Retrato de Felipe III de busto y armado
Hacia 1603
Felipe III (1578-1621), cuarto hijo de Felipe II y su cuarta esposa, Ana de Austria, aparece representado con armadura y con el lazo rojo engarzado en una cadena de oro, del que pende el vellocino del Toisón de Oro, de acuerdo con el modelo oficial establecido para los retratos masculinos. Su formato de busto prolongado, frente al prototipo más frecuente de cuerpo entero, le impide la inclusión de los atributos del poder (bastón de mando, espada, bufete). El resultado es un retrato de carácter más íntimo y privado, en el que la atención se centra en resaltar su rostro ovalado y de cabello corto, que arranca suavemente de la plataforma que conforma la imponente gola rizada, propia de la moda de la época, y en subrayar sus rasgos bellamente modelados a través de una fuerte iluminación sobre el fondo oscuro. La armadura elegida es una de las guarniciones infantiles de autoría milanesa pertenecientes al rey, que había sido enviada hacia 1585, posiblemente por el V duque del Infantado, y que en la actualidad se conserva en la Real Armería de Madrid. En la suntuosa decoración de ataujía se han introducido algunas modificaciones con respecto a la armadura original, al reemplazarse ciertas figuras alegóricas, como la Fama y la Victoria, por simples imágenes de militares armados. Estas vistosas armaduras y las enormes golas son realmente los elementos distintivos de la riqueza y la ostentación que caracterizaron el retrato cortesano durante el reinado de Felipe III con respecto al de sus antecesores.
Pantoja de la Cruz, convertido en estos años en el principal retratista de la corte de Felipe III, consigue en este ejemplar una de sus obras más exquisitas. Coincide en pose y riqueza de detalles con el primer retrato conservado de Felipe como rey, el de «Felipe III como generalísimo en el sitio de Ostende» del castillo de Ambras, Innsbruck, de 1601. Sin embargo, su rostro no es imberbe, sino que presenta bigote y barba rubios muy incipientes, siendo prácticamente idéntico al que Pantoja ofrece en el retrato «a lo divino» del rey, en el que Felipe aparece disfrazado como pastor en la escena del «Nacimiento de Cristo» del Museo Nacional del Prado, firmado en 1603. Dicho año sirve para confirmar la ejecución de esta efigie en torno a dicha fecha, cuando la corte real se encontraba instalada en Valladolid por unos años (1601-1606). El tamaño reducido del retrato, la mayor delicadeza de su soporte sobre tabla o su ejecución técnica tan cuidada hacen pensar en que pudiera haber sido un encargo especial de carácter más íntimo de su consorte, la reina Margarita de Austria, quien tenía un interés particular en contar con buenas imágenes de sus familiares.