Como es sabido, la Serenísima República de Venecia, aquel poderoso estado marítimo que nació en el siglo VIII (independiente desde el IX) y perduró hasta finales del XVIII, estaba gobernado por una serie de instituciones (Gran Consejo, Senado y Consejo de los Diez) bajo el mando supremo del Dux (o Dogo). Aunque éste era elegido por sufragio, en sus primeros tiempos poseía unos poderes casi absolutos que daban la razón a quienes consideraban a Venecia una «república coronada». El primero en ocupar el cargo, allá por el 727 d.C., se llamaba Orso Ipato y fue quien impulsó la poderosa flota veneciana y sentó las bases de la futura expansión naval.

Venecia fue fundada en el siglo V d.C. por las gentes que vivían en esa región y buscaron un refugio en las marismas de la desembocadura del río Po ante las invasiones bárbaras de lombardos y hunos. Cien años más tarde, el general Belisario conquistó Italia para el Imperio Romano de Oriente y los venecianos quedaron en la órbita bizantina, gobernados por un magister militum al que ayudaban varios tribunos. Los continuos enfrentamientos entre éstos llevaron a que el pueblo decidiera sustituirlos por un dux en el año 697. Como vemos, la fecha no concuerda con lo que dijimos al principio y hay una razón.

La tradición dice que aquel primer dirigente fue Paolo Lucio Anafesto, un noble nacido en Eraclea, por entonces la principal ciudad de la región. No se sabe gran cosa sobre él y apenas ha trascendido que coordinó la defensa contra los lombardos y eslavos, aparte de rechazar las incursiones que realizaban los omeyas. Su existencia es dudosa al no estar corroborada por ninguna fuente anterior al siglo XI, así que, sin poder descartarlo, la consideración que tradicionalmente tenía como primer dux queda en entredicho. De hecho, hay quien piensa que se le podría identificar con Pablo, exarca de Rávena (el exarca era un gobernador provincial).

Venecia hacia el 720 d.C., poco antes de la subida al poder de Orso Ipato
Venecia hacia el 720 d.C., poco antes de la subida al poder de Orso Ipato. Crédito: Jack Keilo / Wikimedia Commons

Paolo Lucio Anafesto habría estado al mando de Venecia hasta el 717, año en el que le sucedió Marcello Tegalliano. Supuestamente, pues con él se repite la falta de refrendo documental y además se da la circunstancia de que el magister militum del citado exarca Pablo se llamaba precisamente Marcello. La única mención histórica verdadera sobre él es muy posterior, del siglo XIV (de los cronistas Nicolò Trevisan y Enrico Dandolo, al referirse al Pactum Lotharii firmado entre el emperador carolingio Lotario I y el dux Pietro Tradónico). Habría gobernado nueve años, hasta el 726, durante los cuales tuvo que repeler un nuevo ataque omeya y asistir a la disputa entre los patriarcas de Grado y Equilium (actual Jesolo).

En cualquier caso, fue Giovanni Diacono (Juan el Diácono), secretario y capellán del dux Pietro II Orseolo, así como cronista de Venecia, el que en su Chronicon Venetum et Gradense (anteriormente conocido como Chronicon Sagornini), la obra más antigua que se conserva sobre la historia de la República Serenísima, identificó a Paolo Lucio Anafesto y Marcello Tegalliano como primer y segundo dogos venecianos. Dicha obra se compiló en el siglo X, por lo que, al no haber referencias anteriores, se abate la sombra de la duda a la que nos referíamos.

Por eso el primer dux históricamente comprobado sería el tercero, el reseñado Orso Ipato. Tampoco conocemos mucho sobre su vida, ya que entra en la historia precisamente con el nombramiento. Éste se produjo en un contexto turbulento, una serie de disturbios extendidos por Italia como reacción frente al intento del emperador bizantino León III de exportar a occidente la reforma iconoclasta que había instituido en su imperio, ordenando destruir todas las imágenes religiosas que representaran a Jesús, la Virgen María y los santos.

Orso Ipato en un grabado decimonónico
Orso Ipato en un grabado decimonónico. Crédito: Biblioteca Nacional de Polonia / Dominio público / Wikimedia Commons

La intención del emperador, animado por una interpretación mesiánica de la violenta erupción volcánica ocurrida en la isla de Tera en el 726, era mejorar la moral pública y fortalecer una fe más cercana a la Biblia, encontrando apoyo entre la aristocracia, parte del clero y los pueblos del oriente del imperio, donde había un importante porcentaje de súbditos musulmanes. Pero se encontró con una radical oposición de los monjes y los pueblos occidentales, liderados por el papa Gregorio II. Italia se alzó en armas y con ella el exarcado de Rávena, que rompió con Constantinopla.

En medio del caos reinante, en el 727 el pueblo y el clero venecianos eligieron a Orso Ipato como nuevo líder, obviando la autoridad bizantina. Se trataba de un guerrero, un hombre combativo y visionario, capaz de entender que el verdadero peligro no estaba en el imperio sino en los lombardos y otros pueblos potencialmente enemigos, de ahí que no quisiera enfrentarse abiertamente a León III. Éste no cejó en su reforma religiosa, pero ésta quedó como único punto de fricción importante después de que Venecia se embarcase en una campaña bélica para recuperar Rávena.

Y es que, aprovechando las circunstancias, el rey lombardo Liutprando había derrotado al ejército bizantino y conquistado el exarcado de Rávena, marchando luego sobre Roma. Liutprando profesaba la fe católica y pactó con el Papa, concediéndole varios territorios en el Lacio y facilitando así la primera expansión pontificia fuera del ducado romano. Sin embargo no hubo acuerdo con Orso Ipato, que inmediatamente inició un programa de construcción naval y adiestró concienzudamente a los jóvenes en el uso del arco y la ballesta, atendiendo así la llamada de auxilio del exarca Eutiquio.

El imperio Bizantino hacia el año 717 d.C.
El imperio Bizantino hacia el año 717 d.C. Crédito: Renato de carvalho ferreira / Rowanwindwhistler / Wikimedia Commons

Eutiquio era un eunuco enviado por León III para ocupar el puesto, ya que su predecesor, el citado Pablo, había fallecido intentando sofocar la rebelión contra la iconoclasia. Asimismo, había sido quien azuzó a Liutprando contra Gregorio II, sin imaginar que ambos llegarían a un acuerdo. Finalmente, mientras los musulmanes asediaban -fallidamente- Constantinopla, el exarcado cayó en manos lombardas y él se refugió en Venecia, advirtiendo del peligro que se abatía también sobre la ciudad.

Efectivamente, los lombardos continuaron su avance y se apoderaron del Ducado de la Pentápolis, como se denominaba la entidad administrativa bizantina formada por las ciudades adriáticas de Ancona, Senigallia, Fano, Pésaro y Rímini. También Venecia estaba amenazada, así que Orso Ipato envió una escuadra de más de ochenta naves que, en colaboración con la flota bizantina, consiguieron liberar Rávena.

La victoria tuvo eco en toda Italia y permitió sosegar la relación con el emperador, dando paso a una coexistencia pacífica en la que el imperio toleraba la autonomía de la República Serenísima sin llegar a legitimar formalmente la autoridad del dux. A cambio, le concedió el título de hypathos, equivalente al de cónsul y que se otorgaba a los gobernantes de los protectorados bizantinos en Italia; es el origen del apellido italiano Ipato, que asumió Orso para sí y su descendencia.

Teodato, hijo de Orso, fue primero magister millitum y después dux
Teodato, hijo de Orso, fue primero magister millitum y después dux. Crédito: Biblioteca Nacional de Polonia / Dominio público / Wikimedia Commons

Ese acercamiento mutuo se plasmó también en la reanudación, por parte de Venecia, de un protocolo ceremonial basado en la proverbial pompa de la corte de Constantinopla. Eso sí, los lombardos no habían dicho su última palabra y unos años más tarde, en el 750 bajo el reinado de Astolfo, aprovecharían la reavivación de los rescoldos de ira en Italia por la insistencia de León III en imponer la iconosclasia, para apoderarse de Rávena y poner fin al exarcado; los bizantinos no volverían a recuperarlo. Sin embargo, esa pérdida no incluyó a una Venecia que empezaba a despegar gracias a la labor de Orso Ipato.

Él no llegó a verlo. Un conflicto entre los nobles de Eraclea y los de Equilium, que alcanzó casi la gravedad de una contienda civil, supuso el final de su mandato y de su vida cuando, en lugar de intentar mediar entre los contendientes, tomó partido por los eracleos, partidarios del emperador bizantino frente a los otros, prolombardos. Las circunstancias en que ocurrió todo no están claras, pero cayó asesinado en el 738 en ese contexto (que posiblemente fue impulsado por agentes lombardos). El caso es que durante los cinco años siguientes Venecia no tuvo dux, sino que fue gobernada por los magistri militum enviados desde Rávena, empezando por Doménico Leoni.

El siguiente en la lista fue Felice Cornicola, que dejó tan buen recuerdo que pudo permitirse el lujo de rescindir la sentencia que se había dictado contra Teodato Ipato, el hijo de Orso, quien había tenido que exiliarse y que ahora hasta tomó el relevo de Cornicola como magister militum; quizá el exarca de Rávena se lo concedió para atraerse a la aristocracia veneciana. Dado que el período de mandato de ese cargo era sólo de un año, luego le sucedieron Joviano Ipato y Giovanni Fabriciaco.

Pero este último terminó derrocado (y, según la costumbre bizantina, cegado para impedirle retomar el puesto) por Teodato, que restableció la figura del dux. Como tal duró trece años y terminó de la misma forma brutal que su predecesor, pero la institución perduraría hasta 1797, cuando Napoleón la abolió.


Fuentes

Georgio Ravegnani, Bizancio y Venecia. Historia de un imperio | John Julius Norwich, A history of Venice | Dennis Romano, Venice. The remarkable history of the lagoon city | Donald M. Nicol, Byzantium and Venice. A study in diplomatic and cultural relations | Órso (en Treccani, Dizionario Biografico degli Italiani ) | Wikipedia


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