Los de la Resistencia y los perros de Laval. Una historia del año 1944 | El correo de la historia >
Carlos Rilova

El correo de la historia

Los de la Resistencia y los perros de Laval. Una historia del año 1944

Por Carlos Rilova Jericó

Esta semana pasada oía, casi por casualidad, una canción compuesta sobre la Resistencia francesa. El título de esa pieza era “Ceux du maquis”. Algo que podríamos traducir como “Los del maquis”.

Así los describe la canción en su estribillo. Y también como “los de la Resistencia”.

No entraré en la manida discusión de si la famosa Resistencia francesa fue más imaginaria que real cuando menos hasta el Día del Desembarco (para el que, por cierto, esa canción tiene un recuerdo especial). Ya en un correo de la Historia anterior en el que se hablaba de esta cuestión -la Resistencia francesa- dejaba yo unas cuantas cosas claras al respecto a partir de las investigaciones de otros historiadores.

Y es que, en definitiva, más o menos transida de exiliados españoles, la Resistencia genuinamente francesa, existió. Con todas sus virtudes y defectos. Algo a tener en cuenta, lo de sus defectos, pues no falta quien dice -en esas discusiones que nuestra maravillosa “sociedad” de la información nos ofrece- que los “fifs” (los miembros de las Fuerzas Francesas del Interior, F.F.I.) no tenían una ejecutoria muy limpia en el trato al enemigo.

Interesantes palabras, sin duda, teniendo en cuenta quién era dicho enemigo… Y de eso más que de la Resistencia o el maquis en sí, precisamente, quería hablar hoy en este nuevo correo de la Historia.

El enemigo de los “maquisards” o resistentes de los que habla esa canción estremecedora, enfática, formaba una lista muy variada. Estaban los derrotistas (que nunca faltan), esos que habían entregado las armas tras el Armisticio de 1940 y querían que todo el mundo se diera por perdido para que sus debilidades fueran menos evidentes. Algunos de estos habían logrado ser evacuados a Inglaterra desde la famosa bolsa de Dunkerque y allí, en lugar de unirse a sus aliados y al posterior llamamiento de Charles de Gaulle, prefirieron darse por desmovilizados y regresar a la Francia ocupada o a la que los alemanes habían dejado al mariscal Pétain en Vichy.

Aparte de estos derrotistas la Resistencia tenía como enemigos, claro está, a los propios alemanes. Con su implacable maquinaria militar, la Wehrmacht, y con su brazo político-militar. Más letal y sanguinario si cabe: la Gestapo y las Waffen-SS. Es decir, los regimientos militares de las temidas SS.

Esas fuerzas de ocupación alemanas estaban, además, apoyadas por los “collabos”. Es decir: los colaboracionistas. Estos, en su versión más numerosa, eran simples ciudadanos que contemporizaban con el ocupante en la zona al Norte de la línea de demarcación y hacían exactamente nada por enfrentarse a unas fuerzas que, como dice la canción de “Ceux du maquis”, habían sometido a Francia a una horrible esclavitud que incluía el Servicio de Trabajo Obligatorio en Alemania. Una de las causas que indica esa canción como razón para engrosar las filas de esa Resistencia.

Aparte de estos “amateurs” del Colaboracionismo había fuerzas más organizadas. Como recuerda también la letra de “Ceux du maquis”. Estos eran la unidad paramilitar creada por el régimen colaboracionista del mariscal Pétain. Los llamados milicianos. Los que la canción describe como los perros de Laval…

Y aquí surge la cuestión de quién era ese Laval que tan considerable fuerza tenía a sus órdenes.

Era una persona de curiosa trayectoria política. Casi inesperada en alguien que acabó entregándose a una fuerza tan destructiva, tan apocalíptica, como el III Reich y su Nazismo.

Laval había nacido un 28 de junio de 1883 en Châteldon, una pequeña población situada en el corazón de Francia, en la región de Auvernia y los Alpes. Era hijo de un pequeño empresario local que ejercía, según parece, funciones tan diversas en ese típico pueblo francés del interior como las de cartero, tabernero y carnicero.

En ese ambiente el joven Pierre Laval dio muestras de una inteligencia despierta y se le vio así como candidato a salir de esa vida provinciana para estudiar en París. Cosa que hizo con brillantez, obteniendo una licenciatura en Derecho en 1909.

A partir de ahí, ¿qué podríamos suponer que hizo aquel pequeño burgués de provincias que, en un futuro no lejano, iba a colaborar con un régimen fascista? Pues lo más opuesto que quepa imaginar en alguien con esas señas: Pierre Laval se especializó en Derecho laboral y se dedicó a defender a obreros en dificultades. Cosa nada difícil en aquella Francia donde todavía no había vacaciones pagadas siquiera y el proletariado, en general, no disfrutaba de esas condiciones que la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano decía que debían estar a la orden del día.

No olvidemos que Laval, el joven abogado laboralista Laval, trabaja en ese campo en los tiempos que Jack London describe en “El talón de hierro”. Si las cosas estaban en las condiciones que nos desvela ese relato (basado en experiencias del propio London) en la avanzadísima Norteamérica, basta con eso para suponer a qué tenían que enfrentarse los obreros que defendía el recién incorporado a los tribunales Pierre Laval.

Es más, aquel joven y, es de suponer, idealista abogado, no se limitará a ejercer su profesión orientándola a esas cuestiones sociales. Además se convertirá en militante de una fuerza que quería cambiar esa situación desde la Política. O desde las barricadas si era preciso. Así Pierre Laval, ya desde 1903, antes de licenciarse en Derecho, era miembro del Partido Socialista Francés y en 1914 será elegido, como militante de él, diputado por un distrito obrero de París: Aubervilliers…

Luego pasaron los años y Laval siguió medrando en Política. La que luego sería llamada “Segunda Guerra Mundial” lo encontró ya convertido en un veterano político que había ostentado incluso ministerios en varios gabinetes. Pero es que además de eso, se había labrado una considerable fortuna personal. Tanto como para comprar el castillo de su pueblo y convertirlo en su casa. Así pronto se derechizó. Tanto que, de hecho, no ocultaba sus simpatías por Alemania, en general, y por el III Reich en particular si eso representaba a Alemania…

Tras ser eliminado de la vida política por la victoria del Frente Popular francés en 1931, permanecerá en un opulento ostracismo pues, ya antes de la época de los tiburones financieros, en los 90 del siglo pasado, Pierre Laval había descubierto la técnica de comprar empresas en problemas, reflotarlas y revenderlas. De ahí lo sacará el mariscal Pétain en 1940 para que dirija su engendro colaboracionista.

Lo hará con puño de hierro, endosando sin ambages todo lo que mandan sus admirados alemanes, creando la Milicia y un sistema policíaco que nada tenia que envidiar al de los nazis. Así fue como surgieron esos que la canción “Ceux du maquis” describía como los perros de Laval.

Aquel antiguo socialista, convertido en dictador fascista, acabó mal. La Francia de los “maquisards”, de los resistentes, de De Gaulle… consideró que en tan significada cabeza debía recaer la venganza pública. Así se le juzgó por sus numerosos crímenes de lesa humanidad y se le ejecutó un 15 de octubre de 1945.

Durante el tiempo que duró el proceso, Laval se presentó como víctima de las circunstancias y acusó a sus jueces de falta de imparcialidad… Ciertamente podría verse así, sin embargo, sus actos comprobados de los cuatro años anteriores hablaban de alguien que parecía haberse ganado a pulso esa inquina y ese odio que culminó en un fusilamiento unánimemente esperado por los que lo veían como responsable de todo lo ocurrido desde que el país es ocupado por la Wehrmacht, la Gestapo, las SS….

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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