En 2009 llegaba a cines Jennifer’s Body, una mezcla entre comedia y terror desdeñada por críticos y audiencias por igual, debido a su terrible marketing enfocado en sexualizar a Megan Fox y ocultar el ángulo feminista de la cinta. Afortunadamente, muchos años después, la película ha sido reevaluada por varias personas y se ha ganado una audiencia de culto. Su guionista, Diablo Cody, ahora regresa al género con Lisa Frankenstein, esta vez de la mano de la directora Zelda Williams. ¿Seguirá este trabajo los mismos pasos de su predecesora?

Lisa (Kathryn Newton) es una chica introvertida y sin muchos amigos. La única persona que la trata bien es su hermanastra, Taffy (Liza Soberano), quien un día la convence de ir a una fiesta. Borracha y harta del mundo, Lisa huye en medio de una tormenta al cementerio, donde, con un deseo, reanima al cadáver de un joven victoriano (Cole Sprouse). Juntos viven una aventura llena de romance, misterio, crecimiento emocional y unos cuantos asesinatos.

Los guiones de Cody son inconfundibles: sin importar qué director o directora los tome, sus diálogos cómicamente artificiosos, constante sarcasmo y protagonistas femeninas poco simpáticas siempre la delatan. La guionista nunca ha tenido miedo a crear mujeres egoístas, desagradables o antipáticas, todo lo contrario: encuentra en cada una de ellas aspectos incómodos de nuestra personalidad que nos encanta ocultar, pero que secretamente nos gustaría sacar de vez en cuando. 

Lisa Frankenstein no es la excepción: su heroína no es ningún ángel caído del cielo. Si bien en un inicio es maltratada por su psicótica madrastra (una increíblemente odiosa Carla Gugino), sus acciones posteriores no son precisamente justificables. Sin embargo, aún así esta chica se gana nuestro corazón, en gran parte gracias a Kathryn Newton (Abigail), quien la hace entrañable pese a su completa falta de autocrítica en varios momentos.

Otro gran acierto es el personaje de Taffy, interpretada de forma encantadora por Liza Soberano (Alone/Together). Aunque la chica encaja perfectamente con el estereotipo de porrista odiosa y bully, el guion rompe con nuestras expectativas y la convierte en una mujer genuinamente agradable y bondadosa. Lejos de mantener ideas tóxicas como que las chicas populares son tontas y las alternativas son listas, o la rivalidad innecesaria entre mujeres, la trama nos muestra mediante este personaje cómo las adolescentes no tienen por qué ser enemigas, sino pueden formar un vínculo pese a sus gustos y personalidades muy diferentes, ir más allá de las apariencias. 

El estilo de Cody encaja muy bien con la dirección de Williams, quien utiliza una estética artificiosa muy similar a la de los inicios de Tim Burton, con un diseño de producción lleno de colores vivos y brillantes, peinados estrafalarios, vestuarios extravagantes y mucha violencia sangrienta enmarcada de forma incómodamente cómica (una especie de mezcla entre Edward Scissorhands y Heathers). Este estilo caricaturesco ambientado en los años 80 genera un interesante contraste con lo oscuro de sus temas y hace la película muy divertida, digerible y le da un aire muy singular.

Pese a estar llena de referencias muy ingeniosas al cine mudo, al cine de monstruos y a clásicos de los 80, Williams muestra que tiene una voz propia y una visión muy clara de por dónde quiere llevar la historia. Lisa Frankenstein abraza el kitsch y la ridiculez de formas poco vistas en el cine actual, tan casado con el realismo. Acepta lo inverosímil de su premisa y no se molesta en darnos explicaciones racionales, solo nos invita a sumarnos a este mundo lleno de exageraciones, ternura y personajes extraños. 

Un ejemplo de esto es el monstruo interpretado por Cole Sprouse (Five Feet Apart), quien aprovecha al máximo el uso de la comedia física y expresividad facial para sacar varias sonrisas, incluso con toneladas de maquillaje encima. Es un personaje incomprendido cuya ternura a ratos nos hace olvidar lo terrible de varias acciones cometidas. Su aspecto es intencionalmente falsísimo, así como lo es la justificación de cómo cobra vida, pero esto no importa, pues lo relevante es su encanto y cómo ayuda al crecimiento de Lisa.

Esta amalgama de elementos hace todo un poco caótico, con saltos algo abruptos a ratos y el manejo algo sobrexplicativo de una revelación final, pero esta inconsistencia se siente fiel con sus personajes y su premisa: no hace falta ser perfecto, a veces basta con ser uno mismo y dejar fluir el liberador caos. La cinta de Williams y Cody no carece de defectos, pero éstos le dan cierto encanto, pues vienen de un entusiasmo por llenar su trabajo con todo lo que aman.

Dicho todo esto, quienes esperen algo similar a Jennifer’s Body tal vez salgan decepcionados. Este es un monstruo muy diferente, uno con mucho menos colmillo y un humor mucho más estridente. Aunque ambas cintas tienen los rasgos característicos de su guionista, cada directora les da un toque distinto, lo cual las hace piezas complementarias en cuanto a temas e historia, pero para nada iguales respecto a su estilo. Hay una escena en Lisa Frankenstein que de hecho es casi calcada de la película de Megan Fox, pero su tratamiento casi opuesto la hace ver más como un homenaje que como una imitación tal cual.

Este es un trabajo muy divertido sin miedo a mostrar su rareza o su entusiasmo por el género y el séptimo arte en general (de solo verlo, uno puede ver que Williams es una cinéfila de hueso colorado). Su tono es extraño, pero también lo son sus personajes, y esto va muy acorde a su tema de aceptar las diferencias y ser tú sin tener que disculparte con nadie. Tal vez no sea la favorita de muchos (su taquilla y las críticas lo han demostrado), pero si tuviera que adivinar, diría que estamos ante el nacimiento de otro clásico de culto por parte de Diablo Cody.

“Lisa Frankenstein” ya está disponible para renta y compra en plataformas digitales.