Opinión | Odio en las redes
Subdirectora de El Periódico
Carol Álvarez
Subdirectora de El Periódico
Subdirectora de El Periódico. Cultura, tendencias sociales y Barcelona.
Newsletter semanal 'Con Letra de Mujer', que reúne temas de actualidad y ocio con mirada femenina.
Esas mujeres que se meten en la política y la ciencia
Las nuevas generaciones se enfrentan a retos muy distintos de los que superaron las primeras sufragistas, y su voz tiene muchos más recursos y herramientas para ser escuchada que nunca. También para ser silenciada, coaccionada, amenazada.
Dar un paso adelante, asomarse a la esfera pública y quedar expuesta, se ha convertido en una actividad de riesgo si, en especial, eres mujer. La violencia digital es la punta de lanza del odio que abunda en una sociedad cada vez más polarizada, con unos patrones que discriminan y enfangan, proyectan sombras largas, sobre todo cuando afecta a mujeres con una voz fuerte, libre, que denuncian la desinformación, ya sea el negacionismo climático o las pseudociencias. Está pasando. Un manifiesto impulsado por tres mujeres periodistas, entre ellas Valentina Raffio de EL PERIÓDICO, ha puesto de manifiesto una escalada de odio cargado de misoginia sin precedentes.
Por este y otros motivos, que haya mujeres que quieren seguir dando pasos adelante, liderando movimientos, dirigiendo acciones, es importante. No solo se trata de visualizar su forma de pensar, o de actuar, también es esencial que formen parte de las dinámicas que empujan leyes, que dictan jurisprudencia, que hacen de la política un instrumento para mejorar nuestras vidas.
Muchas mujeres suman en las listas de las candidaturas que concurren en estas elecciones catalanas, su voz está ahí y también en los programas electorales que defienden. También contamos con la mirada de las periodistas que dan cobertura informativa, con su mirada, a esa forma de moldear nuestra sociedad que emana del poder.
Las nuevas generaciones se enfrentan a retos muy distintos de los que superaron las primeras sufragistas, y su voz tiene muchos más recursos y herramientas para ser escuchada que nunca. También para ser silenciada, coaccionada, amenazada.
Las elecciones también van de eso, de presente y de futuro.
Un curioso documental que puede verse estos días en Apple TV, ‘Girls State’, retrata el día a día de un campus experimental en Missouri para formar a chicas adolescentes que quieren ser líderes en las instituciones de Estados Unidos. Rodado en 2022, en medio del huracán de la sentencia que tumbó la protección del derecho al aborto e hizo tambalear los fundamentos progresistas de las mujeres del mundo, el trato desigual que reciben respecto a los chicos que acuden a un campus gemelo es bochornoso. No solo por el presupuesto invertido, también por el tipo de actividades que se despliegan para su formación y las reglas de comportamiento, vestimenta, las restricciones. Las jóvenes que aparecen en ese documental, tanto las más de izquierdas como las conservadoras cristianas, tienen una luz particular, la que les ha dado la determinación para postularse para cambiar el futuro desde el poder que quieren alcanzar, hacerlo mejor. Esa luz, que ya experimenta las primeras limitaciones ambientales, es la que necesitamos que siga viva con el paso del tiempo para garantizar relevos fuertes en tiempos oscuros, liderazgos sólidos que puedan inspirar políticas y decisiones donde la mujer continúe en el eje, sus derechos sigan reconocidos, su mirada esté presente.
Ver a esas jóvenes que retrata el documental discutiendo, en una de sus actividades, sobre el derecho a acudir a una clínica abortiva y que no te atosiguen supuestos informadores para hacerte cambiar de opinión ahora se convierte en un espejo extraño del debate que han mantenido los miembros de nuestro Tribunal Constitucional sobre la ley que penaliza el acoso en las clínicas de aborto, una ley que fue recurrida por Vox. El fallo no ha sido unánime, ha salido adelante con el respaldo de siete magistrados del alto tribunal español, de los que cuatro son mujeres, y destaca que la ley busca castigar “ la acción de acosar y la conducta de acoso".
La primera línea roja contra el odio ha de ser la protección ante el acoso que limita que el pensamiento y la opinión nos haga más libres.
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