza repite con su actor favorito Toni Servillo, otra vez maravilloso, aunque en esta ocasión le rodea de numerosos personajes maduros como él, que conforman un pequeño microcosmos romano de personajes cansados, gente de Roma presentados al modo en que también lo han hecho otros compatriotas de Sorrentino, como Federico Fellini y Ettore Scola.

De modo que junto al protagonista desencantado vemos a la artista de performances dándose de cabezazos, desnuda, contra una columna, al amigo que declara que cuando ya no se tiene fe, sólo queda la nostalgia, la mujer que se engaña al tratar de autoconvencerse de que se ha realizado en la vida, profesionalmente y con su familia, al vecino apartado del mundo tras una puerta de seguridad, al cardenal hablando de platos exquisitos, e, impactante, a la santa, esa suerte de madre Teresa que le recuerda al protagonista la importancia de las raíces. Con un esteticismo preciosista, música con coros e imágenes impactantes, belleza y tosca sensualidad, con un aire surrealista que debe mucho a Luis Buñuel y al citado Fellini, Sorrentino nos invita a un paseo embriagador; y en él, tras la capa de la "dolce vita" y el "dolce far niente", y suscitados por personajes patéticos, llueven los interrogantes de una búsqueda necesaria para todas las personas. Su canto de amor a Roma, más que a orillar las grandes cuestiones, invita a mirarlas de frente.

Últimos comentarios de los lectores

Javi - Hace 2 años

Desencanto decadente y cínico. Hoy este surrealismo produce desencanto. Trama demasiado humana bajo la pátina de frivolidad. No trata bien a la Iglesia y la fe. Prescindible.

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