María Carolina de Habsburgo-Lorena, reina de Nápoles
Hacia 1768. Óleo sobre lienzo, 130 x 98 cmSala 022
Hija de Francisco I (1708-1765), soberano del Sacro Imperio Romano-Germánico, y de la emperatriz María Teresa de Austria (1717-1780), nació en el palacio de Schoënbrunn el 13 de agosto de 1752. Habiendo fallecido su hermana, que se destinaba a Fernando IV de Nápoles (hijo de Carlos VII, más tarde Carlos III de España), se casó con él, en Gaeta, el 12 de mayo de 1768. La pareja tuvo diecisiete hijos; ella murió el 8 de septiembre de 1814. Al parecer -según Benedetto Croce- Napoleón I la denominó il solo uomo del regno di Napoli. Se presenta de más de medio cuerpo, con el pelo empolvado; muestra sobre su cabeza un tocado de encaje sujeto por un broche de joyería que no alcanza la categoría de diadema, del cual pende una cinta de tul con lazos. El lujoso atuendo, característico de la moda del final del reinado de Luis XV, con variantes al gusto austriaco, es de tonos rosados mate con bordados de plata. Al cuello ostenta una cinta oscura a modo de gargantilla con joyas que, al igual que los pendientes, llevan diamantes y topacios. En la mano derecha, desnuda, mantiene el abanico cerrado; brilla una pulsera compuesta por cuatro hilos de perlas. La mano izquierda, enguantada, descansa sobre la falda, a la vez que sujeta el guante diestro. El fondo de paisaje, entonado en una gama de gris, azul y verde, con cielo nuboso, describe un lejano horizonte agreste; a un lado del lienzo se advierte un árbol frondoso; en el opuesto se observan un cortinaje y, detrás, el pedestal y el arranque de un elemento arquitectónico, tal vez columna o jarrón sobre un alto podio. La imagen responde perfectamente a la tipología del retrato cortesano del momento, con protagonista regio, aunque concebido de un modo natural y directo, en un aparente aire libre y no en el salón sobrecargado de un entorno palaciego; con todo se observa la tendencia a resultar frío y distante. El pintor no tuvo a la reina ante sí -Mengs se encontraba desde 1761 en España-, por lo que hubo de extraer la efigie de un modelo previo (¿otro cuadro o una miniatura)?, de acuerdo con el encargo de Carlos III que, demostrando un gran interés por su familia, deseaba poseer la imagen de su nueva nuera. Para la formulación, el artista se inspiró en la obra parecida que llevó a cabo tres años antes teniendo como protagonista a María Luisa de Parma (P2189), variando algo la composición pero estando determinado, en la posición del rostro, por el aludido modelo anterior. Sin duda supone una creación brillante de irreprochable calidad general -es un trabajo técnico perfecto, muy rico en detalles- y de finísimo acabado en particular; no obstante, el hecho de basarse en el precedente citado le resta flexibilidad y le hace perder calor humano. En relación con esta obra existen dos trabajos preparatorios en colección privada madrileña, además de una repetición por Francesco Liani (1712/14-1780) en el Museo Campano, de Capua, y una copia en el Museo del Prado (P4141), actualmente depositada en la Embajada de España en Lima (Texto extractado de Luna, J. J. en: El retrato español en el Prado. Del Greco a Goya, Museo Nacional del Prado, 2006, p. 158).