Crítica de "Mil ojos esconde la noche": el escritor que quiso convertir en falangistas a los exiliados de París ★★★★
Sección patrocinada por sección patrocinada

Libros

Crítica de "Mil ojos esconde la noche": el escritor que quiso convertir en falangistas a los exiliados de París ★★★★

Juan Manuel de Prada regresa con una obra muy ambiciosa que refleja aspectos poco conocidos de los españoles en París durante 1940 y 1941

El escritor Juan Manuel de Prada
El escritor Juan Manuel de Prada Alberto R. RoldánLa Razón

En 1996, Juan Manuel de Prada publicaba «Las máscaras del héroe», donde recreó los literarios ambientes bohemios de principios del siglo pasado, mostrando unas vidas de escritores teñidas en muchos casos de ambigüedad moral, penuria económica, desastrados avatares personales y pertinaz vocación artística. Recuperando olvidados histriones y asendereadas biografías, insistirá en este registro argumental con ensayos como «Desgarrados y excéntricos» o el reciente «Raros como yo». En esta línea temática, en la que es un experto, publica «Mil ojos esconde la noche», una historia de desnortados personajes, laberínticas intrigas y comprometidas situaciones.

Se sitúa la novela en el París ocupado de 1940 y arranca con el encargo que, de parte de las autoridades franquistas, recibe Fernando Navales, oportunista e intrigante plumífero, de atraer a las filas de Falange a exiliados republicanos de perfil liberal y moderado. Para esta misión, algo descabellada aunque parece que viable, empleará artimañas y estratagemas carentes de todo escrúpulo. El protagonista, que ya había aparecido en «Las máscaras del héroe», engarza con la tradición picaresca, ofreciendo un ejemplo de amoral malvivencia donde se mezclan el taimado arribismo con la desvergonzada golfería. Hallamos aquí, en esperpéntico tono valleinclanesco, la recreación literaria de personajes como Serrano Súñer, Picasso, Gregorio Marañón, César González Ruano o Ana María Sagi, a la que tan bien ha estudiado el autor.

La influencia de Umbral se traduce en la semblanza grotesca y extravagante de los protagonistas; al crítico de arte Sebastiá Gasch, por ejemplo, se le describe como «zangolotino y llorica, gordo venido a menos y siempre afligido de carpanta, con una cara como de luna pocha y pasmada». De igual modo se juzgan históricas coyunturas: «A Francia había que ponerla bajo los cascos del caballo de Atila y triturar sus ínfulas esteticistas, para que toda la Europa remisa o resistente escarmentase en cabeza ajena». Novela de deformados caracteres y singulares contenidos.

Lo mejor

El paródico enfoque de referentes histórico-literarios que incluye el autor en el libro

Lo peor

Nada especialmente objetable sobre una obra de ambiciosa elaboración formal