Misterios ocultos

Descubren una misteriosa estructura enterrada junto a las pirámides de Giza

Una prospección geofísica en la necrópolis de Giza, llevada a cabo por un equipo de arqueólogos japoneses y egipcios, ha identificado una estructura en forma de L que estaría conectada a otra más profunda cerca de la pirámide del faraón Kefrén. La presencia de restos arqueológicos ha convencido a los investigadores de excavar en el lugar para poner fin a las especulaciones y descubrir qué se oculta bajo la arena.

Vista aérea de la zona investigada junto a la pirámide de Kefrén (en primer término. A la derecha, la de Keops). El rectángulo rojo (izquierda) muestra el área objeto de estudio.

Vista aérea de la zona investigada junto a la pirámide de Kefrén (en primer término. A la derecha, la de Keops). El rectángulo rojo (izquierda) muestra el área objeto de estudio.

Vista aérea de la zona investigada junto a la pirámide de Kefrén (en primer término. A la derecha, la de Keops). El rectángulo rojo (izquierda) muestra el área objeto de estudio.

Archaeological Prospection

En la llanura de Giza se extiende la famosa necrópolis en la que los faraones Keops (2589 a.C.-2566 a.C.), Kefrén (2558 a.C-2532 a.C.) y Micerino (2532 a.C.-2503 a.C.), de la dinastía IV del Reino Antiguo, levantaron sus colosales pirámides con el objetivo de que fueran su lugar de descanso final, desde el cual emprender su viaje hacia la estrellas para reunirse con los dioses.

Pero en Giza no solamente se levantan las tres grandes pirámides o la famosísima esfinge. Junto a estos monumentales complejos funerarios, los antiguos egipcios construyeron un sinfín de mastabas bellamente decoradas en las que se enterraron miembros de la familia real, nobles y altos funcionarios que tuvieron el privilegio de pasar la eternidad cerca de su señor.

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Giza siempre acostumbra a ser noticia. Y ahora ha vuelto a serlo cuando un equipo de arqueólogos japonés-egipcio ha llevado a cabo una exploración geofísica mediante georradares y tomografía de resistividad eléctrica al oeste de la Gran Pirámide de Keops y junto a la de Kefrén. Tras los resultados obtenidos, los investigadores creen haber descubierto una anomalía hasta ahora desconocida: una estructura poco profunda en forma de L.

Una misteriosa estructura

En un estudio publicado en la revista Archaeological Prospection, Motoyuki Sato, arqueólogo de la Universidad de Tokyo y autor principal, ha declarado que "a partir de los resultados del estudio no podemos determinar el material que causa la anomalía, pero podría tratarse de una gran estructura arqueológica subterránea".

Ahora, este este importante descubrimiento se suma al realizado el pasado diciembre por la geomorfóloga de la Universidad de Carolina del Norte Eman Ghoneim, que documentó por primera vez un canal de 100 kilómetros que comunicaba las pirámides de Giza y que habría sido un elemento fundamental en su construcción. 

"A partir de los resultados del estudio, no podemos determinar el material que causa la anomalía, pero puede ser una gran estructura", afirma el arqueólogo Motoyuki Sato.

La zona enmarcada en el interior del rectángulo rojo es donde se ha detectado la anomalía. En primer plano, la pirámide de Kefrén y al fondo de la imagen, la de Micerino.

La zona enmarcada en el interior del rectángulo rojo es donde se ha detectado la anomalía. En primer plano, la pirámide de Kefrén y al fondo de la imagen, la de Micerino.

La zona enmarcada en el interior del rectángulo rojo es donde se ha detectado la anomalía. En primer plano, la pirámide de Kefrén y al fondo de la imagen, la de Micerino.

Archaeological Prospection

La prospección se realizó entre los años 2019 y 2023 en un área plana y aparentemente vacía de la necrópolis de Giza, y a pesar de que no había a la vista restos significativos, los investigadores se preguntaron si sería posible que hubiese algo bajo tierra. "Creemos que identificamos una estructura en forma de L de aproximadamente 10 por 15 metros, a una profundidad de 0,5 a 2 metros, llena de arena lo que significaría que un vacío se llenó de arena después de la construcción y que esta podría estar conectada a otra a mayor profundidad", afirma Motoyuki Sato.

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Esta segunda anomalía documentada por los georradares se encuentra a 10 metros de profundidad. ¿Se trata de una mastaba?, se preguntan los arqueólogos. "No podemos determinar el material que causa la anomalía, pero puede ser una gran estructura arqueológica subterránea. Los resultados de los georradares apuntan a la posibilidad de la presencia de restos arqueológicos", concluyen los expertos. Así pues, los arqueólogos afirman que el siguiente paso es excavar y poner fin al misterio que suscitan estas estructuras escondidas a la sombra de las tres grandes pirámides.