El álbum de fotos de Meg Ryan, la ex novia de América que se besó con todos

La actriz a la que se le ocurrió fingir el orgasmo más famoso de la historia del cine en la película Cuando Harry encontró a Sally (1989), junto a Billy Crystal y dirigida por Rob Reiner, cumple 60 años retira del cine y haciendo suculentos negocios inmobiliarios, según cuentan al otro lado del charco. Su última aparición en pantalla fue en 2015. Se había reservado un pequeño papel en su debut como directora en Ithaca, un film sobre la II Guerra Mundial que, a pesar de contar en el reparto con sus amigos Tom Hanks y Sam Shepard (al que seguimos echando de menos), pasó directamente al mercado del vídeo.

Pero como estamos de aniversario, pasemos página de aquel fracaso y recordemos a la mejor Meg Ryan (Connecticut,19 de noviembre de 19561), esa que siempre tendrá un lugar de honor en los corazones de los amantes del género de la comedia romántica. Ella fue una de las primera novias de América gracias a que protagonizó algunos de los pastelones más entrañables y taquilleros de Hollywood con su cara de ingenua, la sonrisa siempre puesta y esos ojos tan abiertos y brillantes. A la primera película citada, por la que incluso estuvo nominada a los Globos de Oro, le siguieron Joe contra el volcán (1990), junto a su querido Tom Hanks; Hechizo de un beso (1992), con Alec Baldwin; Como uña y carne (1993), junto a su entonces pareja Dennis Quaid al que había conocido en la genial El chip prodigioso (1987); Algo para recordar (1993), de nuevo con Hanks; Cuando un hombre ama a una mujer (1994), con Andy García; French Kiss (1995), con Kevin Kline; Adictos al amor (1997), con Matthew Broderick; City of Angels (1998), con Nicolas Cage, o la lacrimógena y extremadamente tierna Tienes un e-mail (1998), tercera colaboración con Hanks. A esas alturas de la película resulta más que normal que el público sintiera que ella era como de la familia. Eso de ver sufrir, llorar y enamorarse a toda pantalla une más de lo que pensamos. Pero Meg Ryan nunca lo entendió así. Es más, años más tarde se quejó de que la gente la viera “como la vecina de al lado” y explicó que si lo aguantó fue porque como periodista –estudió periodismo– creyó que era testigo privilegiado de todo lo que ocurría a su alrededor y que aquello merecía ser analizado… En fin, reflexiones de estrella.

También protagonizó otro tipo de films como el biopic de The Doors (1991), dirigida por el visionario Oliver Stone, junto a Val Kilmer en la piel de Jim Morrison. Película evocadora para nostálgicos lisérgicos. Y compartió cartel con Robert Downey Jr., Sam Neill y Hugh Grant, en la británica Restauración (1994), un drama de época que se llevó dos Oscar técnicos. En Hurlyburly (1998), drama reflexivo donde todo el mundo se pone hasta las trancas de alcohol y marihuana, dio réplica a Sean Penn (mejor actor en Venecia), Kevin Space y Chaz Palmintieri. Y en una de secuestros donde el amor también flota en el aire, Prueba de vida (2000), se enamoró de su compañero de reparto, Russell Crowe, y plantó a su marido Dennis Quaid. ¡Menudo notición! Corrieron ríos de tinta. Todavía recuerdo cuando el actor despechado, de promoción en Madrid, prohibió a la prensa que se le preguntara por el affaire. Hasta me tocó firmar una cláusula con posibles consecuencias si me saltaba la regla. Cuando llegó a la entrevista su cara de pena lo decía todo. Pobre. Hay otra película de la que también se habló bastante y que muchos de sus fans no le perdonaron: In the cut (2003). Dirigida por la oscarizada Jane Campion y junto a un joven Mark Ruffallo, Meg se despojaba de la ropa y practicaba sexo. Fue un intento de cambiar de rumbo, pero no salió bien.

Después de este breve paseo por la filmografía de Meg Ryan lo que sí me queda claro es que la rubia se ha besado con más de medio Hollywood. Y como el roce hace el cariño, aunque los arrumacos sean de mentira, ahora entiendo por qué la ex novia de América tiene tantos y buenos amigos. Abrimos su álbum para recordar los mejores momentos junto a algunos de ellos.