Reseña La desolación de Smaug (El Hobitt II) J. R. R. Tolkien

La desolación de Smaug (El Hobitt II)
J. R. R. Tolkien

Dirigida por Peter Jackson
Del papel a la pantalla El Templo#37 (diciembre 2013)
Por Víctor Heranz
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Peter Jackson vuelve a llenar nuestras salas de cine de enanos, elfos y magos en esta nueva aventura del universo creado por J. R. R. Tolkien hace más de ochenta años. Con nuevas tramas y personajes expresamente creados para la adaptación, Jackson vuelve a demostrar su habilidad dirigiendo un film de aventuras que entretiene y emociona durante sus dos horas y media de metraje.

En él nos reencontramos con Bilbo, el entrañable hobbit que da nombre a la película y que forma parte de una compañía para recuperar la montaña que fue arrebatada a los enanos por el malvado dragón Smaug. La película comienza en el término de la anterior, cuando nuestro protagonista, el mago Gandalf y los trece enanos que le acompañan, acaban de escapar de una comitiva de orcos. Tendrán entonces que enfrentarse a nuevos peligros: deben atravesar el Bosque Negro, morada de elfos, arañas y criaturas fantásticas, para llegar a su destino. Será en el culmen de su viaje donde Bilbo entrará en acción. El gran dragón dormita bajo la montaña y el joven hobbit tendrá que armarse de todo su valor para robarle una preciada joya.

Rodada en su mayor parte en 2012 en Nueva Zelanda, La desolación de Smaug es la quinta película que el director neozelandés realiza sobre un texto de Tolkien, tras la aclamada trilogía de El señor de los anillos, que llegó a cosechar diecisiete premios Óscar, y la primera entrega de El hobbit, Un viaje inesperado. La tercera y última parte de la novela, que a pesar de ser un libro autoconclusivo ha sido dividido en tres películas, se llamará Partida y regreso y llegará a los cines españoles en diciembre del próximo año. En ella, la aventura de Bilbo tocará a su fin y promete estar cargada de adrenalina y grandes batallas.

Si en El señor de los anillos, Jackson tomó la acertada decisión de eliminar personajes y tramas para dotar de un ritmo más épico a la trilogía, en El hobbit decide exactamente lo contrario. Y es que, aunque sigue la línea argumental de la novela (en este caso, de los capítulos siete al trece, ambos inclusive), se toma las licencias necesarias para convertir un texto infantil en una película de acción.

Es por ello que la adaptación resulta una interpretación de la obra de Tolkien, pues añade aventuras de otro libro del escritor, El Silmarilion, que ayudan a mantener el ritmo épico de la película. Además, introduce una trama romántica que, si bien parece inverosímil, consigue emocionar al espectador, y dota de más protagonismo a personajes como el Arquero, que en la novela pasan más desapercibidos.

Cabe destacar el trabajo de los actores, especialmente el del veterano Ian Mckellen, que vuelve a enfundarse la túnica de Gandalf el Gris, y del emergente Martin Freeman, que aporta una personalidad ágil y divertida al personaje de Bilbo, explorando también la oscuridad que el anillo otorga a este. Y es precisamente este aspecto más lúgubre de la personalidad del hobbit lo que convierte al personaje de Freeman en un rol mucho más maduro e interesante que en la novela.

Sin embargo, el punto flaco recae en la excesiva utilización de elementos creados por ordenador. Mientras que en la trilogía de El señor de los anillos, Peter Jackson apostó por una impecable humanización de los personajes, que dotaba de realismo a la historia, y por la utilización de paisajes naturales; en esta nueva película decide cambiar el estilo de dirección artística apoyándose en un campo más digital. El resultado provoca al espectador la sensación de encontrarse en medio de un videojuego de plataformas. Excepto quizás en el caso de Smaug, el gran dragón, donde la visión de Jackson acierta por completo.

Aunque libre, La desolación de Smaug es una gran adaptación del clásico de Tolkien, y desde El Templo os la recomendamos para pasar una gran tarde de cine estas navidades. Un apunte: si quieres disfrutarla aún más, prueba a verla en versión original. La voz que el actor Benedict Cumberbatch otorga al dragón es una auténtica maravilla.

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