Las 10 mejores películas de Richard Burton, uno de los actores más arriesgados de todos los tiempos

Burton tardó muy poco en saltar con éxito a Hollywood. De hecho, su primera producción americana, ‘Mi prima Raquel’ (1952), le valió su primera nominación al Oscar. No tardó mucho en asentarse en los grandes presupuestos con películas como ‘La túnica sagrada’ (1953), producción bíblica que además cuenta con la curiosidad de ser la primera película filmada en Cinemascope. Pero Burton siempre fue un actor inglés de raza y no perdió la oportunidad de volver a Inglaterra para protagonizar una cinta independiente, una de las obras icónicas del Free Cinema. Burton interpreta a un académico que no es capaz de conseguir más que empleos precarios y cuya rabia social se va acumulando hasta estallar. ‘Un sabor a miel’ (1961) y, sobre todo, ‘La soledad del corredor de fondo’ (1962) sellarían la labor de Tony Richardson como la gran figura de la revolucionaria ola del cine británico junto a Lindsay Anderson. Pero todo empezó con Burton, que además estuvo nominado al Globo de Oro al otro lado del Atlántico por su papel.

Cuando alguien piensa en la grandeza de las producciones del Hollywood clásico suelen surgir dos nombres, ‘Ben-hur’ y esta cinta de Mankiewicz. Lástima que la ficción de Heston fuese un éxito y la que ahora nos ocupa el principio del fin de una forma de entender el cine. La producción convirtió a la pareja Taylor-Burton en leyenda, en gran parte por el escándalo que supuso su affaire en el rodaje, estando él casado (llevaba 14 años de matrimonio con la actriz Sybil Williams). Pero gran parte de culpa tuvo también la espectacularidad continúa de la película en donde Taylor es, cómo no, Cleopatra y Burton, Marco Antonio.

Otra de las interpretaciones por las que Burton mereció más suerte en la noche de los Premios de la Academia. Martin Ritt, otro grande del Nuevo Hollywood olvidado demasiado a menudo, dirigió esta adaptación de la novela de John Le Carré que demuestra que a las cintas de James Bond todavía les queda mucho por hacer en cuanto a tramas de agentes secretos se refiere. Burton interpreta a un espía que finge desertar para infiltrarse con la inteligencia comunista de la Alemania Oriental y que acaba enredado en un lío todavía mayor que no desvelaremos.

Por mucho que pasar 4 horas frente a ‘Cleopatra’ sea un buen plan, si necesitas la demostración de que Burton y Taylor eran gigantes de la interpretación más allá del glamour y las revistas del corazón, hay una película perfecta. Justo antes de firmar ‘El graduado’, Mike Nichols entró en Hollywood como un torrente dirigiendo este apasionado drama de aires teatrales sobre un matrimonio que se odia profundamente. Nunca sabremos si ambos aprovecharon para desahogarse de sus rencillas personales pero los dos se destrozan de la forma más descarnada y salvaje que uno pueda imaginar. La cinta ganó 5 Oscar, incluido uno para Taylor. Fue, además, la película que abrió la veda para que las palabrotas llegasen a Hollywood, lo que le llevó a recibir la primera calificación de prohibida para menores de 18 años.

En plena madurez, Burton estaba de nuevo en Inglaterra para encabezar sus mejores producciones. En esta era el líder de un grupo de élite en plena Guerra Mundial que bien podría haber sido la inspiración de Tarantino y sus ‘Malditos Bastardos’. En su lucha con los nazis le acompaña un joven Clint Eastwood que, en estos años, todavía estaba a la sombra de figuras como la de Burton.

Parece que un gran actor inglés no lo es si no interpreta un gran papel shakesperiano y aunque no hablamos de Hamlet o Macbeth, poco más hay para un primer actor británico que encarnar a Enrique VIII. Narra la conocida historia del monarca, peleado con la iglesia católica en pos de anular su matrimonio con Catalina de Aragón para culminar su obsesión con Ana Bolena. La cinta logró unas sorprendentes 10 nominaciones al Oscar. Eso sí, era el año de ‘Dos hombres y un destino’ y ‘Cowboy de medianoche’, así que se conformó con la distinción por Mejor Vestuario. Burton y su barba, sin embargo, se merecían premio.

Muy poco y mucho más tarde pudimos disfrutar en España de esta importante película que marcó un hito al situar a dos leyendas de la interpretación, Burton y Rex Harrison (ironías de la vida, el Julio Cesar de ‘Cleopatra’) como una pareja homosexual. La cinta era todavía más atrevida al no tratar de su amor o su pasión sexual, sino de su convivencia como pareja estable, asentada, como un matrimonio equiparable a cualquier otro. Al igual que en la cinta, donde los dos hombres son acusados de escándalo público, la película tuvo distribución limitada y enormes problemas de distribución durante décadas. Si por algo no nos da cargo de conciencia hablar tanto de Taylor y tan poco de las otras esposas de Burton es por, entre otras cosas, la enorme persecución de su viuda (Sally Hal) de la cinta para que no quedase ni rastro de su marido interpretando a un personaje homosexual.

Cuando uno lee el clásico cuento distópico de George Orwell sobre la sociedad sin libertades controlada por el Gran Hermano se ha de formar su propio O’Brien en la cabeza. Él es el único personaje con el que el protagonista, Winston Smith (John Hurt), comienza a entablar una relación mínimamente humana. Por supuesto, todo es un cruel engaño y la policía del pensamiento actúa de manera implacable. Fue Burton, en uno de sus últimos grandes papeles, el encargado de dar vida, rostro y voz al difuso personaje clave de la novela. Lo logró con nota, demostrando que las capas romanas, las coronas medievales y los monos futuristas de la ciencia ficción no son tan diferentes cuando eres un actor de la talla de Richard Burton.