Presidentes del Consejo de Ministros durante la Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena: Francisco Silvela Le Vielleuze, Marcelo Azcárraga Palmero y Práxedes Mateo Sagasta
Francisco Silvela Le Vielleuze (en la foto)
Francisco Silvela y de la Vielleuze, madrileño, nacido en Madrid en 1843 y muerto en la misma ciudad a los 62 años, en 1905. Abogado y político conservador fue ministro de Gobernación, de Gracia y Justicia, de Estado, de Marina y por dos veces Presidente del Consejo de Ministro, una vez nombrado por la Reina Regente y otra por Alfonso XIII.
Político conservador, comenzó su carrera política en la unión liberal de O´Donnell, pasando a continuación a ser adscrito al grupo de Cánovas del Castillo con quien colaboró hasta que, con motivo de la reconciliación de éste último con Romero Robledo, prefirió dimitir de sus funciones en el partido y el Gobierno y formar un nuevo grupo disidente del partido conservador, los silvelistas, con un programa regeneracionista que impidiera el funcionamiento del caciquismo y la utilización de la política municipal para fines electorales.
Tras el asesinato de Cánovas, fue elegido como líder el partido conservador.
En 1903 se retiró definitivamente de la política después de designar como su sucesor a Antonio Maura.
Llamado por la Reina Regente a formar gobierno, como sustituto del dimitido Sagasta, el día 4 de marzo de 1899. Su mandato duró hasta el 23 de octubre de 1900.
Siguiendo la práctica habitual, Silvela procedió a la disolución de las Cortes y a la convocatoria de nuevas elecciones que se celebraron el día 16 de abril de 1899.
Se eligieron 402 diputados por sufragio universal masculino entre españoles mayores de 25 años. Siguiendo la manipulación electoral usual, los conservadores obtuvieron una amplia mayoría absoluta de 222 diputados por 93 los liberarles.
Silvela formó un Gobierno con voluntad de regeneración nacional al que incorporó figuras relevantes de la época como el general Polavieja, Raimundo Fernández Villaverde, Antonio Maura, Luis Pidal o Eduardo Dato. Suprimió el Ministerio de Ultramar, después de la derrota ya no tenía sentido su existencia y sus funciones habían sido asumidas por el ministerio de Fomento durante el último Gobierno de Sagasta, y creó los Ministerios de Instrucción Pública y Bellas Artes, y de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Publicas en sustitución del antiguo ministerio de Fomento.
El regeneracionismo fue un movimiento plural, complejo y muy contradictorio que respondía a esquemas basados en hechos, causas y soluciones. Algunos optaron por abrir a España a los países del entorno más desarrollados, pero otros buscaron la solución en sus esencias históricas tradicionales.
El Gobierno inició una política reformista, descentralizando la Administración y cambiando la política presupuestaría, aumentando los impuestos sobre los productos de primera necesidad para hacer frente a la Deuda pública, totalmente desmadrada por las necesidades de financiación de las guerras.
El 17 de junio de 1899, el ministro de Hacienda, Raimundo Fernández Villaverde, con el apoyo ce Silvela, presentó una reforma cuyo objetivo principal era la reducción urgente de la Deuda Pública que las necesidades financieras de las guerra habían disparado mediante el riguroso control de las gastos público, la reforma de los ingresos y la transformación del Banco de España que pasó, a través del control de la emisión de billetes, a controlar la inflación y estabilizar la peseta. El control riguroso del gasto público le llevó a enfrentarse con aquellos que proponían una reconstrucción urgente de la Armada española.
Los nuevos impuestos basados en los principios de suficiencia, flexibilidad y equidad, gravaban la riqueza, las utilidades sobre las rentas del trabajo y del capital, y los beneficios de las sociedades. Se creó el Registro de Sociedades y se puso fin a los impuestos territoriales.
Como resultado de ésta reforma, los gastos descendieron un 15% entre 1900 y 1902 y la Deuda bajo un 22 % desde 1899 a 1909.
Las medidas renovadoras impactaron de forma inmediata en dos aspectos fundamentales de la política española de la época, en los contribuyentes y en las mentes más conservadoras de su partido, haciendo que los ministros más renovadores acabaran dimitiendo ante las dificultades que afrontaban sus propuestas de renovación, entre ellos el propio ministro de Hacienda.
El día 2 de junio de 1899, finalizó el sitio de Baler, donde un destacamento de 50 soldados españoles del 2º Batallón de Cazadores Expedicionarios, al mando de teniente Saturnino Martín Cerezo, había resistido el ataque de los filipinos durante 337 días. Los 35 supervivientes, incluidos los religiosos franciscanos, fueron repatriados. Habían tenido 19 muertos y 6 desertores. El teniente Martín fue condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando.
En diciembre de 1899, España, ante la imposibilidad de mantener unas islas tan alejadas de la península y sin una escuadra apta para mantener las comunicaciones entre ambos extremos del mundo, se vio forzada a vender los restos de su imperio colonial en el Océano Pacífico a Alemania. Esta venta comprendía los Archipiélagos de las Carolinas, las Marianas, excepto Guam que había sido cedido a los norteamericanos por el Tratado de París, y las Palaos.
También, en este año de 1899, el nacionalista catalán Enric Prat de la Riba se separó de la unión catalanista creando el Centre Nacional Catalá bajo la presidencia de Narcís Verdager i Callis.
Por Ley de 1 de enero de 1900, se aprueba un nuevo artículo en el Código Penal, el artículo 248, relativo a la rebelión sin alzamiento, para combatir legalmente los nacionalismos catalán y vasco.
A primeros de enero de 1900, apareció en la prensa norteamericana la ocupación militar por tropas norteamericanas de la isla de Sibutu. Ante tal situación, el Presidente del Consejo de Ministros, Francisco Silvela, comunicó al embajador de Estados Unidos que España estaba en posesión de la soberanía de algunas islas del Archipiélago Filipino, entre ellas las de Sibutu y de Cagayán de Joló.
Este hecho suscitó el interés de otras potencias europeas como Alemania y Reino Unido. Después de un intenso intercambio de notas, se llegó a una negociación, culminada el día 7 de noviembre de 1900, por la que España renuncia a las dos islas a cambio de un pago de 100.000 $ por los EE. UU.
El regeneracionismo del gobierno había durado poco más de un año. Las promesas regeneracionistas se habían quedado en simple retorica sin incidencia en la vida del país. El turno de partidos había sobrevivido al desastre.
Acosado por la oposición, encabezada por Romero Robledo y José Canalejas, y por la gran ola de protestas y huelgas que provocaron las medidas de regeneración económica llevadas a cabo por el ministro de Hacienda Fernández Villaverde, Silvela se vio obligado a presentar su dimisión el 23 de octubre de 1900. La causa inmediata de su dimisión fue que el nombramiento del Capitán General de Madrid hecho por el Ministro de la Guerra, Arsenio Linares, no fue aceptado por los ministros de Gobernación, Eduardo Dato Iradier, y de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas, Rafael Gasset Chinchilla.
La Reina Regente llamó en su lugar a Marcelo Azcárraga Palmero.
Marcelo Azcárraga Palmero
Nuestro conocido Marcelo Azcárraga Palmero volvió a ser nombrado Presidente del Gobierno, por la Reina Regente, el 23 de octubre de 1900. Su gobierno duró hasta el 6 de marzo de 1901 cuando dimitió para que fuera nombrado Presidente Práxedes Mateo Sagasta.
Las dos veces que fue Presidente del Consejo de Ministros por la Reina Regente, ocupó el cargo como un Presidente puente entre dos cambios de turno de los partidos dinásticos. Ambas ocasiones por causas realmente excepcionales, la primera por el asesinato de Cánovas y la segunda por las protestas generalizadas contra el gobierno de Silvela.
Su gobierno fue un gobierno de transición. Mantuvo el mismo gobierno que Silvela con cambio en el Ministerio Gobernación y el de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Publicas.
Azcárraga siguió manteniendo el mismo espíritu de regeneración hasta su cese como Presidente del Gobierno, a pesar de que el citado espíritu había sido defraudado por el gobierno de Silvela.
El primer conflicto que tuvo el Gobierno de Azcárraga fue la boda de la hija mayor de la Reina Regente, María de las Mercedes de Borbón, con Carlos de Borbón Dos Sicilias , el día 14 de febrero de 1901. Los contrayentes era primos lejanos y la razón de haber sido elegido Carlos era la supervivencia de la Dinastía. El Rey, menor de edad, era de constitución débil, obviamente soltero y sin descendencia en el momento de la boda. La sucesión constitucional, en caso de que éste falleciese, estaba en manos de sus dos hermanas: la Princesa de Asturias, María de las Mercedes, y de la Infante María Teresa.
Carlos de Borbón estaba nacionalizado español, había nacido en Italia, y era integrante del Ejército español, pero era miembro de una Dinastía que estaba exiliada, había sido despojada de su Trono por los garibaldinos, con poco dinero lo que le daba un aire de buscador de fortuna, con una ideología de corte tradicional contraria al sistema liberal y con un padre que había luchado al lado de las tropas carlistas en su juventud.
Todos estos inconvenientes hacia que significados liberales dudaran, con tales antecedentes, de su fidelidad y respeto a los principios liberales que sustentaban a la Monarquía.
El día 26 de febrero, Azcárraga presentó su dimisión a la Reina Rebente.
Por entonces el impulso regeneracionismo estaba acabado y el Gobierno del partido conservador también.
Las causas de su dimisión fueron la no solución de los problemas heredados del gobierno anterior como: la intentona carlista, la agitación catalanista y la cuestión obrera en Cataluña, lo que le obligó a suspender las garantías constitucionales, y la influencia clerical.
El 30 de enero, Benito Pérez Galdós había estreno su obra Electra, la función desencadenó un movimiento anticlerical en toda España con una repercusión política y religiosa de carácter nacional. El argumento se inspiraba en el caso real de una joven menor de edad que ingresó en un convento en contra del deseo de su propia familia. La joven eligió a Nicolás Salmerón para que la defendiera ante los tribunales. El juicio lo ganó el abogado republicano lo que dio lugar a manifestaciones anticlericales por toda España que fueron fuertemente reprimidas.
La Reina Regente intentó que Azcárraga volviera a formar un gobierno de de concentración formado por los dos partidos dinásticos, fracasó en el intento. La Reina Regente, después de insistir en un gobierno de concentración liderado por el Presidente de las Cortes, Fernández de Villaverde, que también fracasó por el veto del líder del partido conservador Romero Robledo, el 6 de marzo de 1901 llamó a Sagasta a formar gobierno
Práxedes Mateo Sagasta
El día 6 de marzo de 1901, Práxedes Mateo Sagasta fue nombrado, por última vez por la Reina Regente, Presidente del Consejo de Ministros.
Fue el último nombramiento de Presidente del Consejo de Ministros que efectuó la Reina Regente. El 17 de mayo del año siguiente 1902, siendo Presidente Sagasta, el Rey Alfonso XIII, con 16 años de edad, fue declarado mayor de edad, jura la Constitución e inicia su reinado efectivo, dando por terminada la Regencia de su Madre María Cristina.
La Constitución en vigor indicaba 18 años como la edad para alcanzar la mayoría de edad, pero los políticos españoles decidieron adelantar dos años su acceso a la Corona como único remedio para poner fin a la grave crisis política del País. Había un deseo de transformar la democracia caciquil en una verdadera democracia. Los partidos dinásticos tenían cada vez más difícil mantener las prácticas caciquiles que los regeneracionistas habían puesto al descubierto.
El mandato de Sagasta transcendió esta fecha, continuó siendo Presidente unos meses más, hasta el 6 de diciembre de 1902, cuando dimitió. Poco después, el 5 de enero de 1903, fallecía en Madrid a los 78 años.
Sagasta formó un Gobierno de su partido, repartiendo las carteras entre sus más adeptos, donde destacaban los nombramientos de: Ministro de la Guerra al duro general de la Guerra de Cuba, Valeriano Weyler; Ministro de Gobernación a Segismundo Moret, Ministro de Marina a Cristóbal Colón de la Cerda y en el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes a un político que iba a jugar un papel importante en el futuro, Álvaro de Figueroa y Torres, Conde de Romanones, que había realizado una muy buena gestión en la alcaldía de Madrid . Poco después, Moret dimitió de ministro de Gobernación al ser nombrado Presidente de las Cortes.
Siguiendo la práctica habitual, se disolvieron las Cortes el día 25 de abril de 1901 y se convocaron nuevas elecciones para el 19 de mayo del mismo año. Se elegían 402 diputados por sufragio universal masculino de mayores de 25 años. El funcionamiento de las prácticas caciquiles y la corrupción del sistema electoral dieron la mayoría absoluta de 233 diputados a los liberales, dentro de una Cámara fuertemente atomizada donde los conservadores obtuvieron 79 escaños con una lenta recuperación de los republicanos que llegaron a obtener 19 actas.
También obtuvieron un gran resultado, con 6 escaños, la Lliga Regionalista con la llamada “candidatura de los cuatro presidentes”. El partido había nacido poco antes, el 25 de abril de 1901, con la fusión del Centre Nacional Catalá y la Unió Regionalista.
El día 31 de agosto de 1901, en San Sebastián, estando veraneando en la ciudad la Familia Real, se produjo un serio incidente cuando unos oficiales de la Armada, molestos con un artículo de El Correo de Guipúzcoa en el que se hacían unas apreciaciones poco favorables a los marinos con motivo de unas maniobras navales llevadas a cabo en Bilbao, se dirigieron a la sede del periódico, asaltaron la redacción y apalearon a los dos únicos redactores que encontraron. Los cajistas del periódico, al darse cuenta de lo que ocurría, acudieron en defensa de sus compañeros dando lugar a una refriega donde se produjeron algunos heridos, por fortuna leves.
El Correo de Guipúzcoa era un periódico de ideología carlista.
El suceso, que se repetiría bastantes veces en el reinado de Alfonso XIII, era un síntoma de la sensibilidad militar debida a la derrota sufrida y a la intención de estos de participar más en la política.
El 4 de noviembre, se iniciaron una serie de huelgas en Barcelona que desembocaron en la huelga general del 17 de febrero de 1902. Se sucedieron múltiples incidentes que dieron lugar a que las autoridades declarasen el estado guerra tres días más tarde. La huelga no fue apoyada por los socialistas, ante su negativa, fue dirigida por los anarquistas lo que motivó el fracaso el fracaso de esta en el resto de España.
Por estas fechas se estaba tramitando un proyecto sobre la ley de huelga. La frecuencia con la que estos hechos se sucedían se consideraba de gran importancia y gravedad lo que exigía un tratamiento legal. La ley tardaría 8 años en salir a delante, se publicará el 27 de abril de 1909.
El Gobierno era incapaz de atajar las numerosas huelgas y de mejorar las condiciones laborales que las clases trabajadoras que estaban reivindicando. Los sindicatos, y los partidos de izquierda, exigían la jornada de ocho horas y condiciones más humanas en el trabajo. Tampoco acertó en resolver la cuestión religiosa, en cuanto al establecimiento de congregaciones religiosas y su obligación de inscribirse en el Registro, ni encauzar el regionalismo catalán mediante formulas descentralizadoras.
Dimitió el ministro de Hacienda, Ángel Urzaiz y Cuesta, debido al fracaso de su proyecto de ley sobre circulación fiduciaria. No fue aceptada su propuesta de que los billete de papel moneda tenían que ser respaldados resguardado por una cantidad igual en metálico, depositada en las cajas del Banco de España, o a lo sumo de metálico y/ó valores del Estado.
Su dimisión hizo que Sagasta presentara a la Reina Regente la dimisión de todo su Gobierno incluido la suya. Dimisión que no fue aceptada y que dio lugar a un intento frustrado de formar un Gobierno de concentración. El nuevo Gabinete tenía las siguientes novedades: Ministro de Gracia y Justicia, Juan Montilla y Adán; Ministro de Hacienda, Tirso Rodrigáñez y Sagasta, sobrino del propio Presidente; Ministro de Gobernación Segismundo Moret y Ministro de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas, como la novedad más importante, José Canalejas y Méndez que era un buen conocedor de las cuestiones sociales y religiosas. Fue el último gobierno de la Regencia de María Cristina de Habsburgo- Lorena.
La cuestión religiosa fue el detonante de la división del Gobierno. Los ministros de Estado y el de Gobernación llegaron a un acuerdo con la Santa Sede con respecto a las órdenes religiosas, cuyo número aumentaba pese a su teórica limitación, que era contrario a la opinión del ministro Canalejas, que acabó dimitiendo.
El ministro de más éxito del Gobierno fue el Conde de Romanones que llevó a cabo una reforma de corte liberal en la enseñanza, con un nuevo plan de estudios en la segunda enseñanza, el restablecimiento de la libertad de cátedra, la no obligatoriedad de la enseñanza de la religión en los Institutos, la atribución al Estado del pago a los maestros de instrucción primaria y el aumento de la escolaridad obligatoria hasta los 12 años. Fue la primera reforma en profundidad de la primera enseñanza desde la Ley Moyano de 1857.
El acontecimiento histórico fue la mayoría de edad del Rey Alfonso XIII. Significó el fin del Siglo del Desastre y el comienzo del Siglo XIX.
La Constitución fijaba en 18 como la edad para que el Rey Alfonso XIII alcanzara la mayoría de edad, pero la crisis persistente en la que se encontraba el País aconsejaron adelantarla a los dieciséis años, por lo cual, el Rey Alfonso XIII, fue declarado mayor de edad el día que cumplió los 16 años, el 17 de mayo de 1902. En ese momento, la Regencia desaparecía y reina madre María Cristiana dejaba de ejercer como regente.
Por motivos protocolarios, el Presidente del Consejo de Ministros presentó su dimisión conjuntamente con todo el Gabinete, el Rey no aceptó la dimisión por lo que Sagasta continuó unos mese más como Presidente del Consejo.
Cansado, con evidentes síntomas de decadencia física, sometido a fuertes críticas de la oposición y débilmente defendido por sus partidarios, sufrió un desvanecimiento en plena discusión en el Congreso lo que le llevo a reiterar su dimisión que se hizo efectiva el día 6 de diciembre de 1902. Un mes más tarde moría en Madrid, el día 5 de enero de 1903.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador