Moisés - Significado, biografía e historia
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Moisés - Significado, biografía e historia

de origen griego y arameo (mosheh)tal vez del verbo hebreo masha, 'sacar fuera], 'uno sacado' *de las aguas*

Nacimiento

Al nacer Moisés, los padres reconocieron que era hermoso (Ex. 2:2). Sus esfuerzos por conservarlo con vida fueron un acto de fe (He. 11:23). Debido al decreto del faraón de matar a todos los niños hebreos, sus padres buscaron una alternativa para que éste viviese. Lo acostaron en una canasta y lo pusieron el el rio. Al hacer ésto, Jocabed, su madre, estaba cumpliendo con la letra de la ley que exigía que los hijos varones fueran ofrecidos como sacrificio al río, al que los egipcios adoraban como dios, en la suposición de que sus aguas tenían poder para impartir fertilidad y garantizar una larga vida.

Vida en el Palacio

La visita de la hija de Faraón para bañarse en sus aguas, hizo que viera a Moisés flotando en su pequeña cesta. La princesa tomó al niño como hijo propio, y contrató a la propia madre de Moisés como su nodriza. La educación hogareña inculcó en el niño el amor a Dios y el sentido de la misión de su vida (Hch. 7:25). Bajo los tutores reales egipcios, y sin duda como un príncipe real y presunto heredero del trono, Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios. Bajo los sacerdotes llegó a dominar las letras, la literatura, las ciencias y la religión; bajo los comandantes del ejército obtuvo la habilidad para el mando militar; y de otros oficiales reales el conocimiento de las leyes y de la administración civil. Como presunto heredero, fue popular en la corte, como también en el ejército y entre la población común. Su aspecto exterior, su vestido, su conversación, su conducta y su cultura pudieron ser completamente egipcios, pero su corazón nunca llegó a serlo. Su carácter, su religión y su lealtad siguieron siendo hebreos(Ex. 2:11-13 ).

Conflicto con Faraón

Cuando llegó a los cuarenta años (Hch. 7:23) Moisés supo que había llegado el momento de escoger entre su fe hebrea y el trono de Egipto. La profunda lealtad a Dios (He. 11:24-26) y la percepción del propósito divino para su vida (Hch. 7:25) lo condujeron a echar su suerte con su propio pueblo y ser maltratado con ellos (He. 11:25). El nuevo rey adoptó como nombre real el de su padre. Odiaba a Moisés, en quien podía ver a su mayor rival, lo que apresuró la decisión de Moisés de echar su suerte con sus despreciados, conciudadanos e intentar liberarlos de la opresión egipcia. Actuando en forma precipitada, Moisés mató a un capataz egipcio (Ex. 2:11, 12), y por ese acto necio se puso en las manos de sus enemigos, ya el faraón tenía una razón legítima para llevarlo a juicio y destruirlo. Éstas circunstancias condujeron a Moisés a huir de Egipto y a encontrar refugio en la tierra de Madián.

Zarza Ardiente

Como los madianitas eran descendientes de Abrahán y Cetura (Gn. 25:1, 2), Moisés estuvo con parientes durante sus cuarenta años de peregrinación. Entre ellos estaba Jetro, un sacerdote de Jehová (Ex. 18:1, 12, 23). Su hospitalaria recepción indujo a Moisés a entrar a su servicio, y con el tiempo su hija Séfora llegó a ser su esposa. Todavía tenía fe en las promesas de Dios a sus padres y esperaba su cumplimiento. Sus pensamientos se volvieron a sus hermanos sufrientes en Egipto y oró por su liberación. Finalmente, se le apareció Dios en una zarza ardiendo y le encargó que volviera a Egipto para liberar a los hebreos (Ex. 3:1-10). Temeroso de que su pueblo no lo aceptara y dudando de su capacidad para persuadir a Faraón para que los dejara salir, Moisés vaciló en aceptar el llamado .Pero Dios, con toda paciencia, le eliminó esas aparentes dificultades y Moisés finalmente aceptó la tarea. De vuelta a Egipto se encontró con Aarón, a quien Dios había enviado al desierto para encontrarse con él, y juntos regresaron y se reunieron con los ancianos de Israel antes de presentarse a Faraón. Su primera audiencia con Faraón sólo consiguió empeorar la situación de los hebreos.

Las Diez Plagas

Diez plagas cayeron sobre el país antes que el rey cambiara de idea. Con la última, la muerte de los primogénitos, Faraón llamó a Moisés de noche y le dio la orden de que los hebreos salieran del país y bajo la conducción divina, Moisés sacó a Israel de la tierra de servidumbre (Ex. 13:17-22). Después de varias crisis y liberaciones providenciales, Moisés y el pueblo hebreo llegaron al monte Sinaí. Entonces Dios llamó a Moisés para encontrarse con él sobre el monte, donde le reveló los planos completos para la construcción del tabernáculo, que había de ser el lugar de su morada como su Rey , y al mismo tiempo le dio las dos tablas de la Ley.

El becerro y el Perdón

En su ausencia el pueblo erigió un becerro de oro, que estaban adorando cuando regresó. Viendo su idolatría, quebró las dos tablas de piedra. El Señor le había revelado la idolatría de Israel y le había propuesto rechazarlo y cumplir sus propósitos mediante él mismo, pero Moisés intercedió en favor de Israel, y Dios los perdonó. Después de haber castigado adecuadamente al pueblo, Moisés buscó a Dios, quien le prometió: 'Mi presencia irá contigo, y te daré descanso'. A su pedido, y como señal de la presencia de Dios entre ellos, se le permitió tener una vislumbre de la gloria divina. Durante otros cuarenta días en el monte, recibió instrucciones adicionales para el gobierno de Israel y las segundas tablas de piedra (Ex. 34). Al descender al campamento, su rostro estaba radiante de la gloria divina, y la gente temía acercarse a él.

EL Tabernáculo

Durante los meses que estuvieron en el Sinaí, construyeron el tabernáculo, y en ese mismo tiempo escribió las instrucciones que Dios le había dado. Después de un año junto al monte Sinaí, durante el cual Israel se constituyó en nación, se codificaron sus leyes, se construyó el tabernáculo y se organizó el culto. Luego Israel salió hacia Canaán (Nm. 10:11-13). Poco tiempo después, María y Aarón desafiaron el liderazgo de Moisés pero el Señor lo vindicó claramente como su portavoz designado afligiendo con lepra temporaria a María.

Hacia la Tierra Prometida

En Cades, por causa del informe sobre la tierra de Canaán, la gente se rebeló contra Moisés y propuso regresara Egipto. Esta era la décima rebelión desde la salida de Egipto. Por causa de su rebelión, los hombres de esa generación fueron condenados a morir en el desierto, y durante los siguientes años (Dt. 2:14) la gente acampó en diversos lugares en la región de Cades. Treinta y ocho años después, Moisés y Aaron pecaron golpeando la roca en contra de las indicaciones de Dios, con lo que distorsionaron la lección que el agua milagrosa debía enseñar. Como resultado, se les negó el privilegio de introducir a Israel en la tierra prometida (Nm. 20:7-12). Moisés condujo al pueblo alrededor de Edom, en la conquista de la Transjordania, y finalmente al último campamento en Sitim, frente a Jericó, que estaba del otro lado del Jordán. Mientras estuvieron acampados allí, presentó una serie de discursos en los que repasó las providencias de Dios durante los pasados cuarenta años, destacando lecciones de esas experiencias y repitiendo las leyes que Dios le había revelado para el pueblo. Durante el tiempo que estuvieron acampados en Sitim, Moisés designó a Josué como su sucesor (Nm. 27:18-23; Dt. 1:38), y poco antes de su muerte lo llevó al tabernáculo para recibir su responsabilidad del Señor (Dt. 31:14, 23).

Muerte

Por indicación de Dios, ascendió el monte Nebo, donde contempló la tierra prometida y murió a la edad de ciento veinte años (Dt. 32:48-52; 34:7). Dios lo enterró allí, lo llamó del lugar donde descansaba, y más tarde lo honró con Elías sobre el monte de la Transfiguración (Mt. 17:3, 4).



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