Aisha (2022), de Frank Berry

Aisha Osagie es una joven nigeriana que logró salir de su país después de que su padre y su hermano fueran asesinados por unos mafiosos que les reclamaban una deuda. Refugiada en Irlanda, intenta arreglar su situación para poder traerse ahí también a su madre, pero los trámites e interrogatorios para confirmar su estatus resultan interminables, y no demasiado amistosos; y tampoco son muy amables en los centros de acogida. Con tan difícil “paisaje”, Conor Healy, joven guardia de seguridad que está dejando atrás un pasado conflictivo, se muestra sensible y respetuoso con Aisha, interesándose por sus cosas sin agobiarla.

Interesante cinta escrita y dirigida por Frank Berry, que destaca por su rigor y sobriedad. Se empeña en dibujar cómo alguien que ha escapado del horror, lejos de encontrar la tranquilidad en Occidente, se topa con incomprensiones y obstáculos que complican el comprensible deseo de pasar página y seguir adelante. Quizá a ratos es demasiado obvia la intención didáctica, y el desenlace puede resultar algo brusco, pero a cambio se evitan pagar peajes sensibleros, o caer en fáciles maniqueísmos.

Berry muestra un amplio abanico de personas “locales”, que muestran diversas actitudes ante Aisha. Desde los que muestran un latente racismo ante los inmigrantes, y ponen piedras en el camino de la protagonista, a los que se esfuerzan por empatizar y comprender a la recién llegada, que se encuentra en un entorno muy distinto al de origen, pasando por distintos burócratas y profesionales que se muestran respetuosos, pero también marcando las distancias, temerosos quizá de que una cercanía excesiva nuble su objetividad, y puedan ser presa del fraude.

Lo hacen muy bien los dos actores principales, Letitia Wright, conocida por sus cintas de Marvel, Black Panther y alrededores, y Josh O'Connor, que dio vida al príncipe de Gales en las temporadas 3 y 4 de The Crown. El afecto mutuo que muestran en la pantalla es genuino, y ella se muestra muy natural mostrando empatía con otros inmigrantes, y desconfianza ante unos autóctonos de los que nunca es fácil adivinar lo que pretenden, mientras que él trasluce muy bien su pureza de intenciones, y cierta vergüenza ante injusticias que no saben cómo encarar.